Agibílibus Percal, el Mata - Monstruos

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U B S I P L E Ă? RCAL B I a - Monstruo t a M s el Marc Sans



1 Un nombre muy especial

L a batería de mi móvil está al 64%. Aún quedan dos horas de cole y estoy sufriendo. Si veo que la carga se acerca al 50% empiezo a ponerme muy nervioso. Una vez llegó al 51% y me tuvieron que llevar a que me viera la Enfermera porque empecé a sudar mucho y a temblar fuerte y después dicen que me desmayé. Por eso siempre llevo el cargador del móvil encima, metido dentro de la mochila de 3


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Pokémon que me trajeron los Reyes Magos de Amazon, y los profes están avisados y me dejan cargarlo si veo que la batería corre peligro. Como ahora mismo, que levanto la mano de manera insistente para que la Señorita me haga caso: —Sí, Billy, puedes cargar tu móvil. Adelante ―dice mi profesora poniendo los ojos en blanco. Sé que no la molesto porque ella ya está acostumbrada. Pero mis compañeros sueltan unas risitas por lo bajini por lo que creo que notan irritación en la voz de la profe, aunque a mí no me ha parecido que esté disgustada. Pero qué voy a saber yo si soy rarito, o eso dicen todos. Como habéis leído, me llaman Billy. La gente se piensa que es un nombre inglés, como Billy Elliot o Billy El Niño (no sé quiénes son pero casi siempre me comparan con esas personas). Las otras madres le dicen a la mía que como ahora se ha puesto de moda poner esos nombres tan modernos a los niños —tipo Izan 4


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o Noah— yo me llamo Billy por esa razón. Pero en realidad, mi nombre no es ese. Pero es que es difícil que la gente lo entienda y hemos aprendido a decir que sí, que es que nos creemos muy modernos, que es por postureo dicen, pero no sé que tendrá que ver que mamá haga yoga para que yo me llame así. A mí no me importa tener que explicarlo todo el rato pero a mi madre le da mucha pereza contar lo mismo siempre, una y otra vez, a cada persona a la que me presenta. Así que como a mí no, lo haré para vosotros: Mi nombre completo es Agibílibus Percal. Si pudiera veros la cara ahora mismo seguro que sabría perfectamente que estáis sorprendidos, porque abriríais mucho la boca, como en las cartulinas de expresiones faciales que me dio la Psicóloga para que las estudiara, la mujer que no para de hacerme preguntas cada vez que mi madre me lleva a verla una vez al mes (yo la llamo La Preguntona). Mi madre la llama Regla, porque dice que le due5


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le tanto como a mí (y ciertamente me duele cuando en clase los otros niños me dan con la regla en el hombro) Pues ese nombre me lo puso mi papá, que se fue al cielo hace dos años porque según mi madre era demasiado bueno para vivir en la Tierra. Él se llamaba Barbián, que mola mucho porque parece nombre de pirata. Y ya habréis intuido que esto de los nombres raros es una especie de tradición que se pasa de generación en generación, como la receta del arroz con leche que hace mi madre que la heredó de la abuela o también su nariz de bruja. Mi papá nació en un pueblo que se llama Huerta del Rey y que está en Burgos. Lo sé porque lo he googleado pero nunca he estado ahí (o al menos que yo recuerde) ya que desde que papá no está, mi madre no ha vuelto a ir porque dice que le deprime, que es cuando alguien está muy triste, que es cuando te ocurren cosas malas, como que la batería de mi móvil esté al 50%. Eso me deprime, por 6


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ejemplo. O cuando mamá habla de papá, eso también le deprime a ella. Como iba diciendo, Huerta del Rey es, según el Libro Guiness (que es un libro que recoge todos los récords del mundo y que lo escribió el mismo que inventó la cerveza), el pueblo con los nombres más raros del mundo. Se ve que hace muchos años todos se llamaban con nombres comunes como Pedro o María y la mayoría compartían los mismos apellidos, por lo que el cartero se liaba a la hora de repartir las cartas pues no sabía en qué buzón ponerlas. Esa sensación me resulta familiar, le pasa lo mismo a mi mente. La solución del alcalde fue que a partir de ese momento se les pusieran a los recién nacidos los nombres más raros posibles, que de tan diferentes eran únicos. Eso también me resulta cercano. Así, ahora existen personas en ese pueblo que se llaman Ninfodora o Austiquiliniano (y no es broma, yo si bromeo siempre lo acompaño con una sonrisa con la boca bien abierta 7


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para avisar de que se trata de una broma). Mi abuela por parte de padre se llama Primitiva. Mi madre cuando se enfada por cosas que mi abuela ha hecho la llama Bonoloto. Yo no lo entiendo pero a ella le hace mucha gracia, se ríe con sus propios chistes cuando se supone que no te puedes reír con un chiste que tú mismo has contado, eso es como darle un me gusta a una foto tuya. Cuando nací yo, mi madre no tuvo más remedio que dejar que mi padre eligiese mi nombre: Agibílibus significa “habilidad para desenvolverse en la vida” que es precisamente lo que me falta (ahí mi padre tuvo poco ojo) y Percal es porque mi abuela Primitiva se ve que dijo cuando yo nací: «en menudo percal te has metido, hijo». Que quiere decir “lío o embrollo”. En eso sí que acertó. Y por eso me llamo así. Y para hacerlo más corto (porque mi madre cuando se enfadaba tardaba más en decir mi nombre que se le pasara el enfado) cogieron el “bíli” que está dentro del nombre Agibílibus y así se quedo 8


