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2.5. Imágenes
Educomunicación. Medios, recursos y nuevas tecnologías para la educación
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Lectura de imágenes
«La lectura de la imagen es cosa de tres: de su productor, del texto icónico y de su lector» Roman Gubern (1934)
«Las masas se sumen en la indiferencia extasiada, en la pornografía de la información; se sitúan a sí mismas en el corazón del sistema, en el punto inerte y ciego desde donde lo neutralizan y anulan: la masa aprovecha la información para desaparecer, la información aprovecha la masa para sepultarse en ella; maravillosa astucia de nuestra historia donde los sociólogos, políticos y masmediáticos solo ven fuego» Jean Baudrillard (1929-2007)
Nuestra sociedad está sometida a una avalancha tal de información, que ante tal cúmulo de mensajes de la cultura de masas, el semiólogo Umberto Eco (1985) plantea una doble postura vital: la de los «integrados» (que creen optimistamente que estamos viviendo la generalización de la cultura para todos) y la de los «apocalípticos» (que consideran los medios como sistemas represivos de la ancestral cultura dominante). En todo caso, el propio Eco alude a la complementariedad de las posturas y a la «necesidad de una intervención activa de las comunidades culturales en la esfera de las comunicaciones. El silencio no es protesta, es complicidad; es negarse al compromiso».
La aspiración hacia una «cultura democrática» exige necesariamente el funcionamiento de los mecanismos de alerta y reacción de los ciudadanos, comenzando con un conocimiento de los medios desde el aula para desarrollar los necesarios mecanismos críticos y creativos que permitan actuar libre y responsablemente.
La necesidad de educar desde las aulas hacia un «lenguaje total» se ve reforzada en nuestros días por la importancia que la imagen tiene ya en la vida de cualquier ciudadano contemporáneo. El carácter complementario y secundario que tradicionalmente se le ha otorgado a la imagen y a toda la comunicación audiovisual en el aula ha traído como consecuencia nuestra escasa y nula preparación para interpretar los múltiples mensajes audiovisuales del entorno e incluso para desarrollar nuestra propia expresividad con estos medios.
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La iniciación a la comunicación audiovisual tiene su principal aliado en el análisis de las múltiples imágenes que nos rodean a diario. Por ello la lectura de imágenes se nos presenta como un sistema fácil, global, sencillo e incluso económico para comenzar a trabajar con los alumnos en la lectura de los códigos audiovisuales de la sociedad.
El código escrito, durante siglos, se ha erigido en monopolio dentro de las instituciones educativas -desgraciadamente, con muy escasa fortuna- y prueba de ello es el reducido número de lectores que siguen leyendo una vez que se abandona la escuela. Es tiempo ya de que la imagen, que tanta trascendencia tiene ya en nuestra sociedad, tenga su tratamiento educativo.
2.5.1. Utilización didáctica de la imagen
El trabajo con la imagen en las aulas, entendiendo por ésta todo los sistemas comunicativos que emplea el lenguaje audiovisual, ha de convertirse en un eje central del proceso de enseñanza y aprendizaje. Los alumnos tienen que saber necesariamente interpretar el contenido y las intenciones de los mensajes audiovisuales, para evitar la homogeneización cultural, la colectivización pasiva del ocio y la cultura. Una educación comprometida con la realidad social ha de ofrecer un conocimiento creativo del lenguaje audiovisual, una pedagogía comunicacional que ofrezca resortes de interpretación y recreación de los nuevos códigos.
2.5.2. Sugerencias didácticas
a) Lectura crítica de imágenes. Es una propuesta que hemos reiterado insistentemente en todos los medios de comunicación que hasta ahora hemos anali-
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zado. La realidad es interpretada de manera subjetiva a través de la imagen; por ello el lector ha de recorrer el proceso contrario: de la imagen a la realidad, analizando los contenidos, las intenciones y los valores sociales que el emisor de la imagen ha querido transmitir.
