ACUARIOS AUTÓCTONOS ©Sergio Ledo, Enero de 2.003. Prohibida su reproducción, copia y exposición total ó parcial sin consentimiento del autor. Muchas veces, cuando mantenemos acuarios, procuramos dentro de lo posible imitar a la naturaleza enmarcándola en 5 trozos de cristal (si sólo tenemos un acuario). Aún con la elección correcta de animales y plantas resulta insuficiente y procedemos a armar nuevos acuarios. Somos exigentes en la elección de los habitantes y aunque esté completo y equilibrado, siempre nos faltará el “broche de oro”. Es entonces cuando surge en la vida del acuariófilo una nueva etapa, la recolección, mantenimiento y valoración de los peces y plantas autóctonos y en este punto debo hacer una aclaración “los killies no son los únicos peces que se recolectan” y digo esto porque este comportamiento siempre se atribuye a los killiófilos. En esta etapa es donde los que tenemos a mano un volumen de agua, llámese charco, bañado, arroyo, río, zona costera, etc., empezamos a aprender sobre la vida que nos rodea y que a veces está a nuestro alcance y no nos damos cuenta. En general creo que uno de los fenómenos más comunes es la desvalorización de los peces autóctonos que poseemos en nuestra ictiofauna, por más bellos colores que desplieguen, simplemente los dejamos de lado por ser “nacionales”. Una de las ventajas más significativas es la posibilidad de conocer e investigar el biotopo natural, el poder tomar las mediciones de los parámetros del agua, sustrato, tipo y cantidad de vegetación, la influencia humana sobre el hábitat, la diversidad de insectos, etc. etc. Con toda esta información estaremos en condiciones de armar nuestro acuario autóctono, disponiendo para ello de uno de los principios de la acuariofilia (elegir el acuario más grande posible). Pero debemos tomar las medidas y la “conciencia” necesaria para no lograr “depredar” la zona de recolección, así como extremar las medidas para evitar la muerte de los peces durante y después de su c aptura. En caso de que no estar seguros de las necesidades, será mejor que dejemos el o los animales en estado salvaje y que busquemos de mantener los peces que encontremos en los comercios. Otro dato importante de considerar es que debemos estar informados sobre las leyes que nos rigen en cada región o país para evitar multas y dolores de cabeza. Si el cauce de agua cruza por alguna propiedad privada, tratemos de conseguir la autorización del dueño o encargado de la misma. A veces es mejor realizar viajes de reconocimiento y observación antes del viaje de captura. Informarse sobre los peligros que puedan surgir en esta tarea: Procedencia inicial del agua, zonas urbanas por las que atraviesa, especies de reptiles que pudieran resultar letales, insectos picadores, arácnidos, etc. etc. Hay 3 formas básicas de recolectar nuestros nuevos huéspedes: Desde la orilla o margen, desde una embarcación, o uno dentro del agua propiamente dicho; ésta última supondrá 3 variantes a saber: sólo los pies dentro, con el a gua hasta el pecho o bien totalmente sumergido. Para cada una de ellas se deben emplear distintas artes de recolección. En el caso de estar en el margen se puede utilizar una red de “voleo” (red circular con pesos en su circunferencia), una red con mango largo (no más de 1,5 m. de largo porque se pierde maniobrabilidad) o una red de arrastre (rectangular con pesos en el largo inferior y boyas en el opuesto). En el resto de las opciones se podrán utilizar también redes de mano pequeñas que darán más velocidad a la captura, especialmente si se está buceando.
El tramado de las redes dependerá de la búsqueda del tamaño mínimo de pez, aunque si la trama es demasiado pequeña ofrecerá mayor resistencia y será más difícil de utilizar. Las formas pueden ser variadas: Desde redes cuadradas, rectangulares, redondas, ovaladas o triangulares. Algunas pueden tener bordes rígidos, trozos de plomo, flotadores, etc.