Noviembre 2013 © de los textos, sus autores © de las ilustraciones, Valle Camacho © Maquetación y diseño, Adriana Bañares Camacho
Adriana Bañares Camacho Coordinadora de la parte española
Maynor, a quien conocía a través de Facebook y que participó alguna vez en el blog de cultura del erotismo que administro (http://erosionados.blogspot.com), me dijo: Quisiera tratar un tema con vos. El asunto es que conozco muchos escritores jóvenes, muy buenos, por cierto. ¿Qué te parece una antología España-Nicaragua? Y yo, que soy muy de lanzarme al vacío, dije, Claro que sí. Porque yo también conozco muchos poetas, y muy buenos, y me parece una idea muy bonita estrechar fronteras, y saber qué se escribe allá, y que allá vean qué se escribe acá. Así que nos pusimos a buscar autores. A saber: Francis Massiel Martínez, Maynor Xavier Cruz, José López Vázquez, Manuel Membreño, Ricardo Ríos García, Rafael Mitre, Rafael Zeledón y Jasmina Caballero, de allá, y Eva R. Picazo, Martín Bezanilla, Isabel Tejada, Layla Martínez, Cristian Piné, Ana Cuaresma Nalda y Sara R. Gallardo, de acá. Pasen, lean y disfruten.
De cuando compartimos la misma pasión Maynor Xavier Cruz Coordinador de la parte nicaragüense
¿Dónde estaban cada uno de estos autores nicaragüenses hace diez años? ¿o hace quince? ¿Quién iría a pensar alguna vez que tenían algo que los uniría y no era haber nacido en el mismo país? Esas ganas de escribir, de gritar con palabras escritas es lo que hizo posible que hoy estén tan cerca, tan unidos, compartiendo algunos ejemplos de esa pasión que no quiso quedarse en el silencio. Voces con timbres distintos, con gustos tan extraños como los han tenido tantos creadores a nivel mundial y con el paso de los siglos. Estos poemas son apenas una muestra de lo que se produce en Nicaragua y la calidad en los trabajos de los aquí presentes. Y lo mejor es que el combo trae a escritores de los dos lados del Océano, España-Nicaragua, algo que de una u otra forma siempre llamará la atención. Solo ese mar nos separa, pero nos une esta antología que Adriana Bañares ha hecho del todo posible para la idea no muriera y esto llegara hasta feliz término, además de las estupendas ilustraciones de Valle Camacho Matute que acompañan cada poema. Ha sido mucho el trabajo y esto ha quedado maravilloso. De ahora en adelante tenemos mucho que compartir. Escritores de aquí y de allá. De allá y de aquí. Distintas formas de ver el mundo, o de crear mundos alternos a éste, que
no sabe que también nosotros lo inventamos cada día y damos sentido a esta pelota flotante desde el mismo día que abrimos los ojos y empezamos a ver las formas, descubriendo que eran algo extraordinario, atractivo y hasta terrible, pues todo carecía de sentido y significado mismo. La mayoría de los autores aquí presentados son jóvenes menores de los treinta años, a excepción de Rafael Mitre y Jasmina Caballero, quienes son mayores, y que la mayoría de nosotros alguna vez leímos, porque tienen buena trayectoria en este oficio de las letras y ya su nombre es referencia en las ciudades que nacieron y por las formas tan bien trabajadas de escribir. Su poesía es fresca, para ser leída en todos los tiempos, ya sea en la fecha que lo crearon o dentro de cincuenta años. Todos estos poemas son la carta de presentación ante ustedes, y la de ustedes ante nosotros. De lo que sí estoy seguro es que somos gotas del mismo océano, y en escribir somos tan distintos y tan iguales al saber que la única forma de comunicarnos con el resto es con aquello que creamos. Esos Frankenstein-poemas a quienes les decimos: “¡Vive! ¡Vive!” Esperamos que los lazos de amistad sean más grandes, y algún día no muy lejano encontrarnos, vernos a los ojos y decir: “Es un placer conocerlo, he leído algunas de sus obras”. Todo puede suceder. Y para mientras, por favor, sigamos pariendo más poemas, que los caníbales lectores están con ganas de devorarlos. Y esta batalla no termina hasta que uno de los dos resulte vencedor. O el otro muera. Por ahora somos muchos en ambos bandos, y seguiremos creciendo…
