Carlos, el dragón que no quería dormir Esperanza Bueno

Galera Ilustrado por Edu Rosich

En el bosque del misterio, tras el monte de las fieras, había un dragón risueño con cuernos y alas pequeñas. Carlos, el pequeño dragón, corpulento y musculoso, era de piel roja y marrón, y verdes eran sus ojos.

En el colegio aprendía eso que un dragón hace bien, rugir, lanzar mucho fuego y arriba volar sin temer.

En el patio de la escuela, su amigo el dragón Matías le decía: «Hoy te ganaré», cuando correr lo veía.

Jugaban a las carreras y, trotando o planeando, fuera en el suelo o en el cielo, era más rápido Carlos.

Después volvían a casa, ducha o baño y toca cenar. Con la luna ya en el cielo, todos iban a descansar.

Si duermes bien por la noche, podrás jugar y disfrutar de día.