Caso Completo-16

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Nos apuntan con piedras: Una visión general del discurso y las estrategias de la Campaña ‘Detengan las Lapidaciones para Siempre’ Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre

Nos apuntan con piedras:

Una visión general del discurso y las estrategias de la Campaña ‘Detengan las Lapidaciones para Siempre’

Shadi Sadr

Los cuerpos de las mujeres como símbolo de la identidad iraní post-revolucionaria Nunca ha existido una definición clara e indiscutida del fundamentalismo religioso y tampoco existe consenso acerca de si el fundamentalismo religioso es un fenómeno, un movimiento o un proceso. Sin embargo, las mujeres iraníes y el análisis de sus experiencias pueden aportar una definición adecuada dado que han estado expuestas al fundamentalismo religioso en su máxima expresión desde la Revolución Islámica de 1979. Las mujeres laicistas que, en el período previo a la Revolución, se manifestaban en las calles gritando “¡Independencia, Libertad, República islámica!”, nunca imaginaron cuál pasaría a ser su estatus en una “República Islámica”. No había transcurrido aún un mes de la victoria de la Revolución, cuando la oficina del Ayatolá Jomeini,1 líder de la Revolución, anunció la derogación del Código de Familia porque sus disposiciones contradecían las regulaciones islámicas. La principal consecuencia de esta orden fue que a partir de ese momento las mujeres sólo pudieron divorciarse atravesando un proceso difícil y prolongado.2 Pocos días después, el Ayatolá Jomeini anunció personalmente que a las mujeres les quedaba prohibido ingresar a las oficinas del gobierno sin vestir el hejab islámico, que en este contexto se entendía como una vestimenta que cubría el cuerpo entero excepto el rostro, las manos hasta las muñecas, los pies y los tobillos. La respuesta de las mujeres que participaban en partidos políticos, sindicatos y en algunos pequeños grupos independientes fueron las demostraciones más numerosas organizadas por mujeres en la historia de Irán, que duraron varios días.3 Frente a semejante acción masiva, el gobierno retrocedió en su postura con respecto al hejab,4 pero de todos modos el Tribunal Revolucionario5 comenzó a pronunciar sentencias de muerte contra prostitutas, y sentencias de azotes e incluso también de muerte contra hombres y mujeres por mantener relaciones sexuales fuera del vínculo matrimonial.6

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El movimiento contra el Shah de Irán fue una coalición diversa unida solamente por su oposición a la dinastía Pahlavi (1925-1979). Aunque la coalición en algún momento incluyó a diferentes grupos de mujeres, tanto religiosos como laicos, la falta de sensibilidad de género de los partidos políticos laicos que formaban parte de la oposición al Shah — entre ellos el Partido Comunista Tudeh7 y otros partidos marxistas como los Muyahids iraníes8 que fueron aliados activos de Jomeini — les permitió a los islamistas reprimir las numerosas objeciones que plantearon las mujeres a la islamización. Tal como le había sucedido a la generación anterior, las mujeres volvieron a perder casi todo lo que habían logrado: a fines del siglo XIX y principios del XX, las mujeres participaron en movimientos políticos como la Protesta contra el tabaco9 y la Revolución Constitucional10 pero la nueva Constitución finalmente les negó el derecho al voto.11 Todas estas medidas se tomaron antes de que se realizara el referéndum que estableció oficialmente la República Islámica y le dio estatus formal al gobierno (lo que sucedería recién en abril de 1979) y mientras el gobierno recién formado no tenía aún una Constitución (que recién se aprobó en octubre de 1979). Es decir que la islamización dominó las vidas de las mujeres incluso antes de que la República Islámica fuera legitimada por ley. La principal diferencia entre la práctica del Islam y la “islamización” es la dominación. Según el preámbulo de la Constitución de 1979, la “islamización” es la construcción “de todas las instituciones culturales, sociales, políticas y económicas de la sociedad iraní basada en la legislación islámica.” Pero esta definición es incompleta porque ignora el hecho de que la islamización ha sido impuesta por la República islámica.12 La islamización surgió en el contexto bipolar de la Guerra Fría, cuando los líderes políticos quisieron definirse como “ni orientales ni occidentales” para enfrentarse al mismo tiempo a los dos poderes dominantes de la época y a la dinastía Pahlavi. La islamización vertiginosa fue la principal estrategia que empleó el nuevo gobierno para cobrar legitimidad y definir su identidad. Como todos los fundamentalistas, el nuevo gobierno basó su identidad en la construcción de límites entre el “yo” y los “otros”, y se dio cuenta de que las mujeres y las cuestiones que las afectan eran las mejores herramientas para definir por dónde pasarían esos límites.13 “Si controlar al enemigo interno, al otro que es también íntimo, es fundamental para el trazado de límites que está en el corazón mismo del fundamentalismo, es igualmente importante fabricar un enemigo digno de serlo, en contra del cual se trazan límites y se construyen barreras.” Apenas dos meses después de la victoria revolucionaria y en respuesta a las manifestaciones masivas del 8 de marzo contra el hejab forzado, el partido dominante — Partido de la República Islámica — anunció que el cumpleaños de Fátima, hija del profeta Mahoma, sería el día oficial de las mujeres en la República Islámica, en reemplazo del 8 de marzo. Los afiches oficiales que se publicaron para esa fecha mostraban a una 2

mujer completamente cubierta por un velo negro salvo por su rostro y sus manos, en una de las cuales portaba un bebé mientras que con la otra sostenía un revólver. La literatura oficial también presentó esa misma imagen. La “mujer ideal” era la “revolucionaria musulmana”, completamente cubierta por el hejab y “casta” (que evita todo contacto innecesario con hombres a los que no conoce), sin dejar de cumplir con sus deberes de madre y también con sus responsabilidades sociales.14 El nuevo régimen impuso a esta “mujer ideal” en reemplazo de la mujer tradicional que vestía el hejab y cuidaba su castidad, era una madre y esposa perfecta pero jamás hubiera participado en la esfera social, y también como sustituto de la mujer “occidentalizada”, que no usaba hejab ni era casta, no era una madre ni una esposa perfecta pero sí desarrollaba actividades sociales. Este nuevo ideal, que cuestionaba el patrón de mujer moderna surgido durante la dinastía Pahlavi, se abrió camino en la sociedad gracias a los sentimientos anti-Shah dominantes durante este período. Hubo otros factores que fortalecieron el acento puesto sobre los cuerpos de las mujeres. La guerra entre Irán e Irak que duró ocho años (19801988) generó nuevas asociaciones entre la utilización simbólica de los cuerpos de las mujeres y el nacionalismo. Mientras los hombres luchaban para preservar el territorio del país, las mujeres “libraron una guerra” para preservar sus cuerpos. Los lemas oficiales valoraban el hejab y la castidad de las mujeres inclusive más que la sangre de los mártires caídos en la guerra: vigilar los cuerpos de las mujeres y su conducta sexual se convirtió en un símbolo de la protección a la identidad del régimen islámico. La desobediencia frente a este ideal acarreó castigos severos. El gobierno teocrático ha utilizado el control de la sexualidad para definir los límites entre el yo y el otro (que alude tanto a la oposición política actual como a los regímenes previos) de cuatro formas. Las dos primeras se dieron en el espacio público cuando todas las mujeres, inclusive las que no eran musulmanas, fueron obligadas a seguir reglas estrictas en cuanto al uso del hejab, y cuando la segregación entre los géneros se aplicó en todos los espacios públicos en que fue posible hacerlo. En la esfera privada, las dos manifestaciones fueron la eliminación de todos los derechos garantizados por el Código de Familia anterior y el estatus de delito que se aplicó a toda relación sexual fuera del matrimonio. Controlar las vidas de las mujeres fue un elemento fundamental en este proceso.

Fundamentalismo religioso gubernamental Dada la absoluta unidad política que existe entre los líderes de la República Islámica y la religión fundamentalista, en Irán se ha generado un tipo específico de fundamentalismo al que podría Shadi Sadr

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denominarse “fundamentalismo religioso gubernamental”, que difiere considerablemente de otros tipos de fundamentalismo religioso. En la teoría y en la práctica quienes lo practican siguen a Seyyed Hassan Modarres, un clérigo opositor al Shah que dijo: “Nuestras ideas políticas son idénticas a nuestra religión y nuestra religión es idéntica a nuestras ideas políticas.”15 Según esta definición, la meta última del fundamentalismo religioso gubernamental es la unidad absoluta de ambos conceptos de manera tal que resulte imposible distinguir a uno del otro. En esta estructura, ningún partido político tiene derecho a funcionar, a excepción de los partidos islámicos. Para obtener la habilitación que les permita funcionar, los partidos políticos deben definir sus actividades en el marco de la unidad inevitable e inalterable entre religión y gobierno. La Constitución iraní establece que la religión debe ser el marco de referencia político permanente de la República Islámica de Irán. En este marco, el único factor que puede modificarse es el grado de dominación de los fundamentalistas o de los reformistas. Por eso, pese a que siempre ha habido luchas de poder dentro del gobierno que por momentos han abierto espacios para cuestionar temas de género y sexualidad, el término “reformista” tiene un significado relativo en Irán y no necesariamente implica el rechazo completo de la unidad entre religión y gobierno. La experiencia iraní es de un fundamentalismo religioso que combina la religión tradicional (específicamente el Islam Ithna Ashari Shia16) con el poder político y la dominación. En el contexto iraní la “religión tradicional” consiste en las reglas religiosas o fiqh17 que se expresan a través de las “fatwas comunes” de los clérigos chiitas, es decir, aquellas fatwas (opiniones/interpretaciones legales) sobre las que ha existido consenso a través de los años, sin importar si se originan en el Corán o no. Aunque en el Islam chiita existen diversas fatwas en varios asuntos y en muchos casos estas fatwas se contradicen entre sí, el sistema dominante en Irán sólo reconoce las que tienen mayor consenso e ignora las fatwas de los clérigos modernos, que constituyen una minoría. Las fatwas que legitiman la discriminación por género por lo general se desprenden de fatwas comunes. En todas las formas de fundamentalismo religioso se puede observar que la religión se utiliza de manera opresiva para acumular poder. El fundamentalismo gana en autoridad enfatizando las tradiciones religiosas que han sido legitimadas por su prevalencia en la historia y en la sociedad. El poder que acumula aprovechando esta legitimidad lo utiliza luego para imponer estas tradiciones a toda la sociedad y para forzar la hegemonía social. En un proceso circular, esto refuerza el poder y la legitimidad de la religión tradicional, a la vez que promueve el poder de los fundamentalistas religiosos. Por ejemplo, el control gubernamental sobre los cuerpos de las mujeres y sus vidas cotidianas se justifica haciendo referencia a las “virtudes públicas” y a las creencias religiosas en torno al 4

