EL BORDE
Autobiografía
E SU MANTO
de Virginia Brandt
Las promesas de Dios son ARROYOS QUE NUNCA SE SECAN
por Yirginia
Brandt
EN SUS ALAS TRAERA CURACION
Compilación
de citas acerca de la curación
¡Por fin! ¡Los dos libros de la Abuela en un solo vol umen ! ¡Y además una compi lación acerca de la fe y I.::¡ curación! ¡Todo para infundirte fe para recibir respuestas a tus oraciones! ¡DTB!
El borde de Su manto "En las montañas
EL BORDE DE SU MANTO
Blue Ridge de Virginia"
Había un predicador ambulante que recorría los senderos de las montañas Blue Ridge publicando el evangelio. Desde Ronsevert, Virginia del Oeste, hasta Old Point Comfort, en la costa este, y pasando por Valley Forge y Roanoke, contaba el "antiguo relato". A pesar de que amaba las colinas de Virginia y a la gente hospitalaria de aquella región, era joven y ambicioso, y a menudo soñaba con una iglesia grande en la que pudiera predicar a multitudes de personas y ver cumplidas sus ilusiones. Asimismo tenía pensado ser escritor en el futuro, para llegar a los corazones de la gente no solamente con mensajes hablados, sino también escritos. Este hombre se llamaba John, y, como el discípulo amado, anhelaba más que nada complacer a su Maestro y entregar su vida al máximo a Su servicio. Tenía delante muchos obstáculos, pruebas severísimas, sacrificios inmensos y auténtica pobreza; y todo esto en aquel tiempo en que la iglesia rural y de pueblo daba para vivir con las justas a los tradicionales predicadores ambulantes. Pero este joven tenía una voluntad indómita, un valor inmarcesible y una firme determinación, todo ello a consecuencia del durísimo trabajo que había te¡lido que realizar siendo un hijo de campesino y de las penalidades y miserias que había tenido que sufrir en una vieja granja de Ohio , Fueron precisamente esas cualidades, junto con su fe en Dios y la oración, las que le llevaron -igual que a muchos otros chicos campesinos que tenían los mismos obstáculos que vencerdesde la obscura granja a la realización de sus sueños. Hoy en día, si tomas un libro muy conocido, "Who's Who in America" (Quién es Quién en EE.UU.) y deslizas lentamente tu dedo por la página de la letra "B", encontrarás su, apellido, Brandt, y después el nombre, John Lincoln. *Véase la nota al pie de la página.
Autobiografía de
VIRGINIA
'BRANDT
NOTA: Sacada del tomo correspondiente a 1933 de "Quién es Quién en EE.UU." BRANDT,JOHN LINCOLN: Pastor, orador, ministro ordenado por la Iglesia de los (Discípulos) Cristianos; pastorados: Denver, Terre Haute, Toledo, Valparaíso, Sto Louis, Muskogee, Oklahoma, Iglesia Catedral de Cristo, Melbourne, en Australia. Ahora pastor de la Iglesia Cristiana de N. Vermont, Los Angeles. conferenciante; ha viajado mucho, masón. Obras: La cena del Señor 1888, Momentos decisivos de la vida 1890, El matrimonio y el hogar 1892, Lo falso y lo verdadero 1893. Sermones que salvan almas 1895, La supremacía ang losajone 1915, Importantes cuestiones bíblicas 1926, Encontrar a Cristo 1939. Capitán [ack , Autor de artículos para revistas y periódicos religiosos.
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EL BORDEDE SU MANTO
------------------------------------------------------------------------Mas este libro trata de la historia que empezó cuando en aquella época de Blue Ridge nació en la casa del joven predicador ambulante una niñita pequeñita, tan pequeñita que no pesó muchos kilos. Esa niñita fui yo, que nací en Ronsevert, Virginia del Oeste; e igual que en aquel entonces era un trocito de vida muy pequeñito, igual de pequeña me siento actualmente según mi propio juicio, ahora que escribo la historia de mi vida. Yo no me hubiera puesto a hablarte de esta historia si se tratara efectivamente de MI vida; pero resulta que voy a tratar de otra Vida, ¡que es tan hermosa, tan maravillosa y tan sin igual que nada más pensar en la oportunidad que tengo de hablarte de la maravilla que hizo El, me emociono! Esa otra Vida a la que me refiero es la Vtd a Divina del incomparable Cristo, quien dijo que "vino para que tengamos vida, y para que la tengamos en abundancia." Este maravilloso Cristo de gloria, que se paró tantas veces en el camino de Jerusalén para consolar o tocar a los más pobres y humildes de entre los hombres, se paró un día ante mi puerta y se inclinó para tocar mi cuerpo que estaba abatido y quebrantado. ¡Maravilla de maravillas es que El cuide hasta del más pequeño! ¡Un milagro de la Compasión divina que se incline para llegar a lo más bajo! ¡Maravilla de los siglos que nos ame tanto! ¡Y eterna maravilla que siendo pecadores, Cristo muriera por nosotros! Este Altísimo y Santo, este Hombre Amoroso, un día se inclinó mucho desde la Gloria, y llegó a tocar mi vida rota y arruinada y mi cuerpo agonizante y doliente, y los transformó a los dos para siempre por un milagro de gracia. Igual que se alaba el sacrificio y la valentía del que hace un rescate extraordinario y es él quien recibe el honor y la estima mientras que en el rescatado sólo se piensa por un momento, asimismo, al leer este libro, piensa en el extraordinario Salvador y en Su amor maravilloso, y no pienses por favor en el nombre y la vida de la rescatada sino de pasada. ¡Toda la gloria sea para Su nombre!
"La mañana de Navidad" (24 años más tarde) Era la mañana de Navidad y el hospital rebosaba de vida, estaba repleto de visitantes y se sentía por todas partes la ilusión. Había algunos que se iban a su casa, otros saludaban alegremente a familiares suyos que habían venido desde muy lejos para pasar estos días de fiesta con los enfermos. Yo, recostada en unos almohadones, le suplicaba al doctor que me dejara ir a casa para la Navidad. "De verdad que no quiero que se vaya a casa hasta dentro de unos días, porque todavía está muy débil", dijo. "Ha pasado una prueba dura. Debe cuidarse por amor de la vidita que ahora depende -de usted." "Pero es Navidad, y si estoy en el hospital no me parecerá que lo sea; le prometo que tendré mucho cuidado, pero por favor, déjeme ir esta mañana." Y después de mucho rogarle, el doctor, aunque no era lo que él consideraba lo más razonable, dio órdenes de que me alistaran para marchar. ¡Sólo de pensar en mi casa, mi esposo y la Navidad me sentí embargada de emoción! Yo había bajado al valle de sombras en el que tantas madres han estado, y arrebatando esta pequeña vida, había vuelto rebosante de gozo porque Dios me había dado un hijo. Ese bultito calentito y querido que tenía a mi lado mismo descansando era mío, y podía llevármelo a casa conmigo. De ahora en adelante la casa resultaría muy diferente. De todas formas me encantaba, porque mi esposo y yo éramos muy felices, pero con el bebé parecería una auténtica familia. Y los vecinos nos habían preparado la comida de Navidad. Habían dicho que para cuando llegara ya la tendrían lista. De verdad que era demasiado bonito para ser verdad, y aquel día de Navidad era espléndido. Cuando me sacaron por la puerta del hospital para colocarme en el auto (porque todavía estaba demasiado débil para andar), me pareció que nunca había visto un día de Navidad tan bonito. El suelo estaba cubierto con un manto tupido de nieve, y yo comenté maravillada algo sobre la hermosura de los árboles, cuyas ramas, cargadas de nieve, brillaban resplandecientes por la luz del sol. Al salir al aire libre y sentir su frescor, me sentí más fuerte. Miraba el mundo con otros ojos, con nuevas esperanzas y una nueva alegría. Era maravilloso estar viva, y tener además la alegría añadida de mi nuevo tesorito era casi más de lo que yo podía resistir. ¡Y encima era el día de Navidad! A mí siempre me había gustado el día de Navidad más que ningún otro. ¡Y en casa! Ya casi habíamos llegado, acabábamos de avistar la casa, ¡qué gusto daba verla! i Mas Dios obra de una manera muy extraña! "Sus caminos no son nuestros caminos, y Sus pensamientos no son nuestros pensamientos." "El obra Sus maravillas de una forma misteriosa; deja sus huellas en el mar y domina hasta la tormenta más fogosa." "Porque como son más altos los cielos que la tie-
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rr a , así son Sus caminos más altos que nuestros Sus pensamientos más que nuestros pensamientos."
caminos,
LA MAÑANADE NAVIDAD y
La tragedia puede cruzarse de una forma repentina e inesperada en el camino de la vida. En un momento determinado, el sol luce su resplandor, y al instante siguiente, se esconde detrás de una nube de tormenta, y de repente el mundo entero se vuelve gris y oscuro. Sobre aquella alegría maravillosa que sentía en el corazón y la belleza de aquellas Navidades centelleantes, cayó repentinamente una sombra tan oscura y que duró tanto que nubló y frustró los años que siguieron. Resultó que cuando ya se veía la casita, ya casi habíamos llegado, se produjo un accidente. Salí lanzada y di con la espalda en la piedra del bordillo, y se me rompió por dos sitios. Todos nos quedamos aturdidos durante un momento, y asustados, y me llevaron a cuestas hasta la cama donde quedé tendida. Los amigos, que vinieron corriendo, estaban muy nerviosos, y mi esposo, tan amoroso, muy preocupado. Se oían voces y quien mandaba callar, y después de unas horas, el diagnóstico del doctor. Lo pronunció de una forma tranquila y profesional, pero con un tinte de tristeza que llegó como un viento helado hasta lo más profundo de mi corazón y consiguió que cada una de las palabras se quedara grabada en mi memoria con precisión glacial, como congeladas: _ "Está paralizada. de la cintura para abajo. En esa parte no he podido hallar ningún reflejo. Por este examen superficial diría que tiene la columna rota, pero sólo con una radiografía se podrá. saber exacta y verdaderamente en qué consiste la lesión. Comparto sinceramente su dolor, y haré todo lo que pueda por ayudarle, pero creo que lo que podemos hacer es muy poco. Hay una posibilidad entre mil, y resulta peligrosa; ya le diré más después de la radiografía. iBuenas tardes!" Y se cerró la puerta. Me quedé sola en la pequeña habitación, con mi cuerpo roto, mis esperanzas deshechas y mi corazón destrozado. Llegaban a mis oídos los susurros apagados de los amigos que hablaban nerviosamente de lo ocurrido en el comedor. Mi esposo, apesadumbrado y pálido, se había ido a buscar algo que necesitábamos. Una enfermera se inclinó y me dijo amablemente: "El niño llora, ¿lo traigo?" Yo asentí con la cabeza, porque me daba la impresión de que si abriera mis labios, aunque sólo fuera para pronunciar una palabra, el torrente de mi pena destrozaría y haría pedazos mi doliente cuerpo. Lo trajo y lo acostó a mi lado, el mismo bultito blandito y calentito de antes; pero yo ya no sentía alegría. Callada y pálida, y fría como la nieve que me había saludado aquella maravillosa mañana de Navidad, yacía yo mirando fijamente hacia el techo; insensible y aturdida, y sin dejar de oír en mi mente el parte del doctor. El bultito se movió de repente, después oí un débil llanto que hizo eco en mi corazón, y entonces llegó el alivio bendito de las lágrimas, un torrente de lágrimas que siguió fluyendo durante un
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período de cinco años, los cinco años que siguieron que estuvieron llenos de terrible pena, sufrimiento y quebranto de corazón, años de dolor interminable, de aislamiento y soledad, años que parecían interminables por la falta de esperanza y la desesperación. ta.
AL LECTOR: Te ruego que no dejes de leer la siguiente Es sumamente importante para el que lea esta historia.
NOTA: Quisiera manifestar lo siguiente respecto al estado B. y a la operación que sufrió, como testigo presencial:
de la
no-
Sra.
Por las radiografías habíamos descubierto que la columna se había roto por dos sitios, y que las vértebras rotas desplazadas hacían presi6n sobre la médula espinal. Yo estuve presente en el quir6fano durante la operación que realizaron los médicos en la espalda. Había allí nueve médicos y cirujanos. El que operaba era el Dr. Oliver Fay, un conocido especialista muy hábil. Otros le ayudaban y otros habían ido de observadores, porque era una operación bastante fuera de 10 normal. Practicaron en su espalda una incisión de más de 30 cm., y con un martillo y un cincel de cirujano retiraron a base de cortes todo el hueso que recubr ía la médula espinal en una porción de más de 20 cm. De modo que quitaron los elementos de la parte superior y dejaron al descubierto la médula espinal en ese trozo. Durante los meses que siguieron, ella tuvo que yacer totalmente inmóvil hasta que se volvió a reproducir cartílago por encima de la médula espinal. (Actualmente, la Sra. B. no tiene hueso en ese trozo de la médula (20 cm.), que está cubierto únicamente por cartílago.) El resultado de las operaciones, gracias a la magnífica destreza de los cirujanos y a la atención médica singular que le prestaron, fue que la parte inferior del cuerpo de la Sra. B. revivió en parte después de la parálisis; pero la operación le produjo un shock tan grande, debido a que su organismo estaba ya débil 'de por sí, que sufrió un colapso total, y tardó meses en recuperarse de los efectos de- la operación. Luego siguieron cinco años de invalidez, durante los cuales la cuidé yo, con la ayuda de otras personas. Se le presentó una angina de corazón aguda, que es una enfermedad que la profesión médica considera incurable y que hace sufrir muchísimo al que la padece. Ya de antes tenía estenosis mitral y aórtica (enfermedad de las válvulas del corazón). Muchas veces me senté a su lado, tomándole el pulso con los dedos, y sólo sentía dos o tres latidos de cada cinco, y. hacia el final, cuando se debilitó tanto, fueron más veces de las que yo pueda recordar ahora las que palpé sin sentir su pulso en absoluto durante muchos segundos seguidos. Su estómago llegó a estar totalmente ensalivado, y los intestinos paralizados parcialmente. Durante una época bastante larga la alimentamos con un tubito, porque no podía tragar. Había contraído una enfermedad pulmonar muy grave y el lóbulo derecho del pulmón ya casi no existía. En la parte derecha de la nuca tenía un bulto muy grande, debajo del cerebelo, una lesión que producía alguna interferencia de forma que cuando movía la cabeza para un lado, quedaba inconsciente. La condición empeoró a medida que ella se fue debilitando. Al final no podía mover la cabeza en ningún sentido. En las encías tenía una piorrea aguda, que las hacía inflamadas e hinchadas, y casi todos los dientes los tenía sueltos. Con la excepción de algunos días muy distanciados unos de otros, no podía comer nada, y le dábamos alimentos diluidos por un tubito. Durante el último año de su invalidez estuvo totalmente lado derecho y tendida sobre unos cojines de gomaespuma posibilitada _ Se estaba volviendo ciega muy rápidamente,
paralítica del totalmente imy lo que la
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-::~:~~--~:;-:~-:-:;:~~:-:-;;:ulantes.
Era una inválida impotente y ~esahuciada que se pasaba la vida tendida en cojines de gomaespuma y de tanto que adelgazó se quedó en 30 kilos,. con la cara totalmente demacrada. Al final estaba casi continuamente mconsctente , por lo mucho que sufría' era un caso perdido. Los médicos no le daban ninguna esperanza. No se' le podía ni dar la vuelta en una sábana, para que descansara la espalda, porque cuando se volvía de l~do, aunque no fueran sino uno o dos segundos, el corazón dejaba de Iat r poco a poco, y una vez llegó a pararse, cuando nos arriesgamos demasiado.
Memorias
t
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Yo la llevé en camilla al sanatorio de Battle Creek, y. de la misma forma a un especialista del corazón de Sto LOOlS, Mlssouri, y luego llegamos hasta Corpus Christi, en Texas, todavía en camilla. De allí futmos a San Francisco, California, donde decidimos llev8;la a un l~gar tranuilo donde pudiera pasar sus últimos días de agoma porque íba empeo~ando sin remedia, y todos los médicos estaban totalmente de a~uerdo en que donde fuera que la lleváramos, no nos darían la más mímma esperanza, porque no había nada que ellos pudíer an hacer. Fue en la casita parroquial de la Primera Iglesia Cristiana de Uklah, California, de la que yo era pastor, donde esperamos. el desenlace. Cuando llegamos a Ukiah, la condición de la Sra. B. mejoró tanto que empezamos a tener esperanzas de que recobrase la salud; pero l~:go tuvo una recaída repentina y después de aquello su estado se VOlVlO má.s grave ue nunca. Los médicos dijeron que ya no faltaba mucho, ~ estuvIero~ de ~cuerdo en que había sido casi un milagro el que su vIda. se hubl~:a prolongado tanto. Durante todos esos años ella recibió la mejor atencton médica que existía y los doctores no dudaron en declrme que el cas,:, de la Sra. B. había llegado más lejos de lo que alcanzaba la medíctna , Ninguna técnica ni conocimiento HUMANO era capaz de hacer nada por ella. Queremos dar las gracias a esas buenas person~s, nos ayud~ron mucho hicieron todo lo que pudieron; pero cuando se dieron por venc ídos diciéndonos que ninguna ayuda HUMANApodría" hacer nada, llevamos el caso a una autoridad superior, y vimos que na~a hay ut~pos~,ble para Dios", y que "los apuros del hombre son la oportumdad de Dtos , Yo deseo manifestar y testificar todo esto, puesto que fui testigo presencial de la operación y un constante y permanente asistente de la Sra. B durante sus años de invalidez, y honestamente puedo dectr SIn sombra de duda que lo que le ocurrió a ella <Cuyo relato da en este libro) fue un auténtico milagro. 'Que Dios te bendiga abundantemente mientras lees esto, qu.e fortalezca tu I fe y refuerce tu amor por El! "Del lecho de muerte al pülptto de la noche a la mañana" resultó muy fácil para Su poder. El puede hacer cosas aun mayores por ti, y dice en Jeremías 33:3: "Clama. a mí y yo t~ responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tu no conoces. Conforme a vuestra fe os sea hecho. H. E. B. (Esposo
de Virginia
Brandt
B.)
Durante los largos y penosos meses que transcurrieron lentamente después de' aquello, yo viví de memorias. Qué poco conscientes somos algunos de que puede llegar el día en que nuestros únicos compañeros y nuestro único consuelo sean los pensamientos que saquemos de la despensa de la memoria. Durante muchas horas seguidas estuve sola con mis pensamientos como única compañía. No veía suficiente para leer, y casi estaba demasiado débil para hablar, y mi vida se desarrollaba tan cerca de la frontera con la muerte que tenía muy poco en común con los vivos; estaba literalmente recluida en mis memorias. Durante mi niñez, mi padre había insistido en que le confiáramos algo a la memoria cada semana. El creía mucho en llenar bien la memoria, e hizo todo lo que pudo para convertir nuestras jóvenes mentes en auténticos almacenes. Hay gente que piensa que las cosas del pasado por el hecho de haber pasado ya no existen, que son sólo memorias. Pero en aquellos días yo descubrí que las memorias están vivas y que yo no tenía más remedio que vivir con ellas día tras día durante años. ¡Cuán diferente hubiese sido mi vida si tan sólo hubiera sabido, si tan sólo me hubiera parado a pensar que algún día tendría que vivir. con ellas y junto a ellas! Gracias a la insistencia de mis padres había guardado dentro de mí muchísimas Escrituras que llegarían a ser una bendición maravillosa para mí, y harían posible un momento cr ucial de mi vida más adelante; pero en aquel tiempo no significaban nada para mí debido a que mi vida se veía oscurecida por una gran sombra de incredulidad. Fue una tragedia que en esos días de temor no tuviera el consuelo de la Palabra de Dios, fe en Sus promesas y conciencia de Su presencia, como tendría más adelante. Si yo hubiera conocido y poseído esas bendiciones, cuán diferentes habrían sido aquellos días; y más adelante llegó a ser así, pero mi vida fue un abismo sin fondo de doliente vacío, mi alma una cáscara vacía que contenía únicamente un deseo insaciable, porque no sólo mi cuerpo estaba roto, sino mi fe también; no tenía esperanzas, ni Dios. Permíteme ahora que vuelva atrás en esas memorias, y así entenderás mejor por qué tuvo que castigarme Dios como lo hizo. Creo que puedo decir sinceramente que la religión que yo poseía era meramente una "religión heredada". La había heredado, igual que otras características de mis padres que forman parte de mí hasta este día, igual que otros heredan las joyas de la familia, y aunque las conservan y las estiman mucho, nunca les dan ningún uso práctico. Yo nací en el regazo de la iglesia. cador. Todo lo que conocí fue la vida
Era una hija de la iglesia,
de predisus ser-
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vicios, su gente, sus enseñanzas. Una vez, teniendo yo seis años, me preguntaron dónde había nacido, y yo respondí sin vacilar: "Pues en la iglesia, por supuesto." ¿Y por qué no iba a responder eso? Yo nací durante un movimiento de despertar religioso, y me había pasado casi toda mi corta vida entrando y saliendo de la iglesia. Mi padre, que era predicador, y mi maravillosa madre siempre practicaron devociones familiares, y hasta donde me llegan los recuerdos, en mi casa era tan corriente una Biblia como una silla. Fue muy natural, pues, que a los nueve años de edad recorriera el pasillo de la iglesia hacia el frente cuando invitaron a acercarse a los que deseaban aceptar a Jesucristo como Salvador, y con mi mano en la de mi padre, respondí las preguntas que me hicieron y entré a formar parte de la iglesia. A partir de aquel día colaboré en los círculos de la iglesia, en la Catequesis Dominical, en la Unión Cristiana (Christian Endeavor l , en una misión del frente del río Mississippi. Llegué a la adolescencia y luego a la juventud y no dejé de orar y testificar y manifestar de una u otra forma que creía en Cristo y que era un miembro activo de la iglesia; la verdad es que era una persona bastante religiosa. Era religiosa, pero también lo son algunos paganos del mundo. Participaba activamente en la iglesia, pero también lo hacen así algunas personas de lo más ateas que he conocido. Y desde luego oraba, siempre había .or a do , de la forma en que entendía la oración en aquel tiempo; pero nunca contaba con que mis oraciones fueran respondidas, y no tenía una relación personal con Jesucristo. Sabía cosas DE El, pero no le CONOClA A EL; no tenía un trato directo y personal con El. Para mí era un ser lejano, silencioso y más bien severo, totalmente indiferente excepto cuando yo hacía algo malo, ya que entonces se ponía muy enfadado (y la verdad es que así creía que estaba la mayor parte del tiempo). La verdad es que si fuera a explicar exactamente la impresión que me daba, para mí era un gran juez que estaba enfadado conmigo por los pecados que yo cometía, y que por eso había apartado Su rostro de mí y no quería saber nada de mí, o poco menos. Esta conclusión a la que yo llegué no tenía nada que ver con las enseñanzas que me habían transmitido mi padre y mi madre, porque yo era muy obstinada e independiente, y quería hacer las cosas a mi manera, y no a la de Dios ni de nadie más. Desde luego que yo no había nacido de nuevo, nunca, y por tanto no era, como lo expresa la Escritura, "Una nueva criatura en Cristo Jesús", ni habían "pasado las cosas viejas". Cuando me integré en la iglesia no tenía intención de unir mi vida a Jesucristo, sino únicamente de integrarme en una organización religiosa. No había sentido nunca una transformación interior; cuando me hundí en las aguas del bautismo, era una pecadora seca, y cuando salí era una pecadora mojada. Las Escrituras hablan de "apariencia de piedad pero sin la eficacia de ella". 21 a Timoteo 3:5.
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. Me hice ~ayor, y, era una persona muy religiosa en aparien~la, pe.ro rm ,~e~lgl~!1. no tenía ninguna eficacia. Jesús dijo a l~s. fa.nseos: "Llmplals lo de fuera del plato, pero por dentro esta l\'~~undo, ,Mateo 23:25. Yo cumplía exteriormente a la perfeccíón ~on rms deberes; es decir, iba a la iglesia, asistía a las reunlones. de oración, daba testimonio en público, cantaba y daba llmosna, mi vida religiosa era ejemplar; pero por dentro, como el plato del que hablaba Jesús, no había cambiado. Desde niña había observado muy atentamente a la gente,. y la tdea de vida cristiana que me habían dado algun~.s miembros de la iglesia no me hizo mucho bien. La posicron en la cual. me encontraba hizo que conociera de cerca a a~gunos cristianos, n~minales, y desgraciadamente tuve oportun~dad más, .que suftc íente de observar no sólo al Doctor Jekyll, smo tambí én a Mister Hyde. De hecho, fue tras una reunión de negocios de la Unión Cristiana que se celebró en la casa de un trabajador, que sin .. saberlo mis padres empecé a ap.re':lder aballar. Fue t~~bIen una mujer que profesaba ser cr~stiana (y cuya profes íón era bastante bien conocida) la pnme~a que me puso en las manos una baraja de cartas y me enseño sus nom~res. Y podría seguir mencionando otros ejemplos por. el est lo ; pero baste decir que había visto demasiados cr st ancs de los llamados "nominales". El diccionario dice que "nominal" singnifica "que sólo tiene el nombre". La Palabra d~ Dios dice: "Tienes nombre de que vives, pero estás mu.erto. (~pocalipsis 3:1). No es de extrañar que un día le dIJera, a mi ,madre qu~ había llegado a la conclusión de que n~ tema r.azon al dec tr que no estaba bien que los cristianos htcter an cier-tas cosas, porque yo había visto a muchos miembros de la iglesia a quienes yo admiraba muchísimo que practicaban tales cosas. Pero desgraciadamente, yo no conocía ~?tonc.es , la "diferencia que hay entre el cristianismo y el tg les íantsmo , entre un cristiano "nominal" y otro auténtico e':ltr; . uno que "pr~fesa" y otro que "posee", entre un Crist~ hí stór íco y un Crt sto viviente, Salvador personal. Y así es como está dividida, actualmente la iglesia, entre los que saben DE El, Y los que de verdad LE CONOCEN. Por eso no extraña que Jesús dijera: "Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. Ojalá fueses frío o caliente. Pero por cuanto eres tib.io,. y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca". (ApocaItps ís 3: 15.'.16). Por eso no resulta sorprendente que cuando mi madre murto , yo me llenara de amargura y rencor, y hubo 11IOmentos en que casi odié a Dios por habérsela llevado y haber destrozado nuestro hogar. Nunca hablé con nadie de todo esto, sino que lo escondí en mi corazón, y ese sentimiento se enraizó al no expresado. í
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La universidad Me matriculé en un colegio mayor de fama y me puJe a trabajar con mucha voluntad. Nadie tuvo que convepcerme para que me aplicara; al revés, me enterré literalmente en el estudio, al que dedicaba todos mis pensamientos y todo momento libre. A diferencia de mi padre, no era excesivamente inteligente ni intelectual por naturaleza, pero me encantaban los libros y no me costaba estudiar. Creo que tengo que reconocer que tenía algo a mi favor: tenía grandes ideales, a consecuencia de la educación tan estricta que me habían dado de pequeña y de la influencia tan maravillosa que habían ejercido mis padres sobre mí. Asimismo tenía muchas ganas desinteresadas de servir a los demás. No sabía de qué forma ni dónde hacer lo , pero estaba decidida a entregar mi vida a alguna buena causa. No necesariamente al servicio de Cristo, ni para Su gloria, sino simplemente para aliviar el sufrimiento de las personas. Con este objetivo trabajé, estudié y me preparé, con sacrificios. Para empezar contaba con una situación alentadora, por las ventajas de que gozaba; las ventajas de las enseñanzas que me habían dado y los estudios que había realizado en mi casa, porque mi padre poseía una biblioteca enorme que contenía cientos y cientos de libros. Antes de cumplir los quince años ya tenía una educación bastante buena. Había disfrutado las ventajas de los viajes; antes de tener dieciocho años, ya había recorrido de un lado a otro este continente varias veces, y además había viajado por toda Europa. También tenía ventajas de relaciones; no sólo había tenido el privilegio de conocer, sino de tratar personalmente a algunas personas muy nobles e importantes que había conocido en instituciones para el ocio y descanso, en el extranjero y en casa de mi padre. Muchas de ellas las conocí en la época en que viajé con mi padre haciendo representaciones del evangelio al aire libre. Hablo de ello porque el haber conocido a estas personas influyó mucho en los ideales y ambiciones que albergué en años posteriores. Los días de universidad pasaron Entré en dos universidades diferentes, ellas interesa en este relato.
muy rápidamente. pero sólo una de
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q e dirigía un profesor modernista. ¿Qué es el modernfsrno? Alguien lo ha definido de esta forma: "Es la infi~elidad vestida con ropas nuevas; es meramente agnosti ismo con un afeitado y un corte de pelo." Pero no he ha lado mejor definición, descripción o desenmascarami nto del modernismo que el que hizo el Dr. A. P. Gouthey en su maravilloso librito: "Jesucristo, fue un hombre, ¿o es Dios?" Cito sus palabras: "El modernismo pretende ser producto de un nuevo intelectualismo, pero en realidad no hace sino repetir argumentos rancios que hace mucho tiempo ya atacaron y derrotaron los defensores de la fe cristiana, desde los días de los apóstoles hasta la actualidad. Lo llaman "crítica superior", pero tras analizado resulta que es una FORMAMUY INFERIOR DE CRITICA, puesto que en su mayor parte no presenta ninguna premisa para sus razonamientos, y más bien consiste en especulación filosófica, a la que da el nombre de ciencia; profesa el cristianismo sin un Cristo redentor y pretende demostrar que la Biblia está anticuada sin dar ni la más mínima evidencia que pueda aguantar la prueba de la lógica o de la ciencia; y para terminar, ignora por completo la evidencia acumulada de casi dos mil años de experiencia cristiana".
