Las Preguntas de JesĂşs Lucas 14:34-35; Mateo 5:13; Marcos 9:49-50; Colosenses 4:6 Atalaya
Luc. 14:34-35 34 Buena es la sal; mas si la sal se hiciere insípida, ¿con qué se sazonará? 35 Ni para la tierra ni para el muladar es útil; la arrojan fuera. El que tiene oídos para oír, oiga. Mar. 9:49-50 49 Porque todos serán salados con fuego, y todo sacrificio será salado con sal. 50 Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros. Col. 4:6 6 Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno.
Luc. 14:34-35 13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. Mat. 5:13-16 13 Vosotros sois la sal de la tierra; pero si la sal se desvaneciere, ¿con qué será salada? No sirve más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por los hombres. 14 Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede esconder. 15 Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el candelero, y alumbra a todos los que están en casa. 16 Así alumbre vuestra luz delante de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos.
1 Viendo la multitud, subió al monte; y sentándose, vinieron a él sus discípulos. 2 Y abriendo su boca les enseñaba, diciendo: 3 Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. 4 Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación. 5 Bienaventurados los mansos, porque ellos recibirán la tierra por heredad. 6 Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados. 7 Bienaventurados los misericordiosos, porque ellos alcanzarán misericordia. 8 Bienaventurados los de limpio corazón, porque ellos verán a Dios. 9 Bienaventurados los pacificadores, porque ellos serán llamados hijos de Dios. 10 Bienaventurados los que padecen persecución por causa de la justicia, porque de ellos es el reino de los cielos. 11 Bienaventurados sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal contra vosotros, mintiendo.
Mateo 5:1-11
En tiempos de Jesús tenía, cuando menos, estos usos: 1. Para purificar. 2da Reyes 2:19-22; 2. Para conservar algo sin que se echara a perder. 3. Para dar sabor. Job 6:6 4. Para establecer una alianza. Números 18:19; 2da Crónicas 13:5 5. Para ofrecer un sacrificio a Dios. Levíticos 2:13; Ezequiel 43:24; Esdras 6:9) 6. Para curar (por ejemplo desinflamar). 7. Para intercambiar (en trueques) pues se consideraba algo valioso. Y podemos añadir dos efectos que hoy en día sabemos que tiene: 8. Para que el cuerpo retenga agua. 9. Para descalcificar los huesos.
También nosotros tenemos cerrados los ojos y el corazón, y pasa Jesús para que clamemos. San Agustín ......................... ¿Qué saboreas con tus ojos cerrados? ¿Qué visualizas? ¿Qué escuchas? ¿Qué sientes? ¿Qué significa para ti que Jesús nos pida que seamos sal de la tierra y la luz del mundo? ......................... ¡Cuánto dicen tus ojos cerrados!
"Buena es la sal; mas si la sal se hace insípida, ¿con qué la sazonaréis? Tened sal en vosotros mismos; y tened paz los unos con los otros.“ Marcos 9:50
Al hombre le gusta contemplar al fuego y el mar en movimiento. Allí no tiene sitio la rutina; hay siempre novedad. A nadie se le oculta que con el tiempo, los más altos ideales, los mayores amores, los más fuertes entusiasmos corren el riesgo de perder su vigor. Sin darnos cuenta, ellos empiezan a morirse en nosotros y con ellos, poco a poco, somos nosotros mismos los que morimos. Curiosamente, nuestro ocaso interior no es sólo cosa nuestra. La pérdida puede afectar a otros. La sal se va desvaneciendo... “Y si la sal pierde su sabor, ¿Con qué se la salará?”
Detrás de esta simple pregunta de Jesús está en juego la calidad de nuestra vida y el valor de nuestro testimonio... por eso vale la pena preguntarnos si no vamos perdiendo el sabor. El testimonio cristiano no es sólo cuestión de palabras; él muestra su verdad con el ejemplo de la vida. No es extraño que Jesús, queriendo precisar nuestra misión en el mundo, haya comparado nuestra tarea con el oficio humilde de la sal. En el cristianismo, la calidad de la vida está muy ligada a la misión que hemos de desempeñar para hacer felices a los demás.
Es esta la ocasión de preguntarnos con mucha sencillez y honestidad cómo estamos viviendo el sermón de la montaña, porque es ahí donde se habla de la fuerza de la sal. En el sermón de la montaña es donde se resumen las más radicales exigencias del cristianismo y frente a ellas podemos calibrar nuestro sabor. Allí se le pide al seguidor de Cristo que con su vida y con su palabra sazone la existencia humana. Su modo de vivir no es algo encerrado y debe ser tan sabroso que pueda empapar de sabor la vida de los demás.
