"Los principales periódicos chilenos, que son generalmente conservadores, publican muy a menudo en primera página reportajes sobre este conflicto". Los diplomáticos ocultan a duras penas su indignación: "La destrucción de propiedades, que supone la inmensa mayoría de las acciones ilegales de los mapuches, se presenta frecuentemente a todo color con descarados titulares y a veces una cobertura muy superior a la que se da a crímenes mucho más graves cometidos por chilenos no indígenas", señalan con estupor.
Reivindicaciones mapuches llegan al Congreso español
E
squerra Republicana de Catalunya, el Bloque Nacionalista Galego y Nafarroa Bai han registrado una proposición no de ley en el Congreso español en la que se hacen eco de las reivindicaciones del pueblo mapuche y piden a Chile que modifique su ley Antiterrorista y limite el campo de la Justicia militar de manera que sus tribunales no puedan juzgar a civiles. Los diputados del ERC, Joan Tardà, y el BNG, Francisco Jorquera han sido los encargados de presentar esta iniciativa en una rueda conjunta con Héctor Cumilaf, representante del partido mapuche. La iniciativa tiene como objetivo denunciar el uso que hace Chile de su ley Antiterrorista, promulgada bajo la dictadura militar de Pinochet, y que, según los firmantes, en los últimos años se está
utilizando únicamente para juzgar a presos políticos mapuches, una treintena de los cuales mantuvo este 2010 una prolongada huelga de hambre ante la inminencia de los juicios. En este contexto, piden que el Congreso se pronuncie en contra del uso de esta ley. También que inste directamente a Chile a modificar esa norma y que reclame al Gobierno de España a que, en el marco de las relaciones bilaterales con el Estado chileno, se interese por la situación de estos presos y demande un escrupuloso respeto a los derechos humanos. El representante del partido mapuche, Héctor Cumilaf, ha explicado que en virtud de la norma, por la que hasta ahora han sido condenados una veintena de
Archivo
mapuches, se pueden solicitar penas de hasta 103 años de cárcel aún sin haber acusación por delitos de sangre y que los presos pueden pasar hasta dos años en prisión antes de ser sometidos a juicio. Por todo ello, ha agradecido las muestras de solidaridad que el movimiento mapuche está recibiendo desde distintas partes del mundo, incluidos los relatores de la ONU, que han pedido al Gobierno chileno
detener la "política de criminalización" iniciada contra este pueblo. Francisco Jorquera, por su parte, ha subrayado que el pueblo mapuche "no es una minoría étnica", sino una "nación" con 1,3 millones de personas y un territorio propio repartido entre Chile y Argentina, cuyos derechos colectivos deben ser reconocidos en el Cono Sur de América.
L
argometrajes de nueve países ganaron galardones en el X Festival Internacional de Cine y Video de Pueblos Indígenas. Producciones de Colombia, Guatemala, Suriname, Chile, Bolivia, Ecuador, Indonesia, Paraguay y España fueron distinguidas en el evento en diferentes categorías. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (Conaie) y CLACPI, organizadores del evento, anunciaron que el premio a la Defensa de los Derechos de los Pueblos Indígenas se le otorgó a la cinta colombiana "País de los sin Dueños", debido a que expone el genocidio sufrido por los indígenas de ese país. Otra de las películas premiadas en este renglón fue “El negocio del oro en Guatemala”, realización hecha entre el país centroamericano y Francia que muestra la lucha de las mujeres nativas para defender la tierra. En la categoría Cultura de los Pueblos Indígenas el filme “¡Hay Mana!” del chileno Wladimir Rupich resultó ganador, por recuperar la memoria oral para que sea transmitida a la nuevas generaciones. El galardón correspondiente a la Mejor Ficción con Participación Indígena se lo llevó una producción realizada por organizaciones bolivianas de nombre “Siriono”, gracias al reconocimiento que hace el material audiovisual a la iniciativa de los indígenas en la reivindicación de sus derechos colectivos. Suriname logró el premio a los Procesos Socio organizativos de los Pueblos Indígenas con la cinta “Pueblos indígenas de Suriname”, de Eric Wijngaarde, cinta resalta la lucha por el reconocimiento. En la categoría de Equidad de Género ganó “Sisa Nampi”, realizada por el Kichua Sarayaku, Eriberto Gualinga, por mostrar como la mujeres nativas son las encargadas de transmitir los conocimientos y la sabiduría de su pueblo. La distinción para la Creación y Aporte a la Narrativa Indígena la logró Indonesia con el filme “Pueblos Indígenas y Cambio Climático”. Asimismo, el galardón al Valor Testimonial y Documental fue para la paraguaya “Jopoi”, cuya historia se construyó según testimonios orales de nativos. Por otro lado, la categoría Mejor Serie Televisiva fue declarada desierta, al no haber suficiente material en el Festival para que fuese entregada una distinción. La obra “Terra es Nostra”, del español Carlos Alvarez, recibió una distinción especial por su imaginación al construir un mensaje, así como también Julian Larrea y Tania Laurini de Ecuador recibieron un premio especial por su cinta “Por qué Murio Bosco Wisum”. El jurado del X Festival Internacional de Cine Indígena estuvo compuesto por Amalia Cordova, de Chile; Ana Lucia Tasiguano y Pocho Alvarez, de Ecuador; Hugo Lazaro, de Costa Rica y Gustavo Balanta, de Colombia.
Pablo Díaz
l país tiene memoria de lo que demoraron meses atrás las autoridades y los medios de comunicación en reaccionar frente a una prolongada huelga de hambre de los presos políticos mapuche en las cárceles del sur. Cuando la protesta llegó a amenazar severamente la vida de los comuneros, es cuando el Gobierno y los grandes medios de prensa se ocuparon del tema y se propusieron evitar un desenlace fatal, bajo la promesa de renunciar a la aplicación de la Ley Antiterrorista invocada por el gobierno de Michelle Bachelet para encauzar a Héctor Llaitul y otros dirigentes de la Coordinadora Arauco Malleco (CAM). Uno de los principales referentes de nuestra etnia principal que por 200 años ha sufrido la discriminación del estado chileno y todos los regímenes republicanos. Acudiendo a la Iglesia Católica como “garante”, el gobierno de Sebastián Piñera logró que los rebeldes depusieran su huelga de hambre a cambio de conseguir una formalización procesal más benigna para los imputados, valiéndose de la disposición de los huelguistas a enfrentar un juicio que les permitiera demostrar su inocencia frente a los inconsistentes y severos cargos del Ministerio público. Pero lo que apreciamos hasta hoy es que los procesados son víctima de acusaciones infundadas y testigos anónimos que, incluso, han llegado a prestar declaraciones judiciales bajo el apremio de la tortura y el soborno. Es escandaloso que una vez depuesta la Huelga de Hambre, los fiscales se reiteren en los mismos vicios procesales a fin de propinarles a estos dirigentes una condena que , a no dudarlo, tiene objetivos políticos más que penales.
tierras arrebatadas, se les reconozca su identidad de minoría étnica y derecho a ciertas formas de autonomía. Por cierto que los voceros oficiales eluden el tema y los medios adictos hacen caso omiso de lo que acontece en este juicio seguido por un buen número de observadores internacionales y apenas dos o tres medios
informativos, como nuestra Radio Universidad de Chile. Tampoco se observa de la entidad “garante” alguna acción para que se cumplan las promesas verbales de La Moneda, las que no quedaron por escrito por un acto de confianza ingenuo de los líderes de la CAM y que hoy puede costarles caro si es que el Tribunal de la causa cede a las presiones de los empresarios del País Mapuche. Verdaderos forajidos empeñados en que el Estado chileno continúe en la senda de defender sus privilegios y despojos, como consolidar un clima de terror en las comunidades donde viven “los más pobres entre los pobres”, según el decir de los obispos católicos. La gran prensa sólo reacciona ante los conatos de violencia que surgen en Wallmapu para estigmatizar, siempre, la lucha de los mapuches por sus derechos humanos conculcados de forma sistemática. Se los acusa de violentistas y criminales a pesar de la imposibilidad de los tribunales de la zona de probar las imputaciones, lo que explica que recurran a falsos testimonios para evitar que los juicios se desbaraten totalmente y caigan en el completo ridículo. Cuando ya la evidencias señalan que las únicas víctimas de estos episodios son los propios comuneros, agredidos criminalmente por
la policía como ha quedado de manifiesto en el caso de los jóvenes mapuches ultimados por la espalda. Ni el Gobierno cumple su palabra empeñada, ni la Iglesia garante exige – hasta aquí- que ésta se haga efectiva. Todo bajo la complicidad, por cierto, de los grandes medios de prensa y canales de televisión. Sin embargo, los que llegan al desparpajo son los partidos políticos, parlamentarios y otros que, sumidos en sus querellas internas, no tienen tiempo de sensibilizarse frente a la pavorosa injusticia que se urde para silenciar la lucha de los mapuche y condenar a la prisión a quienes no tienen responsabilidad alguna en los delitos que se les imputan. Si es que siquiera constituyen delito aquellas acciones de justa autodefensa contra el acoso policial y la prepotencia de las empresas que se enseñorean en la zona. En otra manifestación evidente de que en más de dos décadas de post dictadura, lo que hemos tenido es un grosero co gobierno de la Concertación y la Alianza por Chile, cebados todos por el régimen institucional y el sistema económico que les legara Pinochet. El autor, precisamente, de la Ley Antiterrorista que a este gobierno y a sus antecesores les sirvió para poner en práctica una nueva “pacificación de la Araucanía”.
En estos días se llevan a cabo en Cañete las audiencias finales de un proceso espurio que podría traerle a Chile drásticas sanciones internacionales por la forma en que se aplica una legalidad represiva heredada de la Dictadura y que, por lo mismo, viola flagrantemente los fundamentos de un justo proceso. Ante los excesos procesales reconocidos por las propias autoridades políticas, éstas se excusan en la imposibilidad de intervenir frente a la “autonomía” de otro poder del Estado. Con lo que arriesgan que Llaitul y otros líderes mapuche resulten condenados y se reactive un conflicto que puede tener serias consecuencias en la paz de Wallmapu y del país entero. Cuando se sabe que la causa de este pueblo compromete la adhesión de la gran mayoría de los chilenos, además de la solidaridad mundial a favor de que se les restituyan a los indígenas sus Agencias
Agencias
l rescate de los 33 mineros chilenos se ha convertido en un espectáculo. Estamos presenciando el mejor ejemplo de periodismo infame. Nadie faltó a la cita. Las agencias de prensa, los medios televisivos, los corresponsales extranjeros, reporteros, enviados especiales y desde luego las trasnacionales, ellas han financiado, en parte,con sus anuncios publicitarios, la fauna sedienta de sensacionalismo. En esta aventura, no había que escatimar gastos. Millones de dólares se han invertido en cubrir la operación. La forma en que fue construida la noticia supone un antes y un después en la teoría comunicativa. Las lecciones no pueden pasar desapercibidas para quienes tienen un poco de pudor. Una tragedia, un drama humano, acaba siendo una excusa para ganar dinero y mantener atentos a radioescuchas y telespectadores. Así, se diluyen las causas y los responsables de tal desaguisado.De la noche a la mañana se construye una historia de héroes. Una irresponsabilidad en las medidas de seguridad de una mina propiedad de una empresa privada, muta en un acontecimiento con ribetes de epopeya. Los informantes soslayan esta particularidad y se dan a la innoble tarea de relatar una ficción. Mientras tanto,nadie entrevista a los dueños, para preguntarles como eran las con-
informativa”. No aporta nada. Por ende, hay que desviar la atención. Lo fundamental es falsear los hechos y reconstruirlos bajo una nueva perspectiva: emerge un melodrama. Primero las muestras de solidaridad. Políticos de todo el mundo, artistas, intelectuales, deportistas, en definitiva, los llamados famosos o personajes públicos se hacen presentes, son la guinda del pastel.