A ver si lo entiendes; yo trabajaba en el departamento bíblico de aquella universidad, además de seguir mis otros estudios. Pero este profesor sólo enseñaba la Biblia, él era específica mente un profesor de la Biblia. Día tras día me senté allí escuchando sus enseñanzas, sin darme cuenta en absoluto, al principio, de que éstas esta ban minando la poca fe que tenía. Los relatos de las Escrituras, que siempre me habían dicho eran tota lmente ciertos, acontecimientos que habían sucedido, aquí me decían que eran sólo alegorías. Y capítulo tras capítulo de la palabra de Dios, que siempre me habían enseñado que eran la verdad, este profesor los presentaba como mitos, y otros meras leyendas. Muchas de las principales promesas no eran para el día de hoy, y los milagros que realizó Cristo podía haber los hecho cualquier hombre que conociera lo suficientemente bien las leyes que los gobernaban. Muy pronto había perdido del todo la poca fe que tenía en la autenticidad de las Escrituras, en la inspiración divina de los que las escribieron, en la divinidad¡
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de Cristo y en Sus milagros. En la clase había un estudiante con el que me relacionaba que estaba muy avan zado en esa línea del "pensamiento moderno". El me ex plicó muchas veces esta nueva teología, lo que él creía El no tenía pelos en la lengua, como el profesor, qu disimulaba su modernismo de esta forma: "Pues bien, es tudiantes, ahora ya conocen ambos aspectos de la cue tión. ESTA es la teología antigua, y ESTA OTRA es la moderna. Esta es la tendencia antigua de pensamiento, y esta otra es la moderna. Lo mejor es exponerles las dos en el aula." Pero se veía claramente cuál de las dos creía él, porque no era simplemente un crítico superior, sino que más bien era un crítico destructivo, insidioso y velado. ¿En qué consiste esta nueva teología, lo que llaman modernismo? La Biblia en vez de ser una revelación de Dios, transmitida de forma infalible, no tiene nada de revelación; no son sino un puña do de leyendas, mitos y enseñanzas inventadas por el hombre, cuentos. No acepta la interpretación histórica del hombre, que es una criatura hecha a la imagen de Dios, que tiene dentro un alma a la que Dios mismo infundió su aliento, y dice que el hombre no es más que una bestia imperfecta. Jesucristo no tiene una personalidad divina, ni es verdadero el relato de la concepción inmaculada que presenta la Biblia; El es dí vino únicamente en el sentido en que todo hombre o mujer €s divino, porque también era imperfecto. Prescinde de la Encarnación, y según sus teorías, si el mismo Jesucristo viviera en el mundo actual, Sus opiniones cambiarían. Las profecías de la Biblia no las escribieron hombres inspirados por el Espíritu Santo, sino que son meras fantasías apocalípticas. El pecado no es rebelión, sino simplemente algo sin importancia, quizá incluso un despertar. En realidad todo son conjeturas; porque no se puede estar seguro de nada, pues en realidad la verdad no es algo verificable. De modo que nos deja cual bestias, andando a tientas en tinieblas. No tenemos antepasados puestos por Dios a quienes recordar, ni nada cierto que esperar del futuro, ni ninguna seguridad, que tanta paz da, para el presente. Esto es un resumen muy breve de esta nueva teología el modernismo, tal y como me lo presentaron a mí. '
La Biblia ha sido desechada Cuentan que un señor mayor, anciano de la iglesia muy dedicado, cuando su pastor dimitió, en la recepción de despedida le entregó un paquete muy bien envuelto diciéndole: "Estoy seguro de que este regalo será muy diferente de los demás regalos de despedida que le hayan dado". Naturalmente el pastor sentía curiosidad, y sin esperar más, abrió enseguida el paquete, y se encontró con que no llevaba sino las cubiertas gastadas y descoloridas de una Biblia, porque todo el contenido se lo habían arrancado. El pastor se quedó muy sorprendido y le preguntó: "¿No se habrá equivocado? ¿Es éste el regalo, o a lo mejor me entregó un paquete que no era?" "No", contestó el anciano, "eso es todo lo que me queda de la Biblia ahora que usted ha terminado, y se me ocurrió que más valía que se llevara también las cubiertas. Para que entienda: cada vez que usted nos decía que algo no era para hoy en día, inmediatamente lo arrancaba, y también arranqué otros pasajes que usted dijo eran mitos, alegorías, malas interpretaciones, etc., y además las referencias relacionadas con ellos. Y aquí tiene el resultado. Lo único que me quedó fue las cubiertas. Usted se llevó todo lo demás, y pensé que sería mejor que se quedara también con las cubiertas." y eso era lo que yo pensaba de la Biblia cuando terminé mis cursos en la universidad. Recuerdo tan claramente como si fuera ayer el día que me fui. Tenía todos mis bártulos dispersos por la pequeña habitación de la residencia, puesto que me había preparado para hacer las maletas. El curso escolar había terminado y estaba lista para marchar. Había desechado un determinado número de cosas que no me podía llevar, y se me ocurrió también: "¿Por qué no dejas también la Biblia?, ya no tienes ninguna fe en que sea de inspiración divina, ya no es la 'Palabra de Dios' para ti; igual que al anciano de la historia, sólo te quedan las cubiertas." Bueno, yo no tiré la Biblia, pero en mi corazón la deseché. Yo seguía creyendo que era el mejor manual de ética que se había dado al mundo, y seguía creyendo que Jesucristo era el mayor maestro que había tenido la humanidad. Había estudiado las enseñanzas de Platón, de Aristóteles, de Sécrates, de Diógenes, de Buda y de Confucio, pero sin sombra de duda las enseñanzas de Cristo eran muy superiores a las de todos ellos. Y aunque me habían arrancado el último vestigio de fe que me quedaba en la infalibilidad de las Escrituras, seguía estudiándolas con
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LA BIBLIA HA SIDO DESECHADA
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--------------------------------------------------------------------------regularidad y esforzándome por vivir según sus elevados principios, ya que constituían mi código de moral. Yo no era ni más ni menos que una agnóstica; consideraba que la religión era una apariencia externa, y la oración un mero ensueño piadoso que tenía un efecto subconsciente sobre las personas que la practicaban. Mi situación era parecida a la de un buscador de oro de Alaska de quien había oído hablar (seguro que muchos de ustedes también conocen su historia) que se encontraba una tarde sentado al lado de la fogata de su campamento cuando sus compañeros le preguntaron de pronto: "jim , si alguna vez encontraras una veta de oro, ¿qué sería lo primero que harías al volver a Estados Unidos?" "Déjame pensar", dijo Jim. "Bueno, creo que me compraría una buena comida de alimentos frescos, de verdura fresca y carne del día. Ya estoy harto de judías en lata y sardinas en lata, ya casi no agu~nto la, vista de una sardina o de una judía." Bien, llego el d a en que Jim dio con una veta de oro, y con los bolsillos repletos de dinero llegó a San Francisco. Se fue directamente a una cafetería bastante famosa. El camarero le presentó el menú y Jim tras leerlo, con una sonrisa en los labios, dijo: "Tráigame este pavo con salsa de moras, con toda su guarnición." El camarero carraspeó y dijo: "Lo siento, pero el pavo con salsa de moras se ha acabado. Hoy tuvimos muchos más clientes de los que esperábamos. ¿Otro plato tal vez?" [ írn le echó otro vistazo al menú y respondió: "Bien, sírvame pollo con budín. Me recuerda mi casa. Eso estará bien." El camarero volvió a carraspear y le contestó: "De verdad que lo siento mucho, caballero, pero hoy han parado aquí para almorzar un par de delegaciones que van a tomar el transbordador y acabaron todo el pollo con budín. ¿Tal vez le interese otra cosa?" Con esto Jim dejó de sonreír, y frunciendo un poco el ceño dijo: "Claro, entiendo. Bueno, tráigame un filete bien jugoso, frito con mucha cebolla. Con eso ya irá bien." Y esta vez, bastante avergonzado, el camarero le replicó: "Lo siento muchísimo, amigo mío, pero ¿ve usted aquel viajero tan grueso que está sentado en aquella mesa? Pues él se comió el último filete que teníamos. De verdad que lo siento." "Bueno, ¿qué me podría traer?", le preguntó Jim bastante irónico. "Bueno, le podríamos abrir cualquier tipo de lata que le apetezca al señor" fue la contestación del camarero. "No; a MI no me abr; usted ninguna lata", respondió Jim levantándose y abandonando el lugar tras agarrar su maletín y su sombreí
ro. ta.
Iría
a donde tuvieran
algo
más que conservas
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Yo comparto la pos re ion de Jim, y la aplicación que dan muchos predicadores a esta historia ciertamente es valedera para mi experiencia, casi da la impresión de que se escribió para mí. Aquel profesor le había dicho a mi hambriento corazón que ya no quedaba pavo con salsa de mora hablando de nacer de nuevo. ¿Una auténtica experiencia de un nuevo nacimiento? Oh, eso se había acabado hace mucho tiempo; y el bautismo del Espíritu Santo, ¿un genuino revestimiento de poder desde lo alto? Eso ya lo agotaron los discípulos y ya no quedaba pollo con budín de ése para saciar mi alma necesitada. Y ¿el poder sanador de Cristo? Bueno, eso fue sólo para introducir el ministerio de Cristo, como un buen filete del que los discípulos no dejaron ningún resto, ya no queda ni la salsa. ¿Y el mismo Cristo? Bien, era de comprenderse que actualmente no seguía siendo el mismo, porque según ellos, ya no era el Cristo milagroso, y todo lo que nos queda del generoso banquete que dio en Su tiempo son unas pocas conservas, conservas enlatadas que llevan en sus etiquetas el nombre de racionalismo, formalismo, modernismo, etc.; pero las repisas de la despensa de Dios están en realidad vacías de todo lo que sea auténtico poder y fuego del Espíritu Santo y manifestaciones maravillosas del Cristo milagroso, de toda experiencia sobrenatural capaz de transformar por eompleto una vida. No es de extrañar que algunos ya no queramos saber nada de estas conservas enlatadas. Porque envenenaron de tal forma nuestras almas y nos asquearon tanto, que ya no queremos saber nada de ellas. Lo único que nos satisface es la auténtica comida. Por muy atractiva que sea la etiqueta, recelamos; sólo lo auténtico satisface nuestras almas.
Una iglesia a la que Jesús nunca asistió . Desde luego que ~o tenía todo en contra en aquel tiempo, y lo que tema que aprender lo iba a aprender h~st<l: el fondo. Yo estaba asistiendo a una iglesia del dtstr ttc del lago a la que pertenecían muchos amigos ~íos .d~sde ,hacía mucho~ años. Las ~alabras 'fría' y tr adtctonal no dan m sombra de tde a del ambiente que reinaba en aquella institución espléndida. Todo se hacía muy decentemente y con orden, pero allí no había calor, no se conocía el poder de Dios. El ambiente era refinado, per~ no espiritual; educativo, pero no inspirador, no reammaba el alma. El predicador era un orador sensacional, brillante y retórico, pero uno se sentía como la anciana que no lograba entender lo que decía el predicador, que se elevaba a un nivel mucho más alto que el de su gente en sus vuelos ínte lectua les, y por fin le gritó: "Predicador, haga el favor de bajar sus golosinas al estante de abajo." Yo estuve durante un tiempo escuchando continuamente esos discursos intelectuales que no tenían nada de la auténtica religión de s~empre ni d~ un Cristo viviente. Creo que aquella iglesia se pa recra mucho a otra en la que quería ingresar un viejo negro. Lo había intentado durante varios meses, pero el predicador, que no lo consideraba deseable pero tampoco quería ofenderle, le había dado largas, hasta que al final el viejo negro receló. Por fin se dio cuenta de que no lo querían. La última vez que lo vio, el pastor le había dicho que orara sobre el asunto, y un día llamó por teléfono al predicador y le dijo: "No se preocupe por mi ingreso en su iglesia clérigo. Ya no se moleste más con eso." "¿Así que estu'viste orando a~ respecto, Sam?", preguntó el predicador. "Sí, señor, ore al respecto", le replicó el viejo, "y el Señor me dijo: 'Sam, no te importe no entrar en esa iglesia; yo también llevo unos 20 años intentando entrar y todavía no lo he conseguido. '" Todos nos sonreímos cuando oímos esto, porque es una ilustración muy sencilla; pero de verdad que es una tragedia y que da pena ver que hay personas que van todas las semanas a la iglesia durante años y nunca han conocido en realidad a Jesucristo. Con razón aquella pobre señora hambrienta dejó una vez en la mesa del despacho de un pastor "moderno" este trocito de las escrituras: "se han llevado a mi Señor, y no sé donde Le han puesto." Este pastor nos
UNA IGLESIA A LA QUE JESUS NUNCAASISTIO 21 ---------------------------------------------------------------------ofrecía sus "conservas enlatadas" de una forma lo más bonita posible. Uno se sentía muy inspirado intelectualmente tras escuchar uno de sus discursos tan eruditos, pero el corazón lo sentía uno más hambriento y más vacío que nunca. Tras recibir todas estas influencias, mi pobre corazón llegó a estar más frío que nunca, literalmente congelado entre el formalismo, el racionalismo y el modernismo. Algún día me gustaría volver para ver si en aquella iglesia funcionaría la receta de Martha, la vieja negra. Ella hacía el helado mejor que nadie en toda la comunidad. Cada vez que había una reunión, tómbola o asunto de importancia en la iglesia, la tía Martha tenía que hacer el helado, porque nadie le daba el punto que ella. Una tarde se emocionó muchísimo porque la llamaron unas aristócratas del vecindario. Las recibió en su porche, y sonriendo de oreja a oreja se balanceaba en su mecedora, contentísima con aquella visita tan inesperada; y de pronto su alegría se volvió sospechas. Al poco descubrió la verdadera razón de su visita: no es que hubieran venido a verla a ella, lo que querían era saber cómo hacía el helado. La portavoz del grupo le dijo: "Martha, los de la iglesia vamos a hacer una reunión social, y nos interesa muchísimo saber cómo haces el helado. No hay en todo el pueblo quien lo haga como tú." Y la querida señora respondió: "Pue ", le' voy a contar a toa' u' tes como hago yo el helao. Agarro lo' huevo' y el asucar y la nata y el estrato de bainilla y lo' meto en la helaera y los me' clo , Luego la sierro con la tapa y cuando se hase de noche, entonses me cargo al hombre la helaera y la llevo a la iglesia de u' tes y la dejo allí pega' a la pare', y cuando la vuelvo a busca' por la mañana, está el helaíto to' hechito, ma' congelaíto que pa' qué'." Ahí ven, la tía explicó con palabras muy precisas la reacción que provocó en mi pobre corazón aquella iglesia tan fría y tradicional. Cuan cierto el versículo: "Tienes nombre de que vives, pero estás muerto." Es cierto que en aquel tiempo había iglesias en las que se sentía calor y poder, el fuego mismo del Espíritu Santo. Eso lo encuentras en toda confesión en que Cristo es levantado y las personas reciben bendiciones y las vidas se transforman. Si yo hubiera encontrado una iglesia así en aquella época, quizás esta historia nunca tendría que haber sido escrita.
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Me avergüenza decir ahora que con mi corazón y mi a~ma en este estado me hicieron Secretaria de Campo Nac íona l de una de las mayores organizaciones misioneras que en aquel tiempo patrocinaba el gobierno de los Estados Unidos. Viajé por muchos estados organizando comisiones y hablando en público. Casi todos los domingos hablaba en el servicio matutino de alguna iglesia. En esas ocasiones hablaba de la Biblia, que era mi manual de ética, pero no creía sus verdades fundamentales más de lo que las cree cualquier agnóstico de hoy. Yo no participaba de sus promesas ni creía que fueran auténtica~ ni que resultaran prácticas, tal como cualquier modermsta de hoy. ¿Una agnóstica en el púlpito? Mas ¿no es acaso corriente eso hoy en día? Antiguamente había gente que se ponía a la puerta de la iglesia y dejaba la Biblia por los suelos, y hoy en día hay muchos críticos destructivos que hablan desde el púlpito y dejan por tierra las enseñanzas más sagradas y las doctrinas fundamentales de la Divina Palabra. No hay duda que vivimos en el tiempo al que se refiere la palabra de Dios cuando dice: "Porque vendrá tiempo cuando no sufrirán la sana doctrina, sino que teniendo comezón de oír, se amontonarán maestros conforme a sus propias concupiscencias." Y también esa otra escritura que dice: "Cuya boca habla cosas infladas, adorando a las personas para sacar provecho." Judas 1: 16.
Idilio Mientras realizaba el trabajo del que acabo de hablar, residí durante un tiempo en Reno, Nevada, donde conocí al Sr. B., mi esposo, quien más adelante jugaría un papel muy importante en la experiencia más maravillosa que me ha ocurrido en la vida. Cuando terminé mi labor en Reno, Nevada, fui a Ogden, Utah, para completa runa ta rea que no había terminado. El Sr. B. se apresuró a venir a Ogden, porque al poco yo iba a partir para el lejano oriente, y allí nos casamos en una pequeña iglesia metodista al acabar un servicio nocturno del miércoles. El Sr. B. (cuyo nombre completo es Hjalmer Emmanuel B.) era un cantante muy amable, y poco después, mi padre nos invitó a acompañarle en una gira de evangelización, ofreciéndole al Sr. B. que se hiciera cargo de la música. Fue en esta época de despertar religioso, y a consecuencia de la predicación de mi padre que el Sr. B. se ofreció para hacerse sacerdo~ te. De todas formas, desde su infancia había tenido una fe sincera en la palabra de Dios, y su familia era muy cristiana. En toda su vida no había perdido su inquebrantable fe en Jesucristo Salvador. Mi esposo no conocía las convicciones religiosas que tenía yo cuando se casó conmigo, y nunca se imaginó la incredulidad que reinaba en mi corazón. La verdad es que nunca le hablé a nadie de las dudas que habían llegado a formar parte de mi existencia y que habían transformado todo mi modo de ver la vida. Ahora me alegro mucho de no haber hecho pública mi falta de fe. Ninguna vida se vio nunca ensuciada por ella, yeso se lo tengo que agradecer a mi padre, a quien muchas veces oí decir (aunque no recuerdo exactamente las palabras): "Si tienes dudas, guárdatelas para ti. No vayas a ser una piedra de tropiezo para otra persona. Ya está mal caer en el infierno, y no hay necesidad de tenderse en el camino de otro para que tropiece contigo y se dirija también a la destrucción." Yo era consciente de que había perdido en la vida algo que me había hecho ver el mundo en general de una forma diferente, un poder de equilibrio y una influencia restrictiva que nada podría jamás sustituir. Y aunque nunca lo había expresado con palabras, en mi corazón me había decidido: "No le voy a quitar a nadie esta fe, porque no tengo nada que dar a cambio." El Sr.
B.
decidió
ir
a
la
universidad
de Drake,
en
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Des Moines, Iowa, para estudiar allí para hacerse clérigo, y en aquella ciudad, en una casita feliz, volví a disfrutar de las alegrías de la vida hogareña. Había vivido tanto tiempo entre las ostentaciones de la vida pública que ya estaba hastiada. Me sentía muy aliviada viviendo escondida en un lugar tranquilo. Las tardes me las pasaba sola leyendo y descansando. Y las noches, en casa también, cosiendo, leyendo y conversando con mi compañero, sentada cómodamente al lado de la lámpara, a veces escuchando un poco de música. Anhelaba que siempre siguiera así. Ya no quería volver a ver un escenario, un púlpito, un foco, no quería saber nada más de la fama ni de la publicidad ni de la propaganda. Todo eso pertenecía al pasado. A ver si lo entiendes: la obra que yo había realizado en servicio de los demás no la había hecho en el espíritu de Cristo ni para Su gloria, sino muchas veces con un motivo egoísta y por ambición personal. Por eso no me brindaba una verdadera alegría ni una satisfacción duradera, más bien me llegué a asquear de ella. A partir de entonces viviría sola y para mí misma (aparte de para mi familia, por supuesto) durante el resto de mi vida, escondida y apartada. Pero Dios tenía otros planes. El estaba obrando en mi vida. Toda mi vida me había estado preparando, formando y educando para el servicio, no sólo en mi primera infancia con mi padre, que fue tan fuera de lo común, sino también con la educación que había recibido, y con la experiencia práctica que había adquirido en la obra misionera en que participé, de la que ya he hablado. Y el Señor no estaba dispuesto a perder un soldado de Sus filas, ¡sino que iba a tomar el material que tenía en la mano y a transformarlo para que fuera mejor! La Biblia dice: "La vasija de barro se echó a perder en sus manos, pero la volvió a hacer." De igual forma, ~ios echó a perder mi vida, para poder volver a hacerla. Como a ]acob de la antigüedad, Dios a algunos tiene que tullirlos para poder coronarlos, deshacerlos para hacer de ellos personas nuevas. En aquellas noches tranquilas en que yo, sentada a la luz de la lámpara, cosía, no se me ocurrió jamás imaginar siquiera que Dios se estaba moviendo serenamente entre bastidores, y de una forma muy segura, preparando el escenario de mi vida para algo nuevo, y para unos cambios que yo naturalmente no había ni soñado. Yo, de una forma egoísta, había planeado los días y años venideros según lo que a mí me gustaba y lo que yo prefería y quería,no lo que Dios había elegido
IDILIO
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ni lo que El quería. Me sentía totalmente satisfecha, feliz a la manera mundana, aunque siempre en lo profundo de mí sentía un doliente vacío, ese abismo sin fondo de deseo insaciable que. hay en todo corazón que no está lleno de Cristo. Pero por ahora, todo vacío había quedado cubierto con una nueva felicidad, porque en mi vida había entrado una nueva alegría, estaba en espera de algo maravilloso. Pronto habría unos piececitos corriendo por toda la casa, y por todas las habitaciones me seguiría un balbuceo infantil. Tenía muchísima ilusión y ya casi no podía esperar más. Todas las ropitas las había hecho yo misma, no quería que ni una máquina las tocase. La canastilla estaba en una esquina de la escalera; parecía un trono, encima de la mesa, sólo que estaba llena de volantes y de lazos blancos y rosas. Por fin estaba todo preparado. Las últimas noches, en vez de coser a la luz de la lámpara, lo que hice fue leer con el corazón palpitante libros que me enseñaban cómo había de cuidar la nueva vidita que me iba a ser entregada, y que me explicaban las maravillosas oportunidades y responsabilidades de la maternidad. Recuerdo muy bien que me esforzaba muchísimo por hacer míos todos los pensamientos, y que procuraba pensar sólo en cosas muy elevadas, nobles y puras, para no echar a perder de ninguna forma la vidita que pronto tendríamos en nuestras manos. Todo estaba preparado, hasta la casa estaba arreglada. ¡Qué tranquilos y qué pacíficos fueron aquellos días de espera! Yo no tenía ni idea de que la tragedia caminaba resueltamente detrás de mí, y que a la vuelta de la esquina me encontraría con indecible sufrimiento, con la decepción y la agonía multiplicadas mil veces. ¡Qué extraños son los caminos de Dios, pero qué maravillosos! ¡Qué misericordia muestra al no revelarnos lo que nos deparará el futuro! Su palabra dice: "Vamos ahora, los que decís: hoy y mañana iremos a tal ciudad, y estaremos allá un año, y traficaremos, y ganaremos." Santiago 4:13. "Cuando no sabéis lo que será mañana. Porque, ¿qué es vuestra vida? Ciertamente es neblina que se aparece por un poco de tiempo, y luego se desvanece." Santiago 4:14. (Lo que siguió a aquellos días de espera, viene relatado en los primeros capítulos de este libro, aquella hermosa mañana de Navidad y el accidente que tuvo lugar en ella.)
Tinieblas y desesperación Estos, pues, fueron los recuerdos que mi memoria me presentó y expuso ante mí mientras yo yacía totalmente inválida y callada, a medida que iban pasando lentamente los días penosos, que se iban sumando a una larga procesión de ayeres que al poco tiempo formaron años, años de agonía tal que no hay palabras que puedan describirla. Tenía punzadas de dolor que desgarraban y torturaban mi debilitado cuerpo; luego sen.tía un dolor monótono y constante, mientras que los nerv ios se estremecían, ardientes cual llamas de fuego; y luego se me iba el aliento, me sofocaba y me ahogaba, como si una mano de gigante me agarrara el corazón, que ya estaba débil y dañado de por sí, y me lo retorciera, hasta que cada uno de los latidos salía vacilante y sofocado. Luego me venían convulsi~nes, los brazos ~ las, ¡;>iernas se me estiraban y encog ran hasta que mi fragll cuerpo, exhausto, no soportaba más la agonía, y el cerebro, febril, se hundía en una agradecida inconsciencia; inconsciencia que duraba hasta que las fuerzas dispersas se volvían a juntar y a hacer fuertes y se dejaban arrastrar a nuevas batallas atroces. Siempre tenía al alcance agujas htpodérmíc as , narcóticos ~na vez y es:imulantes a la siguiente, hasta que al fmal la peq~ena llama de vida tenía tan poca fuerza que no respond ía a ninguno de ellos, y parecía que un soplo liger~simo podría apagarla. Pero Dios vigilaba aquella llamita, y la protegía con Sus manos, porque estaba llevando a cabo Sus objetivos, y no era Su voluntad que se apagara. Un hospital detrás de otro, sanatorios, viajes largos en camilla siguiendo cualquier rayito de esperanza que se nos presentara, un médico tras otro (fueron muy. amables, muy sacrificados, e hicieron todo lo que pudieron, que Dios les bendiga), pero todos daban la misma contestación: "Este caso está más allá de los límites humanos", "lo siento, no puedo hacer otra cosa que ayudarla a pasar sus últimos días co comodidad." "¿Comodidad?" Eso fue lo único que ninguno consiguió. Hasta los cojines de gomaespuma sobre los que descansaba mi pobre espalda me parecían a veces piedras. Qué días tan penosos, ¡pe-:ro más largas aun eran las noches! Desde luego en mi caso se cumplió aquella escritura: "Por la mañana dirás: '¡Quién diera que fuese la tarde!' Y a la tarde dirás: '·Quién diera que fuese la mañana! '" Dt.28:67. Durante las largas noches sólo oía las suaves pisadas de las enfermeras que recorrían el largo pasillo, y cuando
TINIEBLAS Y DESESPERACION 27 ----------------------------------------------------------------------me sentía muy sola y desesperada, y la oscuridad interior era aun mayor que la de la noche, quería que llegara la muerte. Pero luego pensaba rápidamente: "No, no. No puedo morir. Tengo miedo de morir", y se apodera ba de mí un horroroso miedo de la muerte, y así cientos de veces. ¿Miedo de morir? ¡Sí, muerta de miedo, pero me estaba muriendo! ¿Un salto al vacío? ¡Sí, y sola! ¿Es capaz el lenguaje humano de expresar la profundidad del sufrimiento humano? El mío no. ¿Es capaz uno que ha probado la muerte, el infierno y un miedo espantoso volver y expresar con meras palabras lo que ha vivido? Yo no soy capaz. Sólo Dios sabe lo que pasé; ojalá tú NUNCALLEGUES A SABERLO.
