Asociacion del Alto Magdalena

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Encuéntreles un lugar adonde “Ir” Introducción ¡Yo quiero ir! ¡Envíame a mí! ………………………………………………… 4 Prepare a los niños para “¡Ir!” …….……………….………………………… 4 Sus ideas …………….………………………………………………………… 6 Ideas para los niños ……. ….………………………………………………… 7

Un corazón como el de él Un corazón como el de él, por Gloria Beerman …………………………… 8

La Historia de los Niños o la Iglesia de los Niños Ellos necesitan saber ...…………….…………….………………..………… 10 Prepárense para contar su historia ·…..………………………..…………… 11 ¡Queremos ir! …………………………………………………..……………… 13 Ve, cuenta y recorta ..….…………………………………………………….. 15 ¡Yo quiero ir! Manualidad de banderín ...…………………………………… 20 Manualidad de una marioneta en calcetín .………………………………… 22 Idea de un marcador para niños …………………………….……….……… 24

Programa Orden del Servicio ……...……………………………………………..……… 25 Contar palabras/Nivel de grado ……………………………………………… 28 Introducción por el Pastor o el Coordinador de Ministerio Infantil …………30 Comentarios sobre la apertura y la clausura …………………………………30 Historias/Sermones cortos …..…………………………………………………34

Música “Tenemos que ir” Partitura …………………………………..……………….. 52


Introducción ¡Yo quiero ir! ¡Envíame a mí! “Les dijo: ´Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura!‘” (Marcos 16:15, NVI) Los niños de todo el mundo están respondiendo: ¡Yo quiero ir! ¡Envíame a mí!… haciendo eco de las palabras de Isaías: “Aquí estoy, envíame a mí!” El programa para el Día del Niño Adventista ha sido diseñado para ayudar a los niños a que se involucren como misioneros en su vecindario… misioneros en ultramar…misioneros en el hogar…misioneros en la iglesia. Les animo para que reconozcan públicamente a los niños, ante sus padres y ante la familia de la iglesia. Asimismo pida a su pastor, anciano de la iglesia o a alguien que los niños reconozcan como “un hombre de Dios” para que los dedique y los desafíe a responder al llamado para “¡Ir y contarle al mundo del amor de Jesús”! También reconozca a los padres—desafíelos y e involúcrelos en la Gran Comisión para “ir y contarle al mundo” junto con sus hijos. “El plan de Dios es que las familias sean líderes en proveer desarrollo espiritual para sus hijos”. (George Barna, Transforming Children Into Spiritual Champions [Cómo transformar a los niños en campeones espirituales], p.82). Nuestra oración es que el Espíritu Santo los llene de creatividad y los cubra con su presencia, mientras planean el programa para el sábado de los Niños 2009. .

Prepare a los niños para “¡Ir!” “Sin embargo, antes de que las personas puedan confiar en el Señor para pedir su ayuda, deben creer en él. Y antes de que puedan creer en el Señor, deben escuchar de él. Y para que escuchen del Señor, alguien debe hablarles. Y antes de que alguien pueda ir y hablarles, debe primero ser enviado. Está escrito: ´¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!‘” (Romanos 10:15, NVI). Unas cuantas ideas para ayudarle a preparar a los niños para “¡Ir y hablar del amor de Jesús!”: Club Bíblico de Patio o del Vecindario: Reúnase con los niños para planear e implementar la creación de un Club Bíblico de Patio o de Vecindario. Este Club puede ser un ministerio infantil de alcance en las iglesias. Es similar a la Escuela Bíblica de Vacaciones. Sin embargo, en lugar de reunirse en el edificio de una iglesia, se lleva el evangelio a donde viven los niños—justo a su vecindario. Club Amigos de la Comunidad: Este programa, ya establecido por el Departamento de Ministerio Infantil de la DIA, es un programa de alcance y seguimiento para usarse al terminar la escuela bíblica de vacaciones, o en cualquier otro momento.


K.I.D. (Kids in Discipleship) University. UNID [Universidad de los Niños Discípulos]—Capacitación para el Discipulado en las Iglesias: Un programa de entrenamiento que capacite a los líderes voluntarios para que dirijan a los “Niños Discípulos” en sus iglesias. El propósito es que aprendan cómo traer efectivamente a los niños a Jesús, mediante sus familias y que adquieran aptitudes para el discipulado. Para más información, contactar: kidcenter@southern.edu. Proyectos de Servicio: Consulte con su dirigente local de Servicios Comunitarios para obtener ideas que resulten apropiadas para la edad de los niños, así como para sus familias. • Alimentos para personas sin hogar: Los niños preparan emparedados y recolectan comida para repartir en los albergues o desde una camioneta. • Campaña de frazadas: Los niños recolectan y distribuyen frazadas nuevas para las personas sin hogar. • Campaña de ropa: Los niños recolectan suéteres y chamarras, nuevas y usadas, que hayan sido lavadas en tintorería. Ellos pueden doblar la ropa, acomodarlas en bolsas de plástico y etiquetarlas de acuerdo a la talla, si es de hombre o mujer y el uso del artículo que vayan a repartir. • Recolección de alimentos enlatados: Los niños recolectan alimentos enlatados y preparan canastas para el Día de Acción de Gracias, repartiéndolas en los hogares de las familias necesitadas.


Sus Ideas:


Niños… Aquí están algunas ideas que les ayudarán para “¡ Ir! ¡Y contarle al mundo del amor de Jesús!”


¡La buena noticia es que Jesús murió por nosotros para abrirnos el camino y que podamos estar para siempre con el Señor! Y una mejor noticia es que él nos ama y desea mantener una relación especial con nosotros. Esta noticia es demasiado buena para quedarnos con ella… ¡necesitamos contarla a los demás! He aquí algunas formas de hacerlo: • Conversa con Jesús sobre cómo hablarle a otros acerca de él. Pídele que te dé las palabras que debas decir. Pídele que te ayude a mostrar amor y amabilidad hacia tu familia y amigos. • Regala algún folleto que explique cómo convertirse en cristiano. Coloca en tu mochila o en tu bolsa de la merienda algunos libros, para que estés preparado para cuando Dios te envíe a alguien con quien compartir este mensaje. (Puedes compartir tu folleto de Escuela Sabática). •

Invita a una persona a alguna actividad o evento patrocinado por tu iglesia.

Cuéntale a tus padres por qué Jesús es importante para ti…luego

Cuéntale a alguien más por qué Jesús es importante para ti.

• Envía un correo electrónico a un amigo y dile como Jesús llegó a ser tu amigo especial y por qué eso es importante. • MI (mensaje instantáneo) a un amigo y cuéntale de Jesús. (Pide permiso a tus padres primero para saber si puedes enviar este MI). •

Mensaje de texto: DTQMYYT (Dios te quiere mucho y yo también)

Un corazón como el de él


Por Gloria Beerman “Al ver a las multitudes, tuvo compasión de ellas”. —Mateo 9:36 (NVI) De vez en cuando el Señor descarga una pequeña parte de lo que hay en mi corazón a mi cerebro no muy receptivo. Ayer fue unos de esos días. Una íntima amiga mía me confió que su esposo había invitado a una familia sin hogar a que se quedara con ellos, hasta que encontraran un trabajo y un nuevo hogar. “Sólo por una semana”, me comentó e inmediatamente mi mente protestó, ¿Y qué tal si no pueden deshacerse de ellos después de una semana? Ahora, mis amigos, a mi manera de pensar, ella tiene disculpa al decir que no acepta tener a una familia más. Además de ser esposa de pastor, trabaja largas horas en un trabajo de gran responsabilidad y está tratando de hacer su maestría en su “tiempo libre”. Ella continuó, “¿Te acuerdas de como platicábamos acerca de encontrar una manera de ayudar a la gente necesitada? Bueno, ¡aquí está! Así es, en realidad habíamos hablado de ello. Era algo que verdaderamente yo quería hacer. Fotos de los primeros cristianos habían estado apareciendo como ventanas emergentes en la pantalla de mi mente, durante toda la semana. “Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían”. (Hechos 4:32, NVI). ¡Tremendo! Su hogar, su alimento, su fe, todo lo que poseían—y no por una semana, o un mes, o incluso un año, sino por siempre. No era algo que ellos se veían forzados a hacer, mientras murmuraban entre dientes o tenían en su rostro una sonrisa fingida. Esta acción venía del corazón. Ellos tenían un corazón como el de su Maestro. Teniendo un corazón como el de él, sintieron compasión por los perdidos. Querían ir y contarle al mundo del amor de Dios. Querían ir y dar lo que tuvieran para ayudar a otros. El Señor me mostró en ese momento la condición tan deplorable de mi propio corazón. Yo pensaba que me preocupaba por los demás, pero la realidad era que no quería darles todo—sólo algunas cosas. Me doy cuenta que no puedo arreglar mi corazón, pero él sí puede. Él puede ayudarme a sentir—y a ti también—nueva compasión por los perdidos, nuevos deseos, un corazón completamente nuevo—un corazón como el de él.


Tiempo de descarga Cuando revisas tu corazón, ¿Cuál de estos dos gorros piensas que te viene bien?

Trataremos de llegar a las reuniones evangelísticas. Debemos apoyar.

Casco de trabajo Me gustaría enseñar en alguna de las divisiones infantiles, pero en realidad no puedo comprometer mis fines de semana. Ayudaría en la escuela bíblica de verano, pero es justamente cuando acostumbro tomar vacaciones y no deseo estropear mis planes vacacionales. Estoy otra vez amarrado en jardín de infantes este año. No hay nadie más que quiera participar.

El pastor dijo que invitemos a nuestros vecinos a la reunión, pero ellos no son como nosotros, y es incómodo hablar con ellos. Supongo que mi participación en las reuniones debe ser voluntaria.

Gorro de fiesta Me encanta trabajar con los niños. Lo que aprenden de Jesús les afectará por el resto de sus vidas. Ir de vacaciones a la costa este año sería divertido, pero pienso que es mejor utilizar el tiempo trayendo a los niños a Jesús. Hay muchos niños afuera que verdaderamente necesitan experimentar el amor de Dios. . Al orar cada mañana, veo los rostros de mis niños de la Escuela Sabática y le pido al Señor que sea con ellos y los mantenga cerca de él.


