í ndice
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1. eL orden internaciona L en eL sigLo xxi: un «escenario difíci L » Para eL esPíritu democrático
1. El galimatías de la democracia. Entre el ideal democrático y su materialización práctica .....................................
2. Clave: la creciente simbiosis entre las nuevas tecnologías, la difusión de la información y los sistemas democráticos 29
3. La defensa del modelo democrático constitucional: la contención de los poderes iliberales ....................................... 31
2. eL esPectro de La amenaza
1. Punto de partida: el incremento de la polarización política y la confrontación social. El auge de los discursos de odio y la radicalización ............................................ 42
2. ¿Lawfare? Algunas reflexiones socio-jurídicas .................... 48
3. La combinación de las campañas de desinformación y el recurso a la estrategia del lawfare como problema de seguridad 56
4. La cooptación de la política y la captura del Estado como posibles escenarios resultantes .......................................
3. nocividad de La maniPuLación informativa y Las estrategias de Lawfare. desafíos en ciernes .
1. El resquebrajamiento de los fundamentos del Estado democrático de derecho: Injerencia política, promoción de la inestabilidad, debilidad institucional y afianzamiento del descrédito de la democracia 74
2. La calidad de la democracia en juego 80
4. La vindicación de La utiLidad de Los servicios de inteLigencia frente aL desafío de La maniPuLación informativa y Las estrategias de Lawfare 89
1. Fundamentos socio-jurídicos de los servicios de inteligencia: su encaje democrático .............................................. 92
2. La inteligencia jurídica en defensa de la democracia y el Estado de derecho constitucional. Una herramienta para la gobernabilidad democrática
5. eL constitucionaLismo contemPoráneo y La actividad de inteLigencia: eL horizonte democrático a futuro
1. Aproximación al constitucionalismo sociológico y los objetivos de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible: la convergencia de designios constitucionales y aspiraciones democráticas universales 126
2. La construcción de una cultura de inteligencia como un rasgo de democracia avanzada
3. ¿Hacia una teorización democrática de la Inteligencia?
6. refLexión finaL. La imPortancia de Los servicios de inteLigencia en La Protección de La sociedad y La consoLidación de La
P róL ogo
1. En el agitado mundo que transitamos la democracia está sometida a distintas presiones, que dificultan su avance en términos de calidad. Las propias causas explicativas de la actual realidad conforman tales obstáculos, aunque con dimensiones e implicaciones diferentes. Nos referimos sobre todo al progreso tecnológico, la inseguridad internacional, los problemas ambientales, la hiperglobalización y la superpoblación. Cinco nudos gordianos que nos pondrán a prueba y que conforman un futuro presidido por la incertidumbre.
Al margen, y con un sentido más concreto, nos topamos con la extensión de la desigualdad y la discriminación, los radicalismos y la polarización, la prevalencia de intereses economicistas, y con la creciente manipulación informativa que hace tambalear las elecciones y el control del poder que debe ejercer la opinión pública.
Todo un desafío para la vigencia robusta del ideal democrático que con más frecuencia de lo que se piensa se oscurece por la bruma generada por toda esta problemática. Pero no nos engañemos, tales situaciones han sido creadas por el ser humano, no por un destino cosmológico inevitable. Ello evidencia que las personas son dueñas de su futuro y que pueden efectivamente intentar arreglarlo, aunque es cierto que en algún caso hay puntos de no retorno (como en el cambio climático).
Así las cosas, desde el mundo intelectual y académico es necesario analizar aspectos de esta realidad presente y futura para desentrañar su sentido y alcance y proponer soluciones. Es precisamente lo que hace de forma brillante el autor de este libro, Daniel Sansó-Rubert Pascual, que fue en su día nuestro doctorando y que ahora veo con fruición que vuela con éxito en el mundo de la investigación académica. Sus publicaciones lo avalan, como la obra que ahora prologamos, bien trabada, con un hilo argumental coherente que nos invita a reflexionar sobre los relevantes aspectos que aborda. Su prosa rebosa equilibrio, entre el necesario rigor académico y una accesibilidad que la hace comprensible para distintos tipos de lectores.