EL FINAL DEL CAMINO
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El final del camino En una parroquia a la antigua usanza del norte de California llegué yo al final de mi camino; dejamos de buscar ayuda, habíamos llegado al final de nuestros recursos, no había ayuda posible. En esos últimos meses estaba yo más muerta que viva, más tiempo inconsciente que consciente, era el fin. Había llegado al límite de lo que podía soportar cuando un día el señor B. entró con paso rápido en mi habitación y, arrodillándose al lado de mi cama, dijo con una voz extrañamente feliz: "Acabo de hacer un descubrimiento maravilloso." "¿Sí?", susurré, demasiado débil para interesarme mucho por ello. "i He descubierto", dijo, "que Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos!" Lo que me llamó la atención no fue lo que me dijo, sino su comportamiento, porque estaba muy excitado, y se le veía muy sincero. Daba la impresión de estar profundamente conmovido, y yo escuché con curiosidad lo que me dijo. "¿Recuerdas un librito que le dejé hace un tiempo a la enfermera para que te lo leyera? ¿Un librito que hablaba de las respuestas a las oraciones? (Se trataba de un libro que había escrito A. B. Simpson, un ministro presbiteriano, y que hablaba de la forma maravillosa en que Dios se relacionó con él durante una enfermedad muy grave que tuvo y la forma milagrosa en que se vio liberado de ella. Véase .la nota al pie de la página 31.) ¿Recuerdas que le proh íb ste a la enfermera que siguiera leyendo tras escuchar los pr i meros capítulos, porque dijiste que era "de un fanatismo extremado y que cualquiera que lo creyera era un tonto"? Pues yo sí lo creo, todo lo que dice. He comprobado todas las Escrituras de las que hablaba, las promesas que había reclamado él cuando recibió su maravillosa respuesta a la oración, y he llegado a la conclusión definitiva de que esas promesas son para nosotros, para la actualidad. Son algo real, Dios quiere decir exactamente lo que dice, y si de verdad Le creemos, El guardará Su palabra y nos dará los deseos de nuestro corazón. Me he pasado un par de días marcando en mi Biblia estas promesas y estudiando todo lo relativo a ellas y no veo que ninguna de ellas haya sido anulada; son para nosotros, para la actualidad, tanto como lo fueron para los que vivieron en aquellos tiempos bíblicos, y más todavía: Cristo no ha cambiado, es exactamente el mismo que era entonces. Tiene el mismo amor, la misma compasión, el mismo poder; 'Jesucristo es el mismo HOY y POR LOS SIGLOS', dice la Biblia. Es algo maravilloso, í
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no sé por qué no me habré dado cuenta antes de todo esto." Yo me quedé maravillada de su ardor, estaba emocionadísimo. Su rostro resplandecía, sus ojos ardían y su comportamiento era el de una persona que se halla ilusionadísima por haber hecho un descubrimiento maravilloso. Pero lo que dijo casi no me interesó. En realidad me daba la impresión de que se estaba afanando por nada. Dios había traído nueva luz a su corazón, había abierto su mente y le había iluminado Su palabra, y todo esto de una forma maravillosa; pero no era ése mi caso. La palabra de Dios dice en Efesios: "Estaban entenebrecido s en su entendimiento, ajenos de la vida de Dios." Este versículo desde luego se pudo haber escrito para mí, porque yo no tenía fe ninguna en lo que él me decía; más bien tenía un poco de miedo de que estuviera cayendo en algún fanatismo. Pero el señor B. no se desanimó tan fácilmente. Había entrado a formar parte de su vida una fe tan viva y tan vital que quería y estaba resuelto a ver que yo cambiase completamente y que mi cuerpo se restableciese del todo. Puedo decir honestamente que se pasó días y noches orando, cantidad de horas seguidas. Toda v a puedo verle, arrodillado al lado de mi cama, orando, y luego cantando himnos antiguos de la fe. Oraba durante un tiempo y luego cantaba, luego me citaba promesas de las Escrituras. Tanto de noche como de día se esforzó por que llegara a mi corazón esa misma fe, luz y certeza que Iiabían irrumpido en el de él. Recuerdo muy bien que a mí me maravillaba su ardor, la intensidad con la que perseveraba en oración. No había duda de que era uno de los hombres fuertes y robustos de los que hablan las Escrituras que "arrebatan el reino de Dios con violencia." Ahora que lo pienso, no entiendo cómo pudo soportar su cuerpo tanto esfuerzo. Muchas veces me desperta ba de madrugada, cuando los primeros. rayos de sol asomaban por encima de aquellas colinas de California, y lo veía allí, arrodillado todavía, a veces con las manos alzadas al cielo, y luego con la cabeza hundida en la cama. Yo sufría, porque me parecía todo muy inútil, y temía la desilusión y la decepción que se iba a llevar algún día. Yo no creía que los Cielos tuvieran oídos, y las horas que pasaba arrodillado y las noches que pasaba en vela me parecían totalmente inútiles'. Pero cuán cierto es ese maravilloso versículo de Santiago 5: 16: "La oración eficaz del justo puede mucho." Y al cabo de un tiempo, apareció en mi corazón una llamita de esperanza; tan pequeña era que casi no valía la peí
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na hablar de ello, pero escuchaba sus oraciones, sus lecturas y sus charlas en las que trataba de persuadirme, con más interés y de una forma más abierta. En una Biblia antigua que tenía me marcó las promesas llamándolas "trampolines de la fe". Me las enseñó todas pacientemente, porque yo no podía leer. Me las leyó una y otra y otra vez insistiendo en que tenía que memorizarlas. Y lo mismo con algunos himnos de la fe antiguos. El mismo los había memorizado, y arrodillado al lado de mi cama canta ba cada estrofa de memoria. Una vez le dije que creía que podía cantar "Qué base más firme" de atrás para alante. ¡Qué himno tan precioso! Hoy en día significa mucho para mí, por los recuerdos que me trae. Cada vez que lo oigo cantar, recuerdo aquellos días. ¡Qué base más firme, santos del Señor, Tenéis para vuestra fe en la Palabra de Dios! ¿Qué más va a deciros que no os haya dicho ya? Cuando un refugio fuisteis en Cristo a buscar. "Cuando por las aguas Los ríos de pena no te Contigo estaré, y gran y tu mayor congoja la
te mande pasar, anegarán, dicha te daré, santificaré."
"Si un alma a Cristo viene a reposa r , Yo nunca la entrego a su rival; Aunque mil demonios quieran verla vacilar, Yo nunca la abandono, no, nunca jamás." y lo mismo ocurrió con esa preciosa canción: "Me afirmo en las promesas de Jesús, mi Rey." En los días en que la pelea se ponía recia, este maravilloso hombre de Dios que estaba luchando aquella batalla de fe se recorría la habitación de un lado a otro cantando, y de qué forma, "Me afirmo en las promesas." Me afirmo en las promesas de Jesús, mi Rey; Le alabaré por siempre con mi corazón; Gloria en las alturas cantaré con fe, Me afirmo en las promesas del Señor. ESTRIBILLO Me afirmo, me afirmo, de Jesús, mi Salvador. Me afirmo, me afirmo, del Señor. En ocasiones, estaba saliendo
cuando de este
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daba la impresión de que yo me mundo y parecía que sus oracio-
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nes y sus esfuerzos habían sido todos en vano, se ponía a pelear de una forma tan real como si fuera un soldado en el campo de batalla; se ponía en pie a mi lado citando promesas; las utilizaba de la misma forma y con el mismo ardor con que un soldado blandiría su espada para rechazar al enemigo. A mi pobre mente apagada le parecía a veces que estaba luchando una batalla tremenda contra legiones invisibles. Y efectivamente era así, porque ahora entiendo que las potestades de las tinieblas también luchaban por mi vida. Y cuando me perdía en la inconsciencia, le oía decir: "Es Tu palabra, Señor, y no puede fallar. Estas promesas las hiciste Tú, y me aferro a ellas, cuento con que vas a guardar Tu palabra." La Escritura habla de "la batalla de la fe". Dice: "Pelea la buena batalla de la fe", y de verdad que aquel cuartito de la antigua parroquia de California fue un auténtico campo de batalla, y el luchador no tenía intención alguna de darse por vencido. NOTA: A continuación damos unas cuantas citas de los escritos de A. B. Simpson, cuyo libro utilizó mucho el Señor para bendecirnos y cuya vida de fe ha servido de inspiración a miles de personas. El hombre tiene una naturaleza doble. Es un ser material y a la vez un ser espiritual. Y las dos naturalezas fueron afectadas igualmente por la Caída. El cuerpo quedó expuesto a la enfermedad, y el alma corrupta por el pecado. i Por tanto, es maravilloso descubrir que el esquema completo de la redención incluye las dos naturalezas, y cuida de la restauración de la parte física además de la renovación de la vida espiritual! El Redentor se presenta ante los hombres con las manos extendidas hacia nuestra miseria y necesidad, y ofrece las dos cosas, la salvación y la curación. Se nos ofrece a Sí mismo como Salvador supremo; Su Espíritu, al morar dentro de nosotros, da vida a nuestro espíritu, y Su cuerpo resucitado da vida a nuestra carne mortal. Inició Su ministerio sanando a todos los que tenían necesidad de curación. Y lo terminó realizando en la cruz una remisión total de nuestros pecados; y por otra parte de la tumba abierta pasa al cielo, dejándonos la doble misión de "por todo el mundo" y "todos los días hasta el fin del mundo". "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura. El que creyere y fuere bautizado, será salvo; mas el que no creyere, será condenado. Y estas señales seguirán a los que creen: En mi nombre echarán fuera demonios... sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán." Esta es "la fe que ha sido una vez dada a los santos". ¿Qué fue de ella? ¿Por qué no es eso lo que se enseña y se vive en todo el mundo? ¿Acaso desapareció junto con la era apostólica? ¿Acaso cambió cuando Pedro, Pablo y Juan desaparecieron? En absoluto. Permaneció en la Iglesia durante siglos, y se fue desvaneciendo gradualmente entre la mundanalidad, la corrupción, el formalismo y la incredulidad, que cada vez eran mayores. Estamos restituyendo
a su lugar
primero este bendito
evangelio
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EL BORDE DE SU MANTO
de la redención física, con una fe que se está renovando y una vida espiritual que cada vez es más profunda, con un reconocImIento más señalado y más conforme a las escrituras del Espíritu Santo y del Cristo Viviente, a medida que se aproxima cada vez más la vuelta del Mismo Maestro; y la Iglesia está aprendiendo lentamente a reclamar lo que no debió haber perdido nunca. Pero junto a esta manifestación está también la de un espíritu de incredulidad conservadora y de racionalismo teológico tradicional muy frío, que hace necesario que "contendamos ardientemente por la fe que ha sido una vez dada a los santos". Las causas de la enfermedad y del sufrimiento tienen claramente su origen en la Caída y en la condición pecaminosa del hombre. Si la enfermedad fuese parte de la constitución natural de las cosas, entonces podríamos enfrentarnos a ella en el terreno de lo natural, con medios naturales. Pero si forma parte de la maldición del pecado, entonces su auténtico remedio está en la gran Redención. Seguramente no hay quien ponga en duda que la enfermedad es resultado de la Caída, una de las consecuencias del pecado. La muerte, según nos han dicho, es para todos, porque todos pecaron; y lo mayor incluye a lo menor. Si la enfermedad es un resultado de un ataque espiritual, es evidente que hay que enfrentarla y contraatacarla con una fuerza espiritual mayor y no con meros tratamientos naturales. Y de la misma forma, si suponemos que la enfermedad es un castigo y una pena divina, está todavía más claro que para librarnos de ella no hay que acudir a medios físicos ni mecánicos, sino de tipo espiritual. " (De "The Gospel of Healing" (El evangelio curación), del Dr. A. B. Simpson, fundador Alianza Misionera Cristiana.)
de la de la
Irrumpió la luz Una tarde me había quedado sola porque el señor B. había salido a visitar a unos enfermos y la enfermera esta ba haciendo algo en la cocina, y de pronto sentí dentro de mí un ansia muy intensa, que me obligó a clamar en alto pidiendo ayuda a una potestad invisible. Mi voz no pasaba de ser un leve susurro, pero ansiosamente susurré mi súplica: "Si es POSIBLE que haya un Dios por alguna parte, revélate a mí. Si existes habrás oído lo que dice mi esposo y la forma en que ora, y puedes revelarte a mí." Sentí como si una fuerza mayor que yo misma me empujara a llamar y llamar y repetí muchas veces: "Si existes, por favor, te ruego que tengas misericordia y te reveles a mí." Y, como en respuesta a mi ruego, sentí una convicción de pecado muy profunda. Me sentí como si fuera la más vil de los pecadores. Y esto sí que era extraño, por la sencilla razón de que yo siempre había sido bastante santurrona. Había vivido una vida muy moral, de lo cual estaba bastante orgullosa, muy satisfecha de mí misma. Cuando recordaba mi pasado y la obra rn is íoner a que había hecho, me sentía bastante satisfecha; ¿acaso no había arriesgado muchas veces mi vida al realizar ciertos tipos de rescates? Incluso cuando llegaba a las mismas puertas de la muerte y se apresaba de mí un miedo muy intenso, recordaba esos años de servicio sacrificado y me sentía muy satisfecha. Pero AHORA me parecían un "trapo de inmundicia". Era como si de pronto me hubieran sido abierto los ojos y me viera a mí misma tal como era, por primera vez en la vida; mis obras pasadas no eran nada. Mi servicio no lo había hecho como para El, ni mi motivación era glorificarle a El. Se fue haciendo mayor el peso del pecado y de mí misma, hasta que ya no lo podía soportar, y por fin empecé a llorar. Me gustaría contarte exactamente lo que sucedió dentro de mí en aquel momento, pero de verdad que es del todo imposible. El nacer de nuevo es una obra misteriosa y sobrenatural que realiza la mano del Señor mismo, iY yo no soy capaz de decirte cómo lo hizo; pero lo cierto es que transformó por completo mi corazón! Aquella noche, tendida en aquella cama, sola, nací de nuevo,como consecuencia directa de la oración fiel y creyente. Oído así parece muy sencillo, muy trivial, que yo diga "sufrí una transformación", "nací de nuevo"; pero si intentara describir lo que sucedi~ en detalle, le quitaría impor-
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tancia a la maravilla que Dios realizó y a la transformación milagrosa que tuvo lugar aquella tarde en mí. Lo único que puedo decir, como el ciego a quien sanó jesús, es: "Una cosa sé, que habiendo yo sido ciego, ahora veo." (Juan 9:25) jesús dijo a Nicodemo: "El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido, MAS NI SABES de donde viene, ni adónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu." (Juan 3:8) Había dejado de estar sola, porque sentía Su presencia en aquella habitación, tan real como si hubiera un miembro de la familia en pie al lado de mi cama, y Le hablaba con tanta naturalidad como un chiquillo le habla a su padre. Se lo conté todo a El, Y supe que El me había oído y comprendido, porque mi espíritu atormentado se vio inundado por una paz inefable, que sobrepasa todo entendimiento, y una tranquilidad que me aliviaba mucho. No había visto ninguna visión, ni había oído ninguna voz, ni había llegado a mis sentidos naturales ninguna evidencia; pero dentro de mí había oído un "silbo apacible y delicado", y había entablado contacto con El, un contacto tan real y tan personal que podía decir en verdad: "Yo sé a quien he creído, y estoy seguro que .es poderoso para guardar mi depósito." Ya no quedaba nada de mi incredulidad; Dios existía, de verdad, y yo era "una nueva criatura en Cristo jesús". "¡Había irrumpido la luz!"
El banco del cielo i Gracias a Dios por la persona que estuvo dispuesta a seguir orando hasta que Dios mandó la respuesta! Pero ni con esta maravillosa victoria se sintió satisfecho mi esposo; él no sólo quería salvar mi alma, sino también mi vida. No hubo necesidad de que le dijera el cambio que había acontecido, porque él lo podía ver fácilmente; pero después de hablar del asunto, dijo confiadamente: "Y ahora el Señor te va a de vol ver también la salud y te va a levantar de esta cama." "¿Quieres decir que me va a sanar?", le pregunté; porque aunque de pronto El era algo muy real para mí, la idea de que Cristo siguiera obrando milagros actualmente todavía no me cabía. De verdad que no me parecía posible tal cosa. Estaba claro, los milagros de Cristo habían sido para introducir el Evangelio, y no era posible que ésas cosas ocurriesen hoy en día; esa idea estaba fuera de mi alcance. Me puse a pensar, e intenté recordar si había conocido alguna vez a alguien que dijera que Dios había hecho algo así por él; pero si la memoria no me fallaba, nunca había conocido a nadie así. Claro que había oído hablar de las sectas de curación, pero el tomar una promesa de la palabra de Dios y confiar en El para que la cumpliera, abandonándome a El, era algo muy nuevo para mí. Cierto que yo había visto con mis propios ojos una demostración de lo que es reclamar las promesas de Dios en aquella misma habitación, las oraciones de mi esposo por mí que tuvieron como resultado la transformación de mi corazón. Efectivamente él había reclamado las promesas de Dios y Dios había oído y respondido; mas ¿podría ser verdad que esas promesas eran así de reales y prácticas en TODO?¿Bastaba con que yo firmara mi nombre bajo una promesa y la ingresara en el banco del Cielo? ¿Sería posible que hasta se pudiera recuperar la salud reclamando una de esas promesas y apropiándose de ella? Me parecía imposible que el Señor nos hubiera dado un privilegio así y que nos hubiera confiado tanto poder.
Nunca olvidaré el día en que caí en cuenta de la realidad, del HECHO de que las promesas de la Biblia eran cosas prácticas, que podía aplicar efectivamente según mis necesidades diarias. Para mí aquello fue una revelación. Por fin entendía lo que quería decir el señor B. y por qué estaba tan feliz el día que entrando en mi cuarto me dijo: "Acabo de hacer un gran descubrimien-
36 EL BORDEDE SU MANTO ...----------------------------_ •...----------------------------------------:-to ." Ahora lo entendía yo lambién, porque yo misma había hecho ese descubrimiento. Por fin me había dado cuenta de que Dios, cuando en Su Palabra dio esas promesas tan numerosas, quería decir exactamente lo que dijo, y que El las cumple al pie de la letra siempre que con fe hagamos un esfuerzo por reclamarlas de una forma concreta. La palabra de Dios dice: "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia." (21 de S. Pedro 1:4). De modo que después de todo es grave eso de pasar por alto o tomarse a la ligera las promesas de Dios, porque por ellas nos hacemos "participantes de la naturaleza divina". Yo jamás habría osado tomar una promesa y caminar conforme a ella esperando que Dios me respondiera, porque según mi limitado conocimiento de la fe, no eran sino cosas del idioma bíblico, muy bonito, que no había que tomar en serio ni considerar que tuvieran aplicación práctica. Me temo que actuaba como la señora a la que" le preguntaron: "¿Y por qué piensa usted que Dios hizo todas esas promesas en Su palabra? ¿Para qué están ahí?" "Pues de relleno", me imagino. De todas formas, creo que cuando pensaba en ellas anteriormente, si alguna vez lo hacía, me debía de parecer más a aquella señora escocesa muy ignorante que se había pasado casi toda la vida apartada en las m?nta-:ñas de Escocia, y que era tan pobre que no pod ía m pagar su alquiler, por lo que tenía que depender de su iglesia para su mantenimiento. Un día, cuando su pastor, que era muy bondadoso, le trajo la. cantidad del alquiler, le dijo: "Sra. McKintrick, perdone me que le hable tan directamente del asunto, pero estoy seguro de que lo entenderá. Los amigos que tiene que le ayudan a pagar el alquiler no entienden por qué su chico no la mantiene. Según tengo entendido, tiene una posición muy buena en Australia y es un buen chico y la quiere mucho. ¿Acaso no es así?" "Oh , sí", dijo la madre, "siempre me recuerda. Me escribe todas las semanas cartas cariñosísimas, quiero que vea una de sus cartas." Y curioso por saber algo más de un hijo así que tanto amaba a su madre pero que no la ayudaba económicament~, el pastor indicó enseguida que sí, que encantado vena una de sus cartas. Enseguida volvió la mujer con dos
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paquetes, uno de los cuales puso en las manos del pastor diciendo: "Estas son sus cartas." El pastor estaba desanudando el lazo que las mantenía juntas, y entonces ella dijo: "Con cada carta me envía siempre un dibujo muy bonito. No es que sean muy grandes, justo del tamaño del sobre, pero eso demuestra que se acuerda de mí." El pastor alzó la cabeza, muy interesado y exclamó: "¿Un dibujo en cada carta?" Tenía más curiosidad que nunca. "¿Podría verlos también?" "Oh , por supuesto", respondió ella; "algunos son de la cabeza de un hombre, otros de un hombre montado a caballo, y otros tienen un retrato del rey. Ve, éste por ejemplo lleva al rey de Inglaterra, ¡viva el rey!" "¡Viva su hijo!", dijo el asombrado pastor; "óigame amiga mía, ¿sabía usted que es una mujer rica? Estos son billetes de banco, dinero. Usted aquí tiene una fortuna; y pensar todo lo que ha sufrido y lo malamente que ha vivido usted mientras tenía en su casa una gran riqueza que creía que eran dibujos." y ése era sin duda el problema que tenía yo respecto a las promesas de la palabra de Dios. Me parecían sólo ilustraciones bonitas, un lenguaje hermoso. Por ejemplo el salmo 23: "El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará." Para mí no era sino poesía hermosa, un relato pintoresco. Ni por un momento soñé que tuviera una aplicación literal, que Jesús puede ser para nosotros un pastor y que puede cumplir en nuestra vida todos y cada uno de los versículos de ese salmo, si confiamos en El. Qué lástima que tantas personas lean hoy en día los cientos de promesas de la palabra de Dios de la misma forma que lo hacía yo. Pero ahora todo era diferente. Me resultaba extraño que nunca me hubiera tomado literalmente la palabra de Dios. ¡Pues sí, El quería decir lo que dijo! ¿Cómo pude haber pensado otra cosa? ¡Qué ciega había estado! ¡Qué ciegos habíamos estado todos! Resulta que Dios había puesto a nuestra disposición recursos ilimitados y nosotros no los reclamábamos, sino que actuábamos exactamente como si esas promesas fueran meras palabras sin fondo. Como había dicho no se quién: "Imágenes bonitas expresadas en un idioma hermoso". Ahora bien, había un obstáculo importante para mi restablecimiento, por- el hecho de que en aquel momento ya no tenía auténticamente ganas de vivir. Desde que había "cambiado", se me había ido todo temor a la
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muerte y tenía verdadera añoranza por llegar al Cielo. Había sufrido tanto que la vida había perdido todo su atractivo para mí, mientras que al mismo tiempo, y debido a mi nueva experiencia, el Cielo se había hecho muy atractivo. Yo, que en un tiempo había considerado el Cielo algo irreal e imaginario, ahora creía que era tan real como el mundo en el que vivía, y deseaba ardientemente llegar a alcanzar el descanso y las bendiciones de él. El Señor Mismo había llegado a ser tan querido para mí, que el solo pensamiento de que le vería cara a cara me resultaba tan maravilloso que casi no podía esperar. ¡Qué transformaciones tan maravillosas puede lograr la oración! Un día temía la muerte hasta el punto de sudar frío, y el siguiente ya no tenía ningún miedo, si no que en vez de eso lo que tenía era anhelo de cruzar la frontera de la muerte para llegar a una tierra mejor. Sentía nostalgia del Cielo, pero el señor B. me dijo: "¿Nunca has pensado que a lo mejor el Señor quiere utilizarte en vida y debes vivir para Su gloria? ¡Imagínate la cantidad de personas cuya fe saldría fortalecida si El te levantara de este lecho de muerte! ¿Acaso no quieres glorificarle a El?" Ese pensamiento era tan maravilloso que nada más oído mi corazón palpitó más fuerte, pensando que de alguna forma podía glorificar Su nombre, de alguna forma ser le de algún servicio. ¡Qué feliz sería si pudiera hacer la mínima cosa por El! El había hecho tanto por mí y lo amaba tanto, que esa sola idea me llenaba de regocijo. Aquella noche, mientras una criada de la casa me leía en alto (después de haber abierto la Biblia al azar), entre otros pasajes leyó el siguiente: "Esta enfermedad no es para muerte, sino para que Dios sea glorificado". Ese versículo me llegó al corazón como si Dios Mismo me lo hubiera hablado. Durante horas estuvo resonando dentro de mí hasta que por fin dije: "Oh Señor, he dicho que estoy dispuesta a morir encantada por ti; pero en vez de eso también viviré encantada por ti. Ahora da me la fe que necesito para vivir, la fe necesaria para reclamar Tus promesas y que Tú me levantes de este lecho de muerte." Aquella noche, cuando el señor B. entró en la habitación, le dije: "Voy a vivir para el Señor, pero tendrás que orar para que El me dé la fe que necesito, porque de verdad que no logro comprender cómo puede levantar a alguien que esté en el estado en que estoy yo, alguien tan indigno y que tiene tan poca fe." En realidad El era real para mí y lo amaba mucho, pero pensar que El podía obrar un milagro así actualmente
EL BANCODEL CIELO 39 --------------------------------------------------------------------------era m~s de lo que yo podía concebir, era un salto de fe dema s a do grande. í
. Pero por f,in fijamos una fecha para la oración, y dec d ímos el d Ia en que le pediríamos al Señor que me levantara curada. El señor B. creía en que había que ser muy concreto. Muchas veces había dicho: "Dios ha sido muy específico con nosotros, nos ha dado promesas concret~s sobre las que afirmarnos, cuyos términos son muy precrsos , y nosotros tenemos que ser precisos con El. Tenemos que prepararnos concretamente, reclamar concretamente un par de promesas, y luego en una fecha concreta cerrar el trato y contado como hecho para siempre." í
En esos días de espera me dormía memorizando promesas, y me despertaba repitiéndolas. Tantas ganas tenía de ,tener fe,. la clase de fe correcta, y tanta como yo creta necesana para obtener algo así del Señor. Quería hacer mi parte. Ojalá hubiera sabido entonces que la fe. que ob~lene cosas de Dios no es "algo muy grande", ¡smo senc1l1amente TOMARLELA PALABRAA DIOS!
