Peñamellera Alta: Nuestro Tiempo

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PeĂąamellera Alta Nuestra Historia. Nuestro Tiempo

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PeĂąamellera Alta Nuestra Historia. Nuestro Tiempo

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EDITA: © de esta edición Asociación Asturias Actual c/Posada Herrera, 3, 3ºA 33002, Oviedo, Asturias, España Teléfono: 688 98 76 88 asturiasactual@gmail.com Autores y Textos: Francisco Álvarez-Cascos Juan José Tuñon Escalada Rosa Domínguez de Posada Cecilio Fernández Testón Diego Alcolea Navarro Isidro Caballero Sardina José Antonio Roque Llamazares Juan Manuel Cofiño González María Fe Gómez Alonso Emilio Seoane de la Losa Fotografías: Asturias Actual Diego del Balzo Jesús Oliveros Pérez Alberto F. Zapico Rosa Domínguez de Posada Maquetación:

Diego del Balzo

Depósito legal: As-03599-2016 Todos los derechos reservados. No se permite la reproducción total o parcial de este libro, ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en ninguna forma ni por ningún medio, sea éste electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación o por cualqueir otro, sin permiso previo por escrito del Ayuntamiento de Peñamellera Alta y Asociación Asturias Actual.

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JMC

PEÑAMELLERA ALTA. UN LUGAR IDÍLICO

Juan Manuel Cofiño González

Presidente Asturias Actual

La Asociación cultural ASTURIAS ACTUAL se ha comprometido en un empeño divulgativo de los más señalados valores - paisajísticos, culturales, históricos - que distinguen y singularizan a Asturias y a los asturianos. Como consecuencia de este empeño, se gestó, en colaboración con el Ayuntamiento de Peñamellera Alta, esta cuidada edición del libro dedicado a este maravilloso rincón de nuestra geografía. Peñamellera Alta, aprisionada entre la Sierra del Cuera y los Picos de Europa, y serpenteada por el rio Cares, no figura entre las referencias principales para quienes visitan Asturias, e incluso resulta bastante desconocida para muchos asturianos, acaso por inscribirse territorialmente en un entorno del Oriente de Asturias, en el que las referencias de Cangas de Onís, Cabrales, Llanes, Covadonga y los Picos de Europa ensombrecen y sitúan en un segundo plano - injustamente - porciones de nuestra tierra que, como el que nos ocupa, deberían ser merecedores de atención prioritaria. Y es que, en este reducido espacio (92 km2) se dan cita la historia, el paisaje, la flora y la fauna, el arte, y la gastronomía, con la hondura, variedad y la riqueza que las hace acreedoras a reclamar nuestra atención, en la seguridad de que el tiempo que dediquemos a conocer Peñamellera Alta, incluyendo la lectura de este libro, será reconfortante y remunerador. El libro se presenta en un formato amable, entreverando textos descriptivos con fotografías de gran calidad, las cuales, por si mismas, representan una invitación irresistible a emprender el camino que nos lleve a Alles. Desde los nómadas de hace unos 18.000 años hasta hoy, la huella humana sobre Peñamellera Alta - Cueto Alto o Plecín - ha estado salpicada por los múltiples vaivenes de la historia, y así romanos y visigodos han dejado muestras indelebles de su paso; sin embargo la identidad del Concejo se ha fraguado en torno a los avatares inherentes a la hegemonía y posterior decadencia de la familia Mier, a partir del siglo XII, hasta su definitiva consolidación como Concejo autónomo allá por el año 1889. Las ruinas de San Pedro de Llecín, el Palacio de los Mier, la Iglesia de San Pedro de Alles, o la capilla de la Reina de los Ángeles dan testimonio, en clave arquitectónica, de la riqueza monumental que atesora, indisociablemente unida a su historia.

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Las pequeñas poblaciones que conforman Peñamellera Alta - Cáraves, Llonín, Rozagás, Ruenes, Mier, Trescares, Oceño y la propia Alles - son un ejemplo de armonía entre paisaje y urbanización, en las que la actividad humana se ha desarrollado en perfecto equilibrio con la naturaleza, produciendo una simbiosis perfecta de la que los peñamelleranos deben sentirse legítimamente orgullosos. En Peñamellera Alta, a pesar de su tamaño y escasa población, han visto la luz personajes que han proyectado su influencia más allá de sus fronteras, y así, varios miembros de la familia Mier desempeñaron a lo largo de la historia cargos muy destacados en los ámbitos eclesiásticos, judiciales y políticos, llegando incluso a aportar al Gobierno de España, un Ministro de Hacienda en la figura de D. José del Campillo y Cossío. La gastronomía - con un queso que lleva el nombre del Concejo -, la hostelería (Casas de Aldea), la pesca del salmón, la caza, o simplemente el disfrute estético de la contemplación de la naturaleza en su versión cuasi originaria, justifican que Peñamellera Alta forme parte de nuestro itinerario vital. Al redescubrimiento de esta maravilla del Oriente asturiano van dedicados los esfuerzos de quienes se han concertado para editar este libro, con la dignidad y la calidad que se corresponde con los méritos contraídos por Peñamellera Alta y sus gentes.

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Saluda

José Antonio Roque Llamazares

Alcalde de Peñamellera Alta

Desde este privilegiado lugar donde tengo la suerte de poder vivir, me gustaría invitarles a conocer nuestro concejo “Peñamellera Alta”, encerrado entre majestuosas montañas. Por el norte el Cuera, al sur el Parque Nacional de los Picos de Europa y atravesado por el Rio Cares. Una inconfundible belleza que no pasa desapercibida, todo visitante queda enamorado de este idílico rincón del Oriente Asturiano. Podemos presumir de tener ocho pueblos con unos impresionantes valores naturales y paisajísticos. Disponemos de una arquitectura religiosa envidiable, con numerosas iglesias y capillas, donde cabe mencionar las Ruinas Románicas de San Pedro de Plecín, declaradas en el año 2003 bien de interés cultural, fue a partir del penúltimo decenio de siglo XVIII cuando se construyó en Alles un nuevo y suntuoso templo sufragado por el prócer D. Domingo Trespalacios y Mier, natural de la parroquia y miembro del consejo Real, cuando el traslado a ella de las actividades pastorales acarreó la progresiva ruina del templo románico de San Pedro de Plecín, apenas mitigado por algunas actuaciones de mantenimiento, cuya continuidad sería deseable. Fueron muchos los peñamelleranos que emigraron a las Américas a hacer fortuna, gracias a ellos disponemos de grandes casas señoriales que enriquecen aún más nuestro patrimonio. Peñamellera fue siempre un concejo netamente agrícola y ganadero, pero a su vez muy escabroso, todo ello contribuyó a que en la década de los años sesenta tuviésemos una fuerte emigración a distintos países de Europa y al centro industrial de Asturias, intentando tener una vida algo más fructífera. Hoy día la actividad ganadera sigue siendo vital para mantener este paraíso y a su vez poder disfrutar de una gastronomía reconocida por todos nuestros visitantes, estamos apostando por lo rural, con numerosas Casas de Aldea y hoteles, donde los productos artesanos van a marcar el futuro de las nuevas generaciones. Nuestro tiempo.

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1.

ALLES

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2.

CÁRAVES

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3.

LLONÍN

94

4. MIER

110

5.

OCEÑO

132

6.

ROZAGÁS

148

7.

RUENES

154

8.

TRESCARES

170

9.

PEÑAMELLERA ALTA EN LA LÍNEA DEL TIEMPO

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10.

PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE PEÑAMELLERA ALTA

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ÍNDICE

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ALLES

43° 20’ 4.807” N 4° 42’ 17.858” W 172 habitantes Fiesta de San Antonio - Sábado siguiente a San Antonio Fiesta de Nuestra Señora - 2 de agosto Fiesta de la Sacramental - Segundo sábado de agosto

Cecilio Fernández Testón Cronista Oficial de Peñamellera Alta Foto de Jenaro Ezquerra El Concejo de Peñamellera Alta, denominado desde los Reyes Católicos – s. XV - Cueto Alto, para diferenciarlo del Cueto Bajo, que con este último componía la unidad del Real Valle de Peñamellera, en principio estuvo inscrito en la Comarca de Primorias, así denominadas las tierras desde el Sella al Nansa por Alfonso I (s. IX). Pasó después de dos siglos a figurar bajo la jurisdicción de Las Asturias de Santillana, de cuyo vínculo jurídico la liberó la Carta Privilegio de Alfonso XI en 1340, quedando, pues, por este motivo nominalmente inscrita dentro de La Merindad, pero dependiendo exclusivamente del regidor, que administraría derechos en su cabecera de Abándames hasta 1889 (año de su separación del Cueto Bajo). Circunstancia ést, cuando, habiendo formado parte desde 1727 de la Provincia de Cantabria, perteneciente al Bastón de Laredo, fue sometida a La Nueva distribución Territorial de España del Ministro Javier de Burgos, pasando a ser denominado el Real Valle de Peñamellera, título con el que venía figurando en Cantabria, al de Concejo de Peñamellera, como así se titulaban los demás de Asturias, para integrarse ya en La Provincia de Oviedo.

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Situado en la Cornisa Cantábrica de La Península Ibérica en la parte suroriental del Principado de Asturias, sus 91,49 kms. cuadrados, limitan al Norte con el Concejo de Llanes, del que los separa La Sierra del Cuera; al Sur, con El Valle de Liébana (Cantabria), al Este, con Peñamellera Baja y al Oeste, con Cabrales. Estableciéndose en la Sierra de Cocón el vértice geodésico de Tajadura como marca de la división de las dos Peñamelleras y de Cantabria. Su formación de calizas carboníferas del paleozoico, relieve cárstico y formas glaciales, se debe a los repliegues de las Sierras de El Cuera, al Norte, y de Portudera, Cocón y Nedrina, al Sur. Cordales todos, que le sirven de estribo sobre la plataforma marina, la primera, y peana del espinazo terciario de Los Picos de Europa, las tres siguientes. Al mismo tiempo en el surco en uve del Cares y presionadas por todas, se levantan Las Sierras de Fonrobre o Jana, de Carria, de Pendendo y El Pico de Peñamellera de 760 metros sobre el nivel del mar. Éste, emblemático monolito natural, une y separa ambas Peñamelleras. En sentido levante y por la profunda vaguada, excavando a su paso risueños vallejos alfombrados de labrantío y aldeas, discurren entre alisos, nogales, castaños, tilos, sauces, pláganos... las aguas del Cares. Meandros de arroyos como El Tajadura o Mildón, La Riega de Rugel o Rubó, La de Los Molinos o Bolugas, El Jano con los arroyos La Voz de Rozagás, Robejo, Rumor, Santa María, Camino y Sedo, El Besnes o Riega Padrino, La Riega Rogreva o Rubena, La Riega de La Candaliega y Río Aliso y La de La Molinuca, afluyen a aquél por ambos márgenes. Esta singular cuenca recoge las aguas en el Cares. Que, siguiendo una brecha o fisura intrincada de Oeste a Este, atraviesa el gran embudo de calizas del carbonífero, para conseguir en el paisaje una disposición de naturaleza tan estética, que el desfiladero alcanza uno de los paisajes más bellos de Europa. Entre praderas, bosques y roquedales con sus barrios, caserías y aldeas, salpicando el bucólico panorama, se agrupa la población de 742 habitantes en ocho parroquias: San Pedro de Alles, capital del Municipio; San Pedro de Mier; San Sebastián de Llonín; San Juan de Oceño; San Francisco de Rozagás; Santa María de Ruenes; Santa María Magdalena de Cáraves y San Vicente de Trescares Horizonte singular enmarcado visualmente dentro del sobrecogedor rectángulo de El Naranjo de Bulnes (2.519), La Cabeza Vigueras (1.318) El Turbina (1.315) y El Pico de Peñamellera (765). Paisaje propio de una flora y fauna atlánticas, en el que prolifera, incluso, insólita incursión de encinares mediterráneos adaptados a soleadas pandas calizas, orientadas al mediodía, alterna con bosques de hayas (La Reondina de Bos, Dejes, Obesón, Tajadura y Carria), tilos, tejos, fresnos, arces, abedules, alisos, robles, castaños, avellanos, cerezos, manzanos, cerezos y prunos silvestres..., que suavizan las dentadas crestas de su orografía sobre helechales y variadas especies micológicas. Y en área tan favorable águilas, milanos, alimoches, buitres leonados, córvidos, garcillas; rebecos, corzos, jabalíes, lobos, zorros, hurones, nutrias, liebres, jinetas, salmones, truchas, reos, anguilas forman un conjunto de fauna equilibrada de gran atractivo y fama cinegética. Su habitabilidad natural está avalada por suave y húmedo clima de escasas oscilaciones en los valles y endurecida, al extremarse un tanto en el Sur, motivada por la altura (70 metros de media en el eje del Cares sobre el nivel del mar hasta los 1.426 de Las Brañas de Tajadura.

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Pista a la Sierra del Cuera

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Foto de Andrea M. Roque


En la sierra del Cuera, Picu Liño. Vistas del mar Cantábrico y Llanes

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Vista desde Llavรกndames a los Picos de Europa. Se puede apreciar el pico Urriellu

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HISTORIA Pues bien, borrando la huella humana del panorama actual, volvamos hojas y piedras del pasado, despejándolas de la maraña del tiempo, para perfilar y entender la fisonomía de su historia. Al desaparecer tales huellas y salvados los numerosos cambios climáticos y vegetativos que se sucedieron tras la segunda glaciación, veremos al hombre nómada pararse en Peñamellera unos 18.000 años atrás, a la expectativa de sus atractivos de habitabilidad. El paisaje se nos ofrece muy distinto al actual: Cuníferas y helechos dominaban sobre cualquier otra manifestación vegetativa (ahí quedan los tejos autóctonos). Y atraído por la pesca de sus ríos, por la caza y extracción de raíces en sus bosques, los rastros nos demuestran también otras diferencias exóticas hoy en día. Sirva como ejemplo, que en los terrazos de Concha La Cova o Cueva del Quesu de Llonín se encontraron huesos de hienas y de panteras, como también lo sería el elefante, en la del Pindal de Tina, o el bisonte de Coimbre. Pero había además otros animales, como nos lo demuestra el arte parietal de la Caverna. Pintada y grabada en distintas etapas, resulta una monumental muestra, en la que se mezclan ciervos, caballos, bisontes... El gran panel aparenta una amalgama caótica mirado de cerca, debido a que las figuras forman un palimpsesto rupestre. Pero a medida que nos alejamos y lo contemplamos, va adquiriendo fuerza y armonía. Es tal la importancia de lo allí grabado, que además del animalario apuntado, se puede distinguir la figura de una mujer, aparte de series de manchas, puntos y trazos de carácter enigmático y de una gran serpiente de intenso color rojizo, tal vez representación del cercano Cares. Otros yacimientos paleolíticos del Concejo con grabados, pinturas e industria lítica se encuentran en Subores y La Paré de Nogales de Mier; en La Coimbre o de Las Brujas de Besnes; y la Cueva abrigo de Traúno de Trescares. A época posterior, pertenece una punta de lanza encontrada en Trescares y diversos materiales de Llonín, Besnes y Oceño. Este peñamellerano primitivo, que nos había dejado muestras de su avanzada cultura en el Magdaleniense, a partir del 1800, hasta el 1 antes de Cristo, recibió la incursión de pueblos indoeuropeos procedentes primero de Los Campos de Urnas de cultura Lausácica y Silésica y después, de cultura Céltica. El caso es que los romanos, cuando llegan a Hispania, ya hablan de los habitantes de este Valle, incluidos dentro del pueblo Orgenomesco, según las plumas de Plinio, Mela y Ptolomeo. El prefijo geno- es un antroponímico celta, que indica la raza. El sufijo -sco es de origen ligur (Suiza). Estrabón por testificación de Posidonio de Apamea sitúa geográficamente a los Orgenomescos y dice que su puerto a la mar es Vereiasueca (Tinamenor o San Vicente de La Barquera). Según ellos, tienen por limítrofes a los cóncanos al Este, los avaraginos al Sur y los lugones (astures) al Oeste. Consideran cantabri a los tres primeros. Rastros en estelas referentes a clanes orgenomescos se encuentran en Collía, en Torrevega y en las minas de El Centenillo (Jaén), del año 105. La lejanía de esta última se explica por la rebeldía de los nativos, tras ser derrotados en Portus Victoriae (Pontejos-Santander) en el año 19 a. de Cristo, fueron condenados como esclavos a trabajar en aquellas tierras y a inscribirse en las legiones. Vivían en chozas distribuidas de una manera desordenada en los montes, estratégicamente situadas para su defensa. (En Oceño, en donde Canella testifica el hallazgo de variado material lítico e instrumentos célticos; en Rozagás, en La Collada, en El Cau, en Somohano, en el Pedrosu, entre Besnes y Santo Tomás, todos lugares, que después aprovecharían los

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romanos (torre de Somohano en Ruenes, El Pedrosu…) para puestos de vigilancia de su Calzada, cuyos rastros arqueológicos se irían reparando y superponiendo en cada época con los signos del momento. Ya habían abandonado la vida cavernícola y en las cuevas situaban los restos de sus muertos para su veneración. Dormían entre paja. Eran chozas circulares de paredes de adobe o piedra con un pontón central, que soportaba, cónicamente dispuesta, la techumbre de retamas. Practicaban la covada, que consistía en que, tras el parto, la mujer entregaba el recién nacido al varón, que, al punto, se encamaba con la criatura, para recibir las atenciones debidas a la parturienta en otras culturas. Cerdos, ovejas, cabras, caballos... eran pastoreados por los hombres, mientras las mujeres se afanaban en una agricultura de azada en torno a la choza. Estaban distribuidos en clanes, agrupaciones menores que las de las tribus y mayores que las de las familias. Guisaban con grasas de animales y molían bellotas y castañas, produciendo un pan áspero amasado con sangre ( ¿anticipo del boronu? ). Se consumían quesos y diversos productos con leche. Aprovechaban de la caza el jabalí, el corzo y ciervos en general; de la pesca del río, salmón y de la mar, los moluscos. Bebían un jugo de plantas y frutos fermentados ( ¿sidra? ). Calzaban corizas, tejían capas con lana y comenzaron el cultivo el lino. Consideraban poseídos de fuerza espiritual al abedul, aliso, espino blanco, muérdago, roble, avellano, manzano, ciervo, corneja, cuervo, gato, jabalí, perro, salmón, serpiente, el sol... y un cierto animismo del que hacían partícipes a los difuntos de clan. Así los encuentran los romanos, cuando, como dijo Floro, Roma llega a este siglo I a. de C. y ve, tras el aplastamiento de Numancia, que tan sólo le queda al Imperio dominar las escarpaduras de aquel rincón del Cantábrico. Es verdad que la dificultad de la empresa no era pareja al rendimiento económico que se pudiera sacar de aquella tierra de poco aprovechamiento. Sin embargo Augusto y en su

Nuestra flora

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Tojo

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Brezo

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lugar Agrippa (también venía en la expedición Tiberio, el futuro Emperador) ponen en ello el orgullo de La Legión IV Macedónica. Pero hay que pensar también que después de la batalla mencionada de Portus Victoriae, los romanos no lo tuvieron todo llano, sino que grupos de aquellos cántabroastures les salían al paso y les tendían emboscadas, amparados por la estrategia de sus castros. Esto suponía un reto para la soberbia del invasor: de ahí la calzada y utilizar aquellas torres y puestos estratégicos mencionados con los orgenomescos, para penetrar por Peñamellera y a través de la cuenca sur del Cuera abrirse paso hacia los lugones, a Lucus Asturum (Lugo de Llanera) y Gigia (Gijón). Lengua e instituciones se instalan en aquel rincón montaraz, superponiendo las aportaciones de la latinidad sobre estratificaciones ligures, celtas y vascas, que siguen vigentes en topónimos y componentes léxicos (Cuera, Carria, Ruenes); y mitológicos (la vara de avellano eficaz para adormecer culebras, el gua, la covada y en los castañeos las cuerres). Se pierde la independencia, pero se ganan los nuevos aires de civilidad mediterránea. Estos pueblos Cántabros quedaron separados por el Sella de los lugones-asturum. Se constituyó sobre el papel una división meramente administrativa: y ambos distritos o diócesis quedaron adscritos al Conventus Cluniensis de La Hispania Citerior o Tarraconensis.