León (Nicaragua), octubre de 2013
La muchacha con el escarabajo atado a la muñeca Layla Martínez
La muchacha que llevaba un escarabajo atado a la muñeca no había sido la responsable de que las polillas hubiesen muerto de tristeza encerradas en frascos de cristal ni de que los enfermos de lepra arrojasen piedras a los enterradores ni de la costumbre de los durmientes de murmurar en la tumba los días de tormenta ni de la excesiva producción de polen de las adormideras ni de la domesticación de las babosas en medio del invierno ni de las ideas de suicidio que crecían en la cabeza de las enfermeras. Sin embargo, las instituciones estatales responsables de la extensión de la tristeza habían decidido castigarla con inyecciones de cloro para que a partir de entonces tuviese que llevar un escara bajo atado a la muñeca. El escarabajo era pequeño e insomne como una comadreja, pero a diferencia de éstas, era incapaz de dar leche o de roer los cordones de los ahorcados. En cambio, resultó útil para predecir la floración de la angélica, porque media hora antes del momento señalado, era presa de unas extrañas fiebres que le brotaban por el cuerpo como una enredadera. También resultó útil para avisar de la proximidad de una decapitación,
pero la falta de afilación de las cuchillas las volvió predecibles como las aureolas fracturadas de los ciervos o los setenta y cuatro nombres que reciben los huesos internos del oído. Al principio, la muchacha apenas notó la existencia del escarabajo, porque la cuerda que los unía era larga como los hilos que se desprenden del verano o los cabellos de las monjas que viven entre la maleza. Sin embargo, pronto llegó el invierno, y el escarabajo no pudo seguir alimentándose de la leche que cae de los laureles, así que empezó a masticar la cuerda que lo unía con la muchacha. Poco a poco la cuerda fue haciéndose más corta, hasta que solo lo separaba un palmo de la muñeca de ella. La excesiva ingesta de cuerda le había hecho crecer hasta alcanzar el tamaño de las manos de los cristos portugueses, que, como todo el mundo sabe, tienen derecho a estrangular a los agonizantes desde que la ciudad de Lisboa fue asolada por una plaga de libélulas el diecisiete de abril de 1703. Cuando no quedó cuerda, el escarabajo empezó a morder la mano de la muchacha.
Poema perteneciente al poemario inédito Las canciones de los durmientes.
Si el silencio hablara Francis Massiel Martínez
Si el silencio hablara sería como abrirle un agujero al tiempo sin la riqueza de una masturbación de palabras. Si el silencio hablara no tendría límites el mapamundi. Habría posibilidad de mudarse a Marte. Sería como una conspiración de sueños inéditos todos sulfurados, apresurados por la impaciencia de los minutos. Si el silencio hablara revelaría la inoportuna razón mía de amar múltiple, de amar compartido. Y qué sentido tendría acallar mi cobardía tras este enero que muere en 31 sin posibilidades, sin rupturas, sin ustedes tal vez sin mí…
Mis dedos José López Vázquez
Mis dedos son penes, penes estériles, impotentes, inorgásmicos. Los cinco son mis armas voraces, con ellos podría pasar toda una noche entrando y saliendo, en la vagina o en el ano, eso no importa. Es barato el sexo con mis dedos, fuera caro si tuviera que comprar cinco condones; es sano también, con ellos no me arriesgo a contraer el SIDA, la sífilis, el papiloma, la gonorrea. El problema es que con ellos no logro ninguna satisfacción. Además, ninguna mujer me mama los dedos, y si alguna me los mamara ¿Qué deleite habría? Únicamente la fémina disfruta la socavación dedal, esa es la realidad, porque los dedos no sienten nirvana; para ellos entrar en la boca o en el oído es igual, no encuentran diferencia, son ciegos al éxtasis; puedo pasar todo un día frotándolos y no van a sentir excitación, porque con ellos no funciona el rito masturbatorio.