He estado orando todos los días por las reuniones evangelísticas. Casi no puedo esperar para estar allí y saludar a las visitas.

Voy a preparar algún pan para llevar a los vecinos. Es posible que los conozca un poco más, y sea una oportunidad para compartir.

¡Necesitamos ir! … y contarle al mundo del amor de Jesús!


La historia de los niños o la iglesia de los niños


Ellos tienen que saber . . . A través de toda la Biblia existen muchos ejemplos de jóvenes que hicieron una diferencia en su mundo. ¡Jesús mismo escogió venir a la tierra como un bebé! No hay mejor manera de enseñar a los niños acerca de Dios que usando los ejemplos de otros jóvenes! Las historias de los niños, las manualidades, así como las actividades del Día del Niño Adventista han sido diseñadas para darles confianza para “¡Ir . . . a contarle al mundo del amor de Jesús!” Las historias de los niños/lecciones prácticas y manualidades pueden ser usadas ya sea en el culto para la historia de los niños, como parte del servicio de mitad de semana de los niños, o durante la iglesia de los niños. Mientras planea y prepara el uso de los materiales, piense en cómo se podría adaptar mejor a las actividades específicas de su grupo en particular. Ajuste, adapte y planee las lecciones de tal forma que ayude a los niños a saber que Jesús quiere que ellos “Vayan . . .¡y cuéntenle al mundo!” Notas para la planeación

¡Prepárense para contar su historia! Versículo clave para Ir y Contar: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo; sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”. (2ª. Timoteo 4:2, NVI).

Lista de preparación: Biblia, crema de cacahuate (mantequilla de maní),* mermelada, cuchillos de plástico, pan, bolsa para emparedado y plato para cada niño. Opcional: Prepare y envuelva con anticipación los emparedados con crema de


cacahuate (mantequilla de maní)* y mermelada, partiéndolos en pequeños trozos. *Tome en cuenta a los que son alérgicos al cacahuate. Puede utilizar crema de almendras o mantequilla simple. A medida que va preparando todo frente a los niños, entreténgalos de forma que traten de adivinar lo que usted está haciendo.

¡Prepárense para contar su historia! Niños, necesito de su ayuda para preparar emparedados de crema de cacahuate (mantequilla de maní) y mermelada. ¿Les parece bien? Todo lo que tienen que hacer es decirme cómo preparar un emparedado de crema de cacahuate (mantequilla de maní) con mermelada, y yo haré exactamente lo que ustedes me digan. No me lo demuestren. . . sólo indíquenme con palabras. ¿Están listos? [Haga exactamente como los niños dicen. Si le dicen: “Ponga la crema de cacahuate (mantequilla de maní) sobre el pan”, entonces exactamente haga eso — ¡ponga el frasco de crema de cacahuate (mantequilla de maní) sobre el pan! Si le dicen que abra la jarra y la unte sobre el pan, entonces abra la jarra y pásela sobre el pan. Exagere para que se diviertan con esta actividad. Exagere, diciendo: “Oh, ustedes quieren decir. . .” Ayúdelos para que comprendan que deben ser claros en sus instrucciones.] Wow . . . finalmente hemos preparado un emparedado de crema de cacahuate (mantequilla de maní) con mermelada. ¡Gracias por su ayuda! No pudiera haberlo hecho sin sus instrucciones. Esto me hace recordar a todas las personas que no saben del amor de Jesús —¿Cómo van a saber si alguien no les dice? ¿Cómo van a saber que Dios les ama y que envió a Jesús para ser su Salvador? [Anime a los niños para que respondan] ¿Qué piensas (nombre del niño)? [Uno de los niños dirá: “Pueden leerlo en la Biblia”]. Sí, ¡tienes razón! Leamos lo que la Biblia dice acerca de lo que debemos hacer. [Abran su Biblia en 2ª. Timoteo 4:2]. Vean este versículo conmigo. 2ª. Timoteo 4:2 dice: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”. Dios nos está diciendo que debemos estar listos para compartir nuestra historia con otras personas y les expliquemos por qué lo amamos. Necesitamos mostrarles a otros cómo pueden llegar a conocer a Jesús. No solamente contarles, sino que también debemos mostrarles cómo pueden llegar a conocer a Jesús. . . paso a paso; así como me ayudaron a hacer este delicioso emparedado de crema de cacahuate (mantequilla de maní) y mermelada, paso a paso. Y, [mire a los niños con emoción y fervor] nuestro versículo dice que debemos animar a la gente, con paciencia y doctrina. ¿Cuáles son algunas de las cosas que pudieran compartir acerca del amor de Dios? [Permita que los chicos respondan y sea positiva y anímelos cada vez que respondan.]


Hablar a otros acerca de Dios es algo que todos podemos hacer. . . las instrucciones están justo aquí, en la Biblia [señale el versículo en su Biblia]. Todos podemos compartir las buenas nuevas del amor de Dios. . . todos! Oremos para que el Espíritu Santo traiga a nuestras mentes el nombre de alguien que sabemos que necesita conocer del amor de Dios. Querido Jesús, ¡gracias porque nos amamos tanto! Tú eres un Dios tan maravilloso, que yo quiero que todos te conozcan. Gracias por traer a mi mente el nombre de alguien a quien puedo contarle de ti. ¡Yo sé que tú amas mucho a esa persona! Ayúdame a compartirles mi experiencia de por qué yo te amo. Dame las palabras correctas que debo decir. Amén. Entregue a los niños los envoltorios con el trozo de emparedado de crema de cacahuate (mantequilla de maní) con mermelada y dígales que esto es para que recuerden orar al Señor para que les dé las palabras correctas y puedan compartir su historia de por qué aman a Jesús.

“¡Queremos ir! ¡Prepárense! ” Lista para prepararse: Pizarrón blanco o rotafolio y su base, marcador y borrador para pizarrón blanco, plantilla para PowerPoint.

Tengo algunas preguntas para ustedes. Veamos si las pueden contestar.


• ¿Cómo se le llama la ciencia que estudia las diferentes ciudades? Geografía • Me encantan los globos. Algunos globos flotan en el aire. Si le sueltas el hilo, ¡el globo flota! ¿Qué hay en el globo que lo hace flotar así? Helio • ¿Cuál es la montaña más alta de la tierra, que está sobre el nivel del mar? El Monte Everest • Si tengo 10 dulces y les doy 6, cuántos me quedan? Cuatro • Alguno de ustedes está peleando con su hermano por una galleta y su mami les dice que la partan en dos partes iguales y la compartan. ¿Cómo se llaman esas dos partes iguales? Mitades ¿Cómo saben las respuestas a esas preguntas? [Permita que los niños respondan] Las respuestas a esas preguntas son verdades. Eso quiere decir que existe sólo una respuesta para cada pregunta. Algunas de las respuestas ustedes las aprendieron de su maestro, de sus padres o en un libro. Ustedes estuvieron preparados para responder correctamente, porque aprendieron las respuestas de antemano. También necesitamos estar preparados en otra forma. Si queremos ir y contarles a otros del amor de Jesús, entonces necesitamos estar preparados con lo que les vamos a decir. Hay un texto bíblico (1a. Pedro 3:15 NVI) que dice: “Estén siempre preparados para responder a todo el que les pida razón de la esperanza que hay en ustedes”. Esto me dice que podemos encontrar las respuestas a preguntas sobre nuestra fe en Dios, antes de que vayamos a compartirla. Podemos encontrar estas verdades en la Biblia.

[Pregunte a los niños] ¿Qué saben con certeza acerca de la Biblia? [Vea cuantas respuestas pueden darle. Alguien puede escribirlas en el pizarrón blanco o en PowerPoint al dar los niños sus respuestas]. Nos habla de Jesús. Es un libro sagrado. Nos habla del pasado y del futuro. Es una carta de Dios para nosotros.


[Pregunte a los niños] ¿Qué saben acerca de Dios? [Escuche las respuestas que dan] Dios creó el mundo. Dios creó a las personas. Dios nos ama. Es poderoso. Dios es el Padre. Dios vive en el cielo. Dios conoce el futuro.

[Pregunte a los niños] ¿Qué saben acerca de Jesús? [Escuche las respuestas que dan] Vino para salvarnos. Murió por nosotros. Hizo milagros. Está preparando el cielo para nosotros. Es el Hijo de Dios. Hizo el mundo. Nació en un pesebre. Contaba parábolas. Nos ama.

[Pregunte a los niños] ¿Qué saben de la oración? [Escuche las respuestas que le dan] Es una forma de hablar con Dios y pedir perdón y ayuda. Es una forma de agradecerle por algo. Es bueno orar todos los días. Algunas veces Dios dice Sí, algunas veces No y otras veces Espera. ¿Es fácil contar a otros de Jesús? En realidad, no. Es bueno saber que así como tenemos que estudiar matemáticas u ortografía, también nos podemos preparar para compartir mediante la lectura diaria de la Biblia. Entonces podremos compartir con otros nuestra historia de por qué amamos a Jesús. ¡Y esas son las buenas nuevas de la Biblia! Oremos juntos. Querido Jesús, gracias que podemos aprender de la Biblia, y así podamos ir y compartir con otros lo que creemos. En el nombre de Jesús, amén.


Ve, Cuenta y Recorta


Versículo para Ir y Contar: “Vengan, síganme –les dijo Jesús-, y los haré pescadores de hombres”. Mateo 4:19 (NVI)

Lista para Ir y Contar: Biblia, papel blanco 81/2 x 11”, patrón de un pez (pág. 18), cartoncillo o papel construcción en una variedad de colores, tijeras, lápices.

Antes de Ir y Contar: Copie el patrón #1 (pág. 19) en el papel blanco. Dibuje y recorte el pez (pág. 18) en cartoncillos de colores (suficientes para que alcancen 2 ó 3 por niño). Practique a contar la historia varias veces, mientras “recorta”. Los niños estarán fascinados y observarán atentos, cuando usted doble el papel y comience a recortar, al mismo tiempo que les cuenta la historia bíblica. Practique a doblar y cortar, antes de su reunión, para que se sienta confiada al presentar la historia a los niños.