diciones de trabajo y por qué sucedió el derrumbamiento. Menos aún se hace alusión a las demandas sindicales ni se da la voz a sus compañeros y dirigentes sindicales, hacerlo supondría poner al descubierto la cruda realidad. Mineros cobrando sueldos de miseria, sin seguros médicos, trabajando en condiciones infrahumanas y sometidos a todo tipo de vejámenes legales. Contratos basuras, horarios interminables y chantaje de despido si denuncian a la empresa. Eso no es noticia, es desestabilización
Todos los días se incorpora uno nuevo a la lista. Así se mantiene viva la unidad mundial contra la desgracia. Una nueva muestra de humanidad humana. Canciones, raps, poemas, todo vale. Inclusive, en el propio campamento se han instalado distintas iglesias, la católica, protestante, los testigos de Jehová y un sin fin de sectas, ofreciendo sus servicios de vigilia y rogando a Dios para que les proteja. Pero eso es una parte ínfima del montaje. Para los clubes deportivos, las empresas hoteleras, las agencias de turismo, las marcas de electrodomésticos, aparatos electrónicos, etcétera, es una ocasión de oro para promover sus marcas. Los responsables publicitarios han comprendido el tirón que supone tener una audiencia cautiva, millones de personas sigueron las labores del rescate. Por consiguiente,un poco de publicidad gratuita no viene mal. Para llamar la atención mutan sus intereses en acciones altruistas. Regalan camisetas de fútbol, ofrecen vacaciones pagadas a las islas
griegas o les prometen cocinas, neveras, etcétera. La noticia ya no está en el interior sino fuera de la mina. Tanta magnanimidad digna de elogio le hace pensar a uno que han ganado un concurso o les ha tocado la lotería. Incluso, siendo mal pensado, siento envidia y creo, por un momento, que los mineros han provocado el derrumbamiento para entrar en el libro Guiness de los récords y beneficiarse de los buenos samaritanos. Y por último no faltan las ofertas para contar su experiencia. Por eso deben estar agradecidos a los medios de comunicación, no tendrán que seguir picando en la mina. Tendrán suficiente para vivir sin apuros, es cuestión que se administren. También los bancos pueden utilizar sus caras para hacer anuncios. En realidad ellos son una “mina” de oro para tanto desaprensivo. Seguramente, estoy aguando la fiesta a quienes de manera sincera han caído en la trama urdida y se conforman con el relato oficial y hegemónico. Salvados los mineros, la operación se considera un éxito. Las cámaras abandonan el lugar, se desmantelan las unidades especiales ya no hay nada que contar. A Sebastián Piñera lo han convertido en un estadista. Los dueños de las minas no hay sido inculpados por ningún delito. El mundo al revés. Tras el rescate no hay de que alegrarse, era la obligación sacarlos con vida.
uando conocí a los primeros hermanos/as Rapa Nui quedé con la sensación de estar frente a un pueblo alegre y festivo. Fue en los 90', en el marco de encuentro de universitarios indígenas en Santiago, la capital del “Reyno” de Chile. Allí, mientras los delegados mapuches, serios y solemnes, debatíamos sobre las implicancias del colonialismo chileno en la educación superior, ellos, absolutamente a contracorriente, optaban por guitarrear canciones polinésicas y bailar semidesnudos en un patio cercano. Y lo hacían a un volumen tal que la molestia no tardó en manifestarse en varios de los presentes. Por mi parte, los observé entre maravillado y envidioso. Mientras nosotros, en español, criticábamos el “colonialismo” del Estado chileno, ellos, cantando y bromeando como niños en su lengua, nos daban una verdadera lección de resistencia cultural. Hechos y no palabras, acciones y no discursos, parecían decirnos sin decirlo aquella memorable jornada. No cabía duda. Ese grupo de Rapa Nui, entre los que estaba el popular Hotu Iti, hoy rostro de televisión y quien por entonces participaba activamente del movimiento estudiantil, era muy diferente al resto de nosotros. Disfrutaban la vida de la misma forma como decían añorar su lejana isla. Lo suyo, nos contaban, no era la vida de ciudad, no al menos la de Santiago, sino el contacto con el mar, las cabalgatas por la playa, las fogatas a medianoche, los deportes náuticos, hacerse hombres desafiando las olas del Pacífico y conquistar turistas –de preferencia europeas, reconocían- con leyendas del Manu Tara. ¿En qué momento los mapuches nos pusimos tan serios y graves? ¿En que momento extraviamos la chispa, la alegría, la fiesta de ser quienes somos? ¿Algo tendría que ver nuestra larga historia de maltratos y despojos sufridos como pueblo? Claro, razonaba en ese entonces, a miles de kilómetros del continente, en medio de la Polinesia y lejos, lo más lejos posible de las garras de Carabineros y su brutalidad, ¿qué otra cosa podías hacer sino cantar, bailar y ser feliz?
por las autoridades chilenas de ayer y de hoy. No, no era aquella la propiedad que el ministro Hinzpeter y su “nueva derecha” buscaban resguardar enviando a Rapa Nui sus perros de presa. Hablamos más bien de la “propiedad privada”, aquella sagrada figura sobre la cual se asienta el modelo económico chileno, piedra angular de la actual administración de la misma forma como lo fue por 20 años para la Concertación. “Esta política represiva es inaceptable... Ha habido un uso de la fuerza absolutamente desproporcionado”, escuché decir al senador socialista, Juan Pablo Letelier. Claro que es inaceptable, honorable senador. Tanto como aquella que padeció, bajo los gobiernos socialistas de Lagos y Bachelet, nuestra propia gente en los campos del sur.
cional?: Simplemente el resguardo de la propiedad. Pero no de cualquier tipo de propiedad. No al menos la de los clanes Rapa Nui, consignada en diversos tratados históricos pero negada
Un destacado autor liberal nos dice que “el derecho de propiedad deviene del trabajo”. Como cobra relevancia este argumento el día de hoy. El estereotipo de los indígenas como “flojos y borrachos” no se explica sino bajo esta argumentación economicista, la misma que justificó el saqueo de
nuestros territorios en el afán de que fueran ocupados por gente “trabajadora”, gente “de progreso”. Es lo que estuvo detrás de la ocupación militar chilena de Wallmapu a fines del siglo XIX. Y, por cierto, lo que llevó a las autoridades, tan solo un par de décadas después, a transformar Rapa Nui en hacienda de ganaderos gringos y a su bella gente en esclavos. O por usar un eufemismo, en “mano de obra barata”. Este argumento, como podrán notar, esconde una gran cuota de racismo solapado. Se nos dice, siempre sin decirnos, que esta gente en su holgazanería no sabe trabajar y mucho menos producir. Es lo que argumentan los dueños de las propiedades recuperadas desde hace semanas por los diversos clanes. Denuncian que sus “bienes” y “tierras” han quedado al arbitrio de sujetos “sin lógica de inversión”. Mucho menos con nociones de “mercados de futuro”, un verdadero desastre para una isla con “ventajas comparativas únicas”, señalan indignados. En definitiva, no son “homos económicus”, sino sucios hippies, vividores del día y meros contempladores de una riqueza que poco y nada les interesaría explotar. ¡Horror! ¿Sabrán aquellos inversionistas lo delicado de mantener el equilibrio natural en una isla tan frágil y pequeña? ¿Conocerán todos sus horizontes, los atardeceres? ¿Qué ven ellos cuando observan los moais? ¿Solo roca volcánica virtuosamente tallada? ¿Una oportunidad de negocios? ¿Logran acaso percibir su trasfondo espiritual y cosmovisionario? En Rapa Nui se está viviendo hoy un capítulo más en la histórica lucha de nuestros pueblos. La lucha Rapa Nui es también la lucha mapuche. ¿Triunfará la avaricia comercial de unos pocos? ¿Serán pisoteados sus derechos y con ello la infinita alegría de su gente? ¿Seguirán siendo ellos, como lo fueron antes sus abuelos, mano de obra barata de hoteles, pubs y agencias de turismo? ¿Seguirán sus danzas ceremoniales acompañando el trasnoche de embriagados turistas del primer mundo? ¿Quién ganará finalmente? ¿Un pueblo que recupera dignamente su memoria o los sacrosantos intereses del Mercado? Como mapuches y a la distancia, solo nos vale entregar una palabra de aliento. Queridos hermanos, queridas hermanas, no se dejen derrotar por la pena y el dolor. Luchen por aquello que les pertenece; no hectáreas más o hectáreas menos, ¡luchen por su isla!, ¡reivindiquen al mundo su extraviada soberanía como nación!. Honren, como tratamos de hacerlo nosotros en el “conti”, la memoria de sus ancestros. Pero sobre todo, nunca pierdan su alegría. En ella nos encontraremos, más temprano que tarde, como pueblos y naciones libres.
No dejo de recordar todo esto al ver las terribles imágenes de represión que nos llegan desde la isla. Jóvenes, ancianos, mujeres y niños agredidos brutalmente, baleados con perdigones simplemente por decir basta y reclamar lo que siempre ha sido suyo. No puedo sino pensar en cómo un gobierno en teoría democrático se entregó con tal ahínco a la lógica ochentera -y golpista- del “enemigo interno”. ¿Qué hay detrás de tal arrebato de violencia instituAgencias
EN IMAGENES, LOS HECHOS NOTICIOSOS QUE MARCARON EL AÑO
que el Ministerio del Interior del Gobierno de Bachelet se dejó convencer por estas prédicas amenazantes y actuó en consecuencia. Acusó el golpe mediático sin siquiera darse cuenta, como ya lo había hecho el subsecretario del interior del Presidente Lagos, Jorge Correa Sutil, al condenar como delitos terroristas lo que ocurría en el sur. Allí comenzó el éxito de la campaña auspiciada por El Mercurio, como señala el Embajador. Detrás de la campaña me temo que estaba el conocido Instituto de extrema derecha llamado Libertad y Desarrollo en que el tema mapuche estaba a cargo de la actual ministra vocera Ena Von Baer. Ella como candidata al senado por Temuco tuvo el mismo discurso de mano dura de su candidato a la presidencia. Perdió por muy escasos votos frente a un contendor impecable: había sido el alcalde designado, no elegido, de esa ciudad durante la dictadura de Pinochet. El Embajador de los Estados Unidos en Chile, mucho más prudente, dice que la mayoría de las demandas mapuches “son razonables” y califica a algunas de “fantasiosas”.
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en Temuco ofreció “mano dura” y ante el ambiente ya convencido de temucanos asustados, ganó ampliamente las elecciones. No se prometió el desarrollo de la Región, sino que se jugó con el miedo ya introducido por una década y media de “campañas del terror”. Francisco Huenchumilla, prestigioso abogado mapuche, ex diputado de la DC, y alcalde de Temuco, que pretendió moderar los discursos y dar un marco de cordura a la cuestión mapuche, perdió la senaturía. Le ganó un candidato que no habló del tema y que manipula en forma eficiente sus clientelas cautivas. En la provincia de Malleco el candidato al senado Alberto Espina, en cambio, arrasó prometiendo “mano dura” a la amenaza terrorista.
amentable e increíble, más bien insólito: el Embajador de los Estados Unidos en Chile tenía una opinión claramente más lúcida e inteligente sobre el llamado “conflicto mapuche” que las elites políticas criollas. Su crítica a los medios de comunicación que denomina “conservadores”, esto es, todos los medios y el “agrandamiento” del fenómeno, es coincidente con la que muchos, mapuches y no mapuches, hemos realizado durante estos años. Ha sido una década de criminalización de la causa mapuche. Porque hasta el año 1997, nadie se recuerda, El Mercurio levantó algunas figuras románticas y anti sistémicas mapuches que le servían para hacer oposición a la Concertación. Por cierto que el Decano no hace meas culpas, ni tampoco se responsabiliza de nada. La Fundación Nacional para la Superación de la Pobreza hace ya años analizó los noticiarios de la televisión, de todos los canales, y se dio cuenta que aunque se tratara de noticias mapuches neutras e incluso de evidente no violencia, las imágenes que se usaban eran las mismas: enmascarados arrojando piedras, fuego e incendios, ambiente de guerra y terror. Las imágenes eran viejas, pero las seguían utilizando sin cambiarlas, año tras año. Como en el juego del “aprendiz del brujo”, los mismos que promovieron la campaña se convencieron de lo que
habían inventado y luego se asustaron con ello. Asustados fueron a la Embajada a ver si existían contactos terroristas internacionales y pidieron ayuda. Se asustaron de su propio susto. Lamentable. El Embajador de Estados Unidos señala que la campaña presidencial del candidato Sebastián Piñera estuvo marcada por esta obsesión. Son terroristas, se dijo y repitió, están conectados a grupos terroristas internacionales, en fin, suma y sigue. El candidato
Ante las filtraciones de Wikileaks, el senador Alberto Espina señala: “Las políticas de la Concertación en esta materia fueron lamentablemente muy negativas”(El Mostrador, 15 diciembre 2010). ¿Serán las políticas llevadas a cabo las que provocaron “el largo distanciamiento que la Araucanía ha tenido en las elecciones presidenciales con el Gobierno de la Concertación” o aquí hay un enorme éxito de campañas orquestadas en las cuales cayeron incluso muchos o la mayoría de los mismos personeros de la Concertación? Los Wikileaks tienen la ventaja de mostrarnos las políticas que se hacen en los bastidores, en las telarañas escondidas y a veces podridas del poder. No cabe mucha duda
Los que alegan que estos Wikileaks son “cahuines” no están muy acertados. Con lenguaje coloquial este Embajador dice una verdad y media. Para las elites políticas criollas, de todos los colores, transversalmente,los mapuches no tendrían la capacidad de llevar a cabo acciones y propuestas políticas de manera autónoma. Es por ello que cada vez que observan algún éxito mapuche corren a buscar a los asesores extranjeros. Hay una idea racista: los mapuches son poco desarrollados y si hacen alguna acción política significativa es porque están inducidos, adoctrinados o asesorados por fuerzas externas, obviamente mas capacitadas como son los vascos o las FARC. Pura ideología racista, como es evidente. Las fronteras ideológicas en estas materias no son las mismas que las que propone el sistema binominal de Concertación y Alianza de derecha. Hay continuidades y traslapos. Una parte del Gobierno de la Concertación, el Ministerio del Interior concretamente, y la derecha estaban trabajando sobre las mismas coordenadas: la protesta mapuche es de carácter terrorista y probablemente esté relacionada con fuerzas terroristas internacionales. Esa fue la tendencia dominante. Han pasado ya tres meses desde que terminó la huelga de hambre de los presos políticos y como siempre el olvido se transforma en costumbre. Los Wikileaks nos han traído nuevamente el tema. Nos dicen ni más ni menos que las elites han construido relaciones e imágenes inter étnicas tan evidentemente falsas que un observador externo tan poco perpicaz como suelen ser los Embajadores norteamericanos, se da cuenta. Esas imágenes obviamente condicionan y a veces matan.
