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Igualdad. Fatiga pandémica, por Arantxa Hernández

Fatiga pandémica

ARANTXA HERNÁNDEZ LACALLE

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Desde el comienzo de la pandemia de COVID-19, hace ya más de un año, con el estado de alarma y el primer confinamiento, se han realizado muchos estudios y análisis acerca de los posibles efectos que esta situación producía y podría generar en el largo plazo sobre la salud mental.

Muchos de ellos señalaban que las consecuencias son más duras para las mujeres que para los hombres. Sobre todo, para las mujeres que tienen hijos. Una realidad que ha venido a ilustrar el informe La hora de cuidarse y respirar, presentado por la organización Club de Malasmadres.

La factura psicológica que estamos atravesando este último año se traduce en lo que llamamos fatiga pandémica, estrés, ansiedad y mucha, mucha incertidumbre. Las mujeres y las madres son las que más se han visto afectadas en este sentido. ¿Qué impacto ha tenido esta situación?: ansiedad, estrés, fatiga pandémica y apatía.

El estrés se ha cebado con las mujeres. Ser mujer en pandemia es factor de riesgo de depresión.

El 50% de las mujeres afirma que su salud mental ha empeorado durante este año y un 17% declara que sigue igual de frágil que antes de la pandemia. La sobrecarga de tareas, la ausencia de corresponsabilidad, la incertidumbre y cambios no esperados se han traducido en un deterioro de la salud mental de las mujeres y de las madres. Nos cuesta pedir ayuda cuando no nos encontramos bien; el 30% ha necesitado ayuda externa para solucionar sus problemas de salud mental, pero de ellas, solamente el 41% acudió a personas especialistas o profesionales.

Si los roles de género siguen estando presentes en nuestro día a día, la pandemia los ha destapado con más fuerza. La carga de los cuidados ha recaído fundamentalmente en las mujeres, que se han visto desbordadas en muchas ocasiones, con un sentimiento de culpa agudizado y con poco tiempo para el propio autocuidado.

La culpa es la principal barrera para dicho autocuidado. A 8 de cada 10 mujeres les su-

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«El 50% de las mujeres afirma que su salud mental ha empeorado este año y un 17% declara que sigue igual de frágil que antes de la pandemia»

pone un tremendo esfuerzo solicitar ayuda para dedicar tiempo a su autocuidado, y esto entronca con las barreras internas e invisibles que muchas mujeres todavía sufren a causa de los mencionados roles de género y demás costumbres, creencias y tradiciones heredadas del pasado y que, muchas veces, nos autoimponemos como mujeres y que no dependen de nosotras, sino que son fruto de esas creencias limitantes, pero que se pueden superar si trabajamos el autoconocimiento, la autoreflexión y el autocuidado.

No podemos pasarnos la vida con esa culpa omnipresente que nos persigue, por pensar o creer que, el hecho de disponer de tiempo para cuidarnos, resta tiempo para estar en familia.

Debemos grabarnos a fuego que: “Cuidarse es un derecho, no un privilegio”

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