Este ensayo constituye una contribución destacada en el terreno de los estudios de seguridad, inteligencia y politología, no solo por la profundidad de su análisis, sino también por su capacidad para abordar temas complejos con una claridad suficiente. A lo largo de sus páginas, el autor despliega maestría al interrelacionar teorías clásicas y contemporáneas, ofreciendo, incluso, una nueva perspectiva que enriquece la comprensión de fenómenos sociales fundamentales. La solidez de su argumentación se combina con un soporte doctrinal adecuado, lo que evidencia una investigación rigurosa que facilitará la divulgación y el conocimiento de esta obra. Además, la originalidad de su enfoque y la capacidad para plantear preguntas cruciales sobre el futuro de nuestras sociedades lo destacan como una obra muy pertinente para los debates actuales.
2. En términos de seguridad, los riegos y amenazas son heterogéneos y amplios, unos de tipo tradicional heredados del pasado, otros reformulados e, incluso, nuevos. Nos referimos, como se puede ver en distintos documentos estratégicos, al terrorismo, las ciberamenazas, el crimen organizado, los conflictos armados, el espionaje, la proliferación armamentística, la vulnerabilidad energética, las catástrofes, las epidemias, el cambio climático, los movimientos irregulares de personas, las crisis económico-financieras, la manipulación informativa, la atención específica de las infraestructuras críticas, o los radicalismos y populismos. Ello exige que asumamos un sentido horizontal y genérico de seguridad, ligado también a la vigencia de los derechos fundamentales y a una situación de tranquilidad que permita avanzar a la sociedad.
Esta diversidad de riesgos y amenazas es una poderosa razón para prestar suma atención al rol que deben jugar los servicios de inteligencia en las modernas democracias, lo que obliga a la doctrina a abordar esta necesaria actualización. Esta obra se sitúa en esa línea imprescindible, pues sólo con trabajos especializados y rigurosos podremos conseguir superar la panoplia de riesgos y amenazas indicada. Los decisores públicos no deben actuar de manera irreflexiva, esperando tan sólo un resultado inmediato, de corto plazo, que desactiva posibles críticas de una opinión pública seducida por las urgencias, la excitación y las emociones. Por el contrario, lo que será eficaz a medio y largo plazo es el trabajo duradero, con soporte científico, que aporte verdadero conocimiento a disposición del proceso de toma de decisión. Nos congratula que Sansó-Rubert se halle es esta línea, lo que aporta más sustancia a este prólogo.
3. El libro explora la relación entre los servicios de inteligencia, la democracia y el constitucionalismo en un contexto contemporáneo marcado por desafíos globales como la desinformación, el lawfare y la polarización política. Desde distintas variables se aborda cómo los servicios de inteligencia desempeñan un papel crucial en la protección de las democracias constitucionales frente a amenazas internas y externas, y se reflexiona sobre el papel de la denominada inteligencia jurídica, que es tanto un mecanismo de seguridad como un pilar para la estabilidad y gobernabilidad democrática.
En el comienzo de la obra se examina cómo la democracia, aunque ha sido considerada el sistema de gobierno predominante del siglo xx , enfrenta importantes desafíos en el presente siglo xxi . Estos desafíos incluyen la creciente polarización, la desinformación, el auge de poderes autoritarios y la influencia de nuevas tecnologías que ponen en peligro la estabilidad democrática. El autor destaca que, aunque la democracia ha sido históricamente un ideal inalcanzable en su plenitud, se ha convertido en la forma de gobierno más legítima. Sin embargo, advierte que la consolidación de sistemas democráticos ha sido obstaculizada por múltiples factores como los indicados.
Se hace referencia a las ideas de pensadores como Francis Fukuyama, quien en su ensayo El fin de la historia predijo que la democracia liberal occidental sería el modelo definitivo de gobierno humano. Estas ideas se pergeñaron en la época de la caída del Muro de Berlín. Sin embargo, los acontecimientos posteriores han desafiado esta visión optimista. Esto ha generado preocupaciones sobre la durabilidad del sistema democrático liberal en un entorno global de creciente volatilidad.
De este modo, Sansó-Rubert subraya cómo la democracia enfrenta una crisis de credibilidad debido en buena parte a la manipulación informativa, que es capaz de debilitar el tejido democrático. De igual forma, se muestra la relación cada vez más compleja entre democracia y tecnología. Si bien las nuevas tecnologías han ampliado las libertades individuales y han democratizado el acceso a la información, también han sido utilizadas como herramientas para la manipulación y la inestabilidad. Esta dualidad plantea nuevos desafíos para la gobernabilidad democrática. En este difícil contexto, los servicios de inteligencia juegan un papel crucial al ayudar a identificar amenazas internas y externas que buscan socavar las democracias constitucionales.
