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Desde los orígenes de San José del Valle, los cuales se remontan a la época de Al-‐Ándalus, hasta la actualidad, distintas culturas como la fenicia, árabe y cristiana han pasado. Podemos afirmar que la religión cristiana ha sido, sin lugar a duda, la más influyente e importante para el poblamiento de nuestro municipio. El actual núcleo urbano se debe a la influencia religiosa. Recordemos que hasta la llegada de la congregación de los Carmelitas Descalzos la población se localizaba en el Castillo del Tempul y la Ermita del Mimbral. El objetivo de la construcción del Convento de esta orden fue llevar una vida eremítica en busca del retiro espiritual. La construcción del Convento en 1685 se debió a una serie de situaciones que son tratadas en este trabajo. Fueron muchas las dificultades pero, a pesar de ello, se edificó en la ladera del Monte de la Cruz. Este hecho atrae a feligreses y campesinos que de forma paulatina colonizan las zonas cercanas al convento, colonización que es sustancial para la ubicación presente de nuestra localidad. Distintas circunstancias, las cuales comentaremos posteriormente, propiciaron la marcha de la comunidad carmelita a la garganta del Cuervo, situada en el término municipal de Medina Sidonia en busca del retiro que no fue encontrado en San José del valle. Hasta la llegada de los hermanos Rafael y Vicente Romero García, encontramos un paréntesis en el que el Convento carmelita cayó en el desuso. Rafael Romero la rehabilitó y se convirtió en la Iglesia parroquial en 1881 hasta la inauguración de la nueva en 1954. 3
CONVENTO DE LOS CARMELITAS DELCALZOS Antes de la construcción del convento carmelita, ya hay indicios del intento de edificar una ermita. Miguel Ojeda, pretextando la lejanía del núcleo de población y la necesidad para prestar auxilio espiritual a los vecinos, que habían expresado su disposición a colaborar con su dinero y sus personas, , propuso la necesidad de construir una nueva iglesia, la cual se situaría en la ladera del Monte de la Cruz actual, en la denominada Boca del Valle. La propuesta fue objeto de discusión en sesiones del cabildo el 21 de julio y el 13 de septiembre de 1649, siendo rechazada por el consistorio:
“la cuidad, entendida la quenta que
a dado al Sr. D. García Dávila Ponce de León, acuerda que no a
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lugar a que se fabrique la dicha hermita ni señale dicho sitio” Por otra parte la necesidad de la comunidad Carmelita de la Baja Andalucía, denominada San Juan de la Cruz, de encontrar un retiro espiritual hace que en 1695 lleguen a San José del Valle. Se constatan varios intentos previos de asentamientos en distintas regiones andaluzas como el Convento de San Juan Bautista de Trasierra o el Convento de las Nieves, en las provincias de Córdoba y Málaga respectivamente. El entorno natural de San José del valle, rico por su gran diversidad floral y faunística, hacen que la congregación religiosa de los Carmelitas Descalzos eligiesen este lugar para llevar a cabo su vida eremítica. El convento carmelita de San José del Valle va a constituirse como resultado de una doble conciencia: una derivada de la laxa interpretación de las cláusulas de un testamento y otra de la necesidad de acomodar a una comunidad de frailes que acababan de quedarse sin morada. Tan peregrina circunstancia contrasta con el firme arraigo de los padres carmelitanos en estas tierras. Un largo y complejo proceso administrativo se tuvo que recorrer para salvar los impedimentos legales que surgieron antes de que la propiedad del territorio donde iba a asentarse el edificio religioso fuera asignada a la congregación carmelita. Al consentimiento del ayuntamiento jerezano debía preceder la autorización del gobierno, ya que el suelo a conceder formaba parte de los propios de la ciudad, una propiedad que solo podía ser enajenada en favor de particulares con licencia real. Este paso suponía impedimentos añadidos por cuento el Consejo Real se resistía a otorgar permisos para nuevas fundaciones religiosas. Tenemos que pensar que la época no era la más propicia para este tipo de iniciativas: la extensión del dominio eclesiástico en España y sus perniciosas consecuencias son materia de preocupación para políticos e intelectuales en un contexto de crisis económica y política aguda. El consistorio jerezano, como gobierno, teme que el monasterio se convierta en una carga para la ciudad y argumenta la abundancia de conventos e iglesias asentadas en la cuidad:
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“… se pasó a la cuidad de Jerez a solicitar su lisensia quien la dio con el conque de que era preciso sacar la lisensia de S.M. primero por ser aquel sitio realengo; esto desconsoló mucho por lo dificultoso con que el Consejo
dé
licencia
fundaciones por parece