Ve y Cuenta Cuando Jesús dejó su hogar y empezó a enseñar a la gente, necesitó escoger algunas personas que le ayudaran a enseñar. [Empiece a doblar el papel.] Escogió a 12 hombres para que fueran sus asistentes y también sus amigos. Antes de que pudieran ir y contar, o sea enseñar a otra gente, primero él tuvo que enseñarles a ellos. [Doble el papel blanco por la mitad sobre la línea A. Luego ábralo y doble en las líneas B y C, para que las orillas se encuentren en el centro]. Estos 12 hombres los llamó sus discípulos. ¿Los recuerdan? [Permita que los niños respondan mencionando algunos nombres de los discípulos]. [Doble el papel blanco a la mitad en la línea A de nuevo, para que se muestre sólo un cuarto del papel]. Un día Jesús estaba caminando por el Mar de Galilea y estuvo observando los barcos y a los pescadores que trabajaban tratando de pescar. El Mar de Galilea es un lago enorme, y con la luz del sol, parecía como si tuviese pequeños diamantes. Jesús pudo ver algunos de los peces que atraparon en las redes. Podía escuchar el ruido del agua al golpear contra los costados de los barcos y oír a los hombres platicando mientras trabajaban. ¿De qué creen que estarían hablando? [Mientras los niños responden, empiece a cortar por la línea punteada empezando en forma alternada por las orillas (izquierda, luego derecha). Tenga cuidado de no cortar de orilla a orilla. Continúe cortando, mientras cuenta la historia]. Jesús observaba, a medida que dos de los hombres echaban la red en el agua. Ellos no utilizaron cañas de pescar, ni lombrices; estaban pescando gran cantidad de peces en cada ocasión que tiraban sus redes. Su red se parecía un poco a esta red. [Desdoble con cuidado el papel y acomódelo como una red].


Jesús estuvo observando específicamente a dos hombres mientras tiraban sus redes. Sus nombres eran Simón Pedro y Andrés —eran hermanos. Jesús colocó sus manos alrededor de su boca y les gritó: “¡Vengan, síganme! ¡Los haré pescadores de hombres!” Los hermanos miraron asombrados a Jesús. ¿Pescadores de personas? ¡No había personas nadando en el lago! ¿Qué quería decir Jesús? [Permita que los niños respondan. Mientras responden, ponga la red sobre la cabeza de un niño]. No, tienen razón. ¡Él no se refería a pescar a las personas que estuvieran nadando! [Sonría cariñosamente a los niños]. Me imagino que Simón Pedro y Andrés no estuvieron muy seguros de lo que Jesús quiso decirles. SIN EMBARGO [use muchas expresiones faciales] los hermanos tiraron sus redes y siguieron a Jesús [truene sus dedos] ¡así! ¿Pueden hacer tronar sus dedos? Jesús miró más adelante hacia la orilla del Mar de Galilea y vio a otros dos hombres pescando. Eran Santiago y Juan, y estaban ayudando a su padre a preparar las redes. Jesús llamó a Santiago y a Juan [truene sus dedos] ¿y adivinen qué hicieron? [Permítales que respondan]. ¡Sí, están en lo correcto! Ellos inmediatamente dejaron sus redes, de un salto salieron del barco y siguieron a Jesús. [Truene sus dedos]. ¡Así! Estas dos parejas de hermanos y ocho más llegaron a ser los ayudantes de Jesús —formaban parte del equipo de Jesús y lo seguían dondequiera que él iba y lo ayudaban mientras hablaba con la gente. [Reparta varios peces dibujados en el cartoncillo y algunos lápices. Que compartan y se ayuden unos a otros]. Los ayudantes de Jesús—su equipo—no comprendieron de momento lo que Jesús quiso decir al hacerlos pescadores de hombres. Pero a medida que le seguían a todas partes donde iba, él hablaba y ellos escuchaban cómo hablaba del amor de Dios, así que empezaron a entender. Escuchaban mientras él hablaba acerca de que Dios nos perdona nuestras pecados, cuando se lo pedimos. Escuchaban que Jesús decía que si creemos en él, ¡podemos vivir con él en el cielo por siempre! Ahhh . . . esto es lo que quería decir cuando mencionó que pescarían a personas—era su trabajo ¡ir y contar al mundo del amor de Jesús! [Instruya a los niños para que escriban el nombre de un amigo a quien deseen hablarle del amor de Jesús. Anime a los niños mayorcitos para que ayuden a los más pequeños]. [Extienda la red de papel (o puede usar una real, una red de pescar grande)].


Niños, ¡Ustedes también pueden ser Pescadores de personas! Cuando muestran el amor de Dios a alguien o le cuentan a la gente acerca de Dios, están pescando personas, así como lo hicieron Jesús y sus ayudantes. Traigan sus peces a la red y colóquenlos dentro de ella. [Sostenga la red para que los niños puedan poner sus peces dentro. Cuando terminen, levántela sobre sus cabezas (necesitará algunos ayudantes de los más altos).Ore por los niños y por los nombres escritos en los peces]. Querido Jesús, ¡gracias por ayudarnos a pensar en las personas que necesitan conocer acerca de ti! Danos el valor y las palabras para hablar con ellos acerca de tu amor. Te amamos, Jesús. Amén. [Cuelgue la red a la entrada de la iglesia para que los padres y los miembros puedan leer los nombres que los niños escribieron. Pida a la congregación que también ore por estos nombres].



Patrón de pez para “Ir, Contar y Recortar” 18


¡Yo quiero ir! Banderín ¡La gente necesita oír acerca de las buenas nuevas del amor de Dios! ¡Prepárense para ir y contarles!


Lista de Preparación: Una pieza de fieltro o cartoncillo de color claro, córtelo en triángulo (patrón incluido) Lápiz Marcador para tela de color negro, pintura para tela, o marcadores Vara o palito Grapadora, Pegamento y brillo (opcional)

Instrucciones 1. Escriba suavemente con un lápiz “¡Yo quiero ir! ¡Dime adonde!”, sobre el cartoncillo. Asegúrese de dejar 5 cms. de margen a lo largo del lado A. 2. Cubra las marcas de lápiz con marcador para tela, pintura para tela o marcador. 3. Envuelva el borde del lado A alrededor del palito. Sujete el borde al banderín y libere el palito. 4. Grape el borde al banderín, formando un tubo a lo largo del lado A. 5. Deslice el palito en el tubo. 6. Decore el banderín con brillo, calcomanías o figuras con hule espuma (opcional). 7. Anime a los niños para que compartan con alguien por qué aman a Jesús. Pueden practicar primero entre ellos mismos.


Títere en calcetín – Fácil de hacer

A veces los niños sienten menos timidez cuando usan un títere para expresar sus sentimientos y pensamientos. Que cada niño haga su propio títere en calcetín para que practiquen como hablarles a otros acerca de Jesús. Pueden practicar con sus amigos, para que ganen confianza. Cuando terminen la manualidad, organice a los niños en parejas para que practiquen a contarles a otros por qué aman a Jesús.

Ejemplo de conversación: Niño 1: Hola. Mi nombre es ¬ . ¿Cómo te llamas? Niño 2: Me llamo . Niño 1: ¿Conoces a Jesús? ¡Es mi mejor amigo! Niño 2: ¿De verdad? ¿Quién es? Niño 1: Jesús vive en el cielo y me oye cuando oro. Me ama mucho ¿y sabes qué? Niño 2: ¿Qué? Niño 1: ¡A ti también te ama!


Títere en calcetín Materiales para Ir y Contar: Calcetín (entre más grueso es mejor) Aguja e hilo Borlas de estambre Ojos de plástico o botones Pistola de goma caliente o pegamento para manualidades (de secado rápido) Estambre Fieltro Tijeras

Cómo hacer el títere: Paso 1: Coloque el calcetín al revés y haga un nudo en la punta. Paso 2: Colóquelo al derecho. Al deslizar su mano por el calcetín, el nudo quedará en la palma de su mano, formando la boca. Paso 3: Acomode y pegue los ojos de plástico o botones. Coloque y pegue la nariz usando una borla de estambre. Puede usar el fieltro para hacer la lengua, las cejas y el bigote. Paso 4: Corte el estambre en el largo que desee para el cabello; unas 15 tiras aproximadamente. Una las tiras y átelas por la mitad con un pedazo de estambre. Puede coser o pegar el cabello a la cabeza del títere (cosido queda mejor).

¡Sea creativa al elaborar el títere para que se vea como usted!

Sitios de internet opcionales: Daniellesplace.com Teacherhelp.org



Programa Orden del Servicio A continuación incluimos un orden sugerido para el servicio. Adapte los materiales al estilo del culto en su iglesia. Involucre a los niños y sus familias, tanto como le sea posible.

Alabanza y Adoración Forme un grupo de alabanza con niños que puedan conducir a la congregación en una selección de cantos apropiados antes del servicio principal. Incluya el canto tema: “Tenemos que ir”.

Llamado a la adoración: activa La siguiente lectura puede ser leída por varios miembros de una familia (por ejemplo, mamá e hijo; mamá, papá e hijo; papá e hijo; abuelo y nieto) ya sea al unísono o en forma alternada. Al terminar la lectura, anime a uno de los niños para que explique en sus palabras lo que se quiere decir en la lectura (asigne con anticipación la lectura para que la familia tenga tiempo de practicar): “Ahora bien, ¿cómo invocarán a aquel en quien no han creído? ¿Y cómo creerán en aquel de quien no han oído? ¿Y cómo oirán si no hay quien les predique? ¿Y quién predicará sin ser enviado? Así está escrito: ‘¡Qué hermoso es recibir al mensajero que trae buenas nuevas!’” (Romanos 10:14, 15, NVI)

Invocación Por un niño Por favor arrodillémonos para orar: Padre, humildemente venimos ante ti, para pedirte que perdones nuestros pecados. Queremos que nuestras vidas sean puras y santas. Danos por favor el fervor y el valor para contarles a otros acerca de tu maravilloso amor. ¡Queremos ir y decirlo a todo el mundo! Amén. Pueden sentarse.