ras el fin de la huelga de hambre mapuche en cinco cárceles chilenas, no son pocas las editoriales y columnistas que han desmenuzado en la prensa los alcances del movimiento carcelario. Y este, que duda cabe, es el principal logró político del prolongado ayuno. Mucho más que las medidas acordadas en Concepción, Angol y Temuco para descomprimir la situación procesal de los comuneros o de las parciales reformas a la Ley Antiterrorista en el Congreso, una de las tantas deudas pendientes de la democracia chilena y que fruto de la huelga comienza tímidamente a ser saldada. Más allá de todo lo anterior, haber reposicionado la demanda mapuche en el debate público es un logro político de marca mayor. Y el mérito, sobretodo, corresponde a los huelguistas, sus familias y comunidades. Ahora, que dicho debate apunte al trasfondo histórico, político y porque no agregar, “ciudadano” y “democrático” de la lucha mapuche actual, seguirá siendo por lo pronto materia pendiente. Un punto a tratar en el próximo petitorio de demandas, podríamos señalar. Y es que una cosa es posicionar un debate en la arena pública y otra, muy distinta, que dicho debate deje de ser una caricatura en si mismo. O un mal chiste, a propósito de las últimas declaraciones en “Las Ultimas Noticias” del Premio Nacional de Historia, Sergio Villalobos, calificando la lucha de los mapuches como “disparate” y “reivindicación populachera”. Y precisamente caricaturas y chistes fomes -como los del senil historiador- son la tónica a la hora de los balances de la huelga en los medios chilenos. Los “mapuches buenos”, los “mapuches malos”; el “liderazgo violento” y el “liderazgo tranquilo”…. Pero a ratos alguien le achunta. El puntapié inicial lo dio un notable reportaje de Ana María Sanhueza (Ver Pág. 18), retratando la irrupción de una nueva generación mapuche, jóvenes conscientes de sus derechos, orgullosos de su origen y si bien formados en el “conocimiento occidental”, muy pendientes de no olvidar los pasos que transitaron antes sus abuelos. Veinteañeros que cambiaron el arado por los libros (o el mouse) y muchos de los cuales, en el pasado ayuno, tuvieron su estreno en sociedad. Gonzalo Müller, panelista del programa “Estado Nacional” y “La Segunda”, los bautizó en el vespertino de la familia Edwards como la “Generación Weichafe” (“Generación de Guerreros”), “jóvenes con una mirada del tema que marca un quiebre frente a las tradicionales demandas de ese pueblo”, sentenció casi horrorizado. ¿Tradicionales demandas de ese pueblo? Para Müller, conceptos como “nación mapu-
che”, “autonomía”, “autogobierno”, “libre determinación”, inclusive “nacionalismo”, posibles de escuchar hoy en Concepción, Temuco o Valdivia en boca de liceanos y mechones universitarios, no serían parte de las “demandas tradicionales” mapuche. Si lo serían, se desprende de su columna, los programas de asistencia estatal, el fertilizante para las siembras, el ripio para los caminos, el forraje para los animales y las siempre necesarias canastas básicas familiares en una sociedad empobrecida hasta el hartazgo.
¿Sabrá Müller, destacado profesor de la Escuela de Gobierno de la Universidad del Desarrollo, que en los años 30’ uno de los principales líderes mapuches –Manuel Aburto Panguilefllamaba a instaurar en el sur una “República Indígena” federada al Estado chileno? ¿Sabrá Müller que entre 1925 y 1973, ocho parlamentarios mapuches representaron –muchos de ellos aliados con los conservadores- los intereses de su “raza” en el honorable hemiciclo del Congreso Nacional? ¿Sabrá el profesor Müller que en los años 70’, Alejandro Lipschutz, antropólogo
cultades, un camino reivindicativo y político propio. Y es que los “nuevos discursos”, los “nuevos relatos”, la “nueva épica” que según Müller pareciera aflorar por generación espontánea en las nuevas camadas de mapuches, poco y nada tienen en verdad de original. Por el contrario, mucho tienen de recuperación de la memoria, de reencuentro generacional con un pasado no tan lejano y con voces incluso familiares que hace 30, 40 o 50 años atrás nos hablaban de un pueblo con historia, con presente y, sobre todo, con un futuro por construir. De ello hablan hoy las nuevas generaciones. De ello y a su modo le están hablando al resto del país. A ratos tímidamente. A ratos alzando la voz. A ratos incluso con contradicciones y de manera confusa. Y es que puede que incluso ni ellos lo sepan, pero en sus palabras renace la voz de sus abuelos. ¿Es aquella una voz que nos remite al pasado, a la “comunidad perdida” retratada por antropólogos y cientistas sociales o a la “reducción rural” idealizada por dirigentes y poetas? En absoluto. La voz mapuche, en el conservador Chile actual, es una voz cargada de modernidad y futuro. Remite, para quien quiera escuchar, a discusiones absolutamente de primer orden en el concierto internacional; multiculturalismo, profundización de la democracia, ciudadanía e interculturalidad, descentralización del poder y nuevas formas de representación social y política, modelos de desarrollo y su impacto sobre el hombre y el planeta, etcétera. Nada de lo anterior habla del pasado. Por el contrario, son voces que en boca de estos jóvenes nos proyectan un paso más hacia el futuro, tanto a mapuches como a chilenos. No verlo es estar ciego.
Agencias
letón y asesor de la UP en asuntos étnicos, abogaba por la creación de un “territorio indígena autónomo” como salida al por entonces ya persistente escenario de conflicto territorial? Lipschutz, que había padecido en carne propia el yugo homogeneizante y uniformador del comunismo soviético en su natal Letonia, se negaba a “campesinizar” –como lo hacia incluso el propio Allende- la lucha de los mapuches. ¿Los herederos de Lautaro simples “campesinos chilenos pobres”? Algo no le cuadraba a
Lipschutz en esa afirmación, que convengamos cruzaba –y sigue cruzando- en Chile y sin distinción a toda la clase política. Desde la izquierda a la derecha. Largas conversaciones con lonkos y dirigentes de la época le ayudaron a Lipschutz a ir aproximándose a una respuesta. En eso estaba el destacado intelectual cuando vino el golpe militar. Y aunque Müller ni siquiera lo sospecha, en eso estaban también nuestros abuelos por aquellos días; marcando prudente distancia con la izquierda y sus afanes revolucionarios importados. Y retomando, no sin difi-
Esta nueva generación, en breve lapso de tiempo me atrevo a pronosticar, romperá con todas las imágenes preconcebidas de lo que supuestamente somos los mapuches en Chile; campesinos, servidumbre doméstica, panaderos, feriantes de la Vega, simple tropa en las filas castrenses, ¿cazadores recolectores aún? Bueno sería, señores de la clase política e intelectual de este país, prestarles un poco más de atención. No son pocos, habría que advertir desde ya. Se calcula en 2 mil el universo de jóvenes mapuches tan solo en las universidades públicas y privadas de Temuco. Otros cientos pueblan los campus y facultades en Concepción, Valdivia, Osorno y Puerto Montt. Qué decir de Santiago y Valparaíso, ciudades donde se asienta hoy el grueso de nuestra población, la diáspora que poco a poco rompe la timidez y reclama también su lugar en esta historia. Esos miles de mapuches universitarios, sumados a otros miles de jóvenes que en el ámbito de la comunidad rural fortalecen identidad y discurso, unidos a una emergente clase media intelectual y profesional mapuche que a diario conquista simbólicos espacios anteriormente vedados, constituyen una generación de recambio potentísima. El paso de la canasta familiar a la lucha por el poder político. El paso del asistencialismo al reconocimiento y ejercicio pleno de derechos. Constituyen, en definitiva, la bienvenida del Mapuche y el adiós al “mapuchito”.
A
mediados de julio, Natividad Llanquileo Pilquimán (26) acababa de empezar el último semestre que le queda para terminar Derecho en la Universidad Bolivariana, en Santiago, cuando le pidieron que asumiera una de las vocerías de los presos mapuches en huelga de hambre, entre ellos Víctor y Ramón Llanquileo, sus dos hermanos imputados por la Ley Antiterrorista y con quienes creció en Puerto Choque, Tirúa. Pese a que arriesgaba perder el año académico, Natividad dejó de inmediato las clases -y también su trabajo como empaquetadora en un supermercado- y partió rumbo a Concepción. De ahí en adelante, su rostro ha aparecido casi a diario en la prensa: tuvo un rol protagónico al visitar a los detenidos en la cárcel El Manzano, junto al obispo y mediador Ricardo Ezzati, y también al convertirse en el puente entre los huelguistas y el gobierno. "Yo tengo un compromiso con mi pueblo. Y si me llamaran otra vez para ser vocera, lo haría. Uno puede tener la profesión que sea, pero es mapuche primero que todo", dice desde Concepción. Pero el compromiso político de Natividad no es sólo porque dos de sus cinco hermanos están presos y porque de niña presenció en Puerto Choque movilizaciones y vio a sus padres pelear por la recuperación de tierras. Natividad también es parte de una nueva generación de jóvenes mapuches universitarios -en muchos casos los primeros de su comunidad en llegar a la educación superior-, que además de ser activos y militantes, viven una revalorización de su cultura en lo que muchos denominan un "nacionalismo mapuche": participan en los movimientos, aprenden mapudungun, juegan palín y asisten a las comunidades en busca de reconstruir su historia para compararla con el relato "winka" u "occidental" que les enseñaron de niños en sus escuelas rurales.
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Y al contrario de la timidez de sus padres -a los que nunca se les enseñó mapudungun para evitar que fueran discriminados por su acento, según cuentan sus hijos-, para ellos su origen es un valor agregado. "Estamos orgullosos de ser mapuches", adelanta José Ancalao (21), estudiante de Antropolo-
gía en la Universidad Católica de Temuco (UCT) y activo ex dirigente de los secundarios. Alguien que ha seguido de cerca desde hace más de 20 años a varias generaciones de jóvenes mapuches es el sacerdote Fernando Díaz (53), de la congregación del Verbo Divino, quien llegó a la zona en 1975, específica-mente a Puerto Domínguez, cuando aún era estudiante de Arquitectura en misiones de verano de la PUC. Hoy trabaja codo a codo con el obispo de Temuco, Manuel Camilo Vial, y habla cada vez mejor mapudungun. "La diferencia de esta generación con las demás que he conocido, es que está consciente de sus derechos porque ha accedido a la educación. Entonces, es lógico que se tome la palabra. Tiene interés en formarse y conocer mejor el mundo que los ha segregado para saber proyectarse, pero con historia. Y ojo: ellos no quieren ser
meros beneficiarios de un modelo de desarrollo que no les es propio, buscan desarrollo con identidad". De trabajar cuando niños cuidando animales y como temporeros en los veranos, hoy desde la universidad son parte de un grupo que tiene una activa participación en el movimiento mapuche y que pretende seguir en primera línea al egresar de sus carreras, ya sea como dirigentes o trabajando como profesionales para sus comunidades. Varios de ellos ya se titularon y han elegido seguir en su
cultura y no "chilenizarse". Dos ejemplos son el periodista Pedro Cayuqueo (34) - director de Azkintuwe - y el antropólogo Danko Marimán (26), quien estudió en la Universidad de Massachusetts, en Boston, y hoy, además de tener tres discos de hip-hop mapuche y dirigir el documental "En el nombre del progreso", trabaja junto a su tío Pablo Marimán en un proyecto de reconstrucción histórica de seis comunidades del sector de Kuelñelolo o Fortín Ñielol, en Galvarino. "Es que nosotros no nos sentimos chilenos: somos mapuches", subraya.