ser
a
nuebas
lo graboso que les los 6
para
pueblos
en
su
sustentación
y
para
facilitar
esto
discurrieron aplicarle la renta que para la fundación de Jerez dio Dña Josefa
Terán
para
lo
qual…
representó al Sr. Arzobispo…” Para allanar el camino se busca la intermediación de las cabezas visibles de la iglesia gaditana y sevillana, y se toma en consideración el testamento de Doña Josefa de Terán, una acaudalada señora natural de Jerez pero con residencia en Madrid. Doña Josefa de Terán y Acosta procedía de una pudiente familia de élite administrativa del estado. Su padre, abogado de los Reales Consejos, había conseguido reunir un pequeño capital, parte del cual fue legado a su hija. Esta emprendedora dama acrecentó el patrimonio familiar al pasar a dirigir los negocios de su primer marido, Melchor de Zamora –Contador de Hacienda y prestamista al por mayor. Y al colocar los ahorros generados por sus actividades crediticias en rentas y censos. Cuando éste murió se casó en segundas nupcias con un militar de origen andaluz, el capitán D. Gabriel de Mantilla, del cual enviudó también pronto. La gestión de sus rentas le iba a reportar cuantiosos beneficios de modo que al final de sus vida se le calculaba una gran fortuna personal entre censos, réditos y participaciones varias, según la contabilidad registrada de su testamentaria, cuya administración quedó encomendada a su hermano Fr. Gaspar de los Reyes, carmelita descalzo del monasterio de S. Hermenegildo de Madrid.
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Al morir en 1674 su descendencia, había sido voluntad de la difunta que una parte importante de su herencia se dedicara a favorecer determinadas obras y funciones religiosas, con especial empeño en que se creara con tales fondos un convento carmelita en la provincia de Cádiz, concretamente en Jerez o el Puerto de Santa María, que se titularía Nuestra Señora del Carmen y Santa Teresa de Jesús. Para ello destinaba la cantidad de 272.325 reales a descontar de diversos efectos en inversiones: 156.000 reales situados sobre distintos impuestos del estado, 62.000 reales de crédito y 54.225 reales en censos sobre cuatro conventos de Sevilla y su provincia. A pesar de que el dinero quedaba librado sin más obligaciones que las aludidas, el proyecto tardó más de 20 años en fraguar. Las altas dignidades de la orden fundada por Santa Teresa encontraron muchas dificultades para erigir un nuevo convento en el Reino de Sevilla, una vez clausurado el de San Juan Bautista en Sierra Morena, al parecer por las condiciones de inhabitabilidad de los alrededores de este cenobio. En principio se creyó que el lugar más adecuado para el nuevo convento sería El Pedroso, al norte de la provincia de Sevilla, pero la opinión negativa del Prior de la casa matriz de los Remedios en la capital del Guadalquivir, Fr. Rodrigo de San José, basándose en la pobreza de la tierra y en su situación geográfica, movió a los religiosos a cambiar de opinión, optando por la sierra de Jerez para acondicionar el nuevo monasterio que se denominaría de San José del Valle. Era este el lugar más apropiado:
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“así por estar en medio de los ricos lugares
de
Andalucía
y
de
los
mejores frutos como por estar cerca de dos mares para provisión de pescado”. Así es como dos iniciativas en principio sin conexión alguna terminan por conciliarse no sin que mediaran obstáculos de todo tipo. Los primeros en estrecha vinculación con las condiciones del testamento de la benefactora que explicitaban, 9
entre otras, el nombre y la ubicación del monasterio Carmelo. Si el cambio de denominación no debió de resultar problemático, la situación del convento –que tanto por los imperativos de la política municipal como por el mismo carácter del convento, de rígida clausura, estaba obligado a situarse en el extrarradio de la cuidad-‐ exigió que la letra del contrato testamentario fuera entendida en sentido amplio. La eximente de la clausula de marras costó más de lo previsto, pues el Arzobispo de Sevilla, en consulta elevada por los carmelitas, rehusó conceder validez a la componenda:
“respondió su Ilma. no se ajuntaba con
su
consiensia
porque
no
le
constava averse echo en Jerez ni en el Puerto
de
dilijencias,
Santa y
que
María una
las
última
voluntad era mui fuerte”. El problema de la ubicación se enredaba, además, con la existencia de dos jurisdicciones distintas, temporal y eclesiástica, que regían sobre el termino de Tempul, por lo que fue necesario que terciaran abogados y teólogos en este es espinoso asunto. Una vez recogida la opinión de los expertos, se envió al Obispo de
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Cádiz la misma propuesta que tiempo antes había cursado al metropolitana, quien no puso objeción a la fundación del convento:
“…se
acudió
Cádiz,
al
Sr.
