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¡Ah Chihuahua!

Texto y fotografía Dalila Calvario

Uno de los viajes más espectaculares que se pueden disfrutar en México es el que se realiza a las Barrancas del Cobre, en el estado de Chihuahua. Es una experiencia inigualable de encuentro con la naturaleza en su máximo esplendor. Para quienes disfrutan de la aventura, la naturaleza y la cultura en sus viajes, sin duda este rincón del país les dejará un bello recuerdo y una experiencia inigualable.

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Las Barrancas del Cobre están consideradas uno de los sistemas más largos y profundos del mundo, con 60 000 km 2 y 250 km de ancho; se localizan en medio de la Sierra Madre, en Chihuahua. Esta inmensa serie de cañones se ve adornada por el verde de sus bosques y por los ríos que nacen en las partes altas, los cuales en sus partes bajas han esculpido un laberinto de 16 000 km de espectaculares cañones.

Una de las barrancas más importantes y más visitadas por los turistas es Barranca de Urique, se localiza en la región que lleva el mismo nombre. También es la barranca más profunda de México y la más conocida de la sierra. Su origen se debe a la unión de las barrancas del Cobre y la Tararecua y tiene una profundidad de 1 879 metros. Desde ella es posible que los turistas observen la estación Divisadero del ferrocarril Chihuahua-Pacífico. Sus miradores más sobresalientes se encuentran aproximadamente a 2 400 metros de altura sobre el nivel del mar.

Una buena opción para conocer las Barrancas del Cobre es contratar un recorrido que inicie en la ciudad de Chihuahua, se dirija a Divisadero y ofrezca la opción de continuar por tren hasta el poblado del Fuerte, en Sinaloa. De esta manera, en compañía de un guía se podrá realizar un recorrido que inicia en la ciudad de Chihuahua, visitar el Museo de Francisco Villa, La Quinta Gameros y los murales del Palacio de Gobierno. Después, el viaje puede continuar hacia Ciudad Cuauhtémoc y Guerrero, zona conocida como la ruta de la manzana. Ciudad Cuauhtémoc se localiza a una hora de la capital, por la carretera 16. Durante el recorrido es posible observar huertos con miles de árboles de manzana. En Cuauhtémoc vive una comunidad menonita, que llegó en el año de 1921 cuando el general Álvaro Obregón les extendió facilidades para asentarse en tierras mexicanas. El origen de esta comunidad la estableció el pastor holandés Menno Simmons en el siglo XVIII y desde entonces, para huir de persecuciones políticas y religiosas, se desplazaron de Holanda hacia Alemania, Rusia, Canadá y México.

En Cuauhtémoc se puede visitar familias menonitas que ofrecen queso, galletas, pan, mermeladas, café y algunos embutidos elaborados por las mujeres. También, recorrer el museo de sitio, donde hay una muestra de los utensilios de trabajo y de cocina de los primeros colonos. La siguiente parada será en Casa Doña Carolina Arte & Gourmet, en el poblado de Guerrero, un restaurante estilo mexicano en donde el ingrediente principal es la manzana. Luego de una magnífica comida, un buen café y una amena charla con las anfitrionas, se continúa el recorrido, ahora hacia la sierra, rumbo al poblado de Creel, mejor conocido como la entrada a las Barrancas del Cobre. Esta región cuenta con una gran diversidad de atractivos naturales, entre los que resaltan sus cascadas, lagos y la propia geología y morfología de las barrancas. Un atractivo al que hemos dedicado atención en otros reportajes es la cultura rarámuri, que ha encontrado en la región un lugar adecuado para establecerse. La suma de estos elementos ha motivado su relevancia turística por muchos años. Ya en Creel se puede recorrer el lago de Arareko, la misión de Cusarare, los valles de Las Ranas y Los Monjes, el museo Loyola, o bien practicar una buena caminata o un espectacular recorrido en bicicleta. Después de una buena comida, continuar hacia El Divisadero, desde donde se observa la magnificencia de las barrancas.

El Divisadero dispone de varios hoteles como Divisadero Barrancas, que tiene una formidable vista del paisaje. Generalmente los huéspedes provenientes de todas las latitudes, atraídos por la impactante belleza de este lugar, deciden visitar otros miradores, como los de la Mesa de Mogótabo y la de Güerachi, la piedra volada o las cuevas tarahumaras. Hay quienes prefieren descender al fondo de la barranca para disfrutar de las aguas termales, además de establecer contacto con las comunidades rarámuri y adquirir sus artesanías.

Los más aventurados pueden recorrer el sistema de tirolesas y la vía ferrata, un increíble viaje aéreo sobre una pared de la barranca que simplemente no debes perderte. En los miradores no hay restricciones de horario, así que

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