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Puente La Vidre


Después transcurrió un periodo bastante vacío: la romanización no fue muy activa, pues dominados y dominadores apenas dejan rastro alguno intacto, a no ser muy cubierto por superposiciones medievales. Así la calzada desde Tamandón hacia La Vidre, el puente de este nombre y Jana hasta la conjunción con la otra calzada de Agrippa, como esta misma, que abrió la comunicación hacia el Finis Térrea desde La Gascuña Gala, iba guarnecida de torres en aquellos lugares que ya los Orgenomescos habían asentado sus castros y atalayas. Desde el s. III Roma entra en decadencia y los visigodos se apoderan de Hispania. Pero los cántabro-romanos, que siguen manteniendo su espíritu rebelde, reviven ínfulas independentistas. Leovigildo para solucionarlo en parte, el 574 toma Amaya, monte vigía de resistencia en la falda Sur de la Cordillera y borde septentrional de la Meseta, sobre la franja Norte hasta el mar, en la que se incluye Peñamellera, y se crea nueva institución: El Ducado de Cantabria, que sirva de valedor de aquellas tierras al estado visigodo. En el siglo VII los Monjes de San Millán, después de fundar Monasterio, bajo las reglas de San Benito, en la vecina Santianes del Valle Bajo, también dejan constancia de una antigua capilla en Besnes, al lado de la calzada dedicada a Nuestra Señora, aparte de un núcleo abacial con la veneración de San Millán. Al derrumbarse en el Guadalete el estado visigodo en el 711, ese mismo año los musulmanes Tarik y Muza atraviesan de Sur a Norte toda España, llevándose en conquista cuanto encuentran a su paso. Y como dice la Crónica Mozárabe del 754, los cristianos huyeron a refugiarse en los montes del norte. De este modo los cántabros y asturianos recibieron toda clase de advenedizos tanto militares, como eclesiásticos (Camarmeña reunió en su aldea 4 obispos) y gentes hispano-visigodas en general de La Meseta. Eran conscientes de que sólo en las escarpaduras de aquellos montes podrían resistir, ante el empuje de un ejército, como el sarraceno, numeroso y organizado, cuya fuerza logística se apoyaba en la caballería. El Duque de Cantabria favoreció tal llegada de prelados, abades y altos dignatarios, que, al ver ocupados sus cenobios o recelosos de cohabitar con los musulmanes, preferían huir hacia estas tierras. El caso es que en pocos años se organizó una fuerza cristiana, capaz de culturizar las gentes, revitalizar la fe de Cristo desde los cenobios, y lograr agruparlos en Covadonga en torno a Pelayo, notable de la nobleza visigoda (722). Allí, reclamados por la estratégica astucia de Pelayo, comenzó el declive mahometano, que no sólo fue instigado ante la Santa Cueva, sino que atraído hacia las fragosidades de Los Picos de Europa, fue definitivamente a sucumbir en Liébana (Cosgaya). Una piedra grabada y conservada en Baró (Liébana) y el escudo de Los Noriega hablan de la participación de gentes de aquí en la gloriosa hazaña (Ángelus Pelaio et suis victoriam – “Un ángel da la victoria a Pelayo y a LOS SUYOS). Lo mismo se puede decir de los Trespalacios originarios de Liendo (Cantabria) y enclavados y entroncados más tarde con los Mier aquí, que pelearon en la legendaria Batalla de Roncesvalles. La participación no quedó constreñida a este apellido, sino que se hizo extensiva a los moradores tanto nativos como refugiados del Valle durante toda la campaña, que permaneció en luchas por Los Picos de Europa, hasta la derrota definitiva de los sarracenos en Subiedes (Cosgaya- Liébana) sobre el Deva. A partir de la instauración del Reino de Asturias y sobre todo con la expansión de Alfonso I, hijo del Duque Pedro de Cantabria, ésta se esfuma como entidad política y pasa a engrosar el Reino nuevo asturiano dentro de un Estado vigente hasta que se forma el Condado de Castilla.

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El Condado de Castilla se establece fronterizo por el Este en Frías (Burgos) con el Condado de Álava, y al mismo tiempo va influyendo en las tierras de La Vieja Cantabria hacia el Oeste. Pero siguiendo con Alfonso I, hay que denotar que Peñamellera es repoblada con más gente proveniente de La Meseta. Las Crónicas de Alfonso III nos revelan que Alfonso I hizo numerosas razias y, al no poder mantener las plazas que conquistaba, traía consigo los cristianos que quisieran de aquellas áreas, establecíéndolas en Las Asturias, en Primorias, en Liébana, en Trasmiera... Esta repoblación se mantuvo durante sesenta años (hasta Vermudo I), mientras arreciaba el empuje de Abderramán I entre otros. Con estas circunstancias se va perfilando aquella sociedad foránea e indígena, conducida con pautas monasteriales, dedicada a la explotación de los recursos. Hay una fecha clave para la Historia de Peñamellera Alta, que va a significar especialmente el inicio de un linaje angular en la nobleza de la Comarca: Los Mier, año 1029. En esa fecha es asesinado en León, cuando iba a casarse con la hermana de Vermudo III, el cuarto Conde de Castilla García Sánchez. Fue muerto por los hijos del Conde Don Vela de Álava. Esto produjo tales problemas para la sucesión condal, al estar implicada Navarra, que precipitó el proceso de la fundación del Reino de Castilla.

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Escudo de los Mier


Ruinas de San Pedro de Plecín Como el asunto entró en comprensible secretismo y la leyenda se metió por medio, sin embargo la tesis de que el Conde don Vela se retiró a Alles, a Plecín, cada día tiene más visos de histórica. Esto lo confirman el Padre Sota, Garibay, Juan de Caso y Don Juan Antonio de Trespalacios y Mier, quien se extiende en consideraciones en su discurso sobre La Nobleza del Valle de Peñamellera. Además tesis bien antigua, porque la leyenda grabada en piedra bajo el escudo de armas de los Mier en el Palacio de San Román de Panes (últimos del s. XVII) también coincide con la misma reseña y la toma como base de su heráldica. Y en el ventanal abierto al mediodía de las ruinas del monasterio de San Pedro de Plecín (anteriormente de San Salvador), en su parte alta aparece en altorrelieve una efigie, que se cree sea la del Conde. El caso es que con la muerte del cuarto Conde de Castilla algo tuvo que ver aquel enigmático Conde Don Vela y éste con el Valle Alto, al establecerse en Alles. Alles, que a partir de entonces con la llegada del Conde a un emplazamiento anteriormente habitado, indudablemente tomaría definitivo impulso, pues en él se originaría , como dice Canella, aquella maravilla románica de la Abadía de San Salvador de Plecín, que le sirviera de sepultura. Tan vetusta Abadía aparecerá reseñada en la Relación de 1385 como secular construcción, que tenía facultad de contar con clérigos no beneficiados de La Iglesia Catedral de Oviedo y sobre los que se estableció patronazgo familiar.

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Ruinas de San Pedro de PlecĂ­n

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Foto de JesĂşs Oliveros

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Ruinas de San Pedro de PlecĂ­n


El Conde, El Conde Luj Vela, según Canella, vivió y murió en Alles y construyó sobre viejos cimientos de allí una hermosa iglesia con bellas arquivoltas, ensogados y ajedrezados, de una sola nave de cañón y claustro. El mismo Trespalacios y Mier dice, describiendo lo que ve en la vieja Iglesia: “Bien inspeccionado el sepulcro, su arquitectura y demás, hallamos todas las cosas muy conformes a esta tradición, fuera del presbiterio y su arco, al lado del evangelio y sitio de otro altar colateral, como el que está al lado de la epístola de la mencionada iglesia, se registra el citado sepulcro, denotando la misma antigüedad que el resto del edificio. Las señales son todas de hallarse allí enterrado un guerrero, pues vemos en la piedra travesera que tiene el frontal de dicho sepulcro, hay figurada una espada de anchura muy antigua (cerca de cuatro dedos de ancha), la guarnición en forma de cruz que tiene donde empieza el filo y su punta remata en forma de corazón (lauda hallada en el 2014 y conservada en el atrio de la Iglesia Parroquial de San Pedro de Alles). En el atrio de la iglesia hay otro sepulcro, de la misma arquitectura, que denota alguna menor antigüedad: tiene en la piedra frontal que le cubre las mismas cruces y los mismos escudos. Seguramente fue enterramiento de algún hijo o nieto del Conde Don Vela. Le han poseído hasta nuestros tiempos los del sepulcro de Somohano... Y se añade a lo anterior ( y esto sí que está documentado), que tres legados de Peñamellera (Sancho Vela, Bermudo Vela y Martín Vela), en el año 1155 entre otros caballeros, Obispos y Abades asisten a un concilio en Oviedo. Descendientes del Conde Don Vela de Álava y asentados en el Valle Alto, fueron quienes hicieron el cambio de apellido, al tomar el topónimo de Mier. Antes de ese concilio, en 1068, había surgido un importante litigio. Sancho III de Castilla se apodera de los territorios que Sancho V de Navarra poseía en Castilla. Se incluye en la reivindicación también por parte de la Archidiócesis de Burgos segregar a su favor Las Asturias de Santillana, ya que todo se consideraba La Montaña de Burgos. Vino a dirimirlo el Legado Pontificio Don Bernardo, Arzobispo de Toledo, quien sentenció a favor de Oviedo en 1100. Peñamellera, Ribadedeva, Herrerías y Tresviso, permanecerían en la Diócesis de Oviedo. Aunque aparecen a mediados del siglo XIV algunos documentos encabezados eclesiásticamente por Burgos. No obstante, el resto de Cantabria habría de pasar a la Archidiócesis de Burgos, excepto Liébana, hasta 1754, en que se crearía el Obispado de Santander. El conjunto quedaría incluido dentro de la diócesis montañesa, no así Tresviso, que permanecería con Peñamellera y Ribadedeva adscrito a Oviedo hasta 1954. Coincide con la misma época en que el área entre el Collado de La Cruz de Rozagás por occidente y La Bahía de La Abadía de San Emeterio (Santander) por oriente, ya se denomina Asturias de Santillana. Y aunque la denominación de Las Asturias de Santillana se venía ya dando desde el momento en que los pueblos cántabros se habían ido integrando en el Condado de Castilla, formalmente no se estabilizó hasta la muerte en Tamarón de Vermudo III y la proclamación de Fernando I, como Rey de Castilla y León. Por más que la Comarca de Primorias y de ahí Peñamellera se inclinaría en un primer momento por la influencia leonesa, aunque más acusada en el Valle Alto. Por más que a mediados del XII, reinando Fernando II hubiera cierto atisbo de poner frontera a Asturias en el Deva, por el Oriente y en el Eo, por Occidente; el carácter cántabro prevaleció favorecido por el Reino de Castilla y principalmente por su sucesor Alfonso IX, muy interesado en extender fronteras de este Reino.

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Es más, Peñamellera queda inscrita en la Merindad de Las Asturias de Santillana en compañía de todos los pueblos comprendidos entre los Picos de Europa, Peña Sagra, Sejos y Montes Pasiegos hasta La Bahía de Santander, a partir de la cual comenzaba La Trasmiera. La Capital era Santillana, sede de gobierno y justicia. Situación ratificada con Fernando III, durante cuyo reinado nace el dominio jurisdiccional del Bastón de Laredo y su escudo representativo, que pasa a serlo de estos pueblos, y cuyo régimen durará hasta el siglo XIX. Escudo que nos habla de una hazaña, cuyos ejecutores en parte nacieron en el Valle Alto. Se trata de la conquista de Sevilla y demás tierras de Andalucía. Ya se habían dado los foramontanos desde el siglo XI o emigrantes de este Valle al otro lado de La Meseta, amparándose en concesiones de presuras. Esto dará pie después a la emigración temporera de segadores y cesteros, tan importante, como necesaria, para estos artesanos. Entonces, en el siglo XIII, se trataba de una expedición militar. El burgalés almirante Bonifaz fue encargado por Fernando III El Santo, de reunir tropas. Hizo una leva en Las Asturias de Santillana y, como es lógico en el Valle Alto. Conquistó Sevilla (hecho reflejado en el escudo por un barco en el Guadalquivir, que rompe cadenas frente a la Torre del Oro). Y a partir de ese 1248 hace una repoblación con gentes del Valle, que por el sistema de repartimientos, servirá para estabilizar lo conquistado frente a los demás Reinos Musulmanes. Esto permitió a familias con apellidos peñamelleranos no sólo a establecer latifundios en Andalucía, sino a aumentar las de su propia tierra, por la ausencia de muchos emigrados campesinos a aquellos lugares. De esta manera ya en el siglo XV, en Andujar, encontraremos un García de Mier entroncado con los Valenzuela de Córdoba, disponiendo de grandes posesiones y disfrutando de las mercedes de Enrique IV. Pero el sometimiento a Santillana no era cómodo para los peñamelleranos. La administración de justicia suponía un gravamen demasiado pesado y así, amparados en una nobleza ya arraigada y de prestigio ante La Corte le arrancaron al Rey Alfonso XI el Privilegio Real de 1340. Tal privilegio fue otorgado en esa fecha en León y confirmado sucesivamente: por Enrique II en Las Cortes de Toro de 1371; por Juan I en Burgos en 1379: por Juan II (todavía Príncipe de Asturias) en Alcalá de Henares en 1408; por el mismo Juan II en San Martín de Valdeiglesias en 1420; por Enrique IV en Segovia en 1458; por los Reyes Católicos en 1488. Dicho Privilegio amparaba a los Peñamelleranos y les daba derecho a nombrar alcaldes y mayordomos; a librarse de presentarse en Santillana al sometimiento de tribunales de justicia; a nombrar sus propios jueces; a no ser cargados de otros impuestos que los debidos; a ser defendidos en estos derechos por los Concejos limítrofes. Y en El libro Becerro, que ordenó Pedro I se estipulaba que el Concejo de Peñamellera era realengo y de behetría, sin sometimiento a martiniega. Esto es: a).- Sería la Corona la Regidora, sin intervención de señor alguno b).- Cada pueblo podía tomar el señor que a bien tuviera c).- No se obligaba el pago de renta al señor el día de San Martín. Sin embargo el régimen de behetría iría en disminución, a la vez que aumentaría el señorial a lo largo del siglo XV.

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El proceso del paso de behetría al señorial viene explicado por el aumento de las donaciones y beneficios del Rey a los señores. Y así contemplamos que Los Manrique, Señores de Aguilar desde finales del siglo XIV, por mercedes de la Casa Real, con la que estaban emparentados, pasan a tener dominio en Peñamellera. Estos señores iban tejiendo entre ellos un dominio en distintas extensiones a base de pactos y así vemos que El Corregidor autoriza al Almirante de Castilla a nombrar mayordomo en San Vicente, Ribadedeva, (¿Herrerías?), Lamasón y Peñamellera. Nacen por otro lado los patronazgos de diferentes familias, sobre iglesias y capillas con derechos de presentación (Plecín, Ruenes, La Collada, Mier, Cáraves).

Antiguo Palacio de los Mier

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SAN PEDRO DE ALLES La Iglesia de San Pedro la financia Juan de Mier y Villar, quien encargó de las obras a un arquitecto de La Nueva España, cuya obra terminó en 1787. Muestra líneas de exuberancia barroca serenada por las nuevas y más simples tendencias del neoclasicismo. La torre tiene salientes levemente decrecientes y sus cinco cuerpos, reforzados lateralmente por contrafuertes, se corona con un campanario (dobles arcos sobre impostas separados por pilastras) que decoran pináculos piramidales y de bola.

