Kvrvf Nawel
Lo que nos dejó la Marcha as de 20.000 originarios llegamos a Plaza de Mayo en este Bicentenario. Luego de marchar casi 2.000 kms, llegamos a ese centro de poder político que nos ignoró en 1810 y también nos ocultó en 1910, cuando estaban terminando de repartirse las tierras despojadas a nuestros Pueblos. Sin embargo, este Bicentenario no pudo (aunque quiso) invisibilizarnos. Veníamos a ofrecerle al gobierno una verdadera alternativa a lo que padecemos desde siempre. A proponer un “nuevo” paradigma que tiene en nuestras regiones más de 12.000 años de historia: “Kvme Felen”, gritaba la marcha de la columna Sur, “Sumaj Kawsay” se escuchaba como un tronar desde las columnas del norte, para expresar el “Buen Vivir” que nuestras cosmovisiones nos ordenan desde siempre. Un mandato que alude a la vida comunitaria en armonía con la naturaleza y con la cultura o sabiduría de nuestros mayores. No tiene nada que ver con la ansiedad moderna de “vivir mejor”, ni con la ideología del crecimiento y el progreso ilimitados, porque responde a una visión del mundo completamente distinta a la falta de ética capitalista que nos incita a competir con los otros para producir y consumir más. Por el contrario, el “Buen Vivir” apunta a una ética de lo suficiente para toda la comunidad y no solamente para el individuo. Días enteros de marchar juntos nos hizo entender que nuestras lógicas como Pueblos preexistentes nos unen fuertemente. Que todo es una unidad de vida desde la diversidad. Entendimos que gritar “Yalan Askin Qamasiñawa” es vivir en abundancia de valores del bien. “Taqi Yañakaw Ajayuni”, porque toda la naturaleza tiene espíritu de vida. Y los mapuche pudimos difundir que caminar hacia nuestro “Kvme Felen” es valorar nuevamente nuestros Az Mapu, Az Kimvn, Rakizuam, Mapuzugun, Ixofijmogen, que estar regidos por las leyes circulares de la naturaleza. Una unidad de valores que desde que los españoles invadieron nuestro cuerpo social, nuestras culturas, nuestros
territorios, quedó quebrada y teñida de sangre dolorida. Debimos ‘vivir mal’. Muy mal. Nos robaron primero desde la corona española, pero en el siglo XIX se rebelaron los llamados ‘criollos’. Se rebelaron, y nos llevaron a nosotros, como carne de cañón para luchar contra las tropas enemigas, españolas. Y allí debimos otra vez desangrarnos. ¿Qué resultado obtuvimos? Que los nuevos países volvieran a invadirnos, violarnos, asaltarnos y quemarnos. Y ante los fuegos artificiales de la celebración del Bicentenario que se venían, decidimos marchar. Y marchamos, para dar la oportunidad al gobierno actual de reivindicarse y reivindicar a los 180 Kollas que, en el glorioso “Malon de la Paz ” de 64 años atrás y luego de caminar casi tres meses desde Abrapampa a esta misma Plaza, nos marcaron el camino. La Marcha nos hizo asumir que sólo nosotros vamos a poder encauzar tanto desastre. Y vamos a poder por las fuerzas que unimos constantemente, para recuperar nuestra unión desmantelada. En firme unidad con los movimientos sociales, organismos de DD-HH, estudiantes y trabajadores. La Marcha dignificó la presencia indígena en la gran ciudad. Vimos gente llorando en nuestro paso por las decenas de pueblos que atravesamos. La Marcha instaló el tema de la Plurinacionalidad, sin la demonización ni los falsos debates que las miradas viejas e interesadas quieren darle. Se comienza a entender que la Plurinacionalidad es la herramienta más inspiradora y original que se ha gestado para lograr un mecanismo de convivencia y reconocimiento entre sociedades y naciones que comparten un mismo Estado. La Marcha nos hizo elevar la mirada y ampliar nuestro horizonte. Nos indica que los Pueblos Originarios no permiten ser reducidos a una política pública pobre, mediocre, desfinanciada, sin entidad ni capacidad de dar las respuestas que nuestra memoria y futuro exige. Menos aun, ya no se soporta ser objeto del clientelismo electoral. Por eso la Marcha reunió a miles y logró sacar de la clandestinidad a las voces silenciadas y ausentes de este Bicentenario. Jorge Nawel
Contraloría autoriza izar la bandera mapuche en Chile
Marcial Colin:
“Un fallo histórico” “Un pueblo que aspira a proyectar su personalidad histórica debe ser capaz de crear símbolos identitarios, y no cualquiera lo hace, sino sólo aquellos pueblos que han superado la “timidez” cultural y política. Estos símbolos, además son el reflejo de la capacidad de abstracción de un pueblo vivo en permanente movimiento, tal es el caso de la bandera. El tema es como los mapuches estamos a la altura de este momento histórico y empezamos a generar alianzas que nos permitan definir libremente nuestro desarrollo social, cultural, político y económico. El derecho a usar nuestra bandera existe, ha sido reconocido y su ejercicio ahora dependerá en gran medida de nuestras propias capacidades como pueblo”. “Este dictamen establece en primer lugar jurisprudencia. Por otro lado, la argumentación del fallo, basándose en el Convenio 169 de la OIT, nos abre un frente de lucha que no siempre hemos discutido a fondo como mapuches. Y esto tiene relación con las facultades y decisiones que se toman en los Municipios en donde no existe la más mínima participación mapuche. Se ha abordado el tema de lograr cargos vía elección popular ya sea como alcaldes o concejales, pero según nuestro análisis este fallo abre la puerta además para instalar mecanismos propios de decisión al interior de esta repartición administrativa del Estado. Temas como educación, salud, medio ambiente, etc., deben tener su contraparte mapuche, no como programas sino como política pública y bajo control y administración mapuche”.
Alianza Territorial Mapuche reinicia movilizaciones
Illapu en Neuquén para festejar Wiñoy Xipantu
Agencias
Con maratónica jornada de radio exigen libertad de Pascual Pichún Collonao Actividad desarrollada en la ciudad de La Plata fue convocada por la Comisión Pascual Libre - Argentina y el programa La Flecha de Radio Estación Sur, donde el joven periodista encarcelado en Traiguén se desempeñaba como conductor. Todo un día de radio, muestras artísticas, paneles de difusión de la situación mapuche y sobre todo, solidaridad. PEDRO CAYUQUEO
Amnistía: “Chile ha incumplido recomendaciones internacionales”
“L
as comunidades siguieron reivindicando su derecho a la tierra y otros derechos. En varios casos, la reacción de las autoridades consistió en aplicar leyes antiterroristas y sobre seguridad nacional promulgadas durante el gobierno militar de Augusto Pinochet (1973-1990), incumpliendo así tanto las promesas formuladas anteriormente por el gobierno respecto a no hacer uso de estas leyes como las recomendaciones de diversos organismos internacionales de derechos humanos”. Esta es una de las conclusiones del Informe 2010 de Amnistía Internacional (AI), que documenta la situación de los derechos humanos en 159 países en 2009, presentado el 26 de mayo en la capital chilena. “La discriminación de los pueblos indígenas siguió teniendo
un carácter estructural y sistemático en toda la región. Las iniciativas para proteger sus derechos no estaban a la altura de la retórica con la que se intentaba adornarlas”, sentencia el reporte del organismo humanitario. Recordó AI que el 12 de agosto Jaime Facundo Mendoza Collio, joven mapuche de 24 años, murió tras ser tiroteado cuando carabineros desalojó violentamente un fundo en la localidad de Ercilla, donde su comunidad reclamaba derechos ancestrales. Asimismo, consignó casos de violencia policial contra menores de edad, denunciados por las comunidades ante diversos organismos internacionales. “En octubre, el gobierno negó que el 16 de ese mismo mes las fuerzas de seguridad hubieran herido con perdigones a varios menores de edad en las
inmediaciones de una escuela de Temucuicui donde se estaba celebrando una reunión comunitaria”, señaló la entidad. Respecto del caso chileno, su conclusión es lapidaria. “El gobierno anunció una serie de medidas para devolver 33 mil hectáreas de tierras a las comunidades. Sin embargo, el decreto aprobado en septiembre –el 124– sobre los procedimientos
de consulta y participación de los pueblos indígenas en decisiones que podrían afectarles directamente no cumplía las normas internacionales”. Enfatiza AI que “no se consultaron de manera adecuada ciertas iniciativas destinadas a incorporar el reconocimiento de los derechos de los pueblos indígenas a la Constitución de la República y al promulgar nuevas leyes que podrían tener un considerable impacto”.
Corte de Santiago paraliza obras en nuevo Aeropuerto Corte de Apelaciones de Santiago decretó la orden de paralizar toda obra destinada a la construcción del megaproyecto “Aeropuerto Internacional de La Araucanía”. Para el vocero de las comunidades afectas, el fallo reafirma la postura de las comunidades de que se le ha vulnerado el derecho a la consulta establecido en el Convenio 169 de la OIT. PAULINA ACEVEDO
¡Por la razón o la fuerza! BLAS PANTEL
E
n materia de políticas públicas y pueblos indígenas, el Programa de Gobierno 2010 de Sebastián Piñera menciona cuatros ejes principales para un supuesto cambio de enfoque y de práctica. A pesar de señalar con fuerza la “riqueza multicultural” del país, la necesidad de cuidar, tal cual como se cuidaría a un niño, la cultura e identidad indígenas, se constata al revisar estos ejes de la “nueva política indígena” que ellos representan un retroceso. Con un marcado enfoque indigenista e integracionista, nos hace recordar los viejos tiempos de aquella política estatal hacia los pueblos indígenas que tuvo fuerza en los países latinoamericanos durante la primera mitad del siglo XX. Es evidente que la ausencia del termino “derecho” y de una referencia a las recomendaciones de los órganos de la ONU en materia de pueblos indígenas, marco obligatorio de cualquier tipo de acción o política pública, refleja lo que será el futuro actuar de su administración. Cuatros son los ejes del Programa, donde se constata también, en un breve análisis, el fracaso de las políticas indígenas de los sucesivos gobiernos anteriores, mal enfocadas y excesivamente “ruralizantes”, además de las malas gestiones de CONADI. Primero, se menciona la creación de un Fondo de Desarrollo Indígena. También se señala la puesta en marcha del llamado Plan Araucanía. Segundo, en materia de política de tierra, se señala que se enfatizará en la utilización del mecanismo establecido en el artículo 20 letra a) de la Ley Indígena, por tanto con clara voluntad de enfocarse en una política individualista de subsidio, eludiendo la responsabilidad del Estado en relación a la restitución territorial. Tercero, se señala la instauración de una nueva institucionalidad. Que incluiría una Oficina de Asuntos Indígenas, además, se transformaría a CONADI en una Agencia de Desarrollo Indígena. En el mismo paquete se consigna también el tan postergado reconocimiento de los pueblos indígenas en la Constitución, y la creación de un Consejo de Pueblos Indígenas de carácter consultivo. Y cuarto, buscando “potenciar la identidad y cultura de los pueblos indígenas”, se señala la creación de “una comisión que realice un diagnóstico cultural para fomentar, a través de la educación formal, una comunicación cultural comprensiva entre los distintos grupos indígenas y la sociedad en su conjunto”. Lo que podemos destacar de estos cuatros ejes, es un enfoque claramente basado en la productividad y la integración de los pueblos indígenas a la economía de mercado. En forma paralela, con una visión asistencialista y de viejo paternalismo, se busca folklorisar aun más el tema indígena. Esta política indigenista, tiene la clara voluntad de consolidar el llamado Estado-Nación, lo que es coherente, a lo menos, con el logo de Gobierno: ¡por la razón o la fuerza! Cabe preguntarse, entonces, cómo la administración actual será capaz de establecer un diálogo constructivo con los pueblos indígenas, si tanto en el discurso como en la práctica, sus derechos se ven negados.
“Resulta inconcebible, Sr. Presidente Piñera, que todavía hoy se juzgue a los hermanos mapuches que defienden su territorio y recursos naturales, bajo la “Ley 18.314 Sobre Conductas Terroristas”, creada por la dictadura militar de Pinochet para perseguir a sus opositores políticos”. ADOLFO PÉREZ ESQUIVEL Premio Nobel de la Paz Agencias
* Abogado. Miembro del Observatorio Ciudadano
por PEDRO CAYUQUEO
n gran cataclismo marca el origen del mundo y la vida mapuche. El relato mítico, conocido como “Tren Tren y Kay Kay”, hace referencia a una gran inundación que afectó la tierra y que, según sus creencias, volverá a suceder si los mapuches abandonan su cultura y su particular relación de respeto con la tierra. “Allá en el mar, en lo más profundo vivía una gran culebra que se llamaba Kay Kay, un weza newen o fuerza negativa, del desequilibrio y el caos. Los mares obedecían las órdenes del culebrón y un día comenzaron a cubrir toda la tierra. Había otra culebra tan poderosa como la anterior pero que vivía en la tierra. Se llamaba Tren Tren y aconsejó a los mapuches que subieran a los cerros cuando las aguas comenzaran a subir. Así como los mares cubrían la tierra, los cerros comenzaron a crecer. Cuando Kay Kay ya no tuvo más agua disponible, la batalla entre ambas fuerzas terminó. Muchos mapuches no lograron subir a los cerros y se transformaron en shumpall. Finalmente sólo se salvaron cuatro personas, una pareja de ancianos: Kuse (anciana), Fucha (anciano), y una pareja de jóvenes: Ulcha (mujer joven) y Weche (hombre joven). Los ancianos transmitieron sabiduría a los jóvenes y estos a su vez a sus hijos, quienes poblaron la tierra una vez las aguas se retiraron y el equilibrio fue restablecido”.