hejab y la castidad. Esta justificación se utiliza luego para implementar políticas de Estado que imponen universalmente y por la fuerza el hejab estricto, lo que a su vez refuerza una cultura pública que valora las “virtudes religiosas tradicionales”, que incluyen el hejab y la castidad. El ingrediente clave es la fuerza del Estado. Si bien el régimen ha obtenido su legitimidad haciendo referencia a las tradiciones religiosas, utiliza todas las herramientas del Estado para imponer esos valores a todas las personas como única forma de vida, aplicando castigos severos para prohibir otros estilos de vida. Un rasgo central del fundamentalismo religioso gubernamental es la eliminación completa del espacio privado y su integración a la esfera pública, convirtiéndolo así en un espacio en el que el gobierno tiene derecho a intervenir. La jurisprudencia chiita contiene reglas y regulaciones que abarcan todos los aspectos de la vida humana y todas las acciones cotidianas, dividiéndolas en tres categorías: halal (lo que está permitido y es legal), haram (lo prohibido y que, por lo tanto, es pecado) y mobah (lo que no está específicamente prohibido ni permitido, aquello para lo cual no hay disposiciones específicas en el Corán). La integración entre religión y política en Irán significa que todos estos conceptos y su aplicación quedan bajo el control del gobierno islámico. Por eso todos los actos considerados haram son “delitos” para el gobierno y por lo tanto sancionables, pero no hay condena eterna por los pecados sino que el castigo tiene lugar en este mundo, inclusive cuando se trata de actos privados o que atañen sólo a la relación entre un ser humano y Dios. Además, ciertos actos son definidos como pecados (“más allá de los límites de Dios”, o hodud) en el Corán. La jurisprudencia chiita iraní desarrolló la naturaleza precisa de los actos que constituyen pecados hodud, así como de los castigos que les corresponden. Estos actos incluyen las relaciones sexuales fuera del matrimonio, la sodomía, el lesbianismo, el proxenetismo, qadhf (acusaciones calumniosas o maliciosas, sobre todo la acusación infundada de adulterio), el consumo de alcohol, el robo y fasadh/mufsid fil-‘ardh (difundir la corrupción sobre la tierra), y se castigan con la lapidación, la pena de muerte, los azotes o la amputación de una mano o de un pie, según el delito. A los delitos hodud por lo general se los define como hagg-ullah (“derecho de Dios”), es decir que el castigo le corresponde a Dios. Sin embargo, pese a las numerosas críticas que despierta la implementación de los hodud en Irán y en el mundo islámico, la yuxtaposición de religión y política en Irán ha tenido como resultado que el gobierno islamista ocupe el lugar de Dios juzgando esos delitos y aplicando castigos. Además de los partidos políticos fundamentalistas que ocupan la mayoría de las bancas en el Parlamento, el principal sector que tiene poder para Shadi Sadr

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influir sobre las políticas públicas y especialmente las que conciernen a las mujeres, es el que forman las howza (escuelas religiosas). Las howza, cuya principal tarea es formar clérigos, son las escuelas religiosas que antes de la Revolución se sostenían gracias a los impuestos religiosos (khoms y zakat18) que se consideran obligatorios para los musulmanes chiitas. Después de la Revolución, las howza crecieron, se desarrollaron y también se independizaron del financiamiento estatal. Las howza logran influir sobre las políticas fundamentalistas y aplicarlas de diferentes maneras. En primer lugar, según la Constitución, el Líder Supremo19 y los miembros de las principales instituciones de gobierno deben ser clérigos. Muchos jueces son también clérigos. En segundo lugar, las howza también ejercen una enorme influencia sobre algunos sectores de la población y especialmente sobre los sectores “tradicionalistas”, a los que logran movilizar por diferentes cuestiones.20 Por ejemplo, las howzas muchas veces han criticado al gobierno por impedir la ejecución de castigos — lapidaciones, azotes, corte de manos y pies en público — en casos de hodud. En tercer lugar, antes de implementar una determinada política, los funcionarios del gobierno les solicitan a las howza opiniones religiosas (fatwas) legitimadoras que satisfagan sus necesidades políticas. Muchas de las políticas fundamentalistas acerca de las mujeres comenzaron a redactarse en los seminarios, encargadas por el gobierno. Por último, las howza han servido como barrera principal para impedir cambios en leyes y políticas discriminatorias que perjudican a las mujeres. Por ejemplo, en los últimos años el centro de estudios de las mujeres dependiente de las howza, que había logrado impedir que Irán ratificara la Convención sobre la eliminación de todas las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW), dio a conocer una declaración exigiendo que el gobierno formule planes para reducir el empleo femenino y el número de divorcios solicitados por las mujeres, incrementar el control sobre las relaciones sexuales de los hombres y de las mujeres, así como para incrementar la imposición estricta del hejab. Los clérigos chiitas tienen una estructura jerárquica por la que sólo a unos pocos se los considera muftis o autoridades religiosas que tienen derecho a pronunciar fatwas y a definir lo que es legítimo desde el punto de vista religioso y lo que no lo es. En Irán, los clérigos de las órdenes menores, los estudiantes de Religión y las personas comunes son “seguidores” que no pueden profesar el culto islámico según sus propias concepciones sino que deben elegir a uno de los diez líderes vivientes y vivir sus vidas de acuerdo a las fatwas de ese líder. A las mujeres, aun si cuentan con la suficiente competencia como para alcanzar el nivel de autoridad religiosa, no se les permite tener seguidores y sus fatwas sólo son obligatorias para ellas mismas. En los asuntos religiosos sólo deben intervenir las autoridades religiosas y los clérigos de bajo nivel, y no las personas comunes. Resulta obvio que esta jerarquía, junto con la relación orgánica entre howza y 6

gobierno, y la incorporación plena de la jerarquía clerical en el gobierno a través de la creación del Consejo de Guardianes21, prepara el camino para que los fundamentalistas puedan presentar una interpretación única de la religión y reprimir todas las otras interpretaciones posibles. La Constitución prevé que el Consejo de Guardianes debe revisar las resoluciones del Parlamento para confirmar que se ajusten a la shariah (ley islámica). Los seis miembros clérigos son nombrados por el Líder Supremo y en los últimos treinta años siempre han considerado las fatwas comunes de las autoridades religiosas como criterio principal para juzgar la legitimidad de las leyes elaboradas por el Parlamento.

Lapidaciones después de la Revolución Inmediatamente después de ocurrida la Revolución se crearon Tribunales Revolucionarios Islámicos para juzgar los delitos cometidos contra el país bajo el gobierno de Mohammed Reza Shah Pahlavi (1941-1979). Estos Tribunales Revolucionarios fueron la manifestación del poder judicial de la Revolución y sus veredictos en casos de delitos sexuales muestran por qué estos tribunales son importantes para los fundamentalistas. Cuando aún no habían transcurrido dos meses de la Revolución, el Tribunal Revolucionario de Amlash, una ciudad pequeña al norte de Irán, condenó a un muchacho y a una joven por “valores inmorales”. La pareja se negó a aceptar la presión ejercida por el Comité Revolucionario para que se casaran y el Tribunal la condenó a ser azotada en público: 25 golpes para el muchacho y 100 para la joven.22 Otros aspectos de la islamización en el campo de la sexualidad y de la restricción de la expresión sexual al marco de la familia son las ejecuciones de prostitutas o de las personas que administran círculos de prostitución o burdeles, así como las lapidaciones de mujeres que han cometido adulterio. Desde la Revolución, las lapidaciones han sido la herramienta más severa para controlar la sexualidad de las mujeres al punto tal de que hasta las víctimas de violación en muchos casos no denuncian a los perpetradores por miedo a no poder demostrar la violación y quedar expuestas a la acusación de adulterio y a la lapidación resultante.23 El primer caso de una mujer muerta por lapidación se denunció en julio de 1980. La noticia se difundió por la televisión estatal, a través del único canal que es legal desde la Revolución. Según las noticias, dos parejas acusadas de adulterio fueron lapidadas en Kerman, una de las ciudades más grandes del sudeste de Irán. Azam Taleghani, una mujer que es integrante del Parlamento y que participó activamente de la Revolución, protestó. En su opinión, las lapidaciones eran contrarias a la justicia islámica y la difusión de estas noticias podía debilitar la recién creada República Islámica y fortalecer la propaganda de la oposición en su Shadi Sadr