Sin embargo, es divertido usarlos, porque los hago entrar donde otro dedo no entra. Yo idolatro a mis dedos ―aunque no me estremezca usándolos―, tanto que cada día creo más en el dedocentrismo que en falocentrismo. Por eso pienso operarlos, volverlos muchísimo más sensibles, aptos para la erección; que puedan estirarse e inflamarse como un pene larguísimo, para que en el acto sexual me dé igual meter el pene o un dedo.
Desde que te fuiste Maynor Xavier Cruz
Desde que te fuiste me volvĂ una puta desobligada que juega con gatos y los ahoga entre sus piernas soy eso el esperma de la cerveza derramada la cosa sucia que sale de tu cabeza un beso etĂlico bajo la almohada la punta de tus tacones de aguja incrustados en tus costillas una y otra vez tu espalda baja suave. Tengo tantas razones en los dedos y un inventario de motivos prehistĂłricos que copulan y se multiplican
por uno, por dos por diez, por veinte por cien. Soy eso el residuo de colchón sin fonda ni sábana en un rincón huérfano la mecha de tu silencio que se enciende y no explota el mensaje pornográfico que dejaste colgado en el frízer el diálogo de tu cuerpo desnudo con el espejo tus pezones sin dueño apuntando un par de ojos el susurro de tus palabras que juegan con mi pecho caricias alquiladas por una hora a poca luz y en un cuarto de motel. Soy tu brasier olvidado a propósito entre mi ropa el código de barra descifrado que indica las zonas de tu orgasmo.
Cuando vuelvas no me digas nada solo t贸came.
Underground Martín Bezanilla
No hablo de sexo, aunque se parece. La plaza libre de un parking subterráneo como el maletín que se abre en un despacho del parlamento. Hablo de las cajas de fruta vacías que amontonas en la parte de atrás del supermercado y de la sonrisa fingida de tu padre en la foto de sus últimas vacaciones; del soborno de los días y del cable tenso de un remolque en carretera. No hablo de sexo, aunque alumbre dificultades (Junto al pabellón de maternidad había una ortopedia y una tienda de recuerdos). Como la quiebra de una multinacional o los pies desnudos que abandonan el filoso borde de la piscina, la vuelta al mundo bajo una capa densa de transparencia y de miseria.
Todavía queda algo de ti en la casa Rafael Zeledón
Todavía queda algo de ti en la casa: La sopa instantánea en la cocina, recortes de uña en el baño, cabellos en el lavabo, las pastillas para dormir bajo la almohada. ¿ya no tienen efecto las canciones de cuna? aún se sienten escalofríos, nervios, la tensión de una taza de café rancio en el buró, la tele encendida. desde hace mucho te extraño. los viernes tomo el teléfono, marco un número desconocido y espero a que nadie me conteste. en verdad aún queda algo de ti en la casa, y no es lo que te mencioné antes, soy yo.
Escribo Isabel Tejada
como alguien que trata de comprender una luz devastada por la tristeza como alguien que se oculta bajo un techo de hojas buscando reposo y finge que le llega la palabra debería decir deportada a la orilla hago oficio de mis restos entallo mi corazón en su armadura y no es suficiente acostumbrada a la derrota aún entono el canto que reclamo alguien escribe somos seres descontentos enumera el agua podrida de los jarrones condenada a lo que queda después del hueso peleo como una tira de luz entre las ramas que aún resiste
Ars poética Rafael Mitre
Su sede es un pájaro oscuro que no se encuentra, pero cuyo sonido se recuerda con los ojos al revés. Pájaro desplumado en la noche, pájaro braille musitando el silbido de un ahogado, pájaro callado que mira con el ojo de la luna; como una ventana donde está un hombre soñando con volar.