El relato varia según quien lo cuente, pero el trasfondo es el mismo. “Desde niño se nos cuenta este epew (cuento), para enseñarnos a no olvidar de dónde venimos y cuál es nuestro lugar en este mundo. Somos hijos de la tierra y a ella le debemos gratitud y respeto”, señala Rogelio Marihuan, comunero del sector de Piedra Alta, en la comuna de Tirúa. Rogelio escuchó el mito de boca de su abuelo y lo transmitió más tarde a sus tres pequeños hijos. Reconoce que cada día menos gente lo conoce y que difícilmente llegue a ser enseñado algún día en las escuelas. “Mucha gente se ríe de estas cosas, dicen ‘son historias de indios’, pero guardan una gran verdad”, subraya Marihuan. Es esa verdad la que este campesino corroboró la madrugada del 27 de febrero, cuando desde el cerro donde se emplaza su hogar sintió como Tren Tren alertaba nuevamente a los suyos de un gran peligro: Kay Kay, la culebra señora de los mares, se estaba despertando. El maremoto que asoló la costa de Wallmapu, para mapuches como Rogelio, no es el mero capricho de placas tectónicas en pugna, posible de registrar en escalas Richter o Mercalli. Constituyen más bien señales o advertencias, avisos de que los equilibrios entre las fuerzas creadoras del mundo mapuche –resultado de aquella batalla original relatada en el mito- comienzan a tambalear. Por ello esa madrugada, mientras tres grandes olas arrasaban a pocos kilómetros de su hogar con Isla
Mocha y la localidad costera de Tirúa, Rogelio reunió a su familia y caminó hacia los sectores más altos. No fue el único. A su lado, iluminados por la luna llena, decenas de campesinos y pescadores mapuche-lafkenches miembros de su comunidad hacían lo mismo. Ninguno cargaba con bienes materiales. Una vez en la cima y con la silueta de Isla Mocha iluminada por la luna a sus espaldas, dieron paso a una rogativa tradicional. Al son del kultrún y la pifilka, Rogelio y los suyos danzaron y ofrecieron sus alimentos como ofrenda a los ngen (fuerzas) de la tierra hasta que el sol iluminó a lo lejos el desastre. Tirúa, la histórica comuna administrada por sucesivos alcaldes mapuches, estaba prácticamente en ruinas. Responsable del desastre habían sido las tres olas gigantescas que, entre las 4 y las 6 de la madrugada de aquel fatídico día, ingresaron al poblado por la desembocadura del río, arrasando literalmente con todo a su paso, incluido el edificio de la Municipalidad, una plazoleta ceremonial orgullo de las comunidades de la zona, y una franja de al menos tres o cuatro cuadras de viviendas y locales comerciales. Fueron decenas las comunidades mapuches que tras el maremoto se reunieron en nguillatunes y rogativas. Si bien las más afectadas fueron aquellas situadas en el lafkenmapu (sector costa del País Mapuche) en todo el territorio se convocaron ceremonias para aplacar la furia de Kay Kay. “En general, la gente mapuche de la costa se refugió
espiritualmente en el mismo mar ya que es al mismo ngenlafken a quien se le consulta lo que vendrá. Por ejemplo, mucha gente una vez que terminaron los temblores, al amanecer se dirigieron a los cerros cercanos al mar o a la misma orilla a realizar ofrendas y oraciones, llellipun, para preguntar a Mankian y al NgenLafken, qué es lo que se viene... eso a nivel individual o familiar. Luego desde lo colectivo, muchas comunidades o rewe, comunidades agrupadas, se reunieron y realizaron la ceremonia del lefkontupurun, que corresponde a la oración comunitaria cuando acontecen situaciones complejas o tristes”, señala Jaqueline Caniguan, poeta y lingüista de la comuna de Puerto Saavedra. Hija de una destacada machi del territorio lafkenche, Caniguan vivió el terremoto junto a su familia en el sector La Caleta. Allí se emplaza su hogar. A los pies del cerro Wilke. A solo escasos metros de la playa. Paradojalmente, los daños provocados por las tres grandes olas en Saavedra fueron mínimos, a diferencia del maremoto del año 1960 que arrasó totalmente con la ciudad-puerto, obligando a su posterior refundación en los cerros. Jaqueline no vivió aquel suceso, pero si Margarita, su fallecida madre. Fue esta quien le enseñó que siempre la tierra advierte a sus hijos del peligro inminente. “Ella me decía: siempre la naturaleza avisa, hay señales que vienen a través del pewma, los sueños, también otras que uno puede identificar en la misma naturaleza, por ejemplo el brote de las aguas o lo que sucede con los peces”, nos dice. “¿Quién se ha acordado de la gran mortandad de peces que hubo hace un tiempo en Queule?”, se pregunta Jaqueline. “¿O los sueños revueltos que uno mismo tenía semanas previas?... Pero bueno, un buen remezón sirve tal vez para retornar a la ciencia de nuestros pueblos originarios. Ya vimos en estos días que se corta la luz, no sirve el teléfono celular ni nada... Habrá que recurrir entonces al uso de los aliwen para transmitir mensajes, ver si las vertientes brotan o si los pozos se secan, escuchar más el aullido de los perros y todas esas cosas que les decimos supersticiones, pero que sabemos en alguna época correspondían a observaciones serias, efectivamente científicas”, subraya. Para Jaqueline, el terremoto y posterior tsunami ha dejado una gran lección. “He escuchado lo que los viejitos están diciendo en sus oraciones y una de las cosas que más me han impactado es cuando ellos dicen ‘que este temblor haga temblar nuestros corazones, para que aprendamos a escuchar con el corazón, con el pensamiento, con la cabeza’... Hoy los mapuches no sabemos "ver" las señales que se manifiestan en la misma naturaleza. ¡Y esto siempre va a suceder!, la tierra se manifiesta enviando señales que si uno las sabe interpretar, evita que sucedan catástrofes... La tierra es muy sabia, si creemos en el concepto de una madre, entonces, las madres siempre advierten a sus hijos, para que no sufran, pero sucedió que en esta ocasión los hijos somos sordos y hemos perdido la capacidad de `ver más allá’, de ‘leer la naturaleza’. Los mapuches antiguos eran certeros científicos que podían leer con precisión estas acciones de la naturaleza, por eso ordenaron el tiempo y sus detalles, establecieron la redondez de la tierra mucho antes que en Europa, identificaron los ciclos de la tierra, sus estaciones, etc…, somos nosotros, las nuevas generaciones, quienes estamos quedando ciegos frente a todo ello”, lamenta Caniguan. Tras el maremoto del año 60’, el más devastador del que exista registro en el planeta, las comunidades no solo organizaron nguillatunes y rogativas.
Daniel Cárcamo
También tuvo lugar un polémico sacrificio humano que mucha gente relaciona hoy con una leyenda local. Pero este sacrificio tuvo lugar. Ocurrió al atardecer del 22 de mayo, un día después del fatídico maremoto que también arrasó con el puerto fluvial de Valdivia. Aquella tarde José, un niño de 5 años, con la venia de su padre, fue sacrificado por la machi Luisa María Namuncura y lanzado al mar en el sector de Collileufu. Unos dicen que fue lanzado entero. Otros, que fue desmembrado. Lo cierto es que su cadáver nunca fue encontrado. La machi, junto a su hermana Juana, al abuelo del
menor, Juan José Namuncura Paiñao y Juan Paiñao, quien habría lanzado al niño al mar, fueron más tarde detenidos y condenados por la justicia chilena. El fallo fue dictado por el entonces juez subrogante Ricardo Aylwin, primo del ex primer presidente de la Concertación. El caso rápidamente alcanzó connotación internacional. En su estudio tuvo participación incluso el hoy desaparecido Instituto Indigenista Interamericano, con sede en México, en tanto la Corte Suprema de Justicia nombró en aquellos años una comisión de antropólogos, integrada entre otros por el sabio lituano Alejandro
Lipschutz para que analizara el hecho y evacuara un informe. La conclusión a que se llegó fue que el sacrificio del niño obedeció a una práctica cultural. Absolutamente extrema, pero cultural al fin y al cabo. Y es que en la cosmovisión mapuche, mientras más grave sea la acción hacia el ser humano, más grande debe ser el sacrificio para restablecer el equilibrio roto entre las fuerzas en pugna. Así lo consignaron los investigadores y así lo comprendieron las autoridades de la época. Producto del informe, la machi fue liberada de responsabilidad y con ella las demás personas que habían participado del ritual. Pese a ello, todos pasaron largos años en la cárcel de Imperial antes de ser liberados. Se cuenta que hasta el día de su muerte, la machi nunca entendió por qué la justicia los acusaba de asesinato. Y los habitantes de Puerto Saavedra, sus vecinos, de practicar la brujería. Jaqueline conoció la historia de boca de su madre. Y la recuerda con profunda tristeza. “Ese sacrifico está presente en la memoria colectiva de la zona del Budi. Fue realizado por una machi quien soñó que debía hacerlo. Mucha gente mapuche no reaccionó favorable a esa acción. Hasta hoy genera polémica. En lo personal me causa mucha tristeza, porque conozco las canciones que relatan la historia y son muy tristes, porque en ellas se cuenta como el pequeño que fue sacrificado rogaba que no lo mataran. Para mi es un recuerdo doloroso”, finaliza.
La comunidad perdida WLADIMIR PAINEMAL
A
rremete el mar, se abre la tierra, cunde la desesperación; se acerca la muerte a pasos ahogantes, el individuo corre tropezando buscando aire, vaciando sus pulmones a gritos. Nunca ha sentido esa sensación de soledad tan brutal, no sabe cómo pedir ayuda en medio de tanto desastre que lo rodea; no aprendió a saludar a su vecino, no sintió la enfermedad ajena, día a día alimentó solitariamente su ego de ganador. Sin embargo, ahora siente que necesita ayuda urgentemente, su mundo se derrumba y no sabe si pedirla a Dios o a esos desconocidos que corren esta madrugada junto a él en una maratón del “sálvese quien pueda”. El emprendedor solitario no tiene un centavo en los bolsillos, todo quedó en su tarjeta de crédito, la misma que no puede cambiar por un pedazo de pan ni menos transformarla en una tabla salvadora. Su cuerpo palpitante de solidaridad va comprendiendo lentamente que jamás aprendió a compartir, nunca entendió eso que algunos llaman comunidad, siempre relacionó la palabra “comunero” con unos indios del sur, atrasados y prehistóricos, y no con el concepto de solidaridad. Mientras se ahoga en el amanecer piensa en las zapatillas de 100 lucas
que no le sirvieron para correr a ningún lado y en el celular de 400 que no le sirvió para llamar a nadie. Viendo las imágenes de televisión no podemos quedar indiferentes al sinnúmero de testimonios angustiantes. El dolor más grande pareciera no estar en lo material, sino en el abandono, en la falta de solidaridad, en la impotencia ante el pillaje del propio
El dolor del “alma de Chile” no se resolverá con Teletones ni con batallones de militares patrullando calles donde reina el descontrol. Se requiere una revisión crítica acerca de lo que es Chile como país, de su pasado, presente y futuro. vecino. Sin embargo cabe preguntarse: ¿de qué nos extrañamos si durante 20 años los valores individuales han sido fomentados en Chile como una verdad casi incuestionable? Ante la tragedia se asoma la añoranza de un país más solidario, se nota un dejo de nostalgia de los tiempos antiguos, tiempos de vecindad, de barrio, de comunidad,
aquellos espacios que le brindaban soporte moral a la conducta de todos y cada uno; ¡si hasta los ladrones tenían entonces su moral! solo le robaban a los ricos, jamás a los suyos. Moral de ladrón, pero moral al fin y al cabo. ¿Existió esta comunidad alguna vez en Chile? Y si la hubo, ¿cuándo se perdió? En un país impactado por la reacción de la gente frente a la catástrofe, donde el pillaje y la autodefensa de la “propiedad privada” marcaron la tónica, pareciera cobrar sentido la palabra “comunero/a”, aquel representante de lo que se conoce hoy como la comunidad mapuche rural. “Comunero”, el mismo que despierta los miedos más profundos de las empresas forestales del sur, aquel “sujetoproblema” de las instituciones públicas y objeto de persecución y estigma por parte de las instituciones policiales. Denostado por su naturaleza colectiva, el “comunero/a” es el objeto de la política pública que busca transformar a toda costa a los mapuche en “emprendedores individuales”. Política pública influenciada por un modelo económico neoliberal que prioriza la individualidad por sobre lo colectivo, al consumidor por sobre el ciudadano, la competencia por sobre la reciprocidad. Chile tiene hoy una oportunidad histórica de enmendar el rumbo, reconociendo dos fracturas que han quedado en evidencia tras el terremoto. La primera es la fractura económicosocial que provoca una desigualdad de la cual los mapuche y los pueblos originarios somos una muestra pal-
pable si de índices de desarrollo económico se trata. La segunda fractura tiene relación con la propia identidad del país. Chile emerge en el siglo XIX como Estado. La construcción de la “nación chilena” sería -y es hasta hoyuna tarea pendiente, inconclusa, con poco futuro si se sigue pensando a semejanza de Inglaterra y dando la espalda a su profunda identidad originaria. No se trata que los chilenos se transformen en mapuche o aymara. O que estos últimos se hagan finalmente chilenos. Más bien que unos y otros aprendamos a reconocernos y valorarnos en nuestra diferencia. Así se construye comunidad. Es urgente preguntarse por la reconstrucción material de Chile tras el terremoto. Pero también por su reconstrucción social, cultural y política, mucho más profunda que cualquier reposición de infraestructura derrumbada. ¿Cómo se generan nuevas legitimidades, nuevos rumbos, en un país que no tiene clara su identidad, que no está reconciliado con su pasado y que reniega porfiadamente de su composición indígena? El dolor del “alma de Chile” no se resolverá con Teletones ni con batallones de militares patrullando calles donde reina el descontrol. Se requiere una revisión crítica acerca de lo que es Chile como país, de su pasado, presente y futuro. Solo así, mapuches y chilenos, podremos enfrentar y compartir algún día nuestros dolores como pueblos hermanos. * Su autor es Antropólogo, subdirector de Azkintuwe.