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contra. En su crítica al régimen del que formaba parte, desde una mirada de género, ella se preguntó por qué debían aplicarse esa clase de castigos a las mujeres cuando la Revolución todavía no había cumplido lo que les había prometido y la opresión a las mujeres era algo cotidiano.24

La diversidad en el gobierno iraní: pragmáticos y fundamentalistas En Irán, el gobierno es el principal agente promotor del fundamentalismo religioso. Sin embargo, como Irán se esfuerza por mantener una imagen en cierta medida “democrática” (a través de las elecciones, del apoyo populista a la Revolución Islámica, y demás) intenta mantener un equilibrio entre su visión fundamentalista y la necesidad pragmática de estabilidad. Esto hace que la estructura y las políticas gubernamentales se vean de todos modos afectadas por la presión que ejercen las fuerzas opositoras, aunque sea de manera inconsistente. Desde que surgió el fundamentalismo fueron apareciendo también formas de resistencia a ese proyecto en distintos niveles: las mujeres resistieron en sus vidas cotidianas y también logrando participar de varios grupos aun bajo la represión. Pero después de la represión en gran escala contra las fuerzas políticas que se produjo a comienzos de la década de los 80 y que logró eliminar a los actores laicos del escenario político formal en Irán, uno de los principales niveles de resistencia han sido las fuerzas que están adentro de las estructuras de poder dominantes. Existe otro discurso que llamaré “pragmático” que corre paralelo al discurso del fundamentalismo. Si bien los pragmáticos parecieran apoyar la aplicación de la shariah y creer en la forma de gobierno islamista, distinguen entre la gobernanza y la religión, y le otorgan prioridad a la estabilidad del gobierno. Los pragmáticos pueden ser reformistas modernos o convencionales en sus creencias religiosas, pero lo que los une y los separa de los fundamentalistas es que aceptan la re-interpretación de la shariah de formas que les permitan conservar su poder político, sobre todo de aquellas reglas cuya implementación acarrea un elevado costo político nacional e internacional. Coinciden en sostener que en la actualidad, implementar la shariah puede entrar en contradicción con las necesidades y las demandas del público, y procuran fatwas actualizadas que les permitan resolver estas contradicciones. Los políticos que hoy en día se conocen como reformistas en Irán y que ocuparon los niveles más elevados de autoridad durante la primera década de la Revolución, por lo general, habían apoyado la aplicación estricta de la shariah pero lentamente se fueron dando cuenta de que en muchos casos no era posible gobernar a la sociedad basándose en ella. El conflicto entre estas dos fuerzas políticas — pragmáticos y fundamentalistas — ha sido constante en el escenario político iraní: el pragmatismo se fue afianzando y reforzando durante la primera década que siguió a la Revolución y en 8

el período posterior a la guerra con Irak; luego llegaron los gobiernos liberales del Ayatolá Ali Akbar Hashemi Rafsanjani (presidente, 19891997) y de Seyed Mohammad Khatami (presidente, 1997-2005). Esta batalla constante llevó a algunos de los cambios políticos y sociales más importantes ocurridos desde la Revolución. La principal diferencia entre las políticas fundamentalistas y las pragmáticas ha sido el nivel de influencia que han tenido sobre ellas la presión social y la resistencia. Mientras que los fundamentalistas prácticamente ignoran la voluntad de la sociedad, los pragmáticos están dispuestos a negociar sus políticas — e incluso, en ocasiones, a echarse atrás cuando la sociedad las resiste — para mantener el poder político y la gobernanza islamista; para los pragmáticos, cualquier acto que provoque odio a la República Islámica debe ser evitado. Por eso las lapidaciones siempre han sido un tema de disputa entre fundamentalistas y pragmáticos. Ni siquiera el Ayatolá Jomeini, el arquitecto de la islamización, logró evitar este conflicto. Por un lado, el artículo 102 del Código Penal iraní de 1991 establece que una mujer o un hombre acusado de adulterio y condenado a ser lapidada/o, debe ser cubierta/o con un velo y luego enterrada/o en un agujero ya preparado, si es mujer hasta los hombros y si es hombre hasta la cintura. El artículo 104 afirma: “... las piedras no deben ser tan grandes que maten a la persona que sea golpeada por una o dos de ellas, ni tan pequeñas que no se las pueda definir como piedras.” Esta es la ley del país. Por otro lado, cuando al Ayatolá Jomeini le informaron que una conferencia a realizarse en el exterior analizaría el Islam como religión cruel y violenta y discutiría el tema de las lapidaciones, ordenó a todos los jueces que dejaran de sentenciar ese tipo de penas y que en cambio propusieran penas alternativas. Sayyid analiza esto de manera exhaustiva cuando dice “Jomeini había sostenido que lo único legítimo era la aplicación estricta de la shariah y que no podía realizarse ninguna actividad que no estuviera aprobada por la shariah. Sin embargo, cuando llegó al poder, Jomeini se dio cuenta que le iba a resultar difícil implementar semejante visión. Él estaba dispuesto a defender las necesidades de la República Islámica por encima de la adhesión estricta a las interpretaciones tradicionales de la shariah”.25 Aunque ni siquiera una orden del Ayatolá Jomeini pudo impedir la aplicación de las disposiciones sobre lapidación del Código Penal, la ejecución de estas sentencias se fue apartando gradualmente de la vista del público, para disminuir la presión internacional, y se trasladó al interior de las prisiones, mientras a los medios se les prohibía cubrirlas. Así, la censura que ha regido durante treinta años ha constituido una barrera para poder determinar la cifra exacta de lapidaciones, aunque Amnistía Internacional estima que en 2001 solamente fueron lapidadas dos mujeres.26 Shadi Sadr

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Al término de las conversaciones con la Unión Europea en diciembre de 2002, cuando los pragmáticos ocupaban la mayoría de las bancas en el Parlamento iraní, la presión internacional por la naturaleza inhumana y violenta de las penas de lapidación forzó a las autoridades iraníes a anunciar que las mismas habían cesado.27 Pero aquí no terminó esta historia en Irán.

El auge de los islamistas de línea dura y el comienzo de la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre La resistencia individual y colectiva a la islamización de la sociedad iraní (especialmente la que sostuvieron las mujeres) produjo muchos cambios en las regulaciones y políticas fundamentalistas, pero la llegada del gobierno fundamentalista del Presidente Mahmud Ahmadineyad en 2005 dio inicio a una nueva era de islamización. Esta nueva ola fundamentalista que proclama combatir la corrupción económica, promover una distribución equitativa de la riqueza y dar nueva vida a los valores de la Revolución, concitó el apoyo de dos grupos: las personas empobrecidas que sufrían la presión inflacionaria causada por las políticas neoliberales de los gobiernos reformistas y los grupos religiosos y convencionales para quienes las políticas reformistas significaban distanciarse de los valores islámicos y acercarse a Occidente. Esta nueva ola de islamización atacó las reformas que habían comenzado a implementarse después de la guerra con Irak, durante las presidencias de Rafsanjani y Khatami; con respecto a las mujeres, su meta principal es lograr que regresen al hogar. Los logros obtenidos por las mujeres en las reformas del Código de Familia y el derecho al divorcio (por limitadas que sean) se están esfumando, mientras el nuevo gobierno intenta aprobar nuevas leyes para que los hombres practiquen la poligamia más fácilmente. Las leyes basadas en el concepto de “castidad” (efaaaf) apuntan a introducir reglas represivas que abarcan todos los aspectos de las vidas de las mujeres, incluyendo su vestimenta, su conducta en público e incluso sus relaciones laborales o sus interacciones con los hombres en general. Como respuesta a esto, diferentes grupos de mujeres reorganizaron sus actividades y, a través de redes informales, fueron presentando diversas iniciativas como la Campaña por Un Millón de Firmas para modificar regulaciones discriminatorias,28 la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre, y la campaña por el derecho de las mujeres a asistir a partidos de fútbol y a otros eventos deportivos en estadios públicos.29 En 2006, un año después de la restauración fundamentalista y cuatro años después de que se suspendieran las lapidaciones como castigo, comenzó a circular entre las/os activistas de derechos humanos el rumor 10