Barsia,
Obispo
y
de
aviéndole
representado la misma pretensiñon con paraseres de teólogos y abogados y que
S.
Ilma.
podía
dispensar
por
fundarse dicho convento en término de Jerez: dispensó S. Ilma. en dicha voluntad”
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Antes de ser aprobado, el expediente iba a aumentar considerablemente de grosos de los tres años que duró la tramitación, tiempo prudente a la vista de la acumulación de trámites y diligencias en un asunto que competía a tantas entidades políticas y religiosas: el Ayuntamiento de Jerez, el Consejo Real, los obispados de Cádiz y Córdoba –de quien dependía en convento de Sierra Morena-‐ y la propia congregación carmelita.
Síntesis de los hitos legales más relevantes de todo el historial administrativo que precedió a la edificación del convento: -
5 Diciembre 1692. Primera petición de los carmelitas al Ayuntamiento de Jerez. 10, 12, 15, 17 Diciembre 1692. La ciudad de su opinión favorable pero se inhibe en favor del Consejo de Castilla. 14 Junio 1694. La orden carmelita autoriza el traslado del convento de Sierra Morena. 4 Febrero 1695. Facultad real para el traslado. 3 Marzo 1695. El Obispo de Córdoba da el visto bueno para que se proceda a la apertura del convento de la sierra de Jerez. 24 Marzo 1695. Presentación de toda la documentación recopilada por el Ayuntamiento de Jerez. 13 y 17 de Mayo 1695. Medición de los terrenos. 4 Junio 1695. En reunión plenaria el ayuntamiento concede licencia, bajo condiciones terminantes, para que se construya ya el convento en el paraje conocido como Boca del Valle y Fuente de la Teja.
El contrato fijaba un conjunto de disposiciones de obligado cumplimiento que regulaban de forma estricta las funciones eclesiásticas que desempeñará y la situación legan a la que quedaba sujeta la fundación. Estas condiciones eran las siguientes: -
-
Celebración de misas en días de precepto desde el amanecer hasta el mediodía a fin de que los trabajadores de esos campos pudieran acudir a cualquier hora sin tener que faltar a sus labores. Obligación de administrar los Santos Sacramentos de penitencia y eucaristía, tanto en el establecimiento religioso como en cualquier otro término. Imposibilidad de acaparar más terreno, en el término de la cuidad, del que ha sido estipulado. El abandono o traslado del convento supondrá la reversión de la propiedad a la Corporación Municipal.
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-
-
Conducción del agua del nacimiento de la Teja por una canelón abierto en donde puedan beber los ganados, La que no se utilice deberá seguir hasta el Arroyo del Sotillo. Prohibición rigurosa de que en el entorno del convento, una legua a la redonda (5,5 kilómetros) se pueda establecer vecindad. Queda bajo el amparo y protección de la cuidad el dicho convento sin que ello suponga ningún tipo de compromiso económico por parte del concejo. Los religiosos no obstaculizarán de ninguna manera el paso del ganado y a las personas.