Luis Penchuleo (27) -estudiante de quinto año de Periodismo de la Universidad de La Frontera (UFRO) y ex candidato a alcalde de Lautaro por el Partido Mapuche, colectividad en la que también milita Cayuqueo y que en diciembre comenzó a recolectar las firmas que la ley le exige para oficializarse- dice: "Nuestra generación sigue el ejemplo de Lautaro, que vivió con los españoles y luego, con ese conocimiento integral, regresó para hacerles la guerra. Con la universidad nos pasa lo mismo: estamos aprendiendo cómo piensan los winkas, pero sin dejar de lado lo que somos". Natividad agrega: "Yo, por ejemplo, estudio Derecho para buscar justicia. Uno ve el ordenamiento jurídico y se da cuenta que las leyes no están hechas para nosotros, sino para los chilenos", reflexiona. "La gente no nos conoce. De hecho, tiene una confusión con los mapuches. Sólo les gusta la parte folclórica y bonita del mapuche, pero cuando lo ve distinto, cuando ve que reclama y conoce sus derechos, ya no le gusta".
día nos dimos cuenta de que no sólo teníamos que participar como secundarios, sino también como mapuches", dice. Esta generación se ha empeñado en aprender a hablar y escribir mapudungun. También interrogan a sus padres y abuelos para reconstruir su pasado y no quieren por ningún motivo que sus hijos tengan nombres "chilenos", como sí les ocurrió a ellos. "Nuestros abuelos no les enseñaron mapudungun a nuestros padres por miedo a que los discriminaran y no hablaran bien el castellano, pero nosotros queremos recuperar eso", explica Ancalao. Para aprender, junto con conocer las lecturas "tradicionales" de historia de Chile -ellos la llaman "la versión winka"-, leen libros y periódicos escritos por "peñis", entre ellos el periódico Azkintuwe y el sitio
web de noticias "Mapuexpress". Un texto clave en su formación es "¡Escucha, winka...!" (LOM Ediciones), conformado por los ensayos de tres historiadores y un sociólogo que son parte de la intelectualidad mapuche: Pablo Marimán, Sergio Caniuqueo, José Millalén y Rodrigo Levil. "Pero siempre nuestros modelos a seguir son nuestros antepasados, de ahí viene el kimun (conocimiento)", dice Pablo Millalén. También escuchan sus propias canciones de protesta. La más emblemática, y por estos días ungida como "la banda sonora" del conflicto mapuche-chileno, es Una sola lucha, del grupo Weliwen, el plato más esperado en las peñas locales y archivo obligado de los celulares y MP3 que circulan por los hogares mapuches. "Una sola lucha, un sólo camino, una sola ver-
Galvarino sí, O'Higgins no Desde que era estudiante secundario -época en que intentó sin suerte ir a clases con la manta de lana mapuche- que José Ancalao participa activamente en el movimiento mapuche: hoy es una de las caras visibles en un grupo donde todos se conocen. Creció en Purén y es hijo de un obrero forestal. Cuenta que un hecho que marcó la tendencia de su generación a volver a su cultura de origen es que, de niños, tanto a él como a sus compañeros mapuches los obligaron a "castellanizarse", lo que implicó aprender el Himno Nacional en español y en mapudungun, izar la bandera chilena y estudiar historia en su versión "winka". "Pero nuestros héroes no son Arturo Prat ni O'Higgins, sino Lautaro, Galvarino y Curiñanco", dice. Jonathan Zapata (21), alumno de Pedagogía Intercultural en Contexto Mapuche en la UCT y vocero del "Pelontuwe", uno de los hogares universitarios mapuches emblemáticos de Temuco -allí velaron el cadáver de Matías Catrileo en enero de 2008, tuvo una experiencia similar: "En mi escuela rural incluso me ponían nota por las flores que llevaba para el Mes de María". En 2005, Ancalao junto a Zapata y a Pablo Millalén (21) -hoy estudiante de Trabajo Social en la Universidad Autónoma de Temuco- fundaron, en plena revolución pingüina, "Melinewen" (Cuatro Fuerzas), la más grande organización secundaria mapuche. "En Melinewen le dimos duro a la educación de la verdad histórica", explica Ancalao, quien en esa época, además fue dirigente regional de los pingüinos. "Un
Pablo Diaz
dad. Una sola lucha, nuestra libertad. Pero el enemigo nos confunde para dividirnos. Nos deja peleando entre nosotros. Mientras nuestros hermanos se mueren de hambre y dolor. Por la opresión del poderoso. ¿Y qué vas a hacer, esconderte o luchar? Y qué voy a hacer, si hace tiempo elegí luchar. Elegí luchar, pero mi lucha no es de muerte. Mi lucha es por vivir. Mi lucha es por vivir y no para matar. Mi lucha es por vivir", dice parte de su letra. No es todo: muchos de ellos sueñan con formar pareja sólo con otro mapuche -y no con un occidental o una mujer chiñura- y piensan usar la universidad -o el "conocimiento winka", como le dicen- como una herramienta futura para la causa mapuche. También juegan palín, para lo que muchas veces se levantan a las seis de la mañana. "Y que no digan que los mapuches somos flojos", dice con ironía Carlos Arcos Quiñilef (21), estudiante de Ciencias de la UFRO. "Esta generación es muy curiosa, siempre pide libros para leer. Ha ido perdiendo el miedo a decir lo que piensa y ha ido conquistando su libertad. Está orgullosa de ser mapuche y reclama a la sociedad chilena los valores de igualdad, fraternidad y libertad", explica el misionero Fernando Díaz. Leticia Huaiqui Machil (24), una estudiante de Pedagogía Básica Intercultural en Contexto Mapuche, tiene su propio diagnóstico de la vuelta a los orígenes de su generación: "Nuestros ancestros son los que nos reclaman hacerlo. No creo que nosotros seamos capaces de hacerlo solos, sino que respondemos a las rogativas de nuestros antepasados". Leticia está vestida a la usanza mapuche: tiene un pañuelo de seda rosado en la cabeza y una manta de lana negra le cubre los hombros. Es el mismo traje que usa cuando en la UCT le piden ir de tenida "formal" para dar un examen.
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"Yo estoy en la universidad por un tema estratégico: no me identifica estudiar para trabajar para Chile, sino para ponerme a disposición de mi comunidad", dice. A su lado, en el Hogar Mapuche Lawen Mapu de Padre Las Casas, está Carlos Arcos Quiñilef (21), ex dirigente. Viste jeans y zapatillas y desde ya está pensando qué hará apenas termine su carrera. Estudia Pedagogía en Ciencias en la UFRO. "Algún día voy a volver a mi comunidad a retomar mi rol de lonko. Pero lo haré con los conocimientos que tengo ahora para fomentar este nacionalismo mapuche", señala convencido. De la ruca a la universidad Además de venir del campo, muchos de quienes hoy están en la universidad y son dirigentes durmieron en
rucas hasta hace pocos años. Es el caso de Jonathan Zapata y también de Pablo Millalén, quienes aún recuerdan lo desagradable que fue al llegar a Temuco a la enseñanza media, y que en el liceo los molestaran por estar "pasados a humo" porque secaban sus ropas en el fogón. "Todos eso nos marcó para lo que somos, pero no somos resentidos", aclaran. Jonathan vivió hasta los 8 años en una ruca en la Comunidad Antonio Painemal, a 14 kilómetros de Temuco. A su casa, la luz llegó recién en 1997. Y Millalén, de niño, aprovechaba de jugar con sus amigos
de la comunidad mientras cuidaba a los animales -chanchos y vacas- en el campo. "Yo jugaba con piedras a los autitos; nunca tuve un juguete", cuenta hoy. Para otros, como el ex candidato a alcalde Luis Penchuleo, quien tiene dos primos detenidos y en huelga de hambre, las bolitas eran las avellanas y las semillas de lingue.
“T
de Chile y Argentina. La mapuche es una cultura milenaria, basada en una estrecha relación con el mapu (tierra), que desde hace siglos ha habitado con sostenibilidad amplios territorios en la punta del cono sur de Sudamérica. Sin embargo, la historia mapuche tiene un elemento trágico, que seguramente comparte con otras naciones indígenas, las cuales fueron llevadas, mediante la usurpación de territorios y la subyugación, hasta la mínima expresión de su propia cultura, condenadas a vivir en la pobreza y la marginación, o cuando no, directamente exterminadas.
odos los pueblos dependientes tienen el derecho de libre determinación, determinan libremente su condición política y persiguen libremente su desarrollo económico, social y cultural.” Así reza uno de los apartados del Acta de Descolonización creado en 1961; y esta es la principal reivindicación del pueblo mapuche, por la que lleva luchando más de 150 años, desde que su territorio fue ilegítimamente ocupado por los estados de Chile y Argentina. Autodeterminación es un derecho inalienable de los pueblos y si de algo podemos estar seguro es de la condición de pueblo de la Nación Mapuche. Soberanía y autodeterminación son las principales reivindicaciones políticas de este pueblo ancestral. Los mapuches, a ojos de un español, sólo son un pueblo indígena con fama de guerrero y violento que no pudimos someter en tiempos de la conquista de América. Pero si nos acercamos con una perspectiva más amplia a la cultura, la historia y la idiosincrasia de este pueblo milenario, encontraremos una larga lucha por el reconocimiento de sus derechos y una apasionante historia salpicada de relatos llenos de épica, de personajes de leyenda y de resistencia anticolonial que han convertido a este pueblo indígena en paradigma de la lucha por la supervivencia de las naciones indígenas, herederos de una cultura milenaria que sobrevive hasta nuestros tiempos. Los mapuches son un pueblo que forjó su propia identidad durante más de 300 años de resistencia ante los españoles. Luego siguieron luchando tras una segunda ocupación de los estados recientemente descolonizados
En la ruca, en la comunidad Mañiuco, Pablo vivía junto a su abuela, y aún recuerda que muchas veces, ella se echaba a dormir sobre un cuero durante el día para descansar. A los ocho años fue a Galvarino, donde vio
por primera vez una casa de dos pisos. A los 14, llegó a estudiar al internado Pablo Neruda de Temuco. "Quedé impactado", cuenta. Hoy, lejos de ser seducido por la ciudad, Millalén añora compartir sus conocimientos universitarios con su comunidad. En los hogares, por ejemplo, conservan intacta su cultura. En el "Lawen Mapu", los propios estudiantes construyeron una ruca afuera del edificio principal. Allí se juntan e, incluso, cocinan. Para la celebración de Wetripantu, a fines de junio, y para el cambio de luna, los estudiantes hombres (wentru) mataron un caballo para que las mu-
jeres (zomo) lo faenaran. La grasa, como en el campo, la usaron para freír sopaipillas. Desde el inicio de la huelga de los presos mapuches las nuevas generaciones de jóvenes se movilizaron para apoyar las demandas en Santiago, Concepción, Temuco y Valdivia, entre otros puntos. Consideran todos que la huelga era la única manera de que el pueblo mapuche se hiciera visible en la prensa. Pero no se pierden. "Para mí no es un orgullo tener mártires, porque en esta lucha no se deberían perder vidas", dice Jonathan Zapata.
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La Corona española jamás pudo doblegarlos. Pero los descendientes criollos de aquellos españoles, y que acababan de descolonizarse, se convirtieron esta vez, ellos mismos, en colonizadores. Esto es, colonialismo sobre colonialismo, llevado a cabo por dos países con un deseo irrefrenable de expansión y de afianzar su identidad nacional. La verdad es que de robar y de esquilmar territorios sabemos mucho los españoles, pero nuestros “queridos” descendientes criollos no se quedaron atrás; hay que reconocerlo, el discípulo superó a su maestro.
Dice el refrán que no hay mal que cien años dure, pero el conflicto mapuche se alarga ya por más de 150 años. La situación no ha variado mucho; han cambiado los actores de esta larga historia de injusticias pero no la situación de indefensión que siguen padeciendo en sus comunidades. Los mapuches aman profundamente la libertad, la independencia y, sobre todo el territorio en el que viven. Esta relación con su tierra es de una espiritualidad que probablemente se escapa de la comprensión de nosotros, los europeos, que vivimos en una sociedad basada en una economía de consumo sostenida sobre los hombros de la sobreexplotación de los recursos naturales del tercer mundo. Esta locura consumista contrasta frontalmente con la larga tradición de sostenibilidad que los mapuches han mantenido sobre su territorio ancestral. Empresas hidroeléctricas, madereras y de extracción de minerales, con la connivencia de la clase dirigente chilena, tan europeizada ella, están esquilmando el territorio mapuche e inundando zonas sagradas, como
sucedió hace un tiempo con Endesa. Sin embargo, el pueblo mapuche parece no haber caído nunca en la desesperación y en la desmoralización. Es como el ave Fénix, que siempre renace de sus cenizas; ni la colonización, ni las campañas de genocidio, ni las políticas de asimilación y subyugación han acabado con ellos en cinco siglos. Llevan sobreviviendo en la pobreza y en la marginación desde hace 150 años, y sin embargo, en la actualidad, el movimiento por la recuperación de la identidad nacional mapuche emerge más fuerte que nunca. El pueblo mapuche es la gota malaya que no cesa, o cabría decir a partir de ahora - la gota mapuche que no cesa-. Esta descripción que de ellos hizo Fray Camilo Henríquez ilustra perfectamente este carácter de resistencia: “(el mapuche) rehúsa las cadenas, y anteponiendo todos los males posibles a la pérdida de su libertad, y sin intimidarse por la inferioridad e imperfección de sus armas, resiste, combate, triunfa a las veces; y cuando es vencido ni decae de ánimo, ni pierde la esperanza de vencer”.