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porque resultaba más fácil al habla. Aunque pienso que por qué no me empezó a llamar Agi o Bus. Aunque llamarme Bus sí que hubiera sido un percal: imaginaos que me salgo de la acera y en ese momento pasa un autobús. Mi madre gritaría «¡Que pare el bus!» y no sabría si pararme yo o si tiene que hacerlo el autobús. Así que prefiero que me llamen Billy. Aunque en el colegio también me llamen “Agilipús” o “el Rarito”, que no sé lo que es peor. Los niños que me lo dicen se llaman Noah e Izan. Por cierto, ¿y vosotros como os llamáis?

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2 LOS OCUPAS DEL SALÓN

M i madre está trabajando todo el tiempo. Por la noche cuida a los ancianitos en una residencia, por la mañana limpia oficinas de abogados porque tienen muchos trapos sucios y por la tarde les dispara perfume a las señoras en el Corte Inglés. Trabaja tanto para poder mantenernos a los dos porque estamos solos en este mundo. Eso es lo que siempre dice pero yo sé que no estamos solos, no solo veo a mu11


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cha gente por la calle cada día, he leído en un contador en tiempo real de Internet que hay más de 7741286250 personas en este mundo y subiendo a cada segundo. No sé porque me miente si sabe que puedo averiguar la verdad con un solo click en el móvil. Yo casi no la veo y cuando la veo está demasiado cansada para jugar conmigo o se pone a dormir. Por las mañanas y por las tardes una persona que no conozco me viene a recoger al cole y me lleva a casa y se asegura de que llego sano y salvo. La persona que me acompaña va cambiando de actores cada cierto tiempo, como Spiderman en las películas. La mayoría de veces es una chica, aunque otras menos también es un chico. Uno con el pelo verde y dos aros enormes en la oreja como La Vaca Que Ríe me dijo que era un trabajo de caca (no puedo reproducir la palabra exacta porque mi madre me tiene prohibido decir palabras malsonantes, aunque a mí mierda me suena muy bien) porque tenía que estar disponible cada día durante dos 12


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horas, una de buena mañana y otra por la tarde, y eso era incompatible con otros trabajos. Me hablaba como si yo fuera de Recursos Humanos, que son los que se encargan de los trabajadores humanos en las empresas, pero eso me parece una discriminación porque los que no son humanos no pueden conseguir trabajos. Yo creo que por eso la mayoría de monstruos se vuelven malos. A eso se le llama ser inhumano y la mayoría de jefes lo son. Hoy me acompaña a casa una chica que se ha presentado con el nombre de Lú y es una de esas personas que habla demasiado por encima de momentos que no necesitan más explicación que lo que ha sucedido, como los que comentan los partidos de fútbol. —Está al 71% —le interrumpo lo que estaba diciendo, que ni me acuerdo. —¿Qué? —me contesta ella sorprendida. —Que la batería de mi móvil está al 71%. Debemos de darnos prisa para llegar a casa y cargar el móvil. 13


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—Bueno, aún te falta mucha. No pasa nada, bonito. Esta chica está muy perdida. Claro que pasa algo. Empiezo a caminar con pasos largos y rápidos y Lú a correr detrás de mí, repitiendo mi nombre. El corto, no el de verdad. Cuando llegamos a casa, saco las llaves de la mochila y abro la puerta. Pero enseguida me quedo de pie bajo el dintel de la puerta. Esa es la parte de arriba de una puerta, también estoy aguantando con las manos los pilares que son los lados, y con los pies clavados en el umbral, que es la parte de abajo. —¿Qué pasa, Billy? —me pregunta Lú intentando despegarme de la puerta. Yo miro al interior de la casa con preocupación. No tendrían que estar ahí. Bueno, mejor dicho, no tendríamos que estar aquí nosotros ahora mismo. Lú consigue colarse entre mi geometría como una pieza de Tetris y entrar al piso, donde encuentra a unos hombres tirados en el sofá fumando cigarrillos raros que 14


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huelen muy fuerte y con botellas de cerveza vacías encima de la mesita del salón. Sin posavasos. Mi madre les va a pegar una buena bronca cuando se entere. —¿Quién [aquí dice una palabrota que no puedo repetir y que además es de las más prohibidas] sois vosotros? —les grita Lú. Los del sofá se levantan y le contestan en inglés. Yo aún no sé inglés bien del todo, nos lo están enseñando en el cole, aunque sé palabras sueltas y decir frases sencillas como “What is your name?” o “I want to go to the toilet, please, teacher”, que no sé si vosotros ya sabréis lo que quiere decir en español. —I want to go to the toilet, please, teacher —les digo. Por suerte Lú es más mayor que yo y ya ha avanzado en las clases de Inglés del cole de mayores así que entiende lo que dicen los extraños de los pelos largos. Lú me pregunta con la ceja levantada si sabe si mi madre les ha alquilado el piso a estos hombres que no conozco de nada. 15