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La picuda y octogonal cubierta aporta aires goticistas. Una escalera exterior asciende hasta la puerta de arco rebajado que da acceso al campanario. Ventanas superiores ligeramente molduradas y óculos inferiores aclaran desde los muros laterales el interior. Lo protege una gran verja de hierro forjado que da paso, bajo un abovedado techo de crucería con flores en las claves, a una portada entre columnas (fustes estriados, altos plintos enmarcando rombos, capiteles poligonales, friso en blanco, mixtilíneo frontón partido con alargados pináculos laterales y central cruz de tetrapétala y hojas) de arco rebajado.

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Foto de JesĂşs Oliveros


Vista interior de San Pedro de Alles

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Reloj solar

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Detalle del techo de San Pedro de Alles


Pila bautismal En el interior los diferentes volúmenes que desde el exterior se perciben parecen ganar amplitud y grandeza. Tres naves de igual altura, pero la central de mayor anchura (una gruesa imposta recorre las laterales) un crucero de brazos no salientes una poco profunda cabecera presentan un rico y cuidado tratamiento de cubiertas y elementos sustentadores. El coro, sobre gruesos pilares, ocupa el primer tramo de la nave, dos labrados y destacados pilares centrales separan la nave del crucero y dos pilastras flanquean la cabecera. Además de asentar con gruesas impostas, el amplio arco del coro y los de medio punto central y de triunfo, recogen los fajones de las naves laterales, que también descargan pilastras adosadas, y dos arranques de las nervaduras de las bóvedas; bóvedas de rectos y combados nervios con flores, geometrías y llaves pintadas en las claves que cubren el alto y bajo coro, los tramos de las naves laterales, la nave central y la cabecera.

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Foto de JesĂşs Oliveros


Vista interior de San Pedro de Alles

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Vista general del pueblo de Alles

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CAPILLA DE SAN ANTONIO Verja de madera cierra entre los apilastrados frentes laterales. Suelo de losas de piedra, arco de triunfo de medio punto sobre impostas, cabecera de menor anchura abovedada de estrella (flores en la clave) y reforzada en el exterior por contrafuertes, espadaĂąa lateral, retablo de madera tallada y restos de una tapiada y dovelada puerta de medio punto.

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CAPILLA DE LA REINA DE LOS ÁNGELES Situada en el barrio El Pedrosu. Data del siglo XVII. Consta de una contrucción palaciega, de estilo montañés. Esta capilla ha sido rehabilitada en el siglo XX. Ha pertenecido a la familia de los Mier hasta 1863. Su retablo fue restaurado en el 2009, con la presencia del Obispo Auxiliar Don Raúl Berzosa, la señora alcaldesa Doña Rosa Domínguez de Posada y el cronista oficial Don Cecilio Fernández Testón

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Interior de la capilla de la Reina de los Ă ngeles

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Palacetes neomontañeses. (Laterales torres cuadradas, porches abiertos en arcadas, galerías acristaladas entre cortafuegos, balcones volados de molduradas repisas, columnas de vegetales capiteles de portadas barroquizantes entre pilastras y bajo floreadas cartelas, alegorías y recuerdos de las lejanas tierras indianas. Casona del Pedroso con la Capilla de Los Ángeles, preciosas muestras del XVII y XVIII. Besnes Capilla de San Millán La Collada.- Casona de los Mier. XVII. En la fachada arco de medio punto de grandes dovelas bajo tres ventanas de saliente y moldurado antepecho. Entre las dos de la derecha aparece, guardado por leones, el escudo y lema de los Mier. Flanquean la fachada dos cortafuegos de media altura, portando, cada uno, un blasón en la parte superior. El sillar, aparte de rodear los vanos, (completados por dos ventanitas a cada lado del arco de la entrada y una lateral de moldurado antepecho), predomina en la planta superior o noble. Mier Casona de la Lanjarera o el Palacio. Finales del XVI con aire renacentista. Abren la planta baja dos arcos de medio punto sobre impostas y la planta superior ventanas de saliente y moldurado antepecho con, custodiado por leones y rodeado de bigotudas cabecitas de guerreros, el escudo y la leyenda de los Mier, originarios de este pueblo. Quedan, como únicos restos de un balcón volado, las talladas cabezas curvas de las vigas de madera y en el dintel del hueco tres círculos de sextapétalas dispuestas triangularmente. A modo de cortafuegos cierran los flancos pilastras impostadas. Una escalera lateral comunica con una superior puerta adintelada. La mampostería conserva carga, mientras el sillar enmarca los vanos. Casona nº 20.- Muy tocado que conserva del XVII arco de medio punto sobre impostas y cortas pilastras cajeadas ante el portal. Balcones volados de moldurada repisa (el principal se rodea de gruesas y sucesivas molduras de oreja y decora el centro del dintel con una palmera punteada y sogueada) abren el piso superior donde se encuentra el escudo de los Mier con leones y toscas cabezas. Cierra la corralada capilla sin pórtico, espadaña central de un ojo, arco de medio punto sobre impostas, bóveda de cañón y saetera de derrame interno. Casona del Barrio de Allá. Muy mezclada XVII escudo semioculto por el corredor. Es de destacar el Molino de la Puente y su aceña. Oceño. Iglesia de planta rectangular techada de madera, arco toral de medio punto sobre impostas y cabecera rectangular abovedada de cañón. Un pórtico abre al S y una puerta de sillería apunta el arco. La fachada O, puerta de medio punto sobre impostas , posee una lápida que dice siendo cura de oceño hizo este campanario Dámaso Díaz, año de 1787. Campanario desaparecido en 1936 con la guerra. Río de Santa María. La Capilla rodeada frontal y lateralmente por amplio pórtico de enrejado de madera, pies derechos y esquineros pilotes octogonales de piedra. En el imafronte, que remata espadaña de dos arcos se abre portada del XVI (dovelado arco de medio punto con interior moldura de baquetón, grueso guardapolvo, anchas impostas y pilares de aristas sucesivamente rebajadas) que recorren filas de bolas simples (interior del baquetón). Los extremos del guardapolvo graban llamas y tibia. Una cruz patada sobresale en el lado derecho de una piedra enmarcada por moldura circular. La nave con techumbre de madera, arranca de un moderno y bien tallado coro, el arco de triunfo descansa su medio punto en

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recias impostas y pilares y la capilla mayor cubierta por cúpula sobre pechinas pintadas con motivos de la coronación de María por La Trinidad y de cuatro misterios gozosos en las últimas, que exteriormente enmascarada, da altura a la cuadrada y estrecha cabecera, recoge los nervios de los arcos laterales en ménsulas molduradas. Una dovelada puerta de arco de medio punto da acceso a la sacristía. Sobre la pila de agua bendita otra placa de piedra pone relieve a la Cruz del Calvario. La casa de novenas, que ocupaba un lateral, es hoy vivienda particular. Tras el santuario hay un canal de molino, que aprovecha el salto de agua que baja del Cuera. Rozagás Casona del barrio de La Portilla.- La fachada, lo menos cambiado de la casa, abre una dovelada puerta de medio punto entre cuadradas ventanitas y bajo un balcón volado de moldurada peana y antepecho de forja. Otros dos balcones, enrasados, mantienen simetrías. El escudo, en el lado superior izquierdo, reproduce las armas de los Mier. Con Los Reyes Católicos, los escribanos reales ponen en circulación nombre a un hecho palpitante, que atisba ya el impulso de autonomía de Peñamellera Alta, que no se plasmará hasta el siglo XIX: se reconoce que Peñamellera está formada por el Cueto Alto y el Cueto Baxo divididos por el Pico. Efectivamente, es hora de hablar del Pico de Peñamellera, mojón natural entre ambos Cuetos. Es una de esas montañas totémicas, que a no dudarlo sería punto de referencia para la época prerromana, a la que juzgarían dominada por el espíritu propio de los seres divinos. En cierto modo constituye ser una herencia para todas las generaciones a través de la Historia hasta hoy. Penna Melera (Peña de la miel); Peña Miliaria (Petra millaria, hito que marca distancia para los romanos). Peña Mellada (señalada). Peña Mierera (Peña de Mier). La Pica, El Picu. A escoger, pues de todo eso participa la singular montaña. El caso es que, rodeada en un arco de 180 grados por uno de los ríos más bellos de Europa, el Cares, sirve de quicio a una puerta que abre y cierra los dos Valles, los dos Cuetos. Cueto peculiar el Alto bien diferenciado del Bajo, porque participa de características et-

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nográficas, étnicas y lingüísticas más vinculadas a la asturianía leonesa, que asoma por Cabrales, que el Bajo, que desde esos mismos puntos de vista absorbe más los aires cántabros, que asoman por Merodio o Escandón. No obstante ambos han pertenecido siempre a la misma Asturias, unidos por el mismo destino. Y así como Santillana había sido una carga hasta El Privilegio de Alfonso XI, Abándames, capital de Peñamellera lo sería comparativamente para el Cueto Alto hasta 1898. Tanto, que fue famosa aquella reunión del 4 de abril de 1737 llevada a cabo por ganaderos y pastores de ambos Cuetos, para dirimir derechos de pastizales. Ésta fue sobre el Camino Real en la Collada divisoria entonces entre Santo Tomás de Llonín y Besnes, que a partir de entonces tomó el sobrenombre de Pelea. Pues efectivamente de las palabras los reunidos pasaron a los palos y tras la batalla se contaron decenas de heridos y un comienzo de hostilidades de todo tipo hasta la separación en el siglo XIX. Mas los aislamientos no son aconsejables, tanto si se necesita ayuda, como si se pretende expansión. Por eso Peñamellera pasa por un periodo en que paradójicamente pertenece a “Las Tres Villas de La Costa”. Efectivamente, en los siglos XV y XVI Peñamellera estuvo unida por compromiso de corregimiento con una de las tres Villas: San Vicente de La Barquera, con la que compartió aportación defensiva, pastos y costas. Sin embargo se llega al máximo esplendor de su Historia, a partir de la nueva división de Castilla iniciada en el XVI. Los dos siglos siguientes representarán la madurez de su personalidad y la demostración del potencial humano, que se vino fraguando durante los precedentes. Es un periodo en el que cuajó el logro de las grandes familias en Oviedo, Andalucía y Castilla y principalmente en la extraordinaria competencia demostrada en cuantas empresas acometieron en América. Es tanto lo que hay que decir en este sentido, que es necesario comprimir al máximo las noticias. Mientras tanto, aquellos pueblos agrícolas y ganaderos seguían en el laboreo ancestral en sus propios lares, consiguiendo hasta tal punto hacerse notar por la calidad de sus productos ante las esferas más altas del Estado, que ponen en evidencia la valía de los prohombres de Peñamellera en relación con la mas elitista sociedad del momento. La pesca del salmón, por ejemplo, de tanta importancia para su futuro histórico, tiene en el siguiente documento el mayor de los reclamos para el turismo actual. Fray Antonio de Guevara, hijo también de las Asturias de Santillana, uno de los más famosos humanistas y escritores de la España entre los siglos XV y XVI, Predicador y Consejero de La Corte de Carlos I, a quien le escribía los discursos, en la Epístola 10 del Libro I de sus Epístolas Familiares, dirigida al Condestable Don Iñigo de Velasco, hacía unas reflexiones sobre la brevedad del discurso, poniendo este símil tan halagador para Peñamellera: “Acuérdome que en la cuaresma pasada, estando yo con Vuestra Señoría, le presentaron unos salmones de peña Melera, los cuales loasteis de buenos, y os quejasteis que eran pequeños, por manera, Señor, que nunca salmón se os hace largo, ni sermón corto”. Una galería ilustre de personajes del Valle Alto desfila desde el XVI. Puede decirse que los siglos de Oro XVII y XVIII, han quedado petrificados con sus casonas de ilustre solar por todo el Concejo del Cueto Alto, superando cualquier comparación en número y calidad. En la nueva sociedad de la Peñamellera pudiente se va notando ciertas inquietudes culturales, que cristalizarán a finales del Siglo de Las Luces, porque las familias acaudaladas poseen nutridas bibliotecas, en las que los aires de renovación filtrados a través de la Frontera del Bidasoa, no se ven ahogados ante la vigilancia impuesta por la Inquisición en Castilla. 1539-1546 en estos siete años Tristán Calvete, Obispo de la Diócesis recorre Peñamellera.

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Pica de PeĂąamellera, vista desde Niserias

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Llonín. Vista pica de Peñamellera

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En el siglo XVII Alonso de Mier Inguanzo, Procurador General de los Benedictinos, erudito escritor, gran teólogo, fundó una cátedra en Salamanca y realizó diversas actividades diplomáticas en Roma ante la Santa Sede. En 1643 el Canónigo y Vicario General de la Diócesis de Oviedo, D. Domingo de Mier Trespalacios (1579-1661), fundó en Alles la Escuela y Estudios de Gramática Latina en El Pedrosu, reposando sus restos en San Salvador. En 1677 nace en Alles, casa del Pedrosu, José de Mier y Noriega, Alcalde de Hijosdalgos de La Real Chancillería de Valladolid y oidor de la misma. Felipe V lo nombró miembro de su Consejo de Guerra. Como aquel García de Mier, que nacido en Alles, consigue el grado de Maese de Campo General del Duque de Saboya. Partícipe en las batallas de San Quintín y de Las Gravelinas de tanto lustre para Felipe II, de quien fue Consejero de Guerra. O aquel hijo de Trescares Gonzalo Gómez de Mier, que consiguió Bula del Papa por la que, suprimida la Abadía de Plecín, creó parroquias en los pueblos más importantes del Valle sobre primitivos cenobios y santuarios. Su hermano Juan, que había estudiado Leyes en Alcalá de Henares, fue Inquisidor en Cartagena de Indias y en México, desde donde costeó el traslado de la antigua iglesia de Trescares a la nueva, bajo la advocación de San Vicente el 29 de enero de 1715. Hijos de Gonzalo, también nacidos en Trescares serían Francisco, Fernando y José de Mier y Salinas, brillantes sucesores en Letras y Armas. Toribio de Mier, que nace en la Casa de Mier de La Collada y José de Mier y Noriega en la Casa del Pedroso de Alles, de gran ingenio, que ocupó el cargo de Alcalde de Hijosdalgo en la Real Chancillería de Valladolid, llegando as Consejero de Guerra de Felipe V. Su ingenio queda constatado por la respuesta dada a alguien que satíricamente le dedicó unas letrillas en la pared de tal Chancillería. Mier da autos de repente. Los autos que Mier da pasas por el Presidente José Mier y Noriega le respondió vivaz como sigue: Entienda el señor Letrado, aunque sea muy persona, que entre la Mier y la da ha de poner siempre coma. También fue sobresaliente su hermano Juan de Mier, Inquisidor del Consejo Supremo. Alonso de Mier Inguanzo, de Plecín (como su hermano Toribio Gobernador del Obispado Ovetense en 1682) entró en la Orden de San Benito y fue Abad, Procurador General de Castilla en Roma, fundador de una cátedra de Teología en Salamanca y benefactor del Monasterio de Carrión de los Condes. Pero una lumbrera del s. XVIII la constituye José del Campillo y Cosío, nacido en Alles en 1693 de familia humilde en recursos. A la muerte de su padre Don Toribio a temprana edad, le hacen marchar a Córdoba y se emplea de paje de Don Antonio Maldonado, alta dignidad de la Catedral, quien, al ver su valía (a los diez años ya traducía latín) le facilita estudiar Filosofía y dos años de Teología, con la pretensión de que el muchacho siguiera la carrera eclesiástica. Al no ser así, éste se pone al servicio del Intendente General de Andalucía, Don José Patiño, quien le hizo secretario. Debido a su gran valía bajo la protección de Patiño, se inicia en la marina y pasa a ser Comisario de Marina de La Habana y después

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de Guarnizo, distinguiéndose tanto por sus méritos y valía, desde su participación en la Guerra de Cerdeña (1717) Felipe V le encomendó servicios en Nueva España y Cuba, Intendente de los ejércitos españoles en Italia, Corregidor en Zaragoza, donde promovió importantes obras públicas. Tras escribir un informe secreto a la Reina Isabel de Farnesio, en la que además de planes militares para intervenir en la querella sucesoria austriaca, le aconsejaba el cobro directo de las rentas reales y la construcción de diversas fábricas, en marzo de 1741 es nombrado Secretario de Hacienda de Felipe V. Acumuló rápidamente poder (Consejero de Estado, Gobernador del Consejo de Hacienda, Secretario de Guerra, Marina e Indias). Intentó una profunda reforma de la hacienda pública y la creación de compañías monopolísticas, para organizar la industrialización de la Península. Hombre culturalmente valioso, protegió el Diario de Los Literatos de España, primer periódico preilustrado español. Escribió Lo que hay de más y de menos en España para que sea lo que debe ser y no lo que es, también Despierta, España. Es el primero que acusa que el gobierno de Indias perjudicaba a España, dado que lo que éstas producen se lo llevan los extranjeros. Tenía pensamientos innovadores: Lo que causa notable perjuicio es que están concedidas