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epresenta a toda una generación de recambio al interior del movimiento social mapuche. Miembro de la comunidad Mateo Ñiripil, de la comuna de Lautaro, Luis Penchuleo Morales comenzó a temprana edad a participar en política. Ex presidente del Hogar Universitario Pelontuwe y ex candidato a alcalde por la comuna de Lautaro, a sus 28 años ya forma parte de la Mesa Directiva del Partido Mapuche Wallmapuwen. El pasado 18 de diciembre la colectividad nacionalista dio inicio a su proceso de conformación legal en tres regiones del País Mapuche. De conseguir, al mes de julio de 2011, las 5 mil firmas de adhesión que demanda la ley chilena de Partidos, se constituirá en el primer conglomerado mapuche de la historia. Para conocer las implicancias de este proceso, Azkintuwe conversó con Penchuleo en Temuko. - Tras varios años de trabajo de base han iniciado el proceso de legalización. ¿Era una aspiración de la colectividad?
Por supuesto, desde nuestra aparición pública el año 2005 señalamos que queríamos constituir un partido político legal para desarrollar el proyecto nacionalista en Wallmapu. Era una obligación nuestra legalizar el partido, cumplir con lo que establece la ley, así lo demandaba también nuestra gente. Entendemos que legalizado el partido será un instrumento fundamental que nos permitirá disputar el poder político aquí en Wallmapu, en el país de nuestros abuelos y donde hoy nuestro pueblo se encuentra desplazado, marginado de todas las decisiones. El partido es un instrumento y no un fin en sí mismo. Hoy el sistema político chileno indica que es a través de un partido donde se canaliza la participación ciudadana y es el instrumento mediante el cual se disputa el poder local y nacional. Este es un dato de la realidad y sobre el cual debemos maniobrar. Por nuestra parte esperamos construir un instrumento que nos permita impulsar nuestro proyecto político nacional, orientado al bienestar de todos los habitantes del País Mapuche, sin distinción.
- ¿En qué consiste el proceso de legalización? Parte con la aprobación de nuestra escritura legal por parte del Servicio Electoral, lo que aconteció el pasado mes de noviembre. Tras ello se procedió a la publicación de un extracto de este documento en el Diario Oficial, lo que concretamos el viernes 17. Esto nos permitió iniciar el pasado 18 la recolección de firmas tras el acto político cultural que desarrollamos en Temuko. La ley nos exige firmas en tres regiones consecutivas; 2.106 firmas en La Araucanía, 872 firmas en Los Rios y 1.737 firmas en Los Lagos. Para concretar esta meta tendremos un plazo de 210 días, siete meses aproximadamente. En julio del 2011, de lograr nuestro objetivo, deberíamos tener legalizado Wallmapuwen. Se trataría del primer partido político mapuche en nuestra historia. Es bueno aclarar que nuestro proceso legal no partió este 2010, se inició el año 2007, con las ciento treinta primeras firmas de militantes que inscribieron el partido ante el Servicio Electoral en Temuko. Este proceso lo encabezó la Mesa
Directiva anterior, liderada por nuestro peñi Gustavo Quilaqueo. Lamentablemente no pudimos iniciar entonces el proceso de legalizar las 5 mil firmas, debido a la negativa del SERVEL de aprobar nuestras escrituras legales. Nos dijeron que no se ajustaban a la Constitución chilena, por temas como la bandera mapuche, conceptos como autogobierno, libre determinación, nacionalismo y otros. Finalmente, este año, salvamos este obstáculo reformando los estatutos pero salvaguardando siempre nuestros principios políticos e ideológicos. - ¿Qué implica para ustedes esta nueva etapa que inician? Implica ante todo cumplir un viejo anhelo de nuestro pueblo, cual es contar con un partido propio. Hay que recordar que la lucha por la organización y el
poder político no es nueva en el movimiento mapuche. Tempranamente las organizaciones se dieron cuenta que el poder político es fundamental para hacer valer los derechos de un pueblo, esa así que la Sociedad Caupolicán fundada en el año 1910 fue una de las primeras en trabajar para tener parlamentarios propios. Más tarde lo propio hizo la Corporación Araucana y otros referentes, quienes llegaron a tener siete diputados entre los años 1920 y 1973 en el Congreso chileno. Wallmapuwen se inscribe en esa historia de organización y lucha política, es el legado que reivindicamos y del cual nos sentimos herederos. - En estos años de trabajo de base, ¿cuál ha sido la respuesta de la gente? Ha sido positiva. El trabajo en terreno nos ha permitido ratificar nuestros planteamientos iniciales, aquellos que nos impulsaron a la idea de construir un partido político. Nuestra gente comparte el diagnóstico de Wallmapuwen y ve con buenos ojos el gestar una lucha de descolonización, de toma de conciencia, de atreverse a disputar el poder a todos aquellos que nos tienen sumidos en la marginalidad. Somos hoy un pueblo excluido en lo social, en lo económico, en lo cultural, en lo lingüístico, en todos los sentidos y este panorama se asienta sobre la exclusión política que nos afecta. Estamos, como pueblo, fuera de la toma de decisiones, ocupados de resistir pero no de proponer y construir un proyecto político nacional.De allí que nuestra convocatoria sea amplia. Buscamos convocar
a todas las personas que simpatizan o creen en la idea de un partido para el País Mapuche, sin distinción étnica, ni religiosa, ni sexual, porque estamos construyendo un partido amplio e inclusivo. También están convocadas las diversas organizaciones que componen el movimiento social mapuche, sin distinción, así como las distintas expresiones del movimiento social chileno en Wallmapu, académicos, organizaciones estudiantiles, colectivos artístico-culturales, pobladores, gremios profesionales, organizaciones ligadas a derechos humanos y ambientales, etc. - A ratos se critica el camino políticoelectoral, ¿qué responden ante tales cuestionamientos?
dejemos de mendigar cupos y levantemos una colectividad propia. Esto que señalo no es teoría o un ejercicio intelectual; lo comprobamos "en terreno" en las pasadas elecciones municipales. - En qué sentido lo comprobaron. Las municipales fueron un momento clave, pues nos permitieron corroborar in situ el nivel de apoyo hacia Wallmapuwen y nuestro diagnóstico respecto de lo desfavorable de competir sin contar con un partido propio legal. Salimos fortalecidos de dicha experiencia porque a pesar de participar en contadas comunas y contar con muy pocos recursos, la gente nos depositó su confianza y unas tres mil personas votaron por candidaturas levantadas por Wallmapuwen y que
- No desconocen que hay voces que desde una posición "culturalista" critican la existencia de un partido. Lo sabemos. Hay una visión que pretende que los mapuche no podemos tener un partido, se señala que los partidos políticos no son parte de la cultura ni de la "cosmovisión" mapuche. En realidad, estamos aquí ante una mitificación colonialista, conservadora, según la cual los mapuche no podríamos apropiarnos de tal herramienta de la lucha política moderna. Es lamentable que hayan mapuche que repitan los discursos del colonizador, asegurando que no podemos tener nuestra propia fuerza política porque ello no corresponde a nuestra tradición… ¡Y lo dicen casi siempre en castellano, por escrito y en internet! Tal nivel de
Que la realidad nos indica que no estamos equivocados. Por un lado, el grue-
so de los mapuche vota, participa de estos procesos, dando cuenta de un comportamiento cívico bastante arraigado. Y por otro, que el voto mapuche en general no es ideológico, es más bien pragmático y eso abre la posibilidad de que dadas ciertas condiciones, una fuerza política mapuche tenga reales posibilidades de sumar apoyos. Hay por otro lado condiciones objetivas en varias comunas. Grafico esto con un ejemplo; hoy el voto mapuche es considerable en muchas comunas de Wallmapu. En la mayoría de ellas se han presentado candidatos mapuche, de manera independiente o en cupos de partidos chilenos y si bien algunos han sacado importante votación, muy pocos han resultado electos. Esto se debe, entre otros factores, a la dispersión del voto y al sistema electoral que beneficia las listas de partidos y, en estas, a los cabezas de listas que generalmente no son en los partidos chilenos los mapuche. - Todos juntos en una lista aumentarían sus posibilidades. Esa es la pregunta; ¿qué pasaría si esos mismos candidatos, en vez de ir separados, van en una misma lista partidaria y sumando votos entre ellos? La respuesta es de sentido común: lo más probable es que con esa misma cantidad de votos bastaría para tener dos o tres concejales y hasta la alcaldía en algunas comunas. Esto es lo que, en la matemática electoral, garantiza un partido propio. Nuestra idea es terminar con la procesión de mapuche fuera de las tiendas políticas chilenas, que
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daban cuenta de nuestro proyecto. Nos dimos cuenta que habíamos logrado posicionar, en pocos años, dos ideas fundamentales tanto al interior del movimiento mapuche como en la sociedad chilena. Primero, que cada vez eran menos los que ponían en cuestión la necesidad de contar con un instrumento político propio, así como su viabilidad. Segundo, que al interior de numerosos sectores mapuche y no mapuche, nos habíamos logrado posicionar como una organización creíble y con opinión fundamentada. Prueba de esto último fue nuestra activa participación en el proceso de la COM el año 2008 y los acuerdos políticos que hemos alcanzado con diversas colectividades de pueblos sin estado en otras latitudes, varias de ellas actualmente gobierno.
contradicción solo puede ser tomado con humor. - ¿Esta idea contraria a los partidos no les remite al discurso de la dictadura en los 80'? Absolutamente. El rechazo a "los partidos" y a "los políticos" es característico del populismo y fue un tema explotado a fondo por los militares. El participar en las elecciones es visto como una forma de integrarse en el "sistema", sin embargo, ¿qué vemos en otras partes del mundo? En Irlanda del Norte, durante la guerra, el movimiento nacional siempre buscó movilizar también en el terreno electoral y Sinn Fein, partido aliado nuestro, debió luchar para poder existir como partido legal. En el País Vasco el sector repre-
sentado hoy por Batasuna siempre ha buscado tener una existencia política legal y participar en las elecciones, camino que transitan allí nuestros aliados de Aralar. Estas experiencias también se dan en el continente, con Pachakutik, brazo político del movimiento indígena en Ecuador y Winaq, partido maya de Guatemala impulsado por la hermana Rigoberta Menchú y también hoy en proceso de legalización. - ¿De la resistencia al poder?... Como otros pueblos que luchan por su derecho a la autodeterminación, nuestra lucha es una lucha política y requiere por lo tanto de fuerzas políticas. El derecho a tener nuestros pro-
n Ciencias políticas se reconocen unas seis actividades o roles propios a los partidos. En primer lugar, el partido como operador de ideas. En una sociedad podría haber tantas demandas así como necesidades tienen los individuos. Una de las primeras y más importantes tareas o trabajos de un partido es pensar esa variedad de demandas y necesidades y expresarlas en unas pocas, bajo la forma de un programa que sugiere alternativas de solución. El corolario de esta acción es reducir la complejidad de intereses y expectativas que se dimensiona en todas esas demandas, haciendo más fácil el proceso de tomar decisiones para ambos: el partido si llega a ser gobierno y el votante en términos de elegir la alternativa que interpreta sus propios intereses. En el terrero de las ideas y la operación quiero destacar dos modelos de partido. El primero es el partido apegado a una “línea ideológica”, como lo fue y quizá lo sigue siendo el Partido Comunista o los partidos islamistas fundamentalistas. Y el segundo, los partidos pragmáticos, colectividades gradualistas en sus metas así como más moderados en sus acciones. El partido como agente del proceso de socialización. El partido es un agente por el medio del cual las personas participan en la cultura política de sus sociedades, por ello se dice que es un agente de socialización. Las personas tienden a identificarse en sus sociedades con los partidos, porque a través de lo que los partidos proyectan o enseñan a la gente, se crea un vínculo de confianza y de representación de intereses y expectativas. La gente da su apoyo a un par-
pios partidos políticos es un derecho democrático, derecho por lo demás seriamente limitado en Chile. Estamos conscientes de las dificultades que debemos enfrentar con una ley de partidos excluyente; poder registrar legalmente Wallmapuwen será para nosotros un combate, que requerirá una gran voluntad y movilización colectiva. Pero es un combate que debemos ganar si queremos acumular fuerza política como pueblo, si queremos que nuestro voto sirva sobre todo para reforzar nuestro movimiento nacional. Mientras el pueblo mapuche no disponga de sus propios partidos políticos, mientras no sea capaz de pesar electoralmente en el Wallmapu, seguirán los ciudadanos mapuche sirviendo de reserva electoral de los partidos chilenos. Ha venido su-
tido porque percibe lo que el partido proyecta a la gente. Aún aquellos que no se alinean con un partido y que tratan de mantenerse al margen del sistema, tienen una noción de lo que un partido representa o promueve. El partido como ente vinculante de individuos al sistema. El partido hace de vínculo entre el individuo y el sistema político. He dicho antes que intereses y demandas podrían haber tantas como individuos hay en una sociedad. Los sujetos saben o entienden que en sociedades complejas llegar a la autoridad con sus quejas, intereses y demandas no es fácil. Mientras más numerosa en habitantes en una sociedad menos posibilidades para un sujeto de tener un contacto directo con sus autoridades políticas. En tal realidad los individuos por lo común asumen que sus intereses y demandas deben canalizarlas vía organismos mediadores. En esa categoría habría desde sindicatos, grupos de presión hasta partidos. Pero de todos ellos el partido es por esencia el que realiza el trabajo de sintetizar y sistematizar esas demandas en un programa coherente. Y como apunta a conquistar el poder, ese programa representa una esperanza de implementación.