Las fracturas de Chile JOSÉ AYLWIN
N
uevamente un terremoto ha azotado al país. El movimiento telúrico, de una fuerza impresionante, y el maremoto que lo siguió, han provocado la muerte de centenares de personas, la desaparición de otras tantas, la destrucción de edificios, viviendas e infraestructura vial, en el centro y sur de Chile. Las imágenes de televisión son devastadoras, y el sufrimiento de la gente es enorme. Todos y todas quienes habitamos este país debemos movilizarnos en forma solidaria para ir en ayuda de los más afectados, para paliar, al menos en parte, los daños y sufrimientos provocados por el terremoto. Deberíamos, además, exigir del estado, como garante del bien común, el rol que le corresponde en la reconstrucción del país. No puede sino señalarse, aunque sea en un momento tan triste como este, que el terremoto deja en evidencia algunas de las fracturas históricas de Chile; la que se genera cada cierto tiempo por el choque de la placa de
Nazca y la placa de Sudamérica, desencadenando movimientos sísmicos de gran intensidad, y la de la ausencia del estado, con la consiguiente inequidad entre sus habitantes e injusticia social que esta realidad genera. Sobre la primera fractura, tenemos ya suficiente información y evidencia científica, aunque resulta evidente que tal información no ha sido suficientemente difundida en la población por parte del estado, que tiene la responsabilidad de hacerlo. Sobre la segunda, lamentablemente, tenemos aún menos conciencia. Lo que el terremoto nos hace ver, es que tras veinte años desde el término de la dictadura, Chile no cuenta con un estado sólido que permita abordar este tipo de catástrofes. Ello se evidencia en la ausencia de planificación urbana y de información a la población para hacer frente a los tsunamis, y en la prolongada demora de las instancias tanto civiles como militares que lo componen para ir en ayuda de los afectados (cuando llega, lo hace tarde, y
para implantar el estado de catástrofe). También queda de manifiesto en la inexistencia de una red pública de información (por varios días fue una radio privada la casi exclusiva fuente de información de los hechos) y en la ausencia de control público sobre los servicios de primera necesidad (aguas, energía, telefonía) indispensables para la población frente a catástrofes de este tipo, servicios que
El terremoto del sábado 27 de febrero desenmascara una realidad que la elite política y los medios de comunicación se han empecinado en negar. como sabemos se encuentran poder de privados. Otro hecho que da cuenta de la ausencia no solo de un estado sólido en Chile, sino también de una sociedad cohesionada, es la triste realidad de saqueos de supermercados y tiendas que hemos visto en las pantallas de televisión. Tales saqueos, al menos en algunos casos, encuentran su explicación en la percepción de injusticia que existe en sectores de la población que, en momentos de emergencia como este, consideran válido vaciar los estantes que, con el aval
del estado, han acumulado riquezas a sus expensas, mientras ellos permanecen empobrecidos. El terremoto del sábado 27 de febrero desenmascara una realidad que la elite política y los medios de comunicación se han empecinado en negar; la de un país en que coexiste la opulencia con la pobreza material, el primer mundo con el tercer mundo. A pesar de los esfuerzos que ellos han realizado por años para mostrarnos a Chile como un país ganador, un país que deja la región para insertarse, a través de tratados de libre comercio y, más recientemente, de su incorporación en la OECD, el terremoto ha develado la inequidad social que sigue existiendo. El gobierno ha pasado a ser conducido por Sebastián Piñera, un hombre que construyó una de las mayores fortunas del país, precisamente sobre la base del desmantelamiento del estado y de un sistema económico que hizo de Chile uno de los países de mayor desigualdad en la distribución del ingreso. Nada hace pensar que estos fenómenos tan dramáticamente develados por el terremoto serán superados bajo su administración.
Qué destapó el terremoto MARCOS ROITMAN
E
xisten países que siempre se verán afectados por catástrofes naturales. Chile es uno de ellos. Los terremotos y tsunamis han dejado una huella profunda en su historia. No son una excepción. Es una tragedia que se repite. El problema tiene dos caras. Una hace referencia a la naturaleza del fenómeno y la otra al contexto sociopolítico y económico en el cual se produce. Primero nos encontramos ante la incapacidad humana de predecirlos con suficiente antelación para alertar a la ciudadanía. Y en segundo lugar tenemos el grado de organización del Estado para enfrentar sus consecuencias, no importando su magnitud. En Chile, tras el golpe militar de 1973, el Estado ha sido desmantelado y sus organizaciones sociales populares perseguidas y desarticuladas. En este contexto, cualquier catástrofe natural cobra una dimensión mucho mayor. Si tomamos como ejemplo los terremotos de 1960 en pleno gobierno conservador de Jorge Alessandri, de similares características en intensidad, y el de 1971, ocurrido
durante el gobierno de la UP, encontramos grandes diferencias en la forma cómo se abordaron y en la respuesta de toda la ciudadanía. La solidaridad unió a los chilenos en la tragedia. Todos quisieron aportar su grano de arena. Trabajos voluntarios, colectas y sobretodo cooperación. No hubo necesidad de aplicar leyes de excepción, imponer el toque de queda o llamar al ejército a defender la “propiedad privada” de las hoy opulentas clases dominantes surgidas al amparo del neoliberalismo. Esta sutil pero radical diferencia marca la línea divisoria. En el siglo pasado, el Estado por vía de sus organismos públicos, asumió la distribución de medicinas, instaló hospitales de campaña, trasladó a los enfermos más graves a centros hospitalarios y distribuyó comida, agua y mantas. No hubo desmanes, ni asaltos, ni nada parecido. Existía conciencia de poseer una ciudadanía republicana que obligaba colectivamente. La respuesta fue un símbolo de unidad. Gobierno, instituciones, partidos políticos, movimientos sociales actuaron al unísono.
Hoy, tras el terremoto, no es posible articular una respuesta solidaria y eficaz. Los gobernantes de Chile sólo han podido recurrir a la fuerza bruta. El país no posee la capacidad de respuesta de antaño. Todo es diferente. Las acciones del gobierno y la oposición buscan otros objetivos. Ya no se trata de paliar los efectos humanos y sociales del sismo. Se debe afirmar y mantener una mentira, aquella que señala a Chile como un país de éxito y autosuficiente. Con este relato se quieren minimizar las consecuencias y dejar incólume los fundamentos deshumanizadores del neoliberalismo.
Seguramente, con estos dones, algunos especuladores se están frotando las manos para encauzar los megaproyectos de “reconstrucción”. Así, el sismo dejará pingues beneficios. Por estas razones, las autoridades políticas sólo han pensado en atacar el problema en una dirección: declarar el toque de queda, militarizar las zonas afectadas y aplicar la ley marcial. Sin duda, al hacerlo han dejado al descubierto las contradicciones del actual sistema político chileno: sus carencias democráticas. * Su autor es doctor en Sociología. Profesor Titular de la Universidad Complutense de Madrid
por DARIO ARANDA, en Buenos Aires
N
unca en doscientos años los pueblos indígenas habían llegado con tanta masividad hasta el centro del poder político de la República Argentina. Y el reclamo, unívoco y contundente, fue el mismo de los últimos dos siglos: tierra, rechazo a las empresas que los desalojan, respeto a su cultura ancestral y justicia frente a los atropellos del pasado y el presente. “La tierra, robada, será recuperada”, fue el canto con el que las comunidades indígenas de diez provincias ingresaron la tarde del 20/05 a Plaza de Mayo. Todos los discursos denunciaron el rol extractivo y contaminante de las compañías mineras, agropecuarias y petroleras, y también a la dirigencia política “que por acción u omisión permite nuestra opresión”. Aclararon que no marcharon para festejar el Bicentenario, sino para “mostrar que seguimos vivos”. La presidenta Cristina Fernández de Kirchner los recibió en la Casa de Gobierno y prometió atender sus reclamos. Luego de ocho días de marcha, Jorge Nahuel, de la Confederación Mapuche de Neuquén, aseguró que esperaban “anuncios concretos a las históricas demandas”.
Amaru, que dirige la jujeña Milagro Sala. “Es una marcha histórica, nos animamos a llegar hasta este mundo de edificios, asfalto, y venimos con respeto pero también fuerza, queremos que les quede claro que los grandes negocios de las empresas arrasan nuestras tierras y se llevan nuestra vida”, graficó al comienzo de la marcha Félix Díaz, pilagá de la comunidad La Primavera de Formosa, uno de los ocho mil indígenas que llegaron hasta Buenos Aires.
La movilización fue impulsada por la Confederación Mapuche de Neuquén, la Unión de los Pueblos de la Nación Diaguita (UPND de Tucumán), Kollamarka de Salta y el Consejo de Autoridades Indígenas de Formosa. También participó el Movimiento Campesino de Santiago del Estero (Mocase-Vía Campesina) y contó con el apoyo fundamental de la organización barrial Tupac
Las columnas de comunidades indígenas ocuparon siete cuadras de la avenida 9 de Julio. Lo ancho de todo un carril estaba desbordado de rostros curtidos, abuelos, muchas mujeres, niños y gran cantidad de jóvenes. En Diagonal Norte los esperaron organizaciones sociales, Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora y la Central de Trabajadores Argentinos (CTA). Camino hacia la Plaza, desde algunos edifi-
cios tiraban papelitos, aplaudían el paso indígena y las banderas argentinas convivían con las wiphala andina y la wenufoye mapuche, emblemas multicolores de los pueblos en marcha. “Caminando por la verdad, hacia un Estado plurinacional”, fue la consigna de la marcha, que comenzó el 12 de mayo en Jujuy, Misiones y Neuquén, atravesó diez provincias y contó con la presencia de los pueblos kolla, mapuche, qom-toba, diaguita, lule, huarpe, wichí, mocoví, guaraní, vilela, sanavirones y guaycurú. Elías Maripan, de la Confederación Mapuche de Neuquén (CMN), arengó desde el escenario. “Los pueblos originarios están de pie, dignos y conscientes de sus derechos”, gritó con el puño en alto. La multitud lo ovacionó. Desde el ingreso de las columnas a la ciudad de Buenos se hizo hincapié en el pliego consen-
suado antes de comenzar la marcha. Territorio, cultura-educación, “madre naturaleza” y reparación económica. En base a leyes ya vigentes, exigen inmediato reconocimiento y restitución de tierras, aplicar con urgencia el derecho a la consulta y consentimiento sobre los hechos y acciones que los afectan, y la aplicación efectiva de la Ley 26.160, de emergencia territorial, ya vigente hace cuatro años y muy demorada en su aplicación en diversas provincias. En el plano cultural solicitaron reconocimiento de las lenguas indígenas como idiomas oficiales, incluir planes de estudio interculturales, crear universidades e institutos de formación indígena y suplantar el 12 de octubre por fechas significativas de los pueblos originarios. “Solicitamos la derogación del Código de Minería”, remarcan desde la convocatoria –como freno a la avanzada de la minería metalífera a gran escala– e impulsan la creación de un “tribunal de justicia climática”. David Sarapura, de la Coordinadora de Organizaciones Kollas Autónomas (Kollamarka, de Salta), aclaró que la marcha “no es para festejar el Bicentenario, marchamos para demostrar que estamos vivos, que somos los antiguos pobladores de esta tierra y que hemos resistido y seguiremos resistiendo, eso es lo que nos llevó a todos los hermanos a estar en esta marcha. Lo que sí festejamos es que estamos vivos”. La Presidenta recibió a una treintena de delegados durante una hora. “Propuso una agenda de trabajo para la primera quincena de junio. Dijo que está de acuerdo en muchos puntos, y en otros para nada. Suponemos que no comparte nuestro rechazo a la minería, las petroleras y empresas que saquean y contaminan nuestros territorios, no lo dijo pero lo dio a entender”, explicó Jorge Nahuel, de la Confederación Mapuche, y reconoció que esperan “anuncios concretos. Nos hubiera gustado respuestas claras a nuestras demandas, pero sabemos que al Estado les cuesta entender nuestra realidad, aunque tiene claro que estamos organizados y no bajaremos las demandas”. El derecho y la protección del territorio es la histórica demanda de todos los pueblos indígenas, sin distinción de pueblos y regiones. Una investigación de Página/12 reveló en 2007 que existen al menos 8,6 millones de hectáreas en conflicto entre comunidades indígenas y multinacionales mineras, los estados provinciales y nacional, privados multimillonarios –aunque también algunos menos acaudalados–, empresarios turísticos, plantas de celulosa, empresas sojeras, universidades nacionales y, según acotan las comunidades, “un sistema político y judicial que desobedece las leyes”. En la misma línea, un trabajo de la organización Red Agroforestal Chaco Argentina (Redaf) relevó seis provincias del noreste argentino y aportó datos inéditos: cinco millones de hectáreas en conflicto, casi 600 mil personas afectadas, y confirma que el sector privado y estatal son los principales opositores a los campesinos e indígenas. El informe demuestra que la mayor conflictividad comenzó en la década del 90, de la mano del avance de la soja sobre el norte del país. Jorge Nahuel, aseguró que ahora los pueblos indígenas están “movilizados, se hacen escuchar y tienen una fortaleza mayor que hace décadas”. Un sector organizado, pero atomizado En Argentina habitan, según datos oficiales, 600 mil personas que se reconocen pertenecientes o descendientes de 24 pueblos indígenas. Las organizaciones indígenas aseguran que el número es
mayor, cercano al 1,5 millón de personas, y afirman que hay al menos 30 pueblos indígenas. En el país no hay una organización que nuclea a todas las comunidades, ni siquiera existe un organización que reúna a todos los indígenas de una provincia o pueblo. Al contrario, en provincias con alta población indígena (Chaco, Salta, Jujuy, Formosa, Misiones o las patagónicas) existen decenas de organizaciones, disputas, divisiones y, en algunos casos, alianzas con gobiernos provinciales o nacional. Las demandas explicitadas en la marcha son tan antiguas como la conformación del Estado nacional argentino. En toda la historia indígena hubo reclamos, de distintos modos (huelgas, enfrentamientos, marchas, cortes de ruta) y en distintos lugares del país, pero nunca una movilización tan masiva y heterogénea había llegado a Buenos Aires. La marcha no estuvo ajena a polémicas y enfrentamientos dentro de las mismas organizaciones indígenas, atomizadas por diversos factores, en su mayoría externos a los intereses de sus propios pueblos. La movilización comenzó a gestarse en diciembre pasado. En febrero de este año contó con el visto bueno del Gobierno, que acompañó la iniciativa desde el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (INAI), el Ministerio de Desarrollo Social y desde Radio y Televisión Argentina (RTA). Pero una división entre organizaciones significó el retiro del apoyo económico a la marcha. El otro sector, llamado Encuentro Nacional de Pueblos Originarios, que reúne a una decena de organizaciones articuladas tras el proceso que gestó la nueva Ley de Medios, sí cuenta con el respaldo del INAI y también fue recibido por la Presidenta, que realizó junto a ellos un acto en el Salón de la Mujer de Casa de Gobierno. Ambos sectores son afines al gobierno nacional, enarbolan las mismas demandas, sobre todo territorio, eje central de todas las comunidades indígenas del país. Otro sector se reunirá el lunes y martes próximo en lo que se denomina “el otro bicentenario, el bicentenario de los pueblos”. Participan organizaciones sociales, comunidades indígenas de Salta, Chaco, Jujuy, Tucumán y Formosa. También estará la Organización de Comunidades de Pueblos Originarios (Orcopo) y la mayor parte de los reclamos pasan por el rechazo a las industrias extractivas y el papel del Gobierno. Leyes para incumplir A lo largo de los ocho días de marchas indígenas no se pidió la sanción de nuevas leyes, sino el cumplimiento de las ya existentes. El libro “Crónicas de la resistencia Mapuche”, un completo relato histórico del investigador y periodista, Adrián Moyano, da cuenta de que esos incumplimientos son recurrentes a lo largo de la historia. Recuerda la violación sistemática de tratados de paz firmados por la corona española y, luego, el Estado argentino. Revela que se acordaba con los pueblos indígenas, pero los gobiernos luego violaban esos pactos para avanzar sobre tierras ancestrales y asesinar comunidades. “Al internarse las tropas de Roca en territorio indígena, varios de esos tratados estaban en vigencia. Sin embargo, a los que invadían en nombre de su civilización no les importó respetar los acuerdos que habían celebrado poco tiempo antes”, denuncia Moyano, corresponsal de Azkintuwe en Bariloche. En el marco del Seminario de Derecho Indígena Comparado, en 1998, el especialista en historia del derecho del Conicet Abelardo Levaggi identificó 74 tratados con comunidades indígenas. Su gran mayoría fueron incumplidos por las autoridades
argentinas, que violaron la ley y desconocieron los derechos indígenas. Un sector importante de la clase política consideró que el 1º de noviembre de 2006 era el “día de la reparación histórica”. El Congreso acababa de sancionar la Ley 26.160, que declaraba por cuatro años la “emergencia en materia y propiedad de las tierras que tradicionalmente ocupan las comunidades indígenas”. La norma suspendía los desalojos por parte de los tribunales de justicia y comprometía al Estado a realizar un relevamiento técnico, jurídico y catastral para otorgar la tenencia definitiva de las tierras ocupadas ancestralmente. Tan retrasada estaba la aplicación de la ley que fue prorrogada otros tres años. El noviembre
de 2009, el Congreso aprobó que se extendiera el plazo hasta el año 2013. En la actualidad los derechos indígenas constan en el artículo 75, incisos 17 y 22, de la Constitución nacional, el Convenio 169 de la OIT y una decena de constituciones provinciales. Son sólo algunas de las legislaciones que reconocen la preexistencia étnica y cultural de los pueblos indígenas, garantizan el respeto a su identidad, derecho a una educación bilingüe, aseguran la participación en la gestión referida a los recursos naturales y reconocen la posesión y propiedad comunitarias de las tierras que tradicionalmente ocupan. Al menos en el papel.