El capítulo 1 se cierra advirtiendo que las democracias del siglo xxi deben aprender a defenderse no solo de amenazas externas, sino también de aquellas internas, como la polarización y el descontento social. El auge de regímenes iliberales y la desinformación constituyen un grave peligro para la estabilidad democrática, lo que requiere que las democracias adopten medidas más robustas para protegerse a sí mismas.
En el capítulo 2 se describe cómo el aumento de la polarización política y la confrontación social ha generado un ambiente de creciente incertidumbre en las democracias modernas. Se destaca el auge de los discursos de odio y la radicalización, factores que contribuyen a la erosión del tejido social y a la inestabilidad política. Los servicios de inteligencia son presentados de nuevo como herramientas clave para identificar y mitigar estas amenazas.
Además, se introduce el concepto de lawfare , un término que hace referencia al uso estratégico de la ley como un arma política, con el objetivo de desestabilizar gobiernos y erosionar la democracia. La desinformación y el lawfare son identificados como dos de las principales estrategias utilizadas por actores autoritarios para socavar las democracias desde dentro. Estos ataques no solo debilitan las instituciones democráticas, sino que también erosionan la confianza pública en el sistema. El autor argumenta que la combinación de campañas
de desinformación y el uso del lawfare representa un serio problema de seguridad para las democracias constitucionales. Los servicios de inteligencia, en este contexto, no solo tienen la responsabilidad de proteger la soberanía del Estado, sino también de salvaguardar la estabilidad del sistema democrático frente a estos ataques sistémicos.
Resulta inquietante, pero realista, la explicación que efectúa Sansó-Rubert sobre la cooptación de la política y la captura del Estado por parte de intereses privados o autoritarios. Una estrategia bien ejecutada de lawfare y desinformación podría generar tal resultado, lo que provocaría que el poder democrático se viera cada vez más controlado por intereses particulares en detrimento del bien común.
El libro entra en más detalles en el capítulo 3 sobre la manipulación informativa y las estrategias de lawfare. A lo largo de esta parte se describen los efectos negativos que tales fenómenos tienen sobre los sistemas democráticos, destacando en ello la erosión de la confianza pública en las instituciones y el fomento de la polarización política. Así es, la manipulación informativa debilita las instituciones democráticas al sembrar desconfianza en los ciudadanos, promoviendo la inestabilidad política y debilitando la legitimidad de las instituciones. Por su parte, las estrategias de lawfare se utilizan para atacar directamente a figuras políticas o instituciones, erosionando su credibilidad y contribuyendo al descrédito de la democracia en su conjunto. La proliferación de noticias falsas, la distorsión de hechos y el uso estratégico del sistema legal comprometen el derecho de los ciudadanos a una información veraz y a una justicia imparcial. Ante todo ello, se resquebrajan los fundamentos del Estado democrático de Derecho y la calidad de la democracia está en juego ya que estos problemas no sólo afecta a personas o instituciones concretas sino que inciden en términos generales y profundos. Como colofón de este capítulo 3 el autor entiende que, para enfrentar estos desafíos, las democracias deben reforzar sus sistemas de inteligencia y establecer mecanismos para contrarrestar la desinformación y el lawfare, garantizando la protección de la verdad y la estabilidad democrática.
En el capítulo siguiente, el 4, se da un paso más en el iter argumental para defender de manera seria y ordenada la utilidad de los servicios de inteligencia frente a la problemática apuntada anteriormente. El autor destaca cómo los servicios de inteligencia se han vuelto esenciales para enfrentar las amenazas que presentan la desinformación y el lawfare . Más en concreto, se defiende la inteligencia jurídica y la inteligencia de seguridad, que deben trabajar conjuntamente para proteger el Estado de Derecho y garantizar la estabilidad democrática. Esta colaboración permitirá identificar y mitigar las amenazas derivadas del uso indebido del sistema judicial y las campañas de desinformación. Se señala también la importancia de establecer mecanismos democráticos de control sobre los servicios de inteligencia, asegurando que sus actividades respeten los derechos fundamentales y operen dentro del marco constitucional. El capítulo concluye que los servicios de inteligencia no solo deben reaccionar ante las amenazas, sino también actuar de manera proactiva para garantizar la gobernabilidad democrática y la protección de las instituciones.