Un obra religiosa con fines píos que, sin embargo, incomodaba a muchos por motivos puramente económicos. Una vez más surgen las presiones de los grupos supuestamente agraviados por una medida como ésta, los integrantes de cabildo y los ganaderos. En los trámites previos a la concesión del permiso la cuidad se había visto muy alterada:
“por parte de la ciudad ubo gran alboroto, porque así como entendieron el
tránsito
–del
convento-
lo
sintieron fuertemente”. De modo que algunos ediles recibieron las nuevas protestas con el ánimo predispuesto en contra:
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“vio –el fundador, Fr. Antonio de la
Trinidad-
los
regidores,
que
pasavan de 40: a muchos se les hizo cosas
muy
inquietáronse
agria con
la
fundación, la
noticia
algunos…”. Y para ello se apoyaban en los daños que sufrirían los hatos del término:
“algunos sujeros, que con titulo de ser contra el bien común y ganados de
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la
cuidad
el
convento,
alegavan
contra de él”. Es más, es difícilmente plausible que en esta época un convento de otras características, que no fueran eremíticas, pudiera haber tenido asiento en el término. Las severas y austeras reglas observantes del Carmelo son todo una garantía de que cumplirán con su labor misional sin que ello implique ninguna forma de actividad económica de la que se pueda desconfiar y una seguridad en cuanto a que su sola presencia no estimulará el poblamiento de la zona. Así nace el convento de San José del Valle, el cual fue usado por la congregación carmelita desde 1695 hasta 1835, exceptuando el periodo comprendido entre 1810 y 1813 durante la Guerra de la Independencia, en el que la ocupación francesa obligó su abandono temporal. Sus estructuras responden a los cánones de las edificaciones religiosas de la orden. Las doce primeras aranzadas concedidas son aumentadas, extendiéndose la propiedad desde la ladera hasta la cima de la montaña (denominada entonces Cerro del Águila) y en su perímetro se construyen el convento, oficinas, celdas, huertas y ermita, que se ubicaría, al menos sobre el papel, en la cumbre. Las hospedería se situaba algo más lejos en los terrenos que ocupara una antigua cabreriza, cercanos al actual Cerro de la Campanilla, Los trabajos comenzados en julio-‐agosto de 1695, no fueron culminados al menos hasta 1707 –probablemente con posterioridad-‐ sin que el principal promotor de la idea Fr, Antonio de la Trinidad, pudiere ver concluida la obra que tantos desvelos le costó. Su salud se vio quebrantada por los rigores del clima, muriendo el 3 de septiembre de 1695 en Jerez cuando se disponía en la convalecencia de una grave enfermedad (el tabardillo), a volver a San José del Valle. La vida en el convento alternaba la oración y el estudio con el trabajo en el campo, elaboración de pan, apicultura, herbolarios, elaboración de vino y otros distintos menesteres como la sepultura de los lugareños. Muestra de ello el párrafo obtenido de “Historia del Carmen Descalzo”:
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“Fueron desbrozando las malezas del terreno
con
mucho
trabajo
y
consiguen levantar un convento con su iglesia
y
huerta
contigua
aprovechando el agua abundante y plantaron numerosos árboles frutales en aquel clima suave, dándose finas naranjas, granadas, limones y otras frutas. El aceite era muy estimado. 16
Además del hermoso ejemplo de su vida
austera
y
recogida
hicieron
mucho bien entre los habitantes de estos parajes que, distantes de las parroquias
de
origen,
estaban
abandonados espiritualmente” Pese a llevar una vida espiritual y ermitica, las adversidades, principalmente fiebres y enfermedades, le hacen emigrar hacia hacía la garganta del Cuervo en Medina Sidonia, destinando el convento de San José del Valle a la observancia común de los demás de la orden. Finalmente, en 1835 el Gobierno de la nación expropia los bienes religiosos en la llamada Desamortización de Mendizábal. Tras este episodio Fr. Francisco de la Soledad permanece en el lugar como capellán de la iglesia hasta 1862.
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IGLESIA VIEJA El deterioro del convento carmelita, parroquia auxiliar dependiente de Paterna de Rivera desde 1821, encontrado por Don Rafael Romero animaron al generoso canónigo jerezano a desembolsar importantes cantidades de dinero para su remodelación.