"Caminando por la Verdad, hacia un Estado Plurinacional" Esta fue la consigna de la multitudinaria marcha que comenzó el 12 de mayo en Jujuy, Misiones y Neuquén, atravesó diez provincias y arribó a Buenos Aires días antes del festejo Bicentenario. A continuación, los principales pasajes del documento emitido por las organizaciones indígenas convocantes. de la Presidente Cristina Kirchner. Allí llegarán cientos, miles marchando por nuestra identidad, historia y dignidad. Llegaremos desde los 4 puntos cardinales de nuestros territorios. Ante una población porteña que nos miraran curiosos y asombrados, estaremos los preexistentes. Los que no deberían existir según las profecías liberales y campañas republicanas del siglo XIX. Los que fuimos dados por muertos en la celebración del 1º Centenario.
rgentina es Plurinacional y Pluricultural. Pre-existimos más de 30 naciones originarias. Esa enorme riqueza cultural, representa: mas de 20 idiomas preexistentes al castellano; Cosmovisiones milenarias que a pesar de mas de cinco siglos de represión religiosa mantienen el vínculo y la interdependencia con nuestros mundos naturales; Normas de justicia y convivencia que nos permite mantener un Sistema Comunitario de vida, en muchos territorios donde no llega el Estado. Conocimientos, saberes y prácticas que sostienen nuestros sistemas de salud, nuestros sistemas de producción, y nuestros sistemas educativos, que sostienen identidades basados en principios éticos y morales, que pueden ser alternativas para una sociedad que hoy en día esta acostumbrada a un sistema basado en la violencia, el consumismo y la explotación de nuestra madre naturaleza. Sin embargo, esta diversidad cultural durante 200 años de vida republicana, ha sido menospreciada, invisible, clandestina, ocultada como un elemento de vergüenza que hay que disimular. A pesar de ello, los Pueblos Indígenas en Argentina nos hemos mantenido por la fuerza de nuestra memoria histórica y de nuestras cosmovisiones. Esta exclusión se refleja con la aparición pública de nuestra imagen en épocas preelectorales o en festivales folclóricos, o en su caso en noticias trágicas, en donde somos victimas de enfermedades y pestes de otra época. Pero somos Pueblos Indígenas Originarios, soberanos en nuestros territorios, tierras y recursos naturales.Territorio, cuyo Ejército Nacional Argentino, financiado por capitales británicos y la oligarquía terrateniente, llego con su carga de muerte, usurpación y destrucción, completando lo realizado por la corona española. Julio A. Roca generó el primer caso de Terrorismo de Estado, apremios ilegales, exiliados, desterrados, tráfico y apropiación de niños y desaparición forzosa de familias, comunidades y Pueblos enteros que aun esperamos la reparación histórica que a muchas generaciones nos fue negada. Reparación que no podíamos esperar de los héroes patricios, ni de discriminadores y racistas gobiernos, que se sucedieron hasta el día de hoy. Peor fue la suerte con nuestros pueblos, al caer en manos de gobiernos feudales en provincias donde la impunidad y el abuso de poder son algo que aun no se logra parar. El reconocimiento jurídico y constitucional que tanta movilización y fuerza indígena exigió, hoy lo tenemos
Pero también estarán hermanos del pueblo argentino, los movimientos sociales, que reconocen a los pueblos indígenas preexistentes, los que reflexionan sobre este Bicentenario, los que cuestionan, los que no se sienten llamados a festejos ni fuegos artificiales, los que saben que vivimos un momento de intensa pulseada con los poderes tradicionales y coloniales, dispuestos a todo por mantener sus privilegios e impunidad. Estos poderes serán los últimos en aceptar lo que se viene, lo que debe ser: un siglo XXI de las identidades plurales, de las ciudadanías, y de naciones preexistentes que conviven en un Estado Plurinacional. Pacto del Estado con los Pueblos Originarios para la creación de un Estado Plurinacional Reparación Territorial escrito, aprobado y es base para una nueva institucionalidad, de relación de Pueblos Indígenas y Estados. Ello nos da una oportunidad histórica de avanzar hacia un Estado que reconozca y consolide un nuevo Estado Plurinacional, que contenga y se fortalezca constituyendo una sociedad pluralista y democrática. Esta oportunidad que nos brinda la historia, es una forma de hacer una pausa ante el cambio planetario que nuestros mayores y sabios nos anunciaron durante siglos y que hoy se hacen evidentes en la crisis global climática, cultural y social. Nuestra Madre Naturaleza nos llama, nos sacude, nos golpea, para que paremos tanto saqueo irracional. Para estos cambios, no bastan cambios constitucionales. Se requiere un cambio político cultural, de tiempos y de ética (principios). Un cambio del orden de las cosas, de los símbolos, del lenguaje, de los ritos, de los actos públicos e íntimos de la política. En este cambio, los Pueblos Indígenas Originarios nos comprometemos a ser actores y sujetos históricos fundamentales. El Bicentenario debe ser la oportunidad histórica para generar el acto de
reivindicación que las naciones originarias esperan en el silencio de sus montes, cordilleras, estepas, valles y montañas. Un silencio que ha sido interrumpido por el tronar de motosierras que todo desmontan, el rugido de topadoras y explosivos de las mineras que todo lo vuelan, el ingreso de petroleras que todo lo envenenan, la penetración de iglesias y sectas que todo lo convierten, partidos políticos y ofertas electorales que quiebran toda la unidad comunitaria. Para este acto de reivindicación, reparación y restitución histórica, es un buen augurio que sea una mujer Presidente, quien debe responder este desafío con el coraje histórico que requiere. Porque nuestra presencia con clara identidad indígena, a pesar de siglos de represión, explotación y despojo no sería igual, de no haber existido las Micaela Bastida, Guacolda, Juana Zurduy, Bartolina Sisa, Fresia, etc. Hoy, son ellas quienes sostienen la lucha inclaudicable por nuestras cosmovisiones, arte, idiomas, saberes y que son ejemplos de nuestras luchas territoriales. Ellas también llegarán hasta la misma puerta del poder político en Plaza de Mayo, para oír la respuesta tan esperada de boca
- Decisión política inmediata para se realice el reconocimiento y restitución a los Pueblos Originarios y sus comunidades de tierras aptas y suficientes en manos del Estado nacional en jurisdicción de diversos organismos (Ejército, Parques Nacionales, Universidades, etc) para paliar la necesidad imperiosa de espacio físico para nuestro desarrollo económico y cultural; - Se reglamente y se aplique con urgencia el Derecho a la Consulta y Consentimiento, reconocido en diversos instrumentos jurídicos, como mecanismo de resguardo y protección de nuestras vidas y territorios; - Que se ordene la mensura y titulación de todos los territorios indígenas, como paso inmediato a la aplicación urgente del “Programa de Relevamiento Territorial – Ley 26.160 y 26.554, bajo el marco legal vigente; - Decisión Presidencial de aplicar de una vez la Ley de Relevamiento Territorial aprobada hace 4 años. Esta ley es frenada por los Gobernadores Provinciales, que por proteger intereses de terratenientes y empresarios impiden que se aplique. El Estado nacional tiene plena facultades para implementarla a través de INAI.
Luís Penchuleo: "Una fuerza política mapuche es más necesaria que nunca" En la capital del País Mapuche tuvo lugar la Asamblea del Partido Mapuche Wallmapuwen. Iniciar un debate interno y renovar su mesa directiva fueron algunos de los objetivos de la reunión, desarrollada en el Hogar Pelontuwe. Los asistentes reafirmaron su voluntad de seguir trabajando en la gestación del primer partido político mapuche, nacionalista y de izquierdas. WLADIMIR PAINEMAL
I
ascual Pichún Collonao es un joven mapuche de 27 años, reconocido militante y comunicador social. Este 2010 debía cursar cuarto año de la carrera de Periodismo en la Universidad Nacional de La Plata, donde se destacaba por su buen rendimiento y férreo compromiso. Además, formaba parte del equipo de redactores de Azkintuwe, medio en el cual firmaba sus artículos con el seudónimo de “Manuel Lonkopan ” e integraba el equipo del programa radial La Flecha de la ciudad de La Plata, ello en Radio Estación Sur. A ello se sumaba su reciente incorporación como encargado de la web informativa del Encuentro de Comunicadores Indígenas de Argentina. Pero cruzó la cordillera hacia Chile y terminó preso. La situación de Pichun, quién solicitó refugio político en Argentina tras escapar de la justicia chilena el año 2002, no ha sido color de rosa. Haber logrado salir de Chile sin que agentes policiales pudieran detectarlo, no im-
plicaba seguridad emocional para soportar estos largos años de destierro. Vivir el autoexilio obligado no le resultó para nada fácil. Menos aun considerando que al momento de su salida del País Mapuche recién rondaba los 20 años y jamás había pasado por su mente alejarse tan violentamente de su lugar de origen y familiares. El irse teniendo que evadir una condena injusta, que involucró intereses de latifundistas y madereras, significó un duro golpe en su vida, reconoce. Y es que su caso constituye uno de los episodios más emblemáticos de la persecución judicial y política que afecta a los mapuches en Chile por parte del Estado. Pascual, junto a su hermano Rafael, fue
acusado el 2002 de incendiar un camión forestal en las cercanías de su comunidad en Temulemu, comuna de Traiguén. Pese a que negaron su participación en los hechos que se les imputaban y a no existir pruebas concretas que acreditaran la intervención de ambos hermanos, de igual modo fueron condenados a 5 años de cárcel por el Tribunal Oral en lo Penal de Angol. ¿La supuesta víctima? el abogado, latifundista y ex ministro de Estado, Juan Agustín Figueroa Yávar, uno de los hombres más influyentes y poderosos de Chile. Por ello ambos hermanos se dieron a la fuga. Y mientras Rafael era detenido un año más tarde, Pascual aparecería el 2005 en Buenos Aires solicitando refugio político.
Pero no sólo los ambos hermanos han sido víctimas de una severa persecución judicial y política sino también otros miembros de su familia. Uno de ellos ha sido su padre, el reconocido lonko Pascual Pichún Paillalao, víctima de una feroz casería bajo la administración del ex presidente Ricardo Lagos. El encarcelamiento de su padre y hermano en Chile, sumado a su lejanía obligada en un país extraño, significó una dura prueba para Pascual. Cuenta que el año 2009 fue el más complejo de todos. Atravesó una fuerte crisis existencial y ya no le encontraba sentido a permanecer en Argentina, ello pese a estar estudiando y desarrollándose como futuro periodista, y a tener varios proyectos comunicacionales en carpeta.