El apartado 5 de la obra examina la relación entre el constitucionalismo y la actividad de los servicios de inteligencia en el contexto de las democracias modernas. Se enfoca en la manera en que los servicios de inteligencia pueden contribuir a la consolidación de un orden constitucional robusto, especialmente frente a las amenazas contemporáneas, como los ya citados lawfare y desinformación. Sansó-Rubert argumenta que el constitucionalismo debe adaptarse a las nuevas realidades globales, donde los desafíos a la seguridad provienen no solo de actores tradicionales, sino también de poderes no estatales y redes transnacionales que utilizan las nuevas tecnologías para desestabilizar los sistemas democráticos.
Encontramos aquí oportunas reflexiones sobre el constitucionalismo sociológico y la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Es posible y recomendable conectar los objetivos del constitucionalismo contemporáneo con las metas de esa Agenda 2030 de las Naciones Unidas. Se resalta la importancia de un constitucionalismo que aborde los desafíos globales, incluyendo la seguridad, justicia social, y la sostenibilidad; y se plantea que una democracia avanzada debe contar con un sistema de inteligencia que garantice la seguridad dentro de los marcos de legalidad y derechos fundamentales.
De este modo, la cultura de inteligencia se revela como un rasgo de democracia avanzada: es importante desarrollar una cultura de inteligencia en las democracias, en la que los servicios de inteligencia operen de manera transparente y respetuosa con los derechos humanos, pero que también estén equipados para enfrentar las amenazas modernas de manera eficaz. Por ello, se propone que las democracias avanzadas integren plenamente a los servicios de inteligencia como un componente esencial en la protección del Estado de Derecho.
Este capítulo 5 finaliza explorando la idea de una teorización democrática de la inteligencia, donde los servicios de inteligencia no solo protegen al Estado de amenazas externas, sino que también contribuyen activamente a la gobernabilidad democrática. Esto incluye el uso de la inteligencia para proteger la transparencia, la rendición de cuentas y los derechos de los ciudadanos. Por lo tanto, los servicios de inteligencia, si se manejan adecuadamente, pueden ser instrumentos fundamentales para la consolidación y defensa de la democracia constitucional en el siglo xxi . Así se defiende un marco de inteligencia que no solo se enfoque en la seguridad, sino que también respete y refuerce los principios democráticos, alineándose con los objetivos globales de desarrollo y justicia social.
El capítulo 6 pone fin al libro. En él se realiza un balance general sobre el papel de los servicios de inteligencia en el marco de una democracia constitucional. El autor subraya cómo estos servicios son fundamentales para garantizar la seguridad nacional y proteger las instituciones democráticas frente a amenazas tanto internas como externas. Se argumenta que los servicios de inteligencia deben operar siempre dentro de un marco legal y constitucional, respetando los derechos fundamentales y las libertades civiles. Tales servicios pueden adoptar un rol preventivo para anticiparse a posibles amenazas que puedan
desestabilizar el orden democrático. Esto convierte su trabajo en esencial para la estabilidad y protección del sistema democrático. En conexión con estas ideas el autor enfatiza la importancia de encontrar un equilibrio entre la protección de la seguridad nacional y la preservación de los derechos de las personas. Aunque los servicios de inteligencia requieren cierta discreción en sus operaciones, esto no debe ser motivo para que se vulneren los principios democráticos ni los derechos fundamentales. En esta línea, para evitar abusos y garantizar que los servicios de inteligencia actúen dentro del Estado de Derecho, es necesario contar con mecanismos de control democrático y supervisión judicial. Esto asegura que las actividades de inteligencia no pongan en peligro la libertad de los ciudadanos ni la estabilidad del sistema democrático. SansóRubert también insiste en la imprescindible adaptación continua a las amenazas modernas, como los ciberataques, las campañas de desinformación masiva, y el uso de inteligencia artificial para influir en la opinión pública. Estos desafíos requieren que los servicios de inteligencia actualicen sus capacidades tecnológicas y sus propias estrategias.