cediendo todos estos años.Y eso creemos debe terminar. - Finalmente, cuál es el perfil del militante que busca Wallmapuwen. Todos aquellos y aquellas que quieran trabajar por la reconstrucción nacional mapuche y contribuir al bienestar y desarrollo de toda la población del Wallmapu, son bienvenidos y bienvenidas. No somos un partido excluyente y así lo establece nuestra declaración de principios. Nuestro partido no solo busca llevar adelante la reconstrucción nacional mapuche, sino también resolver los múltiples problemas que hoy experimenta nuestro pueblo y la población chilena en la regióne. En este sentido el partido no
puede hacer realidad sus aspiraciones. El partido en su interior pone en contacto a personas y grupos. Muchas veces pone en contacto a personas relevantes con otros recién iniciándose. El partido representa para un individuo común y corriente su entrada en el mundo de la política y en el cual bien podría llegar a ocupar roles de representación así no sea de activista kona o de longko. Son los partidos, usualmente, quienes deciden los candidatos a cargos públicos, para ubicar su gente en situaciones de poder. Y esto no importando si se trata de sistemas políticos no democráticos como China o democráticos como Francia. El partido como organismos coordinadores de las actividades gubernamentales. Cuando los partidos acceden al poder por la vía de sus representativos electos, entran en una dinámica de coordinación de acciones del gobierno. En ese sentido, el partido se vuelca con sus militantes a lograr las metas que agitaron a la población. Para ello debe hacer gala de impresionantes esfuerzos organizativos, de
trabajará exclusivamente por representar los intereses mapuche, sino también por dar respuestas concretas a los dilemas del desarrollo en nuestro territorio, para buscar y construir un nuevo orden social más justo para todos. Queremos que nacionalismo mapuche sea sinónimo de mejor gobierno, de bienestar social, de una alternativa al modelo neoliberal imperante y que nos condena a todos a ser ciudadanos de segunda o tercera clase. Estamos a las puertas de establecer un hito histórico; la consecución de un instrumento que será clave en el proceso de reconstrucción nacional. Por ello todos y todas debemos sentirnos y hacernos parte de este gran proyecto, que sin lugar a dudas permitirá proyectarnos al futuro con la dignidad que nos merecemos.
manera de coordinar las acciones de sus representantes en el parlamento, los sindicatos, el gobierno, etc. Pero no sólo eso, lo partidos coordinan sus acciones con otros partidos también y desarrollan mecanismos para regular conflictos sociales. Forman mayorías de esa forma o bloques, que ofrecen mejores posibilidades de sacar propuestas a delante. El partido como la oposición. En sistemas políticos con más de un partido, cuando una fuerza no gana tiene la opción de transformarse en la oposición. Que quiere decir esto, ni más ni menos que transformarse en la explícita y organizada fuente de oposición. En sistemas democráticos la oposición se opone, pero no obstruye la implementación de las políticas de la o las fuerzas vencedoras. Por cierto, ese no es el caso de Chile, donde quien pierde la elección realiza por lo general una oposición obstructiva y mediática, en gran parte debido al sistema binominal heredado de la dictadura militar de Pinochet.
El partido como centro de reclutamiento y de movilización de activistas. Un partido representa una fuente de conocimiento para un individuo. Éste percibe que por mediación de él se pueden satisfacer sus intereses. Y como no habría de ser así, si el partido puede ser una máquina en acción impresionante para un sujeto, dado su nivel de organización y estructuración. La persona genera la idea de que ella Pedro Cayuqueo
l 8 de noviembre de 2010 un editorial del diario conservador La Nación alertaba sobre el peligro revisionista que planeaba, sobre la historia argentina, una moda que pretendía mostrar la Campaña del Desierto de 1879 como un genocidio contra los pueblos originarios y cambiar el nombre de las calles que recuerdan a Julio A. Roca, el general que dirigió la “expedición”. No menos peligrosas resultaban para el diario de los productores agropecuarios la ola de recuperaciones de tierras por parte de comunidades mapuche que ‘asolan’ a los estancieros patagónicos. “Están preocupados porque ven que el pueblo mapuche ahora pelea por sus derechos”, dice Lefxaru Nawel, del Observatorio de los Derechos Humanos de los Pueblos Indígenas (ODHPI) de Neuquén. “Ellos quieren que los mapuche sean lo que fueron 50 o 100 años atrás, cuando pasaron de ser dueños de sus tierras a ser peones del estanciero que llegó a usurparlas”, señala. El 23 agosto de 2002, Rosa Nahuelquir, después de perder su trabajo por la crisis, y su marido Atilio Curiñanco, decidieron recuperar una parcela en Leleque, al norte de Esquel (Chubut), que durante generaciones había pertenecido a la familia de Atilio. No sospechaban a quién tendrían que enfrentar para alcanzar su sueño: nada menos que al gigante textil y del buen rollo multicultural Benetton. Tampoco sospechaban que el conflicto con la empresa italiana se convertiría en un referente de la lucha de los pueblos originarios por la tierra y que estimularía cientos de nuevas recuperaciones. Mucho menos imaginaban que al rastrear el origen de la supuesta propiedad de Benetton sobre esas tierras quedaría desenterrado uno de los mayores escándalos de corrupción de la historia argentina. En 1896, 12 años después de que finalizara la Conquista del Desierto, el presidente argentino José Evaristo Uriburu donó 900.000 hectáreas a diez ciudadanos ingleses. Poco después, estos personajes anónimos traspasaron sus estancias a la Argentinean Southern Land Company Ltd, una “empresa fantasma creada con el único propósito de recibir la donación de esas tierras”, precisa Gustavo Macayo, el primer abogado del matrimonio. Esta donación, que violaba toda la legislación de la época, se realizó en secreto y así se mantuvo durante más de cien años. “Una de las teorías más sólidas es que esa donación fue en pago o en recompensa por las armas automáticas inglesas que se usaron en la Conquista del Desierto”, afirma el abogado Macayo.
El escándalo desencadenado y la lucha de esta familia mapuche revitalizaría un proceso de revisión de la historia argentina, que tenía que terminar cuestionando la actual distribución de la tierra, “originada precisamente con la Campaña del Desierto”, sostiene el historiador Osvaldo Bayer. Según recuerda el autor de La Patagonia Rebelde, 42 millones de hectáreas fueron entregadas a 1.800 estancieros integrantes de la Sociedad Rural, una organización que cofinanció la Campaña contra los pueblos originarios. El resultado de la misión militar fueron 14.000 indígenas muertos y alrededor de 14.600 tomados como esclavos. Para los supervivientes empezó “un largo período de indigencia”, cuenta Bayer, ocupando las peores tierras, sin armas legales para defenderse del empuje de los terratenientes. Los que terminaron viviendo en la ciudad, cerca del 60% de la población mapuche actual, tuvieron que instalarse en las periferias urbanas, en los barrios más pobres, “sin posibilidad de desarrollo o acceso a la vivienda”, perdiendo lentamente la identidad, la memoria y la cultura, según cuenta Lefxaru Nawel. La primera sacudida Pese a que en la región la Confederación Mapuche Neuquina llevaba trabajando desde la década de los ’70 y el Consejo Asesor Indígena desde los ’80, para Macayo el año 1992 significó un punto de inflexión: “Los pueblos indígenas toman conciencia y se dan cuenta de que no pueden retroceder más de lo que han retro-
cedido, y si después de 500 años siguen vivos, con posibilidades de repensar su historia y su destino, es porque han tenido una capacidad de resistencia muy grande. Ha llegado el momento en que no quieren retroceder más y quieren empezar a avanzar”. El primer resultado de este nuevo movimiento es la reforma de la Constitución Nacional en 1994 donde “se cuelan”, según Macayo, nuevos derechos para los pueblos indígenas. Tras la reforma, la Constitución reconoce el derecho a la propiedad y posesión de la tierra que tradicionalmente ocupan los pueblos originarios, reconoce la personalidad jurídica de las comunidades y la participación en la gestión
de sus recursos naturales. Además de incorporar algunos de los derechos indígenas del convenio 169 de la OIT, la nueva carta magna incluye un principio que necesitó casi dos siglos de historia argentina: “La Nación reconoce la preexistencia étnica, cultural e histórica de los pueblos indígenas”. Sin embargo, para la Confederación Mapuche Neuquina (CMN) “la falta de legislación y de acciones políticas públicas de alcance nacional”, para hacer efectivos los derechos indígenas, ha provocado que estos principios “formulados con la forma de declaraciones genéricas” no se apliquen en la mayoría de los casos. Para Gustavo Macayo la importancia de los cambios legislativos residía en la difusión de los derechos indígenas, que se podían constatar “leyendo la Constitución” y en el rango constitucional que adoptan estos derechos, algo que se convierte en una “herramienta jurídica para pelear en un juicio o en un proceso administrativo. Eso empezó a generar cambios y los conflictos a estallar”. Parecía claro que para las organizaciones indígenas la reforma era insuficiente. En 1997, una asamblea del Consejo Asesor Indígena en Ingeniero Jacobacci da por finalizada “la etapa administrativa” al comprobar que el Estado no tenía voluntad de cumplir la citada ley y devolver las tierras usurpadas. Hernán Scandizzo
La tercera invasión Los conflictos por la tierra se multiplicaron a partir de 2001, no sólo por un proceso de recuperación de la
identidad del pueblo mapuche, sino por el incremento exponencial de las presiones económicas sobre las tierras habitadas por las comunidades. A las presiones del negocio turístico e inmobiliario, se le sumó el ingreso de compañías petroleras y mineras a los territorios mapuche, explica Daniel Otal, quien después de su paso por el CAI siguió investigando los conflictos de tierras y trabajando en medios comunitarios y redes de comunicación popular. Esta presión sobre el territorio también se hizo carne con la llegada de una nueva hornada de estancieros: multinacionales y millonarios europeos y norteamericanos que “han en-
contrado en los bienes raíces un sitio seguro para tener los capitales, nichos donde con ciertos grados de corrupción necesaria se van convirtiendo en propietarios de grandes extensiones de tierra”, explica Otal. Luciano Benetton, el millonario británico Joe Lewis, el estadounidense Douglas Tompkins, el presentador argentino Marcelo Tinelli o Ted Turner, dueño de un imperio mediático, son sólo algunos nombres de estos nuevos grandes estancieros. Los conflictos con estos nuevos dueños de la tierra no tardaron en surgir. La estrategia de ampliar las estancias con políticas de hechos consumados es uno de los principales ejes de conflicto. Entre ellos, el que enfrenta a Rosa Nahuelquir y Atilio Curiñanco con Benetton. “Detrás de los colores unidos está esa política de apropiarse de cualquier terreno que esté cerca de la estancia. El predio de Santa Rosa Leleque es un predio fiscal, pero que la compañía en un momento lo incorporó a su estancia”, explica Macayo. A la ocupación de esta parcela por el matrimonio mapuche en 2002, le siguió dos meses después, un duro desalojo. Entonces Rosa y Atilio iniciaron un largo periplo por juicios e instituciones, cartas, entrevistas y hasta un viaje a Roma para hablar con Luciano Benetton. “A veces nos dicen que
somos brutos, que no sabemos esperar… Entonces les demostramos que sí podíamos hacerlo: desde 2004 hasta 2007 esperamos una respuesta. Como no dieron ninguna decidimos volver al lugar”, recuerda Rosa. El 14 de febrero de 2007 recuperaron una vez más el terreno. En esta ocasión el desalojo no se produjo. “La repercusión que estaba teniendo el caso influyó. Ningún juez quiso agarrar la causa hasta tres meses después de la recuperación. Muchos tenían miedo de salir mal parados en los periódicos”, dice Rosa. La denuncia por usurpación volvió a ser desestimada y hasta el día de hoy permanecen en la tierra de los antepasados de Atilio, a la espera de un nuevo juicio sobre la propiedad. El caso Nahuelquir-Curiñanco “generó mucha actividad, entre otras cosas actividad legislativa”, dice Macayo. En 2006 se aprobó la Ley Nacional de Emergencia Indígena, que paraliza todos los desalojos hasta que se haga un relevamiento de las ocupaciones actuales de las comunidades. Sin embargo, a cuatro años de la Ley, los desalojos contra los pueblos originarios no han cesado y el relevamiento continúa sin iniciarse en la mayoría de las provincias, señala el informe del ODHPI. En Neuquén las negociaciones e “intercambio de
favores” entre las autoridades provinciales y nacionales han llevado a que el programa de relevamiento se encuentre suspendido. Según denuncia este organismo de derechos humanos, pese a la teórica suspensión de los desalojos, éstos se siguen produciendo por orden de jueces provinciales en un contexto donde “la ley no se aplica”. El asesinato de un indígena qom y un pilagá en Formosa, en el norte argentino, después de cuatro meses de corte de ruta en reclamación de sus territorios ancestrales, es un ejemplo más de la “inacción del Gobierno nacional”, señala Lefxaru Nawel. A recuperar… La historia de este matrimonio mapuche supuso un segundo punto de inflexión en la lucha de las comunidades por sus tierras ancestrales. “Después de nuestra recuperación muchas comunidades tomaron ese ejem-
na12 detallaba las recuperaciones llevadas a cabo en la última década: el Consejo Asesor Indígena había acompañado en los últimos diez años a comunidades mapuche en la recuperación de 160.000 hectáreas, la mayoría en las cercanías de Ingeniero Jacobacci, Machinchao y El Bolsón. Por su parte, las comunidades que forman parte de la Confederación Mapuche de Neuquén habían recuperado 73.000 hectáreas, principalmente en el departamento de Aluminé. Para Daniel Otal, los cambios que se han producido en los últimos años van más allá de las recuperaciones. “Al cuestionar el marco de la ley y no asumir el mercado inmobiliario como única forma de resolver los problemas relacionados con la tierra muchas comunidades están resolviendo una ecuación ideológica importante”, argumenta Otal. “Charlando con
Hernán Scandizzo
ejemplo, de que se podía luchar, de que se podía volver a la tierra, a la cultura”, dice Rosa. “Muchas comunidades se dieron cuenta de que no podían esperar a que el Estado se mueva”, recuerda Macayo. “La gente se cansa de esperar una ley, una expropiación, y entonces empiezan las recuperaciones. Y cuando una recuperación tiene éxito o no es desalojada inmediatamente y se produce una resistencia también genera y alienta ocupación y resistencias en otros lugares. Si esta familia puede, si esta comunidad pudo, también nosotros podemos. Se empiezan a reagrupar y a formar comunidades y a hacer recuperaciones de lugares históricos que han sido usurpados”. El día que se cumplían 517 años de la llega de Colón a América, un reportaje publicado en el diario Pági-
la gente que concreta las recuperaciones te das cuenta que esta situación produce que se revise el espíritu de la ley, que se venía asumiendo como divino. Estos gestos de determinación, de resolver los problemas por ellos mismos, los llevó a plantearse hasta la ilegitimidad de la ley. Les llevó a entender que buena parte del parque legal es una construcción de las clases dominantes desde el origen del Estado argentino. Y este aprendizaje es intransferible y se hace palmo a palmo. Permite reconstruir una legitimidad cuestionando la ley sin sentirse delincuentes sino con todo el derecho. Éste es un pavimento ideológico de construcción social muy fuerte, que se ha afirmado en estos procesos de recuperaciones en diversos territorios”. Para todos ellos la historia nunca volverá a ser la oficial.
