El ratón, el león ´
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En un día muy soleado, en medio de la sabana africana, caminaba un pequeño ratón en busca de alimento. De pronto, a la mitad de su caminata, escuchó en la distancia una voz que pedía ayuda. La voz era tan, pero tan profunda, que parecía un tronido caído del cielo.
Se acercó aprisa para ver quién necesitaba ayuda, pero el pequeño ratoncito casi cayó desmayado al ver quién era el ser caído en desgracia. ¡Era un león!
—No temas, pequeñín, puedes acercarte —le dijo con una voz muy amable el león—, no te haré daño ninguno. Ayúdame a salir de la red en la que he caído, antes de que los cazadores lleguen y se lleven mi piel.
—Pero ¿qué me garantiza que no me devorarás cuando estés libre? —preguntó el ratoncito, muy desconfiado.
—Mi pequeño amigo —respondió el león con una sonrisa—, mi apetito es demasiado grande como para calmarlo contigo. Te prometo que no te haré daño y te protegeré hasta el fin de tus días si logras liberarme.
Es así como, después de una corta conversación, el ratoncito accedió a ayudarlo y mordisqueó la red hasta liberar al enorme león.