En el sanedrín Me gustaría dedicarle un capítulo a un incidente bastante interesante y curioso que ocurrió en aquella coyuntura. Había un ministro del evangelio llamado David Catchpole, un hombre de Dios muy dedicado, que me había visitado alguna que otra vez durante mi enfermedad. Era el pastor de la iglesia bautista, una de las mayores y más importantes de la ciudad. Lo mejor de todo era que el hermano Catchpole creía en la Palabra, no era un modernista. Un día vino a visitarme y me dijo: "Sra. B., la Asociación de Ministros se va a reunir en el salón de su casa el lunes que viene a las 3 de la tarde, y como su habitación está situada justo al lado, pensé que a lo mejor si dejábamos la puerta abierta podría usted oír la charla. Sé que se debe de sentir muy sola y que las horas deben de pasar muy lentamente para usted; y me parece que disfrutará escuchando al menos en parte la reunión. Encatados hablaremos del libro que usted escoja, y por eso se me ocurrió que me pasaría por aquí para preguntarle cuál es el que usted elige para poderlo preparar. ¿Qué libro quíe re usted que discutamos?" Yo le respondí: "Hermano Catchpole, agradezco mucho la atención. El Sr. B. me ha estado leyendo un libro que me encantaría que la Asociación de Ministros discutiera mientras yo escucho." Se trataba del libro del testimonio de la vida de A. B. Simpson, de su maravillosa curación y de otras maravillosas respuestas a la oración. El lunes siguiente, los pastores de las diversas confesiones vinieron a aquella parroquia, y tal como estaba planeado trataron del libro que les habíamos dado. Aquel día yo me sentía muy mal y bastante deprimida, por lo que la primera parte de la reunión no la oí, la lectura del libro o la primera parte de la discusión. Pero hacia el final la conversación se volvió bastante acalorada y las voces se agudizaron, y llegó a mis oídos lo siguiente, cuyos detalles me contaron después el Sr. B Y el Sr. Catchpole. En resumen fue lo siguiente: Tenía la palabra el reverendo Phineas T. Lynn, pastor de la iglesia metodista de la ciudad, uno de los santos de Dios más preciosos que he conocido en mi vida; lo que decía era en esencia lo siguiente: "Yo creo ciertamente que Dios quiere decir exactamente lo que dice en Su palabra, y yo creo que Jesucristo no ha cambiado. Somos nosostros los que hemos cambiado. Ya no
---------------------------~-~-_:~~!'~!:~~~~------------------------~ tenemos fe, y en vez de reconocer que nos falta fe, le echamos la culpa a la Palabra de Dios, diciendo que no es pa,ra nosotros en la actualidad. En vez de eso lo que tendnamos. que hacer es subir nuestra fe al nivel d 1 Palabra de Dios." e a . Sr. B.: "El hermano Lynn ha expresado mi punto de vista . Como la iglesia ha fallado en fe, ha intentado r~baJar la Palabra de Dios al bajo nivel de su fe, diclend? .que estas promesas fueron sólo para los tiempos aposto~lCOS ~ no .pa~a la actualidad, y que los milagros de Cnsto solo srrv ieron para introducir Su ministerio. Ha hecho eso en vez de alzar su fe al nivel de la Palabra de Dios. Por el solo hecho de que no tenemos fe en algo, decimos que es que no es para nosotros en la actualidad. " Hermano Lynn: "Por mi parte, hermano, quiero confesar que somos nosotros los que hemos fallado. Yo creo exacta'~ente lo que dice la Biblia: 'nada hay imposible para D10s', y Jesucristo está tan dispuesto a responder las oraciones y satisfacer la fe como en los días de los apóstoles. El que no se estén haciendo cosas mayores en Su nombre es por nuestra falta de fe, y no por Su falta de gracia." Hermano Catchpole: "¡Yo creo lo que dice la que •Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por glos' !"
Biblia, los si-
Un hermano que tenía dudas: (Me reservo la mencron del nombre de este pastor. Se le notaba muy alterado cuando habló, y parecía muy enfadado): "Bueno, por lo que veo algunos de ustedes predicadores creen que Cristo sigue obrando milagros en la actualidad, y entienden estas promesas de un modo muy literal. De acuerdo, voy a proponer algo, algo así como un desafío. Ahí dentro en esa habitación hay una enferma, la Sra. B., una de' las inválidas más dignas de compasión que he visto en mi vida. Cuando venía para acá me encontré con su médico y le paré un momento para preguntarle cómo se encontraba. Me respondió: "A mí me resulta sorprendente que una mujer siga v ivtendo en el estado en que ella' se encuentra, con el poco alimento que es capaz de tomar. Ultima mente cada vez que suena el teléfono pienso: "Es el fin, la Sra. B se ha muerto." Es que la vida de esa señora no pende de un hilo, sino de un pelito finísimo." Hermanos, yo creo en lo que dice su médico. USTEDES creen todos estos disparates. Póngamoslo a prueba. Por mi parte quiero dejar bien claro que no estoy de acuer-
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El día señalado; y la decepción Por fin llegó el día señalado, y llegaron también los amigos que iban a orar por mí. El hermano Catchpole, su esposa y el Sr. B. hablaron conmigo alrededor de mi cama durante unos minutos antes de la oración. El Sr. B. dijo: "¿Te importaría decirnos qué promesa has elegido para afirmarte?" "Bueno, he elegido no sólo una, sino varias, porque pensé que si una promesa era buena, pues varias mejor." Entonces alguno de ellos dijo riéndose: "Siempre ha hecho lo mismo con las medicinas. Siempre pensó que si una pastilla le venía bien, que tres le vendrían mejor; y que si una cucharadita de medicina le iba a hacer bien, que cuatro seguro que la curaban." Y yo exclamé: "Pero estas promesas son todas diferentes, van a ver." Había elegido Exodo 15:26: "Yo soy el Señor tu sanador." Salmo 103:3: "El es quien perdona todas tus iniquidades, el que sana todas tus dolencias." Marcos 9:23: "Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible." Santiago 5:14,15: "¿Está alguno enfermo entre' vosotros? Llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite en el nombre del Señor. Y la oración de fe salvará al enfermo, y el Señor lo levantará; y si hubiere cometido pecados, le serán perdona dos. " Era bastante extraño que yo hubiese elegido esta última promesa, porque yo nunca había visto que ungiesen a nadie; nunca había sido una práctica de nuestra iglesia y yo nunca había conocido personalmente a nadie que acostumbrara a hacer eso. Pero tenía mucha fe en ese pasaje, porque decía: "Si hay alguno enfermo entre vosotros, llame a los ancianos de la iglesia, y oren por él, ungiéndole con aceite." Me pareció que era una receta muy detallada, muy bien explicada, de forma que sabía exactamente qué ea lo que tenía que hacer. También me pareció que yo tenía todos los ingredientes necesarios: Primero que nada, el versículo decía: "Si hay algún enfermo entre vosotros", y yo no hay duda de que estaba enferma. Luego ordenaba: "llame a los ancianos de la iglesia," y allí teníamos a dos ancianos, dos ministros del evangelio. En tercer lugar decía: "y únjanle con aceite;" y también tenía yo el aceite preparado. ¿y el cuarto ingrediente? "La oración de fe"; y yo estaba segura de que si había alguien capaz de orar, er
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el Sr. B. Y en cuanto a este pasaje del quinto capítulo de Santiago, yo sabía, porque había estudiado la Biblia, que el libro de Santiago se escribió mucho después de la ascensión de Cristo, por lo cual no se podía decir que había sido escrito únicamente para la época de Cristo, sino que se escribió para una iglesia ya bien organizada después de que Cristo hubo abandonado la tierra; era un rito valedero para todas las iglesias actuales. "Ahora ya estoy lista", dije, y cité las promesas que acabo de mencionar. El hermano y la hermana Catchpole se inclinaron y me impusieron las manos al tiempo que el hermano Catchpole citaba algunos versículos de las Escrituras. En la habitación reinaba un silencio profundo, porque daba la impresión de que todos se daban cuenta de la solemnidad del momento y de la reSDonsabilidad que recaía sobre ellos. Entonces el hermano Catchpole me ungió la cabeza y citó Santiago 5:14,15, tras habérselo pedido yo. Luego el Sr. B. oró "la oración de fe", y de verdad que FUE una oración de fe. Creo que son pocas las veces en la vida en que una persona oye una oración así. No había nada de afectación, no era una pura formalidad, te lo aseguro; lo que hizo fue "hablar'.' con el Señor sencillamente, y decirle que no se podía atrever a incumplir Su Palabra. Citó muchas veces seg uí das ese verso que dice: "Confírmame Tu Palabra, oh Dios." Fue la oración de una fe desesperada, surgida a consecuencia de pasar unos días desesperados. Le echó al Señor toda la responsabilidad, diciéndole que nosotros lo habíamos puesto todo en el altar, y que sólo buscábamos Su voluntad. Y ya no había nada más que hacer, sino depender absolutamente de El, contando con que El guardaría Su Palabra. La oración tenía una finalidad tajante, era un compromiso que lo abarcaba todo y que zanjaba la cuestión, ya que al parecer no le dejaba otra opción al Señor. La verdad es que la oración aquella me dejó a mí perpleja. Creo que el tono en que la hizo correspondía con ese trozo de versículo que dice: "Mandadme." Yo le había estado. rogando y suplicando al Señor, y aquello fue como orr a alguien que se dirigía directamente a las puertas del Cielo y decía: "Me habías dicho que tenías un paquete para mí, he venido a recogerlo." Me dejó bastante asombrada. Pero todo se hizo con una sinceridad tan bonita y una fe tan infantil que yo estaba segura de que el Señor lo entendería. (A partir de entonces también yo he llegado a entenderlo a la perfección). Me esforce por
EL DlA SEÑALADO;Y LA DECEPClON
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ver la cara del Sr. B. mientras oraba, pero como ya te dije, me estaba quedando ciega muy rápidamente y sólo veía vagamente la silueta; pero la oración que oí me llegó a lo más profundo del corazón, y creía que Dios no tenía más remedio que responderla. Yo me apoyaba muchísimo en la fe del Sr. B. Me había quedado agotada por el esfuerzo que suponía tener invitados en la habitación, y me dejaron un rato sola para descansar. La verdad es que estaba totalmente exhausta por el esfuerzo que había hecho para llegar a tener una fe muy grande, digna de la ocasión. Seguía teniendo la idea de que la fe era algo muy grande que se le presentaba al Señor de una forma determinada cual un paquete perfectamente envuelto, atado y que se entrega en el momento preciso. Cuando terminó todo, como he dicho, quedé exhausta por el esfuerzo, y sentí mucho miedo; por alguna razón me di cuenta de que mi fe no había sido suficientemente grande, que no había llegado al nivel necesario para lo que habíamos pedido. Entiendes, yo estaba considerando mi fe en vez de las Promesas de Dios. Esper:,aba que saliera algo de mi pobre persona, y no esper-aba que fuera todo obra de El. Había llegado el día señalado, y había pasado, habíamos ofrecido la oración que esperábamos. Yó' ha8'ía obedecido la Escritura, pero no había ocurrido nada. En vez de sentirme mejor, si acaso me sentía peor. Sincera-, mente, al cabo de un par de horas par ectó que me iba a ir al otro lado. Quiero que sepas que aunque he hablado de estos días de preparación, convesaciones, visitas, etc . , mi estado no había mejorado. Me encontraba igual de impotente, más aun. Sólo era capaz de susurrar muy suavito; las únicas partes del cuerpo que podía' mover con un poco de libertad eran mis labios, ojos y mi brazo derecho. Pensé en lo horrible de mi estado, y vi que no había mejorado, y empecé, a perder esperanzas. Una desilusión muy amarga y una gran pena inundaron mi corazón, y lloré amargamente.
"Un silbo apacible
y
delicado"
El Sr. B. había salido de casa y no volvería hasta al cabo de unas horas. La enfermera profesional que me había estado atendiendo se había ido inesperadamente unos días antes, diciendo que era totalmente ridículo que en esta época esperáramos que el Señor obrara un milagro, y que ella no iba a tomar parte mnguna en esa necedad. Hay gente que está decidida a enterrarte, pero que no está dispuesta a darle a Dios una oportunidad de mantenerte con vida. Ahora quedaba una señora hawaiana muy amable que tenía que hacer de enfermera y de ama de casa a la vez; cada poco se acercaba a mi puerta para preguntar atentamente si necesitaba algo, pero la mayor parte del tiempo me quedé a solas con el Señor. Yo tenía una campanita colgada de forma que con sólo levantar la mano la podía hacer sonar, cuando necesitaba ayuda. Me alegré de quedarme sola, porque quería pensar en todo lo que había c:currido. ,No me quedaría satisfecha hasta saber por que no habla respondido el Señor la oración del Sr. B. ~o es que g~ardara ningún rencor, sino que me sent a muy, dohda. Desde aquel día en que mi corazón se transformo de forma maravillosa .y conocí al Señor, había tenido muchos momentos de dulce comunión con El. Esos momentos eran tan reales y tan maravillosos como los que vive una persona cuando se encuentra cara a cara y puede hablar con la persona que más ama. Ninguna conversación de esta tierra podía haber sido más natural, más auténticamente real que las pequeñas charlas que nosotros sosteníamos, de modo que me decidí a hablar así con El para averiguar dónde estaba el origen del problema. De modo que oré de esta forma: "Querido Señor, hemos obedecido Tu Palabra al pie de la letra, hemos reclamado Tus promesas y las hemos creído. Mi esposo hizo' la oración de fe y contaba con que yo iba a ser sanada, pero no ha ocurrido nada; estoy igual de enferma que siempre, si acaso peor. Querido Señor, dime por favor qué es lo que pasa, dime cuál es el problema. No sólo es~~y preocupada por mí, sino también porque tu repu~aclOn está en juego. En el momento en que oraban por rm , estaban celebrando reuniones de oración en cinco i.glesias diferentes, y también sabes lo de esa reunión de ministros, y luego están aquellos otros predicadores que han orado por mí. Señor, será perjudicial para Tu causa, la gente perderá fe. Por favor, te ruego que me hables como lo has hecho ya antes, y yo intentaré entender. í
"UN SILBO APACIBLE Y DELICADO"
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Amén." (Es curioso lo que me preocupaba la reputación de Dios. Después, más recientemente, me he dado cuenta de que El puede cuidar muy bien solo de Su reputación). Entregué el asunto en manos del Señor y sabía que no me iba a dejar en la ignorancia, sino que respondería a mi oración y me diría de alguna forma por qué no me había sanado. Me quedé descansando en silencio, casi dormida, cuando de pronto me acordé de un versículo de las Escrituras, pero de una forma muy curiosa e inesperada. Digo curiosa porque fue algo muy diferente de las otras veces en que me venían a la mente Escrituras. No fue como un versículo, fue una voz; y no es que me viniera a la mente, que va, sino que me salió del corazón. La Palabra de Dios habla del "silbo apacible y delicado" que nos habla desde dentro, y no hay duda de que yo oí esa voz. Fue sólo un trozo de Escritura y llevaba años oyéndolo, pero de pronto se convirtió en un trozo nuevo para mí, como si nunca antes lo hubiese oído. Desde entonces muchos cristianos dedicados me han dicho que muchas veces se les han iluminado versículos de esa forma; versículos de las Escrituras que nunca antes les ha bían llamado la atención particularmente, después de orar de repente se abrían como un libro a sus entendimientos y se les quedaban grabados en la conciencia como si se los hubieran escrito con fuego, y el mensaje que recibían era tan personal como si hubiera llegado directamente desde el mismísimo trono de Dios. El que recibiera esa frase de forma tan clara, conmovedora y personal es una de las partes de mi experiencia más difíciles de explicar. Cuando me pongo a pensar y a recordar esos días en que Dios me castigó y me enseñó, sigo teniendo la impresión certera de que la forma de recibir ese versículo fue igual de milagrosa que el momento en que me levanté instantáneamente de aquel lecho. Como ya he dicho antes, fue más una voz que un versículo, que de una forma muy clara y muy tierna pero con mucha autoridad me habló interiormente estas palabras: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." (Marcos 11:24). Las palabras "creed que lo recibiréis" fueron las que más sobresalieron, como si toda la idea del versículo fuera esa, "creed que recibiréis." Fue algo instantáneo. Enseguida me di cuenta de qué era exactamente lo que el Señor me quería decir. ¡Que yo no había creído que había recibido! Claro que había creído positivamente que El había oído nuestra oración y que le preocupaba mi sufrimien-
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to, y que era Su Voluntad el darme el deseo de mi corazón; pero desde luego no había creído que lo había RECIBIDO. Entonces me rebelé un poco por dentro, y le respondí al Señor muy perpleja: "Pero Señor, no puedo creer que me estés pidiendo esto, que un Padre tan amoroso como Tú le pida a una pobre criatura como yo que crea que he recibido algo de lo cual no tengo la más mínima evidencia. Tú eres omnipotente y omnisciente, pero yo no soy sino un granito de polvo. ¿Cómo me pides que yo crea que me has dado algo y que lo he recibido cuando ni uno solo de mis cinco sentidos testifica que sea así, y cuando sé positivamente que mi estado no ha cambiado en lo más mínimo? Eso es pedir demasiado, no lo entiendo." Y en ese momento, de la misma forma en que había oído dentro de mí el primer versículo, me vinieron estos pasajes de las Escrituras. No recuerdo que haya memorizado conscientemente esos versículos, porque no los recordaba sino de una forma muy vaga, pero en ese momento los oí de forma tan clara como si los estuviera leyendo en Su Palabra: "Dios, el cual da vida a los muertos, y llama a las cosas que no son, como si fuesen." "Abraham, no se debilitó en la fe al considerar su cuerpo, que estaba ya como muerto", "tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios." (Epístola a los romanos 4:17,19,20.) Repetí estas líneas muchísimas veces, sabiendo exactamente lo que el Señor se estaba esforzando por revelarme, que Abraham, aunque su cuerpo estaba ya como muerto, no consideró SU CUERPO sino las PROMESASDE DIOS, Y estaba tan seguro de que Dios iba a guardar Su Palabra que no dudó por incredulidad, sino que le dio gracias a Dios porque sabía que era capaz de cumplir lo que había prometido. ¡En un instante lo entendí todo! Resulta que yo estaba considerando mi cuerpo que estaba como muerto, y tenía en cuenta mi estado de moribunda, la enfermedad, el sufrimiento, los síntomas, y le daba importancia a todo ello, cuando lo que el Señor quería era que contara únicamente con Su Palabra. Por fin entendí claramente que el Señor me pedía que le creyera a El, ya viese una mínima transformación en mi estado o no. El quería que yo andara por fe y no por vista, que creyera que lo que El había dicho era verdad, sólo porque El lo había dicho, aunque no tuviera a la vista ni la más mínima evidencia. El lo había dicho, yeso bastaba. "La fe es la certeza de lo que se espera, la evidencia de lo que no se ve." Para mí fue una revelación fabulosa, y mi corazón exultó cuando entendí exactamen-
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te lo que El me estaba diciendo y cuál era la lección que El quería que aprendiese. "Oh, Señor, ya veo. Ahora entiendo. Quieres que yo lo crea sólo porque Tú lo has dicho, no por haberlo sentido o visto. Creo en Tu Palabra, sólo porque es Tu Palabra. La creo por encima de todo lo demás, no puede fallar. Creo, Señor, que en el momento en que oraron por mí, en ese momento, Tú me diste exactamente lo que había pedido, pero que no lo recibí porque pensaba recibirlo no en ese momento, sino en el futuro. Ahora veo que Tu Palabra dice que 'CUANDO OREIS, creed que lo recibiréis', pero yo no lo recibí cuando oré. Sólo esperé, esperando que me lo parías en algún momento futuro, cuando Te pareciera bien. Pero ahora sé que lo recibí en ese momento, cuando oraron, pero que no lo creí porque no vi ninguna evidencia. Ahora, Señor, que entiendo, estoy dispuesta a confiar sólo en Tu Palabra. Gracias, querido Señor, por revelármelo, y perdóname mi falta de fe." En ese momento estaba maravillada de que pudiera haber sido tan ciega como para haber querido tener evidencia antes de creer, que no es más que andar por vista en vez de por fe. Me maravillaba que no me hubiera dado cuenta antes de que las cosas son como son porque Dios lo ha dicho, y que eso basta. Interiormente daba saltos de alegría, y entonces nació en mi alma algo que desde aquel día no ha cambiado en absoluto: es una confianza firme y duradera en la Palabra de Dios. Repetí en alto muchas veces seguidas: "Es la Palabra de Dios, no puede fallar. Es la Palabra de Dios, El no puede mentir." Me pareció ver esta maravillosa Palabra de Dios en marcha a lo largo de los siglos de la historia, indestructible a pesar de muchos ataques. Sus críticos la han puesto por los suelos y sus enemigos la quemaron muchas veces, y a pesar de todo ha aguantado la prueba del tiempo y de la persecución, sigue siendo la misma, la indestructible, infalible, inagotable y maravillosa Palabra de Dios. Me inundaron una alegría y un éxtasis indescriptibles, porque ya estaba sanada a los ojos de Dios, y así tenía que ser, porque El lo había dicho. Era algo inequívoco, no podía y no iba a dudar de Su Palabra. El había dicho: "Creed que lo recibiréis y os vendr é," y eso fue lo que hice, creí que lo había recibido, y me había venido. ¡No había nada que me pudiera hacer creer lo contrario! En aquel momento no me pareció extraño en absoluto que no me pudiera mover ni que no viera, que fuera una inútil total y que a pesar de todo me estuviera regocijando porque
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el Señor me había devuelto la vida y la salud y me había sanado completamente. Entonces se me ocurrió ese pensamiento que está en un pasaje de Romanos: "Abraham dio gloria a Dios, sabiendo que El era poderoso para hacer lo que había prometido." Pues yo haría lo mismo. Me pareció que según las Escrituras eso era lo siguiente que tenía que hacer, alabar a Dios sencillamente por su maravillosa respuesta a la oración y por el maravilloso don que me había dado. De modo que susurré: "Gloria a Dios, gloria a Dios." Repetí esa frase muchísimas veces, una detrás de otra. Eso es lo que Abraham había hecho. La familiar frase "alabado sea el Señor" ni se me ocurrió. Si tú recibieses un telegrama en el que te dijeran que acababas de heredar una gran fortuna que resolvería tus muchos problemas y satisfaría las necesidades de tus seres queridos, te aferrarías a ese telegrama y te alegrarías inmensamente. Pues yo había recibido un telegrama así, y me aferraba a esas promesas de las Escrituras regocijándome con "gozo inefable y glorioso." Y entonces, ¡oh maravilla de maravillas! De repente me di cuenta de que mis dos brazos se habían levantado. ¡Ese brazo que había sido unútil estaba levantado, de verdad, alabando al Señor, totalmente derecho levantado en el aire! Lo miré como quien mira una cosa rara, lo toqué con la otra mano, lo alcé y lo volví a bajar varias veces. ¡Estaba tan sano como el otro! ¡Y lo veía todo a la perfección! ¡Ya no tenía la vista débil en absoluto! ¡Y estaba moviendo la cabeza de un lado para otro sin darme cuenta! ¡Y también me movía en la cama sin que nadie tuviera que ayudarme! ¡Estaba r iérrdome y llorando a la vez, sollozando de alegría! Me di la vuelta rápidamente y toqué la campanita que tenía colgada a mi derecha y Mary respondió inmediatamente. Se paró en la puerta y me miró como si no pudiera creer lo que veían sus ojos. "Rápido, Mary", dije, "tráeme unos almohadones y ayúdame a recostarme. Me voy a sentar. Date prisa, por favor." Ignoro por qué no hice el esfuerzo de levantarme de la cama y ponerme a andar en ese momento, que fue lo que hice unos minutos más tarde, a no ser que el Señor me quisiera enseñar una lección que ya contaré más adelante. Aquella querida mujer en ese momento no entendió, se asustó y me recostó nerviosamente en los almohadones, tras lo cual se fue a telefonear al médico. Había dos médicos que me atendían. ópata, y el otro un médico general. sentido el impulso de dirigirse a los
Uno era un osteEl Sr. B. había dos para decides
"UN SILBO APACIBLE Y DELICADO"
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francamente lo que contaba que el Señor hiciera por mí. El osteópata y su mujer escucharon lo que dijo muy atentamente y confesaron que tenían fe en que nada había imposible para Dios. Pero el doctor en medicina general, sin embargo, se mostró muy escéptico acerca del asunto y le informó al Sr. B. en términos tajantes que no había la más mínima esperanza de que yo siguiera con vida, y que confiaba en que no fuera a hacer ninguna tontería. Y ahora era él el que hablaba por teléfono: "¿Dice que se quiere levantar y que quiere andar? ¿Qué está sentada en la cama? Bueno, ahora estoy atendiendo un parto y no puedo ir. Que no se mueva, que ya iré más tarde." Mary volvió a la habitación, con el rostro tenso, e hizo ademán de volverme a tender en la cama. Yo le dije: "Mary, en esta habitación está obrando Dios ahora mismo, y no debe usted ponerse en Su camino. Ponerse delante de Dios, en Su camino, en momentos en que está obrando de forma tan definitiva como ahora, es como tenderse en la vía del tren cuando se acerca un expreso a toda velocidad." "Pero es que se ve claramente que está delirando, es la agonía final": exclamó ella; "tiene que mantenerse quieta, el médico lo dijo. " Pero cuando ella vio lo desesperadamente ansiosa que estaba yo y que el Señor estaba en verdad obrando en aquella habitación, se fue cerrando la puerta; pero yo oí que se había quedado allí fuera, y creo que estaba llorando. Mi discusión con Mary había hecho que apartara los ojos del Señor durante un momento, y algo del miedo que sentían ella y el médico tocó por un momento mi corazón. Ahora no tengo espacio para relatar la terrible prueba de fe por la que pasé durante unos minutos. Pedro dijo: "Para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo." (1 ~ de S. Pedro 1: 7). Ahora, después de muchos años, entiendo la razón por la que me dejó pasar aquella prueba de fe, pero en esos momentos me resultó muy dura y no la entendí. La única cosa que entendía era que la NOTA: Este delirio de los agonizantes consiste en que a veces los moribundos se sienten de pronto llenos de fuerzas. Se sabe que algunas personas se han puesto a cantar, a orar, a dar últimos mensajes de despedida a sus familiares, etc .• incluso habiendo estado muy débiles pocas horas antes, capaces únicamente de susurrar y a veces hasta inconscientes.
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Sonó la campana de la cena y le dije al Sr. B.: "Tengo hambre. ¿Qué podría comer?" Y él sonriendo ante mi apetito, respondió: "Bueno, creo que podrías comer lo que cualquier mujer normal podría comer." "Bien", dije. "Entonces voy a tomar una auténtica cena, porque ya estoy harta del 'alimento'''. Porque en ese momento Mary me trajo a la habitación un vaso lleno de mi "alimento" líquido y el tubito de vidrio, que era lo que utilizaba para beberlo. Lo miré por un momento, y diciéndole adiós para mí misma, exclamé: "La verdad es que la verdadera 'comida' es muy diferente del 'alimento'." ¡Y adivina lo que tenían para cenar! ¡Hamburguesas fritas, sauerkraut frita y patatas fritas en manteca de cerdo! Me lo comí todo de buena gana, y luego no me sentí en lo más mínimo indispuesta. Aquella noche dormí sin despertarme, tumbada sobre mi lado izquierdo; tuve un sueño tan pacífico como el de una niña. El Sr. B. dijo que se acercó a mi cama varias veces durante la noche, y que cada vez se iba alabando más fuerte al Señor, porque me veía descansando tranquila y silenciosamente tumbada de lado por primera vez en años.
Del lecho de muerte al púlpito de la noche a la mañana A la mañana siguiente fui andando a la iglesia y hablé en público ante los que estaban allí reunidos ... en la iglesia de la cual era pastor mi marido. . Estaba. tan delgada, que cuando me vestí para ir a la igles i a alguien de los de casa dijo riéndose: "La ropa te queda que parece que sea un saco colgado de un palo." Alguien más dijo que parecía un fantasma, y que sólo me faltaban las ropas mortuorias para repetir la escena de Lázaro. Pero a mí me daba igual, ya no me importaba la apariencia. Me absorbía toda un único pensamiento: que Cristo era real y que se me había manifestado. Su Palabra era real y me había sido probada. La oración era real y había cambiado totalmente mi vida. A partir de entonces, y con todo aquello, tenía a mi disposición los recursos del cielo, siempre que me gustara la vida que a El le agradaba. Me daba la impresión de que se abría ante mí una vida llena de posibilidades ilimitadas. Nunca me había parecido tan maravillosa, tan' bien aventura~a, tan llena de esperanzas, de nuevos deseos y de la concrencra de Su duradera presencia a mi lado. La vida había cambiado del todo y completamente para mí. Si alguien me hubiera dicho: "¿Has recibido una gran bendición?" Yo habría respondido: "Le he recibido a El." Si hubieran dicho: "¿Has recibido una gran bendición?" Yo habría respondido: "No, he encontrado AL QUE BENDICE." Si hubieran dicho: "¿Has recibido la salvación", yo habría replicado: "No, he recibido al SALVADOR."Cristo lo era todo, un maravilloso amigo, consolador y compañero que se había introducido en mi vida. La bendición que había recibido en mi alma era mucho mayor que la que había llegado a mi cuerpo. "Y todos los que Lo tocaron, quedaron sanos." Ahora sabía exactamente lo que significaba ese versículo, porque yo Le había tocado. No se trataba de una terapia mental, ni de ninguna sicología inteligente ni de ningún sistema de curación. Era sólo que con fe nfantí l había estirado el brazo y había tocado "EL BORDE DE SU MANTO." í
NOTA: Esta declaración es del Sr. B.: "Al cabo de 3 semanas del día señ~lado que la Sra. B. menciona en el último capítulo de este libro, ella misma estaba haciendo todas las tareas de la casa; además visitaba enfermos y estaba atendiendo continuamente a otras personas. Al cabo de dos meses aproximadamente estaba definitivamente entregada al servicio crtsttano , Puedo decir honestamente que desde entonces, de lo cual hace muchísimos años, ha realizado el trabajo de dos personas, y que en la actualidad es mucho más activa y carga con mucha más responsabilidad que la mayor parte de las personas." H. E. B.