Bienvenida Gracias por estar aquí hoy y celebrar con nosotros el Sábado de los Niños. Pido a Dios que el servicio de hoy sea una bendición para ustedes y que tengamos nuevo fervor para hablarles a otros de Jesús. .


Himno de apertura Escoja un himno o canto de alabanza que sea muy conocido en su iglesia. Que el grupo de alabanza de los niños cante el coro primero. Por anticipado escoja a uno de los niños para que invite a la congregación a cantar con el grupo de alabanza.


Ofrenda Con semanas de anticipación, pida al jefe de diáconos que instruya y practique con los niños asignados de cómo deben recoger la ofrenda.

Historia de los niños/Lección práctica Se incluyen opciones o usted puede elegir una de sus propias historias. Este es un buen lugar para trabajar con uno de los jóvenes o adultos jóvenes para que cuenten la historia de los niños/lección práctica.

Música especial Incluya a los niños de las divisiones infantiles o invite a una familia para que tenga la música especial.

Lectura bíblica Conducida por un niño, varios niños o una familia. 2ª. Timoteo 4:2, Nueva Versión Internacional: “Predica la Palabra; persiste en hacerlo, sea o no sea oportuno; corrige, reprende y anima con mucha paciencia, sin dejar de enseñar”.

Historias/Sermones cortos Escoja de las historias/sermones cortos que han sido provistos o añada algunos que no estén incluidos. Dependiendo del número de jóvenes que presentarán las historias y el tiempo con el que cuenta, determinará cuantas historias/sermones cortos se contarán. Pueden participar tanto niños como adultos. Si el grupo es pequeño, se puede planear que cada uno cuente más de una historia. El pastor o el presentador pueden ser parte del programa. Al terminar una historia/sermón corto se lanza una pregunta, todos los participantes debieran responder “Yo quiero ir” o “Queremos ir”. Isaías es el primero, ya que su mensaje es buen punto para empezar. Adapte cada historia/sermón corto como mejor le parezca o preséntelo tal como está.

Himno de clausura Por el grupo de niños de alabanza o escoja a varios niños o a una familia para que dirija un canto de alabanza o algún himno de su preferencia.

Oración final


Exhorte a a los niños que participarán en las historias/sermones cortos a que trabajen hombro a hombro—que permanezcan unidos. Uno de los niños o de los padres ora: Padre celestial, dedicamos estos niños a ti y te pedimos que los bendigas al llevar las buenas nuevas de salvación ¡a todo el mundo! Amén. Opción: Los niños de Jardín de Infantes pueden cerrar el servicio con una oración cantada.


Sus notas


Contar palabras y nivel de grado cortos

“Queremos Ir” Historias/ Sermones

1. Isaías—¡Aquí estoy. Envíame a mí! (275) 2. Josué—Envíame a espiar—Quiero ir a la tierra prometida (417) 3. Esther—Siento temor, pero oren por mí, ¡pues iré! (407) 4. Jonás—No quiero ir (444) 5. Moisés—No me envíes (361) 6. La parábola de Jesús de los dos hijos—Yo iré; yo no; pero hicieron lo opuesto (220) 7. Pablo—Quiero ir a contarle a los gentiles (431) 8. Jesús—Quiero ir a salvar a mi pueblo (302) 9. Los hombres sabios—Queremos ir a encontrar al Rey que nació (355) 10. Jacob—Quiero ir a casa y arreglar las cosas (536) 11. Zaqueo—Quiero ir a ver a Jesús (348) 12. Muchacho con comida—Quiero ir a escuchar a Jesús (345) 13. Ruth (313) 14. David—Quiero ir a pelear con Goliat (382) 15. Pedro—¿Obedeceré a Dios o al hombre? (379)

16. Ida y vuelta a Emaús (396) 17. Felipe—El inicio de camino al sur (377)

18. Comentarios de apertura y clausura por parte del pastor (1401)



Escrito a nivel de tercer grado La parábola de Jesús de los dos hijos Jesús – Quiero ir a salvar a mi pueblo Los hombres sabios Jacob Pedro Ida y vuelta a Emaús

Escrito a nivel de cuarto grado Jonás Moisés Pablo Zaqueo Ruth David Felipe

Escrito a nivel de quinto grado Isaías Josué Esther Niño con comida


Queremos ir -Introducción y Conclusión


A continuación encontrará comentarios para la introducción y la conclusión por parte del pastor o del presentador en turno ese día. Pueden usarse siguiendo con la oración de apertura por un niño o una familia de la iglesia.

Introducción: A lo largo de la historia Dios ha dado a sus seguidores trabajos importantes para hacer y les ha dicho que vayan: Abraham, Moisés, Jonás, Gedeón, Pablo, Felipe, los discípulos y la lista sigue y sigue. Hoy cuento con un número de amigos que quieren hablarles acerca de su decisión de ir donde Jesús los envíe, y quieren recordarles de las emocionantes experiencias de los mensajeros de Dios en el pasado. Antes de que pasen, por favor abran su Biblia en el libro de Marcos, capítulo 1. Quiero que vean como Marcos inició su evangelio y como lo terminó. Marcos 1:35-38 “35 Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario donde se puso a orar. 36 Simón y sus compañeros salieron a buscarlo. 37 Por fin lo encontraron y le dijeron: ―Todo el mundo te busca. 38 Jesús respondió: ―Vámonos de aquí a otras aldeas cercanas donde también pueda predicar; para esto he venido.” Desde el primer capítulo de Marcos escuchamos a Jesús diciéndole a Pedro y a los demás discípulos que él estaba aquí con un propósito. Tenía una misión. “Quiero ir a otras aldeas cercanas donde también pueda predicar”, dijo, “para esto he venido”. Mateo, Marcos, Lucas y Juan, todos cuentan las historias maravillosas de lo que sucedió mientras Jesús iba de un lugar a otro, hablándole a la gente acerca de Dios e invitándolos a formar parte del reino de los cielos. Luego en Marcos 16, el último capítulo de ese libro, llegamos a la última historia. Jesús había sido crucificado, pero había resucitado y había salido de la tumba donde fue sepultado. Luego, empezando en el versículo 14, leemos: 14 Por último se apareció Jesús a los once mientras comían; los reprendió por su falta de fe y por su obstinación en no creerles a los que lo habían visto resucitado. 15 Les dijo: “Vayan por todo el mundo y anuncien las buenas nuevas a toda criatura. 16 El que crea y sea bautizado, será salvo”. Desde el principio Jesús dijo a sus discípulos: “Yo quiero ir a predicar”. Entonces justo antes de volver al cielo, ¿has oído lo que les pidió a los discípulos que hicieran? Él dijo: ¡Ahora quiero que vayan por todo el mundo y prediquen el evangelio! El evangelio es las buenas nuevas acerca de que •

Jesús nos ama;


Él desea perdonarnos y enseñarnos a tomar decisiones correctas;

Fue al cielo a preparar un lugar para nosotros; y

Volverá para tomar a todo aquel que lo acepte a él y a su reino.

Tenemos que ir a contarle al mundo del amor de Jesús./ Tienen que saber de todas las cosas buenas que él ha hecho./ Tenemos que estar enseñando, predicando, amando, guiando, compartiendo lo que conocemos./ Tenemos que ir a contarle al mundo del amor de Jesús. de “Tenemos que ir”, por Kimberly Houliston. Derechos reservados 2008 Ministerio Infantil de la Asociación General. ¿Qué edad hay que tener para ser un mensajero de Jesús? Si puedes hablar, tienes la edad. Y tan pronto conozcas de Jesús, ya tienes algo que contar. Un día, a la hora de mediodía, Jesús encontró a una mujer samaritana cerca de un pozo de agua. Mientras platicaban, ella se dio cuenta que Jesús era—el Hijo de Dios. — “Ve a llamar a tu esposo, y vuelve acá, — le dijo Jesús. ―”No tengo esposo —respondió la mujer”, pero Jesús ya lo sabía. Entonces ella fue corriendo al pueblo y les dijo a los que se encontraba lo que había visto. “Vengan al pozo. Tienen que conocer al hombre que está allí. Vengan a ver si es el Salvador que hemos estado esperando”. Pronto había una gran multitud cerca del pozo queriendo hablar con Jesús. Lo invitaban a que se quedara con ellos por varios días y les enseñara acerca de Dios. ¿Ustedes creen que aceptó la invitación? ¡Claro que sí! Todo empezó con una mujer que fue enviada a invitar a sus amigos y vecinos a venir al pozo. Ella no conocía mucho de Jesús y de la Biblia, pero le dijo a la gente lo que ahora sabía, pronto casi todo el pueblo oyó de Jesús y supieron que había venido del cielo para salvarlos. En esos textos que leímos hace un momento de Marcos 16, Jesús les estaba hablando a sus discípulos, cuando les dijo que fueran a contarle a todo el mundo acerca de él, pero esa encomienda es para ustedes también. Lo que les toca hacer, nadie más la puede hacer tan bien como ustedes. Jesús siempre quiere que les contemos a nuestros amigos acerca de él, y en algunas ocasiones nos envía a personas que no conocemos. Cada vez que le hablamos a alguien de Jesús, estamos haciendo lo que él pidió. Ahora voy a permitir que algunos de mis amigos les cuenten acerca de los tiempos bíblicos, a quienes Dios les dio una asignación especial. Escoja de las historias/sermones cortos que han sido provistos o añada algunos que no estén incluidos. Dependiendo del número de jóvenes que presentarán las historias y el tiempo con el que cuenta, determinará cuantas historias/sermones cortos se contarán. Pueden

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participar tanto niños como adultos. Si el grupo es pequeño, se puede planear que cada uno cuente más de una historia. El pastor o el presentador pueden formar parte del programa. Al terminar una historia/sermón corto se lanza una pregunta, todos los participantes debieran responder “Yo quiero ir” o “Queremos ir”. Isaías es el primero, ya que su mensaje es buen punto para empezar. Adapte cada historia/sermón corto como mejor le parezca o preséntelo tal como está.