Vista a la Collada en Ruenes

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Río Cares


a españoles grandísimas porciones de tierra, que no las cultivan, sino por manos de negros y de indios, y no es natural que éstos se esmeren en su cultivo, no siendo suyo el fruto ni el fundo, como Europa. Se le premia nombró sucesivamente Comendador de La Oliva en la Orden de Santiago; del Real Consejo de Su Majestad; Gobernador de Hacienda; Secretario de Estado y de Las Negociaciones de Guerra, Marina, Indias y Hacienda, etc. Cargado de honores, aunque responsable de los bienes del Estado, murió humilde y entristecido por desavenencias con el Rey, a pesar de que, como Ministro de Hacienda, había salvado de la bancarrota a España. Murió repentinamente en 1743, sucediéndole el Marqués de La Ensenada. Domingo de Trespalacios y Escandón, nacido en la casa de Llomberu el 1706. Habiendo estudiado en Salamanca, en 1738 llega al cargo de Oidor de Santa Fe de Bogotá y de La Real Audiencia de Guatemala. Pasa en 1741 a Oidor de la Real Audiencia y Chancillería de México. Apreciado por Felipe V, Fernando VI y Carlos III, ostentó honores y formó parte de diversos Consejos. Dotó a la escuela de Alles, fundada por Domingo de Mier y Trespalacios, hermano de su bisabuelo, con cien ducados y añadió la cátedra de Latinidad, dotándola con trescientos ducados anuales. En la casa de Hondrigo de Alles nació Don Felipe José Trespalacios y Verdeja el 22 de mayo de 1722. Estudió en Valladolid. Después de ser Gobernador de La Iglesia Metropolitana de Santo Domingo, es nombrado en 1775 Obispo de Puerto Rico y después primer Obispo de La Habana en 1782. Dejó sus bienes a Cosme de Trespalacios, que falleció, antes de recoger la herencia. Nadie la reclamó hasta 1912, en que lo intentó Francisco de Trespalacios Cosío, también de Alles, pero que falleció, al llegar a La Habana para gestionarlo. En 1698 fallece Toribio de Mier, eclesiástico y escritor, natural de La Collada. Catedrático en Salamanca, miembro del Consejo Superior del Santo Oficio, Obispo de Plasencia y en 1693, Obispo de Pamplona. Inaugura la Basílica de San Ignacio de Loyola y consigue para Navarra el derecho de asilo en lugar sagrado, que poseía el reino de Castilla. Sin embargo ninguno ha dejado huella tan gloriosa ni perenne como Juan de Mier y Villar. Nacido en Alles en 1736 en la Casa del Esprón. Fue hijo de Pedro de Mier y María Pérez de Mier. Estudió Leyes en Oviedo terminó Jurisprudencia en Valladolid y, tras opositar a cátedra en la misma Valladolid y después la Doctoral de Palencia, por sus muchos méritos en letras, obtuvo el puesto de Racionero en Guadalajara de la Nueva Galicia (México). Después paso a la misma Metropolitana de México y obtuvo el de Racionero y Deán en la Catedral Metropolitana e Inquisidor del Santo Tribunal en Nueva España. Sabedor de la ruina en que se encontraba la antiquísima iglesia de San Pedro de Plecín, destinó grandes cantidades de dinero a la construcción de una iglesia en el centro de Alles, y no retirada como la ruinosa de Plecín, que sería en dimensiones y suntuosidad el segundo templo de la Diócesis. De tal modo que aquel Obispo de Oviedo, Sanz y Forés, iniciador de las obras de la Catedral de Covadonga, titularía el magnífico edificio, al finalizar el siglo XIX en su visita pastoral a Alles, de “El Escorial de Asturias”. Se le dotó también de un retablo para el altar mayor similar al magnífico barroco de la Iglesia de Santo Domingo de Oviedo. Lástima que en 1809 habría de ser saqueado el templo por los franceses, quienes también se llevarían cantidad de alhajas y mobiliario suntuario. Lástima también que un rayo dañaría en gran proporción el edificio en 1847, que habría de forzar al entonces párroco, natural de Ruenes, Don Cosme Ramón de Villar a pedir ayuda a México, ayuda que llegó en abundancia para repararlo a partir de 1856. De todas formas la sólida y bellísima construcción admira a cuantos la siguen disfrutando.

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Por ello la memoria del Inquisidor General de México y Deán de su Catedral Don Juan de Mier y Villar ha quedado grabada en tan valioso recuerdo en el pueblo que le vio nacer. Los Cosío, en cuyo escudo se alude a la defensa mantenida por los titulares de tal apellido de dos Castillos en Ruenes; Los Ruenes mismos; Los Torre, Los Cáraves, Los Escandón, Los Rubín, de igual modo que Los Mier y Los Trespalacios supondrían para Peñamellera Alta un conjunto de fuerza viva, no sólo dentro, sino fuera de estos horizontes. Ellos fueron capaces de haber alcanzado tal altura social en España y en América, que es muy difícil que haya parangón en tan reducido espacio, como afirmara Juan de Caso en 1717, Párroco de Santa María de Ruenes y lo confirmara aquel otro clérigo Juan Antonio de Trespalacios y Mier, Canónigo de Córdoba y natural de Alles. Toda esta pléyade ilustre de personajes, fruto de la primera emigración religiosa, militar y política de apaciguamiento de indios en México, dio como fruto el florecimiento en los lares originarios de su estirpe de diversas manifestaciones arquitectónicas suntuarias, como las de Robra 1808-1813. Peñamellera es escenario de algunas operaciones del General Ballesteros, una de cuyas columnas distinguidas, el Batallón Merodio, que hizo su juramento en Espioña, estuvo bajo las órdenes de José Mier y Posada. En 1816 Peñamellera deja de pertenecer a la comunidad de los Cinco Valles (Lamasón, Herrerías, Peñarrubia y Val de San Vicente). Se documenta una reacción realista en el Concejo. Pasado el ciclón de la invasión francesa de 1809 a 1812, que deja saqueada la iglesia, como se apuntó más arriba, y arrasadas por el fuego diversas casas solariegas y de labriegos en general, arrecian desde el Valle Alto a La Diputación de Cantabria reclamaciones tendentes a lograr su propia autonomía y a dividir Peñamellera, Pico por el medio, en dos Municipios, pues no se ponen de acuerdo con la mayor parte de las decisiones tomadas en Abándames. Estas pretensiones reciben el aliento de nuevos aires, que oxigenan España. Todo apuntaba a un cambio radical con la proclamación el día de San José de 1812 de “La Pepa”, La Constitución de Las Cortes de Cádiz. Y así fue. En estas circunstancias liberalizadoras La Diputación de Santander crea Los Ayuntamientos de Peñamellera Alta y de Peñamellera Baja en 1814. Pero tal estado no dura el año, ya que fracasa por la inestabilidad, y la ausencia de claridad administrativa, a la hora de asumir transferencias. Quedó de nuevo sin solucionar el litigio entre Alles y Abándames. Se suma al impedimento un duro golpe en 1823: la paradójica llegada desde Francia de Los cien mil hijos de San Luis en apoyo de Fernando VII. Fortalecido el Rey, queda derogada la recién nacida Constitución y restablecida la situación administrativa anterior, con lo que desaparecen los ayuntamientos constitucionales nacidos en tal periodo. No obstante, en 1827 los pueblos del Valle Bajo, aunque de mayor población y fuerza contribuyente, se avienen a reparar perjuicios e injusticias a favor del Valle Alto: deciden alternarse en el nombramiento de alcaldes y establecen igual número de concejales o regidores para ambos Cuetos, lo que suaviza un tanto la relación. Viene entonces a sumarse a tales circunstancias el Decreto de Javier de Burgos de 1833, que divide España en 49 Provincias. Pasaban Peñamellera (de nuevo una) y Ribadedeva, a formar parte de La Provincia de Oviedo y Tresviso, a la Provincia de Santander. Ahí queda

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ya eclipsada la histórica Jurisdicción de Las Asturias de Santillana y Bastón de Laredo. Pero sin solucionar la discusión reivindicativa de derechos de segregación, que Alles había mantenido con Abándames, transcurren años y surge el problema de Panes.

Entorno del río Cares

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Panes empieza a intervenir, apoyado en aquellos tiempos en su desarrollo espectacular, debido, por una parte, a la concentración de mineral procedente de la zona de Ándara, Valdanza y El Cuera, como punto de partida para su exportación, y, por otra, a la carretera que se abre de Tinamayor a Sahagún o Palencia a través del desfiladero de la Hermida, mientras el resto seguía comunicado por caminos en pésimo estado y sin puentes. Panes entra en discusión con Abándames por su primacía administrativa. Quedan de momento a un lado los proyectos de escisión de Alles. En la primera fase había intervenido Santander; pero a partir de 1834 tendría que dirimir Oviedo. Ante los desajustes administrativos en el Municipio, las dificultadas de comunicación y la extensión desde Mildón y Collado de La Cruz de Rozagás a San Pedro de Las Baheras y Merodio, en una situación bastante depresiva (grandes nevadas, mermadas cosechas, muerte de ganadería), agravado por las pretensiones de Panes, que suponían mayor distancia y salvar el Deva por la Barca de Siejo, en enero 1888 se reúnen los mayores contribuyentes y representantes del Valle Alto y acuerdan formalmente la segregación. Este acuerdo viene reforzado un año después por un escrito que firman masivamente vecinos de Alles, Ruenes, Rozagás, Cáraves, Trescares, Oceño, Mier y Llonín de esta manera: “Los pueblos del Valle Alto y del Valle de Abajo forzados a unirse contra su propia voluntad, contra sus mismos intereses, por la arbitrariedad y las injusticias, cuando la mano de Dios les tenía separados por la misma naturaleza del respectivo territorio, cordillera, picachos, montes, cuestas, riachuelos y regatos en el verano, nieves y torrentes en el invierno que destruyen todos los puentes y caminos, creando periódicas incomunicaciones con los pue-

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Aula de la Miel

Al fondo, la pica de Peñamellera


blos del Valle de Abajo su topografía y clima más dulce, con sus vegas más anchas, montes y cuestas más suaves, tienen su vida especial, sus intereses peculiares, distinto modo de ser y de desarrollarse que los del Valle de Arriba”. Esto ocurre mientras un temporal de nieve, el mayor recordado por los testigos de entonces, azota la zona desde el 14 de febrero sin parar de nevar hasta el 29 del mismo mes, “La Nevadona”, se cernía sobre los pueblos de Peñamellera, arruinando viviendas y cuadras en gran cantidad y mermando el ganado por falta de ceba. Siguieron a continuación argayos, avenidas de agua y derrumbes, que calaron definitivamente en el estado anímico de una población desanimada. Si a esto se suma la epidemia de cólera desde 1885 y de viruela del mismo 1888, ahí vamos a encontrar la motivación del incremento migratorio que no va a parar hasta mediados del XX. Y estudiada la petición de segregación del Valle Alto por la Diputación de Oviedo, el 8 de Mayo de 1889, se define: “De conformidad con el dictamen de la comisión de ayuntamientos se acordó tomar en consideración la instancia de los pueblos y parroquias de Alles, Ruenes, Rozagás, Cáraves, Trescares, Oceño, Mier y Llonín que constituyen el Valle Alto de Peñamellera y que en su virtud se constituyan en ayuntamiento independiente del resto del Concejo según lo solicitan, toda vez que reúnen las condiciones que se requieren y no existe para ello oposición alguna”. Se celebra la primera sesión del Ayuntamiento de Peñamellera Alta el 6 de noviembre de 1889 y es elegido por unanimidad primer alcalde D. Diego L. Díaz de Villar. Contaba el nuevo Municipio entonces con 2.046 habitantes, cuyos ediles se renovarían cada cuatro años. Sus muchas atenciones le suponían cuantiosos gastos, difíciles de sostener, y, como los arbitrios e impuestos sobre artículos de comer, beber y arder no subían a mucho y en cambio la atención a gastos de mantenimiento de la Diputación Provincial galopaban sin pausa, la atención de los primeros no podía ser satisfecha y por lo tanto cada año se incrementaba el déficit. El momento es crucial, porque los proyectos de comunicaciones se ponen en marcha. Incluso se piensa en algunos que no habrían de tener feliz culminación. Tal fue el caso de la carretera de San Roque del Acebal a Trescares, o el estudio de un ferrocarril presentado por el director de las explotaciones mineras de la real Compañía Asturiana, Benigno Arce y el director de la mina de Los Picayos, Olavarria, que serviría para comunicar Cabrales y arrastrar el mineral hasta el embarque en Tinamayor. Con él se aprovecharía el enlace con la próxima línea férrea de Llanes a Cabezón de la Sal. Es el momento en que se va a completar la carretera de Cangas de Onís a Panes y las diferentes derivaciones a Alles y a Ruenes por Jana. Los frutos de la última oleada de emigración a Cuba y sobre todo a México, a pesar de su cara negativa con el abandono del Valle de los más jóvenes, incrementado por los que habían sido llamados a filas en el 98 en defensa de La Isla, sin embargo en las primeras décadas del siglo XX se comienza a sentir positivamente en el desarrollo. En las primeras décadas del XX los frutos de la última oleada de emigración a Cuba y especialmente a México, ya se muestran patentes en los pueblos, principalmente en Alles y en Ruenes en sus construcciones. Ello, a pesar de su cara negativa, el abandono de su tierra a últimos del XIX de los más jóvenes, incrementado por quienes habían sido llamados a filas en el 98, para defender La Isla. Se refleja en la evolución de los pueblos, en el reforzamiento económico de muchas familias y en la beneficencia y obras de servicio público.

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Ayuntamiento de Peñamellera Alta El paisaje urbano va viéndose salpicado dentro del casco humilde de sus construcciones rurales y al lado de las casonas solariegas del XVIII, por el exótico brote cada vez más numeroso de galerías y palmeras de una arquitectura indiana muy peculiar, en la que se reúne el estilo neomontañés del modernismo regional (Villa Mier, Villa Amparo, La Quintana, El Corrillo, Parajeles...), con aires cubanos y mexicanos. Fernando Ruiz desde 1905, pondría al servicio un coche de línea para la comunicación entre Panes y Carreña de Cabrales, por la que fluía un trasiego económico y social, embrión del desarrollo venidero. La Campanona de la Iglesia (verdadera catedral), y Don León Díaz Rubín, Chantre y Maestro de Capilla de Mondoñedo, allí, donde había sido Obispo el ilustre Fray Antonio de Guevara, solemnizaban liturgias con el sonido de un siglo XX, que habríade reportar glorias y tristezas al Valle alto de Peñamellera naciente. Fermín Canella al principio del XX presenta en Peñamellera Alta el siguiente panorama económico: minas de carbón, hierro, calamina, cobre, níkel y cobalto… Entre las barcas de Los Payos y Niserias se explotan en gran escala las minas de los Picayos, de níkel, cobalto y cobre en combinación con arsénico, cal magnésica y sílex, en interesante explotación dirigida por el señor Olaavarría. En la montaña, perforado por gran pozo, los minerales arrancados caen ruidosamente por la oscura cavidad y descienden enseguida hasta la orilla del Cares por una rampa al aire libre. Y con iniciativa del ingeniero Benigno Arce, director de las explotaciones de La Real compañía Asturiana incluso tiene en mente el proyecto de un ferrocarril que desde el centro de Cabrales pase por Peñamellera y Ribadedeva hasta los embarcaderos de Tinamayor. Lo que, unido a la próxima vía férrea de Oviedo a Santander, que cruzará Ribadedeva definitivamente desde Cabezón de La Sal a Llanes abriría un siglo XX de prosperidad para las dos Peñamelleras.

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Iglesia San Pedro de Alles

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Iglesia San Pedro de Alles

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Casa Rectoral en el Camino de Santiago en Alles

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TIENDA BAR

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RESTAURANTE LA BOLERA

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AULA DE LA MIEL

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Vistas hacia La Cuesta

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QUESO DE PEÑAMELLERA

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BARRIOS DE

La Cal

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Hotel Restaurante La Tahona, en Besnes


ALLES

Trespalacios

El molino de Besnes

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Pastorias

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El Palacio. Barrio Trespalacios


Socampu

Las Llendes

La Aldea

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RĂ­o Cares a su paso por MildĂłn

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“La Catedral del Oriente de Asturias”, en Alles

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CÁRAVES 43° 18’ 58.103” N 4° 43’ 42.069” W 20 habitantes Fiesta de la Magdalena - Julio (Variable)

En Cáraves, formado por dos barrios: Higares y La Voleta, podrás disfrutar de una excelente panorámica del río Cares entre Trescares y Mier. Paseando por sus calles podemos ver, entre otras cosas, la Iglesia de Santa María o la Capilla de San Emeterio con la Casa del Capellán asociada a la Capilla. Se accede al pueblo desde la AS-114 Panes-Arenas de Cabrales, a la altura del final de Trescares a mano derecha por una empinada carretera.

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IGLESIA SANTA MARÍA Una iglesia parroquial, Santa María de Cáraves, dedicada a María Magdalena. Desde este pueblo tiene uas vistas panorámicas al río Cares, entre los pueblos de Trescares y Mier.

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Detalle de la Iglesia Santa MarĂ­a

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Mirador en la iglesia Santa María hacia el río Cares y la montaña de Oceño

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LLONÍN 43° 20’ 6.167” N 4° 39’ 8.616” W 70 habitantes Fiesta de San Sebastián - Julio (Variable)

Se encuentra situado a unos 200 metros de altitud y está formado por los barrios de La Candaliega, La Molinuca y La Xana (Rubena). La loma en la que se asienta está de espaldas a las verticales laderas de la parte sur de la Sierra del Cuera. Son de obligada visita la Cueva de Llonín (cerrada al publico), con sus pinturas prehistóricas, la Iglesia de San Sebastián, el Lavadero, construido a expensas de emigrantes de América y restaurado recientemente o la bolera pública. Se accede al pueblo desde la AS-114 entre Panes-Arenas de Cabrales, en dirección a Arenas, poco después del restaurante La Molinuca a mano derecha.

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Lavadero y, al fondo, iglesia de San Sebastiรกn

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Vista del pueblo de LlonĂ­n

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IGLESIA DE SAN SEBASTIÁN

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CUEVA DE LLONÍN La Cueva de Llonín era conocida tradicionalmente como “La Concha de la Cova”, y se localiza en la Sierra de Cuera, a unos 700 metros del lugar de la Molinuca, por el angosto valle que desde la orilla del río Cares asciende hacia el norte. Los restos extraídos de la cueva suponen la mejor muestra de arte paleolítico de la región y se exponen en el museo Arqueológico de Asturias en Oviedo. Se pueden visualizar cerca de 30 representaciones de animales, grabadas y pintadas, y destacan por su abundancia los cérvidos, aunque también pueden contemplarse cabras, un bisonte y cuernos de reno.