Agencias
urió Néstor Kirchner, ex presidente y uno de los personajes con más poder en Argentina. Fue un baldazo de agua fría para la población del país que camina en medio de dos polos: kirchneristas y antikirechneristas. Si critico, me dicen golpista y desestabilizador; si apoyo me dicen ultraoficialista. Cuando asumió como presidente en 2003, recibió un país que había tocado fondo: la década menemista del despilfarro, el “corralito” de Cavallo, el helicóptero de De La Rua, diez presidentes en un mes, Duhalde y los asesinatos de los militantes sociales Kosteki y Santillán, y una deuda externa que ascendía a los diez mil millones de dólares. En ese contexto, los derechos de los Pueblos Indígenas no ocupaban un lugar en la agenda política de la Casa Rosada y Néstor Kirchner se mostró indiferente ante esto, acuciado por la crisis galopante que debía resolver. Según sus militantes y seguidores, Kirchner encarnaba un gobierno “nacional y popular”, en un tiempo que exigía políticas plurinacionales y populares. Fue en 2004 cuando los pueblos originarios lo invitaron a sentarse para prestar atención a las demandas indígenas. Eso sucedió en la ciudad de Bariloche, en un aniversario de esta ciudad donde él rompió el protocolo como lo hacia habitualmente como ningún presidente.
genas y la preocupación crecía porque la alianza con las petroleras, mineras y forestales no se rompía.
Luego de ese encuentro se origina un fuerte proceso de debate indígena que se denominó “Seminario sobre Políticas Publicas y derecho de los Pueblos Indígenas”, de donde surgió una agenda de temas a abordar hacia un Estado Plurinacional y que fue entregado en manos al gobierno nacional. Al cabo de dos anos, esa agenda se fue diluyendo porque prevaleció la vieja política del asistencialismo y del enfoque de pobreza. Los aires de refundar la política pública se iban desvaneciendo para los Pueblos Indí-
La invitación a Kirchner era para reivindicar la relación histórica entre indígenas y los gobiernos peronistas. En 1946 cientos de miles de hermanos Kollas caminaron durante semanas enteras desde el extremo norte del país para llegar a Buenos Aires y exigir que se les devuelvan sus tierras invadidas por militares, diputados, funcionarios y latifundistas; y fue el mismísimo presidente Juan Domingo Perón quien los recibió, les prometió soluciones y a la noche siguiente los mando a azotar y los despachó en tren de vuelta al norte como bolsas de papas. Este hecho conocido como el “Malon de la Paz” es una deuda histórica que los sectores populares y peronistas prefieren mantener lo mas escondido posible. Posteriormente, en la década del 70, los Pueblos Originarios quedaron subsumidos en las ideologías de izquierda, que tras el enfoque de clase, no advertía el potencial revolucionario de la cosmovisión. Un hombre, un líder, un conductor tiene que tener la visión de avanzar en resolver los problemas profundos de la sociedad y tener las agallas de mantenerse erguido frente a los canallas. Kirchner se paró frente a la Iglesia ortodoxa y le removió la memoria haciéndole recordar que fue ésta institución católica la que amparó
y bendijo a los verdugos en la última dictadura militar. Se paró frente a los gigantes monopolios de la información que sacan y ponen presidentes de acuerdo a sus intereses, y se mantuvo recto. Fue éste “pingüino” quien no olvidó y levantó la bandera de los Derechos Humanos para juzgar a los asesinos militares que desaparecieron a mas de 30.000 almas. Canceló la deuda con el F.M.I., devolvió la dignidad a los jubilados que eran presos de los grupos económicos y renovó una Corte Suprema de Justicia viciada de corrupción menemista. Pero mientras tanto, ¿qué sucedía con los Pueblos Originarios? Aparentemente un presidente es revolucionario cuando solo tiene la capacidad de bajar el índice de desocupación, mantener el dólar estable y bregar por los derechos de los trabajadores. Pero el sistema es el mismo. Este sistema que convierte los bosques en desierto, que vomita niños a la delincuencia, que contamina los ríos y lagos, que alambra las tierras indígenas, que se disfraza de democrático cada cuatro años. En ese sistema es donde los pueblos originarios no encajamos. Se fue un hombre y un ex presidente que representaba esperanzas para un pueblo azotado y descreído de la dirigencia política partidaria. Y Néstor Kirchner se fue a la tierra de los espíritus adeudando una reparación histórica hacia los Pueblos indígenas originarios.
odo un ejemplo. Un héroe civil. El escritor turco Taner Akçam, que nos acaba de visitar. Enfrentó todo un pasado ignominioso y dijo la verdad. La pagó muy caro, pero su paso digno por el mundo es aplaudido con fervor. Un turco que fue capaz de reconocer el horrendo crimen turco contra el pueblo armenio. Un estudio profundo sobre la matanza de miles de civiles armenios en los años veinte del siglo pasado. Un horror que quiso ser tapado con el silencio o con la hipocresía de negar hasta las fotos de montañas de cadáveres. El cinismo llevado a su máxima hipocresía. El libro de este autor acaba de ser publicado en la Argentina. Se llama “Un acto vergonzoso. El genocidio armenio y la cuestión de la responsabilidad turca”. Luego de padecer cárcel, este intelectual marchó a Alemania, donde hizo su tesis sobre “El Movimiento Nacional Turco y el genocidio armenio en el contexto de los tribunales militares en Estambul entre 1919 y 1922”. Fue luego profesor de Historia de la Universidad de Minnesota y actualmente lo es de la Universidad de Clark Worcester.
final declararon que existió “una unión ética y moral que tomó forma de acción y reflexión” en este encuentro. Acción y reflexión, dos enseñanzas. Los verdugos y asesinos de Turquía y de la Argentina no habrán pensado nunca que algo así podía ocurrir. Es que ellos ignoraron que siempre, siempre, la ética y la justicia finalmente triunfan, aunque pueda pasar mucho tiempo en llegar a concretarse. Los verdugos que tratan de esconder sus crímenes siempre quedan finalmente desnudos ante la Historia.
gran simpatía. Ocurrió en la Fundación Luisa Harabedian, donde elescritor fue a una reunión entre nietos del genocidio armenio y nietos de las Abuelas de Plaza de Mayo. Unos treinta jóvenes comprometidos en la historia de Armenia y de la Argentina. Al
Como este otro hecho muy positivo sucedido hace muy poco. Los miembros del Concejo Deliberante de Morón resolvieron sesionar en el local de la Biblioteca Popular de Castelar para mantener el contacto con sus representados. Allí, en ese ambiente donde los libros nos miraban a todos, el Concejo sesionó con la asistencia del pueblo de Morón. Se trató el cambio del nombre de una calle, Ataliva Roca –el hermano del genocida de los pueblos originarios, general Julio Argentino Roca–, por el de Delicia Córdoba, una Madre de Plaza de Mayo que vive desde hace décadas en ese lugar. Delicia Córdoba, la Madre de Plaza
Después de su profunda investigación, ya nadie podrá negar el bestial crimen turco contra el pueblo armenio. Documento tras documento, testimonios, órdenes militares, publicaciones oficiales, todo se transcribe en este libro y quedan irrefutables las pruebas. Claro, después de este escrito, a las autoridades turcas le quedan estos caminos: el de reconocer el espantoso genocidio, pedir las disculpas internacionales debidas, reparar el daño irreparable, porque se trató de la muerte, y acabar con el cinismo de desconocer la increíble brutalidad contra un pueblo entero. Además, luego de leer este profundo libro, uno se pregunta: ¿cómo fue posible encubrir la masacre? En el libro de Taner Akçam está también la respuesta. Es como si en la Argentina se hubiera escondido la infamia de la desaparición de personas. Sabemos que hubo muchas intenciones en ese sentido. Como el silencio que cubrió durante décadas los fusilamientos de peones patagónicos en los años veinte del siglo pasado, hasta que quedó todo al descubierto. Aunque todavía el partido radical, gobernante durante esos hechos, no ha tenido el coraje civil de hacerse una profunda autocrítica, actitud que siempre resulta positiva para la verdadera democracia.
de Mayo ahí presente, agradeció con palabras que emocionaron a todos y dedicó el homenaje a sus hijos desaparecidos. También, muy cargado de la emoción del pueblo fue el acto en el cual se le cambió el nombre, en Sarandí, a la escuela llamada nada menos que Policía Federal por el de Floreal Avellaneda, adolescente víctima de la última dictadura. Algo ha cambiado en la Argentina. El pueblo va tomando conciencia paso a paso. Pero, claro, luego de estas noticias gratificantes nos enteramos de los hechos de Formosa. Otra vez fueron atacadas las tierras comunitarias de los pueblos originarios, la colonia toba La Primavera. En el ataque cayó muerto el dirigente de ese grupo étnico y, al defenderse ellos, cayó un policía atacante. Y quedaron destruidas decenas de viviendas de los residentes de esa comunidad, amén de otras instalaciones. No puede ser así. Nunca más esos procedimientos para con las comunidades originarias. Después de las experiencias históricas debemos aplicar otros métodos. Primero, ante todo, respetar sus tierras y no basarse en que “no tienen títulos de propiedad”. Si llegara el caso en que la Justicia cree tener razón, entonces iniciar conversaciones, llamar como testigos a las organizaciones de derechos humanos y a sus abogados y dialogar para encontrar soluciones. No enviar ni a la Gendarmería ni a la policía a tiro limpio o a quemar viviendas y dejar tierra arrasada. El caso de Formosa, que acaba de ocurrir, está claro. El señor Celía, un colaborador de la última dictadura militar de la desaparición de personas, es el que gritó “esa tierra es mía, mía, mía”. Y allí mismo el ataque. Parece un film del Lejano Oeste. No, así no. El caso de las tierras indígenas debe ser tratado, como decimos, en otras esferas muy informadas. No al milico con palo y pistola que grita “¡Indio de mierda!”, sí a la experiencia de siglos que nos habla de la injusticia con que se trató a los pueblos hijos y ocupantes de estas tierras por siglos y siglos antes de que arribaran los que vinimos de los barcos. Además, la Justicia tiene que preguntarse: ¿para quién la tierra? ¿Para el extraño con relaciones en “las altas esferas” con plata en el bolsillo o para numerosas familias que viven en comunidad, con sus hijos, sus tradiciones, su cultura? ¿Para quien canta a la Pachamama y saluda al sol en esas latitudes desde hace siglos o para el señor Benetton? Al señor Celía, a los políticos comprometidos con el asalto, a los milicos golpeadores, yo les cantaría hoy en la cara: “Ved en trono a la noble Igualdad, Libertad, Libertad, Libertad”.