Finalmente, se concluye que los servicios de inteligencia juegan un papel vital en la consolidación de la democracia, no solo defendiendo al Estado de amenazas, sino también garantizando que el sistema democrático funcione de manera estable y segura. La confianza pública en estos servicios es crucial para su éxito, y solo puede lograrse a través de la transparencia y la rendición de cuentas. En todo caso, debemos apostar por el constitucionalismo y por la defensa de los derechos fundamentales para guiar los avances, tanto en seguridad como en inteligencia.
4. Sin duda, coincidimos con las reflexiones finales del capítulo 6 de esta destacada obra respecto a la importancia de los servicios de inteligencia en un sistema democrático. Un correcto desempeño de los mismos no sólo protegerá a la sociedad en el convulso entorno actual, sino que también afianzará la propia democracia. Debemos apoyar una conformación actualizada de tales servicios, con una regulación plausible, los debidos controles y los medios adecuados, para que actúen como garantes de la seguridad nacional y de la estabilidad institucional. Hay que dispersar las brumas que el pasado mantiene sobre estas entidades en los países democráticos y apostar por diseñarlas correctamente para que sean una garantía más de los derechos y libertades. La tarea es ciertamente posible, aunque en alguno de sus extremos puede ser difícil.
En efecto, los servicios de inteligencia deben tener el mandato de proteger al Estado de Derecho frente a amenazas internas y externas, lo que incluye la vigilancia de actores que tratan de socavar las instituciones democráticas mediante el uso de la violencia, la desinformación o el uso estratégico del sistema legal para desestabilizar (lawfare). Resulta evidente que los servicios de inteligencia deben actuar dentro de los límites de la Constitución y las leyes nacionales, evitando abusos de poder que puedan erosionar los derechos fundamentales.
Los servicios de inteligencia proporcionan a los responsables políticos la información estratégica necesaria para tomar decisiones informadas sobre po-
lítica interior y exterior. Este apoyo a la toma de decisiones fortalece la capacidad del gobierno democrático para responder a crisis y gestionar riesgos, asegurando que las políticas adoptadas estén basadas en un conocimiento preciso de la situación nacional e internacional.
Asimismo, una de las esencias de estos servicios debe mantenerse y enfatizarse: el mantenimiento de la seguridad nacional, lo cual también es un pilar de cualquier democracia. Las amenazas que ponen en peligro la soberanía y la integridad territorial deben despertar una atención prioritaria. En esta línea, los servicios de inteligencia pueden desempeñar además un papel preventivo al identificar y neutralizar amenazas antes de que se materialicen, que en el predio de la seguridad son de diverso tipo como vimos al comienzo de este prólogo. No cabe duda de que el análisis de inteligencia permite anticipar riesgos y planificar respuestas coordinadas que salvaguarden la estabilidad política y social. La democracia sólo prospera en un entorno seguro en el que las instituciones operan sin la amenaza constante de violencia o subversión.
De igual forma, los servicios de inteligencia son capaces de enfrentarse a las campañas de desinformación que persiguen polarizar a la sociedad y engañar a la opinión pública. Para ello pueden ejercer labores de supervisión, identificación, contrapropaganda y puesta en conocimiento de las campañas desinformadoras a otros órganos.
Con las actuaciones reseñadas y bien implementadas estos servicios desempeñarán una labor de fortalecimiento institucional en tanto en cuanto protegen a los órganos democráticos de intentos de infiltración, corrupción o subversión. Esto es especialmente importante en democracias jóvenes o en transición, donde las instituciones pueden ser más vulnerables, pero también resulta útil en sistemas consolidados. La capacidad de los servicios de inteligencia para detectar conspiraciones internas o interferencias externas es vital para el desarrollo de una cultura democrática sólida.
5. Todo lo dicho debe verse acompañado por los principios de transparencia y de rendición de cuentas, si bien con modulaciones porque habrá actividades que necesariamente deben mantenerse en secreto. Con estas salvedades, justificadas de manera razonable, estos servicios tienen que estar sujetos a controles democráticos. De esta forma, y como también se sostiene en el libro, la supervisión parlamentaria y el control judicial son esenciales para evitar abusos de poder y garantizar que los servicios de inteligencia actúen en interés de la sociedad y no en su contra. El control debe abarcar todas las etapas del ciclo de inteligencia, ser independiente y contar con recursos suficientes. Para ello debe existir una legislación clara que regule las actividades de los servicios de inteligencia, garantizando su operación dentro de los límites del Estado de Derecho. Sus normas tienen que definir las competencias, límites y responsabilidades de los servicios de inteligencia, lo que incluirá los referidos mecanismos de control y supervisión.