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—Ah, sí —respondo cayendo en la cuenta de que quizás ella desconocía este dato—. Mi mamá a veces le alquila el piso a un señor que se llama Airbenebé. Él le da dinero por quedarse aquí unos días porque no tendrá donde quedarse, pobrecito. —Y... ¿dónde vivís vosotros mientras? —me pregunta extrañada. —En el 3º-4ª, en este mismo pasillo del edificio. Ahí vive una señora anciana con muchas arrugas que la mitad del año se lo pasa en su pueblo, en casa de sus hijos. Y mamá le cuida los gatos y las plantas y le mantiene la casa limpia para que no entren ratones. Lú llama por teléfono a mi madre y no sé si sabe que está en el trabajo de los perfumes y se enfada si la llaman cuando está trabajando. Alguna vez he ido a verla ahí pero no me gusta porque huele muy mal y me asfixio. No lo entiendo porque se supone que lo que vende sirve para que huelas bien y no para exterminar cucarachas. 16


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—Ay, lo siento mucho —escucho disculparse a mi madre a través del auricular del teléfono—. Se me había olvidado por completo avisarte. Hoy tienes que dejar a Billy en el 3º-4ª, en efecto. Lo siento, debería habértelo dicho. —No pasa nada, Bea. Aunque... —me mira y baja el tono de voz para que yo no lo oiga, pero lo oigo igual porque veo muchos vídeos en YouTube de gente que susurra bajito ya que eso me relaja— no creo que sea el mejor ambiente para criar a un niño, la verdad. Y más a un niño con las características de Billy. —¿Quién eres tú para decir cómo debo criar a mi hijo? —escucho gritar a mi madre, como si estuviera aquí al lado conmigo—. ¡No te pago para que me juzgues! Solo tienes que recogerlo y dejarlo, ya está. No te pido tu opinión y tampoco me interesa. —Pero señora, solo digo que... —¿Estáis en el 3º-4ª ya? —Sí, pero... —Pues vete y mañana no vuelvas. 17


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Y era verdad. Al siguiente día Lú no se presenta en el cole para recogerme. Lo hace otra chica que se llama Patri y esta vez no me deja en casa, lo hace directamente en el piso de la vecina arrugada como una pasa. Pero ahora no puedo parar de preguntarme qué estará haciendo el señor Airbenebé con sus amigos en el sofá de mi comedor. He oído sobre ellos en los informativos. Son unos ocupas: porque un día, sin que tú te lo esperes, ocupan tu casa. Y lo peor de todo es que luego les pides por favor que se vayan y no se van. Solo espero que no estén tocando mis cómics del revistero del salón ni jugando con mis videojuegos. Por suerte siempre cierro mi habitación con llave para que no entren los ocupas, aunque eso no le ha servido de mucho a mi madre con el resto del piso. Pero la Playstation está en la tele del comedor. Estoy sufriendo tanto por eso que no puedo dormir, llevo así desde ayer y aunque mi mamá me ha dicho que no me preocupe, 18


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eso no me sirve para dejar de preocuparme y ya no aguanto mĂĄs.

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Diez Suricatos Agibílibus “Billy” Percal es un niño especial al que le cuesta entender las cosas de la misma manera que los demás y sus comportamientos pueden salirse de la norma. Por ejemplo, está obsesionado con la carga de su móvil: si la batería se acerca al 50% le da un ataque de ansiedad. Un día, recibe la visita de un niño vampiro. Al principio, Billy se asusta porque piensa que ha venido a matarlo. Todo lo contrario: Clemente, el vampiro de 3 siglos, es el que ya no quiere vivir más y ha decidido dejar de existir. Pero es una tarea difícil, pues es un ser inmortal. ¿Y qué tiene que ver Billy con esto? Él no lo sabe, pero su sangre es mortal para los vampiros. De hecho, Agibílibus Percal es el ser más temido por vampiros, hombres-lobo, zombis, brujas, demonios y otras criaturas fantásticas que viven en secreto entre nosotros. Todos los monstruos lo temen. En cambio, todos los seres humanos que conoce le hacen daño de una manera u otra; como sus compañeros de clase, e incluso su propia madre con su ausencia, pues se pasa el día trabajando. Billy convencerá a Clemy de que merece la pena vivir, pasando una noche de aventuras juntos explorando la ciudad de Barcelona y sus rincones más oscuros y secretos donde habitan los monstruos. Los dos aprenderán las cosas que verdaderamente importan en esta vida, incluyendo la propia vida.

ISBN 978-84-18017-51-3 ISBN 978-84-18297-09-0

A partir de 10 años babidibulibros.com

9 788418

297090


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