Observaciones finales Existen muchas maneras en las que podemos compartir las buenas nuevas que conocemos. Podemos cantar del amor de Jesús a todo lugar donde vayamos; Recolectar dinero para los pobres y ayudar a nuestros vecinos; Permitamos que su amor brille a través de todo lo que digamos y hagamos. Tenemos que ir a contarle al mundo del amor de Jesús. Tienen que saber de todas las cosas buenas que él ha hecho. de “Tenemos que ir”, por Kimberly Houliston. Derechos reservados 2008 Ministerio Infantil de la Asociación General. Hay millones de historias como las que escuchamos hoy. Estas son solo unas pocas que llegaron a formar parte de la Biblia. La mayoría de las historias no se escribieron. No sabemos los nombres de la mayoría de las personas que decidieron ir por Jesús, pero sabemos que cada una de ellas hizo una diferencia. Cuando lleguemos al cielo, conoceremos las historias de todos, y tendremos nuestras propias historias para contar acerca de cómo aceptamos la misión que Jesús nos encomendó. Jesús dijo: “No se angustien. Confíen en Dios, y confíen también en mí. En el hogar de mi Padre hay muchas viviendas; si no fuera así, ya se lo habría dicho a ustedes. Voy a prepararles un lugar. Y si me voy y se lo preparo, vendré para llevármelos conmigo; así ustedes estarán donde yo esté”.


“Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes; y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. (Mateo 28:18-20).


¡Yo quiero ir! Quiero ir al cielo cuando Jesús venga, y quiero ir a invitar a todos los que pueda para que vayan conmigo. Mamás y papás, enseñen a sus hijos para que tengan un mensaje que compartir. Niños, no hay nadie mejor para hablarles a otros niños que ustedes. No piensen que tienen que crecer para empezar a predicar, a enseñar, a amar, a conducir. Yo quiero ir y quiero ir ahora. ¿Están conmigo? ¡Yo quiero ir! Si ustedes quieren ir, si quieren ser parte del pueblo de Dios que lleva las buenas nuevas de Jesús a las personas con las que se encuentran todos los días, pónganse de pie, mientras oramos. La oración puede prepararse con anticipación, de tal manera que cada uno de los presentadores diga una línea. Puede mencionarse en la oración que como cada uno haremos nuestra parte, la orden de Jesús de predicar el evangelio, será completada.


Sermones Cortos Isaías — Heme aquí. ¡Envíame a mí ! (275) En una visión el profeta Isaías vio a Dios sentado en un trono, alto y sublime. Y vio ángeles que clamaban “Santo, Santo, Santo es el Señor de multitudes.” Isaías estaba preocupado, ya que como era un hombre pecador, ver a Dios pudiera causarle la muerte. Pero el ángel fue hacia él llevando algo que parecía una pieza de carbón ardiendo y tocó los labios de Isaías. En lugar de quemarlo, el ángel le dijo que sus pecados habían sido perdonados. Entonces Isaías escuchó la voz del Señor, diciendo: “¿A quién enviaré? ¿Quién irá por nosotros?” Entonces Isaías dijo, “Aquí estoy. ¡Envíame a mí!” (Isaías 6:8, NVI)

Yo quiero ser como Isaías. ¿Y tú? Cuando Dios necesitó a alguien para dar un mensaje importante al pueblo de Israel, Isaías era un voluntario. Hubiera sido fácil si el pueblo hubiera estado feliz de escuchar el mensaje de Dios por medio de Isaías, pero no era así. Por supuesto, lo que él les decía era la verdad. Esto lo hizo muy conocido, pero muy impopular. Aún así, por casi 60 años Isaías se mantuvo recibiendo mensajes de Dios y hablándole al pueblo acerca de esos mensajes. Años más tarde, después de que Isaías había muerto, las cosas que él les dijo, ocurrieron, y aquellas personas estaban felices de leer lo que él escribió y aprender las lecciones que Dios quería enseñarles. Ahora los mensajes que él dio son parte de la Biblia y todos podemos leerlos. Me alegro de que Isaías se ofreciera como voluntario cuando Dios se preguntaba a quién podría enviar. Yo quiero ser como Isaías. Estoy dispuesto a ser enviado de Dios. ¿Y tú?


Josué —Envíame como espía; quiero ir a la tierra prometida (417) Josué y su familia eran esclavos, pero él era sólo un joven cuando Faraón finalmente los dejó libres a él, a su familia, y a sus amigos para que salieran de Egipto. Él vio los milagros que Dios hizo, como convertir el Río Nilo en sangre, después la plaga de ranas, la de piojos, la de las moscas, y por último, la noche en la que morían todos los primogénitos de una familia, si no habían puesto la sangre de un cordero sobre la puerta de su casa. Ese cordero representaba a Jesús, quien algún día moriría para salvarnos. Josué siempre creyó que Dios estaba cuidando de él, y cuando Moisés lo envió junto con otros 11 hombres a reconocer la tierra que Dios prometió darles, Josué estaba feliz y ansioso por ir. Los 12 espías estaban emocionados, cuando vieron la hermosa tierra a la que Dios los estaba llevando. En los jardines y viñedos de la Tierra Prometida crecían algunos de los mejores y más grandes vegetales y frutas que jamás habían visto. Oh, ¡y qué rico sabían! Pero había un gran problema. Ya había gente viviendo allí, eran grandes y fuertes y no querían irse de allí. Cuando los 12 espías regresaron, dieron su informe y mostraron algunas de las cosas que habían traído. Sin embargo, cuando hablaron de lo grande y fuerte que era la gente que vivía allí, casi todos se asustaron. “Nunca podremos hacerlos que dejen la tierra,” dijeron la mayoría de los espías. Pero Josué y su amigo Caleb les dijeron a todos que Dios les había prometido esa tierra y debían ser valientes. ”Nosotros queremos ir a este maravilloso lugar donde Dios quiere que vivamos,” dijeron. Pero el pueblo no escuchaba. No confiaban en Dios. Así que Dios les dijo que tendrían que esperar 40 años antes de que pudieran poseer la tierra. Ahora se pusieron tristes y querían ir, pero era demasiado tarde. Durante esos 40 años los 10 espías que dijeron que no podrían tomar la tierra murieron. No alcanzaron a regresar. Nunca llegaron a vivir en la Tierra Prometida. Cuando los 40 años de espera estaban casi por terminar, Dios le dijo a Moisés que Josué sería el siguiente líder de los israelitas. Pronto Moisés murió, y después de que todos tomaron un tiempo para llorar su muerte, Josué dijo: “Yo quiero ir a la Tierra Prometida.” Esta vez todo el pueblo fue con él.


Ester —Tengo miedo, pero oren por mí y yo iré (407) Ester era la reina de Persia, el reino más poderoso de la tierra en ese tiempo. Pero había un gran problema. Amán, un malvado y traicionero consejero del rey, había convencido al rey de matar a todos los judíos del reino. Ya estaba fijada una fecha en la que esto sucedería. Lo que él no sabía, e incluso el rey no sabía, era que la Reina Ester era judía. Fue por medio de su tío Mardoqueo que Ester se enteró del malvado plan. Envió siervos para averiguar qué era lo malo que estaba sucediendo y hacía que él saliera del palacio llorando, cubierto de cenizas y con sus ropas rasgadas. Los siervos regresaron con la noticia del plan malvado. Ester estaba angustiada con dolor y temor, pero aún había más. Su tío Mardoqueo quería que ella fuera a decirle al rey que era judía y que le pidiera que salvara la vida de todo su pueblo. Esto la atemorizó aún más, porque iba contra la ley que alguien entrara en la sala donde estaba el rey, sin antes haber sido invitado. Cualquiera que quebrantara esta debía morir, incluso la reina, a menos de que el rey extendiera su cetro en señal de bienvenida. Esto era algo que él no hacía muy seguido, pero para poder salvar a su pueblo, ella accedió a ir. Antes de ir, ella pidió a los judíos de todo el reino que no comieran durante tres días y que oraran, oraran y se mantuvieran orando por ella y para que Dios los salvara. ”Después de esos tres días,” hizo la promesa: “Iré ante el rey, y si perezco, que perezca.” Dios contestó sus oraciones. El rey Asuero extendió su cetro y le dio la bienvenida a Ester. Él deseaba saber qué era tan importante para que ella arriesgara su vida para venir a verlo sin haber sido invitada. Ella no no le dijo inmediatamente, sino que en lugar de eso lo invitó a él y a Amán a un banquete especial. Cuando el rey se enteró de cómo Amán lo había engañado para que hiciera una orden tan terrible como la de matar a todos los judíos, se puso furioso. Amán terminó muerto y los judíos quedaron a salvo. Ester había sentido temor, pero supo lo que tenía que hacer y lo hizo. Yo quiero ser valiente como la Reina Ester. ¡Yo quiero ir a donde Dios quiere que vaya! ¿Y tú?


Jonás —Yo no quiero ir (444) Jonás no quería ir a Nínive. Era la capital de Asiria, los enemigos de Israel. Eran gente malvada, malintencionada y Jonás no quería tener nada que ver con ellos. Pero Dios había dicho: “Jonás, ve a Nínive y diles que a causa de su maldad, serán destruidos dentro de 40 días.” Así que Jonás compró un boleto y abordó un barco. No un barco que iba a Nínive. Iba para otro lado. Jonás estaba huyendo de lo que Dios le había dicho que hiciera. Pero Dios estaba seguro de lo que le había pedido. Él quería que Jonás advirtiera a la gente de Nínive, así que envió una enorme tormenta. Las personas en el barco estaban atemorizadas porque el barco se iba a hundir y todos morirían. Jonás les dijo que la tormenta había venido porque él estaba desobedeciendo a Dios. Les dijo que si lo echaban por la borda salvarían sus vidas. Ahora ellos estaban realmente atemorizados, pero eso fue lo que hicieron. Lo echaron fuera del barco a las tempestuosas olas del océano y Jonás se hundió hasta que lo perdieron de vista. Este parece ser el lugar donde terminaría la historia de Jonás, pero Dios realmente quería que él fuera a Nínive; así que por increíble que parezca, un gran pez, tal vez una ballena, se tragó a Jonás. Durante los siguientes tres días mientras el pez nadaba hacia Nínive, Jonás flotaba en el estómago del pez, junto con todas las otras cosas que se había comido. Mantuvo su cabeza en una burbuja de aire sobre esa suciedad. De seguro Jonás pensó que este era el final de su vida. Cómo deseaba haber obedecido a Dios. Oró para que Dios lo perdonara. Oh ¡cuánto deseaba ir a Nínive ahora! Entonces para su sorpresa, el pez lo arrojó fuera, justo en la costa. Seguía con vida y estaba muy feliz. Ahora se dirigió directo a Nínive, la ciudad de sus enemigos, y los amonestó, tal como Dios le había pedido que lo hiciera. Jonás aún tenía mucho que aprender. Cuando el pueblo dejó de hacer las malvadas cosas de las que él les habló, cuando empezaron a orar a Dios para que los perdonara, Jonás no estaba contento en lo absoluto. Él quería que Dios los desapareciera, pero en lugar de eso Dios contestó las oraciones de ellos y no fueron destruidos. Al final, creo que Jonás aprendió una gran lección también. Después de todo, él escribió la historia para que nosotros pudiéramos aprender de sus errores. Creo que por el resto de su vida cuando Dios le pedía a Jonás que hiciera algo, él decía: “Está bien, estoy listo y quiero ir.”