Debemos sofisticar la capacidad de análisis para afrontar el desafío clave de equilibrar la seguridad nacional con la protección de los derechos funda-
mentales. Las distintas actividades de los servicios deben estar alineadas con los principios democráticos y estos derechos, evitando violaciones, por ejemplo, a los derechos ligados a la privacidad. Así es, el uso de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y los sistemas de tratamiento de big data , plantea desafíos jurídicos y éticos sobre cómo emplear la información de las personas sin violar sus derechos. La consolidación democrática depende, en gran medida, de que los servicios de inteligencia logren equilibrar su misión de seguridad con el respeto de los valores y principios democráticos. Así se reforzará la confianza ciudadana. Esta sofisticación también pasa por enfatizar la inteligencia estratégica y prospectiva, que será capaz de reducir la incertidumbre que a veces nos atenaza.
Los servicios de inteligencia deben desarrollar una sólida cultura ética dentro de la organización, lo que implica que los agentes y funcionarios operen con altos estándares de profesionalismo, respeto a los derechos humanos y una clara conciencia de sus responsabilidades hacia la sociedad. Una ayuda en este sentido son los códigos de conducta que regulen comportamientos con un fuerte enfoque en la ética, el respeto a la legalidad y la no discriminación. Los agentes y funcionarios de inteligencia deben recibir una formación continua más allá de los aspectos técnicos y operativos, abarcando el cumplimiento de las normas legales y los derechos fundamentales. En esta línea, también se precisa un marco ético en el desarrollo tecnológico. Para aumentar la eficiencia de los servicios de inteligencia se requiere el uso de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial y la vigilancia digital. Sin embargo, es crucial que estas tecnologías se utilicen de manera controlada, evitando la invasión no legítima de la privacidad y protegiendo los datos personales de los ciudadanos. Crear marcos éticos y normativos para el uso de tecnologías avanzadas en inteligencia es fundamental para evitar que estas herramientas se conviertan en instrumentos de abuso.
Asimismo, hay que promover la innovación en el ámbito de la inteligencia. La creación de una cultura de inteligencia debe fomentar la innovación constante en la recopilación y análisis de información. Utilizar nuevas tecnologías, como el análisis de big data y la inteligencia artificial, puede mejorar la capacidad de los servicios de inteligencia para prever y neutralizar amenazas. Al mismo tiempo, es esencial equilibrar esta innovación con el respeto por los derechos individuales, evitando que el avance tecnológico se convierta en una amenaza para las libertades civiles.
De igual modo, la cooperación internacional entre los servicios de inteligencia es clave para enfrentar desafíos como el terrorismo, el crimen organizado transnacional y la desinformación. Participar en redes de inteligencia internacionales y compartir información con otros países puede fortalecer la capacidad de los servicios de inteligencia para proteger la seguridad nacional. Es evidente que en un mundo globalizado como el actual, las amenazas a la seguridad no tienen fronteras.
También debemos traer a colación la necesaria colaboración de los servicios de inteligencia con otros organismos gubernamentales, como las fuerzas de
seguridad y los ministerios de defensa, para asegurar una respuesta coordinada a las amenazas a la seguridad. El sentido poliédrico y horizontal de esta así lo reclama superando visiones individualistas anquilosadas en el pasado.
En todo caso, debemos construir un papel relevante de los servicios de inteligencia en la consolidación de la democracia, para lo cual habrán de seguirse los ejes que acabamos de comentar, además de fijarse con atención en las interesantes consideraciones del libro de Sansó-Rubert que ahora prologamos.