El borde de Su manto Cuando aquella mañana entré en la pequeña iglesia, se oían por todas partes susurros de excitación y algún que otro sollozo, porque un par de personas estaban llorando; luego se hizo un silencio provocado por la expectación, un silencio profundo. Después de contar en pocas palabras lo que había tenido lugar, el Sr. B. me pidió que hablara. Mi corazón lo sentía lleno hasta rebosar, porque se me estaba dando la oportunidad de hablar de Jesús y de Su poder, de hablar de Su maravillosa compasión, de Su amor y de lo dispuesto que está a responder a las oraciones. Sentía dentro de mí un amor muy profundo por aquellas personas por quienes El había muerto; sentía un ansia tremenda por que también ellas Le conocieran en toda Su plenitud, como le había conocido yo. Yo, que muchos años antes había hablado en público sin pensar en El ni en Su gloria, tenía ahora un único deseo, y era que "Le conocieran, y el poder de Su resurrección, para que todo fuera hecho únicamente para Su gloria." (Filipenses 3:10). "A fin de conocerle, y el poder de Su resurrección, y la participación de Sus padecimientos, llegando a ser semejantes a El en Su muerte." Las veía como ovejas hambrientas, a quienes sólo El podría satisfacer. Yo las amaba con un amor que jamás había sentido antes por el género humano. Algunos de los que estaban allí Le conocían como nosotros, otros no, y por éstos hubiera dado mi vida encantada si con eso Le hubieran podido conocer. Los sufrimientos por los que yo había pasado me habían dado, al menos hasta cierto punto, una "disposición para el Calvario." Mi corazón estaba demasiado lleno para poder hablar mucho aquella primera vez en que se me dio la oportunidad de testificar de El y de hablar de la maravilla que El había obrado para mí, de modo que abrí la Biblia y leí la parte de aquella mujer de la antigüedad que había sufrido muchos males, y que al tocarle fue sanada. "Y he aquí una mujer enferma de flujo de sangre desde hacía 12 años, se le acercó por detrás y tocó el borde de Su manto; porque decía dentro de sí: Si tocare solamente su manto seré salva. Pero Jesús, volviéndose y mirándola dijo: Ten ánimo, hija; tu fe te ha salvado. Y la mujer fue salva desde aquella hora." (Mateo 9:20,21,22). Allí de pie me pareció verla, una mujer cuya experiencia había sido muy parecida a la mía, que sufriendo y penando se abrió paso entre la mul-
EL BORDEDE SU MANTO 57 ------------------------------------------------------------------------titud hasta que cansada mente cayó de rodillas estirándose hacia El en el momento en que pasó. Y~ sabía exactamente cómo se había sentido, indigna de que El se vol viera y la tocara. Yo sé por qué no le pidió que la sanara ni le gritó en alto como otros habían hecho' ella quería esperar allí a que El se acercara un p~quito más, y entonces extendería la mano y tocaría suavemente "~L BORDE DE SU MANTO." Y dije en alto: "Oh mujer de dfa s pasados, yo sé, yo te entiendo, porque yo también he tocado "EL BORDEDE SU MANTO."
Para ti r:ublicamos el siguiente capítulo para las personas que esten pensando en dar un paso definitivo de fe. Lo ponemos como añadido con la esperanza de que te dé ideas prácticas acerca de la fe a propia dora .
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PARA TI
-------------------------------------------------------------------------"Dios no hace acepción de personas." ¿No te aventurarás TU a confiar en las promesas de Dios? ¿Acaso no eres capaz, como cristiano, de arriesgarte con Sus promesas para llegar a nuevos dominios de fe y de bendiciones? ¿No eres capaz de arriesgarte para escalar y llegar más alto? ¿Tan cobarde eres, tan falto de valor, que no eres capaz de lanzarte pisando sobre las promesas de Dios y jugándotelo todo a Su fidelidad? No importa que Pedro se hundiera por un momento entre las olas, por lo menos tuvo el valor de "arriesgarse a salir." ¿Nos quedaremos siempre dentro de los mismos límites? Si no nos arriesgamos y ponemos a prueba Su Palabra, nunca sabremos lo que quiere decir con eso de "cosas grandes y ocultas" que menciona en Jeremías 33:3. "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." Su Palabra dice que El te llevará "al lugar espacioso" y te "mostrará una cosa nueva." Claro, me dirás: "¿Cómo puedo tener yo una fe triunfadora como ésa? ¿Cómo podría yo apropiarme de esas promesas? ¿Cómo podría yo ponerlas aprueba?" En las páginas siguientes te damos de una forma muy breve unos consejos prácticos sobre "Cómo obtener cosas de Dios." PRIMERO: EMPIEZA CON UN CORAZONLIMPIO Por supuesto, queda entendido que para obtener cosas de Dios debemos estar en buenos términos con El. Todo pecado sin confesar hará que disminuya la fe que puedas tener. Cualquier cosa que no hayas sometido a Dios se te pondré delante y te acusará en gran manera en la hora de la prueba. No dejes que esto te desanime, porque Dios no pide perfección. Sólo pide que Le entreguemos nuestras voluntades a El, que lo hagamos lo mejor posible según nuestras fuerzas y con todo nuestro corazón. Muchos tropiezan en esto, porque dicen: "Ah, yo no soy lo bastante bueno, a lo mejor otros se lo merecen, pero yo no." Aunque a lo mejor en su corazón tienen un gran deseo de hacer lo correcto y anhelan de verdad agradar al Señor. Eso es todo lo que pide El, un sometimiento total, una rendición absoluta, que lo pongamos todo en el altar: ya se encargará El del resto. Clamemos, como el David de la antigüedad: "Crea en mí un corazón limpio, oh Dios, y renueva un espíritu recto NOTA: Te recomendamos que te consigas un ejemplar de "Arroyos que nunca se secan", en el cual la autora de este libro expone ampliamente los principios de la fe. es decir, "Cómo apropiarse de las promesas de Dios",
EL BORDEDE SU MANTO 59 ---------------------------------------------------dentro de mf;" "Examíname, oh Dios, y conoce mi corazón; pruébame y conoce mis pensamientos."
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SEGUNDO:PREPARATECONCIENZUDAMENTE; APRENDEPROMESASDE MEMORIA. Cuando le pedimos algo a Dios, es absolutamente necesario que nos apoyemos en la autoridad de Su Palabra. Hemos de tomar Sus promesas y no sólo aprenderlas de memoria, sino conseguir que se metan muy hondo en nuestros corazones y lleguen a formar parte de nuestro ser. Tenemos que descubrir la autoridad de la Palabra de Dios, y entonces la fe vendrá de por sí. Es imposible tener fe para nada si no estás seguro de que Dios te da la autoridad para pedirlo; resulta imposible recalcar demasiado la necesidad de aprender de memoria algunas promesas destacadas. A continuación te daré algunas a las que han recurrido muchos luchadores de la fe desde hace muchos años. Daré las referencias para que tú mismo las busques: Marcos 11:24, Marcos 9:23, 1 Juan 5: 14,15 y Jeremías 33:3. Aunque no puedas memorizar muchísimas promesas, una o dos bastarán para fortalecer tu fe en la hora de la prueba, de tal modo que te preguntarás cómo es que pudiste arreglártelas sin conocerlas hasta entonces.
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TERCERO: SE PRECISO Cuando hacemos un trato con Dios, tenemos que ser precisos. El ha sido muy preciso con nosotros, nos ha dado promesas concretas que ha expuesto en términos precisos, tan sencillos que hasta un niño puede entender los . Has de ser preciso con El. Cuando hacemos negocios con alguien, somos precisos, sobre todo cuando es un asunto importante en el que hay dinero de por medio. Nos tomamos todas las precauciones necesarias para entendernos bien. Decimos que estamos "haciendo un trato" o "cerrando un trato" con una persona determinada, y cuando llega un determinado momento, firmamos en el espacio correspondiente y de forma muy precisa y cuidadosa cerramos el trato. Pues de igual forma, cuando cerramos un trato con Dios hemos de ser precisos. Tiene que haber un momento preciso en el que, por así decirlo, firmamos en el espacio correspondiente que queda debajo de Sus promesas, Le tomamos la Palabra y cerramos el trato. En ese momento, ya está; a partir de ahí y para siempre lo contamos como un trato concluido. Toda nuestra actitud ya cambia, la esperanza se ha convertido en fe. Fe, la creencia en cosas que NO se ven.
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EL BORDE DE SU MANTO
PARA TI
Qué pena me da que nos resulte tan fácil creer la palabra de los hombres y ser tan precisos en los tratos que hacemos unos con otros, mientras que en nuestros tratos con Dios somos tan imprecisos, tan sosos, como si la oración fuera una especie de formalidad que tenemos que cumplir, que en realidad no tiene significado. ¡Seamos PRECISOS con Dios!
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CUARTO: CUENTACON QUE DIOS TE LO CONCEDE. Se dan más fracasos en la vida de oración que en ningún otro aspecto, por la sencilla razón de que empezamos cantidad de peticiones sin nunca esperar la respuesta; sólo las mandamos para arriba y seguimos mandando otras para arriba sin una auténtica actitud expectante, sin contar con recibir respuestas, hasta que los músculos de nuestras almas se vuelven flojos por no ejercitar nuestra capacidad de receptividad. Hay dos tipos de cristianos: los que .or an esperando que ocurra algo, y los que sólo oran pero que no esperan que ocurra nada. La oración es en principio un medio para alcanzar un fin, es un lazo de unión entre las necesidades humanas y los recursos divinos, es el llanto que suelta un niño delante de su Padre, CONTANDOcon que el gran corazón del Padre disfruta más dando que incluso el niño recibiendo. Hay algunos cristianos ejemplares, en cuyas vidas es casi imposible encontrar un defecto, y que pocas veces reciben cosas de Dios, sólo porque fallan en esto, porque no tienen esta actitud de estar a la expectativa, no tienen ni idea de este gran principio de la fe. Aman a Dios y confían de verdad en la Biblia, considerándola la Palabra de Dios, pero no tienen nada de una auténtica actitud de estar a la expectativa. ¡Qué lástima, cómo debe de herir al Infinito tener hijos que oran sin cesar sin jamás manifestar una auténtica actitud expectante!
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QUINTO: ACEPTA DE DIOS.
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"Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." "ORANDO, ¡CREED!" De verdad que es asombroso el número de personas que después de pedirle a Dios que dé algo, ¡esperan también que lo TOME! Queremos que, sin nosotros hacer el menor esfuerzo, descienda y nos lo coloque en el regazo, yeso es lo que El está dispuesto a hacer, pero con Sus condiciones, que son las siguientes: "CREED QUE LO RECIBIREIS, y os
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vendrá." El tiene derecho a fijar Sus condiciones; ¿qué menos podría pedir que que le honremos y creamos Su Palabra? Su Palabra no dice que sin perfección es imposible agradar a Dios, pero lo que sí dice es que sin FE es imposible agradarle. Si sientes deseos de agradar a Dios, simplemente honra Su Palabra teniendo fe en algo que por ti mismo te sería imposible obtener. ¡Da un paso de fe y lánzate a lo imposible! "La fe es la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que NO se ve." Pero si esperas a VER antes de creer, eso NO es tener fe. No se trata de lo que vemos, porque "el justo vivirá por fe"; y eso no es según lo que sintamos, sino según lo que afirme la fe. Lo que cuenta no es lo que sintamos, sino lo que Dios dice al respecto. Con fe se considera la cosa pasada, realizada; ya está, sencillamente porque Dios lo dice; ya lo tenemos. "Pero", dirás, "no lo veo; no lo toco, de modo que en realidad no sé si lo he recibido." Pero SI que lo sabemos, porque Dios LO DIJO, y Su Palabra basta. Creemos, no porque ninguno de los sentidos así lo testifique, sino por el testimonio de Dios. "Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso." Yo sé lo arraigado que tenemos el deseo natural de tener alguna evidencia visible de que se nos ha concedido nuestra petición; pero si tenemos alguna otra evidencia que no sea la Palabra de Dios, ya no es fe lo que tenemos; el hombre o mujer que vive por fe no necesita ninguna otra evidencia. ¿Te das cuenta de que llega un momento en que ya "no se debe orar"? ¿Cuándo ya no tiene sentido que le sigamos haciendo la petición al Señor? "Y el Señor le dijo a Josué: 'LEVANTATE; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?'" Este versículo se explica por sí solo: Este hombre del que trata la historia había estado suplicándole a Dios que le concediera el deseo de su corazón, y conforme vamos leyendo, da la impresión de que continuó suplicando mucho tiempo después de que Dios ya le había oído y la respuesta estaba en camino. Así que el Señor le reprocha que siga así tanto tiempo y le dice muy claramente que ya es hora de que se levante y se ponga a trabajar en sus asuntos, porque el Señor ya le había oído y no había necesidad de que siguiera orando, a El no le hacía falta. No cabe duda de que llega un momento en el que seguir orando manifiesta INCREDULIDAD. Es posible SEGUIR ORANDOHASTA QUEDARSE SIN FE. Tomémosle la Palabra, y CONSIDEREMOSLA COSA COMO HECHA, Y lo está, ¡porque El lo dijo!
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EL BORDE DE SU MANTO
PARA TI
-----------------------------------------------------------------------se esforzó
SEXTO: MANTENTEEN TUS TRECE. Entonces, "habiendo acabado todo, ESTAD FIRMES." Estar firme significa conservar el terreno ganado, y no rendirse ni huir. De igual forma, el que va a recibir algo de Dios toma una promesa de Su Palabra, se afirma sobre ella, y a partir de entonces cuenta absolutamente con ella, pase lo que pase después de haber reclamado esa promesa; y aunque no pueda ver ni un paso por delante de él, sigue adelante absolutamente según sus cálculos. Dice: "Ahí atrás reclamé esa promesa al Señor, y sigo afirmándome sobre ella, aunque sólo me rodee la oscuridad." No se dedica a mirar las olas que le rodean, la niebla ni la tormenta, que son las circunstancias, sino que mantiene su mira sencillamente en la promesa de la Escritura, "plenamente convencido de que El es poderoso para hacer todo lo que ha prometido"; como dijo alguien: "Por cada mirada que des a tu problema, da cien miradas a las promesas de Dios."
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SEPTIMO: PON TU FE EN ACCION. La persona que obtiene cosas de Dios PONE POR OBRA SU FE. Santiago 2:17-26: "Porque como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así también la fe sin obras está muerta." ¿Qué es· lo que es una fe muerta? Es una fe que no OBRA. Una fe que no es EFICAZ. La auténtica fe no es algo pasivo, sino que si uno tiene fe de verdad, actúa según lo que cree. Se trata de algo práctico, uno no espera que Dios haga lo que sólo nosotros podemos hacer. Una persona creyente pone su fe en acción. Cuando le ha pedido a Dios algo, procede como si lo poseyese. Cuando le toma la palabra a Dios con alguna promesa, la palabra se hace obra para ella, y procede exactamente como si poseyera ya lo que desea (y en realidad lo posee por su fe creyente), aunque los sentidos naturales le nieguen a cada paso lo que la fe afirma ser verdad. La Biblia ilustra maravillosamente esta idea con el ejemplo de los leprosos a quienes Jesús dijo que se fueran a mostrar al sacerdote como condición para ser limpiados. Dicen las Escrituras: "Y MIENTRAS IBAN, fueron sanados": esto es, cuando pusieron su fe en acción, Dios les respondió. Si nos esforzamos con voluntad creyente, Dios honra ese paso que damos y nos responde. En el caso del hombre que tenía un brazo seco, Jesús dijo: "Extiende tu mano"; al hombre le resultaba imposible extender la mano, pero cuando Cristo se lo mandó,
y su mano fue sanada
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del todo.
La fe se asienta en la voluntad, y yo he aprendido que Dios desde luego nos pide que pongamos nuestra fe en acción. Alguien ha dicho que "Cuando la fe va al mercado, se lleva un cesto." Como aquella señora que se dirigía a una reunión de oración en la que iban a pedir lluvia porque había una sequía. Era un día muy seco en que hacía mucho calor, y ella llevaba consigo su abanico. ¡Y resulta que se avergonzó de su poca fe cuando de camino a la reunión se encontró con una niñita de 8 años que llevaba botas de goma, impermeable y un paraguas! Aquella niñita tan sencilla y confiada sí que estaba poniendo su fe en acción.
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OCHO: DALE GRACIAS POR EL DON. ¡Dale gracias ya por la respuesta! Alábale por Su fidelidad. Aunque todavía no te hayan entregado el paquete a la puerta, ya has cerrado el trato con El por medio del teléfono real, ¡y en tu corazón confías muy dulcemente en su promesa a la espera de que suene el timbre! . Este es uno de los versículos más encantadores de la Palabra de Dios: "Los que han creído, han entrado en el reposo." Empezamos con oración, pero terminamos con alabanza. "A ninguna de todas Sus promesas ha faltado"; "El cielo y la tierra pasarán, pero Mi Palabra no pasará"; "Las promesas de Dios son sí y amén, para la gloria de Dios." ¿No vas TU a estirar la mano para TOCAR EL BORDE DE SU MANTO?
LAS PROMESAS DE DIOS SON
Fundamento espiritual Isaías 53:4-5: "Ciertamente llevó dades, y sufrió nuestros dolores... mos nosotros curados."
El nuestras enfermey por Su llaga fui-
Mateo 8:16,17: "Sanó a todos los enfermos; para que se cumpliese lo dicho por el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias." "Sanó a todos los enfermos." "Todos los que Lo tocaron, quedaron sanos."
ARROYOS QUE NUNCA SE SECAN
Juan 14:12: "De cierto, de cierto os digo: el que en mí cree, las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre." Marcos 16:15-18: "Id por todo el mundo y predicad el evangelio a toda criatura ... y estas señales seguirán a los que creen: en mi nombre echarán fuera demonios; hablarán nuevas lenguas; tomarán en las manos serpientes, y si bebieren cosa mortífera, no les hará daño; SOBRE LOS ENFERMOSPONDRANSUS MANOS, Y SANARAN." Santiago 5: 14: "¿Está Llame a los ancianos de giéndole con aceite en el de fe salvará al enfermo, hubiere cometido pecados,
alguno enfermo entre vosotros? la Iglesia, y oren por él, unnombre del Señor. Y la oración y el Señor lo levantará; y si le serán perdonados."
3~ de Juan 2: "Amado, yo deseo que tú seas do en todas las cosas, y que tengas salud, prospera tu alma." Romanos 8: 11: de los muertos a de los muertos a cuerpos mortales
prosperaasí como
"Y si el Espíritu de Aquel que levantó Jesús mora en vosotros, El que levantó Cristo Jesús vivificará también vuestros por Su Espíritu que mora en vosotros."
Salmos 103:2,3: "Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguno de Sus beneficios. El es quien perdona todas tus iniquidades, El que sana todas tus dolencias."
Por Virginia Brandt
ARROYOSQUE NUNCASE SECAN
Dios todavía está en el trono Virginia
Brandt
Qué grato es mi recuerdo de niña, cuando los contratiempos surgían y la fe valiente de mi madre dejaba en ridículo la mía. . Porque en momentos de gran angustia mucho se debilitaba mi fe, Mientras que la suya ante las pruebas aún más parecía florecer. Mis dudas se iban volando tan pronto oía su voz: "Pues Dios todavía está en el trono, y TODO LO CAMBIA LA ORACION." Mas pasados algunos años, el santuario de su regazo dejé, Cuando me demostraron unos hombres, sabios y eruditos al parecer, Que una fe tan simple e infantil había quedado anticuada; Que pertenecía a otra época, y sólo para tontos era apropiada. "Todo -decíanes sólo un mito que de la ignorancia resultó, Que Dios todavía esté en el trono, y TODO LO CAMBIE LA ORACION."
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Su camino me pareció bueno, pero a la hora de la verdad No era más que un juego inútil, que no satisfizo la necesidad. "Agárrate bien -decía un burlón-, no hay otra cosa en esta vida". Cuando ése era justo el problema: a donde asirme no tenía. Porque perdí la fe sencilla, que tanta seguridad me dio, De que Dios todavía está en el trono, y TODO LO CAMBIA LA ORACION. Regresé entonces de corazón a la viej a senda de siempre; Y ahora S~ BIEN que existe Dios no me importa qué diga la gente. Pues no hay prueba como la oración contestada de tal manera Que nos haga conocer sin dudas que Dios está allí a la espera; Ni se encuentra mayor felicidad que la que este dicho cierto me aportó: Que Dios todavía está en el trono y TODO LO CAMBIA LA ORACION. Nunca olvidaré el día en que me di cuenta del HECHO de que las promesas de la Biblia eran reales y prácticas, y que efectivamente se podían aplicar a mis necesidades diarias. Para mí fue una revelación. Desde muy pequeña me habían enseñado la Biblia, pero nunca me había dado cuenta de que Dios hablaba totalmente en serio en las numerosas promesas que da en Su palabra, y que las cumpliría al pie de la letra si extendiésemos
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DIOS TODAVIA ESTA EN EL TRONO
nuestra fe y reclamásemos las promesas de forma categórica. La pala br a de Dios dice: "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas llegaseis a ser participantes de la naturaleza divina, habiendo huido de la corrupción que hay en el mundo a causa de la concupiscencia." (2~ de Pedro 1:4) De modo que después de todo es grave eso de pasar por alto o tomarse a la ligera las promesas de Dios, porque por ellas nos hacemos "participantes de la naturaleza divina". Yo jamás habría osado tomar una promesa y caminar conforme a ella esper-ando que Dios me respondiera, porque según mi limitado conocimiento de la fe, no eran sino cosas del idioma bíblico, muy bonito, que no había que tomar en serio ni considerar que tuvieran aplicación práctica. Me temo que actuaba como la señora a la que le preguntaron: "¿Y por qué piensa usted que Dios hizo todas esas promesas en Su palabra? ¿Para qué están ahí?" "Pues de relleno", me imagino. De todas formas, creo que cuando pensaba en ellas anteriormente, si alguna vez lo hacía, me debía de parecer más a aquella señora escocesa muy ignorante que se había pasado casi toda la vida apartada en las montañas de Escocia, y que era tan pobre que no podía ni pagar su alquiler, por lo que tenía que depender de su iglesia para su mantenimiento. Un día, cuando su pastor, que era muy bondadoso, le trajo la cantidad del alquiler, le dijo: "Sra. McKintrick, perdóneme que le hable con tanta fran-
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queza, pero estoy seguro de que entenderá. Sus ~migos que le están ayudando a pagar el a lquí Ier no comprenden por qué no la mantiene su hijo. Tengo entendido que goza de una buena posición en Australia, que es muy bueno y que la quiere mucho. ¿No es así?" "Oh , sí," dijo la madre, "y nunca se olvida de mí. Todas las semanas me escribe y me manda mucho cariño; me gustaría que viera alguna de sus cartas." Al instante el pastor ind~có que le gustaría ver algunas cartas, CUrIOSO por saber algo más de un hijo como ese que podía amar tanto a su madre y sin embargo no la mantenía. La mujer no tardó en regresar con dos paquetes, y poniendo uno de ellos en las manos del pastor, dijo: "Estas son sus cartas." El pastor estaba desatando la cuerda ya gastada que envolvía el paquete, cuando ella dijo: "En cada carta me envía siempre un dibujo bonito. No son muy grandes, y encajan exactamente en el sobre, pero eso demuestra que se acuerda de mí." El pastor levantó la cabeza interesado. "Un dibujo en cada carta." Tenía más curiosidad que nunca. Dijo: "¿Puedo verlos tambíren ?" ' : "el aro que SI," -respondió ella-"algunos tienen la cara de un hombre, otros son de un hombre a caballo, y hay unos cuantos que llevan el dibujo del rey. Mire éste del rey de Inglaterra, ¡viva el rey!" "¡ Viva su hi)o!" -dijo el pastor asombrado-o "Amiga rma , ¿se da usted cuenta de que es rica? Esos son billetes de banco, es dinero. .I Pero . . SI tlene usted una fortuna! ¡Pensar todo lo que ha sufrido y vivido privada de necesidades cuando aquí en casa tenía dinero y
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creía
que sólo eran dibujos bonitos." ése era sin duda el problema que tenía yo respecto a las promesas de la palabra de Dios. Me parecían sólo ilustraciones bonitas, un lenguaje hermoso. Por ejemplo el salmo 23: "El Señor es mi pastor, nada me faltará. En lugares de delicados pastos me hará descansar, junto a aguas de reposo me pastoreará. " Para mí no era sino poesía hermosa, un relato pintoresco. Ni por un momento soñé que tuviera una aplicación literal, que Jesús puede ser para nosotros un pastor y que puede cumplir en nuestra vida todos y cada uno de los versículos de ese salmo, si confiamos en El. Qué lástima que tantas personas lean hoy en día los cientos de promesas de la palabra de Dios de la misma forma que lQ hacía yo. Qué pocos hay que sean como aquella buena mujer que había recibido la visita de un ministro de Dios; mientras ella estaba en la cocina preparando el té, él tomó la Biblia de ella, que estaba muy gastada, y empezó a pasar dí str atdarnente las páginas, y entonces se d cuenta de que en los márgenes aparecían de vez en cuando estas dos letras: E.C. Cuando regresó ella con el té, él le dijo: "Tía, ¿qué significan estas letras que has escrito en tantos sitios; E.C.? y aquí también están, y aquí." "Hermano," -dijo ella iluminándosele la cara de gozo"eso quiere decir: 'experimentado y comprobado'. En momentos de gran necesidad he tomado esas promesas y las he reivindicado como si fueran para mí. Esas son las que he experimentado y comprobado que son verdad." y
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Realmente son inapreciables. y esa es exactamente la manera en que el Señor quiere que nos sirvamos de ellas. Desea que pongamos a prueba y nos sirvamos de Su Palabra en los momentos de necesidad. "Probadme ahora en esto, dice el Señor", hasta que con fuerza, fe y dulce confianza podamos anotar al margen de muchos versículos: "experimentado y comprobado" . La palabra de Dios dice: "Por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas", y hay cientos de ellas. j Cantidad abundante! j Fuente ilimitada! "Arroyos que nunca se secan." "Entremos y poseamos la tierra", o seremos como los testarudos israelitas para quienes Dios había provisto con tanta abundancia y que nunca llegaron a heredar la promesa a causa de su incredulidad. "Esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe." Pero te preguntarás: ¿Cómo puedo tener esa fe vencedora? ¿Cómo puedo apropiarme yo de esas promesas? ¿Cómo puedo experimentarlas y comprobarlas? En las páginas siguientes trataremos de darte consejos sobre la forma. de obtener cosas de Dios.