¿Tú qué piensas?


Moisés — No me envíes (361) Cuando Dios le dijo a Moisés que fuera a cumplir una misión especial, Moisés no quiso ir. Apareció con un montón de excusas. Pero cuando Dios tiene un trabajo para alguien lo realice, también tiene la respuesta para todas las excusas. Años antes, cuando Moisés tenía 40 años, mató a un hombre egipcio por golpear a un esclavo israelita. El siguiente día se dio cuenta de que el secreto había sido descubierto, así que se fue de Egipto, temiendo por su vida. Se fue y pasó los siguientes 40 años siendo un pastor de ovejas. Durante ese tiempo se casó y tuvo hijos. Entonces un día vio una zarza que ardía, pero que no se consumía. Esto era muy extraño, así que Moisés fue a verla más de cerca. Lo que encontró era que Dios estaba en la zarza, esperando para hablar con él. Cuando se dio cuenta de que era Dios, Moisés tuvo miedo de mirar, así que cubrió su rostro. Pero Dios había venido a enviar a Moisés a una importante misión de regreso a Egipto de decirle a Faraón que dejara libres a los israelitas. Aunque tenía miedo de ir, sabía que obedecer a Dios era lo correcto. Eso es algo que Faraón debió haber aprendido mucho antes. Dios tuvo que enviar muchas plagas antes de que Faraón fuera finalmente convencido. Moisés guió a más de un millón de personas fuera de Egipto para que se convirtieran en la nación de Israel. Durante los siguientes 40 años él fue su líder y les comunicaba todas las cosas que Dios le decía. Moisés se convirtió en un gran líder y profeta de Dios. Escribió cinco libros acerca de cosas que Dios quería que nosotros supiéramos y recordáramos. Esos libros son ahora los primeros cinco libros de la Biblia. Me allegro de que Moisés haya estado de acuerdo en hacer lo que Dios le pidió que hiciera. Yo sé que aun cuando no siempre fue fácil, está contento de haberlo hecho. Gracias a que él obedeció, muchas personas aprendieron acerca de Dios y estarán en el cielo. Un tiempo después de que Moisés murió, el arcángel Miguel lo llamó de nuevo a la vida y lo llevó al cielo. Algún día todos los que hacemos lo que Dios nos pide, estaremos en el cielo con él.


La parábola de Jesús de los dos hijos (220) Ir a donde se te pide y hacer lo que se te pide es tan importante, que un día Jesús contó una historia acerca de esto. Él le estaba hablando a un grupo de personas que afirmaban estar obedeciendo a Dios, pero en realidad no lo hacían. La historia está en Mateo 21:28-31. “¿Qué les parece?” Jesús preguntó a estos hombres. “Había un hombre que tenía dos hijos. Se dirigió al primero y le pidió: ‘Hijo, ve a trabajar hoy en mi viñedo‘” Pero él se rehusó y dijo, “No, no lo haré.” Más tarde, ese hijo estaba arrepentido por haber sido tan irrespetuoso, así que salió y trabajó en el viñedo como su padre se lo había pedido. Sin embargo, sucedió justo lo opuesto cuando el hombre fue con su segundo hijo. “Claro papá, lo haré,” fue su respuesta, pero nunca fue. “Así que,” Jesús les preguntó a los hombres a los que les contaba la historia, “¿Cuál de los muchachos hizo lo que su padre pidió?” “El primero,” respondieron. Y estaban en lo correcto. Decir que iremos y nunca ir, es no obedecer, y el trabajo que debe ser terminado no logra concluirse. Cuando nuestro Padre nos pida que vayamos, digamos, “Está bien” y luego levantémonos y vayamos. ¡Yo quiero ir adonde Dios me envíe! ¿Y tú?

Pablo— Quiero Ir a Contarle a los Gentiles (431) Pablo era el tipo de persona que quería ir y terminar las cosas, cuando estaba convencido de que eso era lo que debía hacer. Cuando Pablo aparece por primera vez en la Biblia, en Hechos 8 y 9, su nombre era Saulo. Él estaba molesto, porque algunas personas estaban


diciendo que Jesús era el Hijo de Dios. Estaba molesto, porque decían que Jesús había resucitado después de que fue crucificado. “Yo quiero ir,” dijo Saulo a los líderes de la iglesia judía en Jerusalén. “Quiero ir a reunirme con todas aquellas personas que están diciendo estas mentiras. Quiero traerlos de vuelta para que ustedes los puedan castigar.” Así que Saulo fue enviado a la ciudad de Damasco para concluir esa tarea. Sin embargo, algo asombroso le sucedió antes de que llegara. Repentinamente, hubo una luz brillando sobre Saulo y los hombres que fueron a ayudarle. Era tan brillante que ellos cayeron y no podían ver. Entonces el mismo Jesús habló con Saulo. Saulo se dio cuenta que había estado cometiendo un gran error. La luz se desvaneció, pero cuando Saulo abrió los ojos, estaba ciego. En una visión, Dios le dijo a un hombre piadoso llamado Ananías dónde podía encontrar a Saulo. Dios le dijo que fuera y pusiera sus manos sobre los ojos de Saulo y que orara por él y podría ver de nuevo. Ananías tenía miedo porque conocía como era Saulo. Dios le dijo que Saulo había sido escogido para ser un mensajero especial para los gentiles, los reyes y también para el pueblo judío. Le dijo que ahora Saulo era cristiano. “Gentil” era un nombre que se daba a todo aquel que no era judío. Ananías obedeció y Saulo fue sanado. Ahora Saulo quería encontrar a los discípulos de Jesús por una razón distinta, para aprender más de Jesús por medio de ellos. Al principio los discípulos tenían miedo de que fuera sólo un truco. Tomó varios años y cambiar de su nombre de Saulo a Pablo, antes de que los seguidores de Jesús realmente confiaran en él. Poco a poco, los cristianos empezaron a confiar en Pablo y estuvieron muy felices por su dedicación y fiel testificación a favor de Jesús. Fue cerca de 12 años después de que Pablo se hizo cristiano que Dios impresionó a los líderes de la iglesia, estando en la iglesia de Pablo, en una ciudad llamada Antioquía, que era tiempo de que Pablo y su amigo Bernabé fueran enviados como misioneros. ¿Creen que Pablo quería ir? ¡Claro que sí! Él era ese tipo de persona. Yo quiero ser como Pablo. Quiero ir a contarle a la gente acerca de Jesús.


Jesús — Yo quiero ir a salvar a mi Pueblo (302) Juan 3:16-17: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna. Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”. ¿Crees que Jesús quería venir? Sabes que sí lo hizo. Un día él contó una historia para ayudarnos a entender cuánto nos ama y cuánto deseaba venir a rescatarnos de Satanás y del pecado. La historia está en Lucas 15. Les preguntó a los hombres que estaban escuchando qué harían si descubrieran que 99 de sus ovejas estaban en la noche a salvo dentro del redil, pero una estaba perdida. ¿No saldrían a buscar a la pequeña oveja perdida hasta encontrarla? Jesús sabía que si ellos eran buenos pastores de ovejas, eso era lo que harían. Sí, y cuando finalmente la encontraran estarían tan felices que la levantarían, la pondrían sobre su hombro, y la llevarían a casa. Luego llamarían a tus amigos y les darían la buena nueva. Incluso podrían hacer una fiesta para celebrar. Sí, ese sería un día feliz. “Así es para mí”, les explicaba Jesús. “Vine a rescatar a mi oveja pedida, mi pueblo que me seguirá. Y cuando los haya rescatado, habrá una gran celebración en todo el cielo”. “Yo soy el buen pastor”, dijo Jesús. “El buen pastor da su vida por las ovejas”. (Juan 10:11). ¡Podemos estar seguros! Cuando Dios tuvo que salvarnos a todos del pecado, Jesús dijo: “¡Yo quiero ir!” ¿Estás contento de que lo hizo?


Los Sabios—Queremos ir a ver al recién nacido Rey (3 33) No conocemos sus nombres y no sabemos realmente cuántos eran, pero conocemos su historia. Eran llamados Magos y eran del oriente. Eran sabios y eran hombres bien educados que leían y estudiaban lo que los profetas habían escrito. Una noche vieron una estrella brillante y resplandeciente. “¿Qué podría ser?”, se preguntaban. “¿Podría ser lo que el profeta Balaam dijo?” Está escrito en Números 24:17 ―”Una estrella saldrá de Jacob; un rey surgirá en Israel”. “¿Pudiera eso significar que ese niño prometido ha nacido?”, se preguntaban. “Quiero ir a investigar” se decían uno a otro. Así que lo hicieron. Empacaron sus cosas y viajaron cada noche por muchas, muchas noches siguiendo esa estrella. Y los guió hasta Jerusalén. Entraron a la ciudad y comenzaron a preguntar dónde podrían encontrar al niño que había nacido para ser el Rey de los judíos. Pronto el rey Herodes se enteró acerca de ellos y sus preguntas. Envió soldados para que los trajeran. Como ves, el rey Herodes quería asegurarse de que sólo él y sus hijos serían reyes. Sin embargo, aparentó ser amable e incluso los ayudó. Aprendió de los sacerdotes lo que el profeta Miqueas escribió en Miqueas 5:2: “Pero de ti, Belén Efrata, pequeña entre los clanes de Judá, saldrá el que gobernará a Israel; sus orígenes se remontan hasta la antigüedad, hasta tiempos inmemoriales”. “Entonces queremos ir a Belén”, dijeron. Esa misma noche dejaron Jerusalén, y ¿pueden creerlo? ahí estaba la estrella otra vez. Esta vez la estrella los guió directamente hacia la casa donde encontraron a Jesús. Se arrodillaron ante él y supieron que era el Hijo de Dios prometido. Le entregaron presentes costosos y luego regresaron a casa; nunca le dijeron al malvado rey Herodes dónde estaba Jesús. Yo quiero ser como esos hombres sabios. Quiero leer mi Biblia y también quiero encontrar a Jesús.


