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Barrancas del Cobre

Texto y fotografía Iván González

Barrancas del Cobre

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Tierra de aventura y de rarámuris

El relieve montañoso de México ha significado un reto para la comunicación de los antiguos pobladores y para el país: cañadas, barrancas, cañones, montañas, volcanes e infinidad de elevaciones de distintos tamaños adornan el territorio nacional. La construcción del Ferrocarril Chihuahua-Pacífico (Chepe) se remonta hasta la presidencia del general Manuel González. Durante su gobierno, se otorgó el permiso para la construcción del tren a una empresa estadounidense en 1880, sin embargo un sinfín de problemas interrumpieron la construcción del mismo durante muchos años. Fue hasta 1961 que se terminó la construcción y comenzó su funcionamiento.

Actualmente el Chepe es uno de los tres ferrocarriles que cuenta con una ruta de pasajeros en México, ya que en 1997 el Estado concesionó el uso de las vías para transporte de carga. Para las comunidades que viven en la sierra, el ferrocarril representa un importante medio de transporte que conecta las serranías con los distintos poblados enclavados en la abrupta orografía de Chihuahua, y para los apasionados de la aventura significa la oportunidad de ver uno de los paisajes más impresionantes del mundo.

¿Quién no ha oído hablar del gran Cañón del Colorado en Estados Unidos? En 1903, el presidente Theodore Roosevelt dijo a sus conciudadanos estadounidenses que: si sólo dispusieran de una oportunidad para visitar una maravilla natural en el mundo, tenía que ser el Gran Cañón que seguramente con 446 km de largo y casi 1600 m de profundidad emocionan a quien tiene la oportunidad de verlo.

De hecho, en la cultura estadounidense es común relacionar el gran cañón con una apasionante emoción que hace llorar: ¿será cierto?, ¿puedes imaginar las emociones que se desprenderían al ver un paisaje más grande? En México existe un sistema de barrancas y cañones aún más grande que el antes mencionado, por ello, te invito a conocer Las Barrancas del Cobre, en el estado de Chihuahua. Para visitarlo en tren, te recomiendo lo siguiente: lo primordial será llegar a la ciudad de Chihuahua, puedes hacerlo de la forma que más te convenga, pero será indispensable que tomes en cuenta el horario del tren, ya que sólo hay dos horarios. El tiempo de estancia en éste es largo, pero tiene una buena recompensa visual, por su valor de construcción y por el paisaje. El recorrido se integra por 37 puentes y 86 túneles, el más largo de dos kilómetros. Ya que el inicio del recorrido es temprano, te recomiendo dormir un poco o esperar a que abran la cafetería y pedir una bebida caliente junto a la ventana del restaurante; te esperan kilómetros y kilómetros de planicie y semidesierto, el sol matutino resplandecer desde el suelo y los valles. Como vieja lámpara incandescente, el amanecer es rojo y conforme pasa la mañana todo se embellece por un resplandor dorado; después de unas horas el tren se acerca a la sierra. La transición entre la planicie y la rugosa sierra embellece el paisaje con incontables hilos de agua que descienden desde las partes altas de pequeños relieves hacia zonas planas, donde se acumula en forma de lagunas o riachuelos que atraen animales, rancheros y ganaderos en busca de agua, o como riachuelos privados que serpentea entre las parcelas de las personas que viven entre los montes. Aunque el camino se adorna con una que otra casa o rancho, zonas de agricultura o pequeños poblados, el sentimiento de soledad en la región es casi evidente: kilómetros y kilómetros sin nada más que naturaleza o una choza aislada.

Todos los días a las 6:00 parte el tren de pasajeros express de primera clase; el tren de pasajeros de clase económica lo hace una hora después, ambos con el mismo destino que va desde la estación Chihuahua hasta la de los Mochis en Sinaloa. La diferencia entre ambos servicios es el costo y la comodidad de los asientos: los dos cuentan con sanitarios, comedor, bar y compartimentos para equipaje. Es importante considerar el tiempo de traslado, ya que el recorrido de punta a punta es de casi 15 horas. Por fortuna nuestro destino, las Barrancas del Cobre, se encuentra aproximadamente a mitad del camino, en la estación Divisadero.

Cinthia, a la derecha, con sus amigos rarámuris. Valle de Los Hongos, comunidad de Napuchi, Bocoyna, C

Al llegar a la estación Divisadero, el tren se detiene por 15 minutos para que los pasajeros puedan bajar a ver las Barrancas del Cobre y después continuar el camino hacia la estación Mochis. Ésta se caracteriza por ser un parador turístico, con un increíble mirador en el que gente de las comunidades cercanas se han instalado para vender alimentos o artesanías. En este lugar, podemos buscar varias opciones para recorridos y hospedajes. Una recomendación para los visitantes es tener en cuenta los tiempos de traslado entre los distintos sitios que nos interesa conocer y los horarios de transporte, aunque el regreso puede ser más fácil, ya que se puede regresar a Chihuahua capital en transporte público. Dentro de las posibilidades de hospedaje, nos encontramos desde cabañas hasta hoteles con habitaciones a la orilla de las barrancas; yo me hospedé en el hotel Castillo Divisadero por su cercanía a la estación y por el transporte para huéspedes del que disponen para ir al Parque de Aventura Barrancas del Cobre.