¿Cuándo no se debe orar? Parece extraño que pueda haber momentos en los que no se debería orar. En cierto modo es verdad. Pero por otra parte, llega un momento en que ya no debes seguir pidiendo al Señor el deseo de tu corazón. Para empezar te voy a dar un versículo: Josué 7:10. "Y el Señor dijo a Josué: Levántate; ¿por qué te postras así sobre tu rostro?" Este versículo se explica por sí solo. Josué ha estado suplicándole a Dios que le conceda el deseo de su corazón, y conforme vamos leyendo, da la impresión de que continúa suplicando mucho tiempo después de que Dios ya le ha oído y la respuesta está en camino. Así que el Señor le pregunta por qué sigue perdiendo el tiempo, y le indica muy claramente que ya es hora de que se levante y vaya a hacer sus asuntos, porque el Señor le ha oído y no necesita que le pida más. No cabe duda de que llega un momento en el que seguir orando es incredulidad. Algunos han descubierto que pueden orar hasta quedarse sin fe. Examinaremos detenidamente esta cuestión para ver si esta suposición tiene fundamento bíblico. Hace algunos años, di una vez una conferencia en un pueblecito del oeste, y al final de la reunión la gente estaba bastante interesada en quedarse con un recuerdo que dábamos que tenía nuestra foto. La última noche que asistí a la reunión,· sólo me quedaba uno y lo había guardado como muestra
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para imprimir más. Aquella noche, al entrar en el edificio, se me acercó un joven de carácter muy amable pero un poco retrasado mental y me pidió la foto y estaba tan interesado que prometí darle la que tenía de muestra y escribí su nombre y dirección por detrás diciéndole que era suya y que se la enviaría tan pronto como la hubiera visto el impresor. Aquella noche, al terminar el servicio, el joven se me acercó otra vez insistiendo en que no me marchase del pueblo sin que él tuviese una foto. La saqué del bolso y le enseñé su nombre escrito en ella, mostrándo1e que ya era suya del todo y que yo sólo la tenía temporalmente. Después de terminar el servicio oí como le pedía una foto de recuerdo a otro integrante del grupo, diciendo que ya llevaba dos noches viniendo a la reunión y que no se la habían dado. Había un tono de irritación en su voz porque otros la habían recibido, y al parecer a él le habían pasado por alto. La iba a imprimir en otra ciudad a la que Ibamos a ir en nuestra siguiente campaña·, por lo que a la noche siguiente, que era la última noche que pasábamos en la ciudad donde vivía el joven, todavía tenía el recuerdo conmigo. Al terminar la última reunión 'se me acercó alguien y me dijo que había un joven de aquella ciudad que le daba mucha lástima, que era un poco infantil pero que también se merecía tener uno de los recuerdos y estaba muy desilusionado porque no se lo habían dado, y que se sentirían muy agradecidos si yo le diera uno. Estaba claro que el joven se había quejado a ese grupo. Le busqué y
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¿CUANDONO SE DEBE ORAR?
apartándole un poco le expliqué claramente que él sí que tenía una foto, que yo había escrito ya su nombre y dirección en ella, y que aunque no la tuviera en sus manos para llevársela a casa, era tan suya como si ya la tuviera. Volviéndome entonces al grupo, que estaba allí al lado, hice de la circunstancia una lección objetiva explicándoles que ésta es precisamente la forma en que tratamos al Señor cuando le pedimos algo que El nos promete dar con seguridad, y luego, si no lo recibimos al instante, o mejor dicho, si no vemos que lo recibimos, o no lo tenemos en nuestras manos, o reconocemos de alguna manera con alguno de los cinco sentidos que lo hemos recibido, inmediatamente volvemos al Señor otra vez y empezamos a renovar nuestra petición, como si El fuera sordo, mudo y ciego, y como si no nos hubiera oído o se hubiera mostrado completamente indiferente a Su propia palabra, por la cual nos ha dado clara autoridad para acercarnos a El y pedirle el deseo de nuestro corazón. No una, sino muchas veces, nos acercamos a El como niños tontos balbuceando vanas repeticiones, y nos comportamos como si Sus promesas no significasen más que las de algún ser humano infiel que irreflexivamente hizo muchas promesas sin la menor intención de cumplirlas, o sin darles demasiada importancia. Verdaderamente es un insulto al corazón infinito del Padre Celestial, cuya Palabra, que es infalible por los siglos de los siglos, ha dicho: "El nunca ha faltado a ninguna de todas Sus promesas"; "las promesas de Dios son sí y Amén para
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la gloria de Dios"; "el cielo y la tierra pasar~n, pero Mis palabras no pasarán"; "por medio de las cuales nos ha dado preciosas y grandísimas promesas." No se pueden comparar las promesas de Dios con las promesas del hombre. El hombre es humano y puede faltar a su palabra, pero Dios no puede faltar a la Suya. Su justicia, misericordia, verdad, amor y fidelidad sostienen Su palabra, y no sólo eso, sino que Dios tiene poder para cumplir Sus promesas y no siempre está al alcance del hombre el cumplir las suyas.
Estar a la expectativa ¿Cuál es la razón por la que tan poca gente REClBE COSAS DE DIOS? Hay dos clases de cristianos: los que oran y esperan que algo suceda, y los que sólo oran y no esperan que suceda nada. La oración es un medio para alcanzar un fin, un eslabón que enlaza las necesidades humanas con los recursos divinos, el llanto que derrama un niño ante su Padre sabiendo que al gran Corazón Paternal le gusta más dar de lo que a él le gusta recibir. "Porque si un padre terrenal sabe dar buenas dádivas a sus hijos, cuánto más el Padre Celestial dará buenas cosas a los que Le pidan." Un amigo nuestro dijo un poco en plan de broma que a toda su congregación se le había contagiado el "dame", ya que continuamente estaban pidiéndole cosas al Señor pero sin fe de que lo recibirían. No paraban de decir: "Dame, dame, da me." Me recuerda al sacristán de una iglesia rural de las colinas de Virginia, al que un día se encontraron en lo alto de una escalera, arreglando algo en el campanario que estaba justo encima de la sala donde tenían las reuniones de oración. Al final se sentó en la escalera y se dirigió a un grupo de personas que frecuentaban dichas reuniones y que habían llegado' antes de la hora. "¿Saben lo que pasa con esa campana que no toca? El campanario está tan lleno de oracio-
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nes que nunca llegaron más allá del techo de la iglesia, que la campana no tiene sitio para moverse. Hay montones de oraciones atascadas allí dentro que nunca llegaron más alto porque ustedes no las creyeron cuando las hicieron. ¿No saben que una oración no es real a menos que esperen que algo suceda? Ustedes no esperaron que algo' sucediera cuando hicieron la mayoría de esas oraciones. Les digo que la verdadera fe espera algo cuando ora, y si no se espera nada, eso no es fe, es sólo basura." Aquella noche hubo una reunión de oración diferente, y todo sería muy distinto si cuando oráramos estuviéramos realmente a la expectativa. ¿Nos limitamos simplemente a orar, o contamos con que algo suceda? ¿Cambian situaciones nuestras oraciones? La oración no es meramente un "ensueño piadoso" que tiene un efecto subconsciente sobre el individuo que la practica, sino que la oración es algo inmensamente práctico, y un medio para llegar a un fin tan real, tan constante y cierto como el empleo del teléfono o el telégrafo, sólo que MUCHISlMO MAS. El está siempre al otro lado del hilo, y nos dice: "No tenéis porque no pedís." ¿Acaso no es verdaderamente angustioso que nosotros, que somos creyentes, hagamos que nazca la incredulidad en los corazones de los demás y hagamos de nuestro Padre Celestial un objeto de burla a los ojos de los incrédulos por no haber recibido respuestas a nuestras oraciones, y les hagamos pensar que Dios no existe, que está dormido o se ha marchado a hacer un largo viaje?
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ESTAR A LA EXPECTATIVA
Igual que Elías cuando se burló de los paganos que clamaban a su dios (1 Reyes 18: 26) : "Oh Baal, j respóndenos! Pero no había voz, ni quien respondiese. Y aconteció al mediodía, que Elías se burlaba de ellos, diciendo: Gritad en alta voz, porque dios es; quizá está meditando o tiene algún trabajo o va de camino; tal vez duerme y hay que despertarle. Y ellos clamaban a grandes voces, y se sajaban con cuchillos y con lancetas conforme a su costumbre, hasta chorrear la sangre sobre ellos. Pasó el mediodía, pero no hubo ninguna voz, ni quien respondiese ni escuchase. Entonces dijo Elías a todo el pueblo: Acercaos a mí. Y todo el pueblo se le acercó; y él arregló el altar del SEÑOR que estaba arruinado. Cuando llegó la hora de ofrecerse el holocausto, se acercó el profeta Elías y dijo: SEÑOR DIOS de Abraham, de Isaac y de Israel, sea hoy manifiesto que Tú eres Dios de Israel, y que yo soy Tu siervo. Respóndeme, Señor, respóndeme, para que conozca este pueblo que Tú, oh SENOR, eres el Dios, y que Tú vuelves a Ti el corazón de ellos. Entonces cayó fuego del Señor. Viéndolo todo el pueblo, se postraron y dijeron: El SEÑOR es el Dios, el SEÑOR, es el Dios." Hace algunos años en Big Cabin (Oklahoma, EE. UU. ), se me acercó un señor y me pidió que orara por su hijo, que era muy impío. Todos los días orábamos mucho por él, y cada vez que se hacían peticiones de oración, él volvía a pedir por la salvación del muchacho y por fin una noche éste salió al frente respondiendo a la invitación y entregó
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su corazón a Dios. El local estaba atestado y me fue difícil llegar a la parte posterior del edificio de donde algunos obreros me habían llamado para orar por alguien. Después de hacerla vi a aquel padre que había orado tanto tiempo por su hijo. Extendiendo la mano, le tomé del brazo y le dije: "Hermano, tu hijo está ahí enfrente y ya se ha salvado." Y ¿qué te crees que dijo? "No puede ser. Debe de haberse equivocado. No será mi hijo. Debe de ser otro chico que se llama igual. En esta comunidad hay otro muchacho que tiene el mismo nombre." Tardé más de cinco minutos en convencer a aquel hombre de que era su hijo y de que efectivamente se había salvado. Aquella noche el padre dio este testimonio: "Ll evo veinte años orando por este chico mío, y nunca me he llevado una sorpresa tan grande como la de esta noche al enterarme de que se había salvado." Imagínate, veinte años orando sin esperar que Dios hiciera nada. Tenía amor a Dios, y profunda confianza en que la Biblia era verdaderamente la palabra de Dios, pero de lo que se dice una auténtica actitud de expectativa no tenía ni jota. j Qué lástima! j Cómo le debe de doler el corazón al Eterno al ver que Sus hijos oran una y otra vez, continuamente, pero sin esperar lo más mínimo. Porque como ya hemos dicho antes, esperamos que Dios nos dé y reciba también por nosotros. Queremos que El, sin el menor esfuerzo por nuestra parte, venga directamente a nosotros y nos lo ponga en las manos. El lo hará, pero con Sus condiciones, y Sus condiciones son: "Creed que lo
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recibiréis y os vendrá." El tiene derecho a establecer Sus propias condiciones, y ¿qué menos podría El pedir que Le honremos creyendo Su palabra? Su palabra no dice que si no se es perfecto es imposible agradar a Dios. Si en tu corazón tienes el deseo de agradar a Dios, no tienes más que honrar Su palabra creyendo algo que te es imposible obtener por ti mismo. Da un paso de fe en dirección a lo imposible donde no tengas otra cosa visible a qué aferrarte que no sean • Sus promesas, contando con que El te responderá y te dará lo que deseas. Eso es lo que Le agrada. Hay cristianos ejemplares, en cuyas vidas casi no se podría encontrar una falta, que sin embargo raras veces consiguen cosas de Dios, simplemente porque fallan en esto mismo. Carecen de una actitud expectante. Desconocen por completo este poderoso principio de fe. Mientras que por otro lado he conocido a algunos cristianos muy débiles -quiero decir débiles por sus repetidos tropiezos en momentos de tentación, aunque al parecer se afanan por hacer sólo lo buenoque han recibido algunas respuestas extraordinarias a sus oraciones, debido a su fe sencilla e infantil, notándose después de cada oración una genuina actitud expectante.
Receptividad En la vida de oración, es donde hay más fracasos, por la sencilla razón de que empezamos muchas peticiones y nunca esperamos la respuesta; seguimos enviándolas hacia arriba una tras otra, sin tener la menor esperanza de recibir las respuestas, hasta que los músculos de nuestra alma acaban por ablandarse por no ejercitar nuestras facultades para recibir. Yo prefiero enviar al trono una sola oración que esté respaldada por una fe verdadera y recibir la respuesta, que enviar cientos de peticiones y nunca ver las respuestas. Sería mucho mejor pedirle al Señor menos cosas y recibir las respuestas, que hacer daño a nuestra fe debilitando nuestras facultades para recibir. Cómo se debe de compadecer el corazón del Eterno con lástima por los que oran y oran, que esperan y esperan y luego lloran y lloran porque parece que sus oraciones no son oídas ni contestadas, y finalmente con el corazón quebrantado, se rinden desanimados pensando que Dios no se interesa, cuando en realidad son ellos mismos los que están violando todas las leyes de fe de Dios porque no han descubierto aún el principio mismo de la fe que aparece muy bien descrito en Su Palabra. ¿Cuál es el problema? Nos comportamos como si Dios fuera un dictador de corazón duro, cuya terca indisposición nos vemos obligados a vencer mediante muchas súplicas, montones de oraciones y largas peticiones con el corazón quebrantado, cuando la verdad es que El está tratando de vencer NUESTRAincredulidad y anhela concedernos el deseo dé nuestro corazón. Pero El no puede dar y recibir por nosotros.
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Aceptación A NOSOTROS NOS CORRESPONDE RECIBIR. A Dios, en cambio, el dar. Sí, claro, es cierto que pedimos, pero no aceptamos. Marcos 11: 24 dice: "Todo lo que pidiéreis orando, creed que lo recibiréis." El te lo ha dado, y está esperando que tú lo recibas; y lo puedes recibir porque te ha dado la facultad para hacerlo. Hay un himno que dice: "Yo puedo creer, y quiero creer, y creo." Yo PUEDO, porque Dios me da la facultad de hacerlo. El nunca le ordenaría a uno de Sus hijos algo que le fuera imposible cumplir, de modo que yo puedo creer si verdaderamente quiero. Por tanto yo QUIERO, porque Dios espera que yo ejercite mi voluntad creyendo Su Palabra; y yo sí CREO, porque ahora es cuando Dios quiere, y porque ahora es cuando estoy orando por ello, y creo que lo recibo ahora, tal como dice la escritura: "Todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." Así pues, hay un momento determinado en que debo dejar de orar y empezar a creer, y ese momento es "cuando oro". Si pido ahora, tengo que creer ahora, y no en algún momento futuro. Creer en el futuro es tener esperanza, no fe; y como ha dicho alguien muy sabiamente: "Fe no es lo mismo que esperanza." La esperanza te hace situar las cosas en el futuro en un momento todavía lejano en que, si a Dios le parece conveniente, puede que te lo
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conceda. Con fe, en cambio, lo consideras pasado y lo das por hecho. Está hecho simplemente porque Dios lo dice. Como El ha dicho: "Todo lo que pidiereis ORANDO (EN EL MOMENTO D~ ,?RAR), creed que lo recibiréis, y os vendra. La esperanza mira sobre la valla, hacia el futuro, mientras que la fe deja el asunto al otro lado de la valla, en el pasado, como si ya estuviera terminado el negocio; y la fe siempre mirará hacia ese lugar diciendo: "Allí fue donde cerré el trato con el Señor. Acepté Su palabra, lo di por hecho, y es un hecho porque El lo dijo." 1 Juan 5:14,15 dice: "Y esta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquier cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hayamos hecho." No dice "vamos a tener," sino "tenemos". Lo tenemos ahora. Pero me dirás: "No lo veo ni lo palpo, de modo que en realidad no sé si lo habré recibido." Pero sí que lo sabemos, porque Dios lo dijo, Y Su Palabra nos basta. Creemos que lo tenemos, no porque nos lo diga cualquiera de los sentidos, sino por el testimonio de Dios. "Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso." Es así, simplemente porq ue lo dice Dios. "Es pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve." Pero si esperas a VER antes de creer, eso NO es fe. Lo que importa: no es lo que pensemos, sino lo que dice Diós. No es lo que nos parece, es lo que la fe reclama. No es lo que vemos, porque "El justo por su fe vivirá." Yo recibo las cosas con un acto de fe tajante.
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Fe apropiadora Puede que tengas fe, pero ¿tienes fe apropiadora? Uno de nuestros evangelizadores más importa~tes, s~ esforzaba una tarde por explicar en que consrste la fe y desesperado le ofreció al mayor de un grupo de chicos que estaban senta?os en el primer banco de la iglesia un relOJ de marca Ingersoll que tenía en la mano. . "¿Te gustarí~ tener este reloj?" Dijo el pred'ica dor extendiendoselo. "V amos, ¿se cree que soy tonto?", -contestó el much.ac~o- "no me va a engañar." Fijándose en el srg utenta, el predicador repitió la pregunta '., y no tardó en venir la respuesta: "¿Por quien me ha tomado? Hoy no es el Día de los Inocentes. " Nuevamente volvió a hacer la misma pregunta, y una y otra vez a lo largo del banco le fueron dando respuestas por el estilo. Por último ofreció el reloj a un chaval de unos cinco anos que estaba sentado al filo de su asient~, y l~ miraba atentamente a la cara con los ojos br l l antos de entusiasmo. Sus pies no le llegaban al suelo, pero mantenía el equilibrio al filo del .asiento,. listo para saltar, y el pastor no tuvo ttempo m de terminar la frase que em pez.o, ' , "Jovenc ito , ¿te gusta ría ... ?" ' No aSI:. neces tó dec r ~~s para que la mano regordeta echara man? raptdemente al reloj y se apresurara a meterse.lo en el bolsillo. Las únicas palabras que SIrven para describir la acción afanosa, directa y creyente del chaval son echar mano. y mientras se arrellanaba en el
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banco, dijo con un suspiro de alivio que era 10 que siempre había deseado. Al terminar el servicio la muchedumbre de chicos rodeó al predicador en son de protesta, diciendo: "Vaya hombre, ¿cómo íbamos a saber que iba en serio?", y "Ese era justo el reloj que yo quería." "¿Por qué no nos dijo que iba en serio?", y dijo otro: "Si de verdad hablaba en serio, por qué no me lo puso en la mano, o por qué no me lo volvió a decir para que yo lo supiera." Todos deseaban que el pastor se lo hubiera puesto en la mano, en vez de extenderla y agarrarlo por sí mismos, menos aquel pequeñín que tenía verdaderamente fe apropiadora y extendió la mano para recoger por sí mismo lo que le ofrecían. El sí que puso su fe en acción. A mucha gente le falta esta fe apropiadora. De alguna manera creen que están salvados, pero aceptan las promesas de Dios de forma impersonal y poco clara. No saben como "apropiarse" de las promesas e Dios. Sencillamente no saben recibir cosas de Dios, y 'aunque siempre están pidiendo, nunca reciben, por la sencilla razón de que no saben en qué consiste la fe. La cita que hemos explicado tantas veces lo explica de forma muy clara: "Todo lo que pidiéreis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá." Porque si nuestra alma no hace ese acto de apropiación, no podremos heredar los privilegios gloriosos de los hijos de Dios, ni tampoco gozar plenamente de nuestra primogenitura.
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• Sé preciso Tenemos que ser claros en nuestro trato con Dios. El ha sido muy claro con nosotros, y nos ha dado unas promesas muy concretas, afirmándolas en unos términos muy categóricos y de una forma tan sencilla que hasta un niño puede comprenderlas. Tú tienes que ser preciso con Dios. En nuestros negocios con los demás somos específicos, sobre todo en los asuntos importantes que implican una transación monetaria. Tenemos mucho cuidado para que todo quede claro. Decimos que estamos "haciendo un trato", o "cerrando un trato" con una persona. Luego firmamos sobre la línea punteada y cerramos el trato de una manera precisa. Del mismo modo, tiene que haber precisión al cerrar un trato con Dios. Tiene que haber un momento preciso en el que nosotros, p r así decirlo, firmamos sobre la línea punteada debajo de Sus promesas, aceptando Su Palabra y cerrando el trato. En ese momento ya está hecho; lo sellamos y damos el caso por cerrado. La oración entonces se convierte en a la banza. El pedir es ahora recibir. La súplica se ha convertido en alabanza. El futuro ya es presente. Ya no estamos pidiendo, estamos apropiándonos. Toda nuestra actitud ha cambiado y la esperanza se ha vuelto fe. Fe: evidencia de lo que no se ve. ¡Qué lástima que aceptemos la palabra del hombre con tanta facilidad, y seamos tan decididos en nuestras relaciones
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con los demás y sin embargo tan imprecisos y tan tibio~ en nuestro tr~to con. Di~s, como si la oracion fuese algo etereo o tncterto que no quiere decir gran cosa al fin y al cabo. Nos acostumbramos a pedir, pedir y pedir sin recibir, y después nos inventamos excusas para disculpar al Señor, como si nosotros Le hubiéramos obligado a hacer algo que no podía y tuviéramos que dar explicaciones 1?or El, diciendo: "Me imagino que yo no era dí gno", o "No oré el tiempo suficiente", o "No conseguí que orasen suficientes personas", o "El Señor tendrá alguna razón desconocida para no habérmelo dado", cuando la pura verdad es que en la mayoría de los casos no tuvimos fe apropiadora. No fuimos decididos con El. Desconocemos el principio fundamental de la fe, que consiste en creer que recibimos. Este es el principio de fe en el que la "ciencia", las "sociedades filosóficas" y los "filósofos modernos" han basado enseñanzas que no están de acuerdo con las escrituras, presentándolas al mundo como algo nuevo. Son religiones sin espíritu que toman una parte de las maravillosas escrituras y la distorsionan hasta tal punto que no se las puede reconocer. Miles y miles de personas han dejado sus iglesias para buscar consu:lo espiritual y físico en sectas modernas, solo porque tratan más a fondo este pequeño grano de verdad, este principio de fe y los cabecillas de estas religiones se lo han explicado por primera vez, y se agarran a un clavo ardiendo y ven esperanza donde no la hay, y no se dan cuenta de que con ese grano de verdad hay mezclada mucha falsedad, y que
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PRECISO
al aceptarla están negando algunas verdades fundamentales del Evangelio. Muchos lo han hecho para obtener liberación física. Pobres corazones engañados; no se dan cuenta de que muchas veces, el enemigo emplea la verdad de la palabra de Dios y la mezcla con lo falso para tratar que la falsificación religiosa parezca real. Y mucha gente acepta la falsificación porque contiene escrituras. Y mientras, nosotros los cristianos hemos descuidado este importante principio de fe, y como resultado ni siquiera una persona entre mp enti~n~e de fe apropiadora, es decir, de como recí b r cosas de Dios. í
Acción El hombre que obtiene cosas de Dios pone SU FE EN ACCION. Santiago 2:17-26 dice: "Como el cuerpo sin el espíritu está muerto, así la fe sin obras está muerta." ¿Qué es una fe muerta? Es una fe que no FUNCIONA. No es una fe EFICAZ. La fe verdadera no es algo pasivo, si la tienes actúas en consecuencia con lo que crees. Es algo práctico. No esperas que Dios haga lo que sólo puedes hacer tú. Una persona creyente pone su fe en acción. Cuando ha pedido algo a Dios, procede como si ya lo poseyese. Cuando le toma la Palabra a Dios en alguna de Sus promesas, la palabra se convierte en obras para esa persona, y entonces actúa como si ya tuviese lo que quería (lo cual, efectivamente, posee ya mediante la fe), aunque nuestros sentidos nos nieguen a cada paso del camino aquéllo que ha reclamado la fe. Esto es lo que muchas veces se llama "afirmarse en la fe." El pasaje de la escritura en el que Jesús envía los leprosos a presentarse ante el sacerdote para quedar limpios, ilustra muy bien esta idea. Dice la escritura: "MIENTRAS IBAN FUERON LIMPIADOS". Eso quiere decir que en cuanto pusieron su fe en acción, Dios hizo Su parte. Si nosotros hacemos el esfuerzo de creer, Dios hace honor a nuestra fe y hace Su parte. En el caso del hombre de la mano seca, Jesús dijo: "Extiende la mano." Realmente, al hombre le era imposible exten-
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der la mano, pero cuando Cristo se lo ordenó, él hizo el esfuerzo y se le curó la mano del todo. La fe se apoya en la voluntad, y he podido comprobar que Dios espera que pongamos nuestra fe en acción. Alguien ha dicho: "Cuando la fe va al mercado se lleva una cesta." En una ocasión una anciana se dirigía a una reunión de oración en que iban a hacer rogativas por la lluvia, pues tenían una sequía, hacía mucho calor y todo estaba muy seco. Y resulta que se sintió a vergonzada de su poca fe cuando camino de la misma reunión se encontró con una niña de ocho años que tenía puestos un impermeable y botas de lluvia, y además llevaba un paraguas. La siguiente anécdota es un ejemplo de lo que quiere decir "poner la fe en acción" y "actuar como si ya se hubiera recibido. " Cuando yo era pastora de una iglesia de Wagoner (Oklahoma, EE. UU.), había una chica cristiana muy dedicada que se llamaba Etta, que deseaba ardientemente estudiar para hacerse misionera. Durante dos años estuvo orando y esperando recibir el dinero que necesitaba. De hecho, el último año que se pasó en casa orando y buscando el dinero que necesitaba para sus estudios, se quedó llena de deudas, y parecía que le sería totalmente imposible realizar sus estudios. Vino a mí llorando y muy desanimada. Le pregunté si sabía que era la voluntad de Dios que fuese, y me contestó. que estaba completamente segura. Entonces le dije: "Yo desde luego no esperaría más. Llevas dos años pidiéndole el dinero al Señor, pero nunca lo has exigi-
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do de forma tajante ni has demostrado con ninguna de tus acciones que verdaderamente estás esperando que El te lo dé. Si verdaderamente creyeses que El va a contestar tu oración y te va a dar el dinero para el tren, para la matrícula y todo lo demás, ¿qué harías?" "Haría el equipaje, escribiría al seminario diciéndoles que voy y haría todos los preparativos para marcharme", contestó ella. Y le respondí: "Bueno, pues eso es exactamente lo que yo haría si verdaderamente creyese que Dios ha escuchado mi oración y que es Su voluntad que vaya. Me afirmaría sin duda en Su promesa y me pondría a arreglarlo todo, tal como harías si tuvieras el dinero, porque con fe de verdad se obra como si ya se tuviese el dinero. Si alguien te enviara un telegrama diciéndote que te va a mandar el dinero, tú creerías lo que dice esa hojita de papel, pero sin embargo, cuando Dios mismo te ha enviado un telegrama por medio de Su preciosa palabra y ha prometido de forma tajante darte el deseo de tu corazón, tú no Le crees, sino que actúas como si dijeras: "Bah, no es más que la palabra de Dios; no quiere decir nada. Ojalá algún hombre o mujer me enviara una palabra de ayuda." "No, Sra. B.," me respondió, "Yo no pienso así de la palabra de Dios. Le voy a demostrar que Le creo y que confío en Sus promesas hasta el límite. Ahora mismo me voy a casa a hacer las maletas y prepararme. El curso empieza dentro de poco y tendré que darme prisa." Y reivindicó una promesa de Dios y no dudó jamás desde ese momento, sino que siguió adelante con sus preparativos
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exactamente como si ya tuviera el dinero, pues estaba segura de que Dios no le fallaría, y de que "el banco del cielo abriría sus ventanas" (ver Malaquías 3:10) justo en el momento propicio. Si ella algún día lee esta historia, sonreirá conmigo al recordar el incidente que tuvo lugar mientras se preparaba. Justo el día antes de marcharse me llamó por teléfono diciendo que ya tenía preparadas sus ropas y todo lo demás, y lo tenía todo bien ordenado en su cuarto, pero le hacía falta un baúl. Y por teléfono reclamamos la promesa de la escritura que dice: "Mi Dios suplirá todo lo que os falta conforme a Sus riquezas en gloria", y seguí trabajando y nc me volví a acordar más del asunto. Y cosa de una hora más tarde, una amiga mía, la Sra. Martin, me llamó por teléfono y me dijo que estaba limpiando la casa y que entre otras cosas tenía un baúl que no le servía y le estorbaba en el armario, y pensaba que a lo mejor a mí me servía. Me eché a reír y le dije que estaba sirviendo un pedido del cielo, sólo que se había equivocado de dirección, y que el Señor quería que enviaran el baúl a casa de Etta. A la noche siguiente fuimos unos cuantos a la estación para despedirnos de esta buena amiga que se marchaba a estudiar. Una vez en la estación me dijo al oído: "Hermana B., el dinero no ha llegado todavía, pero estoy completamente tranquila, porque sé que el Señor ha escuchado mi oración y .sé que tengo la petición que Le he hecho" (1 Juan 5:14-15). He de admitir que yo estaba un poco preocupada y pensaba que tenía que haber algún error por
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parte de alguien, porque el consejo de la iglesia me había dicho que había hecho una pequeña colecta para ella. Mientras lo pensaba, escuché el silbido del tren en la distancia y a lo lejos vi la luz del faro. Noté que Etta me estaba mirando a la cara muy fijamente. No tenía nada que decir. No podía dejar de maravillarme, pero estaba segura de que Dios no se atrevería a decepcionar una fe como la de ella. Y de pronto un amigo nuestro, que se llamaba Trollinger, y era un cristiano muy activo, y por aquel entonces era presidente del consejo, entró corriendo en la estación, se acercó a nosotros y nos dijo estas palabras: "Estaba trabajando en mi oficina, que está a un par de calles de aquí, cuando de pronto escuché el silbido del tren y me acordé del dinero que me habían dado para Etta, y además traigo algo más, obsequio de mi esposa y yo." "Y aquí hay otro poco," dijo otra voz. Era un amigo del Sr. Trollinger que se había encontrado con él camino de la estación. "¡Viajeros al tren!", gritó el revisor, "¡ viajeros al tren!" "Viajeros al tren de las promesas de Dios," le dije a EHa. "Da resultado, ¿verdad?" "Es maravilioso", -contestó ella"es increíble lo que puede lograr la fe." Y esta es la historia de alguien que se atrevió a poner la fe en acción y a actuar como si ya lo hubiera conseguido. Alguien que contó con la fidelidad de Dios.