Horas muertas Sara R. Gallardo
Sueño las horas muertas. Curo las horas difuntas como se curan los niños huérfanos que preguntan de noche desconsolados cuándo volverá su madre. Mi vida está ardiendo en esas horas muertas, las horas que se refugian en el espacio estrecho de otras horas más felices. Sueño las horas muertas. Un anciano loco lleva un libro abierto y cruza un puente. Me mira a los ojos y me pregunta si tengo hora. Señala mi reloj de pulsera, con la esfera partida por una esquina. Un anciano loco tiene miedo de una chica que sostiene su mirada de loco mientras cruza un puente. Un loco me pregunta si tengo alguna hora en mí y no la tengo y nos miramos como dos hermanos desconocidos separados al nacer de la misma madre muerta. Nos miramos a los ojos brevemente. Cuál es la hora más muerta. Qué especie de loco. Qué loco pregunta la hora. Sueño con mis horas muertas. Mías o del gas abierto en la cocina. Mías o de la bañera rebosante. De nadie o de nada o de
la tableta de Lorazepam tan sedante, tan complaciente, tan humana. Sueño que duermo y se precipita el tiempo por un desagüe. Sueño muerte. Sueño una hora inútil, una hora. Sueño de un sueño aburrido de bregar con la nada. Estoy aburrida de luchar simbólicamente y nada. De acabar mentalmente en la misma ventana tapiada de la última vez y otra vez nada. De camuflar mis ganas de soñar sedantes maldiciones de árboles huecos y nadas. Sueño horas muertas. Hijos muertos. Madres que no vuelven de la fábrica. Hombres rendidos que abandonan sus quimeras. Sueño guerras que cavan con la furia de los hijos las tumbas insidiosas de sus nietos. Si yo me fuera como las horas.
Trece veces más Maynor Xavier Cruz
Fuese mejor que los dientes de lagarto nos apresaran como brazos de madre. Fuese mejor que la corriente nos llevara río abajo escondidos en cuevas marinas ahí donde la respiración tan sólo fuese una palabra. Fuese mejor ver la costa morir en un atardecer y nosotros quedarnos en columpios que lloran nuestro peso que los tensa verticales. Suplimos la sombra de otros que se quisieron igual y se prometieron lo mismo.
Trece veces más repetirás mi nombre trece veces más lo negarás cuando nuestros caminos sean opuestos al que un día creímos el mismo.
Ana Cuaresma
El puro ahora es un horizonte de sombreros de copa vacĂos moviĂŠndose sobre una dimensiĂłn incolora estrechos y torpes un zumbido de abejas gordas
Jonás José López Vázquez
Si me ha engullido esta ballena de números con su boca algebraica y me ha saboreado con su pitagórica lengua su trigonométrico aliento y su dentadura abogádrica. Si me sucumbió en su faringe cilíndrica haciéndome rebotar en sus pajillas sanguíneas, sus cónicas gibosas costillas, su ovalado hígado amorfo, hasta su elíptico estomago. Si me enredó en el duodeno con sus derivadas e integrales, con Gauss, Newton y Einstein, bajo cáusticos líquidos. Habré de emerger de su ingeniérico vientre no repelido en vomito o mierdóticamente, sino erguido en encima de sus geométricas muelas con un matemático bulto incrustado en el meollo.
Cristian Piné
Emeth, es tan difícil observar al insecto perderse en el barro y decir que está perdido, tan difícil escuchar cómo nace una tormenta y decir que está naciendo, es muy difícil palpar tu mano densa y decir que aún estás vivo. Déjame enseñarte, Emeth, cómo nombrar la sangre de los ojos. cómo apoderase de la identidad del rayo hasta que la leve voz del volcán pueda nombrarte. Emeth, eres el más fiel de mis hijos y por eso quiero besar la mano densa con la que reduces el mundo a su corteza. Déjame enseñarte cómo las ideas se muestran torpes en la danza del destino. En medio de ese baile estrafalario se desploman y es tan difícil decir en voz alta que debajo de la tierra está el silencio.
