
Eider y su hermana Maia juegan a la pelota en el parque. Maia siempre lanza la pelota muy lejos, y Eider, como es la hermana mayor, va a buscarla. En una de las ocasiones en que Eider va a buscar la pelota, escucha un ruido entre los arbustos.


Cuando se asoman las dos hermanas para ver qué hay detrás del arbusto, descubren a una preciosa galguita de color canela.
—¿De dónde sales tú? —pregunta Eider.
—Guau, guau —dice Maia.
—¿Dónde está tu familia? —insiste la hermana mayor.
La galguita las mira un poco asustada. Las hermanas se acercan lentamente, tratando de tranquilizarla con gestos suaves y palabras amables. Poco a poco, su cola comienza a menearse tímidamente, indicando que confía en ellas.
Eider le explica a Maia que tienen una misión muy importante: han de buscar a su familia.
Pero, antes, Eider se acerca a la galguita.
—Te vamos a llamar... —dice mientras revisa si lleva alguna placa con su nombre.
—Lía —grita Maia.
—Me gusta —dice Eider—. Te llamaremos Lía.

