Aventura
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Capítulo 1
Me llamo Mani, soy un manillar de compe tición y acabé en un desguace, porque mi anti guo dueño me cambió por otro nuevo, pero no pierdo la ilusión de volver a competir. Hoy estoy muy contento, un señor me ha llevado con él a su casa y ya no voy a es tar rodeado de tantas piezas desconocidas. ¿Cómo será su hogar, vivirá solo, tendrá fa milia, le gustará competir?, estoy nervioso e impaciente… ¡vaya! esto no es una casa, es un taller, hay otras piezas como yo, pero diferentes, aunque me resultan familiares.
—Hola colegas, me llamo Mani y soy un manillar de competición. Todos le escucharon muy atentos, pero nadie respondió.
—No me lo puedo creer, ¿nadie sabe que es un manillar de competición? —insistió la nueva pieza.
En ese momento, un sillín cansado que había pertenecido a una bicicleta de alquiler durante mucho tiempo, le contestó:
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—Mira, entiendo que es tu primer día aquí, pero mejor hazte a la idea cuanto antes de que no vas a seguir siendo un manillar de competición.
Mani no podía creer lo que acaba de escuchar.—¿Por qué?, no entiendo nada, ¿no estoy en un taller?, arreglan cosas, alguna vez fui con mi antiguo dueño.
Una cadena muy amable y servicial se acercó al manillar y le dijo:
—Hola, Mani, no hagas caso a Poti, lleva mucho tiempo desanimado, y sin querer hace comentarios que pueden molestar, pero es buen sillín. Me llamo Dina, bienvenido al garaje de Edu. Seguro que te gusta cuando lo conozcas, es un niño muy especial y tiene una familia estupenda.
Gracias a Dina, Mani acababa de descubrir que sí estaba en un hogar y con un garaje lleno de piezas de bicicleta.
—Dina, ¿cuánto tiempo lleváis viviendo en el garaje de Edu? —preguntó el manillar de competición con mucho interés.
A Mani le preocupaba que no fuese a salir nunca de allí ni a volver a competir. Añoraba todas las ciudades que había visitado con su anterior dueño y todos los maravillosos paisajes que había conocido.
—Pues no sabría decirte, no lo recuerdo ni Poti tampoco, pero quien lleva más tiempo viviendo aquí es Suco —contestó la cadena mirando hacía el fondo del garaje.
Suco era un cuadro de bicicleta un poco serio y gruñón. Llevaba años formando parte de la familia de Edu. Lo había visto crecer y había paseado con sus padres en muchas ocasiones. A Suco no le gustaba hablar, y en esta ocasión se quedó callado, oculto entre un cepillo y un recogedor de limpieza.
El manillar de competición se fue desvaneciendo poco a poco. Mani pensó que era su final y que ya nunca más volvería a participar en una carrera.
Al día siguiente, muy temprano, apareció en el garaje el padre de Edu con dos ruedas nuevas
muy revoltosas e inquietas. En seguida se tuvo que marchar. El manillar de competición fue el primero en verlas y darse cuenta de que tenían nuevas compañeras.
—Hola, ¿quiénes sois? –preguntó Mani.
Las ruedas no paraban de dar vueltas por el garaje desordenándolo todo. De repente, Suco muy enfadado y alzando la voz, como si se tratase de un león rugiendo, dijo:
—¿¡Queréis dejar de molestar!?, ¡¡fuera de aquí!! Las ruedas gemelas pararon de forma repentina, chocándose entre ellas y cayendo al —Perdón,suelo.somos Tina… y Tana. Somos hermanas gemelas y nos gusta dar vueltas. Es la primera vez que salimos de la fábrica donde nos crearon y nos encanta la diver sión.En ese momento llegó de nuevo el padre de Edu, pero en esta ocasión con un niño, ¡era Edu!, por fin, Mani lo conocería y las gemelas también.
—El tío Juan nos va a traer el plato y los pedales de su antigua bicicleta que ya no usa. Podremos empezar con el montaje de tu bi cicleta como querías —dijo el padre de Edu. —¡Papá, has conseguido todas las piezas que necesitamos! —exclamó el niño muy contento, mientras sujetaba con sus manos el manillar.Eduestaba muy emocionado, pero no era el único, Mani en ese momento, sintió la esperanza que podría volver a soñar jun to a ese niño.
Capítulo 2
—
E du y su padre aún no han llegado, ¿por qué no vienen?, ¿habrá ocurrido algo? Mani estaba algo impaciente, tenía mucha ilusión porque empezara el montaje de la bicicleta.
—No te preocupes, Mani, tarde o temprano llegarán. Ten un poco de paciencia —dijo Dina intentando tranquilizarle—. Por cierto, hablando de poca paciencia, ¿dónde están Tina y Tana?, siempre están de un lado para otro sin parar, y no las veo desde anoche en el garaje.