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Entrada a la cueva


Detalle de dibujos y figuras en el interior de cueva

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Detalle de dibujos y figuras en el interior de cueva


Grabado de un bisonte en el interior de la cueva

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BARRIOS DE

La Molinuca

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Desde Santo Tomรกs, mirando a la sierra del Cuera


LLONĂ?N

Tienda de productos artesanos: La Candaliega

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RESTAURANTE

Carretera de Cangas de Onís a Panes. Rubena. Llonín. Asturias

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LA XANA

El restaurante La Xana, que proporcionaba comida casera y hecha con productos típicos de la tierra, cerró sus puertas en septiembre de 2016. Nuestro agradecimiento a sus propietarios, Felipe y María Teresa.

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Vista panorĂĄmica del pueblo de LlonĂ­n y la sierra del Cuera

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MIER

43° 18’ 53.394” N 4° 40’ 24.443” W 64 habitantes Fiestas de San Justo - 6 de agosto

Está formado por dos barrios Niserias y Mier. El barrio de Mier se divide en otros dos, Mier d’Acá y Mier d’Allá, separados por un moderno puente sufragado por hijos de este pueblo, residentes en México. Podemos destacar la Iglesia de San Pedro, La Lanjarera, interesante conjunto recogido en el Inventario de Patrimonio Arquitectónico de Asturias, el Palacio de los Mier y el Molino, en cuya parte exterior encontramos perfectamente conservado el canal por el que entra el agua. Está situado Mier a la altura del kilómetro 44 de la carretera AS-114 entre Panes-Arenas de Cabrales.

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IGLESIA DE SAN PEDRO DE MIER

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Detalles de la iglesia de San Pedro de Mier

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Canal del molino


Molino de Mier

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RĂ­o Cares a su paso por Mier 117


BARRIOS DE MIER NISERIAS

Presa del rĂ­o Cares donde se pescan salmones, reos y truchas

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Detalle del mono en la pica de PeĂąamellera

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Hotel Fonda del Cares

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Museo Interior “La Fonda del Cares”

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Museo Interior “La Fonda del Cares”

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Bar La Central

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Restaurante Casa Juliรกn

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OCEÑO

43° 17’ 51.113” N 4° 44’ 10.761” W 52 habitantes Fiesta de San Juan - 24 de junio (Variable)

Está formado por los barrios de Mildón y Oceño. Situado a unos 550 metros sobre el nivel del mar es el pueblo más alto de Peñamellera Alta. Se accede desde Mildón por una carretera empinada y serpenteante de unos 4 kilómetros de longitud, y desde la que se pueden disfrutar unas espectaculares vistas del rio Cares y de las sierras cercanas. Además de estas vistas destacamos la Iglesia de San Juan, la Casa del Conceju (antiguas escuelas), la bolera y el parque infantil. A poco más de un kilómetro desde Arenas de Cabrales en dirección a Panes, a la altura del barrio de Mildón, parte una amplia y nueva carretera hacia el pueblo de Oceño, al lo largo de la cual se pueden ir contemplando la maravillosas vistas.

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IGLESIA DE SAN JUAN

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La iglesia de San Juan se construyรณ en 1787. En su conjunto natural, se aprecian dos tejos centenarios. Desde esta iglesia se puede observar un paisaje impresionante.

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Rutas a Jaces y a San Esteban Tresviso. Con vistas a la sierra del Cuera y a Cรกraves.

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BAR CASA ALFONSO

“Un recuerdo al guía de los Picos de Europa y Naranjo de Bulnes (Picu Urriellu), Alfonso Martínez”

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Bar Casa Alfonso

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CUEVA DEL QUESO CABRALES Esta es una cueva de maduración del queso cabrales, llamada “El Cándanu”.

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Productos tĂ­picos asturianos: queso Cabrales y sidra

Camino hacia la cueva del CĂĄndanu

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BARRIO

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MILDร N

Bar Restaurante Mildรณn

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ROZAGÁS 43° 19’ 40.515” N 4° 45’ 57.945” W 27 habitantes Fiesta de San Francisco - Octubre (Variable)

Está situado a los pies del Pico Turbina, el techo de la Sierra del Cuera con 1.317 metros. De Rozagás parte una ruta a pie para subir a dicho pico. Destacamos la Iglesia de San Francisco, la bolera y el lavadero. Junto con Oceño y Cáraves es una de las tres poblaciones de Peñamellera Alta donde hay cuevas y ganaderías destinadas a elaborar queso con la denominación de origen Queso de Cabrales. Partiendo de Arenas de Cabrales a la altura del puente del centro parte la carretera AS- 345 que comunica Cabrales con Peñamellera Alta. Transcurriendo por ella, primero se encuentra el cabraliego pueblo de Arangas, para llegar después a Rozagás. Por la misma carretera pero en sentido contrario, desde Ruenes en dirreción a Arenas de Cabrales, a poco más de tres kilómetros se encuentra Rozagás

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IGLESIA DE SAN FRANCISCO Las pequeñas dimensiones y rusticidad de su mampostería con cerrado imafronte (espadaña de dos arcos), escasas ventanas arco de medio punto sobre impostas y pilares de molduradas esquinas) guardan una buena calidad constructiva interior. La nave, dividida por arcos fajones y pilastras de gruesas impostas, se aboveda de lunetos, al igual que las capillas laterales del crucero y la cabecera. Arcos de medio punto sobre impostas preceden cada capilla. El espacio central lo cubre una cúpula sobre pechinas torreada exteriormente. En la nave, la tapiada puerta adintelada del baptisterio graba el dintel con una cruz de Calvario entre dos sextapétalas. Grandes sillares conforman la adintelada puerta de acceso a la sacristía.

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Vista al pueblo de Rozagรกs

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RUENES 43° 19’ 54.384” N 4° 44’ 31.301” W 115 habitantes Fiesta de Nuestra Señora - 15 de Agosto

Está formado por los barrios de El Cau, La Collá, La Osteriza, Rieña, Riu Santa María y Rozacanal. Destacamos entre otras edificaciones, la Iglesia de Nuestra Señora de la Asunción, la Casa de la Torre, el lavadero de Fuentoria, la bolera, la Casa de la Bolera, Villa Elena y La Casa de la Portilla todas ellas en Ruenes, la Ermita de Nuestra Señora del Monte y la bolera en Rio Santa María o el área recreativa de Rozacanal. Se denomina a Ruenes “la capital del Cuera” porque es la población que más terrenos ganaderos tiene en dicha sierra del Cuera. A Ruenes hay varias formas de llegar: Por la carretera AS- 345 que une Arenas de Cabrales con Niserias, Ruenes está entre Rozagás y Alles; desde la AS-114, en la localidad de Trescares, poco antes del cruce de subir a Cáraves (a la salida del pueblo en dirección a Arenas), algo escondido hay una carretera municipal, la Carretera Jana, por la que también se sube a Ruenes.

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Vistas de la pica de PeĂąamellera y la Collada

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Vista al pueblo de Ruenes

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BARRIOS DE

Ríu Santa María

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Capilla Nuestra Señora del Monte. Fiesta en agosto (variable)


RUENES

Bar La Portilla

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Desde el bar La Portilla, vista panorรกmica a Ruenes y a la sierra del Cuera

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Rozacanal

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La Osteriza


RieĂąa

Pista de la Osteriza a la sierra del Cuera

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El Cau

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Gelaterandi

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TRESCARES 43° 19’ 5.266” N 4° 42’ 28.912” W 39 habitantes Fiesta de San Fausto - Octubre (Variable)

Está formado por los barrios de El Pontón y Trescares. En esta población de Trescares se unen al río Cares las aguas de los ríos Jana y Rubó. Destacamos las visitas a la Iglesia de San Fausto y al Puente La Vidre, puente medieval posiblemente realizado sobre otro romano y del que parten varias rutas. Trescares está en la misma carretera AS-114, a la altura del kilómetro 41, más o menos en el punto medio entre Panes y Arenas de Cabrales. En las proximidades del pueblo se encuentra la Cueva de Traúno, en cuyo interior hay restos de arte rupestre.

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Vistas a la montaĂąa desde Trescares

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FÁBRICA DE EMBUTIDOS

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“EL CARES”

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PUENTE LA VIDRE

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En Trescares nos encontramos con el hermoso puente La Vidre que asienta los arranques de su único ojo en sendos crestones calizos, marcando con dovelas radiales un arco ligeramente apuntado, indicio de su obra medieval, aunque su origen posiblemente se remonta a época romana, ya que formaría parte de una calzada romana que remonta los ríos Deva y Cares y que sería un ramal de la famosa Vía Marítima de Agripa.

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PEÑAMELLERA ALTA EN LA LÍNEA DEL TIEMPO

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JJT

LA CÁTEDRA DE LATINIDAD DE PEÑAMELLERA ALTA Don Juan José Tuñón Escalada

El año 1777 en la parroquia de Alles en el concejo de Peñamellera Alta se erige una cátedra de latinidad cumpliendo con la voluntad testamentaria de Don Domingo Trespalacios Escandón, fallecido ese mismo año en Madrid. Era natural de la parroquia de Alles donde había nacido en 1706. Aunque por algunas referencias documentales que hemos podido consultar, pertenecientes al Archivo Histórico Nacional, su primera orientación fue la carrera eclesiástica, explicable dado su estrecho parentesco con algunos canónigos ovetenses; sin embargo no llegó a completarla encaminándose por la de leyes y cánones, graduándose en la universidad de Salamanca. Sabemos que viajó a Indias, siendo primero Oidor en Santa Fe de Bogotá y después en la Real Audiencia de Guatemala. Posteriormente se asienta en Méjico donde en 1751 se casa con doña Cecilia Rodríguez de Albuerne, hija del primer marqués de Altamira. Siendo en ese momento Oidor de la Real Audiencia de México y ostentando ya el título de Caballero de la Orden de Santiago, obtenido en 1743. Fue asimismo Juez Superintendente de Propios y Renta, Aguas y Egidos de la ciudad de México, cargo en el que desempeñó una amplia actividad, fundamentalmente en lo referido a la prevención de las inundaciones que sufría la capital del virreinato. Labores que quedaron reflejadas en el plano de la ciudad que mandó levantar en 1753 y que hoy se conserva en Madrid en la Real Academia de la Historia, a la que fue donada por el Conde de Campomanes. Pocos años después, ya viudo, regresa a España, donde lo encontramos en 1768 como miembro del Consejo de Indias. Es fácil suponer que el capital obtenido con sus sueldos y emolumentos en los cargos desempeñados en la administración virreinal y en el Consejo de Indias, junto con la fortuna adquirida en México le permitió una vida holgada y un elevado estatus social como queda patente en la casa- palacio, formada por tres fachadas balconadas y patio central que erigida en la segunda mitad del siglo XVIII por el arquitecto Andrés Díaz Carnicero sobre las casas de los guzmanes que fueron habitadas en su momento por el Conde duque de Olivares, y que todavía se conserva en Madrid en la plaza de los Ramales, junto a la iglesia de Santiago, y en cuya fachada aún figura el escudo de Domingo Trespalacios Escandón. Holgura económica sobre la que se sustenta la dotación del Estudio de Gramática que dejó dispuesto en su testamento a beneficio, como expresamente se señala, de “los veintisiete pueblos del Valle de Peñamellera”. Obra pía con la que pretendía complementar otra obra pía ya existente, la Escuela de Primeras letras, fundada en la capilla de Lombere o Llomberu en Alles por sus tíos los canónigos ovetenses Domingo de Mier Trespalacios y Domingo Antonio Trespalacios. La Fundación fue aprobada ese mismo año por el Consejo Real y tenemos noticia documental de su existencia hasta al menos el año 1834 en que dió lugar a un expediente fiscal del Tribunal Supremo haciendo constar que el mayorazgo había retirado su dotación. Pocos datos tenemos del desarrollo y de la actividad desplegada en esta fundación, salvo los que

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nos brinda la documentación del AHN, fruto del expediente seguido en el Consejo Real. Pero lo que, al menos, sí sabemos es que durante cerca de seis décadas esta escuela de gramática ofreció a los vecinos de Peñamellera la posibilidad de que sus hijos pudiesen adquirir los estudios de latinidad necesarios, abriéndoles la puerta para poder acceder a estudios y cargos más allá del Valle de Peñamellera en que habían nacido. Y esto precisamente en una época en que la emigración a Indias de vecinos de este concejo de Peñamellera y de los concejos limítrofes era muy numerosa, como también el número de naturales que habían llegado a alcanzar importantes oficios y cargos en la Corte, como lo lograron José de Mier y Noriega, Oidor de la Chancillería de Valladolid y del Consejo de Guerra, Toribio de Mier o la destacadísima figura de José del Campillo y Cosío, de humildísima familia pero que llegó a acumular los más elevados cargos en la administración del estado bajo el reinado de Felipe V. Personajes todos ellos, modelo de referencia para sus paisanos y jóvenes generaciones. Ellos eran además los que podían dar la mano y favorecer la promoción social de sus parientes y vecinos. Para lo que era necesario que ya saliesen de sus pueblos con formación.

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LA IGLESIA DE SAN PEDRO DE ALLES

Don Juan José Tuñón Escalada Este templo parroquial cuyas obras se concluyeron en 1787 fue erigido a expensas de don Juan de Mier y Villar, nacido en Alles en 1736 que tras estudiar leyes en Oviedo y graduarse de jurisprudencia en la universidad de Valladolid, donde también opositó a cátedras, fue canónigo de Plasencia, pasando posteriormente a Indias, donde obtuvo la prebenda de racionero de la catedral de Guadalajara (México) y posteriormente la de arcediano y deán en la catedral metropolitana de Méjico. Asimismo desempeñó el cargo de subdelegado de la Bula de Cruzada e Inquisidor en el Tribunal de Nueva España. El desempeño de todos estos cargos le dio una holgada posición económica que duró hasta el final de sus días, pues a instancias propias fue jubilado de su cargo con gran reconocimiento del monarca que le honró con los honores de miembro de la Suprema Inquisición, además de una generosa pensión. De su actividad en la capital del virreinato que, en virtud de sus cargos, fue importante e influyente, creemos que merece la pena destacar su activa participación en la erección de la Cofradía de Nuestra Señora de Covadonga, fundada el año 1785 en el Convento de Santo Domingo de la ciudad de México donde ya desde el año 1737 existía un altar con una gran retablo barroco dedicado a la Virgen de Covadonga y en el que, entre otros elementos ornamentales, figuran tres lienzos dedicados a representar la Sta. Cueva y la batalla de Covadonga. Pero quizás lo más destacable de este hecho para el tema que nos ocupa, es que, más allá de la devoción y significación de Covadonga, el canónigo Juan de Mier y Villar, capitaneaba en ese momento, las inquietudes de los asturianos residentes en la capital del virreinato, entre los que curiosamente figuran un significativo y socialmente muy influyente grupo de asturianos originarios de Peñamellera y concejos limítrofes. Del prestigio que entre ellos gozaba Mier es buena muestra que se le designase como Prefecto o presidente de la recién creada cofradía. Sobre todo si tenemos en cuenta que estas cofradías y de manera particular las vinculadas a la devoción a Covadonga, significaban un cauce de solidaridad y ayuda mutua entre los asturianos allí donde se encontraba. La erigida en México el año 1785, se inspiraba en sus estatutos en la Congregación de Nra. Sra. de Covadonga de naturales del Principado de Asturias, que unas décadas antes se había instituido en Madrid y de los que se hizo una edición impresa en México en 1783. No parece excesivamente aventurado suponer que el protagonismo que el canónigo Juan de Mier desempeñaba en los asuntos de los asturianos residentes en la ciudad de México, donde además había tantos originarios del oriente de Asturias y muy concretamente de Peñamellera, ayude a explicar su interés por la parroquia en la que había nacido, cuyo templo parroquial era la vieja iglesia del antiguo monasterio de San Pedro de Plecín, arruinada y alejada de la población de Alles. Levantar a sus expensas un nuevo templo parroquial, como ya habían hecho en Asturias otros eclesiásticos asentados en Indias como fue el caso de don Fernando de Arango en Pravia, que él bien conocía pues fue también del Consejo de Indias, ayuda a explicar la

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construcción de la bellísima iglesia de Alles. Monumental edificio que sorprende a quien lo visita, despertando la admiración de algunos prelados ovetenses como Sanz y Forés o Lauzurica y Torralba que llegaron a calificarla como el “Escorial de Asturias” o la “Catedral de la montaña”.

