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HERE, JOSEPHINE BAKER
JOSEPHINE BAKER SE LANZABA A LA ESCENA MUNDIAL EN LA DÉCADA DE LOS VEINTE Y SE CONVERTÍA EN UN ÍCONO DE LA EDAD DEL JAZZ Y EN UNA DE LAS PRIMERAS ARTISTAS
AFROAMERICANAS RECONOCIDAS INTERNACIONALMENTE. ¿CÓMO LLEGÓ ESTA BAILARINA EXÓTICA, ORIGINARIA DE ESTADOS UNIDOS Y FAMOSA POR SUS PROVOCATIVOS ESPECTÁCULOS EN LOS QUE APARECÍA PRÁCTICAMENTE DESNUDA, A ESTAR ENTRE LOS CERCA DE OCHENTA HÉROES NA- CIONALES MÁS RESPETADOS DE FRANCIA?
Nacida en Estados Unidos el 3 de junio de 1906 dentro de una familia sumergida en el vodevil, bailaba desde pequeña en espacios públicos a cambio de algunas monedas. Logró conquistar Nueva York y dejar su huella en el mundo del espectáculo, participando en “Shuffle Along” que, según se cree, fue el primer espectáculo de Broadway en el que el elenco estaba conformado por actores negros en su totalidad.
Pero su hogar artístico fue París. En la capital de Francia encontraba la fama, y a través de la música y la danza celebraba la liberación femenina y la identidad cultural africana. Esta artista -a la que Ernest Hemingway describiría como “la mujer más sensacional que alguien haya visto jamás, o alguna vez lo hará”-, fue una de las mujeres más fotografiadas en el planeta.
Apodada la “Venus de Bronce”, se transformó en una heroína de la Segunda Guerra Mundial y luego en una activista por los derechos civiles. En el camino rompió todo tipo de barreras, desde culturales hasta raciales, con una osadía sobre el escenario que también mostraba en su vida privada. Muchos recuerdan a la diva, que se convirtió en un ícono de la moda, paseando por las calles de la capital francesa con su inusual mascota: una chita. No era la única, pues en sus vestuarios también tenía otros animales salvajes, como loros y hasta una boa. Pero cuando más mostraba su valentía era a la hora de enfrentarse a las políticas segregacionistas de la época (según Jules-Rosette, fue la primera en romper la segregación racial en Las Vegas, antes incluso que artistas como Frank Sinatra y Sammy Davis Jr.).
Inspirado en esta icónica bailarina, activista y espía de guerra, Lovo Bar recrea el espíritu de los alocados y clandestinos bares de los años veinte en París. Entre terciopelos rojos y azules, música disfrutona y actuaciones que simulan que la mismísima Josephine Baker cobra vida y aparece en cuerpo y alma en el local, el establecimiento ofrece una coctelería emocional en torno a su nombre. Nada más atravesar las cortinas que delimitan la entrada, bajo un falso cielo estrellado parisino, se encuentra una amplia barra, junto con sofás confortables y sillones bajos que se reparten a lo largo de la sala llamada “La Caza”. Para quienes deseen sentirse más libres, la planta baja alberga la “Cueva del lobo”, donde el azul se convierte en rojo, las luces se atenúan y las criaturas de oro pueblan las paredes.
“La Caza” alberga la primera carta de cócteles en los que se pueden saborear diversas etapas de la historia de Josephine Baker (una etapa amarga y seca, una etapa ácida y una etapa dulce), bajo una pequeña representación que permite a los clientes disfrutar de una experiencia líquida en paralelo a una pequeña parcela de conocimiento sobre la vida de la artista.
Como icono de libertad y como hembra alfa, era dueña de la noche, no solamente de los animales que tenía en su casa, si no de las miradas y los suspiros de la audiencia. Todos ellos, noche tras noche, la miraban con deseo, anhelo e inspiración. Josephine era un lobo, y su aullido, el canto más cautivador para una manada deseosa de ser liderada.