(Proyecto de restauración de la iglesia del convento carmelita. 1881)
Con el crecimiento de la población en el Valle por la colonización agrícola, el obispo crea la parroquia de pleno derecho el 11 de agosto del 1881. Su primer párroco fue D. Baldomero García Muñoz, que era cura propio de la de San José de Cádiz. Comenzó su labor pastoral ese mismo año. Le habían antecedido atendiendo reclamos del ministerio el capellán-‐párroco rural Don Jacinto Zamora y Don Miguel Delgado Castilla. La creación de la parroquia podemos observarla en el Libro II.º de las Defunciones, en su folio 46: 18
“Se erigió en parroquia esta iglesia de San José del Valle en8 de septiembre de 1881, fiesta de la natividad de nuestra señora, por auto del 11 de agosto del mismo año, dado por el Ilmo. Rvdmo. Sr. Obispo de Cádiz,
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Dr. Don Jaime Catalá y Albosa” Hasta fines de siglos se irán sucediendo los Párrocos siguientes: -
Don Bernardo Morales (1882) Don Antonio Hernández del Puerto (1888) Don Antonio Delgado Rodríguez (1890) Don Manuel Barea Narváez (1896) Don José Marchante Sánchez (1897) Don Ildefonso Marchante Madrona (1899)
Como ayudantes o Coadjutores: Don Antonio Pérez Díaz, Don Juan J. Montoto y Chico, Don Francisco Rivera García, Don Antonio Albertos Pineda y Don Cristóbal Carrasco Vargas. A partir de 1875 aparece el nombre de Don Rafael Romero como sacerdote. El antiguo convento se transforma en iglesia parroquial y sus dependencias, así como en las viviendas para el párroco y coadjutor, y las oficinas del Ayuntamiento. Solamente podemos hacer conjeturas sobre la fecha exacta en la que comienzan las obras del templo parroquial. En las actas de la hermandad de San José leemos que se reúnen los vecinos, en 1878, en las habitaciones del ex-‐convento. Esto quiere decir que las dependencias parroquiales y los arreglos de rejuvenecimiento las ruinas del edificio carmelita se llevaron a cabo posteriormente. La espadaña de la parroquia lleva en lo alto de la fecha de 1892. El púlpito se estrena en 1909 y la escalera y baranda del coro aparecen en 1924. Existía el proyecto de levantar dos pequeñas torretas a ambos lados de la entrada y en una de ellas instalar un reloj que orientase la vida del vecindario y su ritmo de trabajo.
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Su distribución arquitectónica interna:
(Retablo de la iglesia vieja)
-‐ El retablo principal, que se conserva en la sala capitular de la Cartuja de Jerez de donde había venido previamente por la compra por parte de Rafael Romero. El mismo contenía en el centro una gran estatua de San José y encima otra de Santa Teresa, seguramente provenientes del antiguo convento. A los lados del primero la imágenes de San Rafael y San Vicente en honor de los fundadores; acompañaban a la segunda San Francisco de Asís y San Bruno recordando éste su lugar de origen.
-‐ La capilla, se encontraba entrando a la izquierda, en ella podíamos observar la pila bautismal y el cuadro representando el bautismo de Jesús, puerta lateral de entrada de los alumnos de D. Ernesto y altar del Corazón de Jesús. En la parte derecha estaba la capilla de la Virgen de los Dolores y Crucificado que convertían en Yacente para la procesión del Santo Entierro, la capilla de María Auxiliadora desde se colocaba el artístico Monumento el Jueves Santo preparado por las salesianas y por último el altar de la Virgen del Carmen. Las imágenes de ambos laterales reciben culto en la parroquia actual. El referido retablo central fue vendido por el párroco D. Martín, con los debidos permisos, a su procedencia por un millón de pesetas para ayudar el arreglo del techo de la parroquia. D. Rafael lo había adquirido por 10.000 reales (2.500 pesetas). En las paredes interiores aparecían las estaciones del vía crucis y sobre las mismas los cuadros de los apóstoles del pintor Losada, que están actualmente en la capilla del sagrario. A ambos lados del presbiterio había dos cuadros de la Dolorosa y de San Francisco Javier y delante, encima de la baranda del comulgatorio, dos ángeles que sostenían lámparas encendidas. Adosados a la primera columna izquierda estaba el púlpito desde donde el sacerdote predicaba en las ocasiones solemnes para ser oído más fácilmente ya que no existían instrumentos de megafonía.