De Al envés de la voz
El hombre que abrazó una coz de caballo Manuel Membreño
abre una cerveza y bebe sólo la mitad. vierte el resto sobre el dorso desnudo de una puta. escribe en tu pecho las elucubraciones posteriores a un [orgasmo. párate de cabeza. y celebra cantando los albores de tu desdicha vendrá hasta ti. ha de llegar un espíritu hediondo y verduzco que a su paso deja un rastro de orina y cenizas. te hablará en el idioma de las gaviotas muertas y coronará tu lengua con su boca troyana. y he aquí que la depravada belleza se colgará de tu cuello en una guirnalda hecha de cadáveres. no hables, no preguntes, no respires. escucha lo que tenga que decir. asiente en todo momento y toma y fuma
y y y y y
juega coge miente vive no pienses nunca en la felicidad. es un terrible hรกbito.
El origen de todas las cosas... ¿cuándo fue? Esta noche habrá sido. La noche es la gran máquina. Ahora toca inventarles un alma, una palabra, ahora habrá que pactarles una maternidad. O quizá sea al revés: quizá cada palabra es una búsqueda de la cosa que nombra. Juan Andrés García Román El Fósforo Astillado (DVD, 2008)
Nighthawks Sara R. Gallardo
Estamos aquí apoyados pero qué te tengo que decir si la noche está entrando a todas luces con su aire de vino italiano y sus noctívagos tú y yo preguntas en alto tú y yo preguntas preguntas quizá si puede haber un tú si puede haber un yo. Estamos mirándonos el ombligo einander mirándonos nocturnos mirándonos nerviosos y me gustaría pedirte sí vale que duermas conmigo pero pedirte pedirte que te despiertes que la mañana la mañana es tuya y no solo los remolinos inconclusos de la noche. Puedes llamarme como quieras tienes mi permiso pero tú despierta la mañana es demasiado clara
y mis retinas son sensibles son demasiado sensibles a la oscuridad y tu ojos son los pasos de los bĂşhos y tienen las patitas de las ardillas la palabra la palabra puedes cambiarme el nombre sustantivos comunes llamarme ardilla o polilla o merecedora de la luz o mariposa suicida puedes llamarme animal o cintura pero despierta donde estĂŠs despierta no solo la luz es tuya despierta esta vez.
Poema XVIII Ricardo Ríos García
Sueño que mi gato decora perezosamente la casa. Sueño que su bostezo refrigera el cuarto donde el frío hace hervir los cuerpos. Sueño que sus colmillos son pálidos cuchillos sacándole filo al sol. Sueño que mi gato se prueba la pereza de mi cuerpo. Sueño que despierto y decoro la casa.
Ana Cuaresma
Me ahogas en recuerdos que no tengo Te acerca tu aroma a vino rosado y naranja y te alejas la piel te la vendas con tiritas de acero Quiero ese poro que reluce en tu pestaña y el labio de hace tiempo de hace una estrella Quiero que te poses nido de hierba amarga Quiero de tu broche de tu columna inclinada al horizonte Buscas un aroma que viene de rancio desde la despensa Y ahora te llama una balda caducada Un tarro de rosas deshidratadas que olvidaste bajo las conservas Presiento y por tanto quieres Abrir la tapa a trompicones Para que algún pétalo lacio y seco te tiña de rosa viejo la lengua Y agote esa gota de sed que aún le queda
Vuelve a vestirme de cadera a omoplato Con la soga triste de tu iris izquierdo que mira de reojo Con el pico a menos cero del centro geomĂŠtrico de tu boca Relieve de serpiente Flecha Tarada y coja Que yo me he rendido a crema de orujo de Ăşltima hora de frigo cerrado Su luz se realimenta de compresor elĂŠctrico Para mantenerse encendida por si nunca se abre la puerta
Jauría invocada Rafael Mitre
1 Tu crueldad es la naturaleza que habita en la belleza que erijo. Te amo como el deudo a su muerto. La búsqueda sonrío donde pie derecho del izquierdo éramos, mano diestra de la siniestra. De cada muerte nace un pájaro negro y, a veces, hay muertes que crean bandadas. Se degrada la luz y pronto habrá un ciego; de vos se tendrá sólo su recuerdo.