Nada de ello era suficiente para él. Sentía la necesidad de vivir lo que estaba sucediendo en Gulumapu, de experimentar en carne propia los procesos que se venían sucediendo en su comunidad, nos confiesa. “Había un sentimiento latente que no podía pasar por alto, un tema de conciencia, la necesidad de aportar en algún sentido a esta lucha desde el lugar que me corresponde y no desde la distancia”. “Sí bien en Argentina hay instancias de reivindicación -agrega-, son otros los procesos sociales y políticos que se viven allá. Con esto no quiere decir que no me identifico con la lucha que se da en Puelmapu, el tema es que no me sentía tan comprometido como pudiera sentirme con la situación de demanda que vive el pueblo mapuche en Chile”. Aunque su meta inicial era terminar sus estudios de Periodismo, que inició en la Universidad Nacional de La Plata, con el correr del tiempo la situación se volvía cada año más dificultosa. “Fueron siete años muy duros en términos afectivos, emocionales y sobre todo en el plano familiar. Esto último acabó por convencerme que debía regresar, y con ello dar por cerrado un ciclo y a la vez sentía que debía dar-le un giro a mi vida”.
ban y me miraban a mí y no se convencían de que yo era el de la foto. Tanto así, que en reiteradas ocasiones, mientras me interrogaban, se referían a mi llamándome Pascual, con la idea de que reconociera de que era Pascual y no Rafael como les quise hacer entender. Con ese diálogo estuvimos por horas en la 2ª Comisaría de Temuko, hasta que llegó personal de Criminalística quien realizó la verificación de huellas dactilares y determinó finalmente quien era yo”. “A esas alturas ya no había nada que hacer, sólo reconocer quién era”, señala. Pese a la compleja situación en la que se encontraba, siempre se mantuvo tranquilo y muy firme en sus declaraciones, nos relata. Pascual reconoce que era esperable una posible detención policial. Por ello, al decidir cruzar hacia Chile, lo hace asumiendo todos los riesgos que ello implicaba. El principal de todos; el ser arrestado. Solidaridad anula fronteras Una vez que la detención de Pascual Pichún fue noticia en los medios y
se muestra sorprendido, guardando unos minutos de silencio. Pascual contra pregunta “¿Es mucho el apoyo?”, sin poder dimensionar las demostraciones de cariño a ambos lados de la cordillera. Lo sorprende porque no se esperaba que después de tantos años fuera de Chile, su regreso y posterior prisión generara tal revuelo. Pese a sentirse agradecido por el apoyo que está recibiendo hace hincapié que más que un respaldo hacía su persona, espera es que exista una real toma de conciencia de la situación que enfrenta el Pueblo Mapuche en su conjunto. Lo que sí reconoce no le sorprende saber es el respaldo generado desde Argentina. De alguna forma se lo esperaba, nos dice. Los lazos de amistad y compañerismo que logró establecer durante sus siete años de refugio en el país trasandino eran su carta más segura. Hoy Pascual Pichún se encuentra recluido en la cárcel de Traiguén, cumpliendo condena, de cinco años, por un caso ya juzgado el año 2002. Según el abogado del Observatorio Ciudadano, Ernando Silva, se están estudiando las posibles salidas administrativas que per-
Pascual, en el vecino país existe más apertura desde el Estado para tratar los temas relacionados con los pueblos indígenas, además de contar estos últimos con una creciente solidaridad desde los más variados sectores de la sociedad argentina, que no dudan en ir en apoyo y movilizarse junto a los movimientos indígenas del país. Este escenario dista mucho de lo acontecido en Chile. “Acá no existe un real compromiso social, pareciera que la sociedad chilena quedó moldeada al sistema dictatorial y les cuesta desmarcarse de esa parte de la historia. Sin embargo, no se puede ignorar que día a día son más los mapuches que adquieren un grado de conciencia, de convicción y buscan comprometerse con esta lucha. El que sean jóvenes los que asuman y toman conciencia de lo que significa ser parte del pueblo mapuche, más allá de llevar un apellido, no deja de ser gratificante”, subraya . Pese a asumir las consecuencias que acarreó su reingreso al país, este joven periodista no deja de sentir desconfianza pues sabe que seguirá siendo perseguido
El día de la detención Llevaba una semana en el país antes de su detención, tiempo que estuvo refugiado en su comunidad en Temulemu comuna de Traiguén. Según nos relata Pascual fueron días tranquilos que aprovechó para compartir con el círculo más cercano de la familia. Sin embargo, lograron percatarse de movimientos y la presencia de personas extrañas en las cercanías del lugar. Pese a ello, no significó mayor riesgo su estadía en el sector. Decidieron, en días posteriores, bajar a Temuko con su hermano Rafael, con la idea de adquirir una manta (makuñ) para Pascual. Se venía la celebración del nguillatun en la comunidad y como no contaba con su makuñ optaron por ir a adquirir uno al mercado de la capital regional. Fue aquel día, al salir del mercado en pleno centro, que dos carabineros se acercaron a detenerlo. No fue un “control de identidad rutinario” como informó la prensa chilena. El propio Pascual desmiente la versión de que su detención se realizó mientras participaba de una manifestación en las afueras de la Subdirección Nacional Sur de CONADI, organismo indigenista estatal. “Personal de la policía llegó directo a mí”, relata. No obstante, era una situación para la cual estaba preparado, porque sabía que algo así podía suceder en cualquier momento. Por la misma razón guardaba consigo la cédula de identidad de uno de sus hermanos. “En el caso de necesitar identificarme ante carabineros, tenía claro qué es lo que debía hacer”, señala. “Se acercaron directo a mí dos carabineros de servicio y la primera reacción de ellos fue llamarme Pascual. Seguido, solicitaron mi identificación y les facilité el carnet que portaba. Ellos lo mira
circuló por todas la redes mapuches, despertó de inmediato las muestra de solidaridad en ambos lados de la cordillera. Los numerosos gestos de apoyo desde Argentina no se hicieron esperar surgiendo iniciativas en plataformas virtuales como Facebook, en donde se creo el grupo “Pascual Pichún estamos con vos”, para solicitar adhesiones las que ya suman cerca de mil 500. A ello se integra la creación de un blog que hasta la fecha cuenta con alrededor de 6 mil visitas y la gestación de grupos de apoyo, tales como la “Comisión Pascual Libre Argentina”, integrada por amigos y ex compañeros de Pichún en el Programa Radial La Flecha, de Radio Estación Sur de La Plata., los mismos que organizaron una jornada radial de solidaridad el domingo 6 de junio (Ver Página 4). Al comentarle a Pascual los gestos de solidaridad que generó su detención
mitan recobre su libertad. No obstante, no descarta la posibilidad de solicitar la “prescripción parcial de la pena”. En el caso se ser acogida dicha petición, Pascual no esconde su intención de volver a Argentina a culminar sus estudios. “Soy una persona que necesita estar en movimiento, si volviera no sé sí lo haría para quedarme de manera definitiva”, señala. Pero sabe que fueron siete años de exilio, un tiempo no menor y que sirvió para establecer ferreos lazos de amistad y compromiso con causas comunes, como es la lucha del movimiento indígena en Argentina. Si bien no existen puntos de comparación entre la persecución que pueda afectar a militantes mapuches por parte de los Estados chileno y argentino, es posible apreciar que el clima de hostigamiento en Argentina no llega al grado de tensión que se evidencia a diario en el sur de Chile. Según la percepción de
en un futuro por ser quién es. Más que miedo es preocupación la que dice sentir. “Mal que mal la cárcel es difícil, no es una escuela como se dice irresponsablemente por ahí. Mi aprehensión parte por no poder realizarme como persona en el ámbito profesional, laboral y familiar”, señala. El no tener pareja en estos momentos es de gran ayuda, reconoce, ello porque no hay una familia de por medio por la cual velar. Si la hubiera -nos señala- tal vez habría pensando mejor la posibilidad de volver a su tierra. Sin embargo, Pascual es de los que piensan que se deben tomar todos los caminos que se presentan en la vida, tanto así que las decisiones las toma por lo que siente, piensa y cree. Asi es Pascual Pichún Collonao, siempre con la idea de ser un aporte a su pueblo, para no lamentar ni mucho menos sentirse avergonzado de no haberse comprometido cuando tuvo la oportunidad de hacerlo.
L
os zumbidos de los balazos ganan el aire de la radio con agudeza que contagia el miedo. La emoción atenaza la garganta porque entre quienes corren para esquivarlos, hay gente querida. Después de un Trawün (parlamento), la comunidad Paichil Antreao resolvió impulsar una acción para resguardar su rewe, espacio ceremonial de importancia central para la espiritualidad del pueblo mapuche. Pero las fuerzas de ocupación no reparan en cosmovisiones. Sus antecesoras las ignoraron en 1492, en 1536 y en 1879, ¿por qué iban contemplarlas en los tiempos de la especulación inmobiliaria y el turismo depredador? Todos saben que pasó en la primera de las fechas, en la segunda comenzó la irrupción española sobre el territorio mapuche y en la última, las tropas argentinas remataron la faena que a los ibéricos les quedó pendiente. ¿Qué tuvieron en común Cristóbal Colón, Diego de Almagro y Julio Roca? Una lógica, una manera de pensar y en consecuencia, de actuar. Para el sentido común de argentinos y chilenos, no resultará difícil asociar los dos primeros nombres al colonialismo que instaló Europa sobre el continente que imaginó nuevo, pero en forma llamativa se incomodará si afirmamos que en relación con los pueblos indígenas, la Argentina y Chile reeditan aquella relación de sujeción colonial. Aquí y ahora. Los sucesos que tuvieron lugar en cerro Belvedere entre diciembre y fines de febrero emergen sin reparos como manifestación cruda y hasta despiadada del colonialismo. ¿Qué fue ese desalojo sino la apropiación territorial de intrusos en desmedro de los ocupantes tradicionales? La medida judicial se llevó a cabo de una manera especialmente virulenta a través de la fuerza pública, es decir, uno de los brazos armados del Estado. El propósito no era la represión de un hipotético delito, sino el traspaso de esos lotes a favor de inversionistas que procurarán extraer réditos económicos de su posesión. Y cosa insólita, los puestos policiales permanecieron en la zona por espacio de casi tres meses para asegurar la conquista. También como antaño, la institución a través de la cual el Estado canaliza el despojo resultará beneficiada, ya que se quedará con una porción de los terrenos en disputa. ¿Qué conmemora la Argentina en su bicentenario? Archivo
El primero de los ámbitos en los cuales la lógica del colonialismo se manifestó históricamente, fue el económico. En efecto, la llegada de los españoles a las islas del Caribe y a los espacios continentales implicó la apropiación de esas tierras, en desmedro de los pueblos que allí residían a fines del siglo XV. Casi en forma simultánea, sus integrantes se vieron forzosamente alejados de sus prácticas económicas tradicionales para comenzar a funcionar como mano de obra de los recién llegados. En general, en condiciones de esclavitud... Pero además, el orden colonial extendió su control sobre la administración financiera de esa producción, a la que convirtió en acumulación de capital. Todos los rasgos que apuntamos se pusieron en práctica en el norte de la Patagonia y en el resto del territorio mapuche a fines del siglo XIX. Pero los invasores
ya no venían “montados en bestias y cubiertos de metal”, ondeaba al frente de las columnas la misma enseña que hoy flamea frente a la Casa Rosada o en el Centro Cívico de Bariloche. Y como trescientos años antes a las órdenes de Valdivia en el occidente, al oriente cordillerano fueron las instituciones argentinas las que se apoderaron de las tierras mapuche-tehuelches y las que redujeron a sus moradores a la esclavitud o bien, a mano de obra barata. Además, la explotación de los bienes económicos que antes constituían el patrimonio de innumerables comunidades, quedó como resorte exclusivo de los recién llegados, a través de la introducción de las prácticas capitalistas. ¿Se advierte el paralelismo con la situación que prima hoy, pleno siglo XXI?
El pueblo mapuche no está en condiciones de decidir por sí mismo, porque sufre una relación de sujeción colonial en relación con Buenos Aires y Santiago. Por eso, las decisiones que tienen que ver con los yacimientos de petróleo, los ríos o las reservas minerales que se desparraman al interior de las comunidades, no se adoptan en las instancias organizativas de los mapuche sino en las instituciones estatales, ya sean nacionales o provinciales. O en su defecto, en el marco de las sinuosas oscilaciones de los mercados, sean el inmobiliario o el turístico. No sólo de una manera material se manifiesta el colonialismo, la práctica presenta un costado
político e institucional imposible de soslayar. Con la llegada de los expedicionarios europeos al Abya Yala – Wallmapu también arribaron las capitanías generales, las gobernaciones y más tarde los virreinatos. Donde España pudo terminar con la soberanía política de los mapuche, se acabó la autoridad de los lonko y se echó por la borda con la organización tradicional, que no sabía de centralización ni de jerarquías. En el espacio del Nahuel Huapi, el sistema que se estructuraba en derredor de los lonko principales como Sayweke, recién se desmoronó hacia 1885, con la capitulación. Ahora bien, en los últimos 20 años asistimos a una innegable consolidación del movimiento mapuche que se evidencia de varias maneras, entre ellas, la multiplicación de instancias organizativas mapuche en las ciudades y en la recuperación de la organización tradicional en el interior de las comunidades. Pero como constatamos prácticamente a diario y a pesar de la legislación que está en vigencia, fue el gobierno de Neuquén el que resolvió impulsar la explotación minera en el espacio territorial de la comunidad Mellao Morales, en la zona de Loncopué, nunca el lonko o el trawün.
el caso del Nahuel Huapi, arranca con la colonia agrícola y pastoril del mismo nombre y luego de transcurrir por una etapa de pioneros, desemboca en el establecimiento del parque nacional para luego avanzar en forma gradual y sin conflicto alguno, hacia el perfil turístico de la actualidad. Entonces, se rinde pleitesía a los militares que aseguraron el dominio argentino sobre estas latitudes, se eleva a la categoría de héroes a comerciantes y agricultores con origen más allá del Atlántico, se consagra mármol y bronce a peritos y arquitectos que aportaron fisonomía europea a nuestras ciudades y se festeja la llegada del ferrocarril, que entre otros factores, condujo a la pérdida del autoabastecimiento alimentario...
Sayhueke y tenía sus dominios a principios de siglo desde el Correntoso hasta la península de Quetrihue. Cuando el gobierno nacional encomendó la mensura y subdivisión de la Colonia Nahuel Huapi, se trazaron los límites del lote pastoril 9 de más de 600 hectáreas, desde el actual Cruce hasta el lago Correntoso y primeras estribaciones del Cerro Belvedere, dándole a este cacique el título de propiedad de estas tierras, en recompensa por sus servicios de baquiano ante la Comisión de Límites que actuaron en la zona. Fue uno de los firmantes del Acta de Fundación de Villa la Angostura en 1932 y fallece en 1936”. El texto forma parte de una ordenanza municipal. Como en muchas otras familias que residen en Bariloche o en el interior rionegrino, entre los Paichil Antreao todavía vive el recuerdo de la Campaña al Desierto: “... con mi abuelo he escuchado mucho como luchaban en la invasión, como se portaban, como se llaman, en los fortines, como se juntaban todos para guerrear con ellos, porque ahí hacían todo consulta con el cacique principal, ese que mandaba a todos, cómo tenían que hacer y ahí es donde hablaban y ahí empezaban a repartirse, tenían que llevarse su mercadería porque tanto tiempo tienen que andar por ahí sin descansar, luchaban por todos lados en la cordillera, tenían que dormir por ahí nomás, no tenían cada donde quedarse, luchando, quedarse en casa ajena...”.