de que nuevamente habían sido ejecutados un hombre y una mujer por lapidación. Investigaciones posteriores realizadas por activistas feministas, entre ellas la autora, demostraron que en 2006 las autoridades y milicianos voluntarios habían lapidado hasta morir a Mahboubeh M. y Abbass H. en secreto, de madrugada y en el cementerio de la ciudad religiosa de Mashhad.30 Mahboubeh, casada por la fuerza a los 16 años con un marido cruel y adicto y cuyos intentos por obtener el divorcio habían fracasado, planificó junto a su amante asesinar a su marido. Durante algunos meses, nadie se atrevió a hablar de la lapidación de Mahboubeh. Dado que hablar de las lapidaciones era tabú y cualquier periódico que publicara noticias acerca del tema correría un gran peligro, ningún medio estuvo dispuesto a hacerlo. Mucha gente pensó que éste había sido un caso excepcional que nunca volvería a repetirse. Pero en agosto de 2006, Ashraf Kalhori llamó a su abogado desde la prisión Evin, en Teherán, para decirle que iban a lapidarla dentro de 15 días. Ashraf había denunciado en repetidas oportunidades ante los tribunales que su marido la golpeaba, pero le habían rechazado el divorcio por “falta de pruebas.” También negó tener relación alguna con el amigo de su marido que lo había asesinado, pero los tribunales rechazaron ese argumento. Esto ocurrió en un momento en que las activistas por los derechos de las mujeres estaban evaluando iniciar un nuevo proyecto contra las lapidaciones y se preguntaban cómo hacer para difundir la noticia de la lapidación de Mahboubeh y Abass’ y también plantear el tema de las lapidaciones en un contexto de represión y censura. En apenas 15 días, este grupo al que se le había negado todo acceso a los medios locales para crear conciencia, logró publicar la noticia en el plano internacional y difundió un llamado a las organizaciones de mujeres y a las instituciones de derechos humanos para salvar a Ashraf Kalhori. Amnistía Internacional y Women Living Under Muslim Laws (WLUML, Mujeres que viven bajo leyes musulmanas), que más tarde apoyó la Campaña, dieron a conocer una declaración. Equality Now (Igualdad Ahora)31 envió una carta con miles de firmas a la máxima autoridad judicial iraní mientras que en Irán se recogían casi 3.000 firmas en este breve lapso. De repente, el Ministerio de Asuntos Exteriores iraní se vio expuesto frente a la comunidad internacional de derechos humanos y advirtió el costo político que implicaba lapidar a una mujer común. La ejecución se canceló, pero esto no fue suficiente. Mientras la pena de lapidación siga existiendo en los textos legales, Ashraf y muchas otras mujeres seguirían estando expuestas a la amenaza de la lapidación. Por esto surgió la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre. Aunque el principal objetivo de la Campaña fue eliminar la pena de lapidación del Código Penal, defender a las mujeres acusadas y salvarlas de estas sentencias también se contaron entre sus objetivos. Shadi Sadr

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Lapidación y discriminación: El componente de género En colaboración con la Red de Abogadas/os Voluntarias/os, la Campaña llevó adelante una investigación y logró identificar a doce hombres y mujeres que se enfrentaban a veredictos de esta clase, aunque con certeza había otros y otras. Todas las mujeres habían sido víctimas de diversas formas de discriminación. Algunas habían sido obligadas a casarse y sometidas a violencia permanente, mientras que a otras sus maridos adictos a las drogas las habían obligado a prostituirse. Ninguna contó con medios legales para escapar de sus duras condiciones de vida. Algunas solicitaron el divorcio y, debido a la falta de apoyo de sus familias o a que el juez rechazó su petición, se vieron obligadas a volver a la violencia de la que habían querido escapar. Dos de las mujeres eran de tribus muy conservadoras del sur de Irán y estaban seguras de que si hubieran planteado la posibilidad del divorcio a sus familias y hubieran intentado dar algún paso en ese sentido, las propias familias las habrían asesinado. En algunos pocos casos, por accidente o habiéndolo planeado, habían ayudado a hombres con los que mantenían algún tipo de vínculo a matar a sus maridos. La Campaña elaboró su discurso feminista a partir de las historias de vida de estas mujeres. Antes de esta Campaña, sólo los grupos de la oposición iraní y algunos grupos internacionales de derechos humanos se habían ocupado de las lapidaciones. La oposición política las utilizó como herramienta para probar la naturaleza cruel de la República Islámica mientras que los grupos internacionales de derechos humanos habían puesto énfasis en el aspecto violatorio de los derechos humanos. Pero ninguno de estos grupos estudió la situación en profundidad ni articuló un discurso de género. Según los estudios de la Red de Abogadas/os Voluntarias/os, por cada doce mujeres condenadas a lapidación, sólo dos hombres se enfrentaban a la misma sentencia. La Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre preguntó por qué, pese a que las penas por adulterio son las mismas para hombres y para mujeres, la lapidación es un castigo que se les aplica (casi sólo) a ellas. Según el Código Penal de Irán y en la práctica judicial, los delitos vinculados a la conducta sexual extramatrimonial van desde las “relaciones con extraños” al “adulterio” (zina). Las disposiciones para estos “delitos” son supuestamente neutras en cuanto al género (excepto en el caso de la homosexualidad, en el que la conducta lésbica se castiga con azotes mientras que la conducta gay conlleva la pena de muerte). Pero en la práctica, las mujeres casadas corren más riesgo que los hombres casados de convertirse en víctimas de las duras leyes penales iraníes y de ser condenadas a lapidación.

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En Irán, es legal para los hombres tener cuatro esposas permanentes y un número infinito de esposas temporarias.32 Esto les da la oportunidad de tener diversas compañeras sexuales y convierte al hombre acusado de mantener una relación sexual fuera del matrimonio simplemente en alguien que cometió un ligero error en lugar de definirlo como criminal. El hombre puede eludir el castigo diciendo que se trataba de un matrimonio polígamo que no había sido regularizado de forma adecuada o que había contraído un matrimonio temporario. Pero cuando una mujer casada se ve frente a la misma acusación — mantener una relación sexual con un hombre que no sea su marido — se considera que ha cometido un delito grave, porque ella no tiene la posibilidad de contraer múltiples matrimonios simultáneos. No sólo se considera que la mujer ha desafiado las reglas del patriarcado sino también que ha destruido la imagen de la mujer “casta”, cuya integridad física y sexualidad deben estar bajo el control de un solo hombre. Ella ha actuado contra los intereses de su marido y también ha transgredido uno de los límites principales para la construcción de la identidad fundamentalista, lo que implica haber actuado en contra del gobierno y por eso se la debe condenar a la pena más severa. La pena de lapidación contra tres mujeres a las que sus maridos obligaron a prostituirse indica que ni siquiera la prostitución forzada se considera un atenuante para quienes violan estas reglas morales fabricadas por el gobierno. Un análisis de los expedientes en los casos de las mujeres condenadas a ser lapidadas revela que además del género, la clase social, la tribu o la religión también desempeñan un rol en la discriminación y control de la sexualidad de las mujeres. Dos de las condenadas eran mujeres de la tribu Bakhtiyari y una era kurda, todas ellas analfabetas y de comunidades en las que el acceso a la educación es limitado. Hajiye, una mujer que habla turco, que pasó siete años en la cárcel y cuya sentencia estuvo a punto de ser ejecutada antes de que la indultaran, dijo muchas veces: “Cuando me condenaron por adulterio, yo ni siquiera sabía lo que significaba esa palabra.”33 La falta de recursos financieros necesarios para contratar a una/un abogada/o fue también un impedimento para acceder a la justicia. La mayoría de las mujeres condenadas pertenecían a las clases más empobrecidas, vivían en pueblos pequeños o en áreas marginales de las ciudades y todas, salvo una, eran desempleadas. Desde el punto de vista de la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre, el patriarcado y la discriminación basada en el género, raza y clase no son razón suficiente para llevar a la lapidación de las mujeres. La Campaña considera a las lapidaciones como resultado de una combinación de patriarcado, otras formas de discriminación (como las de clase y estructuras tribales) y fundamentalismo religioso (ver la Figura 1). En el contexto iraní, el fundamentalismo religioso gubernamental es el factor más importante. En los treinta años que pasaron desde la Shadi Sadr

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Revolución, de todos los casos denunciados de lapidaciones de mujeres, hubo uno sólo en el que fue la familia de la mujer la que llevó adelante el castigo.34 Figura 1: Entrecruzamiento de factores subyacentes a la lapidación

Fundamentalismo religioso gubernamental

Lapidaciones

Patriarcado

Otras formas de discriminación

Las actitudes judiciales son un componente importante de este fundamentalismo religioso gubernamental. El Corán establece claramente duras penas para el adulterio, pero también exige un alto estándar de prueba (cuatro testigos o confesión voluntaria) para imponer estos castigos. En Irán, el concepto de “discreción judicial” se utiliza para eludir esta limitación práctica a la aplicación de los castigos hodud. Utilizando su discreción, los jueces tienen el derecho de condenar a las personas por delitos sexuales aun sin testigos ni confesión voluntaria. En más del 80% de aquellos casos de adulterio en los que hubo condena de lapidación, el veredicto dependió del criterio del juez. Como ya hemos visto, este criterio también se aplica con un fuerte sesgo de género. En otras palabras, la forma en que los fundamentalistas interpretan y aplican las normas legitima esta práctica y además refuerza las costumbres patriarcales sobre el control de la sexualidad, como los crímenes por 14

honor. Por esto Vahdati caracteriza las lapidaciones en Irán como crímenes por honor realizados por el gobierno, y por eso es que las percibe como “castigo para las mujeres.”35

Estrategias de la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre En esta sección del estudio de caso se analizan en detalle las principales estrategias de la campaña. Algunas de estas estrategias formaron parte de la Campaña desde el comienzo, y otras se fueron adoptando a raíz de los desafíos y las necesidades planteadas por las condiciones emergentes.

