Yangón Shwedagon se aloja sobre una colina que domina la ciudad caótica de Yangón, brillando con su estupa dorada como el faro de la fe, de 100 m de altura, cubierta con placas de oro y rodeada por templos ricamente decorados. En su punta cuelgan tanto joyas como piedras preciosas, mientras que su corona lleva 5,448 diamantes con 2,317 rubíes; o bien, ofrendas de los fieles al sagrado monumento –que contiene como reliquias un trozo de tela– y ocho cabellos de Siddharta Gautama. Un ambiente que muestra el flujo de los hombres vestidos con longy (falda típica), las mujeres adornadas con su maquillaje tradicional o Thanakha (polvo de raíz puesto sobre las mejillas y frente); así como viejitos mascando betel que les llena la boca de un jugo rojo, todos ellos personajes que animan el lugar. Yangón, antigua capital hasta 2005, es caótica, sacudida por un tráfico intenso. “This is Burma and it is unlike any land you know about” decía
Rudyard Kipling. Yangón es surrealista y tradicional. Más allá del tráfico, se visita la pagoda Chaukhtatgyi con su enorme Buda reclinado de 65 m de largo y 30 m de alto y el lago Kandawgyi con la representación en cemento de la barca real. El maravilloso hotel The Governor’s Residence de Belmond, es un refugio ideal. Es una romántica mansión de estilo colonial de 1920, antigua residencia del regidor del sur de Myanmar en tiempo de la colonia británica.
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