Firmes en la fe Hay un momento que recuerdo muy bien en mi vida en que había estado orando sin parar, o al menos así me lo pareció, y había hecho casi todo lo que sabía hacer, y sin embargo parecía como si los cielos estuviesen vacíos y el Señor fuera sordo; mis oraciones no encontraban respuesta. Había llegado a un extremo en que ya no podía hacer más. ¿Por qué no contestaba Dios? Saqué la Biblia, y mientras la hojeaba ora ba ferviente mente , hasta que de pronto mis ojos se fijaron en estas palabras: "Y habiendo acabado todo, estar firmes" (Efesios 6:13). Enseguí.d a me di cuenta de la verdad; Le había estado pidiendo y pidiendo al Señor pero no había estado haciendo nada por recibir, y me dije: "Vaya,. le he estado echando casi toda la culpa al Señor por no responder a mis oraciones cuando era yo quien no había estado haciendo mi parte, aunque yo pensaba que ya no tenía más que hacer. Voy a hacer lo que dice este versículo, es decir, 'habiendo acabado todo, ESTAR FIRME'." Y justo después ·de tomar esta decisión, se formaron en mi mente estas palabras. Aunque nunca se me habían ocurrido antes, parecía que iban saliendo del corazón, frase tras frase, hasta que cada estrofa hubo tomado forma: "Yo lo creo, A través de Aunque todo Su preciosa Pase lo que la mantendré
para mí hecho está, Su Hijo, Dios me lo da. el infierno me atacara Palabra no fallará. pase, la promesa mía, hasta el último día.
Yo lo creo,
para
mí hecho está,
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A través de Su Hijo Dios me lo da. Gloria a Su Nombre, El jamás falló Porque Jesucristo nunca cambió. Ya me hunda o flote, viva o muera, En El espero yo en mis pruebas. Yo estaba convencida de que el Señor me había escuchado, de que Su palabra no podía fallar y de que lo que yo Le pedía entraba dentro de los límites de Su voluntad. De modo que empecé a alabarle y a darle gracias porque la respuesta estaba en camino. "Habiendo acabado todo" ME PLANTÉ FIRME esperando con ilusión que pronto me respondiera. Al cabo de 6 horas la oración tuvo por fin su respuesta, pero no Le podía alabar más de lo que ya lo había hecho cuando tomé la decisión de "estar firme en la fe" apoyándome en Su palabra, porque estaba firmemente convencida y esperando muy entusiasmada, porque sabía que por fe ya lo había recibido, por "la convicción de lo que no se ve." Sé que está muy arraigado el deseo natural de tener alguna evidencia que nos demuestre que se nos va a conceder lo que hemos pedido, pero si tienes alguna otra prueba que no sea la palabra de Dios, eso no es fe. Si Dios lo dice, es más que suficiente. Quien anda por {e no necesita más pruebas. Veremos porque hemos creído, y NO: creeremos cuando hayamos visto. David dice en el salmo 27: 13: "Hubiera yo desmallado, si no creyese que veré la bondad del Señor en la tierra de los vivientes." Como puedes ver, toda vía no había visto la respuesta, pero "creyó que iba a ver." En ese momento en que estamos "creyendo que vamos a ver" (estando firmes en la fe, pero sin ver todavía que lo hayamos recibido), es cuando viene el período de prueba. Recuerda que Daniel pasó una temporada de prueba,
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y que el Señor le dijo: "Desde el primer día que dispusiste tu corazón a entender y a humillarte en la presencia de tu Dios, fueron oídas tus palabras"; sin embargo la palabra de Dios nos indica que hubo un retraso de 3 semanas antes de que. Daniel recibiera la respuesta, aunque la escntura dice que fue oído desde el primer día. Esta anécdota es un consuelo para nosot ros , porque en este momento podemos deci rnos en nuestro corazón: "Desde el primer día que oraste, El te oyó." La respuesta viene, No temas jamás. La respuesta viene, Pronto la verás. Cree y obedece y sigue confiando Porque la respuesta Se está acercando. (Phí l Ker r ) En este punto me gustaría añadir un versículo más de la Biblia. Es uno de los versículos ~ás tranquilizadores de la palabra de Dios: Los qu; hemo~ cr~ído entramos en el reposo." Tendr-ía gr ac i a S1 no fuera algo tan serio, el ver lo que le cuesta a la gente entender el sencillo principio de la fe que les puede asegurar tant~s bendiciones y respuestas seguras a sus or ac iones , Esta dificultad estriba quizás en su sencillez. En innumerables ocasiones he orado con otras pers?nas y hemos reclamado algunas promesas preciosas de Su palabra, sabiendo que todo estaba en orden y entraba dentro de los límites de Su voluntad, y que podíamos alabarle por la respuesta; pero al levantarme después de estar arrodillada, descubría asombrada que la persona con quien había estado orando no creía
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en absoluto, sino que sólo esperaba que de una forma u otra el Señor hubiera oído. Y una y otra vez les he dicho: "Tu deber es creer que recibes, no tienes más que creer." Y lo repetían, pero por la expresión de sus caras yo sabía que en ese momento no creían, sino que más bien esperaban de forma bastante vaga alguna prueba futura de que Dios había oído esa oración. Y a veces meses, incluso años después, han venido a mí emocionados como niños con la cara radiante de alegría y muy animados como si hubieran descubierto algo completamente nuevo, de lo que nunca nadie les hubiera hablado. "¿Sabes? Hermana, el Señor me ha revelado algo estupendo, que no tengo más que creer que lo he recibido, como dice Marcos 11:24, 'todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis y os vendrá.' Ay, es maravilloso descubrir que lo único que tengo que hacer es creer." Y un poco harta le tenía que responder: "Eso es lo que llevo dos años tratando de decirte"; y entonces me han mirado sorprendidos y me han dicho: "Ah, ¿con que eso era?" Así que al final el espíritu de Dios tiene que iluminar los corazones para que comprendan este gran principio de fe. Pídele y El "hará todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos." (Efesios 3: 20) . Eso de ESTAR FIRMES EN LA FE viene descrito en Efesios 6:13, que dice: "Tomad toda la armadura de Dios, para que podáis resistir en el día malo, y habiendo acabado todo, estar firmes." Y luego viene explicado con mucha precisión lo que debemos hacer cuando queremos algo del Señor, o sea, cuando queremos "obtener cosas de Dios." Tomemos esta armadura pieza por pieza y
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pongámonosla para estar preparados para salir y hacer frente al enemigo, que como es natural luchará contra nosotros a cada momento para evitar que recibamos cosas de Dios. Es un enemigo tan poderoso que no hay ninguna fuerza natural con que se puedan combatir sus ataques. Efesios 6: 12 dice: "Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes. " Pero con esta armadura que nos da el Señor estamos perfectamente equipados para resistir los ataques más feroces. En primer lugar vemos que dice: "TOMAD TODA LA ARMADURA DE DIOS." Efesios 6: 13. No es necesario FABRICAR esta armadura; Dios ya lo ha hecho. Sólo tenemos que TOMARLA. La escritura dice que tenemos que tomarla para resistir "en el día malo"; es decir los días. en que más nos ataque Satanás, lo cual puede suceder en cualquier momento, ya que la guerra es continua. Y luego "habiendo acabado todo, ESTAR FIRMES". Estar firmes quiere decir mantenernos en nuestro terreno, sin rendirnos ni huir. Todo esto ya lo hemos explicado más deta lladamente. "CEÑIDOS VUESTROS LOMOS CON LA VERDAD", es decir, con sinceridad. La verdad es el cinturón que ciñe y ata las vestiduras sueltas para que no le estorben al soldado cristiano cuando tiene que luchar. La sinceridad es absolutamente necesaria para estar firme en la fe, porque estamos tratando personalmente con el Señor mismo, y cualquier falsificación o subterfugio es inmediatamente desenmascarado por el espíritu de Dios.
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"Y VESTIDOS CON LA CORAZA DE JUSTICIA." Está claro que el corazón debe estar limpio para recibir cosas de Dios; cualquier pecado sin confesar supondrá un obstáculo para la fe. Cualquier cosa que no hay~s sometido a Dios surgirá ante ti y te acusara en u~ momento de prueba. No ,dejes que ~~to te de~amm,e, porque Dios no Pide perf'ecctón , El solo Pide que pongamos nuestra voluntad ~e Su p~rte y que nos esforcemos de todo corazon lo mejor que podamos. Aq uí es donde muchos tropiezan; dicen: "Ah, yo no soy lo suficientemente bu~~o. Puede que otros sean dignos, pero yo no. Y sin embargo en sus corazones tienen un profundo deseo de obrar el bien y un gran anhelo de agradar al Señor. Lo único que El pide es una sumisión perfecta, una entrega total, y que hayas entregado todo en Su altar; entonces El hará todo lo demás. "Y CALZADOS LOS PIES CON EL APRESTO DEL EVANGELIO DE LA PAZ". Esto se refiere al calzado que empleaban los soldados de aquella época y es un símbolo de estar preparado y dispu~sto para la marcha. El soldado cristiano debe estar preparado en todo momento para hacer y sufrir todo lo que Dios quiera. "SOBRE TODO, TOMAD EL ESCUDO DE LA FE, CON QUE PODAIS APAGAR TODOS LOS D~RDOS, DE FUEGO DEL MALIGNO." La palabra de DlOS dice: "Es, pues, la fe la convicción de lo que no se ve." Hebreos 11: l. La fe es una actitud del corazón con la que llamas a las cosas que no ~on como si fuesen, tal como dice la Palab:a de DlOS en Romanos 4: 17: "Dios, el cual da Vida a los muertos, y llama a las cosas que no son, co~o si fuesen." Si le pedimos a Dios que nos deje ver antes de creer, eso no es fe, sino incredulidad. Puede que esto te suene extraño, pero
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sabemos que no hay un solo negocio en el mundo que no se base en este mismo principio de fe. Pero la actitud del hombre natural hacia Dios es que, aunque acepta la palabra del hombre, se niega a creer en Dios de la misma manera. "Lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual", "el hombre natural está enemistado con Dios." ¿Por qué será que si .un hombre nos hace una promesa, le damos las gracias en el momento en que nos la hace, cuando todavía no tenemos la menor evidencia de que la va a cumplir, y sin embargo no estamos dispuestos a darle gracias a Dios por Su promesa antes de ver la respuesta. A esto se le ha llamado la estima de la fe. Es navegar a ciegas guiados por la palabra de Dios. Una gran autoridad bíblica lo describe de maravilla con la Iust r ac ión del marinero que se orienta de día cuando hace sol y todo va bien. Luego, cuando viene una tormenta por la noche y ya no puede guiarse por la vista, no puede vol ver a tomar su posición, navega lo que se llama "por estima", basándose únicamente en la estima que hizo cuando había sol. Cuando uno quiere recibir algo de Dios está en el mismo caso: toma una promesa de Su palabra, se apoya en ella y a partir de ese momento se guía por ella excl usi v amente , sin importar lo que pueda suceder después de que ha reivindicado esa promesa, y aunque quizás no vea más allá de sus narices, sigue navegando a ciegas y dice: "Ahí atrás reclamé esa promesa del Señor y ,sigo afer r ado a ella, aunque navegue en la mas completa oscuridad." Entonces, como dice Romanos 4:21, estaremos "plenamente convencidos de que es también poderoso para hacer todo í
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lo que ha prometido." Entonces no miramos las olas, la niebla ni la tempestad -las circunstancias que nos rodean-, sino que simplemente mantenemos los ojos en la promesa de las escrituras, como alguien ha dicho y con razón: "Por cada mirada a tus problemas hecha cien miradas a las promesas de Dios." A veces esto parecerá ridículo, tanto para ti como para los demás, pero te puedes permitir hacer el ridículo al defender la palabra de Dios, porque sólo Le honramos cuando creemos Su palabra por encima de todas las sensaciones, circunstancias y condiciones que nos rodean. La fe no es algo grandioso, un sentimiento glorioso o una sensación maravillosa como muchos piensan, sino que es simplemente TOMAR AL PIE DE LA LETRA LA PALABRADE DIOS. La fe dice amén a todo lo que Dios dice. La fe es depender por completo de la veracidad de otro. Si le dices a un hombre que no tienes fe en él, entonces no puedes hacer negocios con él. Del mismo modo' la palabra de Dios dice: "Sin fe es imposible agradar a Dios." Los momentos difíciles se producen por la pérdida de confianza por parte de los hombres, por eso hay "momentos difíciles" en la vida de fe, cuando se pierde la más mínima confianza en la palabra de Dios. La escritura dice en Hebreos 11: 1: "Es, pues, la fe la convicción de lo que no se ve." Del mismo modo que tu mano física se extiende para tomar las cosas, la fe es la mano espiritual que se extiende y agarra las promesas de Dios y se apropia de ellas. Dios nos ha dado cinco sentidos: tacto, visron , oído, gusto y olfato. Cuando probamos algo dulce tenemos la seguridad de que es dulce porque el gusto nos lo ha demostrado. Digan lo que digan los demás, nosotros SABE-
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nuación te vamos a dar algunas que han sido el recurso de muchos guerreros de la fe durante años: Marcos 11:24: "Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá"; Marcos 9:23: "Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible"; 1 Juan 5:14: "Y esta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, El nos oye"; 1 Juan 5: 15: "y si sabemos que El nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hayamos hecho"; Jeremías 33:3: "Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." Quizás no puedas memorizar muchas promesas, pero incluso una o dos fortalecerán tanto tu fe en la hora de la necesidad, que te preguntarás cómo te las podías arreglar antes sin ellas.
Ocho consejos prácticos Creo que te será de utilidad que lo resumamos todo brevemente en los siguientes pasos: lº. UNA ENTREGA al Señor completa y sin condiciones; pon en el altar toda tu vida, tu pasado y tu futuro; t~ ~orazón y tu mente; tu voluntad y tus sent ímí.entos ; tus esperanzas y deseos; tus planes y ambiciones, es decir, TODO. . 2º. ESTUDIA la Palabra de Dios para edificar tu fe, leyendo promesa tra,s promesa hasta que formen parte de tu cor azon . 3º. MEMORIZA por lo menos una promesa y conócela a fondo (si es posible tres o cuatro) . 4º. REIVINDICA la promesa del Señor. Muéstrasela y dile: "Esta es Tu palabra, en la que Tú me has hecho esperar" 5º. CIERRA el trato con Dios. Haz que la con tu operación sea definitiva, y firma la vernombre en la línea de puntos. Porque dad es que debes darlo por hecho. 6º. CUENTA con ello; acabas de ~errar el trato. Ya no tienes que volver atras, como no sea para señalar el momento en el que hiciste la transacción, diciendo: "Fue en ese momento cuando me arriesgué y di el paso de fe." Ahora, "habiendo acabado todo, estoy firme. " 7º AFIRMATE ahora en la promesa que has esco~ido. AFIRMATE en la Palabra de Dios.
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OCHO CONSEJOSPRACTICOS
RESISTE, a pesar de todos los ataques del enemigo. RESISTE EN TU TERRENO aunque las dudas y temores traten de hacerte retroceder. RESISTE, diciendo: "Creo en la Palabra de Dios por encima de todo lo demás; yo creo, aunque cada uno de mis sentidos diga lo contrario. " "Sea Dios veraz, y todo hombre mentiroso, para que seas justificado en Tus palabras." Romanos 3: 4. 8º. ALABALE. Dale gracias ahora por la respuesta y alábale por Su fidelidad. El paquete todavía no ha llegado a tu puerta, pero tú ya le has hecho el pedido a través del teléfono real, y tu corazón está tranquilo y confiado en _Su promesa mientras esperas que suene el timbre. Empezamos con oración y terminamos con alabanza. "Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar." 1 Corintios 10:13.
Aventuras de fe Para terminar esta pequeña charla, me gustaría pedirte que emprendieras algunas aventuras de fe. En el mundo hay muchos aventureros. Han invertido fortunas considerables en hacer exploraciones. Muchos han arriesgado sus vidas e incluso las han perdido al intentar descubrir nuevos territorios. ¿No podríamos nosotros, como cristianos, lanzarnos a la aventura con las promesas de Dios para conquistar nuevos dominios de fe y bendiciones? ¿No somos capaces de arriesgarnos para escalar y llegar más alto? ¿Tan cobardes somos, tan faltos de valor que no somos capaces de lanzarnos pisando sobre las promesas de Dios y jugándonos todo lo que tenemos a Su fidelidad? No importa que Pedro se hundiera por un momento entre las olas; por lo menos tuvo el valor de "arriesgarse a salir". ¿Nos quedaremos siempre dentro de los mismos límites? Si no nos arriesgamos y ponemos a prueba Su Palabra nunca sabremos lo que quiere decir con eso de "cosas grandes y ocultas" que menciona en Jeremías 33:3. "Clama a Mí, y Yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces." Su palabra dice que El te llevará 'al lugar espacioso'. Te "mostrará una cosa nueva." ¿Cómo vas a saber si tienes poca o mucha fe si no pones a prueba Sus promesas y corres aventuras con la fe? Algún día se te presentará una emergencia y sólo Dios te podrá ayudar, y
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AVENTURASDE FE
vas a necesitar mucha fe. Tendrás que saber cómo aprovechar esas promesas para tu apremiante necesidad. Luego tendrás una oportunidad maravillosa para bendecir y servir a los demás, al ver cómo se cumple la palabra de Dios en sus vidas. Las posibilidades de la fe son ilimitadas. Que nadie se atreva a limitar nuestra fe. Sólo hemos tocado el borde exterior de lo que Dios tiene reservado para nosotros. Jesús dijo: "Yo he venido para que tengáis vida, y para que la tengáis en abundancia." La vida de fe es verdaderamente una vida de abundancia. Las promesas de Dios son tan numerosas y abarcan tantas cosas, que hay una promesa para cada necesidad. Hay cientos de promesas en la palabra de Dios: promesas abundantes que no fallan; promesas preciosas y. grandísimas que son inagotables •.• "Arroyos que nunca se secan".
¿Quieres regalos?¿o prefieres al que los da? ¿Prefieres tener una bendición que al que te la da? ¿Prefieres un regalo al que te lo da? Parece imposible que haya alguien que prefiera tener las bendiciones que le da el Señor que al Señor mismo, que alguien busque Sus regalos sin querer conocer al que se los ha hecho; y sin embargo, a veces sucede así. Con las personas que no quieren entregarla todo, lo cual es indispensable para ponerse en contacto con Cristo Mismo. Leen libros sobre Sus bendiciones y promesas, y les piden a otros que oren por ellos y asisten a toda clase de reuniones, pero lo que NO hacen es estar a solas con El en oración y pasar tiempo delante de El con el cor~zón abierto hasta que El tenga una oportumdad de tratar directamente el asunto. No quieren tener RELACIONES MUY DIRECTAS con El, porque les podría mirar directamente a la cara y hablarles de algunas cuestiones que ellos preferirían dejar de lado. No quieren tener TRATO PERSONAL con El porque a la luz de Su presencia se podrían revelar algunas cosas para las cuales no están preparados. No buscan un CONTACTOPERSONAL porque ahora mismo no están preparados para pagar el precio que exige siempre un contacto personal. No; es mejor seguir de lejos, piensan ellos. Es mejor tratar de conseguir la bendición de otra manera que acercarse demasiado a la clara y brillante luz de Su Presencia.
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¿QUIERES REGALOS, O AL QUE LOS DA?
Les costaría demasiado: tendrían que hacer un examen de conciencia para el que no están preparados. Más nos vale no extender la mano y TOCARLE, como hizo aquella mujer que tocó el borde de Su manto, porque seguramente El se daría la vuelta preguntando: "¿Quién es el que me ha tocado?" Y entonces habría una conversación que seguramente sacaría a la luz algunas cosas que es mejor que estén ocultas en las sombras, y fuera del dominio público. No; es mejor no intentar tocarIe, porque eso supondría una entrega incondicional, una lealtad indivisible, un profundo examen de conciencia. Es mejor dejar al corazón fuera de la cuestión y sólo creer con la cabeza en vez de con el corazón. Así razona, quizás inconscientemente, el que quiere tener la bendición sin El que la da y el regalo sin El que lo hace. Pero creyendo con la cabeza no obtendrás la bendición, y es imposible tener el regalo sin El que lo da, porque CRISTO MISMO es el cumplimiento de toda promesa, la solución a todo problema y para cada necesidad. Separado de EL nada podrás hacer. Tienes que ponerte en contacto personal con El. Tienes que tener un trato personal con Cristo Mismo. TIENES QUE ACERCARTE A JESUS; ¡porque NO puedes tener un regalo sin El que lo hace, ni una bendición sin El que las da! Al fin y al cabo es la manera más rápida y sencilla: entras directamente en la luz radiante de Su presencia, derribas todos los obstáculos y subterfugios, y te entregas por completo. Si tratas de entrar por una ventana para robar los almacenes del Cielo eres
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ladrón y salteador. No puedes forzar las cerraduras del tesoro de Dios. Tienes que entrar por la puerta. Cristo Mismo es la Puerta. ESTA es la bendición suprema, el beneficio más grande de la vida de fe, la recompensa más alta, que te hace tener un contacto personal con el Señor Mismo y te lleva directamente hasta la presencia del mismo Rey de Reyes, que es Quien da todas las bendiciones. Eso vale más que todos los regalos. Este contacto personal es muchísimo mejor que todas las bendiciones, porque no sólo solucionas tus necesidades materiales, sino también las espirituales, y da inmediatamente .al alma nuevas perspectivas de gloria, nuevos logros y visiones de riquezas en Cristo Jesús que nunca soñaste. A ti que estás buscando una bendición, y quieres "recibir cosas de Dios", te voy a dar este versículo para terminar. Espero que se quede profundamente grabado en tu corazón, y oro fervientemente para que _se cumpla en tu vida: "Deléitate EN EL SENOR, Y El te concederá las peticiones de tu corazón". Ojalá Dios revelara a cada uno AHORAque Cristo Mismo, que Jesús es la necesidad más grande de nuestra vida, y la única Fuente, por encima de todas las demás cosas que son secundarias. Revélanos, oh Señor, que no podemos disfrutar de las bendiciones sin El que las da; de la victoria sin el Victorioso; de la luz sin el Sol de Justicia; de la fragancia sin la Rosa de Sarón; de la santidad sin El que es Santo; de la curación sin El que cura; y de vida en abundancia sin El que la da... ¡porque Jesús es TODO y está EN TODO, Y es la Fuente y el Arroyo que nunca se seca!
~ te« Sus alas ~ ,
traera, ~CURACION!~
n Sus alas traerá curación! Es e librito te ofrece la verdad bíblica de la curación por ·e con el fin de alentar y fortalecer tu fe, de forma que puedas ap~icar a tu propia vida y con buenos resultados las promesas de Dios y poner en práctica los principios por 105 que El se rige. "¡Porque nada hay imposible para Dios, y al que cree todo le es posible!" (Lucas 1:37; Marcos 9:23
INDICE Introducción.
. . . . . . . . . . . . . . .
por qué tenemos problemas, ¡La curación es para "Por su llaga •.. ".
pruebas
. .
.
.
y tribulaciones ••
ti!
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¡El poder de la oración! El "horno de fuego".
• . • .
• • 1
¡El poder de la alabanza ! . Otras -condiciones para sanos!
curarse •••
¡Y para
permanecer ••
.
Conclusión.
Compilación: Apollos. Ilustración de la portada: Bloch. Ulti.a página: Grabado de Doré.