La estrategia de acción indirecta o de “recorrer el camino más largo” La Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre comenzó sus actividades en un momento en que era tabú publicar cualquier noticia acerca de las lapidaciones. En algunos casos, los periódicos sólo informaban que una mujer había sido ejecutada “por adulterio”; como la pena por adulterio era la lapidación, la gente entendía que la habían lapidado. También las ONGs y las activistas por los derechos de las mujeres tenían acceso restringido a los espacios públicos. Por eso al comienzo, la Campaña decidió trabajar el tema de forma indirecta y a través de las organizaciones internacionales de derechos humanos. Nuestro trabajo en el país era identificar a las personas condenadas a lapidación, investigar, defenderlas como abogadas pro-bono y publicar comunicados de prensa acerca de lo que vivían. En ese momento no podíamos contactarnos de manera directa con las autoridades estatales para intentar convencerlas de que había que eliminar la lapidación del Código Penal. Por eso la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre concentró sus actividades en la concientización entre activistas internacionales de derechos humanos y organizaciones feministas acerca de los casos de lapidación y de la situación crítica de las personas condenadas. Por eso, desde el comienzo mismo, la Campaña invitó a mujeres con experiencia que vivían en Irán y tenían vínculos con el exterior, así como a activistas del movimiento transnacional de mujeres que vivían fuera de Irán y tenían buenos vínculos con las activistas del país para que actuaran como consultoras y consejeras. Esto hizo que la Campaña no sólo pudiera difundir su mensaje al público y al gobierno en Irán sino también convencer a las instituciones internacionales para que presionaran al gobierno iraní. Como lo explica el dicho farsi: no importa si te llevas el bocado directamente a la boca o si decides recorrer el camino más largo, rodeándote la nuca con el brazo: ¡de los dos modos terminarás comiéndotelo! Las aliadas internacionales de la Campaña desempeñaron un rol fundamental, especialmente Amnistía Internacional, Women Living Under Muslim Laws, Equality Now y las otras setenta organizaciones Shadi Sadr

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que firmaron la petición de la Campaña durante la edición 2007 de los Diálogos Feministas en Nairobi, Kenia. La presión internacional por los casos que planteó la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre obligó a las autoridades iraníes a dar una respuesta formal. El 21 de noviembre de 2007, un vocero del poder judicial iraní respondió por primera vez de manera formal a la Campaña, al decir en una conferencia de prensa que “puede ser que un tribunal haya dictado una sentencia de lapidación pero considerando que resulta realmente difícil probar este delito, en las audiencias de revisión la sentencia se cancela y por lo general, en la práctica, las sentencias de lapidación nunca se han ejecutado.”36 Los periódicos que anteriormente habían evitado utilizar la palabra “lapidación”, ahora publicaron las palabras del vocero en titulares y en negrita. Aunque la respuesta oficial consistió en negar que en Irán se realizaran lapidaciones, la publicación de estas declaraciones tuvo un efecto positivo para la Campaña, porque las autoridades judiciales rompieron así el silencio que habían generado en torno a este tema. Lentamente la prensa comenzó a publicar las noticias, informes y análisis de la Campaña.

La estrategia de utilizar las lapidaciones como símbolo de todas las formas de discriminación Durante las sesiones para planificar la gestión y defensa públicas de la Campaña, y sobre todo hablando con personas que en su mayoría ignoraban los detalles acerca de las lapidaciones debido a los treinta años de censura, las integrantes de la Campaña se dieron cuenta que las lapidaciones podían ser un punto de partida único para plantear el tema más general de la discriminación contra las mujeres. En Irán, la mayoría de la gente se opone a este castigo cuando se entera de cómo suceden realmente las lapidaciones, que a la mujer se la entierra hasta el pecho y se le arrojan piedras hasta que muere. Esta reacción abrió la puerta para una discusión más prolongada entre las activistas y el público, e incluso entre la Campaña y el gobierno, no sólo acerca de las lapidaciones sino también de todas las medidas para controlar la sexualidad de las mujeres que obstaculizan la realización de sus derechos. Fue un punto de entrada para un análisis detallado de cómo las mujeres condenadas son víctimas de matrimonios forzados y tempranos, pobreza, discriminación, violencia doméstica prolongada y la privación de derechos básicos como el divorcio. En las comunidades tradicionales, esto constituyó una oportunidad poco frecuente para hablar de temas como la integridad física y los derechos sexuales de las mujeres. Aunque algunas de las activistas jóvenes de la Campaña pensaron que poner énfasis en los derechos sexuales de las mujeres debía ser una las principales estrategias, en la práctica, la Campaña no logró concitar apoyo para la autonomía 16

sexual y siguió habiendo personas que pensaban que una mujer que había “traicionado” a su marido debía ser castigada. Pero lo que siempre resultó eficaz fue la estrategia de la Campaña que consistió en argumentar que “si esa mujer hubiera tenido derecho a divorciarse, nunca habría traicionado a su marido o no lo habría asesinado y entonces no habría sido condenada a la lapidación. Lo que debe lapidarse son las normas y las reglas que todos los días dejan a las mujeres expuestas a las piedras.” Plantear este tema a través de discusiones abstractas acerca de la discriminación estructural contra las mujeres, no hubiera resultado eficaz ni hubiera concitado el apoyo del público para la Campaña. Pero hablar del castigo horrible que les esperaba a mujeres analfabetas, pobres, víctimas de violencia, que simplemente se habían enamorado o a las que sus maridos habían obligado a prostituirse, generó una mayor empatía social y también una actitud positiva hacia la Campaña. Fue a través de este proceso que también se logró dar respuesta a las críticas que habían surgido en la propia Campaña por parte de quienes pensaban que había temas más importantes que la lapidación para las mujeres iraníes. Las lapidaciones permitieron hablar de todas las formas de discriminación generadas por el patriarcado, el fundamentalismo religioso gubernamental, la discriminación provocada por la sociedad y por el gobierno, entre ellas la que se ejerce contra las minorías étnicas que no hablan farsi. También permitió plantear el tema del “amor” en relación a algunos de los casos, así como hablar de sexualidad, relaciones sexuales extramatrimoniales consensuadas y libertad de elección de las parejas sexuales, aunque estos debates no se pudieron plantear ampliamente debido a las actitudes tradicionales y al control de los medios por parte de los fundamentalistas.37

La estrategia de la “oficina-mochila”: El uso de la tecnología y los espacios virtuales En 2006, unos días antes del Día Internacional de la Mujer, la policía detuvo a 33 activistas mujeres que se habían reunido frente al Tribunal Revolucionario en Teherán para protestar por el juicio contra otras cinco activistas. Entre las detenidas había cuatro integrantes de la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre. Aunque unos veinte días después las 33 fueron liberadas, había comenzado una nueva fase en la represión contra el movimiento de mujeres. Tres ONGs a cuyas directoras se acusó de atentar contra la seguridad nacional fueron cerradas y sus cuentas bancarias congeladas. Entre ellas estaban Raahi, que había creado la Red de Abogadas/os Voluntarias/os para defender a las mujeres que estaban en riesgo y que había capacitado a la mayoría de las abogadas y abogados que llevaban los casos de las mujeres condenadas a lapidación, y el Centro de Formación para ONG (NGOTC) que impartió capacitaciones Shadi Sadr

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para la Campaña. La Campaña perdió tanto su espacio público como a las instituciones que le brindaban apoyo interno. Aunque todas las activistas de la Campaña trabajaban pro-bono y desde el comienzo habían decidido aceptar sólo donaciones individuales, recibían apoyo institucional de Raahi, el NGOTC y otras ONGs para movilizar activistas, capacitarlas, organizar sesiones de debate y otras actividades. La mayoría de las activistas de la Campaña se vieron obligadas a concentrarse en los juicios en los que ellas mismas eran las acusadas por supuestos atentados contra la seguridad nacional, y las oportunidades de convocar a sesiones de mayor envergadura se volvieron muy poco frecuentes. Resultó claro que, para que la Campaña pudiera continuar, hacían falta nuevas estrategias.

Internet para facilitar la movilización y los vínculos. La experiencia en el caso de Mokarrameh y Jafar mostró que bastaba con una simple laptop conectada al Internet para llenar el espacio que había quedado vacío por el cierre de las oficinas de las ONG y de los espacios que éstas ofrecían para las reuniones. La estrategia de la “oficina en la mochila” significó poder guardar todos los espacios alternativos vitales para alcanzar las metas de la campaña en una mochila, y así tenerlos fácilmente accesibles y a salvo de que las autoridades los clausuraran. El sitio de internet Meydaan-e-Zanan se convirtió así en la herramienta más eficaz de la campaña en los años que siguieron.

Entonces, la noche de un martes del verano de 2007, la Campaña se enteró de que el jueves iban a lapidar a una mujer y a un hombre en Takestan, una ciudad pequeña a 250 km. de la capital. Una integrante de la Red de Abogadas/os Voluntarias/os se había enterado por casualidad que se había dado la orden de cavar fosas en el cementerio público para dos personas que iban a ser lapidadas. Era la primera vez en veinte años que se realizaría una lapidación en público y sin duda alguna esto era una muestra del poder creciente de los fundamentalistas en el gobierno. La Campaña tenía menos de 48 horas para salvar a Mokarrameh Ebrahimi y a Jafar Kiani.38 Contactó a todos los periódicos que podían acceder a publicar la noticia, pero todos se negaron. Sólo pudo contar con Meydaan-e-Zanan (el sitio oficial de la Campaña en Internet, cuyo nombre significa “El terreno de las mujeres”) y otros sitios periodísticos virtuales. Al comienzo de la jornada laboral del día miércoles, Meydaane-Zanan publicó los números telefónicos de las autoridades judiciales de la ciudad de Takestan y de otros funcionarios de alto nivel del poder judicial de la República Islámica, exhortando a la gente a que los contactara para oponerse a la ejecución. Al mediodía ya eran miles las personas que lo habían hecho, y mientras las voluntarias/os de la Campaña se preparaban para viajar a Takestan a intentar detener el proceso, una agencia estatal de noticias anunció que se había suspendido la lapidación y que la máxima autoridad judicial había ordenado que el juicio se trasladara a Teherán.