Allí se nos enseña a perdonar, a amar al enemigo, a tener una justicia que sea más exigente que la de este mundo, porque no se contenta con la letra sino que va al fondo de la verdad; allí se nos enseña a ser radicales en la pureza, a limpiar nuestros ojos de toda mirada torva; a no juzgar al prójimo; a reconciliarnos con el hermano antes de acercarnos al altar; a no vivir para amontonar tesoros que la polilla se come; a no transformar el dinero en un dios; se nos enseña también a no ostentar tratando de ser vistos y aprobados por los hombres, y sobre todo a confiar en la Providencia y a orar al Padre con la confianza y el amor que sólo un hijo puede tener.
El sermón de la montaña nos ofrece criterios muy distintos a los criterios de este mundo. Para Jesús son felices los pobres, los que tienen hambre de justicia, los que rechazan la violencia, los que trabajan por la paz y los misericordiosos. El cristianismo no consiste sólo en creer en Dios. Supone tratar de vivir el sermón del monte en la realidad de cada día. La sal no es para sí. Ella desaparece; es la calidad de su sabor la que transforma el todo. Impregnando con su presencia la masa, el todo adquiere gusto. Ella no le arrebata el sabor a la comida. Por el contrario, lo realza.
Es bueno verificar nuestro compromiso con el Evangelio. Inconscientemente podemos estar llevando una existencia desabrida. A la luz de la pregunta de Jesús vale la pena preguntarnos: ¿Qué cristianismo vivimos? ¿Cuál es el mensaje que irradiamos? ¿A qué sabe nuestra vida?. Un cristianismo insípido, sin mordiente sólo sirve para “ser tirado fuera”. Es posible que la vida haya agotado el entusiasmo de nuestra fe primera y que vivamos un ateísmo práctico.
¿Qué podemos hacer? Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se la salará? A Dios gracias, el Señor nunca le cierra al hombre todas las puertas y Él nos recuerda que lo que es imposible para el hombre es posible para Dios. El cristiano, por gracia del Señor, puede volver a ser sal.
Para iluminar la oscuridad. En el ámbito espiritual ello significa: desterrar, entre otras: la oscuridad de la ignorancia la oscuridad de la falta de fe la oscuridad del pecado la oscuridad del temor la oscuridad de la desesperanza la oscuridad del odio en suma: toda oscuridad que envuelva al hombre y no le permita ver y caminar libremente.
"Yo soy la luz del mundo; el que me siga no caminará en la oscuridad, sino que tendrá la luz de la vida“ Juan 8:12
¡Ánimo, el Señor te llama! ¿Qué quieres que que ilumine en tu vida? ......................... ¿Qué necesitas? ¿Qué deseas? ¿Qué quieres que Él que ilumine en tu vida? ¿Qué crees que Jesús iluminará? ......................... ¡Cuánto dice tu luz!
Relato – La felicidad escondida Un poco antes de que la humanidad existiera, se reunieron varios duendes para hacer una travesura. Uno de ellos dijo: -Debemos quitarles algo a los seres humanos, pero, ¿qué? Después de mucho pensar, uno dijo: -¡Ya sé! Vamos a quitarles la felicidad. El problema es dónde esconderla para que no puedan encontrarla. Propuso el primero: -Vamos a esconderla en la cima del monte más alto del mundo. -No, recuerda que tienen fuerza; alguno podría subir y encontrarla, y si la encuentra uno, ya todos sabrán dónde está -replicó otro.
Relato – La felicidad escondida Se escuchó una nueva propuesta: -Entonces vamos a esconderla en el fondo del mar. Otro señaló: -No, no olvides que son curiosos, alguno podría construir un aparato para bajar, y entonces la encontrarán. -Escondámosla en un planeta bien lejano de la Tierra propuso otro. -No -le dijeron. Recuerda que les dieron inteligencia, y un día alguno va a construir una nave para viajar a otros planetas y la va a descubrir, y entonces todos tendrán felicidad. El duende más veterano, que había permanecido en silencio escuchando atentamente cada una de las propuestas, dijo:
Taller ¿Quieres que Jesús te ilumine? Cuando le has pedido a Jesús que te ilumine, Jesús te pregunta qué has hecho, cuándo, cuánto, con quién y para qué lo has hecho, cuáles han sido los resultados y que cambiarías?: Qué Hacer?
Qué Mantener?
Qué Eliminar?
Qué Reducir?
Qué Aumentar?
Qué Hacer Nuevo?
Cómo Hacerlo?
Con qué ?
Dónde?
Cuándo?
Cuánto?
Con Quién?
Para qué Hacerlo?
Para quién?
Cómo Medir?
Cuál es el resultado?
Por qué?
Qué pasa si no se hace?