EL CIEGO Y EL COJO Un día de verano, en un bosque muy concurrido, se declaró un incendio. Todos huyeron despavoridos y asustados. Se quedaron solos un ciego y un cojo. Agarrotado por el miedo y dando tumbos, el ciego se encaminaba precisamente hacia el frente del incendio. - ¡En esa dirección, no!, gritó el cojo. ¡Terminarás entre las llamas! - ¿En qué dirección, entonces?, preguntó el ciego lleno de angustia. - Yo puedo indicarte el camino, respondió el cojo, pero no puedo correr. Si tú me cargas sobre tus hombros, podremos escapar los dos mucho más de prisa y buscar un lugar seguro. El ciego siguió el consejo del cojo y se salvaron los dos juntos.
EL CONVERTIDO Cierto hombre se interesó por conocer el cristianismo, porque le habían dicho que era una religión que venía de Dios. Pero tenía muchas dudas. Fue a una iglesia y le dieron el Evangelio para que lo leyera. Lo leyó y se impresionó, pero luego observó que cristianos que él conocía lo cumplían mal, y se quedó con sus dudas. Volvió a la iglesia y fue invitado a participar en una liturgia muy hermosa. Participó y quedó impresionado, pero hubo muchas cosas que no entendía, y se quedó con sus dudas. Volvió nuevamente y le dieron los documentos del último Concilio. Los leyó y se impresionó; pero como había leído también los fallos de la Iglesia a través de la historia, tampoco se convenció. Desconcertado, no regresó a la iglesia por mucho tiempo. Y un buen día conoció a un santo y se familiarizó con él. Y quedó impresionado, y de golpe entendió el Evangelio, y la liturgia, y la Iglesia. Y se convirtió.
ABRAHÁN Y EL MENDIGO Un día, Abraham invitó a un mendigo a comer en su tienda. Cuando Abraham estaba dando gracias, el otro empezó a maldecir a Dios y a decir que no soportaba oír su Santo Nombre. Preso de indignación, Abraham echó al blasfemo de su tienda. Aquella noche, cuando estaba haciendo sus oraciones, le dijo Dios a Abraham: «Ese hombre ha blasfemado de mí y me ha injuriado durante cincuenta años y, sin embargo, yo le he dado de comer todos los días. ¿No podías haberlo soportado tú durante un solo almuerzo?».