La cárcel tiene la capacidad de no quedarse en la celda, en el pabellón, en la cocina, en los muros que la rodean, sino de seguir: de llegar al barrio, a la casa de madres, padres, novias, de todxs aquellxs que tienen un familiar o afecto presx.
En este número de la revista Atrapamuros abordamos desde adentro y desde afuera, cómo viven y resisten las condenas los y las familiares.