—Yo tampoco… —dijo Poti algo dubi tativo y preocupado—. Esta mañana muy
temprano vino el padre de Edu a coger una herramienta para arreglar el fregadero, pero regresó en seguida y se volvió a marchar, de hecho, no cerró ni la puerta del garaje…
—¡Oh no!, ¡las gemelas se han ido!... no pue de ser… Sin ellas no podrán montar la bicicleta y ¡jamás saldremos de este aburrido garaje! —dijo Mani. El manillar de competición estaba deses perado. No podía creer lo que estaba ocurriendo.
—Claro, tú pensando en ti, pero no en lo que le puedan ocurrir a las ruedas —dijo Suco—¿Ymurmurando.tú?,queparece que nadie te impor te, ¡seguro que se han ido por tu culpa, ayer fuiste muy antipático con ellas y acababan de llegar! —dijo Poti muy alterado.
—Por favor, calmaos, no conseguiremos nada discutiendo entre nosotros. Estamos perdiendo tiempo para encontrarlas, pense mos entre todos una solución —dijo Dina tan cariñosa como siempre, pero esta vez con miedo de que les hubiese pasado algo malo.
No podían moverse, eran piezas estáti cas, no podían desplazarse como las ruedas. En ese momento se abrió la puerta del ga raje, era la madre de Edu con las gemelas.
—Madre mía, otra vez la puerta abierta del garaje, un día nos roban el coche…, y qué desorden —protestó la madre de Edu.
Mani, estaba muy contento, Tina y Tana habían vuelto y los demás se tranquilizaron al ver que también estaban bien.
—¡Habéis vuelto, qué bien! ¿Cómo es táis?, ¿qué ha pasado? —preguntó Mani. Tina y Tana, no estaban tan contentas como los demás. Se quedaron juntas y muy quie tas donde la madre de Edu las había dejado.
—¿Qué pasa?, ¿por qué no decís nada?, ¿os ha pasado algo mientras habéis estado en la calle? —preguntó Dina, preocupada.
Tana quería contarle a Dina lo que había sucedido, pero no se atrevía. Miraba a su hermana Tina y esta le devolvía miradas con negativa para que no contase nada. Tana, de
Poti, que no podía aguantar callado más tiempo, cogió las pocas fuerzas que tenía y con su desánimo dijo: —Se acabó, ya sé qué es lo que pasa aquí. Os habéis ido por culpa de Suco, ¿verdad?
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Es un viejo cascarrabias que nos quiere amargar siempre a todos con su mal humor.
—¿Es verdad que os habéis ido porque ayer Suco os gritó cuando llegasteis por pri mera vez al garaje? Por favor, necesito que nos lo digáis —dijo Dina mirando a Tana y Tina con dulzura.
Antes de que Dina siguiera insistiendo en que hablaran para intentar saber qué había pasado, se adelantó Suco y dijo muy serio, pero con un tono más suave que de costumbre:—Siesverdad que os habéis ido por mi culpa, siento lo que os dije ayer y no se re petirá, el garaje es de todos.
Suco se sentía mal. No quería que se fueran. En el fondo creía en el proyecto de la bicicleta para Edu y compartía la misma ilusión que Mani y los demás de volver a salir a la calle.
Las ruedas se sintieron muy felices al sa ber que tendrían un hogar y nuevos amigos. Además, Suco ya no era un cuadro desagra -
dable como pensaban. Lo que no sabían es que estaba a punto de comenzar una gran aventura para ellas y los demás.
Capítulo 3
T rascurrieron varios días, y por el garaje solo se pasaba el padre de Edu para coger el coche e ir a trabajar. Tampoco el niño había ido a visitar a las piezas de su nue va bicicleta. Llevaba varios días de exámenes en el colegio, tenía deberes que hacer y trabajos que presentar en clase, y su padre prefería dejar el montaje de la bicicleta para las vacaciones que llegarían pronto. Edu llevaba meses planeando ese momen to, nunca antes le había interesado la bici cleta, por eso sus padres no le habían rega -
Lo que sí le apasionaba era todo lo rela cionado con el montaje, por eso había deci dido que prefería construir su propia bici cleta con la ayuda de su padre.
—Mani, ¿cuándo vamos a salir a la calle?, nos prometiste hace días que sería pronto, y ni siquiera han empezado con el montaje de la bicicleta —preguntaron las gemelas. Las ruedas estaban impacientes, pero no eran las únicas, Mani llevaba días esperando el momento y cada vez eran menos sus palabras con los demás en el garaje. Su luz se iba apagando poco a poco.
De repente aparecieron Edu, su padre y otro hombre, era el tío Juan, el hermano de su pa dre. Le encantaba pasear en bicicleta, de hecho, pertenecía a un club de ciclistas. Traía un plato y unos pedales muy sofisticados, como él.
ISBN 978-84-18942-48-8 9 788418 942488
Mani, un antiguo manillar de competición, tiene la suerte de ser comprado en un desguace, por el padre de Edu, un niño muy especial, que se acaba de mudar de ciudad y no conoce a nadie. En el garaje de la casa familiar, Mani formará parte de una nueva bi cicleta, junto a otras piezas que conocerá y con las que vivirá una gran aventura.
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