Jacob desea regresar a casa y arreglar las cosas (536) Habían pasado 20 años desde que Jacob había salido de su casa. No se fue sin decirle a su familia. De hecho, sus padres lo enviaron lejos. Le dijeron adonde ir para que pudiera encontrar una esposa. Pero la verdadera razón por la que se fue es que le había mentido a su padre y le había robado a su hermano Esaú. Su padre estaba realmente decepcionado y su hermano estaba en verdad, molesto. Esaú estaba tan enojado que planeó matar a Jacob después de que su padre muriera; así que Jacob huyó. Ahora habían pasado algunos años. Jacob estaba casado y tenía muchos hijos. Se había convertido en un pastor de ovejas rico y muy exitoso. Tenía mucha gente trabajando para él, pero en su corazón, sabía que había algo que necesitaba hacer. Entonces un día Dios le dijo que era tiempo de regresar a casa. “Quiero ir a casa”, le dijo a su familia. “Quiero ir a hacer las paces con mi hermano. No sé si él me perdonará, pero quiero ir. Dios me dijo que era tiempo y debo ir”. Llegó el día cuando tenía todo empacado y listo. Jacob no iba solo, y no iba sólo de visita. Él y su familia estaban regresando a donde él se había criado, pero estaba preocupado. ¿Cómo tomaría Esaú la noticia? Cuando se iban acercando a la casa, Jacob envió mensajeros para decirle a Esaú que él volvía a casa a que lo sentía y quería que lo perdonara. Pronto volvieron los mensajeros. “Tu hermano viene a tu encuentro y trae 400 hombres con él”. Esta no era una buena noticia. Ahora Jacob estaba realmente preocupado. Oró toda esa noche. Rogó a Dios que lo salvara a él y a su familia. El siguiente día envió a uno de sus empleados con un presente para Esaú: 200 cabras y 20 machos cabríos. Luego envió a un segundo obrero con otro presente: 200 ovejas y 20 carneros. Después envió a un tercer hombre con un tercer presente: 30 camellos, cada uno con un potro. Más adelante envió a un cuarto hombre con el cuarto presente: 40 vacas y 10 toros. Luego envió a un quinto obrero con el quinto presente: 20 asnas y 10 asnos. “Cuando te encuentres con Esaú,” le dijo a cada uno, dile: “éstos son de parte de tu siervo Jacob”.


Otra vez oró toda la noche. Al día siguiente vio venir a Esaú y aún estaban con él los 400 hombres. Jacob tenía temor de que Esaú lo matara a él y a toda su familia,


aún así sabía que Dios le había dicho que era tiempo de ir a casa. En su corazón, quería ir y pedir perdón. Sería valiente. Caminó delante de todos, se inclinó siete veces, y esperó. Cuando Esaú vio a Jacob, corrió hacia él y lo abrazó, dándole la bienvenida a casa. Juntos derramaron lágrimas de felicidad. Yo quiero ser como Jacob. Cuando Dios me pida que haga lo correcto, yo quiero ir. ¿Y tú?


Zaqueo—Quiero ir a ver a Jesús (348) Zaqueo no era un hombre feliz, aun cuando era muy, muy rico. Casi nadie confiaba en él. Engañaba a la gente y hacía que pagaran más impuestos a Roma de lo que debían, para luego guardarse el dinero extra. Cuando escuchó acerca de Jesús y de cómo estaba dispuesto a perdonar a las personas y darles otra oportunidad, empezó a pensar. ¡Hasta uno de los discípulos de Jesús había sido un cobrador de impuestos! Oh cuánto deseaba Zaqueo que las cosas pudieran cambiar. Entonces escuchó que Jesús iba camino a Jericó, donde él vivía. “Quiero ir a verlo. Tengo que ir a verlo”, decidió Zaqueo. Pero mientras Jesús caminaba por la ciudad, había tanta gente en la calle que el pobre Zaqueo no podía ver. Era muy bajito de estatura para ver por encima de todas las personas y nadie lo dejaba pasar al frente. ¿Qué podía hacer? Entonces tuvo una idea. Recordó que había un árbol alto por donde Jesús iba a pasar. Corrió hasta allá, se trepó al árbol y esperó. Pronto pudo ver a Jesús que se acercaba más y más. Para su gran sorpresa, Jesús paró justo al lado del árbol y lo miró. Difícilmente podía creer lo que sus oídos escuchaban, cuando Jesús dijo su nombre. “¡Zaqueo! baja enseguida. Hoy debo quedarme en tu casa”. Zaqueo estaba tan emocionado que las palabras difícilmente explican lo feliz que estaba ahora. Mientras recibía la visita de Jesús, hizo una promesa la cual estaba seguro cumpliría, una promesa acerca de un lugar donde ahora deseaba ir. “Jesús”, le dijo, “Quiero arreglar las cosas con toda la gente a la que he engañado. Les regresaré cuatro veces tanto de lo que les he robado, además deseo dar la mitad de mis bienes para ayudar a la gente pobre”. Yo quiero ser como Zaqueo. Quiero escoger a Jesús. Quiero arreglar las cosas con aquellos con los que no he sido honesto. Quiero decirles que Jesús me ama y me perdona, así como también los ama a ellos.


Un muchacho con una bolsa de merienda — Quiero ir a escuchar a Jesús (344) No sabemos su nombre ni donde vivía. No sabemos si tenía hermanos o hermanas y ni siquiera sabemos si fue solo o con su familia. Pero sabemos que estaba allí, porque quiso ir. Era parte de una enorme multitud de gente que iban a escuchar a Jesús y las maravillosas cosas que les enseñaba acerca de Dios y su reino. Durante todo el día escucharon las historias que Jesús contó. Todo ese día, enfermos, ciegos, hasta paralíticos eran traídos a Jesús para ser sanados. Ya avanzada la tarde, los discípulos quedaron sorprendidos cuando Jesús les dijo que tenían que alimentar a la gente antes de que se retiraran a su casa. “No hay manera”, le dijeron. “¡Aun si tuviésemos una tienda cerca, no tenemos suficiente dinero para comprar alimento para toda esta gente!” Y aquí es donde aprendemos de él. Era el discípulo Andrés, quien dijo: “Aquí hay un muchacho que tiene cinco panes de cebada y dos pescados, pero ¿qué es esto para tanta gente?” “Hagan que se sienten todos”, ordenó Jesús. Luego oró, agradeciendo a su Padre en los cielos por la pequeña merienda que un niño bondadoso le había dado. Después de orar, Jesús comenzó a partir los panes y los pescados y los pasaba a los discípulos. Los discípulos iban y lo compartían con la gente. Los cinco mil comieron hasta saciarse y recogieron 12 canastas con lo que sobró. Fue otro maravilloso milagro. Estoy seguro que el niño fue a casa ese día llevando más comida de la que había traído. Y estoy seguro de que por el resto de su vida él estuvo contento de haber ido a escuchar a Jesús. Yo, también, quiero ir a donde pueda aprender de Jesús y escuchar las historias que él contó. Como el pequeño niño que dio su comida a Jesús, yo quiero darle a Jesús lo que tengo, porque entonces es cuando los milagros suceden.


Rut (313) La decisión de Rut cambió su vida para siempre. Ella se había casado con un hombre maravilloso, llamado Malón y formaba parte de una familia feliz. Eran Quelión, hermano de Malón; la esposa de Quelión, Orfa; y la mamá de Malón, Noemí. Eran una familia unida y feliz. Pero luego sus vidas felices fueron sacudidas por la muerte de Malón y Quelión. Ahora los tiempos se volvieron difíciles y Noemí decidió que sería mejor si ella regresaba a Judá, la tierra de su familia. Les dijo a Rut y a Orfa que regresaran con sus familias y que seguramente encontrarían nuevos esposos y algún día tendrían sus propias familias. Orfa accedió y regresó a su casa, pero no así Rut. Amaba a Noemí, su suegra, y deseaba cuidar de ella. Rut había aprendido acerca de Dios por Malón y por Noemí. Ahora Malón ya no estaba, pero Ruth sabía que Noemí podía ayudarla también. Noemí le ayudaría a vivir una vida para Dios. Así que cuando Noemí le dijo de Nuevo a Rut que regresara a su casa, esto fue lo que Rut le respondió: “¡No insistas en que te abandone o en que me separe de ti! Porque iré adonde tú vayas y viviré donde tú vivas; Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios será mi Dios”. Estoy contento de que Rut prefirió ir donde pudiera estar cerca de Noemí, y lo que es más, estoy contento de que quisiera ir donde pudiera estar cerca de Dios. Esta decisión cambió la vida de Ruth para siempre. Pronto se encontró y se casó con un hombre piadoso, maravilloso. Tuvieron un hermoso niño, llamado Obed. Cuando creció, tuvo un hijo llamado Isaí. Cuando Isaí creció, uno de sus hijos se llamó David. Seguramente has oído hablar de él. Llegó a ser rey de Israel. Cuando escogemos ir donde estemos cerca de Dios, suceden cosas buenas. Yo quiero ir donde pueda estar cerca de Dios.


