Una luz al final del universo

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Una luz al final del universo

ilustrado por Irense

Victoria Fernández Mex

Un pequeño mundo giraba y giraba dando vueltas y vueltas, concentrado en crecer. Quería ser el planeta más grande, y lo deseaba con todas sus fuerzas.

Un día, aburrido de estar solo, salió en búsqueda de alguien similar a él, con quien pudiera jugar, dar vueltas y ser amigos para siempre. Su cuerpo estaba hecho de roca hirviendo, de tanto girar, y se movía a una velocidad impresionante, razones por las cuales, cada pequeño planeta y meteorito que encontraba en su camino salía corriendo para no caer en su fuego. El pequeño planeta estaba triste porque nadie quería ser su amigo, y así siguió corriendo por el universo en busca de alguien que lo aceptara.

A lo lejos vio un pequeño punto amarillo. Brillaba como si fuese una luciérnaga guiando a un viajero perdido en medio de la oscuridad de una noche de verano. El planeta, cuando miraba a su alrededor, veía miles de puntitos amarillos, pero todos se veían pequeños y tenues al lado de este puntito amarillo.

Este era especial. La curiosidad fue demasiado grande, y el pequeño planeta tuvo que flotar rápidamente hacia ese punto que veía en el horizonte.

¡A medida que avanzaba, el puntito amarillo se iba convirtiendo en algo cada vez más grande! Primero una pelota de golf, después una pelota de fútbol, luego era tan grande como una casa, y en cuanto llegó a su lado, se dio cuenta de que lo que al principio era un pequeño punto amarillo, en realidad era un planeta gigante y cien veces más grande que él. ¡Nunca había conocido un planeta que fuese más grande que él y emanara aún más calor!

En su desconcierto le preguntó:

—¿Cuál es tu nombre, planeta gigante?

Ante la pregunta, el gran planeta se rio y le contestó:

—No soy un planeta gigante, sino una estrella de miles de años. Mi nombre es SOL.

¡El pequeño planeta no cabía en sí de felicidad, al fin había encontrado un ser más grande que él y que no le tuviera miedo!

El Sol le preguntó hacia dónde iba, ante lo cual el pequeño le respondió que no lo sabía, que estaba perdido en el universo buscando a alguien que quisiese ser su amigo, pero que por su porte y por su fuego todos se escapaban de él. El Sol, pensativo, lo invitó a pasar la noche junto a sus hijos. El planeta pequeño, asustado, le preguntó:

—¿No te preocupa que alguno de tus hijos esté en peligro por mi manto de fuego? Se escuchó una gran carcajada proveniente del Sol, y descartando la idea, le respondió que no habría inconveniente alguno. De un solo grito, llamó a sus hijos.

ISBN 978-84-19723-56-7 9 788419 723567 I N S PIR I N G UC R SOI I T Y
¡Atrévete a encontrar la luz que hay dentro de ti!

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