Fue el dispositivo estatal de la misma provincia el que prorrogó concesiones petroleras que operan sobre una decena de comunidades, en abierta contradicción con la idiosincrasia mapuche, en cuyo ideario no figura la noción de recursos naturales susceptibles de explotación. Y para volver al caso que nos ocupa, fue la Municipalidad de Villa La Angostura la que loteó y aprobó los emprendimientos turísticos que martirizan la existencia de los Paichil Antreo, sobre el cerro Belvedere y las costas del Nahuel Huapi. Los dividendos que resultan de tales explotaciones mineras, petroleras o turísticas se traducen en acumulación de capital para las trasnacionales, en regalías para el Estado en sus diversas jurisdicciones y en beneficios para los inversores. La contrapartida es el progresivo empobrecimiento mapuche... En síntesis, prácticas coloniales imposibles de disimular.
Inclusive entre los investigadores que imprimieron el estigma de la extranjería al pueblo mapuche, se admite que la Gobernación Indígena de las Manzanas extendía su área de influencia hasta el
Arrinconar la negación No hace mucho tiempo, cuando un turista iba a la Secretaría de Turismo de la Municipalidad de Bariloche y se interesaba por conocer comunidades mapuche, se le desinformaba con eficiencia: - No, acá no hay mapuches... Felizmente, esa omisión se subsanó dos o tres años atrás, inclusive con la publicación de un folleto explicativo que elaboraron comunidades y organizaciones, pero en la región el espíritu de la negación evidencia todavía una fortaleza que parece inconmovible. A tal punto que al reformar su Carta Orgánica, los convencionales que eligió la ciudadanía de Villa La Angostura pasaron por alto el reconocimiento a la preexistencia del pueblo mapuche, que inclusive ya figuraba en la Constitución de Neuquén. Es notable como todavía se articulan y desarticulan diversas historias en beneficio de una única historia: la de los descubridores, conquistadores y colonizadores . También se impone destacar la operatividad política de esas narraciones. A pesar de las nuevas conclusiones a las que arribaron los historiadores, arqueólogos y antropólogos en los últimos 20 años, el sentido común patagónico todavía tiene para sí que los mapuche vinieron de Chile, que no hay más tehuelches, que Bariloche es producto de la inmigración suiza y alemana o que en Villa La Angostura, por ejemplo, nunca hubo “indios”. Entre guías de turismo, bibliotecarios, docentes, periodistas y funcionarios aún se piensa en una historia de desenvolvimiento lineal que en
Hay una historia que se ve como primordial. Esa maniobra es posible porque está en vigencia una manera de clasificar que favorece la marginación de otras historias, conocimientos, idiomas y personas. Entonces, sacar esas otras narraciones de los márgenes implicará avanzar hacia una descolonización del conocimiento. Traigamos a colación entonces que curiosamente, cuando todavía los Paichil Antreao no se habían reorganizado y la explosión inmobiliaria no estaba en los sueños de nadie, el Concejo Deliberante de Villa La Angostura no tuvo problemas en reconocer que “Ignacio Antriao fue cacique (lonko) de las huestes de
sur neuquino. Otros trabajos más recientes revelaron que en realidad, la jurisdicción del nizol lonko Sayweke se extendía hasta la actual provincia de Chubut. Si bien la pomposa denominación es la que instituyó esa autoridad en la correspondencia que mantuvo con las autoridades argentinas y chilenas, la existencia de una entidad política y soberana mapuche-tehuelche sobre Neuquén y el río Negro es todavía anterior. Aporta Julio Vezub que hacia 1857 “Llanquitruz mantenía presencia y control directo sobre la región del Nahuel Huapi”. Lástima que concejales, intendentes y gobernadores no sean muy afectos a la lectura, pero si se dignaran estudiar
estudiar el pasado de las espacios que hoy administran, comprenderían la magnitud de los atropellos que consienten o impulsan. Hacia 1856 integró una expedición hasta el gran lago Francisco Fonck, que al no encontrar “vestigio alguno de habitantes”, junto con sus compañeros prendió una gran fogata en la Península San Pedro. Ese hecho generó reproches que Llankitruz manifestó en una carta que dirigió a un contacto en Osorno “expresándole su enojo por la violación de su territorio por los intrusos venidos el año pasado desde Llanquihue, y agregando que los castigaría en caso de volvieran a entrar por ese lado”. El lonko en cuestión era primo de Sayweke y desempeñó ese rol entre los suyos con anterioridad. Entonces, no sólo el actual emplazamiento de Villa La Angostura formaba parte de una entidad política distinta a la Argentina y Chile, otro tanto acontecía con el ejido municipal barilochense de hoy. Felizmente, ya ninguna investigación académica seria corre en ayuda de la negación, aunque algunos periodistas, los abogados de ciertos terratenientes y los funcionarios amigos de los inversores, insistan en soslayar la preexistencia. Por ejemplo, el leguleyo que asiste a uno de los recién llegados en el conflicto con los Paichil Antreao, admitió públicamente días después de aquella balacera de mano única, que según sus informaciones, el rewe no era más que una especie de palo o altar. Sin espacio para profundizar, digamos que estamos aquí frente a una tercera faceta
del colonialismo: la del control del conocimiento y la subjetividad. No sólo el dominador colonial se asigna la atribución de construir una narración histórica que soslaye y prevalezca sobre las demás, sino que además lleva a cabo idéntica maniobra en el plano de la espiritualidad. ¿Por qué un abogado que –suponemos- se formó en una universidad argentina, considera que tiene aptitud para resignificar la espiritualidad de un pueblo de paradigma distinto al occidental? El interrogante no tiene que ver con el plano individual, más bien busca apuntar que la perspectiva de los pueblos que sufren la sujeción colonial jamás se contempló orgánicamente y con seriedad en las casas de altos estudios, medios de comunicación y demás ámbitos constructores de saber o sentido común. Desde fines de los 80, las organizaciones mapuche más activas se muestran muy concientes del lugar que ocupan en el ordenamiento colonial. A comienzos de los 90, con énfasis en Neuquén, Chubut y Río Negro, se empezó a reclamar el establecimiento de otra relación entre el Estado y el pueblo mapuche, que dejara atrás la dialéctica opresoroprimido. En aquellos tiempos, la terminología que se traía a colación hacía referencia al carácter “multiétnico” y “plurirracial” de la sociedad que comprende la jurisdicción estatal argentina. Muy pocos ámbitos de la actuación política, gremial o social quisieron entender cuál era el contenido de la demanda e inclusive sectores supuestamente progresistas, prefirieron hacer oídos sordos, ante el “peligro” para la integridad nacional que entrañan
vocablos como autodeterminación o autonomía. Llamativamente, tuvo que irrumpir en escena la experiencia de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de Ecuador (CONAIE) y sobre todo del MAS boliviano, para que el elenco estable del progresismo “nacional y popular” se dignara mirar hacia adentro y constatara que entre nosotros, también rigen los mecanismos del “colonialismo interno” que suele denunciar Evo Morales desde Bolivia. En el acto de asunción de su segundo mandato, el presidente de Bolivia proclamó el fin del Estado colonial “que se va, un Estado colonial que permitió el saqueo permanente de los recursos naturales de esta tierra, discriminador, que vio a los indígenas como salvajes y tribus. Eso hay que cambiar”, manifestó, para luego anunciar la consolidación del Estado plurinacional “que llega con mucha esperanza para los pueblos del mundo”. Entonces, podrá encontrar tropiezos en su camino e inclusive desviarse por claudicaciones, pero hasta el momento, la boliviana es la única experiencia de las “nuevas izquierdas” que asumió como tarea la descolonización del Estado y en consecuencia, del conocimiento. Quizás, en el espacio territorial de la antigua Gobernación Indígena de Las Manzanas estemos a años luz de ese cometido. Los balazos y las granadas de gases lacrimógenos que todavía se disparan siempre van en la misma dirección. Los cuerpos que reciben los proyectiles y los pulmones que respiran el veneno siempre son mapuche. Pero algunas puertas ya se abrieron y parece muy difícil que se vuelvan a cerrar.
Verdades y realidades espués de estos últimos días argentinos, Manuel Belgrano hubiera repetido esas palabras que escribió en el Correo de Comercio el 21 de julio de 1810: “Vivimos en un país nuevo”. Sí, presenciamos por primera vez marchas de pueblos originarios en todo el país y una presencia de masas increíble en el recuerdo de los patriotas de Mayo y muchos casos de salir y poner el rostro ante las constantes transgresiones de la dignidad humana que se han registrado en nuestra historia. Pero no debemos contentarnos con citar a Manuel Belgrano y sentirnos ya conformes con el apoyo popular –la gente en la calle– en los festejos de Mayo. Hay que seguir en la calle para ahondar ese curso y llegar al sueño que desde 1813 ponemos en nuestros labios al cantar el Himno Nacional: “Ved en trono a la noble igualdad, libertad, libertad, libertad”. Vayamos a los hechos. La colectividad armenia en Buenos Aires nos ha dado a todos los argentinos un ejemplo de cómo hay que actuar frente a lo injusto. No se olvida del genocidio que Turquía hizo con los armenios. Uno de los gobernantes turcos, el llamado Ataturk Mustafá Kemal fue el más encarnizado verdugo del pueblo armenio, que continuó la matanza iniciada en 1915. Fueron exterminados un millón y medio de armenios. El historiador Pascual O. Ohanian –residente en la Argentina– ha detallado en voluminosos tomos, con documentación irreprochable, las diversas acciones de ese genocidio. Entre las víctimas se hallan decenas de miles de niños. Justamente en estos días el citado historiador presentó el sexto tomo de su obra. Ojalá los argentinos logremos tener una crónica tan detallada y profunda de todos los crímenes del sistema de “desaparición de personas” de nuestra dictadura militar. Los documentos oficiales son de una claridad que dejan al desnudo toda la crueldad de la matanza realizada por los turcos. Leo uno que se refiere a una de las tantas acciones: “La cantidad total de muertos alcanzó a 60 mil armenios, de los cuales 30 mil eran hombres, 15 mil mujeres, 5 mil niños y 10 mil niñas”. Una de tantas masacres. O este documento del teniente coronel británico Rawlinson, testigo de cómo miles de hombres armenios fueron explotados como esclavos por los gobernantes turcos. Transcribimos un párrafo: “Al salir vimos prisioneros armenios, esclavos sería la palabra exacta. La apariencia de estos hombres me produjo un shock como el que nunca había experimentado y un recuerdo que perdurará hasta el fin de mis
días. Era invierno, la nieve caía densamente, la fuerza y temperatura del viento estaban más allá de toda descripción. Aquellos míseros espectros estaban vestidos en agusanados andrajos, plenos de podredumbre e inmundicia, a través de los cuales eran visibles sus descarnados huesos, tanto, que parecía imposible que la humanidad pudiera ser reducida a tales extremos y aún viviera”.
A los extremos de crueldad que ha llegado el ser humano. Pues bien. A ese Kemal Ataturk se le quiso levantar un monumento nada menos que en los bosques de nuestro Palermo, a pedido del actual gobernante de Turquía y se pensó en su inauguración justo a la llegada de ese político con la asistencia del intendente Macri y del visitante, señor Erdogan. Apenas se supo la noticia, se movilizó la colectividad armenia a través de sus representantes, con visitas a las autoridades responsables argentinas y mediante solicitadas en nuestros medios. Lo consideraban un insulto y una provocación. Los armenios constituyen una parte importante de la población argentina. En cambio casi no existe colectividad turca, apenas se cuentan unos cientos de esos ciudadanos. La movilización dio resultados. El triunfo fue absoluto. El pedestal en Palermo se quedó sin la estatua. Como no se ratificó que la ceremonia se iba a realizar, el premier turco desistió de su viaje. Muy bien, que aprenda. Nosotros tenemos un Kemal Ataturk propio. Se llama general Julio Argentino Roca. Dos figuras similares. Roca fue el genocida de la mal llamada “Campaña del Desierto”. A Kemal se lo pondera porque creó la nueva Turquía. A Roca, intérpretes de
la Sociedad Rural y sus historiadores afines lo consideran el estadista que organizó la Argentina y la orientó hacia la civilización europea. Los principios morales no sirvieron en los dos casos, lo que vale es el “progreso”, claro, el progreso de algunos, de unos pocos. Pero, pese a que pasó más de un siglo, la conciencia sigue actuando y no se conforma con esa interpretación histórica y lucha por la verdad. Es hasta conmovedor que en pequeñas ciudades argentinas, la gente de pueblo se agrupa para terminar con el conformismo que da vergüenza. Cito, por ejemplo, un caso. El de la ciudad cordobesa de San Francisco. La organización Somos Viento de esa ciudad me escribe que luchan desde hace dos años por quitar el nombre de Julio Argentino Roca a una avenida para que pase a llamarse Pueblos Originarios. Me dicen que ya han logrado una reunión con los bloques de concejales del Concejo Deliberante a los cuales les van a hacer ese pedido porque –escriben– “es una reivindicación a todos, que nos merecemos una vergüenza menos, y por sobre todo es una reivindicación a ese sufrimiento causado por más de cinco siglos a nuestros hermanos originarios, y a su cultura que también es la nuestra por más que seamos winkas y con apellidos traídos de Europa, que desde siempre los ha obligado a acallar, a ocultar: tener sangre aborigen era vergüenza. Desde Somos Viento queremos gritar, decir de viva voz que somos más de lo que pensamos los que pertenecemos a una tierra mixta, diversa, diferente”. Muy bien, que gente joven luche por más dignidad desde la base. Claro, también está el otro caso, la maestra pampeana que alabó nada menos que a Roca y a Galtieri en los festejos del 25 de Mayo. Es explicable, mentalidades paralelas: Roca, verdugo de pueblos; Galtieri, desaparecedor que para salvarse inventó la insensatez de una guerra para recuperar las Malvinas. Más de seiscientos jóvenes muertos. En plena vida, en plenos sueños. El monarca de la tortura convertido en liberador de islas. ¿Con qué derecho? El era un dictador asaltante del poder. Y esas islas se recuperarán sólo con el camino constante de la palabra y la paz, porque finalmente la razón triunfa siempre. Vemos, paso a paso, cómo Latinoamérica va transformándose, pese a pasos atrás como los de Honduras, Chile y Colombia. Realidades y verdades, cada vez más alejadas. Pero la verdad no se rinde.
palabra que pueda traducirse en la lengua de los mapuches. En esta cultura, se habla del buen vivir, del küme felem, algo similar al término alli kawsay, o suma kawsay, vigente en la Constitución de Bolivia y en la de Ecuador. “Hay un concepto de reciprocidad –especifica Cleñán-, porque el vivir bien no significa que yo no tenga enfermedad, sino que tenga buenos vínculos a nivel familiar, comunitario y con el espacio vital donde habito”. – ¿Cómo se vinculan el territorio y la salud?