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¡EN SUS ALAS TRAERA CURACION! Por el Padre David GP 969 Octubre de 1979 HOY EN DIA, EN LA GRAN MAYORIA DE LAS IGLESIAS PIENSAN QUE LOS RELATOS DE JESUS Y SUS DISCIPULO$ SON ALGO DE LA ANTIGUEDAD Y EL PASADO. Los consideran cuentos infantiles, de ninguna manera algo real. Les parece que no tienen relación alguna con ellos. Dios está muy lejos, el Cielo está muy arriba, Jesús murió hace mucho tiempo; ¡todo eso es a Igo muy lejano! ¡PERO LAS COSAS QUE HIZO EL SENOR PUEDEN SUCEDER HOY EN DIA TAMBIEN! El sigue siendo tan real como siempre y es capaz de hacer lo mismo, e incluso más. ¡Dios sigue vivo y sigue actuando tan portentosamente como en aquel entonces entre los que confían en El! El dice: "Yo el Señor no cambio" (Malaquías 3:6) y "¡Jesucristo es el mismo ayer, hoy y por los siglos!" (Hebreos 13:8) "El que en Mí cree," dijo Jesús, "las obras que yo hago, él las hará también; y aun mayores hará, porque yo voy al Padre." (Juan 14: 12) "Y estas señales seguirán a los que creen ••. sobre los enfermos pondrán sus manos, y sanarán." (Marcos 16:17,18) ¡LOS MILAGROS NO SON ALGO QUE PERTENECE UNICAMENTE AL PASADO! Dios todavía se dedica a transformar los cuerpos que lo necesitan, además de corazones, mentes y espíritus. ¡A El, el Dios de la Creación, obrar una curación no le supone gran cosa! Si es capaz de crear el cuerpo, ¡desde luego que es capaz de reparar sus averías! ¡Seguro que el que nos creó puede curarnos! El dice: "MAS A VOSOTROS QUE TEMEIS MI NOMBRE, NACERA EL SOL DE JUSTICIA, Y EN SUS ALAS TRAERA CURACION" * (Malaquías 4:2) POR QUE TENEMOS PROBLEMAS, PRUEBAS Y TRIBULACIONES ¿ACASO NOS EVITA EL SEÑOR A LOS QUE SOMOS SUS HIJOS TODO ACCIDENTE, ENFERMEDAD Y APURO? ¿O por el contrario, nos deja a veces pasar muchos apuros? Mientras estés en carne humana, no hay garantía segura de que no vayas a enfermar jamás. * (N. del T.: Traducción directa de la versión inglesa K.J.) 1
SEÑOR NO HA DICHO NUNCAQUE NO TENDRIAM?SEN!ERMEi aflicciones· lo que sí dijo fue que nos hbrana de J)~ e~las. "·Much~s son las aflicciones del justo, pero de toda s ellas le I librará el Señor!" (Salmo 34:19) ~;ONO ES NATURAL,SIEMPRE NOS PREGUNTAMOS POR QUE PAsAN ESTAS COSAS, PERO DIOS SIEMPRE L.ASHACE POR UN..MOTI. o estoy convencido de que a mnguno de Sus hlJ~S le fO~r~1 ;unca nada por casualidad! He descubierto p~r rm pro~a experiencia, y por la de muchos otros, que El slempr~ 10 ~ace todo con un fin, ¡aunque no siempre nos lo revele mmediatamente! AFLlC EL SEÑORSE VALE MUCHASVECES DE ENFERMEDADES, IONES Y COSASASI PARA PROBARNOSy HACERQUE NOS ACER~EMOS MAS A EL, Y le invoquemos, y busquemos ve~daderamente. 1 Señor. Como dijo alguien una vez: "Dios hace cter t a s .cosas aara que te vuelvas humilde, otras para man~enerte hu.mlld~,' P ún otras para asegurarse de que sigues sí.endo hurní lde , be alo contrario tendríamos tendencia a dejarnos l~evar por_ la rriente. Pero todo eso nos fuerza a depender mas del Senor. eo ALGUNASCOSASSUCEDENUNICAMENTEPARA MANTENERTEUNIDO AL SEÑOR, humilde y confiado en El. A veces ocurren para unirte más a los que te rodean. Otras para hacer que ores. H toda clase de razones hasta para tener problemas. '" a~HASTA]ESUS "APRENDIOOBEDIENCIAPOR LO QUE PADECIO . (H~breos 5:8) Todos sabemos que Jesús era perfecto y <;!.uero se lo provocó El mismo con sus propios pecados. El Senor o rmite para fortalecer nuestra fe. pe EN CIERTAS OCASIONES, PUES, NO ES FORZOSAMENTEPORQUEHAYASHECHOALGO MALO. Como aquel hombre de la Biblia que ,era ciego de nacimiento, y del cual dijo ]e.sus que Sl estaba ciego no era por sus p rop ios pecados, y ni siquiera por los de sus pa dres, ".SInO pa ra que las obras de Dios se manifiesten en él"; ¡tras lo cual Jesús se apresuró a curarle para demostrarlo! (Véase el capítulo 9 de ] uan ) PUEDE QUE A VECES ENFERMES PARAQUE DIOS PUEDA HACERUN MILAGROY CURARTEy resulte todo un testimonio, aun sin haber obrado mal ni hecho nada indebido para merecer lo , Tal vez Dios de jó que enfermaras para po-
L~~LfJ.~!J.~..1!..2..Jl.~~" 2
de rP curarte y , demostrar as' 1 SU po d er , ero cualqulera que sea el ' TODO LO QUE DIOS HACE LO H~~~vo, recuerda siempre que QUE AMAN A DIOS TODAS POR AMOR. Y QUE "A LOS manos 8:28) Si er'es hijo dLA~,COSAS LES AYUDAN A BIEN." (Ro, que te suceda nada como ~ lOS Y Le amas, El no permitirá Pero dirás' ", Pues m o sea por tu propio bien. . I e pasan muchas cosas ' parece que me ayuden 1" P que a rm no me , ero supongo qu ' temprano viste que por una . e mas t~rde o más bien. ¡Y si no, ya lo verás!u otra razon te habla venido Por esto d jo el D id "BUENO ME ES HAB rey a Vl en sus Sa Imos : ER SIDO HUMILLADO . Tus estatutos." "Antes q f " para que aprenda ue uera yo humí l lado , descarriado 1/ andaba; mas ahora (después de haber sido '}" humí Il a do ) guardo Tu Palabra." (Salmo 119' " '1 71,67) ¡Aleluya! . I ¡, • {~I h í
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~~ modo qu~ hasta los problemas y aflicciones nos vienen Grac ra s al Señor! ren , ¡Dios sabe ué 1 e . ne! ¡Y aunque a veces tardes semana; m::es °e qiun lmas c~nvieen saber por qué llegará el d ,c uso anos nía razón y que hizo lo la e~ que sabras que Dios teque conven ía ! í
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¡LA CURACION ES PARA TI! EL~~~Q~i ~~~::: ~NS~~~R~F~i;1~1~~¡~1~fL, 1US!O, DE TO~AS tas ni cuáles se a n ! 'De T-O-D A S da INo irnpor t a cuanalgunas ' I - - , to as ellas! No sólo de , o unas cuantas, o mu~has, o la mayoría, ¡sino de
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! ¡Todas ellas! ¡De acuerdo con Su Palabra, podemos r con que Dios nos libre! e ¡LA CURACION ESTA A TU DISPOSICION! En la Biblia, que es la Palabra de Dios dirigida personalmente a cada uno de nosotros, hay montones de versículos que tratan de la curación. En Su Palabra nos ha hecho unas promesas; son promesas que podemos reivindicar y esperar que las cumpla. "Nos ha dado preciosas y grandísimas promesas, para que por ellas (SUS promesas) llegaseis a ser participantes de la Naturaleza Divina." (2P. 1 : 4) ELLAS SON PRECISAMENTE LAS QUE TE INFUNDIRAN FE. La fe viene poco a poco; es algo que se edifica oyendo la Palabra de Dios. No le viene a uno de golpe. "Así que la fe es por el oír, y el oír por la Palabra de Dios." (Romanos 10:17) Esa es la ley de la fe. ¡MUCHISIMAS VECES LA FALTA DE FE SE DEBE A LA IGNORANCIA! Si piensas: "¡Ay, válgame Dios, no tengo suficiente fe para que Dios me cure!", es porque te falta la Palabra. La fe se edifica con la Palabra; léela con atención y oración pidiéndole a Dios que fortalezca tu fe. El siempre responde al corazón sediento. La Palabra te dará la fe necesaria. DIOS NO SOLO ES CAPAZ DE HACERLO, ¡SINO QUE QUIERE HACERLO! Cuando el pobre leproso se acercó a Jesús y le dijo: "Señor, si quieres, puedes limpiarme", dice la Escritura que "Jesús extendió la mano y le tocó, diciendo: •Quiero; sé limpio.· Y al instante su lepra desapareció." (Mateo 8:2,3) ¡El está más dispuesto a dar que nosotros a recibir! LO UNICO QUE EL NOS PIDE ES QUE LE HONREMOSCON NUESTRA FE, creyendo en Su Palabra y Sus promesas. "Pues sin fe es imposible agradar a Dios; ¡porque es necesario que el que se acerca a Dios crea que le hay, y que es galardonador de los que le buscan!" (Hebreos 11:6) ¡Confía en el Señor! "¡El no ha faltado nunca a ninguna de todas sus buenas promesas!" (1 Reyes 8:56) t opt
"POR SU LLAGA••• " (ISAIAS 53:5) LA SALVACION ES TANTO PARA EL CUERPO COMO PARA EL ESPIRITU. Del mismo modo que la sangre de Jesús fue derramada para la salvación de nuestras almas, Su cuerpo fue quebrado para la curación de nuestros cuerpos. El murió para salvarte, 4
pero sufrió para curarte. "EL MISMO TOMO NUESTRAS ENFERMEDADESY LLEVO NUESTRAS DOLENCIAS en Su cuerpo sobre el madero." (Mateo 8:17; lPedro 2:24) "Pues El fue herido por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre El, Y POR SU LLAGA FUIMOS NOSOTROSCURADOS." (Lsa ía s 53:5) ¿Qué quiere decir "por su llaga fuimos nosotros curados"? QUE TENEMOS EXPIACION INCLUSO POR NUESTRAS ENFERMEDADES. El las pagó con Su sufrimiento .. físico. Así pues, podemos reclamar la curación, como parte integrante de Su expiación que es. Podemos solicitarla por estar incluida en el precio que El pagó. Ya está a tu disposición; sólo tienes que pedirla. "ESCUCHA A JESUCRISTO, EL GRAN MEDICO PIADOSO. Transforma el corazón que está abatido en animoso." NOSOTROSQUE HEMOS RECIBlDO.PERSONALMENTE A JESUS EN NUESTRO CORAZON YA DISPONEMOS DE SU PODER PARA CURAR,que se manifiesta en nuestros cuerpos en la curación que nos da el Señor. (Véase Romanos 8: 11) Sin embargo, ésta no se realizará de una manera total y perfecta hasta que obtengamos nuestros cuerpos sobrenaturales, que serán indestructibles y eternos, y sobre los cuales la muerte y la enfermedad ya no tendrán ningún poder ni derecho. LA CURACION, AL IGUAL QUE LA SALVACION, ES UNA MUESTRA DE LO VENIDERO. La experiencia de la salvación es una pequeña muestra de lo que serán el Cielo y la salvación eterna. ¡Ya tenemos un cachito de Cielo en nuestros corazones! Como dice Su Palabra, "gustamos del don celestial y de los poderes del siglo venidero". (Hebreos 6:4,5) DEL MISMO MODO, CUANDODIOS NOS CURA RECIBIMOS UNA DEGUSTACIONDE LO QUE VA A HACER EL UN DIA DE ESTOS. No se limitará a darte un repuesto nuevo, ni a arreglarte o repararte un poquitín, ¡sino que te entregará un modelo celestial completamente nuevo! (Véase P a los Corintios 15:42-58.) PERO MIENTRAS TANTO, SEGUIMOS CONFINADOSA NUESTROS CUERPOS HUMANOSCORRUPTIBLES Y CARNALES, Y lo más que hace Dios ahora cuando nos cura es remendarnos para que duremos un poquito más. Sólo nos hace
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repara cada vez que hace falta, \lnos arreg 1os y nos . a18 si fuéramos un auto viejo. Y de eso trata preCls.~corno ta lección: . De cómo puede uno obtener curaclOn, tIIentel es de Su "se;vicio de reparaciones" mientras esta va erse , 'f te viejo cuerpo mortal que tanto se avena Y que en es d 1 OS problemas nos a. tan t ¡EL PODER DE LA ORACION! "LA ORACION DE FE SALVARA AL. ENFERMO, Y el Señor lo levantará; Y si hubiere come t 1d o peca dos le serán donados." (Santiago 5: 15) pe~ A ORACION TIENE MUCHO PODER! C~ando oramos, suJL cosas y se producen cambios. DIOS responde la: ce ~~ones. Én una ocasión Dios le dijo a ls~~el ~ue SI ora estaban pasando cosas malas era porque nadie se le taba para invocar Su nombre." (lsaías 64:7) de~~~RO SI CLAMAS DESESPERADO, DE TODO COR~~ON, y I PIDES TE RESPONDERA! El dice: "Me buscarels Y ,Me" LEllaréis' porque Me buscaréis de todo vuestro cor~zon. ha 'as' 29.13) Y "Clama a Mí, y Yo te respondere, Y" !!e::~ñaré ~osas grandes. y oculta(s que, tú 3n3°.3c)onoces. f Jeremlas . -,:.....' \ ••••••\1\ \ ~ , • y RECUERDA QUE I
TIENES A TU FAVOR TODAS LAS PROMESAS DE TODA LA BIBLIA! "¡ PRECIOSAS Y GRANDISIMAS PROMESAS!" (2~ de Pedro 1:4) Así que cuando ores, echa mano de esas promesas. Al recordarle a Dios Su Palabra, demuestras que tienes fe en ella. Lo que le agrada a Dios es que declares de una forma tajante tu fe y conocimiento de la Palabra. (Véase Colosenses 1: 10; Hebreos 11:6; 1~ de Juan 3:22)
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"PROBADMEAHORA EN ESTO, DICE EL SEÑOR, Y VED SI NO DERRAMARESOBRE VOSOTROSBENDICION HASTA QUE SOBREABUN_ DE." (Malaquías 3:10) Todavía no ves la bendición. ¿Cómo sa_ bes .que la va a derramar? Unicamente Su Palabra te lo garantiza. ¡TIeneS que probarle! Tienes que intentarlo. Es así tienes que comprobar que es verdad. Has de desafiar a Dios: EL INCLUSO LLEGA A DECIR: "¡MANDADMEACERCA DE LA OBRA DE MIS MANOS!" Osaías 45: 11) ¡Exígele, pues, que cum , pla Su Palabra! ¡Exígele que te responda, y cuenta con ello! ¡El ha prometido que lo haría! Pon tu fe en el Señor, y cita y r.ec1ama versículos, como hizo Jesús. (Véase Mateo 4:4,7,10) ¡Ahrmate en la Palabra, esa Roca maciza que es el Fundamento de la Verdad!
oraClon. "¡ Lo que es imposible para los hombres es etlsible para Dios, y al que cree todo le es posible!" fLucas 18:27; Marcos 9:23) ¡Aleluya! EL "HORNO DE FUEGO" PERO HAY VECES EN QUE EL SEÑOR NO NOS RESPONDE UO(EDIATAMENTE, lo cual pone a prueba nuestra fe y s une mucho a El en el Espíritu, porque nos vemos ~~ligados a acudir a El ~ Su Palabra;. de otra forma, a lo mejor no les dedicanamos tanto t iernpo y aten-
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clo·EL APOSTOL PABLO TUVO UNA ENFERMEDAD O "AGUIJON 1 EN LA CARNE" HASTA EL DIA EN QUE MURIO, PARA QUE NO DEJARA DE SER HUMILDE! Ni siquiera se ~e. pudo confiar una salud plena, pues de otro modo _qUlzas se .le habría subido a la cabeza, ya que el Senor le habla honrado en muchos otros aspectos. EL DIJO QUE "PARA QUE NO ME EXALTASE DESMEDIDAMENTE ME FUE DADO UN AGUIJON* EN MI CARNE.IRespecto a l~ cual tres veces he rogado al Señor, que lo qu~te de mí. Mas me ha dicho: Bástate Mi gracia; porque poder se perfecciona en la debilidad." (2ª a los Conntios 12:7-9) TODOS NOSOTROS TENEMOS TAMBIEN DEBILIDADES QUE CONSTITUYEN NUESTRO "AGUIJON EN LA CARNE". ,Porque si no tuviéramos ninguna de estas flaquezas y fueramos todos perfectos, no podríamos ayudar gran cosa a los ~emás' si fuéramos tan santurrones y perfectos no podnamos' ser comprensivos ni compasivos. Ni siquiera les podríamos comprender. De modo que a veces pued~ q ~e seamos de más utilidad al Señor con nuestras af l icc ione s y debilidades, o que seamos mucho más humildes y tengamos más fe que si el Señor nos curara. ¡EL AGUÍ}ON QUE PA~LO TENIA EN LA C~R,NE NO LE . I)(PIDIO SERVIR AL SENOR! ¡No le íncapacttó para serv ir al Señor! No se rindió y abandonó sólo p~r tener un pequei\o aguijón en la carne ,(da la, impresion de que era que no veía muy bien). (Vease Galatas 4:13-15)
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¡EL ESTA OBLIGADO POR SU PALABRA! Conque recuérdasela, aférrate a Sus promesas, memorízalas y cítalas en todo momento, y no dudes por un segundo de que Dios va a responder, ¡y responderá! ¡Tiene que hacerlo! ¡El quiere hacerlo! ¡Confía en -El ! ]ESUS DICE: "TODO LO QUE PIDIEREIS ORANDO, CREED QUE LO RECIBIREIS, y OS VENDRA." (Marcos 11:24) "Y ésta es la confianza que tenemos en El, que si pedimos alguna cosa conforme a Su voluntad, El nos oye. Y si sabemos que El nos oye en cualquiera cosa que pidamos, sabemos que tenemos las peticiones que Le hayamos hecho." (l! de Juan 5:14,15) Lo único que tenemos que hacer es creer Sus promesas y orar, contando con que _nos responderá de alguna manera. EL SENOR PUEDE REMEDIARLO Y PARA EL NO HAY NADA IMPOSIBLE. EL ES "PODEROSO PARA HACER TODAS LAS COSAS MUCHO MAS ABUNDANTEMENTEDE LO QUE PEDIMOS O ENTENDEMOS". (Efesios 3:20) Sólo hay que creer y confiar en El, y pedírselo 7
" La palabra griega que tradujeron co.o "aguijón" significa literalmente "Iolestia o incapacidad f[sica". Concordancia de la Biblia Strong.
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¡ANTES DE CURARTE, DIOS QUIERE PROBAR TU FE Y VER SI ESTAS DISPUESTO A OBEDECER, quiere ver si vas a creerle y obedecerle aunque pienses que a lo mejor nunca te vas a curar! ¿Por qué iba El a honrarte con la curación si tú no le honras con tu fe? ¡Tienes que creer y obedecer al Señor aunque nunca te cure! COMO LOS TRES HIJOS DE ISRAEL QUE FUERON ARROJADOS AL HORNO DE FUEGO porque no quisieron renegar de su fe y postrarse ante el ídolo del rey de Babilonia. Dijeron: "Nuestro Dios a quien servimos puede librarnos del horno de fuego ardiendo; y de tu mano nos librará ..• Y SI NO, sepas, oh rey, ¡que no serviremos a tus dioses, ni tampoco adoraremos tu estatua!" (Daniel 3:17 18) , ¡Y PARECIA QUE ERA EL FIN, porque entraron en el horno, cuyas llamas despedían tanto calor que hasta mataron a sus verdugos! ¡Mas a causa de su fe y obediencia, Dios estuvo con ellos, y ni siquiera olían a fuego cuando salieron! (Ver Daniel 3) ¡PRIMERO HAY QUE CREER Y OBEDECER, Y LUEGO DIOS CONTESTA LAS ORACIONES! "Porque la prueba de vuestra fe es más preciosa que el oro, ¡más que el oro fino! Cuando hayas pasado por el fuego saldrás como oro. Porque la obra de todo hombre será sometida a prueba, y se sabrá de qué está hecha; si de madera, heno, hojarasca, o de objetos preciosos como el oro, plata y piedras preciosas; y todo lo que no sea de valor será consumido por el fuego, mas todo lo que sea de valor resistirá." (lª de Pedro 1:7; lª a los Corintios 3: 12-15) "HE AQUI," DICE, "TE HE PURIFICADO, Y NO COMO A PLATA; TE HE ESCOGIDO EN HORNO DE AFLICCION." (I sa Ias 48: la) Así que "no os sorprendáis del fuego de prueba que os ha sobrevenido, como si alguna cosa extraña os aconteciese." (lª de Pedro 4: 12) Por Su poder milagroso, lo lógico no tiene obligatoriamente que ocurrir, como pasó con los tres hebreos. Puede que tengas que pasar por el fuego, ¡pero el Señor puede librarte fácilmente y sin que siquiera te quede el olor de fuego! El dice: "He aquí que Yó soy el Señor, Dios de toda carne; ¿hay algo que sea difícil para Mí?" (Jeremías 32: 27)
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¡EL PODER DE LA ALABANZA! LAS AFLICCIONES Y ENFERMEDADES SUELEN SER UNA UEBA PERO MUCHAS VECES TERMINAN POR PRODUCIR ':SENTÍMIENTO Y MURMURACION: ¡Hay gente que le guarJl rencor a Dios porque no la cura! "Si me curara, enda es le serviría. ¡Pero El no me ama ni se preocupa tOnC mí porque no me cura. 1" pO~LA DUDA, EL TEMOR, EL DESALIEN!O Y LA MUR~~RAION DE ESE TIPO SON MORTALES! ¡Fljate en la. ,Vle)a C ración de israelitas murmuradores que mur io en el gen~ rto por su falta de fe! "¡ Padecieron tantas cosas en deS1e 1" (Gálatas 3:4) 'Por haberse queJa. d o, pasaron por vano. I . di f t de d aquel sufrimiento y sin llegar nunca a 1S ru ar ~~S obeneficios! ¡Los que se qu~jan .de la batalla X abandonan justo antes de la vtctor ra nunca podran gozar de ella! 'PERO LA FE, ~A CONFIANZA, EL BU~N ANIM~ Y LAS ALABANZASAL SENOR DAN VIDA! ¡Si qurer es dej a r K.O. al Diablo, ponte a alabar al Señor pase lo que pase! 1 .El Diablo eso no lo aguanta! ¡Se da la vuelta y se va. ,"Resiste al Enemigo y huirá de ti, porque el verda~ero amor echa fuera el temor; porque no nos ha dado DIOS espíritu de cobardía, ¡sino de poder, de amor y de dominio propio! Por tanto, iTú guardarás en completa paz. a aquel cuyo pensamiento en Ti persevera, porque e~ T1 ha confiado! (Santiago 4:7; lª de Juan 4:18; 2ª a Tímoteo 1:7; Isaías 26:3) ¡Aleluya! ¡DIOS LOGRA SUS MAYORES VICTORIAS DE LO QUE ~ARECEN DERROTAS, y frecuentemente las trae por el ol v id ado sendero de la alabanza! Así que cu~ndo lo.veas ~od~ negro, ¡no mires hacia el suelo! ¡Mlra hac ía arnba. ¡No te quejes ni murmures! ¡Ponte a alab¡~.r al Señor, y muchas veces te librarás alabando del ab srno al que el Diablo está tratando de arrojarte! ¡LA ALABANZA ES LA VOZ DE LA FE! í
OTRAS CONDICIONES PARA CURARSE ¡Y PARA PERMANECER SANOS! LA FELICIDAD, SALUD Y BENDICIONES QUE DISFRUTEMOS EN ESTA VIDA DEPENDEN DE NUESTRA OBEDIENCIA A DIOS. 10
·i Si no estamos
dispuestos a pagar el precio que Dios nos pide por curarnos, no nos cura! Sólo los obedientes se curan. La curación es una recompensa para los que obedec,e~. La salud es una bendición especial que Dios da, y u m ca mente podemos ex g r l a si Le somos obedientes. ¡Pero si Le estamos desobedeciendo, no tenemos derecho a exigir nada! DIOS PUEDE Y QUIERE CURARNOS, ¡PERO PRIMERO NOSOTROS TENEMOS QUE ESTAR DISPUESTOS Y ENTREGADOSA EL Y tomar la decisión de que deseamos ser librados sin ' reservas! Primero tenemos que corregir cualquier problema que haya de índole espiritual, ¡y luego,obedeciéndole, podemos orar confiando plenamente en Dios, y seguro que lo logramos! ESA ES PRECISAMENTE LA RAZON POR LA QUE ENFERMAMOS A VECES: Porque Dios nos quiere castigar y dar u~os azotes. No~ está castigando por algún motivo; no s rernp re , pero SI algunas veces. A El le duele ver que las personas sean malas, porque las ama y sabe que su maldad les hace daño, y por eso trata de corregirlas para forzarlas a ver la luz y' cambiar, confesar y arrepentirse. ¡PERO HASTA LOS AZOTES DE DIOS SON PRUEBA DE SU AMOR, Y LOS DA CON AMOR! "¡ Porq ue el Señor al que ama disciplina, y azota a todo el que recibe por hijo!" (Hebreos 12:6) Y aunque enfermemos por causa de nuestros pecados, la Biblia dice en el versículo 13 del mismo capítulo: "sino que sea sanado". DIOS ES MISERICORDIOSO. ES UN DIOS QUE NOS AMA Y TIENE MISERICORDIA DE NOSOTROS. "Porque como la altura de los cielos sobre la tierra, engrandeció Su misericordia sobre los que Le temen. Como el padre se compadece de los hijos, se compadece el Señor 11 í
í
de los que Le temen. Porque El conoce nuestra condi1ón, se acuerda de que somos polvo." (Salmo 103:11-14) e "PORQUE EL SEÑOR NO DESECHA PARA SIEMPRE; Y si ,rlige, ta~bién se compadec~ seg~n la .multitud de Su~ JIlisericordlas; porque no afhge m entnstece voluntanalIIente a los hijos de los hombres." (Lamentaciones 3:31-33) Así que, una vez hemos aprendido la lección que Dios trata de enseñarnos, o bien cuando las circunstancias son propicias al resultado que Dios quiere producir, El dice: "SINO QUE SEA SANADO". ¡DIOS PREFIERE CURARNOS; siempre que nos pueda confiar la curación y nosotros aprendamos 10 que está tratando de enseñarnos, y permitamos que la aflicción provoque lo que El buscaba! ESTE MISMO PRINCIPIO SIGUE VIGENTE DESPUES DE HABER OBTENIDO LA CURACION. Si no obedecemos y permanecemos en la voluntad de Dios sin dejar de confiar en El y darle a El la gloria por habernos curado, El puede hacer que nos vuelva la enfermedad o aflicción a causa de nuestra ingratitud y desobediencia. Claro que si nos arrepentimos, El nos puede perdonar y curar otra vez porque "para siempre es Su misericordia". (Salmo 136) LA SALUD QUE EL TE DA ES UNA BENDICION EXTRAORDINARIA Y un valioso privilegio que, al contrario que la salvación, te puede retirar si no sigues fiándote de El y reconociéndole a El todo el mérito. De modo que si quieres conservarla, más te vale obedecerle. Es como un préstamo, como si vivieras con el tiempo prestado; una vez te has curado, más te vale permanecer unido al Señor y hacer las cosas para las que te curó. ¡Aprovecha para Su gloria las fuerzas que Dios te da al curarte! ¿Amén? CONCLUSION CLARO QUE UNO DE LOS FACTORES MAS IMPORTANTES PARA LA CURACION ES LA FE, el saber que Dios te ama y vela por ti, y que te cuidará pase lo que pase. La fe elimina incluso una de las principales causas de las enfermedades y la mala salud: el temor y la tensión. PUES CON ELLA UNO TIENE PAZ INTERIOR Y puede apoyarse confiadamente en el Señor, sabiendo que El se va a encargar de todo. La fe y la confianza en Dios 12
dan una sensación de descanso corporal, paz interior, satisfacción emocional y bienestar espiritual, factores todos que tienden a mejorar en gran manera el estado general de salud. y TU, ¿TIENES FE EN DIOS Y EN SU AMOR? ¿HAS CONOCIDO PERSONALMENTEAL GRAN MEDICO? ¿EL QUE "EN SUS ALAS TRAERA CURACION"? Si no, ¡lo único que tienes que hacer es recibir a Jesús, el Hijo de Dios, como Salvador tuyo, pidiéndole que entre en tu corazón! ¡Lo puedes hacer ahora mismo si quieres la solución que Dios tiene para todos tus problemas, y que Su amor y felicidad llenen tu corazón y vida "con gozo inefable y glorioso"! (11 de Pedro 1:8) ¡EL PUEDE DARTE TODO LO QUE SIEMPRE HAS DESEADO, incluido el perdón de tus pecados, fe en Dios, amor en Cristo, una razón para vivir y trabajar, paz interior, salud corporal, y alegría, felicidad, amor y risas por siempre jamás! ¡El satisfará todas tus necesidades y resolverá todos tus problemas! ¡El es así de maravilloso y de verdad que no podía ser más sencillo! ¿Por qué no pruebas con El? "¿QUIERES SER SANO?" (Juan 5:6) ¿Sano de cuerpo, mente y espíritu?' ¡Pues recibe a Jesús ahora mismo! No tienes más que reconocer y admitir que necesitas personalmente a Alguien que te salve de tus pecados, y recibir de forma personal en tu corazón el Espíritu del mismo Jesucristo, tomando tú mismo una decisión rotunda. El dice: "He aquí, Yo estoy a la puerta (de tu corazón) y llamo; si alguno oye Mi voz y abre la puerta, entraré a él." (Apocalipsis 3:20) ¡Abre simplemente la puerta de par en par y deja que entre el sol! iY RECUERDAPOR FAVOR QUE MAS VALE PREVENIR QUE CURAR,y que hombre prevenido vale por dos! Es mejor conservarse en buena salud que tener que curarse, así que haz todo lo posible por prevenir las enfermedades guardando las leyes que Dios ha establecido para nuestra salud, que son: una alimentación apropiada, descanso y ejercicio suficientes y una vida sana; todas estas cosas mantienen saludable a cualquiera. y SIEMPRE Y CUANDONECESITES CURACION, ¡RECUERDA QUE ESTA A TU DISPOSICION! Tú solamente tienes que extender la mano de la fe para recibirla y aceptarla. "¡El 13
todas nuestras dolencias!" (Salmo 103:3) ¡Sin excepción . El puede curado todo! "¡ Yo soy el Señor tu sana, • 1" (Exodo 15:26) ~r. Z UNAORACIONDESESPERADA,¡Y CUENTACON UN MILA~ ".CREED Y RECIBIREIS!" (Marcos 11:24) Tú. haz tu parte, (;fIJ. el 'resto es cosa de Dios. ¡Que Dios te bendtga y te guarque 'Cuenta con milagros! ¡Y en el Nombre de Jesus los consede! 1 gui~áQ!UIERESSABERMAS sobre cómo recibir respues~a~ a tus S . nes y tener fe para curarte, no dejes de escnblrnos a ora~~oección abajo indicada y te enviaremos otras Cartas que la ~~s sobre este tema. Si quieres escribirnos y contarnos tene roblemas y necesidades, gustosamente te daremos una. tUS p 1 Y te ayudaremos a encontrar las sol uciones espuesta persona r t da la Palabra de Dios. qU~.E~TAALGUNOENFERMOENTREVOSOTROS?",pregunta S,UPab 1. "Llame a los ancianos de la iglesia, y <;ren por el e~ la ~a. bre del Señor; y la oración de fe salvara al enfermo. el om ~ (Santiago 5:14,15) Te amamos Y nos. ale.-", grada orar por ti y c~n~igo. ¡No :le~es _ más que escribirnos, Vlsltarn?S o, l~vItar nos a que te visitemos ~oy mrsmo: ,Que Dios te bendiga hoy y siempre con Su Amor, Verdad, Salud y Felicidad! a , .,ll lSuna.
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"y ean6' ;¡" tod~s los enfermos; para que se el profeta Isaías, cuando dijo: El mismo tomó nuestras enfermedades, y llevó nuestras dolencias." "V todos los que lo tocaron, qUedaron sanos." (Mateo 8:16,17; 14:36)