2 Sos el ave que salta del sol a la ventana; cuyo canto es nuevo siempre. Sos la estrella que curva las páginas de todos mis poemas. Habría que quitar al sol para mirarte. 3 Voy hacer que te amés dándote mi alma como un sobretodo. Haré un agujero en tu pecho para que llores hasta el aire. Tu soledad será como la del corazón de las piedras. Por vos yo habría hecho de la espuma un vestido de novia, habría rizado un rayo de sol para hacerte un anillo, le habría dicho a la lluvia ¡detenete! para ponerte extensiones de plata en el pelo. Pero mira, cambias como el humo en una taza de café.
Mis dedos se gastan como tizas si toco tu estatura. 4 Estoy tan avergonzado; mi alma es un suicidio, mi amor un celentéreo. Las ansias de lo imposible te hacen eterna. Los esfuerzos por olvidarte son pan para mis sueños. Ovaste una eternidad y alzaste el vuelo. Partiste y dejaste una lejanía a donde zarpé hace milenios. Dios te mantuvo cautiva hasta que dijo: —He ahí un poeta, tómale, tiene el corazón en cinta. Costilla encendida en la noche, costilla cuyo fuego es la melena de un león, costilla que en el agua es aguja de sutura colgada del cielo;
te has llevado los números con los que podría contar mi tristeza. Yo te quería porque tu silencio era como el silencio de la que espera la caricia. En el árbol seco, visible sólo por su miseria, soy el pájaro que canta mudo, presa de tu canto.
Misiva a un joven poeta salvadoreño Manuel Membreño A Vladimir Amaya
La soga enmadejándose anudada a la base del estómago invirtiendo el vómito: son los días, Vladimir, augurando la lluvia que nos cae de adentro. Y todavía pensás que tenemos escapatoria. Te empeñás en hallarle seno a Dios y en llamar familia a la hilera de cruces que te recorre del ombligo a la costilla hueca. Tozudamente mordés la manzana y echás su pulpa a las alas de los mosquitos para que en cada nuevo mártir una selva sigilosa les plagie la sangre. No importa cuántas veces le digás a la muerte que nada querés con ella; su agenda no permite citas con malos amantes ni occisos de mentira —si lo sabré muy bien. Permitite no darle tanta importancia al ciego que desde el espejo te espeta; su desdentado ademán no cambiará por mucho que le escupás con mañanas.
Haceme caso, poeta, que las piedras han roto /a llorar rĂos. Y tambiĂŠn yo empezarĂŠ a pudrirme al final /de este poema.
Instrucciones para entender el lenguaje de los insectos Layla Martínez
1. Los insectos clavados con alfileres en cajas de coleccionistas de dedos pequeños hablan el lenguaje de los muertos. 1. 1 No escuchéis el lenguaje de los muertos. Los muertos usan palabras extrañas y murmuran historias que hablan de muchachas que duermen con los ojos abiertos en el fondo de los estanques. 1.1.Cuando llegan las heladas rojas, las muchachas buscan sus cabellos perdidos y se los cosen a sus vestidos. 1. 2 Tampoco escuchéis a los coleccionistas de dedos diminutos, porque el lenguaje de los muertos ha envenenado sus oídos y los ha hecho pacientes como las enredaderas o los cocheros alemanes. 2. Escuchad solo a los insectos que murmuran bajo la tierra o a los que son anudados con una cuerda a la muñeca de las muchachas que caminan de un lado para otro y gritan azul azul azul debajo de la cama. 1. Los insectos que murmuran bajo la tierra solo salen de noche. Se cree que se propagan por medio del sudor, que se hiela formando pequeños
embriones que carecen de lengua. 2. Las muchachas que gritan azul azul azul conocen el proceso de fermentación del agua de los estanques, de ahí su terror a los espejos. 3. Una plaga de libélulas asoló la ciudad de Lisboa el 17 de abril de 1803, pero ese día ha desaparecido del calendario. 1. Los fabricantes de ataúdes yugoslavos conocen todos los días que han desaparecido del calendario: 7 de diciembre de 1327, 25 de junio de 1913, 30 de marzo de 1751. 4. Se sabe que la calvicie es producida por las orugas que reptan hasta el cabello de los hombres mientras duermen y les susurran extraños cantos en sueños. Los cantos son tan amargos que los cabellos mueren de tristeza y se caen antes de que amanezca. 5. Encerrad cinco polillas en un frasco de cristal hasta que mueran de tristeza. Después arrancadles las alas y enterradlas bajo la tierra del huerto. Cuando venga la tormenta, crecerán plantas que arrastrarán sus tentáculos por el suelo y darán flores que alumbran por la noche a los que se pierden en la maleza. Bebed ese polen y entenderéis el lenguaje de los insectos, pero solo los días que soplen vientos del norte. 1. Las comadrejas apagan el fuego con su leche, pero se alimentan de polillas. 2. El polen es blanco como la tristeza. 6. Hay razones para creer que las luciérnagas son insectos malvados como los ángeles o los niños que caen a los pozos.
