No andaba muerto, andaba de parranda

Ana Paula Alverde Y Diego Alverde

Teníamos tres perros, Niki, Zoey y Alex. Estaba con mi familia en una comida. En la noche, mi vecino me habló para decirme que se había escapado Niki. Nos fuimos corriendo para ver qué había pasado y, cuando llegamos, ella nos estaba esperando en la calle. La metimos en mi casa y le dimos de cenar a ella y a Zoey.

No encontrábamos a Alex y le empezamos a silbar. Lo buscamos por todo el jardín y mi papá lo encontró ahogado en el jacuzzi. Yo no busqué ahí porque jamás me lo imaginé. Fue un shock y ha sido una de mis peores noches. Nunca se me va a olvidar, pero nos dejó muchos recuerdos inolvidables.

Cuando era chiquitita maté a mi pez porque puse agua de limón en su pecera.

Emilia Ortega

Mi perro se tragó un bote de Tiner y lo tuvimos que dormir.

Itziar Yrigoyen

Mi tortuga se metió en la lavadora, la encendimos y se murió.

Karla Carrera

Era una iguana, la tuvimos alrededor de seis meses y la queríamos mucho. Pero un día le empezó a crecer un tumor en la pierna,

y aunque la llevamos al veterinario nadie sabía qué le pasaba. Eventualmente le explotó la pierna y se murió.

Luna Vargas

A partir de este libro se les da tributo a nuestros acompañantes que fallecieron ahogados, atropellados, enterrados, envenenados, cazados o de cualquier otra forma trágica. Es una compilación de historias de la infancia compartidas con perros, peces, hámsteres, cerdos, gatos, pollos, conejos y pájaros, entre otros, que los llevaron a presenciar la despedida de aquella familia adoptiva, la cual no siempre sucedió con un final feliz, pero al recordarla siempre nos sacan una sonrisa.