Steggy
y el meteorito
Mirjam Musch
Sander van Niekerk
Ilustrado por Maureen van der Hout
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Steggy vive con sus padres en una cueva debajo de una montaña muy alta.
Esa montaña es tan alta que casi llega a las estrellas del cielo.
A menudo, Steggy se escapa de la cueva por la noche para mirar las estrellas.
Pero cada vez que ella está fuera, sus padres se despiertan.
—Steggy, ¿vienes? —se oye suave la voz.
Vaya, atrapada de nuevo.
—¡Sí, mamá, papá, ya voy!
Rápidamente corre hacia adentro y se mete de nuevo en su cama.
Steggy tiene dos mejores amigos con los que juega todos los días: Rexy, un t-rex y Tricy, un triceratops.
Allí viene Rexy, que muchas veces no mira por dónde camina. Es un verdadero soñador.
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—¡Hola, Rexy! —dice Steggy.
—¡Oh! ¡Hola, Steggy! —dice Rexy distraídamente, luego casi choca con un árbol.
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Tricy es muy flojo. Si tiene que hacer algo en casa, rápidamente se marcha.
—¡Adiós, mamá!
Y Tricy desaparece. Como todos los amigos, Steggy, Rexy y Tricy juegan mucho juntos. Pero hace poco, tuvieron una pelea por un hueso grande.
—¡Ese es mío! —gritaron a la vez.
Los tres lo querían y tiraron tan fuerte como podían.
—¡No, déjalo tú!
Luego el hueso voló por el aire, y con fuerza cayeron los tres hacia atrás, al suelo. Se rieron mucho de eso. Y así terminó la pelea.
Una noche, Steggy tiene una pesadilla. Le tiembla todo el cuerpo. Su corazón sube y baja velozmente.
Soñaba con una gran roca, ¡que caía desde el espacio sobre su cueva y la de sus amigos!
Presa del pánico, corre a la habitación de sus padres. Sus ojos están bien abiertos. Apenas puede pronunciar las palabras.
—¡Mamá, papá! ¡Debemos hacer algo antes de que sea demasiado tarde!
Sus padres se miran y sonríen.
—Ah, Steggy, es solo un sueño —le dicen.
—¡Sí, pero parecía real! —dice Steggy.
Papá acaricia sus escamas suavemente. Eso siempre la calma.
Sus párpados se vuelven pesados y los papás la ponen de nuevo en la cama.
«Tic-tac, tic-tac».
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Al día siguiente, Steggy les cuenta a sus amigos lo que había soñado.
—¡Ja, ja, ja!, ¡qué sueño más extraño!
Rexy se ríe tan fuerte que se tropieza sobre la raíz de un árbol.
Steggy suele reírse también cuando le pasen estas cosas a Rexy. Pero ahora no. Ella comienza a llorar. ¡Qué amigos molestos!
Rexy y Tricy dejan de reír. Esa no era la intención.
—Oh, lo siento, ¿qué podemos hacer? —preguntan ellos.
Steggy se seca las lágrimas.
—No lo sé todavía —dice sollozando.
Ella se saca algunas agujas de pino de sus escamas y mira al arenero del patio de la escuela.
Tricy y Rexy esperan. Tricy canta una canción que conoce de la escuela. Rexy tararea, nunca puede recordar muy bien las canciones. Sus patas delanteras cuelgan sobre una roca.
¿Qué está pensando Steggy?
—¡Ya sé! —grita Steggy de repente.
—¿Qué? —gritan ambos, asustados.
—Vamos a cavar un hoyo. Un hoyo realmente profundo —dice Steggy.
Steggy inmediatamente comienza a cavar en el arenero.
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