La estrategia del “equipo de fútbol”: El trabajo con los reformistas religiosos

Esta breve campaña telefónica sacó a la luz a una extensa red que antes había permanecido invisible inclusive para las activistas de la Campaña, y de la que formaban parte activistas de los movimientos de mujeres y de derechos humanos en las provincias y fuera de Irán, así como un gran número de personas que habían tomado conciencia del tema gracias a la Campaña. La falta de acceso a espacios públicos efectivos, así como la visibilidad de esta red, dieron lugar a que surgiera una nueva estrategia. La Campaña ya había utilizado Internet como herramienta para difundir noticias y denunciar lapidaciones, pero nunca había pensado en la capacidad de 18

Tres semanas después del logro que significó haber rescatado a Mokarrameh y a Jafar, este último fue lapidado hasta morir por la policía local. La ejecución se realizó en secreto, en el desierto que rodea a la ciudad de Takestan y por orden del juez. La publicación de los detalles horribles de la muerte de Jafar, incluyendo fotografías de las piedras aún cubiertas de sangre, hizo que figuras y elites religiosas se involucraran en la cuestión de las lapidaciones. Publicaron artículos intentando demostrar que estos castigos no tienen raíces en el Corán y que debían cesar por razones religiosas. Un líder religioso inclusive llegó a pronunciar una fatwa en la que afirmó que las lapidaciones están prohibidas en la era actual. Dado que las lapidaciones tienen sus raíces en la shariah y estaban siendo implementadas por un régimen religioso-político, tanto desde el punto de vista del discurso como de la estrategia, resultaba fundamental que la Campaña definiera su enfoque de la religión. Había dos opciones: trabajar con la shariah como marco de referencia y probar — a través de la literatura religiosa — que las lapidaciones no tenían raíces en el Corán sino que eran sólo un castigo de una época bárbara que ya no se adaptaba a las necesidades contemporáneas, o trabajar por fuera del marco religioso y basar la Campaña en las experiencias vividas por las mujeres. El enfoque de la Campaña sobre este asunto fue claro desde el principio, después de largos debates, las activistas llegaron a la conclusión de que el discurso dominante de la Campaña siempre debía ser laico, pero que también iban a alentar a clérigos y a las elites religiosas a demostrar que las lapidaciones no tienen sus raíces en el Corán. Podría decirse que la Campaña optó por una opción pero sin excluir la otra. Esta estrategia fue el resultado de años de experiencia de lucha de las mujeres en un contexto fundamentalista. Durante por lo menos dos décadas, tanto mujeres religiosas como activistas laicas/os lucharon con la shariah como marco de referencia Shadi Sadr

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en procura de reformas. Pero esta estrategia no resultó eficaz porque las mujeres estaban excluidas de la jerarquía de la shariah y debido a la resistencia del Consejo de Guardianes que tenía la responsabilidad de aprobar todas las leyes. El régimen de la República Islámica demostró una y otra vez que la única “religión” que le interesa es la suya propia; cualquier otra interpretación del islam se considera “ilegítima”, “carente de autenticidad” o “corrupta.” Aunque las interpretaciones religiosas y los razonamientos ofrecidos por un grupo de mujeres laicas carecían de legitimidad, sirvieron sin embargo para demostrar que el activismo laico podía ser eficaz, asumiendo la representación de mujeres de bajos ingresos tanto legalmente como en su rol de defensoras de los derechos humanos de las mujeres y aumentando la presión social contra las lapidaciones hasta forzar al gobierno a dejar de perpetrarlas para evitar daños al sistema político. Sin embargo, desde sus inicios, la Campaña había procurado el apoyo de reformistas religiosos. Por ejemplo, la campaña para salvar a Mokarrameh logró que tres clérigos (muftis) emitieran fatwas afirmando que dado que Mokarrameh creía estar oficialmente casada con Jafar, no había cometido adulterio y su descendencia era legítima. Estas tres fatwas, que se difundieron ampliamente en los periódicos, desempeñaron un rol fundamental para salvar a Mokarrameh después de haber esperado morir lapidada durante ocho años. Analizando tanto los puntos fuertes del movimiento de mujeres como las realidades del contexto, la estrategia de la Campaña frente a la religión fue mantenerse laica pero sin dejar por ello de buscar aliados entre las elites religiosas y los pragmáticos en la estructura gubernamental para abrir nuevos ángulos religiosos en este debate. Si pensamos en el movimiento de mujeres como una cancha de fútbol, resulta obvio que lo mejor para las activistas era desempeñarse en el rol para el que tenían más capacidad, crear las oportunidades de gol pasándoles la pelota a los reformistas religiosos, que eran quienes podían jugar como delanteros y llevarla al arco. El único equipo que podía tener éxito era uno en el que sus jugadoras/es se desempeñaran en los roles para los que tenían mayor capacidad. Sin las feministas laicas, los reformistas no hubieran contado con el apoyo público necesario para cambiar la ley, y sin la cooperación de los reformistas, la Campaña nunca hubiera sido capaz de hacer cabildeo con el gobierno. La lapidación de Jafar Kiani reforzó de manera significativa la coalición tácita contra los fundamentalismos que agrupaba a activistas laicas y a reformistas religiosos. Por primera vez, los clérigos plantearon la necesidad de rechazar las lapidaciones y algunos confesaron que algunos años atrás y mediante una circular confidencial, el Ayatolá Jomeini había ordenado a los jueces buscar castigos alternativos a la lapidación.39 El 20

resultado de esto fue una presión política todavía mayor sobre el poder judicial y los órganos legislativos para derogar las lapidaciones.

La estrategia de analizar las lapidaciones como parte de un fenómeno global Si bien la Campaña había tenido algunos logros pese a la permanente represión de que eran objeto las activistas de la sociedad civil, de las amenazas e investigaciones constantes de los servicios de inteligencia, la Campaña sintió la necesidad de un nivel de solidaridad cualitativamente diferente, entre activistas de países en los que a las mujeres se las estaba castigando por asuntos ligados al “honor”. El objetivo fue formar una coalición con activistas de otros países contra las lapidaciones y el uso de la cultura como excusa para asesinar mujeres, construyendo así un mecanismo internacional que pudiera obligar al gobierno iraní a suspender las disposiciones penales ligadas al honor, como lo eran las lapidaciones. En 2007 y en colaboración con WLUML lanzamos la Global Campaign to Stop Killing and Stoning Women (Campaña internacional para detener los asesinatos y lapidaciones de mujeres) en Estambul, Turquía.40 El objetivo era que esta campaña llevara a que los mecanismos internacionales de derechos humanos consideraran las lapidaciones como una forma de tortura.

Mirando hacia el futuro: Logros y nuevos desafíos Desde sus comienzos en 2006 y gracias a su intenso trabajo, la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre ha rescatado a siete mujeres y a un hombre que iban a ser lapidadas/os, logrando liberarlas/o de prisión. También consiguió suspender la sentencia de ejecución en el caso de una mujer, y modificar otras tres sentencias por azotes o prisión. Como respuesta a una conferencia de prensa que dieron las abogadas/abogados de mujeres condenadas a ser lapidadas,41 un vocero judicial dijo que “ya no se ejecutan sentencias de lapidación en Irán”.42 Sin embargo, desde el punto de vista de la Campaña, no hay razones para confiar en esta clase de declaraciones mientras la lapidación continúe figurando en el Código Penal, ya que en los tres años de existencia de la Campaña una mujer y cinco hombres han sido lapidados en distintas regiones del país. Por otro lado, la lapidación como castigo y la discriminación institucional que padecen las mujeres condenadas se han convertido en temas de interés público, y más de 20.000 personas firmaron la petición de la Campaña dirigida a la máxima autoridad judicial. En este último año se han observado cambios legales significativos en cuanto a las lapidaciones, que fueron resultado de las presiones ejercidas por la Campaña. En 2008, los pragmáticos — que actualmente son mayoría en el poder judicial — presentaron ante el Parlamento el proyecto de Nuevo Código Penal Shadi Sadr