1. Los niños que caen a los pozos construyen nidos subterráneos. 7. Las mantis religiosas se alimentan de polen blanco y papel de aluminio, pero sus oraciones son sencillas de entender: basta con dársela de comer a un vencejo y escuchar después los murmullos del pájaro. 1. Los vencejos muertos colocados sobre el vientre permiten predecir el futuro. 8. Si se mastican los cabellos de los ancianos, se entiende el lenguaje de los insectos durante media hora. 1. Cuando un anciano va a morir, se quita los dientes y los huesos y los machaca en un mortero para que sus secretos no puedan escaparse. 1.1. Los fabricantes de anillos de latón creen que esas cenizas sirven para evitar que los rayos caigan en las casas, pero los ancianos saben que los rayos son atraídos por las bombillas, como los insectos. 9. No os fiéis de los gusanos de seda, sus hilos son engañosos como los invernaderos o los estambres de la adormidera. 10. Los ángeles son un tipo de insecto, pero su lenguaje no puede ser entendido.
El porqué de no escribir infinito en un poema Eva R. Picazo
aferrarme al viento como huída, es la libertad que termina en mi pie derecho, para comenzar en otro que siempre es el tuyo, no hay pasos seguros en dos cuerpos que arden, obligados, a veces, a la inercia de buscarse en días equivocados he vuelto a salir en segunda con el motor en llamas,ç de espaldas a los polígonos, a tantas casas de domingos de paseo, de cines de verano, en esos pueblos del norte que nunca he tenido he cerrado de un portazo
la intenci贸n de comenzar cualquier cosa que no sean unas cuantas palabras escritas, o los besos que nos damos al apurar las cervezas, cuando eres t煤 quien me busca
Mujer que duerme Ricardo Ríos García
Necesito que alguien toque la cabeza de esa mujer Que duerme. Todas sus pesadillas Están cepillando la imaginación de su pelo Tendido como sábana que insulta un cuerpo. Basta Un movimiento de su frente para espantar todas las moscas Un espacio para acomodar el corazón y abrir las bodegas de su Caja torácica, y nos muestre el aire desde las alturas, Algo que tiemble y cuestione sus giros y desarregle El sueño que está cargando su primera escena.
11.
La soledad del poeta Eva R. Picazo
cuando un poeta se marcha apresurado, con los zapatos puestos, y el café en mitad de la mesa, dejará gritos colgando de la lámpara, tan visibles de repente, tan reales, que nos quedaremos con la boca abierta, incomprensiblemente absurdos, como si la soledad fuera anunciada en cualquier programa de sobremesa, o quedara grabada en el contestador del mismo teléfono que casi nunca suena si yo me marchara mañana, si algún día mi propia ciclotimia acabara con la lucidez que hoy tengo, habré dejado, estoy segura, mi soledad colgando en la ventana
El jardín del Edén Martín Bezanilla
tras una rama seca hay un atardecer. y la piel muerta de una serpiente hundiéndose descuartizada por la lluvia a los pies de un manzano. la violencia de la imagen mata la tentación: prohibido envejecer, prohibido desempolvar el horizonte y cualquier otra incógnita despejada. tras un cordón policial existe el mundo, y una mancha cobriza extendiéndose en el hueco de un cuadro robado del museo. un implante de silicona en el paisaje, un lago en el lienzo que dibujas. la escena sigue estando detrás de la rama: tú, yo, la manzana…
Viento Francis Massiel MartĂnez
Yo vivo en el viento y en mis muertes me pierdo en ĂŠl.