David — Yo quiero ir a pelear contra Goliat (382) David fue el menor de su familia. Tuvo siete hermanos mayores que él. Los tres mayores eran soldados del ejército del rey Saúl y salieron para pelear contra los filisteos. Un día el padre de David lo mandó a que llevara comida a sus hermanos. Al llegar al lugar de la batalla, se sintió muy molesto de escuchar a un hombre llamado Goliat, que gritaba y decía cosas muy terribles acerca de Dios. “¡Yo desafío hoy al ejército de Israel! ¡Elijan a un hombre que pelee conmigo!”, gritó Goliat. Pero nadie iba. Todos los soldados tenían miedo de pelear contra el gigante Goliat, que media casi tres metros de altura.

“Yo quiero ir”, dijo David. “Envíenme a pelear contra él”. Al rey saúl se le informó rápidamente de lo que decía David. “Por qué debiera dejarte ir?, le preguntó. “Qué sabes acerca de pelear contra gigantes?” “Sé que mientras he servido a Dios, él me protege”, le respondió David. “Sé que cuando un león viene a tratar de llevarse una oveja del rebaño de mi padre, lo atacó y lo mato. También, cuando un oso toma a uno de los corderos, lo persigo y lo mato también. Ambos fueron gigantes, más grandes y más fuertes que yo, y esto significa que este hombre Goliat morirá así como ellos, si voy y peleo contra él”. “Yo quiero ir”, así que el rey Saúl accedió. Cuando David caminaba para encontrarse con Goliat, sin armadura alguna, sólo su equipo: una honda y unas cuantas piedras, Goliat se enfureció. “¿Soy acaso un perro?” rugió contra David, “¿para que vengas a atacarme con palos? ¡Ven acá, y alimentaré con tu carne a las aves y a los animales salvajes!” Pero David respondió: “Tú vienes contra mí con espada, lanza y jabalina, pero yo vengo a ti en el nombre del Señor Todopoderoso”. A medida que Goliat se acercaba para atacar, David puso una piedra en su honda, golpeando a Goliat, que cayó al suelo. David tenía fe en Dios, aunque su vida estuviera en peligro. Yo oro, pidiendo a Dios que nunca necesite pelear como David lo hizo, pero quiero ser tan valiente como él. Cuando Dios necesite a alguien que esté a favor de él, yo quiero ir. ¿Y tú?


Pedro — ¿Obedeceré a Dios, o a los hombres? (379) Pedro y sus amigos fueron arrestados y enviados a prisión. “Dejen de hablarle a la gente de Jesús”, se les ordenó. Esa misma noche un ángel vino a la prisión y le dijo a Pedro, “Regresa al templo y sigue hablando de Jesús a los demás”. Luego le abrió las puertas de la prisión y lo dejó salir. Al día siguiente por la mañana el sumo sacerdote envió a un oficial a la prisión para traer a Pedro y a sus amigos y llevarlos a juicio. Pronto regresó con un informe extraño. Los guardias permanecían en su servicio. Las puertas permanecían cerradas. Sin embargo, cuando ellos entraron a buscar a Pedro, él no estaba ahí. Los otros que habían sido arrestados junto con él también se habían ido. “¿Cómo pudo haber sucedido esto?” se preguntaban los sacerdotes. “¿A dónde pudieron haber ido estos hombres?” No tuvieron que cuestionarse por mucho tiempo. Pronto alguien vino corriendo hasta ellos. “Los hombres que pusieron en prisión están en el templo otra vez y siguen hablándole a la gente de Jesús”. Ahora los oficiales fueron enviados al templo a buscarlos. Esta vez le pidieron muy educadamente a Pedro que viniera con ellos porque tenían miedo de cómo la gente habría de reaccionar si eran crueles con él. Sin embargo, el sumo sacerdote no fue muy amable. “¿No te mandamos estrictamente que no enseñaras a otros acerca de Jesús?”, le exigió. Pedro respondió valientemente, “Debemos obedecer a Dios antes que a los hombres”. Pedro y sus amigos fueron enviados a otra habitación, mientras los sacerdotes hablaban acerca de qué hacer. Cuando todos estuvieron de acuerdo en un plan, Pedro y sus amigos fueron traídos de nuevo. “Dejen de hablarle a la gente acerca de Jesús”; ordenó el sumo sacerdote. Luego dio órdenes a los soldados para que los golpearan y los dejaran ir. ¿Creen que esto detuvo a Pedro? ¡De ninguna manera! El siguiente día Pedro dijo a sus amigos, “Quiero ir al templo y hablarle a la gente de Jesús”. Los demás discípulos se le unieron, “Nosotros también queremos ir”. Y fueron ese día, y el siguiente, y el siguiente, y se mantuvieron obedeciendo Dios antes que a los hombres que trataban de detenerlos. Yo quiero ser como Pedro. Quiero decirle a la gente acerca de Jesús y no permitir que nadie me detenga.


Ida y vuelta a Emaús (396) Cleofas y su amigo, de quien no conocemos el nombre, estaban cansados y con el corazón roto. Su amigo Jesús había sido crucificado apenas dos días atrás. Ahora estaban en el camino de regreso a casa desde Jerusalén a Emaús, como doce kilómetros por un sinuoso camino de tierra. Mientras caminaban, iban hablando de cuán desanimados estaban. Otro hombre al que no reconocieron iba caminando con ellos. Él escuchó por un momento y luego preguntó “¿Por qué están tan tristes?” “¿Eres tú un forastero y no sabes lo que ha sucedido?”, le preguntaron. “Mataron a Jesús, quien esperábamos que fuera el Salvador prometido de Israel. Esto sucedió hace dos días. Luego, esta mañana cuando algunas mujeres fueron a embalsamar su cuerpo a la tumba, ya no estaba. Ellas dijeron que un ángel les dijo que Jesús estaba vivo”. “Entonces, ¿por qué están tristes?” preguntó el forastero. Luego comenzó a recordarles todas las profecías bíblicas, que hablan de lo que sucedería cuando el Mesías prometido viniera. Les demostró cómo todas estas profecías probaban que Jesús realmente era el Salvador que ellos esperaban. Cuando finalmente llegaron a casa, Cleofas invitó al hombre, que sabía mucho de la Biblia, para que pasara a cenar con ellos, y a quedarse esa noche. Qué sorpresa se llevarían. “¿Oras antes de que comamos?” pidió Cleofas. Mientras el hombre oraba, Cleofas y su amigo reconocieron repentinamente su voz. Abrieron sus ojos y miraron. Suficiente para estar seguros, ¡era Jesús!. Entonces él se desapareció justo frente a ellos. ¿Puedes imaginarte qué tan emocionados estaban? Se olvidaron de que estaban hambrientos. Se olvidaron de que estaban cansados. Se olvidaron de la tristeza, porque ahora sabían que era cierto. Jesús estaba vivo y verdaderamente era el Salvador prometido. “No puedo esperar”, dijo Cleofas. “Quiero regresar a Jerusalén ahora mismo y decirle a los discípulos”. “Vamos”, dijo su amigo, y salieron, corriendo lo más rápido que pudieron por todo el camino. Tenían tan buenas nuevas que dar que no podían esperar. “¿No arderían nuestros corazones de emoción si él hablara con nosotros y nos recordara lo que dicen las Escrituras?” Yo quiero ser como Cleofas y aprender cosas emocionantes acerca de Jesús. Después quiero ir a decir lo que he visto y oído. ¡Yo quiero ir! ¿Y tú?


Felipe—Inicia su camino hacia el sur (377) Un día, un ángel vino de Dios con instrucciones especiales para Felipe: “Levántate y ve hacia el sur, por el camino que va de Jerusalén a Gaza”. Inmediatamente, Felipe se levantó y fue. No sabía con seguridad dónde terminaría o a quien encontraría, pero era el tipo de hombre que decía: “De acuerdo, yo quiero ir”, dondequiera que Dios lo enviaba. Pronto un carruaje pasó por allí. En él venía el encargado de la tesorería de la reina de los etípes. Venía leyendo cuidadosamente un rollo. El Espíritu de Dios impresionó a Felipe. “Ve. Alcanza ese carruaje y habla con el hombre” Y así lo hizo. “¿Entiendes lo que lees?”, preguntó Felipe. “No, necesito alguien que me ayude!”, respondió el hombre. Entonces le pidió a Felipe que subiera y se sentara dentro del carruaje. Felipe entendía lo que el hombre estaba leyendo. Leía lo que escribió el profeta Isaías. “¿De quién habla Isaías?”, preguntó. Felipe le explicó cómo cada cosa que Isaías había predicho, se había cumplido en Jesús. Le dijo cómo Jesús era el Hijo de Dios prometido; de cómo había ido de ciudad en ciudad, contándole a la gente cómo llegar a formar parte del reino de Dios, de cómo había sanado a los enfermos, a los paralíticos y a los ciegos. Luego le contó cómo Jesús fue crucificado, justo como Isaías había predicho, pero que estaba vivo otra vez. Felipe le explicó tan bien, que pronto el hombre entendió. Supo que todo era verdad. Felipe también le explicó sobre el bautismo. Mientras iban pasando por un río, el hombre le pidió a Felipe que lo bautizara. “Yo quiero ser un cristiano e ir a casa y contarles a mis amigos lo que he aprendido”. El carruaje se detuvo. Felipe y el hombre caminaron hacia el agua. Oraron juntos y Felipe lo bautizó y luego se fue. El Espíritu Santo lo llevó a su siguiente comisión. ¡Wow! Yo quiero ser como Felipe. Quiero que Dios sepa que estoy dispuesto a ir dondequiera que él me envíe. Quiero que Dios sepa que estoy dispuesto a contarle a la gente acerca de Jesús. Dios, ¿tienes algún lugar donde desees enviarme? ¡Yo quiero ir!


DEBEMOS IR Canto tema para el Día del Niño Adventista 2010 (Partitura a continuación) Ministerio Infantil, División Interamericana Coro: Debemos ir y hablar de nuestro Dios Deben saber, lo que él ha hecho por mí Predicaremos, amaremos, mostraremos de su amor Debemos ir, mostrar el amor de Dios. 1. A nuestro alrededor hay niños como yo Necesitan saber que él gozo y vida da. No esperaremos ser mayores para compartir su amor Es tiempo hoy de hablar del buen Jesús.

2. Diversas las maneras de hablar de salvación. Cantando, ofrendando y predicando de su amor. Ayudando al desvalido, a los amigos y demás Dejando así, que Cristo brille en lo que haga y diga hoy.



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