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Islámico. Según el proyecto, si un fiscal cree que la implementación de castigos como las lapidaciones es pasible de causar mafsada (degradación y desdicha), puede solicitarle a la máxima autoridad judicial que autorice un castigo alternativo, como los azotes o la ejecución por ahorcamiento. En la ley iraní, mafsada es un término cuyo significado es amplio e incluye varios aspectos que tienen que ver con el debilitamiento de la República Islámica de Irán y que van desde amenazar la seguridad de una ciudad pequeña hasta la amenaza de dejar huérfanos a los hijos e hijas de una mujer que vaya a ser lapidada. Pero la Campaña ha criticado las revisiones propuestas, ya que no se omite la lapidación como castigo sino que su ejecución se deja a criterio de los fiscales que intervienen en cada caso. En mayo de 2009, la Comisión Judicial del Parlamento iraní aprobó una reforma al proyecto de ley mencionada que eliminó por completo las lapidaciones. Con la comunidad internacional observando de cerca la situación de los derechos humanos en Irán después de la elección presidencial que tuvo lugar en junio de 2009 y la dura represión de las protestas callejeras, el Parlamento aprobó el nuevo Código Penal que omitía la lapidación como sentencia sin discusión alguna. Al momento de escribirse este estudio de caso, el proyecto se encuentra pendiente de aprobación por parte del Parlamento y del Consejo de Guardianes para convertirse en ley. En el proyecto de ley, no se especifica exactamente cuál será la pena por adulterio. Pero según el artículo 167 de la Constitución iraní, el juez puede decidir acerca del castigo consultando la fiqh (jurisprudencia islámica) que se basa en las fatwas de los grandes clérigos (ulama). Miembros de la Comisión Judicial sostuvieron que las únicas fatwas aceptables en estos veredictos son las del Líder Supremo, o sea el Ayatolá Jamenei. Al momento de escribirse este estudio de caso, el Ayatolá Jamenei todavía no había difundido ninguna fatwa sobre las lapidaciones. De aprobarse el proyecto de ley, muchos/as analistas consideran que el poder judicial le va a solicitar al Líder Supremo una fatwa sobre las lapidaciones y que es muy poco probable que él se pronuncie a favor del castigo. El argumento es que, en el pasado, la imagen de Irán se vio dañada por las leyes sobre la lapidación. Por eso lo más probable es que la nueva ley afirme que los castigos en casos de adulterio deben ser los azotes y la cárcel, tal como lo define el Corán. Si el proyecto de ley se aprueba y la Campaña consigue garantizar que las lapidaciones se eliminen del Código Penal, preguntamos si la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre debe continuar o no. No hay acuerdo en este sentido entre las activistas de la Campaña. A título personal, aunque tenemos que pensarlo, yo diría que la Campaña debiera terminar por haber alcanzado su meta. Creo que deberíamos anunciar el fin de la Campaña, que entonces podrá ser considerada uno de los principales logros del movimiento feminista laico en Irán. Sin embargo, 22

Mahboubeh Abbasgholizadeh sostiene que la Campaña debería continuar, bajo un formato diferente. En una entrevista personal para este estudio de caso realizada por Rochelle Terman en mayo de 2009, Mahboubeh declaró: “Creo que no deberíamos afirmar que la campaña ha terminado. Todavía no hemos alcanzado el 100 por ciento, es demasiado pronto para declarar la victoria... Me asusta que haya una reacción... En cuanto a ponerle fin a la campaña, podríamos terminar la campaña por la ley para eliminar las lapidaciones pero continuar con otra que se ocupe de las discriminaciones que todavía afectan a las mujeres.”

Lecciones aprendidas La Revolución Iraní y el discurso que instaló han influido, de manera inevitable, sobre la difusión de los fundamentalismos religiosos, al menos en el mundo musulmán. Antes de la Revolución, el “islam político” nunca había sido la fuerza dominante en Irán como lo es ahora, y tampoco había contado con el apoyo de la mayoría de la gente o de líderes políticos de alto rango.43 Pero hoy en día, pese a la oposición a los fundamentalismos, se suele entender que la palabra islam es sinónimo de islam político: decir islam es decir fundamentalismo. Al comienzo de la Campaña, la mayoría de quienes habíamos sido niñas en los años posteriores a la Revolución y no habíamos vivido la primera ola del fundamentalismo, no comprendíamos bien lo que era ni el efecto que tenía sobre las vidas de las mujeres. Fue gracias a la lucha prolongada y difícil que implicó la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre que logramos entender mejor lo que era el fundamentalismo y ahora creemos que nuestra experiencia puede servir como ejemplo a las mujeres de otros países que están librando batallas similares. Algunos de los aprendizajes que nos gustaría compartir son los siguientes: 1. En un contexto en el que hay pocas posibilidades de negociar con el gobierno sobre temas que tengan que ver con la violencia y la discriminación formal, las activistas por los derechos de las mujeres pueden concentrar sus esfuerzos en las redes y alianzas regionales e internacionales. 2. Sobre todo en países como Sudán, donde hay represión fundamentalista y censura, las activistas pueden utilizar herramientas y espacios alternativos para compartir información, organizarse y movilizar fuerzas, sobre todo a través de la tecnología virtual y el Internet. 3. Las estrategias adoptadas por la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre cuestionan la idea de que la única forma de luchar contra el fundamentalismo religioso es utilizando el lenguaje de la “religión.” Esta experiencia demuestra Shadi Sadr

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que aun bajo un gobierno fundamentalista religioso, hay una forma laica de luchar que obtiene su legitimidad gracias a las voces de las mujeres silenciadas. En resumen, la experiencia de la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre transmite un mensaje relevante para todas las activistas que están librando estas luchas: que no hay una estrategia única para luchar contra el fundamentalismo religioso y que utilizamos estrategias complementarias.

Conclusión En Irán nos enfrentamos actualmente a una nueva ola de fundamentalismo religioso gubernamental que apunta a todos los aspectos de las vidas de las mujeres a través de las políticas públicas y de la legislación. Su objetivo en estos últimos cuatro años ha sido controlar la integridad física y la autonomía psicológica de las mujeres, para crear una nueva estructura social que obligue a las mujeres a volver al hogar. La imposición de castigos severos a las relaciones sexuales extra-matrimoniales, como la lapidación, es un elemento intrínseco a una estructura política que busca facilitar la poligamia, imponer restricciones más severas al hejab, aumentar la segregación de género en las universidades, los eventos deportivos y los espacios públicos, así como imponer mayores restricciones a las jóvenes que asisten a la Universidad y reducir la jornada laboral de las mujeres. El principal desafío para la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre consiste en encontrar formas de combatir todos los símbolos de la nueva ola de fundamentalismo. Esto exige revisar las estrategias existentes y crear coaliciones activas entre la Campaña y otros grupos que están luchando contra manifestaciones del fundamentalismo tanto a nivel nacional como internacional. En última instancia, lo que pueden aprender las activistas del movimiento global de mujeres de la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre es que el fundamentalismo religioso no es un tema que nos concierne sólo a nosotras. El fundamentalismo religioso está en todas partes y no es propio de ningún lugar en particular, y aunque en otros países las activistas tal vez no tengan que luchar contra la lapidación, los fundamentalismos apuntan con piedras a las mujeres dondequiera que sea que se encuentren.

Notas:

1 El Ayatolá Ruhollah Jomeini fue el primer Líder Supremo de la República Islámica desde 1979 hasta su muerte en 1989.

2

PAIDAR, Parvin. Women and the Political Process in Twentieth-Century Iran. Cambridge, Cambridge UP, 1995, p. 290. 3

HOODFAR, Homa. The Women’s Movement in Iran: Women at the Crossroads of Secularization and Islamization. WLUML, The Women’s Movement Series, No. 1, 1999, p. 24.

4 Aunque al comienzo el gobierno cedió en su postura inicial, en los tres primeros años de la Revolución, el hejab se fue imponiendo poco a poco como obligatorio. 5

Nota de la Editora (NE): Tribunal especial cuyo propósito es eliminar a las personas sospechosas de contrabando, blasfemia o deseos de destronar al régimen islámico. Comenzó a funcionar después de la Revolución Islámica de 1979 y en 2010 continúa activo. 6

PAIDAR, ob. cit., p. 228.

7 NE: Partido comunista iraní creado en 1941 que todavía existe pero está muy debilitado ya que en 1982 fue prohibido por la República Islámica. Sus militantes fueron masivamente arrestados y ejecutados seis años después. 8

NE: Los Muhayids del Pueblo de Irán — “muhayid” significa “el que hace la guerra santa (yihad)” — son una organización religiosa de izquierda que defiende el derrocamiento de la República Islámica. Se creó en 1965 y defiende una interpretación liberal del Islam. Hasta 2001 se dedicó a la lucha armada y desde entonces lidera el Consejo Nacional de la Resistencia iraní, una coalición que se presenta como “congreso en el exilio”, con sede en Francia.

9 NE: Revuelta liderada por clérigos chiitas en 1890 contra la concesión otorgada por el Shah a Gran Bretaña para la venta de tabaco, que consistió en un boicot al tabaco decretado por el Gran Ayatolá que fue ampliamente obedecido. Esta fue la primera vez que la elite religiosa iraní logró que el gobierno desistiera de una política y contribuyó a posicionar a los clérigos como líderes de la lucha contra el colonialismo. 10

NE: Agitación que tuvo lugar entre 1905 y 1911 y resultó en el establecimiento de la monarquía constitucional y del Parlamento en Irán, los primeros de su tipo en Asia, que persistieron hasta 1925 cuando subió al trono la dinastía Pahlavi, que recortó enormemente las atribuciones del Parlamento. 11 Para leer más, consultar AFARY, Janet. The Iranian Constitutional Revolution, 19061911: Grassroots Democracy, Social Democracy, and the Origins of Feminism. Nueva York, Columbia University Press, 1996. 12 PAIDAR, Parvin. Gender of Democracy: The Encounter between Feminism and Reformism in Contemporary Iran. UNRISD Democracy, Governance and Human Rights Programme Paper No. 6, Oct. 2001, p. 17. 13

24

FREEDMAN, Lynn. The Challenge of Fundamentalisms. WLUML, Dossier 19, 1998, p. 101. Shadi Sadr

25


14

BADAMCHIAN, Asadollah. Feminism Siasi va Resalate Zan Mosalman (El feminismo político y el deber de la mujer musulmana). Teherán, Andishe Naab, 2005, p. 20.

personas casadas que mantengan relaciones sexuales extramatrimoniales (clasificadas como adulterio).

15

23

MOHAMADI, Malek y REZA, Hamide. Modarres va Siasatgozari Omumi (Modarres y la formulación de políticas en general). Teherán, Markaz Asnad Enghelab Eslami, 2004, p. 256.