Aparici y otros (1987a y 1987c) proponen diferenciar en la lectura de las imágenes una fase objetiva, dedicada al análisis de los elementos básicos de la imagen (línea, punto, forma, luz, color, tono, encuadre, movimiento, tiempo, sonido...), una descripción conceptual de la misma (objetos, personas, localizaciones, ambientes) y un estudio descriptivo global de las imágenes en función de sus características elementales (iconicidad o abstracción, simplicidad o complejidad, monosemia o polisemia, originalidad o redundancia...). Este análisis global permite comprender de forma sistemática los elementos presentes, así como el conjunto de interrelaciones que establecen para transmitir un mensaje global al receptor. Simultánea o posteriormente, es necesario realizar una «lectura subjetiva» de la imagen, basada en el nivel de connotaciones, de sugerencias y de sus potencialidades interpretativas.
Alonso y Matilla (1990) proponen también una interesantísima reflexión para el análisis integral de imágenes, centrada en la búsqueda de sistemas, relaciones significativas y códigos simbólicos. La lectura de imágenes se explica esencialmente desde dos teorías: la tipográfica, que sigue un método similar a la lectura de textos verbales, comenzando con el ángulo superior izquierdo, descendiendo franja a franja; y la lectura gestáltica que de la impresión global obtenida por el primer golpe de vista, va centrándose en los diferentes núcleos de interés. En todo caso, el proceso de interpretación y reinterpretación de la imagen ha de fundamentar-
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se en descubrir diferentes códigos, para desvelar el sentido múltiple y connotativo que ésta generalmente tiene. «Espacialidad, gestualidad, escenografía, simbología, luz y color, mediación instrumental y relaciones entre los elementos representados determinan el resultado último de la comunicación, matizados por el contexto informativo más o menos próximo.»
Por nuestra parte, entendemos, que los análissi de imágenes deben ser lo más amplios posibles, sin olvidar las anteriores propuestas, análisis significativos, de realidades cercanas y contextos, análisis idológicos, educativos, en los que se busquen referencias, entornos, fundamentalmente lo que hay tras las imágenes.
La lectura de imágenes puede ofrecer múltiples dinámicas de trabajo en el aula. Comparar imágenes, lecturas colectivas, análisis en profundidad de campañas multimedia a través de diferentes soportes, trabajos creativos sobre las imágenes, recreación de imágenes con cambios de fotos, textos, invirtiendo roles... Aparici y Matilla (1987a) proponen que esta actividad no debe convertirse en un ejercicio más. «Sólo con una formulación lúdica suficientemente atractiva para profesores y alumnos podrán conseguirse los resultados buscados», esto es, capacitar a los alumnos en la lectura crítica de la imagen para crear los mecanismos de defensa que les permitan eludir la tergiversación y manipulación que desde los medios de comunicación, invaden constante y machaconamente sus conciencias y también sus subconscientes. b) Escritura de imágenes. La técnica de alfabetización icónica, en un contexto educomunicativo, exige la presencia del doble proceso de lectura y escritura, al que debe añadirse el de la difusión. No es suficiente con que los alumnos sepan interpretar las imágenes, puesto que la mejor fórmula para descubrir sus mecanismos y complejos procesos de manipulación, consiste en seguir de cerca las fases
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para su producción: escribir imágenes, esto es crear y recrear individual y colectivamente el medio icónico, siguiendo los procedimientos y técnicas de los medios, adaptados a las posibilidades que la educación ofrece. Fotografías, diapositivas, vídeos, carteles, fotomontajes, publicidad, cine, prensa... nos ofrecen los medios para poner en práctica este proceso de producción. Una simple imagen, ya original ya adaptada, puede ser el punto de partida para una amplia campaña de mentalización sobre la necesidad de la ineludible alfabetización audiovisual.
2.5.3. Connotaciones emocionales y valorativas de la imagen
Los detalles que analizamos nos hacen darnos cuenta de la importancia de una lectura crítica e interpretativa de la imagen y de la responsabilidad tan grande que tenemos al difundir la alfabetización audiovisual de los usuarios (lectores y creadores) de imágenes, muchas veces las recibimos de Internet, que es un centro de informaciones no contrastadas que puede llevarnos a confusión respecto a versiones y rumores.
Vamos a poner un ejemplo de imagen que en su momento dio la vuelta al mundo, recibió premios, tuvo consecuencias nefastas para su autor y aún se sigue hablando y publicando, entre ellos muchos errores, sobre ella.