Jasmina Caballero
Cuando los fantasmas tejen mi casa y se enredan en mi pelo como una cualidad y el escombro del candelario me siente salobre: llévame, demonio, llévame a cantar la muerte, celebremos el castigo. Llévame lejos entre los despojos, hazme cenizas, sálvame del presidio, vuélveme hoja, sal. Llévame, espíritu, devuelve mi carne al hospicio exacto, devuelve mi fe estupefacta, la frente rígida. Llévame, amor impúdico. Violenta los principios de vivir a ciegas, demonio mío que bendice, demonio que pierde al mundo, sálvame que sólo tú vociferas en mi pequeño infierno.
Cuestiones Rafael Zeledón
El dibujo de un pene en la pared de cualquier lugar, significa frustración, inconformidad, símbolo de impotencia de quien lo dibujó. El dibujo de una vagina en la pared de cualquier lugar, es símbolo de que algún depravado se pajeó en ese momento. El dibujo de un pene en cualquier lugar mostrado en la sala de un museo, significara el mayor de los logros de un pintor al igual que una vagina. Este escrito en mi libreta no significará nada para nadie, tal vez en un libro, tal vez. Mejor dejaré de dibujar vaginas.
Jasmina Caballero
Caen los dĂas sin discreciĂłn, haciendo la seĂąal de la cruz como anuncio blasfemo. Todos golpean el pecho y el pobre con sus huesos infinitos se acerca al cielo donde caben los santos, frescos y ajenos a este infierno.
He tropezado Isabel Tejada
mi corazón se detiene con la misma intermitencia de los grillos se echa a perder el alma como se echa a perder la comida hay de brigadas de búsqueda -tengo ojos donde pueda escabullirmepasarán unos tras otros los días y no serán mi sitio sino lejos de cualquier parte la clave es el distanciamiento de esta vida inconclusa no quiero perturbar la proclividad de lo que restablece detrás de su hueso muerdo la noche que fluye como condición indispensable dejo que haga su trabajo que premonice un círculo a mi alrededor y apriete que talle en mi borde la belleza perfecta de una ahogada hay de un abandono gastadas miniaturas de luz vahos de errancia árboles talados pájaros que atardecen en un acto de valentía unto de saliva la herida como quien se lame el rostro
Cristian Piné
Nadie sabe que la palabra toda es poca contra el dolor de las pestañas, que nada hace el azúcar contra la radiación de los océanos que nada importa si la bilis, que nada importa si la sangre, que nada importa si los pájaros mueren con dignidad en otra parte transportando con ellos el vacío de la costra.
De Fingir la fiebre
Autores:
Layla Martínez
vidadeperrxs.blogspot.com
José López Vázquez
fb: Jose Concepcion Lopez Vasquez
Martín Bezanilla
fb: Martín Bezanilla Cobo
Maynor Xavier Cruz
fb: Maynor Xavier Cruz
Rafael Zeledón
payito_raza@yahoo.es
Isabel Tejada
susurroypienso.blogspot.com
Rafael Mitre
fb: Rafael Mitre
Sara R. Gallardo
retalesdetormenta.blogspot.com
Ana Cuaresma Nalda
fcuaresma@arrakis.es
Cristian Piné
www.cristianpine.com
Manuel Membreño
manuelmembreno88@gmail.com
Ricardo Ríos García
fb: Ricardo Rios Garcia
Eva R. Picazo
evarpicazo.blogspot.com
Francis Massiel Martínez Jasmina Caballero
fb: Samos Ulises Más Polvo Enamorado
Valle Camacho
valle-camacho.blogspot.com
Adriana Bañares
awixumayita.blogspot.com