En ocasiones, algunos viajeros son un poco reservados con los desarrollos turísticos y tienen razón en señalar que en algunos casos, como en las playas, la infraestructura representa mucha contaminación y división social; pero, cuando un proyecto turístico se desarrolla con sustentabilidad e inclusión de la comunidad, puede representar una oportunidad de desarrollo para las personas que viven ahí. El parque de aventura integra muchas actividades para todas las personas: para los niños hay juegos y actividades; las personas que sólo quieran admirar el paisaje, pueden hacerlo desde la terraza panorámica del restaurante o montarse en el teleférico que cruza la barranca y contemplar la maravilla geológica más espectacular del país en todo su esplendor. Los niños y no tan niños más aventureros, que cumplan con la altura o peso adecuado, desencadenarán una descarga de emoción y asombro entre los árboles, sobre las paredes de las barrancas o a toda velocidad sobrevolando la caída libre de éstas en distintas actividades.

Quienes deseen probar su destreza trepando o columpiando pueden optar por ir a la vía ferrata ¿la vía what? Explico: ésta se compone de un circuito de elementos adheridos a la paredes de roca o conectados por puentes colgantes y péndulos que pondrán a prueba tú habilidad de enfrentar la altura. Por ejemplo, el recorrido inicia con un rappel como de 25 m, para después ascender por una serie de escalones y pasamanos fijos sobre la pared vertical de la barranca a una altura de varios cientos de metros. Deberás avanzar para continuar con los puentes colgantes.

Uno de éstos se trata de dos líneas de acero tensadas de las que deberás sujetarte, con la mano izquierda y otra con la derecha, para equilibrarte sobre tus pies colocados en otro cable de acero sobre el que deberás caminar, haciendo equilibrio a cientos de metros de caída libre: sin duda una emocionante experiencia.

El parque también cuenta con dos sistemas de tirolesas: el primero es un circuito de siete tramos, que saltan entre peñas y lomas por las barrancas, con dos puentes colgantes intermedios. La altura sobre la que viajarás a más de 70 km por hora es de casi 500 m y el tramo de tirolesa más largo mide poco más de un kilómetro. Al final del circuito puedes regresar en el teleférico al centro del parque, para seguir divirtiéndote y enfrentar otro reto: subir al ziprider. El principio es una tirolesa pero, a diferencia de la antes mencionada, ésta mide 2.5 km de distancia en un solo tramo. Imagina el panorama: te encuentras en el borde de una barranca dos veces más alta que la Torre Latinoamericana. Frente a ti se encuentra un vacío de 500 m adornados por la sierra y barrancas cuatro veces más grandes en volúmen que el Gran Cañón. La historia geológica del país se manifiesta frente a ti en forma de relieves retorcidos, adornado de árboles y serpenteados por un río de reflejo plateado, así visto desde las alturas. A diferencia de las tirolesas comunes, ésta no cuenta con el sistema tradicional de arnés, mosquetones y cuerdas. En el ziprider te sientas en una especie de canastilla fija en la que no tienes que preocuparte de nada más que decidir si abrir los ojos o no. De acuerdo con el peso de la persona y de la dirección y fuerza del viento, se pueden superar las velocidades de 140 km/h. Para que tengas idea de la velocidad, el ziprider es seguro para operar con leves lluvias; sin embargo, la velocidad que nuestro cuerpo puede alcanzar hace que los impactos de las milimétricas gotitas de llovizna se tornen dolorosos o cortantes, por lo que se evita hacerlo. Los guías mencionaron que según las condiciones del tiempo el viaje puede ser distinto. ¿Te imaginas hacer lo mismo, pero contemplando las barrancas nevadas en la temporada invernal? o ¿atravesar las nubes a toda velocidad? Para quienes se atreven es divertido porque las nubes no dejan ver nada y cuando sales de ellas la impresión de ver el paisaje y estar húmedos por el contacto de la nube es increíble. Tuve la fortuna de llegar al parque durante los primeros días de operación del Bosque Aéreo, la nueva actividad del parque. A diferencia de las anteriores, ésta no es sobre las barrancas. El recorrido es en las alturas de los árboles; mi guía mencionó que también es la actividad que requiere más esfuerzo físico, ya que el objetivo es completar un circuito de obstáculos en forma de redes, péndulos y líneas de equilibrio sobre las que deberás trepar y columpiarte, además, el cambio de paisaje también es agradable, la tranquilidad de la zona boscosa, el aire limpio y las alturas siempre me han parecido un buen lugar.

Más información: www.parquebarrancas.com www.visita-chihuahua.com

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