La niña, o el niño, y el buitre
Desde 1993 está hecha esta fotografía, y todavía requiere comentarios y explicaciones, constantemente surgen nuevas noticias sobre los hechos y se ocupan noticiarios, programas de televisión y revistas. Y es que una imagen no siempre vale más que mil palabras. En ocasiones, como en este caso, una imagen necesita millones de palabras para entenderse, explicarse y comprenderse. En ocasiones podemos analizar una imagen objetivamente, pero también podemos investigar,
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buscar otras fuentes y testimonios, que nos ayudan a comprender mejor la imagen, su entorno, y las posibilidades constantes que tiene de noticia y de análisis.
La foto tomada por Carter fue publicada por primera vez en el New York Times el 26 de marzo de 1993. Se armó un revuelo mundial pues miles de personas se preguntaron si la niña había sobrevivido. El periódico a publicar una nota editorial en la que explicaba que la niña tenía «suficiente fuerza» para alejarse del buitre, pero que su «último destino» era desconocido.
Kevin Carter, fotógrafo sudafricano, fue a Sudán en 1993 a fotografiar el hambre, a exponer al mundo a través de los instrumentos a su alcance, el ojo de una cámara de fotos, el terror, la guerra, los campos de refugiados, y sobre todo la gran hambruna que dominaba el país. Kevin, mareado de tanto horror y miseria, salió al campo a airearse un poco, y ahí surgió su suerte y su desgracia. Encontró a una niña que más que caminar, se arrastraba de hambre hacia el poblado, y le hizo unas fotos, y regresó... Una cierta intuición le obligó a cambiar de parecer, volvió sobre sus pasos, y encontró a la niña, encogida en el suelo, mientras un buitre, también hambriento, la acechaba esperando la muerte... Kevin preparó su cámara, enfocó y realizó la foto que le catapultó primero a la fama, más tarde al Pulitzer.
Cuando a Kevin le concedieron por aquella foto el Pulitzer, en 1994, la prensa internacional se hizo cargo de la noticia. El fotógrafo contó la historia. No ayudó a la niña. Simplemente espantó al buitre y nunca más volvió a saber de ella. Y
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lo justificó: no se podía hacer nada por los niños en aquellas condiciones, ya iban «tocados» de por vida por el hambre; era normativa de las organizaciones humanitarias, atender preferentemente a las personas mayores, porque tenían todavía posibilidades de sobrevivir sin excesivas secuelas.
Un año más tarde, los periódicos nos dieron la noticia de que Kevin Carter se había suicidado. Muchas personas lo interpretaron en relación con su culpabilidad. Sin más datos, juzgamos al fotógrafo, la situación, y por ende, dimos carpetazo al problema.
Lo que hay tras una fotografía
Aspecto connotativo
Se analiza la composición, la perspectiva, como el fotógrafo escogió una composición con tres términos diferenciados. y una angulación frontal aunque un poco contrapicada. Se analiza igualmente el encuadre, el fuera de campo, en el que Carter no ha conseguido una buena perspectiva para encuadrar a la niña justo en el punto de mira de la toma, más aún como afirman Pedrosa Puertas E, y Peralta Ferreyra, I, 2013, conociendo los datos posteriores en los que se explica que se encontraban en un campo de refugiados y que habría otros compañeros fotógrafos tomando imágenes.
Podemos analizar también la profundidad de campo y el enfoque, el desenfo-
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que del fondo intencionado para destacar la imagen del buitre y de la niña.
Se analiza el tratamiento del color, armonía de color cálido, tono de la piel negro/rojizo de la niña, muy similar al del plumaje del buitre, lo que contribuye a que sean los dos puntos de fuerza de la composición, siendo el centro de atención el buitre y el centro de la composición la niña, que destacan gracias a los tonos tostados de la tierra y ciertos matices verdosos no muy intensos de la vegetación.
Aspecto denonativo, interpretativo
Tiene más que ver con los contextos, las interpretaciones, las razones de la imagen. En este caso, una guerra que provoca una terrible hambruna, mueve a las naciones a enviar ayuda a Sudán. Un fotógrafo sudafricano, Kevin Carter, llega para cubrir la noticia y dar a conocer al mundo la trágica realidad del hambre producida por la barbarie, tal y cómo habían hecho en su tierra.