V
erónica Azpiroz Cleñán preside la Organización Mapuche Epu Bafkeh, que se traduce como “Dos ojos de agua”. Como miembro de la Red de Salud Mapuche en Puelmapu, “Territorio del Este”, pelea porque su cosmovisión sea legalizada por el Estado argentino. Pretende que la concepción de la salud Mapuche, sus medicinas, sus agentes, sus terapéuticas, no sean perseguidas como si su práctica y uso fueran delito, “cosa de brujas”, como quisieron la Civilización de Sarmiento y el Progreso de Roca. Hoy, los mapuches padecen lo mismo en diferentes territorios: diabetes, complicaciones de presión y vesícula por cambio de alimentación, suicidios, alcoholismo, desalojos y las derivadas de la contaminación del suelo y el aire que producen mineras o petroleras. La salud, en la concepción del español como lengua latina, no es una
Si el espacio territorial donde habito está contaminado, invadido, transgredido, eso repercute en la vida de la comunidad y en la salud de las personas, porque todas las familias tienen origen en un elemento de la naturaleza, de donde proviene su linaje. Hay familias que tienen origen en el río, en el leüfu; hay otras que tienen origen en el aire o en el ñamkü, que son las águilas, como la mía por parte materna. Por eso para nosotros es importante mantener en equilibrio todas las vidas que viven en el planeta, de eso depende que estemos enfermos o saludables. No es que defendamos el territorio porque queremos la propiedad comunitaria, sino que lo defendemos porque nos hace estar vivos. – ¿Qué diferencia la concepción Mapuche de la salud a la científico-moderna? Una de las grandes diferencias entre el modelo de
salud occidental biomédico y la medicina indígena es que durante el proceso de recuperación de la enfermedad, la medicina occidental plantea un proceso individual en el que delega la curación a otra persona, que puede o no ser de familia, y en el que el ejercicio de poder del médico impide la elección de la terapia. – ¿La elección es del paciente? Por la persona que padece la enfermedad. O sea, a la medicina curativa o biomédica no le interesa por qué se enfermó, sino los síntomas que padece. Entonces los trata y los cura como si fuera una persona sin espíritu, psicología o historia. En cambio en la medicina tradicional mapuche, primero hay un diagnóstico sobre el origen de la enfermedad, se analizan la vida familiar y la comunitaria. Luego se establece si esa enfermedad tiene que ver con un desequilibrio propio de la persona o fue una enfermedad pensada por otros para generar algún mal. La cultura mapuche diferencia tres orígenes de la enfermedad: la trasgresión individual, la comunitaria-familiar y la del espacio territorial. – ¿La comunidad y la familia pueden ser causantes de la enfermedad de una persona? Sí. Ésa es una gran diferencia con la medicina biomédica, que pone énfasis en una cuestión curativa. Para nosotros, la medicina es preventiva porque hay muchísimas pautas de autocuidado en la salud. Las ceremonias espirituales sirven para proteger lo comunitario. Todos participan en el restablecimiento de la salud de esa persona. No es que derivan a alguien que no se conoce para que le restablezca su salud. Es una gran diferencia: la sociedad mapuche es una sociedad de amparo que se apropia del enfermo y no lo expulsa. No manda al viejo al geriátrico, lo incluye, es parte. Además, se sabe responsable de la enfermedad que generó, si es que fuera de origen comunitario. La Universidad es de los laboratorios Del 10 al 12 de septiembre de 2009, en Quito (Ecuador), Verónica Azpiroz Cleñán participó como asesora del 2º Encuentro de Salud Intercultural de la Universidad Indígena Intercultural, una iniciativa del Fondo Indígena, la Organización Panamericana de la Salud y la Universidad de las Regiones Autónomas de la Costa Caribe Nicaragüense-Universidad Comunitaria Intercultural (Uraccan). Fue para evaluación de la Maestría en Gestión de la Salud Intercultural, que tendrá un régimen semipresencial y se aplicará para toda América Latina. Bolivia, Ecuador y Cuba están a la vanguardia del reconocimiento de modelos de salud alternativos. Argentina, a pesar de la extendida praxis de medicinas ancestrales y de las que provienen del Lejano Oriente, como la acupuntura, todavía es tierra árida. Los laboratorios internacionales están interesados en que los Estados no legitimen ni legalicen nada que salga de la propia esfera de sus millonarios negocios. – ¿Es exportable el modelo de salud mapuche a una megalópolis como Buenos Aires, donde la
comunidad muchas veces es sólo la familia? Creo que sí. El mayor problema de Occidente es la “individuación”, la falta del sentido de pertenencia a lo comunitario, es decir que puedo ser sin los otros. En el documento que presentamos en la Feria Mundial de Salud (Buenos Aires, 18-21 de agosto de 2009) hicimos un documento que llamamos “La salud en tiempos de pandemia”. Decíamos que la causa de las patologías que padecemos hoy, mapuches y no mapuches, es el mismo sistema capitalista, que está destinado a producir la acumulación y conservar el poder del consumo y no el bienestar.
nio 169 de la OIT que garantiza el derecho de la continuidad cultural, nosotros no podemos ejercer ese derecho porque tanto del lado argentino como del chileno está prohibido que los médicos tradicionales pasen la frontera para curar. – ¿La festejada pluriculturalidad es una utopía? En Ecuador y Bolivia es mucho mejor. En Nicaragua está oficializada la medicina: las prestaciones se pagan tanto a los médicos como a los curadores profesionales. En Chile, está penalizado que una mujer sea atendida por una matrona quechua o mapuche. ¿Nosotras, mujeres mapuches que parimos
lojarlos. No lo soportó. Además en esos lugares están sus ancestros. Si te sacan de la tierra ni siquiera podés cuidar a tus padres, que es un mandato. Y la otra enfermedad es aquella del espíritu, de necesitar una autoridad de salud tradicional, machi, yerbatero o matrona, y como no hay nadie que te guíe empezás a enloquecer. Eso pasó en Carmen de Patagones. Atinaron a mandarlos a psiquiatras; pensaban que sufrían de esquizofrenia… – Pareciera una contradicción con el espíritu del Bicentenario. Lo único que hacen es ratificar una política de des-
– ¿Propusieron una explicación diferente para la última supuesta pandemia, la Gripe A? Claro. Nosotros lo vemos como una etapa del fin del propio ciclo del capitalismo. ¿Qué contestaron los países de Unasur con respecto a la pandemia? ¿Apoyó la estrategia de la atención primaria de la salud, de mejorar los espacios territoriales en donde se estaba degradando el ambiente, apostó al autocuidado de la sociedad? No, reprodujo el sistema, comprando las patentes para producir medicamentos al interior de los Estados. La industria farmacéutica utiliza tres o cuatro plantas medicinales que son probablemente tóxicas para diabolizar los procesos de autocuidado que pueden tener las familias.Por otro lado, la universidad argentina funciona como un insumo para esta misma industria farmacéutica. – ¿Podrías ejemplificar con un caso concreto? La de Antropología de la UBA y la del Comahue ahora están financiadas por (la minera) Alumbrera. ¿Por qué les interesa financiar estudios de posgrado o tesis de investigación en Antropología? Porque en Argentina los conflictos ambientales se van dirimir básicamente por estudios de impacto ambiental; y si esos estudiantes que van a dar cuenta del impacto fueron financiados, ¿quién va a ser el pelotudo que dirá que el cianuro contamina, que la minería a cielo abierto tal cosa, o que los agroquímicos con el Roundup en la soja, tal otra?... ¿Por qué el Estado argentino no incorporó la legalización de otras medicinas, como la asiática, la acupuntura o la digitopuntura? ¿Por qué Cuba lo incorporó en su sistema público de salud? El Bicentenario multicolor El territorio ancestral mapuche en Argentina comprende Río Negro, Neuquén, norte de Chubut, noroeste de la provincia de Buenos Aires y parte de La Pampa. Durante la Campaña del Desierto, el Ejército Argentino mató a los longko –la “cabeza” de la comunidad–, y los curas estigmatizaron a los y las machis –los guías espirituales, los que restablecen la salud de la comunidad– como brujos, y en un gesto inquisitorial muchos fueron incendiados vivos. “Pensémoslo así: aquellos que se encargaban de restablecer la salud en su pueblo son las primeras víctimas de la Conquista”, puntúa Cleñán. “Por eso el sistema de salud mapuche está en decadencia y recién hace diez años está tratando de resurgir. Pero se podrá hasta un punto, porque se necesita alguien que tenga manifestación del espíritu de machi; no puede convertirse si no hay otro que le dé ese proceso y la comunidad lo levante. Eso no pasa desde hace 30 años de este lado de la Cordillera; del otro lado sí”. – ¿Los machis cruzan la frontera? Venir acá está prohibido. Los machis tienen que pasar en forma clandestina, con las plantas y animales escondidos. Si bien la Argentina firmó el Conve-
en las casas, no tenemos el derecho? Las políticas de salud que aplica Argentina son políticas asimilacionistas, integracionistas, y no de reconocimiento de la diversidad cultural lingüística y religiosa indígena. Lo que se sostiene es que “ustedes tienen tanto derecho como nosotros a acceder al sistema público de salud”, pero nosotros respondemos que aquél no nos cura nuestras enfermedades, que queremos nuestros propios curadores. – ¿Y cuáles son esas enfermedades? Cada cultura produce su enfermedad. Por ejemplo, en nuestro caso, la imposibilidad de hablar la propia lengua. Cuando vos dejaste o te prohibieron hablarla, o a tus hijos en la escuela les prohibieron hablarla, les producen una cosa como que se le va el espíritu del cuerpo, deja de ser persona, no se puede manifestar. Eso le produce problemas de aprendizaje, de autoestima, enfermedades en el cuerpo. La misma enfermedad aparece cuando hay desalojo o desarraigo, cuando te pasaste de un territorio a otro porque te desalojaron, te quitaron el territorio o te invadieron y tus animales ya no pueden ir al río. Te sacaron del lugar y ya no podés ser mapuche por más que te manden al Hyatt. – ¿Eso pone en riesgo la vida? Sí. De hecho están los problemas de alcoholismo y de presión. Hay pila de suicidios entre mapuches. Mapuches viejos de 60 y pico de años que empiezan a ser alcohólicos de grandes o se suicidan. El año pasado, un tipo se ahorcó en una comunidad en Villa Pehuenia. Habían venido ya tres veces a desa-
pojo del territorio. Lo que sucede es que si el Estado monocultural y monolingüe reconociera a esos otros culturales de hecho, tendría que hacer un proceso de revisión histórica acerca de qué pasó por esos territorios donde habitaban esos pobres; revisar por qué están tan pobres. En este Bicentenario, donde supuestamente hay que revisar el proceso de formación del Estado nacional, ¿qué hacemos los argentinos? Con el “conflicto del campo” volvemos a ratificar que este país es agroexportador. La escuela incorporó el portugués como lengua oficial. ¿Por qué no hemos incorporado una lengua indígena de las 14 que se hablan? – ¿Qué tiene entonces de diferente? Nada. Canal 7 plantea una política de ratificación cultural, donde no hay otra diversidad que celeste y blanco, “y todos somos argentinos”. Nosotros, para ser argentinos hubo un par de millones que murieron. ¿Esa bandera argentina no tendrá una manchita de sangre? Bueno, nosotros tenemos memoria de que tiene varias, y no es que nos lo contaron, lo vivimos con nuestras propias familias, que tienen que ocultarse, no decir que son mapuches, teñirse de rubio para no parecer indios. Nosotros ya pasamos ese estadio del indígena llorón que pide al Estado que le tire unas migajas. A mí lo que me interesa es que me reconozcan como una cultura portadora de conocimiento, riqueza, belleza. Estamos haciendo una propuesta para que este Estado se vista de todos los colores. Además siguen los mismos malditos sojeros de la generación del ’80 que le hacen himnos a Roca y matan gente en nombre de la Patagonia. ¿No será hora de cambiar?
