Respira, mamá
Verónica Sánchez Ilustrado por: Carmen Picallo
Lucía es una niña alegre y cariñosa, a la que le encanta disfrutar haciendo cosas en familia. También es muy observadora y ha notado que hoy su mamá tiene una cara diferente. Sus cejas casi se juntan, su nariz está arrugada y sus labios, apretados.
—¿Qué le pasará a mamá? —se pregunta con curiosidad.
Desde que ha llegado del trabajo, su mamá se pasa todo el rato dando vueltas por la casa y haciendo cosas sin parar.
Pero Lucía está dispuesta a averiguar qué le pasa y a encontrar una forma de ayudarle.
—¡Tengo una idea! —exclamó Lucía—. Cogeré mi maletín de pintura e iré a pedirle que hagamos juntas un dibujo. A lo mejor así consigue tranquilizarse.
Con su maletín en mano fue corriendo en busca de su mamá.
—Mamá, ¿pintas conmigo? —le preguntó muy ilusionada sin obtener ninguna respuesta.
«Qué raro, no me contesta, ¿será porque sus orejas también están apretadas?», pensó.
—¿Mamá? —volvió a insistir—. Jo... ¡pues sí que debe tener las orejas muy apretadas!
—¡MAMÁ! —exclamó más fuerte con la esperanza de que así le escuchara.
—¡QUÉÉÉÉ! —le respondió ella con voz muy fuerte.
Su mamá se puso roja como un tomate y Lucía, del susto, se quedó sin palabras.
—¿Qué quieres? —le preguntó su mamá con voz de enfadada.
—¿Hacemos... un... dibujo? —dijo Lucía con voz temblorosa.
—¡Ahora no puedo! ¿No ves que estoy ocupada?
Lucía, algo desilusionada, se dirigió hacia su habitación.
Pero no se dio por vencida, así que siguió pensando en cómo ayudar a su mamá.
—¡Se me ocurre algo! Le haré yo un dibujo. Cuando lo vea se alegrará tanto que seguro que así se sentirá mejor.
Y se puso manos a la obra llena de ilusión otra vez.
—A ver, ¿qué es lo que más le gusta a mamá?... ¡La playa! Voy a dibujar una playa y a mamá bañándose con su bañador lila preferido.
—Un poco más de azul por aquí, unas gaviotas volando por allá y...
¡Listo!, le va a encantar —exclamó Lucía emocionada—. Por ahí viene, ¡voy a enseñárselo!