16 NE: El Islam chiita (con menos seguidores/as que el Islam oficial, suní) se basa en las enseñanzas del Corán y en los mensajes del último profeta del Islam, Mahoma — al igual que otras escuelas islámicas- pero difiere de ellas en que sostiene que la familia de Mahoma y algunos de sus descendientes, llamados “Imanes”, detentan una autoridad espiritual y política especial sobre la comunidad. También considera a Ali, primo y yerno de Mahoma, como primer imán y sucesor legítimo suyo, por sobre los primeros tres califas, discípulos de Mahoma, elegidos por la propia comunidad musulmana para guiarla.

En muchísimos casos de defensa propia, las mujeres sostuvieron que si no hubieran asesinado al violador, las hubieran ejecutado por lapidación. Por eso, como temían ser lapidadas, cometieron asesinatos. Ver por ejemplo el famoso caso de defensa propia de Afsaneh Norouzi: Iran ‘killer of rapist’ reprieved. BBC, 27 de julio de 2004. 24

Eteraze Shadide Azam Taleghani be Sangsar Zanan dar Kerman (La protesta de Azam Taleghani contra la lapidación de mujeres en público). Kayhan, 19 de julio de 1980, p 3.

25

SAYYID, S. A Fundamental Fear: Eurocentrism and the Emergence of Islamism. Londres, Zed Books, 2003 (2nd Ed.), p. 12.

26

AMNISTÍA INTERNACIONAL, Iran: End Executions by Stoning, 2008.

27

SABA, Sadeq. Improve human rights, EU urges Iran. BBC, 4 de febrero de 2003.

17

Según Ziba Mir-Hosseini “La diferencia entre Shari‘ah y fiqh: Shari‘ah, que literalmente significa ‘el camino o la ruta que conduce al agua’, según la creencia musulmana es la totalidad de la voluntad de Dios, tal como la reveló el profeta Muhammand. Fiqh, que literalmente significa ‘comprensión’ alude al proceso por el cual lo seres humanos se esfuerzan por discernir y extraer las reglas legales de las fuentes sagradas del islam, es decir, el Qu’ran y la Sunnah (las prácticas del profetas, contenidas en las Hadith, Tradiciones).” Las fatwas comunes forman parte del fiqh. MIR-HOSSEINI, Ziba. Towards Gender Equality: Muslim Family Laws and the Shari‘ah”. En: WANTED: Equality and Justice in the Muslim Family. Sisters in Islam, Kuala Lumpur, 2009

28 La Campaña por un millón de firmas para cambiar regulaciones discriminatorias fue lanzada en septiembre de 2006; ver el sitio de la Campaña en Internet: www.we-change. org/english. 29

La Campaña considera que las restricciones al derecho de las mujeres a asistir a estadios deportivos son un símbolo de la segregación entre los géneros en espacios públicos; ver el sitio de Meydaan-e-Zanan en Internet: www.meydaan.net/english.

18

NE: Khoms es la donación obligatoria de la quinta parte de cualquier botín de guerra, ganancia material u ovejas, mientras que zakat es la donación de una parte de la fortuna propia a las/os musulmanas/es que viven en la pobreza.

30

CAMPAÑA DETENGAN LAS LAPIDACIONES PARA SIEMPRE. Statement on Recent Remarks by the Judiciary Spokesman. Meydaan-e-Zanan, en Internet, 27 de noviembre de 2006.

19

NE: Máxima autoridad política y religiosa en la República Islámica de Irán. Es más poderoso que el Presidente y nombra a los comandantes de las fuerzas armadas, directores de las fundaciones religiosas, líderes de las principales mezquitas y cabezas del Poder Judicial. Desde 1989 Ali Jamenei ocupa este puesto.

20

Un ejemplo es la basij, la milicia de voluntarios creada por el Ayatolá Jomeini en noviembre de 1979. Basij (cuyo título oficial es Nirou-ye Moqavemat-e-Basij, literalmente “Fuerza de resistencia y movilización”) en teoría recibe sus órdenes de los Guardias de la Revolución Iraní y del Líder Supremo actual, el Ayatolá Jamenei. Pero también ha sido descrita como un “grupo informal de organizaciones aliadas”, que incluyen a “muchos grupos controlados por clérigos locales.” Esta información está tomada de la entrada de Wikipedia bajo el título de “Basij.”

NE: Igualdad Ya es una organización con sede en EEUU que trabaja para erradicar la violencia y la discriminación contra las mujeres y niñas en todo el mundo, a través de la movilización de la presión pública

32 Algunas interpretaciones de la ley islámica permiten contraer matrimonio por un período específico, inclusive por unas pocas horas. Bajo la ley iraní en vigencia, el matrimonio temporario (que se conoce como mut’ah o sigheh) tiene pocos requisitos formales. 33 VAHDATI, Soheila. Hajieh to be the First Saved from Stoning. Iran Emrooz, 15 de noviembre de 2006.

21 NE: Organismo creado por la Constitución iraní y formado por 12 integrantes – seis juristas islámicos y otros seis elegidos por el Parlamento entre los expertos musulmanes postulados por el líder del Poder Judicial. Ejerce una influencia considerable en el país ya que es quien interpreta la Constitución, supervisa las elecciones y aprueba los candidatos a la presidencia y al Parlamento.

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Dokhtar va Pesar ra dar Malae Asm Shalagh Zadand (Azotan a una muchacha y a un joven en público). Kayhan (periódico), 17 de marzo de 1979, p. 2. Téngase en cuenta que la pena de azotes se aplica a cualquier persona soltera que mantenga relaciones sexuales (que se consideran fornicación) mientras que la lapidación se aplica a las 26

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An Sangsare Khanevadegi Dokhtar 14 Saleh (Familia lapida a una niña de 14 años). Radio Farda, 19 de febrero de 2008.

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A Rain of Stones: The Satya Interview with Soheila Vahdati Bana. Satya Magazine, febrero de 2007. KHALAJI, Mehdi Sangsar Pasht Pinjara Tharikh (Antecedentes históricos de las lapidaciones). BBC Persian, 21 de noviembre de 2006; Update: Iran: Stop Stoning Forever Campaign. WLUML en Internet (sin fecha, 2007); VAHDATI, Soheila. Stop Stonings in Iran, But Don’t Confuse the Issue. Women’s eNews, 4 de enero de 2007. Shadi Sadr

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Khod Efshaei Havadare Teze Chand Shohari (Confesión de una mujer a la que le gusta tener múltiples maridos). Kayhan, 25 de abril de 2007, p. 2. 38

En el sitio web de WLUML se puede encontrar un documental breve sobre la Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre y el caso de Mokarrameh: http://www.wluml. org/node/5691.

39

Citado en ABBASGHOLIZADEH, Mahboubeh. Nazam-e ghazaryi dar tangena: Tahlili bar arayesh niruha-ye movafegh va mokhalef-e sangsar (El sistema judicial en crisis: Análisis de la formación de las fuerzas a favor y en contra de la lapidación), Zanan, No. 86 (2007).

40 Para mayor información sobre la Campaña Global para poner fin a los asesinatos y las lapidaciones de las mujeres, por favor consultar el sitio de la campaña en Internet: www.stop-stoning.org. 41

TAIT, Robert y HOSEINY, Noushin. Eight women and a man face stoning in Iran for adultery. The Guardian, 21 de julio de 2008.

42

Iranians suspend death by stoning. BBC, 5 de agosto de 2008.

43

KEDDIE, Nikki R. Religion and Politics in Iran: Shi’ism from Quietism to Revolution. New Haven, Yale University Press, 1983.

Breve reseña biográfica de la autora: Shadi Sadr es abogada, periodista y activista de derechos humanos iraní. Experta en los derechos legales de las mujeres en Irán, dirigió Raahi — un centro de asesoría jurídica para mujeres — antes de que el gobierno lo cerrara en 2008. Es una de las fundadoras de Meydaan-e-Zanan (el campo de las mujeres), un grupo dedicado a diversas campañas e iniciativas a favor de las mujeres. Shadi fue una de las 33 personas detenidas en marzo de 2007 por haberse reunido frente a un tribunal de Teherán para protestar de manera pacífica contra el juicio a defensoras de los derechos de las mujeres. Volvió a ser arrestada en julio de 2009 como parte de un ataque nacional contra la sociedad civil tras las controvertidas elecciones presidenciales de junio de ese año. Shadi recibió el Premio Ida B. Walls por su valentía como periodista y el Premio Tulipán como defensora de los derechos humanos.

Breve reseña biográfica de la campaña: La Campaña Detengan las Lapidaciones para Siempre es una iniciativa iraní que procura derogar las disposiciones del Código Penal iraní que se refieren a la lapidación. Fue creada en 2006 por activistas de derechos humanos en colaboración con la Red de Abogadas/os Voluntarias/os, un grupo de abogadas/os que trabajan ad honorem en Irán. Desde su creación, la Campaña ha apelado en más de veinte casos de lapidación en el país y con su ayuda muchas/os de las acusadas/os fueron absueltas/os de todos los cargos, puestas/os en libertad o lograron que se conmutaran sus penas. La Campaña también lleva su tarea de gestión y defensa al plano internacional concientizando sobre las lapidaciones y otras formas de violencia contra las mujeres con justificación religiosa, así como la discriminación en un sentido más amplio. www.meydaan.net/english www.stop-stoning.org 28

Shadi Sadr

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