La princesa cagona

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unque os parezca mentira la princesa cagona existió de verdad. Claro está que no se llamaba cagona, sino Herminia. Y puede que no fuese princesa sino baronesa tan sólo y no es que estuviese, de hecho, cagando a todas horas aunque sí que podía hacerlo varias veces en un día, dependiendo de la fruta que comiese, por ejemplo: ciruelas, o higos, que son muy fibrosos y además tienen mucho calcio. Porque a Ca… perdón, Herminia, le encantaba la fruta, y además, las verduras. incluso más que la carne. Y eso, como sabéis, ayuda a ir al retrete. Herminia tenía una hermana, dos años mayor que ella, llamada Virginia. Virginia no era tan amiga de comer fruta y verduras. En realidad, no le gustaban nada, aunque no había ninguna verdadera razón para ello. Cuando terminaba de comer, por ejemplo, un estofado de carne con verduras,

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quedaban abandonadas sobre el plato zanahorias, judías verdes, ajos, berros y puerros. Una verdadera pena! Y a media tarde podía comer todo tipo de golosinas, cualquier cosa antes que una pieza de fruta. Pero claro, era una princesa, y cualquiera le decía nada… Como consecuencia, iba poco al retrete y estaba más gorda y era menos ágil que su hermana. Yo creo que fue Virginia la que le llamó Cagona a Herminia por primera vez, cuando eran niñas para insultarla (¡Como si eso fuese un insulto!) Y desde luego, no era la primera a quien así llamaban. Pero ese bien pudo ser el principio de la princesa Cagona. Aunque sucedieron otros hechos que la hicieron cargar con ese título. En esto tuvieron mucho que decir los pedos. Y por lo demás, las Princesas jugaban y crecían como los demás niños y niñas... 3


“Porque a Ca… perdón, Herminia, le encantaba la fruta, y además, las verduras. incluso más que la carne. Y eso, como sabéis, ayuda a ir al retrete.”

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n una ocasión Herminia sorprendió a los chicos en pleno concurso de pedos y sin pensárselo dos veces inscribió el suyo en la competición. Como sabéis, un pedo es una mezcla de gases lanzado a la atmósfera con un repiqueteo que sirve como aviso. Si no avisas es peor: después se percibe el olor. Pero el culo no siempre está dispuesto a hacer de trompeta. El pedo de Herminia resultó más bien fofo aunque maloliente. La causa fue el abundante metano que contenían las alubias que había ingerido en la comida, resultado de una activa digestión. Pero de ahí a decir como luego se dijo que olía más que una legión de pedos, más que todas las cloacas juntas y más que un camión de cerdos y de vacas tirándose pedos a la vez hay mucha diferencia. (Ya sabéis como exageran los niños tratándose de pedos). El caso es que Herminia, no contenta con su pedo intentó expeler otro de efecto más sonoro y para lograr que saliera apretó y apretó y al no conseguirlo, exclamó: 6

-¡Os ordeno que salgáis!, pedo Y increíblemente, el pedo obedeció. Esta vez el culo hizo de trompeta y sonó como la más chirriante de las trompetas. Un repiqueteo seguido de un estruendoso y glorioso sonido interminable y ruidoso que desató las risas de los niños. La divertida hazaña pasó a las madres de los niños y llegó a oídos de la reina quien algo avergonzada la animó a seguir la dieta de su hermana, una chica realmente discreta y refinada (y bastante estirada). Una dieta pródiga en perdices, pasteles y patatas fritas. Pero no hace falta decir que Ca.. quiero decir, Herminia, no abandonó sus hábitos alimenticios, ya que verduras y legumbres y fruta fresca era lo que más le gustaba. Aprendió eso sí a combinar las legumbres para favorecer su digestión. Y a medida que crecía fue dejando de tirarse pedos con los chicos. Pero la fama, me temo, ya estaba echada... 7


“Y increíblemente, el pedo obedeció. Esta vez el culo hizo de trompeta y sonó como la más chirriante de las trompetas.”

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n cierto año cuando Virginia y Herminia eran ya bellas mozas, todas las cosechas del campo se vieron afectadas por una climatología realmente adversa. Hizo frío en verano y calor en invierno. Heladas a destiempo, o granizadas repentinas, todo se combinó en un año fatídico. No hubo fruta en los árboles y la que hubo fue raquítica.

Ya que su cuerpo retenía líquidos: engordó. Durante un tiempo no visitaba el retrete más que su hermana. También eructaba a menudo para su disgusto y sus digestiones eran pesadas. Hasta su carácter se había agriado. Y no se puede decir que no echara pedos. Aunque eran mucho menos contundentes y ahora Herminia, además, hacía lo posible por ocultarlos

No aparecieron las invernales coles ni nabos ni espinacas, ni las deliciosas acelgas o lechugas tiernas del estío, ni tomates, claro. Y hubo por fuerza que cambiar la dieta a medida que fueron escaseando garbanzos, habas, frutos secos. las reservas de legumbres y frutos secos se agotaron pronto. Y la poca cosecha verde hubo que compartirla con el abundante y hambriento ganado Los puestos de pizza, cadenas de hamburgueserías, pastelerías, trabajaron más que nunca...

Las duras condiciones climáticas se prolongaron otro año más. Llevaban ya un par de largos, dispépticos y estreñidos años, en lo que parecía una maldición cuando la climatología cambió por fin y los frutos volvieron a aparecer en campos y ramas. Y la tierra produjo en mucha más cantidad y abundancia que antes.