6. Este planteamiento para modernizar los servicios de inteligencia en las democracias del siglo xxi requiere tanto un nítido apoyo en la opinión pública como una clara voluntad de los decisores públicos, correctamente asesorados por expertos en esa materia. No debemos caer en el populismo para reproducir perjuicios ya superados de décadas pasadas. La actividad de inteligencia debe ser regularmente actualizada para no perder eficacia y proveer de información útil a los órganos que la demandan. El ciclo de inteligencia es una metodología consolidada y acertada, que debe ser continuamente empleado para satisfacer las crecientes necesidades de conocimiento de los decisores públicos más elevados. La normativa española confía en nuestros servicios. Así, el art. 9.2 de la Ley 36/2015, de 28 de septiembre, de Seguridad Nacional afirma que “los Servicios de Inteligencia e Información del Estado, de acuerdo con el ámbito de sus competencias, apoyarán permanentemente al Sistema de Seguridad Nacional, proporcionando elementos de juicio, información, análisis, estudios y propuestas necesarios para prevenir y detectar los riesgos y amenazas y contribuir a su neutralización”.
Se ha buscado promover una cultura de inteligencia para acercarse a la sociedad. Se trata de iniciativas de sensibilización y divulgación de conocimiento, que parten del convencimiento de que la imagen que proyecte en la opinión pública los servicios de inteligencia determina la propia reputación e incidencia de tales servicios. En España podemos hablar de una verdadera comunidad de inteligencia conformada por distintas entidades que deberían cooperar de manera continua en la búsqueda de sinergias. Nos referimos al Centro Nacional de Inteligencia (CNI), el Centro de Inteligencia de las Fuerzas Armadas (CIFAS), las unidades de información de la Policía Nacional, Guardia Civil y policías autonómicas, el Centro de Inteligencia contra el Terrorismo y el Crimen Organizado (CITCO). Construir una cultura de inteligencia en una sociedad democrática implica establecer valores, prácticas y estructuras que promuevan la utilización eficaz y ética de los servicios de inteligencia para proteger la seguridad nacional sin comprometer los derechos fundamentales ni la transparencia. Se debe involucrar a la sociedad civil y a la ciudadanía con una educación que subraye el papel legítimo de los servicios de inteligencia en el sistema constitucional. Los ciudadanos tienen que comprender que estos servicios están diseñados para proteger sus libertades y su seguridad, siempre dentro del marco legal fijado. Así se fomentará el debate público sobre las cuestiones de seguridad e inteligencia, lo que puede ayudar a crear un entorno en el que la ciudadanía se sienta informada y parte del proceso de control de los servicios de inteligencia.
Es imprescindible seguir con el esfuerzo de la promoción de la cultura de inteligencia. Algo se ha avanzado en España, pero semeja que falta trecho por recorrer para asentar tal cultura. El presente libro es una ayuda en este sentido. Esta cultura facilitará la imagen y la legitimación del ejercicio de la actividad de inteligencia, pero también redundará positivamente en la valoración del resultado de esa labor y en la consolidación institucional. Es decir, debemos ser decididos y trabajar para fortalecer la inteligencia como proceso, como resultado y como institución. Una cultura de inteligencia situada en el marco más amplio que ofrece una robusta cultura de seguridad al servicio del fortalecimiento democrático.
7. En fin, un excelente libro para entender varios de los vectores de problemas que afectan a nuestras democracias, con específicas propuestas en la búsqueda de su solución. Argumentos bien construidos y expuestos, con apoyo en una amplia bibliografía, que seguro deleitarán al lector interesado en esta parcela de la realidad jurídico-política. Necesitamos más que nunca aportaciones científicas serias y rigurosas, que sean capaces de diseccionar la problemática que presiona la calidad de nuestras democracias para conocer sus verdaderas causas y motivaciones. Y a partir de ahí proponer las pertinentes respuestas que neutralicen los aspectos negativos, los reconstruyan o los hagan asumibles en un contexto distinto. Con obras como esta nos situamos en el buen camino.
Construir una cultura de inteligencia sólida y ética es un desafío crucial para cualquier sociedad democrática. Implica no solo garantizar que los servicios de inteligencia operen eficazmente para proteger la seguridad nacional, sino también asegurar que lo hagan dentro de los límites del Estado de Derecho y con pleno respeto a los derechos fundamentales. La transparencia, la rendición de cuentas, el control judicial y la ética profesional son elementos esenciales en este proceso, junto con la cooperación internacional y el uso responsable de tecnologías avanzadas.
Y también necesitamos trabajos que aporten luz a toda esta retahíla de mejoras y actualizaciones que alimentarán a la democracia. El libro que sigue es uno de ellos, aprovéchenlo.
José Julio FernÁndez rodríguez Santiago de Compostela, septiembre de 2024