Jara y el tren del amor

Ilustrado por: Irene Ferrer

Francisco J. Peña

Este cuento empieza en un bosque muy grande, que se hallaba en los confines de la Tierra.

Jara era una duende que vivía en ese bosque, en el que todos sus habitantes eran felices y estaban contentos todo el día.

Cada día, desde el alba hasta que se iban a dormir, cuando se encontraban unos con otros se saludaban sonriéndose y dándose un enorme abrazo, y todas las palabras que utilizaban eran positivas.

Un día, mientras Jara estaba jugando con las flores en el prado, desde la lejanía, vio cómo se acercaba un duende desconocido que no era habitante de aquel bosque.

Cuando llegó a su lado, Jara le sonrió y se dispuso a darle un gran abrazo, y el duende retrocedió, enojado por dicha reacción.

Ella, sorprendida por la situación, le preguntó al duende:

—¿Cómo te llamas?

—Mi nombre es Sou, y tú, ¿cómo te llamas? —le dijo refunfuñando.

—Yo me llamo Jara —le respondió con una sonrisa.

Jara invitó a Sou a que conociera el bosque donde vivía, y él aceptó dicha invitación, aunque lo que expresaba era enfado.

Mientras Sou iba conociendo a los habitantes de aquel bosque e iba recibiendo sonrisas y abrazos de todos los duendes que allí vivían, aquel duende gruñón cambió su actitud sin darse cuenta.

Cuando llevaba un día en aquel bosque, Sou pasó de estar todo el día enfadado, a estar alegre y contento como los demás.

Cuando Sou se dio cuenta, le comentó a Jara:

—No sé cuál es vuestro secreto mágico para que yo, que estaba todo el día enfadado, haya cambiado y ahora sea feliz.

—Nuestro secreto mágico es sembrar cada instante AMOR y ALEGRÍA, y así conseguimos ser felices —le respondió Jara.