José Luis Vargas
Central Maqueo: La amenaza al territorio williche del Pikun Willi Mapu Desde el ingreso de la empresa Trayenko - filial de la multinacional noruega SN Power- al territorio williche de la cuenca del lago Maihue, los espacios y el sistema de vida comunitario de los lof que allí habitan se han visto fuertemente amenazados. Se suma a ello un largo registro de ingresos ilegales a tierras indígenas por parte de la empresa. JOSÉ LUIS VARGAS
Dinosaurios destinados a desaparecer a historia de las represas hidroeléctricas es la historia de la violación de los derechos básicos de los pueblos que habitaban el área inundada por cada una de las decenas de miles de represas que hoy obstruyen innumerables cursos de agua en todo el planeta. Es también la historia de la desaparición de numerosos ecosistemas y de la radical modificación de otros. Millones de hectáreas de bosques han quedado sumergidas bajo las aguas, afectando así a la fauna y flora locales y privando a los pobladores locales de sus tierras y medios básicos de supervivencia. Pero el impacto de las represas no se circunscribe al área de su embalse, sino que va mucho más allá. Por un lado, porque los cambios que genera la represa en el régimen hidrológico hacen desaparecer especies de fauna acuática –que se ven imposibilitadas de sortear la enorme barrera que significa la represa en sí- lo que genera impactos graves sobre otras especies vinculadas a la misma cadena alimenticia, que también desaparecen o cuyas poblaciones disminuyen drásticamente. Toda la población humana dependiente de esas especies a lo largo del río se ve entonces gravemente afectada en sus posibilidades de supervivencia. Por otro lado, impactan sobre otras áreas boscosas como resultado de la migración forzada a que son sometidas las poblaciones afectadas, que son normalmente “reasentadas” en otras áreas boscosas. Privadas de sus medios de vida tradicionales, estas poblaciones se ven obligadas a cortar áreas de bosque para poder destinarlas a sus cultivos agrícolas tradicionales. La pérdida de bosques por ende su duplica. Nada de lo anterior constituye un descubrimiento reciente, sino que es
de la construcción de grandes represas está hoy cuestionado en muchos países del mundo”. Sin embargo, ignorando la experiencia de los impactos y el dolor acumulados, año tras año se siguen planteando nuevos proyectos de represas en numerosos países del mundo y en particular del sur. ¿Es qué no se ha aprendido nada?. ¿Es que los técnicos son ignorantes?. Nada de eso. La respuesta es muy sencilla: Se siguen planteando porque las grandes represas significan grandes negocios para grandes empresas (y para sus socios locales). La única razón por la que algunas no se concretan o ni si quiera se plantean es la creciente oposición organizada contra las mismas. Si no fuera por eso, seguramente serían muchas más.
sabido desde hace muchos años. Tanto es así, que en determinados países del Norte este tipo de represas no se construyen más e incluso se han comenzado a desmantelar algunas para permitir el flujo normal de los ríos. A eso se agrega el detallado estudio llevado a cabo por la Comisión Mundial sobre Represas, cuyos resultados fueron hechos públicos en el año 2000, y donde entre otras cosas dice que “las grandes represas han fragmentado y transformado los ríos del mundo, mientras se estima que entre 40 y 80 millones de personas han sido desplazadas por su construcción. En muchos países, a medida que las bases para la toma de decisiones se han vuelto más abiertas, inclusivas y transparentes, la decisión de construir una gran represa se ha tornado crecientemente controversial, hasta el punto que el futuro
Importa entonces saber quiénes son los que se benefician y cómo logran sus objetivos. Dado el gigantismo de este tipo de represas, las mismas implican cuantiosas inversiones, normalmente fuera del alcance de las empresas y estados nacionales del Sur. Es así que quienes finalmente acceden a los contratos para los estudios, la construcción y la puesta en funcionamiento de las mismas son consorcios de grandes empresas transnacionales. Entre ellas se destacan las empresas consultoras, de construcción y proveedoras de maquinaria para represas, en su inmensa mayoría radicadas en el hemisferio Norte. Sin embargo, la obtención de ganancias no se basa sólo en la participación en la construcción de la represa, sino que también radica en los distintos tipos de apoyos que las empresas reciben de los gobiernos de sus países de origen o de organismos multilaterales de crédito. Es aquí donde
juegan un importante papel las agencias multilaterales, que escudándose tras el rótulo de agencias de “asistencia” a los países del Sur, en realidad asisten con dinero de los contribuyentes a las empresas involucradas en las represas. A su vez, el Banco Mundial, al igual que la banca multilateral de la regional (Bancos Africano, Asiático e Interamericano de Desarrollo) han sido y siguen siendo organismos esenciales en la financiación de las grandes represas. Nada se dice por supuesto acerca de los grandes beneficios económicos que los empresarios locales vinculados al gobierno perciben a través de su asociación con los actores transnacionales involucrados. Nada se dice tampoco sobre los impactos ambientales que terminan volviendo sucia y no renovable a esta energía y que además contribuyen al cambio climático a través de la emisión de grandes volúmenes de dióxido de carbono y gas metano, dos de los principales gases de efecto invernadero. Menos aún se menciona que la energía producida rara vez llega a los hogares de los más pobres, y que en realidad sirve para que las transnacionales dispongan de energía barata y abundante para que sus inversiones resulten rentables. A su vez, las represas son presentadas como la única opción posible. Las alternativas son invisibilizadas y por ende inviabilizadas. Las energías provenientes del sol, del viento, de la biomasa, ni siquiera entran en la ecuación y menos aún temas centrales como la descentralización de la producción y distribución de la energía, su uso eficiente y su conservación. La alternativa pasa a ser: o energía hidroeléctrica o nada. A esta altura resulta muy claro que las represas no desaparecerán por sí solas, sino como resultado de una oposición organizada.
Presidente de Parlamento Sami de Noruega se reunió con mapuches
El camino del pueblo Sami
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a primera organización sami, The Lappernas Centralforbund, se fundó en Tärnaby, Suecia, en el año 1904. En 1908 apareció la primera organización noruega en Trondelag y en 1911 son varias las organizaciones que nacen en Finlandia. Tras la II Guerra Mundial el número de organizaciones samis aumentó. En 1948 se fundó el Noruegian Reineer Owners Association - NRL, cuyo principal objetivo fue el de reforzar la economía y las condiciones sociales de los cuidadores de renos. En 1968 aparece la Noruegian Sami Association - NSR para mejorar la posición social, económica y cultural del Pueblo Sami. En 1988 nació la organización de mujeres samis de Noruega, Suecia, Finlandia y Rusia, Sáráhkká, recogiéndose entre
sus objetivos el visibilizar la figura de la mujer en la sociedad sami, incrementando así su estatus, la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y la creación de contactos con otras organizaciones de mujeres. Las organizaciones samis han buscado el contacto con otras organizaciones indígenas del mundo. En 1973 se celebró en la ciudad danesa de Copenhage la Artic People´s Conference en la que participaron representantes de los pueblos sami, inuit y otros grupos indígenas norteamericanos. La Conferencia Sami Nórdica, que nace en 1951 para favorecer la cooperación entre los samis, es una de las organizaciones fundadoras en 1975 del WCIP, World Council of Indigenous Peoples.
El Parlamento Sami de Finlandia se fundó en 1973. Este vigila por los derechos del Pueblo Sami y promueve el desarrollo de la economía, la sociedad y la cultura sami. Tiene competencias del Estado en la administración del lenguaje y de la cultura entre los samis. En 1989 se fundó el Parlamento Sami Noruego. La Constitución política de Noruega recoge que es deber de las autoridades el crear condiciones para la protección y el desarrollo de la cultura, la sociedad y el lenguaje sami. El Parlamento Sami gestiona todas las áreas de trabajo que tienen que ver con los samis y también es el encargado en presentar a las autoridades oficiales noruegas y a instituciones privadas, cuestiones que tengan que ver con los intereses del Pueblo Sami. El Parlamento Sami de Suecia se fundó en 1993. Su establecimiento supuso el reconocimiento del Pueblo Sami como pueblo indígena con un estatus diferente al de otras minorías étnicas que han llegado a Suecia en un tiempo histórico
reciente. El Parlamento Sami contribuye a desarrollar y consolidar la identidad entre los samis estimulando las cuestiones sociales y políticas. Los miembros del Parlamento Sami son elegidos cada cuatro años por el pueblo y su liderazgo político por el plenario. El parlamento está compuesto por 31 miembros que representan la variedad de los partidos y las asociaciones samis. El plenario que se reúne cada tres años es la máxima autoridad dentro del Parlamento Sami y organiza los diferentes comités que administran las escuelas samis, el consejo de cultura, los fondos económicos de la Unión Europea, etc. Repartidos en cuatro países (Suecia, Noruega, Rusia y Finlandia) crearon en 2000 el Consejo del Parlamento Sami, instancia común para establecer políticas y programas de colaboración mutua. Pero además de fortalecer la cooperación, ejerce importantes labores de vocero del Pueblo Sami a nivel internacional, especialmente en conexión con otros pueblos indígenas del mundo.
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a radio Werken Kvrvf (98.3 FM) se escucha en todo el Budi, en la comuna de Puerto Saavedra, sector costa del País Mapuche. El 11 de septiembre de 2004 inició sus transmisiones, y el trabajo “ha sido duro y lleno de dificultades”, pero “muy hermoso y edificante”, dicen los comunicadores que dirigen el proyecto. Werken Kvrvf - “mensajero del viento”, en mapuzugun-, promueve la cultura mapuche y su objetivo es educar, entretener y apoyar a las comunidades del Budi y la zona costera lafkenche. Por medio de la onda radial las comunidades del sector se envían saludos, avisos importantes, organizan reuniones, entregan enseñanzas prácticas, y un largo etcétera. Consiguieron el dial tras mucho esfuerzo y gracias al proyecto de la Asociación Meli Chilkatuwe, compuesta por las escuelas rurales Ruca Raqui G-822, Huapi N° 11, Puacho y Piedra Alta. Luego de lograr el dial, los equipos de transmisión fueron costeados por el Consejo de Werkenes del Budi. Werken Kvrvf participa hoy de la Red de Medios de los Pueblos y de la Red de Comunicadores Mapuche, que prepara el Primer Congreso de Comunicadores Mapuche para este 2010. Ambas redes intentan fortalecer el derecho a la información y la democratización de las comunicaciones. También se han abocado a apoyar a periodistas y comunicadores mapuches víctimas de la detención y persecución por parte del Estado chileno: Pascual Pichún Collonao y Richard Curinao Pallaleo. Pichún es hijo del lonko del mismo nombre, condenado en un juicio irregular (Ver Pág 16). Por su parte, Richard Curinao, fue detenido a mediados de
febrero por agentes policiales que le requisaron dos computadores e instrumentos que utilizaba en su labor periodística. No son los únicos casos: Periodistas y comunicadores chilenos y extranjeros que han intentado registrar la situación actual del pueblo mapuche han sufrido hostigamientos, detenciones, acusaciones falsas y expulsiones del país. Casos conocidos son los del escritor vasco Asel Luzarraga y la documentalista Elena Varela, recientemente absuelta tras dos años en juicio. Gran impulsor de radio Werken Kvrvf fue Marcos Chehuin Pizarro, que falleció a poco andar el proyecto. Los jóvenes mapuches que participaban en sus talleres formaron la Asociación de Jóvenes Comunicadores Sociales Marcos Ñi Rakiduam (Las enseñanzas de Marcos). Chehuin era un conocido profesional de la radio; trabajaba en Radio Encuentro de Peñalolén. “Lamentablemente hoy no está con nosotros. Se marchó de este mundo, dejándonos sus enseñanzas y consejos radiales al momento de enfrentar un micrófono. A pesar de su pérdida, hemos mantenido en pie la radio, con mucho sacrificio y amor al arte comunicacional”, dice el locutor Andrés Caniuguir. “Nuestro compromiso con la memoria de Marcos nos ha dado newen (energía, fuerza) para que en los momentos más difíciles salgamos adelante como equipo. No somos los mismos del inicio del proyecto, pero quienes hoy estamos le ponemos ñeque… Participé en el primer programa, realizado solo por mujeres, Wenun Taiñ Kimün (Volvió nuestra sabiduría). Ahí hablábamos dos horas de nuestro kimün mapuche y la importancia de fortalecer y cuidar nuestra cultura, de la tragedia que vive nuestra gente por culpa del alcoholismo, etc. Por falta
de tiempo y distancia, poco a poco la asistencia empezó a decaer. En un momento uno de los locutores, José Catrileo, por falta de recursos debió ir a trabajar de temporero al norte, dejando temporalmente la radio, su espacio Chiwil Niain Ta Liwen (Revolviendo la Mañana) quedó sin locutor, y yo empecé, en reemplazo, con otro matinal Kiñe Azkintun Ñi Wallmapu (Una mirada al País Mapuche), leyendo y analizando las noticias que, generalmente, no aparecen en los medios: la recuperación de tierras, conflictos ambientales, la carretera de la costa, las trasnacionales mineras y los proyectos como aeropuertos en zona mapuche”, dice Yvonne González. Otros colaboradores de radio Werken Kvrvf son Andrés Caniuguir, Julio Chehuin, Mauricio Pichiñual, José Catrileo, Sofía Huenchucoy, Luis Silva, Leopoldo Ancán, Roberto Caniuguir, Genoveva Neculmán, Eva Huenchucoy, Gloria Mercado, Carmen Huentén, Emilia Chehuin, Nacha Painequeo y Venus Chehuin. Según locutores y colaboradores de la radio en la zona del Budi no todos los mapuches se identifican como tales. Algunos quieren ser asimilados como chilenos para evitar la discriminación. A ellos no les simpatiza la radio, tampoco a los que viven de proyectos gubernamentales o a algunos sectores católicos y evangélicos. “Pero muchos otros se sienten orgullosos de ser gente de la tierra. No se avergüenzan, y sienten nuestra radio parte suya, se
sienten dueños de la Werken Kvrvf… Escuchan a sus pares hablando sus temas, en mapuzugun, escuchan nuestra música y rogativas y ceremonias que nos son propias… Pero incluso nos hemos dado cuenta que hasta los contrarios nos escuchan. Tenemos una alta sintonía”, dice Yvonne González. Las ondas radiales de Werken Kvrvf alcanzan a las comunas de Saavedra, Carahue, Nueva Imperial, Chol Chol, Teodoro Schmidt y otras. Para su funcionamiento, apelan al compromiso de las comunidades y de los dirigentes de los lof (territorios) del sector. Plantearon un modelo de autogestión, “que les permite actuar con autonomía y, por lo tanto, una serie de objetivos destinados principalmente a lograr un fortalecimiento de la cultura mapuche y, por sobre todo, a través del fortalecimiento de la oralidad y el uso del mapuzugun”, agrega Natalia Caniguán. Gracias a Werken Kvrvf hay una revitalización del mapuzugun e intentan usarlo como “primera lengua”. Jóvenes y dirigentes que participan en la radio van aprendiendo día a día elementos de su cultura que transmiten a los adolescentes y a la comunidad en general. “Somos la primera radio comunitaria cien por ciento al servicio de las comunidades mapuche”, dice Andrés Caniuguir, de la comunidad Trawa Trawa, director y conductor de Programas Rancheros.
Tribunal de Villarrica absuelve de cargos a documentalista Elena Varela Trio de magistrados desestimó la petición de la Fiscalía de 15 años de cárcel por robo con violencia y asociación ilícita, y dejó en libertad a Varela, que permanecía bajo arresto domiciliario. La documentalista fue detenida en mayo de 2008 en la zona lacustre del País Mapuche, acusada de estar involucrada en una serie de asaltos bancarios. LUCIA SEPÚLVEDA