Juan de Mier y Villar, situado en la sacristía de la iglesia de San Pedro de Alles

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Sería una visión muy recortada justificar la construcción de este magnífico templo por el solo deseo de ostentación personal de cargos y riqueza del fundador ante sus paisanos. Tópico que con frecuencia ha circulado, aminorando el alcance y trascendencia social que históricamente han tenido algunas fundaciones eclesiásticas y lo que han aportado a la sociedad de su época. Muy al contrario de este prejuicioso cliché hay que decir que la erección de esta iglesia se debe necesariamente situar en un contexto socio-político y eclesial mucho más amplio. En primer lugar la política eclesiástica carlotercista, decididamente orientada a recortar los beneficios eclesiásticos vacos e incrementar los que llevaban pareja la cura animarum. Así se explica algunas leyes dictadas por Carlos III, reduciendo e incluso suprimiendo numerosos beneficios simples y meras capellanías, mientras que se potenciaban los esfuerzos y medidas por lograr que los curatos y beneficios eclesiásticos obligados a la atención pastoral de los fieles tuviesen garantizada la suficiente congrua o sustentación del clérigo. Política que se explica desde el interés creciente de los Borbones españoles, a partir sobre todo de mediados del siglo XVIII, por lograr tener buenos súbditos que rentasen al Estado. Objetivo en el que podían desempeñar un importante papel los curas en sus parroquias, no solo en lo espiritual. Explicándose así iniciativas como el Semanario de agricultura para párrocos o la obligada lectura en las iglesias del Discurso sobre el fomento de la Industria Popular, impuesta por Campomanes a los curas. Imposición que el todopoderoso fiscal de la Cámara realizó enviando a cada párroco un ejemplar del Discurso, acompañado del correspondiente decreto episcopal ordenado a los curas poner en ejecución lo dispuesto por la Cámara, leyendo a los feligreses cada domingo públicamente y desde el púlpito un capítulo del discurso. Paralelamente, y ya a nivel eclesiástico, los obispos caminaban a la zaga de las disposiciones reales en estas materias, favoreciendo también la atención pastoral de los fieles con la erección de nuevas parroquias, cada vez más necesarias en la diócesis de Oviedo por el crecimiento demográfico experimentado en Asturias a lo largo del siglo XVIII. La construcción de un nuevo templo parroquial para más fácil atención pastoral de los fieles suponía secundar estas líneas políticas y eclesiásticas. Y si a ello se añade la atención de los pobres, reforzando así los esfuerzos de la Corona por disminuir el número de pobres y vagabundos, adquieren mayor significación la erección de la iglesia de Alles y la pareja Obra Pía para Pobres promovidas por el canónigo Juan Mier de Villar. Dos fundaciones que absorbieron una parte muy significativa de sus ingresos, tal como expresamente señala en su testamento. Pero que también dejaron profunda huella en la historia de Peñamellera, particularmente el templo de Alles, cuya construcción se encomendó a un maestro arquitecto enviado desde Méjico por el fundador. Lo que explica la ornamentación de gusto americano que presenta el templo. Obviamente ambas iniciativas favorecieron el desarrollo de la parroquia y de los vecinos, no sólo de Alles sino también de todo el concejo.

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Retablo de “La Catedral del Oriente”, en Alles

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LA PESCA FLUVIAL EN PEÑAMELLERA

Francisco Álvarez-Cascos Aunque Cecilio Fernández Testón, cronista oficial de Peñamellera Alta, sostiene que no hay claridad en la etimología del nombre del concejo “porque de la transcripción de legajos primitivos se observa que la escritura del nombre cambia mucho y baila constantemente de una interpretación a otra”, siempre escuché a los ribereños pronunciarse con más frecuencia a favor de la variante derivada de la “Penna Mielera”, debida a la fama de la miel de las Peñamelleras. Y esta suposición siempre me planteó un interrogante acerca de la razón por la cual este concejo oriental de Asturias, que hasta el año 1.869 fue uno solo con capital en Abándames, era en la antigüedad más famoso por sus laboriosas abejas pobladoras de sus montes que por sus bravos salmones, reos y truchas surcadores de las aguas cristalinas de los ríos Cares y Deva. Tengo para mí que estos admirables peces pobladores de los ríos no alcanzaron el reconocimiento de nobleza hasta que el hombre civilizado no descubrió y perfeccionó el arte de la caña en el siglo XX de la Edad Contemporánea, en tanto que la apicultura había comenzado a desarrollarla el hombre del Neolítico o Edad de Piedra, cinco mil años antes. Es sabido que ya en aquella era, nuestras truchas y salmones todavía no se pescaban sino que se cazaban con arpones, fisgas o redes, o se capturaban con artefactos como presas, mangas y butrones instalados en el río. Quiero decir con esta excursión por la fantasía fluvial que tal vez hoy, si hubiera que volver a bautizar los concejos ribereños del Cares y del Deva, muchos hubiéramos votado a favor del nombre de las Peñasalmoneras. El hábitat de las truchas, reos y salmones de las Peñamelleras tiene como hecho diferencial las aguas frías y cristalinas que nacen en las fuentes de los Macizos Oriental y Central de los Picos de Europa y fluyen hacia el mar Cantábrico a través de las profundas gargantas calizas que configuran los desfiladeros y los valles del Cares y Deva. Estas aguas y esta geología únicas son las que definen las semejanzas con las del vecino río Sella que fluyen por la vertiente más occidental de los Picos de Europa. La pesca fluvial en el río Cares merecería otro libro como el que Alejandro Miyares escribió sobre “La Historia de la pesca en el Sella”, patrocinado por la Fundación Hidrocantábrico, recopilando los testimonios y el material todavía disponible en muchas casas de las riberas de aquel gran río vecino. Sin otras fuentes de información que la tradición oral, mi generación conoció excelentes pescadores trucheros de Peñamellera Alta como Millán Martínez y Luisito Noriega, y grandes pescadores de salmón como (por orden alfabético) Juan Antonio Corral, Guillermo Cosío, Elías Estrada, Antonio Fernández, Sindo Fernandez (El Rubio), Ramón García, Sebio Gutiérrez, Juan Manuel Herrero, Angel Noriega (Chelu), Arturo Noriega, Quico Noriega, Manolo Noriega, José Antonio Sánchez (El Poli), Sindo El Largo, Manolo Torre y Víctor Torre.

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En el Cares desempeñaron su actividad como guardarríos personas de profundo conocimiento del territorio, del río y de las artes de pesca, de recuerdo imborrable para los pescadores que los conocimos, como Manuel Berdial, Elías Estrada, Carlos Labra, Pablo Mier, Francisco Mier (Pancho) y Ramón Bustillo, quien me dispensó su afecto, su amistad y su sabiduría ribereña durante toda su vida. De todos ellos aprendimos los pescadores que frecuentábamos el Cares alguno de los misterios de las artes de la pesca de los salmones, las truchas y los reos del río Cares, así como los secretos de sus pozos y espumeros o las dificultades de los senderos y rincones de sus orillas. Una parte esencial de la vida ribereña del Cares -cuando la vida ribereña era auténtica, hasta que la normativa actual de pesca redujo a límites testimoniales la presencia misma de los pescadores en las riberas- son las fondas, bares y hostales, sedes naturales de las tertulias donde acostumbrábamos a relatar las hazañas del día quienes acudíamos a disfrutar de una jornada de pesca. El más antiguo y tradicional era Casa Julián en Niserias, tienda, bar y hospedaje regentado por Julián López Villegas y por su esposa Vicentina -entrañable y estupenda cocinera- cuya fama y prestigio se fue agrandando considerablemente en la segunda mitad del siglo XX. Además de punto de reunión de pescadores ribereños y de posada sin par de urbanitas aficionados a la caña, Casa Julián se convirtió en alto obligado para todo viajero, fuera o no pescador, que recorra en coche la excepcional ruta excavada en la roca caliza de la garganta del Cares. Sus hijos Ricardo, con su esposa Rosa Domínguez de Posada -que fue alcaldesa de Peñamellera Alta entre 2.003 y 2.015-, y Javier, junto a su esposa Marisé Zubizarreta -heredera de las virtudes culinarias de su suegra-, siguieron dando vida al establecimiento hostelero enclavado en un recodo paradisíaco del Cares. Otro punto de encuentro de pescadores, también en Niserias, integrado en las edificaciones de la minicentral hidráulica existente, es el Bar La Central que regentaba Manolo Torre y que hoy continúa a cargo de su hija Isolina Torre y su marido Millán Martínez. En el último tercio del siglo XX surgieron otros establecimientos vinculados a la presencia de pescadores en el Cares, como el Hostal La Molinuca, fundado por quien fue pescador de salmón y luego guarda muy apreciado, Elías Estrada, y su mujer, Paquita Torre, continuadora de la actividad hostelera tras el fallecimiento de su marido. Y en Trescares surgió Casa Pancho, fundada por el también guardarríos Francisco Mier (Pancho) y Natividad Fernández. Hoy Casa Pancho la regenta su hijo Roberto Mier. Para la práctica de cualquier modalidad de pesca, el cauce del Cares es con frecuencia muy estrecho y escarpado, lo que multiplica la extraordinaria fuerza de su caudal, tanto en los pozos como en los espumeros, los rabiones y las corrientes. Sus aguas frías procedentes de los neveros de los Picos de Europa hacen que se considere en el argot ribereño al Cares un río tardío, porque sus salmones y sus reos remontan el curso fluvial más tarde que en otros cauces cantábricos y porque sus hábitos alimentarios muestren más actividad en los meses de estío, al final de cada temporada, que en los meses primaverales. Es una diferencia sustancial con otros ríos salmoneros de la zona occidental de Asturias y de Galicia, y con otros ríos de la vecina Cantabria. Las aguas del Cares son adecuadas para el empleo de todas las artes de pesca, siempre en función de las exigencias del nivel de las aguas y de la época de pesca. El cebo natural de la “moruga” y la “esquila” se emplea toda la temporada, dosificando el plomo que requiere la fuerza y la profundidad de las aguas para poder mantenerlo cerca del fondo de los pozos y así lograr las picadas en las posturas características, en las que es frecuente divisar los sal

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mones gracias a sus aguas cristalinas. Nunca conocí a nadie con mayor destreza visual para localizar salmones que a Quico Noriega, cuyos ojos eran capaces de escanear el fondo del río, sin necesidad de la ayuda de las modernas gafas de cristal polarizado, para distinguir sin error un salmón en las pozas, los rabiones y los descansos. Es un río que reclama al comienzo de la temporada el uso pesados devones que buscan el suelo de los pozos ó cucharillas ondulantes lastradas, las preferidas en estas aguas. Lo mosca artificial se va haciendo cada vez más eficaz a medida que avanza la temporada y baja el nivel y la fuerza de las corrientes y tabladas en las que el lance con la “cola de rata” se convierte en el arte rey de la pesca. Los peñamelleros ya poblaban las riberas del Cares y del Deva en el periodo magdaleniense, hace quince mil años, como lo demuestran las admirables manifestaciones culturales de su arte pictórico en las cuevas prehistóricas de Llonín o de La Loja. Los salmones, las truchas y los reos ya poblaban sus ríos y eran objeto de su caza, primero, y de su pesca, en tiempos mucho más recientes, pero llegaron hasta nosotros sin necesidad de cupos y de restricciones impuestas por los jefes tribales a su consumo o comercio. Hoy, en pleno “progreso” del siglo XXI, la pesca indiscriminada con redes en el mar Cantábrico y el océano Atlántico, la proliferación de los focos de contaminación de sus aguas, las obras públicas y privadas y las extracciones de áridos destructoras del hábitat a lo largo de sus cuencas, los obstáculos artificiales en sus cauces, el furtivismo organizado durante los estiajes y las frezas, el “furtivismo” natural de las nuevas plagas de depredadores (cormoranes, garzas o nutrias), la falta total de investigación sobre la biología de los salmónidos y la nula aplicación de los avances de la piscicultura internacional en las labores de fomento y repoblación de las especies, apenas despiertan el mínimo interés exigible a las autoridades competentes. El único objetivo contrastable en las normativas anuales asturianas, salvo una honrosa excepción en 2012, es la extinción de los pescadores. Espero que no se salgan con la suya y los peñamelleros puedan seguir disfrutando en el próximo milenio de las joyas de la naturaleza astur que representan las poblaciones de salmónidos más meridionales de Europa, que nos legaron nuestros antepasados.

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Salmones en el río Cares


Coto salmonero

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EL VALLE DE PEÑAMELLERA ALTA Y LA CASA DE MIER Diego Alcolea Navarro No es fácil resumir la historia de un concejo que, a diferencia de los que le rodean, construyó su identidad municipal gracias a un linaje milenario, los Mier. Y esto fue así porque esta ilustre familia consiguió que el Cueto Alto o collación de Plecín, aun siendo una parte intrínseca del valle de Peñamellera, gozara durante siglos de una independencia realmente sorprendente. Con el tiempo las estructuras fomentadas por los Mier, especialmente la eclesiástica y la judicial, pasaron desde el nivel señorial al municipal, convirtiéndose, a la larga, en los argumentos principales que ayudaron a Peñamellera Alta a convertirse en el concejo independiente que es hoy en día. Así, en 1889 los vecinos señalaban orgullosos al solicitar la separación definitiva del valle bajo que su ancestral autonomía: “…quedaba atestiguada, entre otros monumentos seculares, por las ruinas de las viejas iglesias y las antiguas casas consistoriales y cárceles…”. Todo pudo empezar en el año 1183, cuando el pico Peñamellera fue elegido como punto fronterizo entre los reinos de Castilla y León. Unos pocos años antes los Vela, patronímico primitivo según la tradición oral de los Mier, habían construido en el sitio más venerable de sus dominios la abadía románica de San Salvador de Plecín, primer símbolo tangible de la identidad de nuestro valle. Dos siglos después, en 1385, Plecín seguía apareciendo en la documentación disponible como el único lugar de culto en toda Peñamellera Alta. Los Mier, como patronos herederos del templo, nombraban a los abades sin admitir intromisiones ni del obispado de Oviedo ni del monarca. Ya por estas fechas Alfonso XI había otorgado al valle el privilegio que impedía a los merinos de Asturias de Santillana inmiscuirse en las causas judiciales que afectaban a sus vecinos. Con esta dispensa sancionaba la autonomía jurisdiccional que durante siglos había disfrutado la casa de Mier, en cuyos territorios ya debía de existir un alcalde diferente al de Peñamellera Baja. Las convulsiones políticas que acompañaron al siglo XV permitieron que algunos de los sucesores de la casa de Mier se hicieran con los derechos históricos del linaje en el valle, ya por entonces bastante difuminados. Construyeron un nuevo arco sobre la tumba familiar situada en el interior de la abadía, impusieron derechos señoriales a los vecinos menos poderosos y se hicieron con el control de los mejores pastos de altura. En su política expansiva concertaron matrimonios con algunas de las casas comarcanas más importantes del momento, como la de los Caso o la de los Villar, se reservaron derechos de asiento y enterramiento en la abadía y monopolizaron el nombramiento de los oficios judiciales, estableciendo un turno entre cuatro familias: la de Juan de Mier del Pregocio, la de Fernando Pérez de Mier, la de Juan de Cosio y la de Pedro Díaz de Cáraves. Será en esta época cuando, probablemente al abrigo de unas prácticas feudales desmedidas, se promueva el cambio de advocación de Plecín de San Salvador a San Pedro.

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Este renacer de la antiquísima casa de Mier, que alcanzará su máxima expresión con la edificación de una capilla funeraria privada en el ala norte de la abadía, empezará a declinar cuando los cada vez más influyentes concejos del valle promuevan la creación de sus propias parroquias locales. Así, la decisión de crear algunos curatos, que se justificó por el gran aumento de población que experimentó Peñamellera Alta en la segunda mitad del siglo XV, representó un primer hito en la municipalización de una de las estructuras, la eclesiástica, que había identificado durante siglos el poder señorial de los Mier. Nacen de este modo los curatos de San Pedro de Plecín, San Pedro de Mier, Santa María de Ruenes y San Juan de Oceño, fundados todos ellos en base a los bienes y rentas de la antigua abadía. Al primero, que incluía las feligresías de Alles y Llonín, se le cedieron treinta días de bueyes de la abadía, la mitad de los diezmos de Cáraves y Trescares, que no habían conseguido en esta primera reforma constituirse en parroquias, y la cuarta parte de sus ofertas. Una merma similar a la que se estaba produciendo en el poder espiritual de los Mier en el valle empezó a darse también en su estructura judicial, íntimamente ligada desde tiempos remotos, como ya hemos comentado, al linaje de Peñamellera. En año 1538, los procuradores generales consiguieron autorización real para nombrar a tres escribanos de número, dos para la audiencia del valle bajo y uno para la del alto. La creación de estas escribanías sería un primer paso en el proceso de municipalización de una justicia hasta entonces completamente intervenida, en la que los alcaldes de primera instancia eran elegidos por miembros de la familia entre sus parientes y criados. Los Mier nombraban igualmente a los jueces de alzada, quienes, gracias al privilegio jurisdiccional del valle, tenían exclusividad para resolver los recursos de apelación que no superaran los seis mil maravedíes. En definitiva, un panorama que poco se diferenciaba del señorío jurisdiccional que por entonces ejercían algunas casas nobiliarias de la zona como la de Santillana o Castañeda. Lógicamente, los Mier, beneficiarios directos de esta situación, defendieron tenazmente la independencia judicial de Peñamellera frente a aquellos que, como los corregidores de Asturias de Santillana, intentaban hacer valer su autoridad en el valle. Es en este contexto donde se enmarca el nacimiento de un nuevo delegado regio que, con el nombre de teniente de los cinco valles de Peñamellera (Ribadedeva, Lamasón, Peñarrubia, Herrerías y el nuestro), representó un nuevo intento por restar competencias a los alcaldes elegidos por cada uno de los cuetos. Sin embargo, su nombramiento no restó autonomía a los poderosos Mier debido a las numerosas condiciones que se le impusieron para poder ejercer su oficio en Peñamellera. De este modo, para poder actuar en los procedimientos judiciales del valle el nuevo delegado debía residir en nuestro concejo y, cuando así lo hacía, solamente podía actuar en primera instancia y sin intervención alguna del corregidor. Paradójicamente, estos enfrentamientos del linaje contra poderes externos al valle fueron creando un sentimiento de afinidad colectiva que cristalizaría definitivamente cuando, años después, los Mier pierdan sus privilegios en beneficio del resto de hidalgos de Peñamellera Alta. Estamos a finales del siglo XVI y, aunque se han producido algunos avances en el proceso de cimentación municipal, tanto la estructura eclesiástica como la judicial de la colación de Plecín siguen bajo el control de algunos de los descendientes de los Mier, quienes asignan libremente a través del abad los beneficios de las nuevas parroquias de Alles, Ruenes, Mier y Oceño, además de seguir aprovechando en su propio beneficio la autonomía judicial del valle. Curiosamente, el declive definitivo de estos privilegios seño