En la visita que el talentoso intelectual turco Taner Akçam acaba de hacer a la Argentina se produjo un hecho por demás auspicioso y de Agencias
l diaguita Javier Chocobar fue asesinado en Tucumán el 12 de octubre de 2009. Sandra Juárez, campesina santiagueña, murió el 13 de marzo de 2010 cuando enfrentaba una topadora. El qom Roberto López fue asesinado el 23 de noviembre cuando la policía de Formosa reprimió un corte de ruta donde se reclamaba por tierras ancestrales. El gobernador Gildo Insfrán es aliado incondicional del Gobierno Nacional. Quizá por eso ningún funcionario del Gobierno cuestionó la violenta represión al pueblo originario. Al contrario: a pocos días de acontecidos los hechos, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner compartió una videoconferencia con Insfrán, transmitida en directo por Canal 7. Abundaron las sonrisas y felicitaciones por la inauguración de una obra eléctrica. Ninguna mención hubo sobre el asesinato. En ese mismo momento, en la comunidad indígena se daba sepultura a Roberto López y el discurso gubernamental de defensa de los derechos humanos entraba, quizá como nunca antes, en el mundo de la hipocresía. “Este Gobierno no reprime la protesta social”. Lo dijo el ex presidente Néstor Kirchner infinidad de veces. Lo repitió (y repite) la Presidenta, ministros, legisladores. Siempre fue una afirmación cuestionada por sectores sociales de izquierda y siempre fue, también, la bandera de los intelectuales orgánicos del kirchnerismo. Ningún intelectual o periodista que apoya este Gobierno denunció el asesinato y la directa vinculación del gobierno nacional. Algunos, los menos, llegaron hasta Insfrán. Pero no a la responsabilidad de la Casa de Gobierno. Gildo Insfrán fue vicegobernador de Formosa entre 1987 y 1995. Ese último año asumió la gobernación, cargo que mantiene hasta la actualidad. Veintitrés años en el poder provincial. Nada que envidiar a los gordos sindicales. Insfrán apoyó a Menen, a Rodríguez Saa y a Duhalde. Y fue de los primeros gobernadores en respaldar a Néstor Kirchner. Sobrevinieron siete años de apoyos mutuos.
cional, maltrato y discriminación institucional, y coacciones propias de la dictadura militar: seguimientos policiales intimidatorios, amenazas anónimas e inclusive secuestro de personas.
donde describe la violación sistemática de derechos humanos, el despojo de territorios ancestrales, la pobreza estructural y un aparato político estatal que margina y coacciona a los pueblos indígenas. Durante dos años Amnistía trabajó junto a comunidades originarias de la provincia y comprobó la violación de derechos constitucionales, omisiones del derecho interna-
La Jefatura de Gabinete, el Ministerio de Justicia, el Ministerio del Interior y el Instituto Nacional de Asuntos Indígenas (dependiente de Desarrollo Social) recibieron la investigación de Amnistía. Nada hicieron. En abril de 2009, y durante un prolongado corte de ruta, indígenas del Pueblo Wichi también murieron en la ruta formoseña. María Cristina López, de 22 años, y Mario García, de 48. Ambos pedían lo mismo que la Comunidad La Primavera, respeto a sus derechos (consagrados por frondosa legislación nacional e internacional) y, sobre todo, exigían territorio. Murieron de mezcla de hambre, frío y enfermedades curables en centros urbanos. Los medios nacionales no dieron cuenta de esas muertes. Muchos menos el gobierno Nacional. Cuando se trata de pueblos indígenas se ejercita un doble estándar: los derechos humanos son para sectores urbanos, medios y, en lo posible, blancos. Esa discriminación la denuncian desde hace años los pueblos originarios, pero tuvieron que contar con
una “voz autorizada” para amplificar su pesar: “El genocidio indígena está invisibilizado por una cuestión de clase social y de etnia”, afirmó en 2008 el juez de la Corte Suprema de Justicia Raúl Eugenio Zaffaroni. Chocobar, Juárez y López, sólo tres de una larga lista, no eran clase media urbana. Sus muertes no cuentan (para muchos sectores) como violación a los derechos humanos. En este escenario, la complicidad de Cristina Fernández con Gildo Insfrán no es la mayor responsabilidad con la que debe cargar el kirchnerismo. La causa profunda de la represión a los pueblos originarios y las comunidades campesinas es el modelo extractivo. El menemismo creó la ingeniería legal para esas industrias y el kirchnerismo es la continuidad y profundización de ese modelo. En Argentina, y también en el continente, el modelo extractivo avanza y se fortalece con el apoyo de los gobiernos provinciales y nacional. Los pueblos indígenas y campesinos tienen múltiples diferencias, pero una gran coincidencia: la necesidad del territorio, y el convencimiento para defenderlo. La conflictividad rural es una consecuencia lógica, y la represión es la respuesta estatal y privada a esa resistencia. Neuquén, Río Negro y Chubut siguen el ejemplo represivo.
Dentro de los espacios indígenas de Argentina, Formosa es vista como uno de los paradigmas de la represión y hostigamiento permanente. Desde hace décadas las comunidades y organizaciones sociales denuncian el régimen, que muy poca difusión tiene en los medios de tirada nacional. “Exigimos respeto” es el título de la investigación de Amnistía Internacional sobre la situación de los pueblos originarios de Formosa, Vera Bolkovic
“por el Camino de la Verdad, hacia un Estado Plurinacional”, y que reunió a 25.000 hermanos frente a la Casa Rosada. Esto significó el hecho político más contundente de los 200 años de Argentina como Estado. Hecho que fue la continuación y reivindicación de un camino recorrido y una marcha constante, que viene desde el fondo de la historia. La respuesta de la Presidenta no estuvo a la altura de esta acción histórica. Pero hubo festejo y emoción incontenible. Ya no se puede ocultar más la realidad de las más de 30 naciones preexistentes; Por otro lado, la resistencia y creatividad de las comunidades y organizaciones territoriales, en medio de una opresión cultural, se manifestó en una dinámica de movilizaciones que se están dando en todo el país. Estamos en una transición donde la construcción política indígena avanza en consolidar organizaciones regionales que articulando y coordinando sus políticas, dan cada vez mayor claridad y orientan la lucha ante lo que se viene. La constitución del Consejo Plurinacional Indígena, conformada por las organizaciones que convocaron a la histórica marcha a Plaza de Mayo ha sido una de las consecuencias más claras de este último proceso.
n nuestro calendario milenario / propio / ancestral / originario, según el orden de la naturaleza, el año recién está promediando. Los tiempos políticos lo alteran y transforman caprichosamente. Y obligan a realizar una mirada sobre lo que aconteció en esta etapa como una forma de revisar lo que pasó. Desde esta experiencia afrontar lo que viene. Más cuando el 2010 fue el año del Bicentenario del Estado Argentino. El Bicentenario era el momento histórico para que el Estado Argentino se reconciliara con los Pueblos Originarios del país. No se va a repetir un momento tan poderoso como este año. Pero el Estado prefirió la demagogia con las naciones indígenas a intentar curar la llaga de la exclusión y el racismo que se profundiza cada vez más. En el mes del Bicentenario, nosotros éramos 25.000 indígenas llegados de las 4 puntas del país para escuchar el anuncio histórico en Plaza de Mayo. Pero fue más fuerte lo viejo, lo conservador, lo que ya se probó 200 años sin resultado. Al menos para nosotros. Porque la pobreza creciente en nuestras comunidades, los territorios invadidos por la industria extractiva, por el monocultivo y la especulación inmobiliaria, funcionaron a pleno. El 2010 va a estar marcado por la historia y por nuestra memoria (que es lo más vital que tenemos), como un año donde la deuda histórica del estado con nuestros Pueblos originarios, se acrecienta y profundiza a niveles inéditos. Por síntesis, queremos señalar las más importantes. Cientos de comunidades (en todo el país) están siendo desalojadas por la fuerza pública, provocando violencia física, cultural y sicológica sobre mujeres, hombres y niños sin distinción; Casi un millar de autoridades originarias de diversos pueblos indígenas procesadas por defender sus territorios, a pesar de la plena vigencia de la Ley Nacional de Emergencia Territorial 26.160, que prohíbe estas situaciones y la anterior. Estos casos han sido denunciados a todos los niveles locales e internacionales; El asesinato de dirigentes originarios (en Tucumán, Río Negro y Formosa), a manos de la fuerza pública y de terratenientes provinciales, sin que los poderes del estado nacional hayan reaccionado, tal cual reaccionan ante otros hechos que han calificados de “muertes políticas”. A esto se debe sumar las decenas de muertes generadas por pestes ya erradicadas de todos los rincones, excepto de nuestros territorios indígenas, como tuberculosis, chagas o dengue, ocurridas en Chaco, Salta, Misiones, Formosa. Cientos de comunidades que han quedado excluidas del Programa de Relevamiento Territorial por falta de voluntad política de los gobernadores provinciales. Ellos ven en este programa una herramienta para revisar todo el despojo sistemático de la tierra sufrida por nuestros pueblos. Entonces, buscan asegurar protección a los terratenientes, amigos del poder y transnacionales que se enriquecieron con este robo “legal” y/o legalizado con protección jurídica ilegal del propio estado; El órgano de aplicación del Programa de Relevamiento es el INAI, que por no afectar relaciones de clientelismo con ciertas provincias, no cumplió su rol institucional que la Ley 26.160 le obliga. Esa actitud política generó situaciones irreparables en diversos territorios, con su aval a la impunidad y los abusos de poder de los gobernadores de las provincias; Un
Otro de los signos alentadores de esta etapa consiste en la incidencia lograda/conseguida en el Congreso Nacional. Una ironía cruel resulta advertir que a pesar de los avances normativos y constitucionales que existen y que son violados sistemáticamente, debamos continuar trabajando para obtener nuevas leyes. Pero, organizaciones indígenas y una nueva camada de legisladores que se imaginan otra Argentina, han avanzado de una manera decidida en esta etapa, por lo que estamos a punto de obtener importantes leyes que harán posible una convivencia en la diversidad cultural. Entre las más importantes se encuentran: Dar rango constitucional al Convenio 169 de la OIT; Creación de un Fondo de Reparación Histórica para el Desarrollo con Identidad; Reglamentación del Libre Consentimiento Fundamentado Previo; Reconocimiento de la Personalidad de carácter público de los Pueblos preexistentes y, como consecuencia, sacarlos del reduccionismo de “Comunidades”; Reglamentación de la Propiedad Comunitaria.
Archivo
Censo Nacional esperado, que se ejecutó en contra de nuestros intereses. El estado está obligado a identificar a la población indígena en su totalidad. Sin embargo en ciudades de más 25.000 habitantes utilizaron un Formulario B que excluyó la pregunta sobre autoidentificaciòn indígena, negando el derecho a asumir e identificar la verdadera población indígena. Esto resultara en falsas cifras que generara falsas políticas, presupuestos y programas. Y seguirá sosteniendo la ficción de una Argentina blanca y europea que choca con la realidad de una argentina intercultural y plurinacional. Junto a este panorama desolador, ocurrieron hechos que también quedaran marcados como hitos positivos del tan esperado/festejado/aplaudido bicentenario: La presencia vital de las autoridades Espirituales y Políticas conduciendo la Marcha desde los 4 cuatro puntos de nuestros territorios originarios hacia Plaza de Mayo que nombramos
Somos conscientes: resulta difícil poner optimismo ante una realidad que ha tenido su cara más oscura en el accionar criminal de la fuerza represiva que dejó muertos Qom y Pilaga en Formosa, o el peor de los flagelos como el hambre que dejó muertos Wichi en Salta Qom en Chaco o Mbya en Misiones. Ellos están en este momento en Buenos Aires. Encadenados y a pleno sol en plena avenida 9 de Julio pidieron el derecho a ser escuchados por la Presidenta. Lo recibieron funcionarios de segunda línea. No piden que la Presidenta se ponga de su lado y enfrente al monocultivo de la Soja, la industria minera o a las petroleras, que hoy se llevan todas nuestras riquezas estratégicas. Sólo piden que aplique lo que las leyes indican: reconocimiento a sus tierras, decisión autónoma sobre que desarrollo quieren, control de sus recursos naturales. Necesitamos que Cristina se anime a aceptar esta invitación, se reconcilie con los Pueblos Indígenas y busque reconciliar al estado que ella representa y genere una fuerte alianza con los Pueblos Indígenas, para lograr una soberanía real ante los poderes concentrados que hoy saquean la renta y riquezas de todos. Mariciweu! Jallalla! Yasurupai! Kausachum! Takiñiwe!