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(D. Vicente y D. Rafael Romero García)
(Altar Virgen del Carmen)
La llegada de la comunidad salesiana a la población tiene lugar el 5 de Mayo de 1909. Éstos ayudan al párroco P. Cristóbal Porras como coadjutores hasta que en 1925 el obispo confía la parroquia a la comunidad en persona de su director que a su vez delega sucesivamente en D. José Francisco Escapa, D. José Torrents, D. Emilio Nogués, D. Fermín Molpeceres, D. Francisco Escapa, D. José Limón, D. José Camps y D. Ernesto Olivares, éste desde 1936, hasta el traslado a la nueva sede en 1954, quedando aquella como capilla para los alumnos de las escuelas salesianas, las cuales estaban en los anexos a ésta. Además allí se encontraba el Circulo de Domingo Sabio donde ensayaba la Banda de Cornetes y Tambores. La vida en el Valle discurría en ambiente sereno de trabajo dentro de las estrecheces económicas, dificultades y falta de las estructuras elementales que no llegarían hasta que se comienzan a entregar las primeras casas a finales de los cuarenta y década de los cincuenta con la construcción del poblado, servicios de oficina del ayuntamiento, plaza de abastos, correo, teléfono y botiquín ubicados en el lugar que ocupa el ayuntamiento actual. Todo se había agravado en los años de la guerra civil con la concentración de numerosas familias venidas de los campos que vivían en chozas a lo largo de la actual calle San Francisco hasta la Parada y delante de los pisos de Pablo VI hasta el Molino. D. Ernesto, la Hermandad de San José y la Acción Católica femenina de la parroquia ejercitaron su caridad en favor de tantos necesitados. Las fiestas litúrgicas tienen un amplio eco popular en la vida familiar del poblado en la Semana Santa, Corpus, Sagrado Corazón, la alegre fiesta de María Auxiliadora. Una boda familiar, un bautizo… rompen la monotonía de las jornadas del duro trabajo del campo. Los mismos entierros terminaban con la alegría de mostrar a los demás las excelentes características de la última caballería adquirida por los que 22
venían de lugares del campo. La cañada, actual avenida, se convertía en lugar de carreras y exhibiciones. En los comienzos de la Segunda República, a partir del 14 de abril de 1931, hubo intentos de quemar la iglesia, el colegio y derribar la Cruz del Monte. Se suprimieron, como en todas partes, las manifestaciones externas de culto. Después vino la Guerra Civil en 1936 sin grandes sobresaltos en el pueblo, los calamitosos años del hambre con las cartillas de racionamiento. El comedor de caridad de las salesianas y el de Auxilio Social en cada de Francisca Santos al final de la calle San José, atendido por un grupo de incansables mujeres coordinadas por Isabel Pérez, esposa de Francisco Álvarez Guerrero “Vicente”, cubrieron muchas necesidades. Va renaciendo la alegría del poblado y surge con nueva fuerza la Hermandad de San José con Juan Ramírez y Juan García Parra atendiendo a los necesitados con reparto de comestibles y ropa sobre todo en tiempos de navidad; la Acción Católica Femenina dedica tiempo e ilusiones en su formación, catequesis y actividades benéficas y caritativas-‐ Los nombres de Isidora y Piedad Pérez, Agustina Ruiz, Melchora Gómez, Asunción Rojas, Emilia Lobato, Eugenia, Isabelita Erdozain, Mercedes García, María Gómez, Antonia y Lucía González, Josefa y Carmela Ruiz, María Fernández… evocan nombres y gestos de entrega generosa. Las manifestaciones de religiosidad en actos de piedad y culto, participación en las procesiones, la dedicación a la formación y frecuencia de sacramentos van en aumento de forma espectacular estimulando a ello las medallas, escapularios, banderas y tantos otros signos religiosos. Podemos concluir afirmando que la Iglesia Vieja constituyó el centro de la vida religiosa del poblado hasta 1954 en la que se inauguró la Parroquia actual. Desde los años 70 fue abandonada y desmantela, hasta que en la primera década del siglo XXI fue restaurada siendo usada como centro cultural para el disfrute de todos los vallenses. Sus aledaños vestigio del esplendor de la construcción carmelita han sido usados para la construcción de viviendas sociales. 23
BIBLIOGRAFÍA: - PÉREZ CEBADA, JUAN DIEGO (1998): “San José del valle: de desierto a colonia agrícola”. Cádiz. - GONZÁLEZ LUIS, JESÚS: “SAN JOSÉ DEL VALLE Religiosidad Popular”. Algeciras. - GONZÁLEZ LUIS, JESUS Y ESPINOSA, JUAN MANUEL (1984): “San José del valle. 75 años de presencia salesiana: 1909-‐1984”. Sevilla. 24
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