A Herminia estos nuevos hábitos alimenticios le sentaron fatal. Su rostro perdió mucho del brillo que da el consumo frecuente de frutas y verduras. 10

Fue entonces cuando sucedieron los hechos que fueron el colofón de su fama. lo que terminó por definir a Herminia como la Princesa Cagona. Todo comenzó con aquel banquete en honor de alguien o para celebrar algo, ya no recuerda uno... 11


“Hizo frío en verano y calor en invierno. Heladas a destiempo, o granizadas repentinas, todo se combinó en un año fatídico...”

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o cierto es que ahí estaba Herminia rodeada de sus padres hermana y amigas de dentro y fuera del reino. Fue justo al principio de las nuevas buenas cosechas.

Las viandas llegaban a la mesa guarnecidas de todo tipo de frutas y verduras frescas. El cordero estaba estupendo. Pero antes que eso, Herminia se lanzó a las coles de bruselas. De hecho acabó ella sola con toda una ración. Después comió ciruelas, y manzanas, ocultas a montones en el relleno de los pavos, zanahorias provenientes de la ensalada junto con pasas, y también un poco de cordero. Tenía sentado en frente a un joven amigo suyo llamado Edmundo o Ed como familiarmente se le llamaba y que fácilmente podría ser un príncipe, el cual no podía dejar de observarla comer con admiración... Y fue hacia el final del banquete, la atmósfera comenzó a car-

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garse de un penetrante olor de pedo. Ya sabéis cómo huele el pedo de carnero asado... E iba en aumento... silenciosamente. Muchos, tan pronto como percibían el olor, alzaban la cabeza y dirigían su mirada hacia Herminia que enrojeció de vergüenza. Alarmado, el sumiller ordenó agitar más aprisa las palmas que impulsaban aire a los comensales. Se abrieron las ventanas. Pero era inútil: el olor se extendía como una nube tóxica. Se optó por desalojar la mesa y pasar el siguiente evento: el concierto. Los camareros que venían con los postres se cruzaron con la gente que se dirigía en solemne cortejo al salón del concierto. Algunos tomaron al vuelo directamente de las bandejas flanes, galletas y otras delicias póstricas que engullían antes de llegar a la sala de música. 15


“Se abrieron las ventanas. Pero era inútil: el olor se extendía como una nube tóxica.”

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esultó muy injusta la silenciosa acusación con que se cargó a Herminia y que estropeó los postres pero lo cierto es que ahora su estómago había entrado en reacción... (Durante el concierto su estómago rugía y.. en fin! era como un volcán a punto de entrar en erupción). Y aprovechando una interrupción entre pieza y pieza, Herminia se deslizó entre las filas sosteniendo su largo vestido y cruzó a toda prisa la sala capitular... Herminia giró a la izquierda y se abalanzó al W.C. de la sala capitular: ¡ocupado! igual que el otro w.c.. dos salas más allá...¡y el otro!... Entonces vio que Ed quien había abandonado también la sala del concierto venía hacia ella con una expresión de alegre complicidad. Desesperada, corrió en dirección a la Torre y comenzó a subir por sus escaleras con un objetivo. Recordaba que a media ascensión y sobre el mismo muro de

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la torre había una antigua letrina que desaguaba en el foso del castillo merced a una pequeña corriente de agua. Un fabuloso invento. Pensó que podría librarse de él y de paso librarse de aquel peso que la agobiaba... Herminia subió corriendo por la escalera en círculos de la torre agitando su gran carga intestinal lo cual aumentaba su urgencia por librarse de ella. Cuando llegó a la portezuela que ocultaba el retrete lo halló, de nuevo... ¡ocupado!...y ya oía las pisadas del príncipe subiendo las escaleras más abajo -Salid!, os lo ordeno- gritó a quien fuera que estuviese dentro Más nadie salió de allí. Ni dijo nada. Por el hueco de la torre vio al Príncipe a punto de alcanzarla... Viéndose así atrapada y con aquel lastre en el vientre, Herminia subió a toda prisa hasta lo alto de la torre... 19


“Recordaba que a media ascensión y sobre el mismo muro de la torre había una antigua letrina que desaguaba en el foso del castillo merced a una pequeña corriente de agua.”

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ara cuando el Príncipe subió ella había recuperado no sólo su compostura sino toda su belleza y lozanía de golpe junto con su magnífica sonrisa... Por supuesto no hace falta que os diga lo que hizo allí arriba en lo más alto de la torre... En aquel tiempo todo el mundo lo hacía. Aunque no desde lo alto de la torre, eso es cierto. No falta quien asegura haber visto el culo de la Princesa emerger entre la almenas y soltar su carga aunque eso sólo lo comentan en privado... Y puede ser que sea verdad, pero fue por causa mayor: Una dieta excesivamente calórica que obró en su cuerpo un tapón tan grande que le impidió visitar el retrete con la asiduidad acostumbrada. Pero de ahí a decir, como se dijo que había llenado ella sola el foso del castillo hay mucha diferencia, aunque ya sabéis cómo exagera la gente. Todo esto, por cierto, acabó de asentar su, a mi juicio inmerecida fama. Y ya está. De momento.. 22

¡No olvidéis tirar de la cadena!

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