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riales vendrá de la mano de algunos miembros del linaje que, apartados por un motivo u otro de la rama principal, lucharon por defender sus intereses personales frente a los de la otrora poderosa casa de sus ancestros. De este modo, en el año 1582 se producía un duro enfrentamiento entre Alonso de Escandón y Pedro Sánchez de Rozagás por el derecho a ostentar el oficio de juez. Si bien este último había heredado la mayor parte de los bienes de la casa de Cáraves, el de Escandón, que había permanecido algunos años fuera del valle, alegaba ser también descendiente de este linaje por línea de varón y, por lo tanto, tener las mismas prerrogativas que su pariente para obtener la vara de justicia. Este pleito, que se repetirá de nuevo ocho años después, va a ser uno de los desencadenantes directos de la pérdida del privilegio del linaje para nombrar a los alcaldes del valle alto, y, como consecuencia, de la definitiva municipalización de uno de los privilegios más preciados de la casa Mier. Por entonces, la asamblea o reunión anual para la elección del alcalde de la colación de Plecín se había trasladado ya a Alles, abandonando la vega de Dolaños u Olaño, en las cercanías del collado de la Serna, donde durante mucho tiempo habían concurrido a elegir sus jueces tanto los habitantes del valle alto como los del bajo. Pero antes de seguir con el proceso que acabó con el dominio jurisdiccional de los Mier, volvamos a Plecín para ver que estaba ocurriendo con sus antiguos derechos eclesiásticos. En aquellos momentos, los titulares de la abadía, totalmente ajenos al devenir diario de los habitantes del valle, se limitaban a arrendar los derechos económicos que esta producía y a asignar, no sin graves altercados, los beneficios de las nuevas parroquias. En su afán de mantener el control de estos emolumentos los Mier habían conseguido, gracias a una provisión episcopal, que la elección del abad se realizara exclusivamente por los miembros del linaje que vivían en Peñamellera Alta, pero no fue suficiente. En el año 1604, Juan de Rivero Trespalacios se hizo con el curato de Alles gracias a una bula papal, omitiendo el ancestral derecho de presentación de la casa de Mier y dando lugar a un largo pleito que enfrentó a varios miembros de la parentela. La situación se complicó un poco más cuando, en 1613, el doctor don Domingo de Mier, canónigo de Oviedo y abad de Plecín, no consiguió evitar que los legados del monarca inscribieran la abadía, ante la falta de pruebas documentales, como de presentación real. El linaje no aceptó una decisión injusta que, además, podía suponer la pérdida de los jugosos beneficios eclesiásticos del valle en favor de clérigos extraños. Algunos años después, en 1657, decidieron acudir al obispado de Oviedo a solicitar la extinción de la abadía. En su propuesta contemplaban la aplicación de las rentas de la misma para la consolidación definitiva de las parroquias del valle alto, incluyendo en esta ocasión las de Llonín, Cáraves y Trescares, dependientes hasta entonces de la de Plecín, y la de Rozagás, anexa hasta ese momento a la de Ruenes. Con esta acción todas las iglesias, cuyo mantenimiento y ornamentación se asignó a sus feligreses, quedaron libres del patronazgo de la casa Mier, pasando a ser de presentación del obispado quien, a cambio, se comprometió a que la provisión de los curatos se hiciera perpetuamente entre hijos patrimoniales del valle. De esta forma, el municipio y sus habitantes adquirían, en cierta manera, el antiguo privilegio eclesiástico que había ostentado durante siglos el linaje de Peñamellera. Unos años antes, en 1603, varios hidalgos habían promovido en la Chancillería de Valladolid un pleito contra el procedimiento de elección de los oficios en Peñamellera Alta. Los Mier replicaron que el nombramiento de los jueces, tantos los ordinarios como los de

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alzadas, y el de los alcaldes de la hermandad había siempre pertenecido a los descendientes por línea de varón a su casa y solar, arguyendo en su descargo que el resto de hidalgos tenía acceso a otros oficios como el de procurador general del valle o el de regidor en cada uno de sus concejos. Perdieron el juicio y desde ese momento el oficio de juez quedó al alcance de todos los vecinos, quienes inmediatamente hicieron suyas las estructuras señoriales del linaje Así, se estableció un turno anual entre todos los pueblos de Peñamellera Alta respetándose en cada uno de ellos la antigua rotación entre cuatro cuartos, a los que se adscribieron el resto de hidalgos. Naturalmente, los vecinos del valle siguieron acudiendo a la corte para que el monarca les renovara el ancestral privilegio jurisdiccional que les protegía contra las intromisiones del corregidor. Por entonces los jueces, además de su misión genuina de impartir justicia, ejercían como capitanes de las milicias concejiles y como responsables de la recaudación de los impuestos reales en el valle. Aunque los electores nombraban, bien por mayoría o bien por suertes, el oficio de juez donde mejor les convenía, se mantuvo la costumbre de entregar la vara en junta general del valle el día de San Pedro en el Pedroso, Alles. Esta ubicación, justificada inicialmente por la centralidad geográfica de este pueblo, se mantuvo durante todo el siglo XVII, lo que llevó a los dueños de la casa del Pedroso, por entonces los influyentes Mier y Noriega, a arrogarse la regalía de presenciar cada año la elección del alcalde. Este supuesto derecho provocaría un duro pleito ya en el siglo XVIII, cuando el resto de hidalgos del valle defendieron su libertad para realizar la junta en el sitio del Camero, actual barrio de Trespalacios, donde ya se había construido la cárcel y el ayuntamiento del concejo. La colectivización del oficio de juez trajo algunas mejoras a los habitantes de Peñamellera Alta, y así en 1614, pocos años después de que los Mier perdieran el derecho a nombrar los jueces, se hicieron algunas interesantes enmiendas a las ordenanzas del valle. De este modo, se prohibió que los jueces y merinos llevaran al valle bajo a ningún preso que fuera del de arriba, por grave que fuera su delito, y se ordenó que los alcaldes tuvieran la cárcel de Alles bien aderezada. Además, se impidió que los jueces admitieran demandas y querellas en romerías y mortuorios, limitando su actividad legal a las audiencias públicas que se celebrarían en el Camero los martes y los viernes de cada semana. Igualmente se restringieron las medidas cautelares que se podían adoptar contra los vecinos, impidiendo que los merinos pudieran prendar ganados necesarios para la siembra del pan. Se exigió a los escribanos que acudieran rutinariamente a las audiencias semanales y se obligó a que los regidores participaran como parte afectada en los procedimientos que afectaban a las tierras comunales de sus concejos. En definitiva, se reguló un oficio que por fin representaba a todo el valle. Con la asimilación municipal de los dos elementos que mejor habían caracterizado el poder medieval de los Mier, el eclesiástico y el judicial, Peñamellera Alta se dotó de una identidad que junto a sus características geográficas facilitaron con el tiempo su independencia. No obstante, algunos de los descendientes de la casa Mier, esta vez de forma individual y altruista, siguieron aportando elementos fundamentales en la construcción de nuestro concejo. Los Trespalacios de la casa del Llombero fundaron la escuela y lideraron el largo proceso que, tras el acuerdo con el obispado de Oviedo, enfrentó a los vecinos con el monarca por sus reclamaciones de ejercer su patronazgo sobre las iglesias del valle. Juan de Mier y Villar, nacido en el Esplón, edificó, tras hacerse con el mayorazgo del Pedroso, los templos de San Pedro de Alles y de Nuestra Señora de los Ángeles, a la vez que abría

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varios caminos a los pastos de la sierra del Cuera. Otros miembros del linaje levantaron esbeltas casonas, instituyeron capellanías, trajeron las aguas a los pueblos o costearon cementerios, carreteras y servicios públicos. Con el tiempo la historia del valle se fundió completamente con la de sus antiguos señores, hasta hoy día en que, por qué no admitirlo, todos los habitantes de Peñamellera Alta, sean de Alles, de Ruenes, de Oceño o de cualquier otro de los hermosos pueblos que constituyen su término municipal, mantienen como principal nexo de unión su orgullo por pertenecer a la antigua Casa de Mier.

Escudo de la Familia Mier

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“Descendientes de la casa Mier, esta vez de forma individual y altruista, siguieron aportando elementos fundamentales en la construcciĂłn de nuestro concejo.â€?

Antiguo Palacio de los Mier

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José del Campillo y Cossío Político

Nació en Alles, Peñamellera Alta, el 13 de febrero de 1693. Falleció en Madrid el 11 de abril de 1743. Fue Ministro de Hacienda. Fue bautizado en la iglesia de San Pedro de Plecín. Sus escritos son “Lo que hay de más y de menos en España” y “España despierta”.

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PASADO, PRESENTE Y FUTURO DE PEÑAMELLERA ALTA

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EL GAITERO DE LLONÍN Rosa Domínguez de Posada

En el mes de abril hizo ya 15 años que Pancho, “el Gaiteru de Llonín”, dejó de deleitarnos con su música. Recuerdo perfectamente el día de su entierro porque recibió cristiana sepultura al son de la gaita como él mismo había pedido. He de reconocer que no es cosa habitual y a mí, personalmente, me impactó. Este detalle nos muestra su calidad humana, su visión de la vida y de la muerte, del verdadero creyente que alegre, al son de la gaita, va a reunirse con su querida María para siempre. Pancho fue un autodidacta, no estudió música pero su gran empeño y su tesón le hicieron un virtuoso del instrumento musical. Recorrió Asturias, España, tocó en Francia y también en Santo Domingo. Pancho daba mucha importancia a las personas que tocaban con él y por eso su empeño en formarlos bien compartiendo con ellos su virtuosismo. Siempre estuvo muy bien acompañado. No puedo dejar de recordar a sus hermanos Cundo (excelente tamboritero) y Joaquín y también merecen un reconocimiento los hermanos Trespalacios Herrero, especialmente Vitorino, que nos dejó prematuramente en 2015. Pero también quiero recordar a Luis Sánchez, a Antonio Mier, a Ramón Rodríguez Pérez y a Panchin Galán Caso, todos ellos de Peñamellera Alta y no quiero olvidarme de su biznieto Victor, a quien deseo de corazón que al menos iguale el listón de su bisabuelo (ya, sabes, Victor, empeño y tesón galána). Pancho murió en abril del año 2000 y el 5 de junio de ese mismo año, sus vecinos de Llonín ya registraron un escrito en el Ayuntamiento solicitando la celebración de un merecido homenaje. No voy a relatar las vicisitudes por las que pasó este acto, quien tenga interés puede consultar las Actas de los Plenos pero si voy a decir que me sentí muy orgullosa de vivir ese día en el que Pancho recibió el caluroso homenaje de su gente, de sus vecinos y de toda Peñamellera en un marco tan impresionante como la Iglesia de San Pedro de Alles, más conocida como la Catedral del Oriente, rompiendo la sentencia que dijo Jesucristo en la sinagoga de Nazaret al ver que sus compatriotas, en vez de aprovecharse de la ocasión que el Señor les ofrecía, le despreciaban. “Nadie es profeta en su tierra”. Con el siguiente texto, quiero rendir mi personal tributo: En las armonías abrileñas de grillos, pájaros, balidos y esquilas de nuestros pueblos y aldeas, grabadas desde la infancia en la memoria de tantos hijos de Peñamellera, ninguna de rebullir más divertido y gratificante en nuestros padres y abuelos, que la dejada en el recuerdo cada vez que el sol mañanero descorría el visillo por el Picu en un día de campanas

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y fiesta, por nuestro llorado Gaiteru de Llonín, Pancho Galán Trespalacios. Nada más agradable que reproducir la felicidad de nuestros antepasados, cuando, tras vencidos por el cansancio la víspera, una amanecida por fin apuntaba distinta: un traje planchado y camisa blanca percheando la silla del dormitorio y el sahumerio de la cocina aromatizando la solana de arroz con leche y canela, mientras en la calle, junto a la bolera, bajo el campanario, la gaita marcaba la sonrisa de la vida en rostros de mozos y ancianos al compás del xiringüelu. De esta manera se ponía contrapunto a dolores, fatigas y quebrantos del duro pan de cada día. De esta manera se llegaba también a la conclusión de que en aquellos difíciles años de penurias y ausencias había tregua para alegrías y sueños que despejaran y levantaran las nieblas del Cuera. Y era precisamente, cuando entraba en escena y acción un artista, para poner fondo a la esperanza: Pancho. Pancho era el encargado de marcar ritmo a la existencia y de esa manera poder razonar la eterna discusión del gozo y la sombra en el caminar cultural del hombre por Peñamellera. Pues bien, hoy, seguimos haciéndonos eco de gratitud y recuerdo, por la mano que echó a nuestros antepasados, haciéndose transmisor de la cultura musical vernácula, transitando por el mismo Camino de Santiago, por el que nos vino de Europa y que ahora estamos revitalizando en Asturias con nuestra aportación del Oriente. Y nada mejor que adentrarnos en su intimidad guiados por la pluma testificadora de su propio hijo Panchin , quien con maestría, saber y estilo nos expone públicamente aquellas reflexiones de calidez hogareña, que nos ayudan a mantener la memoria de aquel personaje ilustre: Pancho Galán Trespalacios, El Gaiteru de Llonín, que desde hoy, “Es profeta en su tierra”

Vistas al pueblo de Llonín

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“Pancho fue un autodidacta, no estudió música pero su gran empeño y su tesón le hicieron un virtuoso del instrumento musical.”

Los hermanos Pancho, el gaitero, y Cundo, el tamboritero.

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EL RAPAZ DE ALLES Isidro Caballero Sardina Aunque Benito hizo su primer guiño al sol en San Roque del Acebal, más tarde vivió en Oceño y no se afincó definitivamente en Alles hasta 1951, en que sus padres se instalaron definitivamente allí, al lado de la bolera. El historial deportivo se inicia cuando todavía Benito vestía pantalones cortos en la bolera llanisca del “Bar Palacios”, ya desaparecida, donde con diecisiete años logra quedar Campeón de Asturias de Primera Categoría (1959). Allí demostró que el pantalón corto no es un estigma de inferioridad para los que tienen madera de campeones. Luego ha sido dos veces Campeón de España Absoluto, lo digo ya aunque volveré sobre ello, por si alguno que pudiera leer estas líneas lo ignora o simplemente, ya con el paso de medio siglo, no se recuerda. También ha sido diez veces Campeón de Asturias individual, ocho Campeón de Asturias por parejas, una vez Campeón de España de Clubs, cinco veces Campeón del Torneo Diputación (Liga División de Honor), tres veces campeón de la liga de ( Segunda Categoría.) A nivel de peña Benito jugó en la P. B. Corral de Treceno, La Campanona de Alles, la P. B. de Torrelavega, la P. B. de Comillas, la P. B. La Rabia, la P. B. Santa María del Sel y la P. B. Construcciones Rotella. En todas ellas puso lo mejor de si mismo para intentar llevar a buen puerto aquellos proyectos por los que esas peñas lucharon. Durante varios años formó con Fidel Linares una de las parejas más sobresalientes y emblemáticas del bolo palma. Y todo eso a pesar de haber tenido una importante lesión de espalda que le hizo jugar siempre con molestias y pasar por el quirófano. Y aunque volvió otra vez a las boleras con la fuerza de un novillero tuvo que dejar el juego casi en sus mejores años. Se fue con una mochila rebosante de amigos y un buen número de títulos, copas y trofeos que se recrean con orgullo en su coqueta vitrina de su casa de Alles, por cierto muy poco conocida.

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Panorámica de la bolera de la Plaza de las estaciones. Santander. donde Benito se proclamó por primera vez Campeón de España


Benito ha sido un jugador bastante completo. Con un brillante y efectivo juego a la mano y uno de los grandes birladores de media bolera para adelante de todos los tiempos. Ha jugado a los bolos por divertirse y ser feliz y si, al final, ganaba, pues mejor. Por eso después de quedar campeón de España la primera vez y después de haber jugado ya en peñas de Cantabria al año siguiente vino a jugar a la liga de Asturias, que comenzaba (1967) con la peña de su pueblo: “La Campanona” o en palabras de Fidel Linares: “cuando comenzó el baile de fichajes en los años 70-71 y muchos jugadores abandonaban a los equipos y peñas de toda la vida desoyó tentadores cantos de sirena y permaneció en la Bolística, y además, trajode su pueblo a un muchacho llamado Millán que jugaba a los bolos de maravilla.” Benito ha sido una persona muy sociable, con excelente facilidad para el trato, agradable, desprendido, pues el dinero nunca fue la seña de identidad más importante, que solo se enfadaba en asuntos concernientes al R. Oviedo o la política. Es un hombre que nació para jugar a los bolos y hacer historia, y la hizo, sobre todo, en aquel campeonato que celebraba las bodas de plata de la Federación Española de Bolos (1941-1966). Su intención era solo quedar bien, que no era un mal planteamiento para empezar, y además sin bolas (que tuvo que pedir prestadas), porque había que estar a muchas otras cosas. Con esa templanza comenzó la leyenda. Su triunfo sobre el gran campeón montañés Linares, en la bolera instalada provisionalmente en la plaza de las estaciones de Santander, es protagonista de un “hito histórico” que el paso del tiempo ha agrandado. Allí se proclama campeón de España de primera categoría individual poniendo término a una hegemonía cántabra, que duraba tanto tiempo como la propia historia de los campeonatos. Benito gana el gran campeonato de su historia deportiva.