Kevin Carter observó cómo decenas de personas, hacinadas en centros morían de hambre, y salió a dar una vuelta…oyó los quejidos de un niño, y lo vio a escasos metros acurrucado en el polvo. En ese momento un buitre se posó casi al lado, observando al niño. Carter hizo fotos de la escena durante 20 minutos. Esperó a que el buitre se acercara más, pero no lo hizo y, tras espantar al buitre, dejó allí a la niña.
La impactante imagen tocó las fibras sensibles en todo el mundo. En Marzo, el New York Times, buscando una fotografía de Sudán, usó la escalofriante imagen de Carter. Rápidamente fue también usada por otros y ampliamente difundida a nivel internacional; pronto se convirtió en un icono mundial del sufrimiento en África.
Autoría y repercusiones de la imagen
Toda imagen tiene una razón de ser y una autoría. En este caso, el fotógrafo fue Kevin Carter, que nació en Suráfrica en 1960. Desde muy joven comprendió
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que el apartheid era una gran injusticia y no quiso ser cómplice de ella, y a través del periodismo, y más concretamente de la fotografía periodística, inició la lucha contra el apartheid.
Cuando Mandela, en 1990, salió de presidio, empezó un proceso de paz que cuatro años después llevó a la democracia, mientras la violencia se desataba y alrededor Johanesburgo, en la periferia, los contrarios al proyecto renovados desataron una violencia aún mayor contra la población negra. Allí estaba Kevin Carter todos los días fotografiando aquellos desmanes y publicándolos para el mundo. Cuentan que se le veía allí, todos los días, tras una masacre, «sudado, polvoriento, bolso sobre el hombro, cámara en mano».
En marzo de 1993, se fue a Sudán, donde fotografió a la niña con el buitre. La fotografía, de gran impacto, dio la vuelta al mundo.
En 1994, en abril, le concedieron el Pulitzer. Seis días después, su mejor amigo, Ken Oosterbroek, murió en un tiroteo en Tokoza. Carter lloró a su amigo ye inició el camino final de sus destrucción.
En Mayo de 1993, recibió en Nueva York el Pulitzer y volvió a su país perseguido por sus fantasmas de guerra, la crítica por no haber ayudado a la niña, las drogas que lo mantenían en acción, se hundió en una depresión. Según describieron sus amigos, cuando regresó a su casa, estaba atemorizado. La vida de Carter se convirtió en un infierno.
El 27 de julio de 1994, se suicidó, tenía 33 años, en la orilla de un río de Braamfontein Spruit, inhalando monóxido de carbono que provenía de una camioneta.
Verdadera historia de la foto
14 años después, en 2007, un equipo de periodistas viajó al lugar y descubrió que fue un niño, no una niña, quien protagonizó la foto, y que el pequeño sobrevivió al hambre, aunque murió en 2002 de «fiebres». Su nombre era Kong Nyong
Cuando Carter llegó Ayod, entre infectos pantanales, lejos del lugar civilizado más cercano, el poblado funcionaba como centro de alimentación de la ONU. Carter hizo fotos toda la mañana de aquel espanto. Carter vio la escena y se sentó a llorar: esperó 20 minutos a que el buitre entrase en plano, hizo la foto, espantó al bicho (o no, según informaciones de una amiga de Kevin Carter), y se marchó.
Al ampliar la foto se puede observar que el niño tiene una pulsera en el brazo, que demuestra que era alimentado en el refugio.
El niño, Kong, tenía malnutrición severa, fue el tercero en llegar al centro, se recuperó, sobrevivió a la hambruna, al buitre y a los peores presagios.
A Carter se le criticó por no ayudar al bebé, al que el mundo dio por muerto a pesar de que el propio Carter no lo vio morir, sólo hizo la foto y se fue minutos después.
Importancia del análisis
Todos estos detalles que analizamos nos hacen darnos cuenta de la importancia de una lectura crítica e interpretativa de la imagen y de la responsabilidad tan grande que tenemos al difundir la alfabetización audiovisual de los usuarios (lectores y creadores) de imágenes en Internet, centro de informaciones no contrastadas que puede llevarnos a confusión respecto a versiones y rumores.