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Entrevista respondida el 17 de enero por teléfono. SILENCIO.

LA PAUSA EN EL DISCURSO.

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En su discurso de ingreso a la Real Academia Española Juan Mayorga especuló con la idea de que quien lo estuviera pronunciando no fuese su autor, sino un actor que le representase. Y esa actriz ha acabado siendo su amiga, Blanca Portillo. La obra se ha titulado 'Silencio'. Hablamos con su director.

'Silencio', dirigida por Juan Mayorga y protagonizada por Blanca Portillo, se representará el 3 de marzo en el Teatro Arriaga.

ANTZERKIA / TEATRO / THEATER

Esta obra nació en el confinamiento. De no haberse producido algo así, ¿crees que

nunca habría visto la luz? La obra puede estar vinculada al confinamiento pero sus raíces son anteriores. Cuando yo empecé a escribir mi discurso de ingreso en la Real Academia ya jugué con la idea de que quien lo estuviese pronunciando no fuese yo mismo sino un actor que me representase. Ya en aquellos momentos pensaba que ese intérprete ideal sería mi amiga Blanca Portillo. Durante el confinamiento empezamos a organizar reuniones telemáticas y empezamos a fantasear como si estuviéramos en una sala de ensayos imaginaria cómo construir una experiencia teatral a partir de esa idea. Todos esos meses del confinamiento fueron meses en los que hubo muchas formas de silencio. Todo eso puede haber afectado al espectáculo y sobre todo a su recepción. Pero aquella idea seguramente hubiera fructificado en un espectáculo antes o después.

Blanca Portillo ha sido una cómplice indispensable, ¿fue una creación conjunta? ¿Ella

aportó muchas ideas? En mi experiencia como director, cuando escribo mis textos, estos siempre se desestabilizan en la sala de ensayos. En este caso de una manera muy especial ya que desde aquellas conversaciones ya empezamos a imaginar el texto hombro con hombro.

¿Has aprovechado este texto teatral para decir alguna cosa que no pudiste mencionar

en aquel discurso de la Real Academia? De algún modo hay dos ámbitos de reescritura: por un lado grandes momentos del teatro y la literatura que en mi discurso eran citados aquí son actuados por la actriz. Y, por otro, la actriz que sostiene el discurso al mismo tiempo lo discute y entra en conflicto con él, en distintos sentidos.

La relación entre esa intérprete y ese dramaturgo ficticios ¿se parece en algo a la que existe entre Blanca Portillo y tú u os

habéis ido al lado opuesto? Entre Blanca y yo hay amistad, cariño, admiración, afecto y, desde luego, hay un enorme respeto profesional y creo que algo de eso hay sin duda también entre estos personajes. Probablemente nuestra propia relación ha aparecido en el texto pero no hemos partido de ella. Hemos construido dos personajes ficticios y también es ficticia la relación que proponemos para ellos.

¿Es en el fondo una gran reivindicación

del teatro? Cuando escribí mi discurso pensé que, al haber sido elegido como persona de teatro, mi propio discurso debía estar atravesado por una cierta teatralidad. Pero también sentía que debía ser un homenaje al teatro mismo. Y para mí el teatro es el arte del actor. Yo sentía que ese homenaje debía estar en el centro del discurso y que a la vez, en el centro de ese homenaje, debía estar el silencio.

Blanca Portillo destaca esta frase: “Mil veces me arrepentí de haber hablado, mil y una de haber callado”. En general, ¿Suele

ser peor hablar o callar? Yo como Blanca creo que es una frase muy importante del espectáculo y por lo que escucho en el silencio de los espectadores esa frase es recibida con especial emoción. Yo me atrevería a decir que, en caso de duda, más vale arriesgarse a hablar. Texto de

Roberto González.

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