Benito después de recoger la copa que lo acreditaba como Campeón de España, 1966

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Los bolos asturianos alcanzan su mayor gesta desde que son un hecho deportivo. Momentos después la organización del campeonato a través de la megafonía de la bolera felicita públicamente a la delegación federativa asturiana formada por el presidente Sr. Villamil, el jefe de competiciones, Sr. Poloncio, y el tesorero Sr. Barrutia. Un abrazo entre Linares y Benito sella el mejor espíritu de un deporte que presume de tener galones de nobleza y caballerosidad. Benito es fotografiado con los bolos entre los brazos en un gesto de poder y humildad. Acto seguido recibe la copa de campeón. Diferentes grupos de aficionados asturianos y compañeros de peñas cántabras lo pasean a hombros por la bolera trasladando al “corro” una estampa más taurina que Bolística. Muchos más dijeron haber estado allí. Yo no estuve; pero sí; Juan Sánchez, que infla el fuelle de la gaita para que los sones, con olor y sabor asturiano, subrayen en el corazón de Santander la gesta de Benito. Los titulares de la prensa cántabra del día siguiente no podían ser más elocuentes: “Un rapaz asturiano se proclama, por primera vez en la historia de los bolos, campeón de España”. A partir de esta fecha los medios cántabros que cubrían la información de este campeonato empezarán a llamar a Benito “El Rapaz de Alles”. Yo no sé si por admiración o cariño o por ambas cosas a la vez desde entonces Benito para la prensa y muchos, muchos aficionados y simpatizantes, será para siempre: “El Rapaz de Alles” Los enviados de la prensa asturiana al campeonato hablan de la mejor bolera del mundo que han visto en su vida escribiendo de este deporte y de la mayor multitud jamás reunida en una bolera (4000 personas) y subrayan con gran protagonismo el triunfo histórico de Benito.

Benito junto a un grupo de aficionados asturianos. Plaza de Las Estaciones, Santander, 1966.

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“La Campanona” de la iglesia de Alles se oyó en todos los pueblos de Peñamellera. Todavía en este tiempo el prestigio social de los bolos permite que la noticia tenga impacto y se difunda rápido y provoque alegría, orgullo y satisfacción en romerías, boleras y pueblos de la comarca oriental de Asturias. En aquel tiempo la biografía de Benito se hubiera vendido. Benito repitió suerte en un nuevo campeonato de España frente a Quintana en 1971 en la bolera cubierta de Ontoria (Cabezón de la Sal). Un campeonato muy emocionante que se definió en la penúltima bola y que primero tenía casi ganado, luego casi perdido y al final ganó por clase y carácter. Con ello demostraba que cinco años después, seguía entre los mejores, y que el triunfo de Santander en 1966 no fue casualidad. Benito ha sido un excelente y orgulloso (orgullo de pertenencia) representante de los bolos asturianos con birle, tanto dentro como fuera de la bolera y además, ha sabido compaginar sabiamente su condición de asturiano con su integración como jugador y compañero en el competitivo mundo bolístico montañés, donde no solamente ha sido respetado sino también apreciado. Por la huella que ha ido dejando tanto en el aspecto deportivo como humano ha contado con numerosos amigos y simpatizantes. Es el principal representante de esa embajada envidiable de emigrantes selectos que desde el cuerno oriental de Asturias se integra en las tierras bolísticas montañesas. Benito está casado con Marisol Llamazares de cuyo matrimonio tiene tres hijos: Puri, Mari y Benito. Hoy ya es un abuelo joven al que le gusta la tertulia, el aprecio y el trato con sus muchos amigos. Pasado a la reserva como jugador ha colaborado desde su retirada, hace ya bastantes años, en las competiciones que cada año se celebraban en Alles siendo una persona fundamental para que el Trofeo” Senén González Guerra” haya podido llegar a nuestros días. También ha colaborado como monitor en las dos Peñamelleras. Ha recibido la medalla de oro de las federaciones de bolos asturiana, cántabra y española, ha sido el primer jugador que ha recibido el Premio “Pico Peñamellera” (1996). En el Museo de los Bolos de Asturias situado en Panes ocupa un lugar destacado siendo considerado como el “héroe del museo”, al ser protagonista de la mayor gesta deportiva de los bolos asturianos desde que son considerados un hecho deportivo: Campeón de España Absoluto, de la modalidad de bolos más deportivizada (bolo-palma) dos veces: Santander 1966 y Ontoria (Cabezón de la Sal) 1971. El único jugador, no cántabro, que lo ha conseguido. Benito, recibiendo la copa de Campeón de España, Ontoria, 1971

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ICS

BENITO FERNÁNDEZ LLAMAZARES

Isidro Caballero Sardina Nació en Alles el 12 de marzo de 1972 , como último eslabón de una cadena de jugadores de bolos del Valle Alto de Peñamellera que se pierde en el tiempo. La confluencia de varios factores como son: proceder de una familia con tradición bolística, haber nacido en un pueblo que dentro de los alicientes que ofrecía para los niños y jóvenes era jugar a los bolos y la gran afición bolística de Alles hacen que Benito se decante desde pequeño por el deporte de los bolos a pesar de haber practicado también el fútbol en categorías de base y mostrar muy buenas maneras para el deporte rey. Para un niño que oía retinglar los bolos desde su casa y que había pasado su infancia entre las paredillas y los árboles de la bolera no fue excesivamente difícil integrarse en la liturgia del juego. Primero en el pueblo, luego en otros próximos y más tarde en competiciones oficiales. Su colección de trofeos empezó a crecer con la medalla y trofeo de subcampeón de España infantil. Años después sería el primero en el Nacional juvenil. Su reputación deportiva iba creciendo e ilusionando. Benito puede presumir y de hecho presume de haber tenido buenos maestros: “me enseñaron sobre todo lo que significan los bolos y a vivir los bolos y a descubrir que el juego de los bolos abre las puertas a un mundo en el que vale la pena perderse”. En los primeros momentos estuvo con su padre y también con Luis Ángel Sánchez, que le orientaron y animaron técnicamente y además le enseñaron cómo se tenía que estar en la bolera.

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Más adelante, ya en peñas, tuvo la suerte de tener como referente a Rafa Fuentevilla, que lideró durante cinco temporadas la peña bolística “Cuera” la cual defendió con mucha dignidad el pabellón oriental asturiano de bolo palma en la liga de división de honor nacional, y en la que además participaban, Pedro Ruiz “Pin” y Cortabitarte. Años después contó con la inestimable ayuda de: Antonio Saiz “El Belga” que le ayudó a mejorar y defender su juego individual y le enseñó que manejar con inteligencia el abc vale más que saberse el abecedario entero y barajarlo mal. Y así, con trabajo, constancia, con gran deseo de superación y de conocer sus posibilidades para que estas sean cada vez mayores, hoy es uno de los grandes jugadores de la liga cántabra de máxima categoría, la liga de bolos más importante del mundo. Benito lleva muchos años en la máxima categoría; es además un gran jugador de parejas y a nivel individual tiene un importante palmarés: • • • • • • • • • •

24 Ligas jugadas 2 Copas Cantabria (1994, con Hotel Chiqui y 2014, con Casa Sampedro) 1 Copa Apebol-Hipercor (2012) 2 Supercopas (con Casa Sampedro, 2013 y 2015) 17 concursos de 1ª ganados 12 veces Campeón Regional de 1ª de Asturias 1 Campeonato de España Juvenil (1990) 1 vez Subcampeón de España de Bolos Infantil (1986) 1 Subcampeonato Regional Parejas (con Noel Gómez, Torrelavega, 2015) 1 Campeonato Regional de 1ª Parejas Asturias con “Pin”

Seguro que Benito se sentiría un poco más satisfecho si en este palmarés (que es excelente) figurara algún Memorial “Senén Glez Guerra”, pero no pudo ser a pesar de que en el año 2010 estuvo cerca, logrando el subcampeonato tras una gran tirada de 157 bolos en cuartos de final; aunque luego, al no arrastrarse los bolos perdiese la final, que partía de cero, frente a Raúl de Juana. Todo es más difícil cuando los demás esperan y desean algo de ti porque no tienes la libertad de equivocarte. Pero al hacer balance no solo cuenta lo que se ha hecho si no también aquello que se ha intentado. Benito “como gran admirador de su padre” ha sabido también compaginar su integración como jugador en Cantabria con su condición de asturiano. Ha colaborado responsablemente y con gran disponibilidad tanto con los bolos astur-orientales con birle como con los bolos de Peñamellera. A pesar de su edad, todavía muy joven y con muchas cosas por hacer, ya tiene ganado un lugar de privilegio en el retablo de la historia de nuestros bolos astur-orientales con birle.

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PEÑAMELLERA ALTA, CORAZÓN DE AGUA Y ROCA María Fe Gómez Alonso

Magnífico compendio de la riqueza histórica, cultural, artística, y paisajística que encierra el Principado de Asturias. Se cobija enclavada entre dos cadenas montañosas de renombre, el Cuera y los Picos de Europa. Bañada por la travesía agitada del río Cares. Siempre el Cares, con un discurrir cuyos sonidos adquieren matices de recital para los oídos, es una invitación a contemplar sus aguas cristalinas pobladas de salmones, truchas, y reos; que cada año atraen a mayor número de apasionados de la pesca. Las aguas que riegan su territorio dejan gargantas y angosturas en el perfil. Su cauce es una incitación para desviarse laderas arriba. Deteniéndose a descubrir los secretos que guarda esta tierra. Ambas vertientes se convierten en excelentes balcones desde los que admirar la cara opuesta. Cada una con su personalidad y atractivo orográfico, y colorista. Cincelada por nombres propios de torreones. El pico Turbina mira a la cara de los gigantes calizos y a la bravura del Mar Cantábrico. Mientras la perpetua Pica Peñamellera, afilada montaña de agrestes murallones, hace de unión fronteriza entre el valle alto y bajo. Sitios de nombres sonoros y tradiciones milenarias - Alles, Rozagás, Llonín, Mier, Trescares, Cáraves, Ruenes, Oceño, Besnes, y otros-, donde el viajero se moverá entre sorpresa y sorpresa. Lugares ideales para practicar el senderismo, para disfrutar de la ruralidad, y más tarde recuperarse con su excelente oferta gastronómica. Habitada por pueblos que rezuman historia, envueltos en paisaje y crónica. Justificando la visita pausada. Las huellas de sus sucesos son los recuerdos de tiempos prehistóricos. La cueva de Llonín, la Concha de la Cova, perdura como uno de los grandes santuarios rupestres de la comarca. Un lienzo con más de un centenar de bóvidos, capridos, o caballos. Palacios blasonados e iglesias son testimonios de su ilustre pasado. La memoria de la emigración a las Américas y sus retornos han pervivido en las casonas de indianos. Habitantes laboriosos y hospitalarios. Aquí se gestaron cargos de ministro, procurador general, corregidor, y militares de alto rango. Hoy sus habitantes siguen haciendo honor al lema “Adelante el de Mier por más Valer”.

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Pico Turbina

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“Vuestro Tiempo” 221


VUESTRO JORGE ESTRADA ÁLVAREZ

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TIEMPO

JORGE ESTRADA ÁLVAREZ Fecha Nacimiento: 13.01.1998 Desde su comienzo en el Colegio Público Jovellanos de Panes (Asturias), fue evaluado por el Equipo de Orientación Educativa como un Alumno de Altas Capacidades, por lo que tuvo un anticipo de escolarización con 5 años y una aceleración en el curso de 3º de Primaria. Finalizó la ESO, en el Colegio Castroverde de Santander, con nota de Sobresaliente. En los años 2012 (14 años) y 2013 (15 años) fue premiado por el Instituto de Física de Cantabria (CSIC) como Joven Científico de Cantabria, por la exposición de sendos trabajos. Mientras cursaba 2º de Bachillerato. Obtuvo: La Medalla de Oro en la Olimpiada de Física de Cantabria, celebrada en Santander. La Medalla de Oro en la Olimpiada Nacional de Física, celebrada en La Coruña. La Medalla de Bronce en la Olimpiada Internacional de Física, celebrada en Kazajistán. Obtuvo Matrícula de Honor en el Bachillerato, también cursado en el Colegio Castroverde de Santander. Su Nota de Selectividad fue de 13,69. Obtuvo el Premio Extraordinario de Bachillerato de Cantabria, en 2014. Tiene los títulos de B2 en Inglés y B1 en Francés. Ha ingresado en la Universidad de Cantabria con 16 años y cursa la Carrera de Ciencias Físicas. En cursos 1º y 2º ha obtenido 20 Matrículas de Honor en las 20 Asignaturas cursadas. Ha realizado los siguientes cursos de especialización: “Matemáticas para todo y para todos”, en la Universidad Internacional Menéndez Pelayo. “Arduino, robótica e impresoras 3D”, en la Universidad de Cantabria. En la actualidad cursa, con 18 años, 3º de Ciencias Físicas en la Universidad de Cantabria.

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Emilio Seoane de la Losa Licenciado en Ciencias Físicas Profesor-Tutor de Jorge Estrada en el Colegio Castroverde

Conocí a Jorge en septiembre de 2010, él cursaba 3º de ESO y yo era su profesor de Matemáticas en el Colegio Castroverde de Santander. Enseguida destacó en la asignatura, pero su empeño no era aprobar, su empeño era aprender y se despertaba en él la curiosidad por investigar, es decir, su espíritu de ciéntifico. Al final del curso empezó a preparar, junto con su compañero Manuel Bochaca, un trabajo sobre “Cómo funcionan los ordenadores”, diseñando un decodificador decimal-binario que en el curso siguiente, presentaron al concurso “Tú, vales para ciéntífico”, promovido por el IFCA de la Universidad de Cantabria, obteniendo el primer premio. En bachiller fui su profesor de física. En el primer curso, siguiendo con su carácter de investigador, preparó un trabajo sobre ondas hertzianas, cuyo trabajo presentó al IFCA obteniendo nuevamente el primer premio, esta vez, a nivel individual.

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En este periodo ya empezó a preparar la Olimpiada y en el año 2014, resultó ganador de la fase local en Cantabria lo que le daba derecho a participar en la olimpiada nacional, que se celebró en Coruña donde obtuvo una medalla de oro y el premio a la resolución de ejercicios por el “problema de las mareas”. La obtención de la medalla de oro le permitía participar en la 45IPHO que se celebraba en Astana donde tras una brillante participación obtuvo una medalla de bronce. Con esta trayectoria, Jorge terminó la etapa secundaria con Matrícula de Honor y obtuvo el Premio Extraordinario de Bachillerato.

Y en ese año 2014, comenzó los estudios en el grado de Física, él pensaba estudiar Física pero la participación el las Olimpiadas fue determinante para consolidar dicha opción. Actualmente está cursando el tercer curso y su expediente es impresionante, aunque lo mejor de Jorge está por llegar.

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Medalla de bronce XLV Olimpiada Internacional de FĂ­sica

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Casa familiar de Jorge Estrada Ă lvarez

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ANDREA MARTÍNEZ ROQUE

Nació en Peñamellera Alta (1992). Inicio sus estudios en Alles hasta los 12 años. En Arenas de Cabrales hasta los 16. En Santander hasta los 18. Estudió en la Universidad de Oviedo, en la Escuela de Ingenieros Industriales, el Grado de Ingeniería en Tecnologías Industriales, el cual ya ha finalizado. En la actualidad, está estudiando un Máster de Ingeniería Industrial.

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Fotografías de Andrea Martínez Roque desde la sierra del Cuera

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NATALIA SOBERO GONZALEZ

Natalia lleva practicando desde los 5 años su mayor afición, el fútbol, lo que le ha llevado a estar en un equipo femenino de fútbol, a sus 15 años. Es una vecina de Trescares que empezó su carrera en el colegio C. P. E. B. Las Arenas, en equipos mixtos. Durante un partido Cabrales-Urraca fue ojeada y fichada por este último (2011-2016). Hace dos años fues seleccionada por la selección asturiana sub16 (2014-2016) y, actualmente, juega en el Real Sporting de Gijón Femenino B.

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ALEJANDRO ROZALEN VALERO

Este joven residente en Peñamellera Alta, es una gran deportista que ha participado en varias carreras y/o travesías, de distintos tipos y modalidades. Entre ellas destacan la Sotres Ski Tour, última carrera de esquí de montaña de la temporada 2016, en los Picos de Europa; primera participación en la Travesera 2015, a la altura de la Collada Bonita con la cara sur de Picu Urriellu y 40 km detrás, siendo el más joven en terminarla y siendo 1º en categoria Sub 23, y tercer puesto en la Tercera Edición de la Carrera por Montaña Turbina, en octubre de 2015”

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FotografĂ­as cedidas al Ayuntamiento de PeĂąamellera Alta por Alejandro Rozalen Valero

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TATIANA RUILOBA GARCÍA

Sale de Alles en 2003 y cursa bachiller entre Santander y Gijon. A la vez, se forma como Técnico Auxiliar de Enfermería en El López Vicuña, en Gijon, y termina con cursos de formación continuada y concurso de oposición en Santander. Actualmente está trabajando en Valdecilla y formándose paralelamente en técnico de imagen para el diagnóstico y radioterapia.

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Bolera en Alles

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ALFONSO MARTÍNEZ BADA

Nacido en Oceño el 9 de noviembre de 1993, este peñamellerano es un aficionado a la pesca, una tradición en este concejo, y a los deportes de montaña, entre ellos las carreras de trail. Estudió en el Colegio Público de Arenas de Cabrales, finalizó bachillerato en el Instituto Rey Pelayo de Cangas de Onís y, actualmente, es estudiante de informática en la Universidad de Oviedo. Su abuelo, Alfonso Martínez, fue guía del Picu Urriellu, y el 27 de septiembre de 2014, Alfonso subió al Picu Urrilu por primera vez en La Cordada, una tradición en honor a su abuelo, en la cual acompañaron al joven Alfonso su padre, Alfonso Martínez; Cipriano Lopez, Bernabé Aguirré, Roberto, Pablo, Juan Luis y Paco.

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Foto de recuerdo de La Cordada, el 27 de septiembre de 2014

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PABLO GONZÁLEZ HERRERO

Joven ganadero en el concejo de Peñamellera Alta.

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Ruta a la sierra del Cuera, de camino al Pico LiĂąo

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GALERÍA FOTOGRÁFICA DE PEÑAMELLERA ALTA

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Fotos de JosĂŠ Antonio Roque Llamazares

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Pico LiĂąo, a 1174 metros sobre el nivel del mar, en la sierra del Cuera.

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Lámpara en “La Catedral del Oriente de Asturias”, en Alles

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Ayuntamiento de PeĂąamellera Alta

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