Soy el único animal que bebe agua salada, pues soy capaz de transformar el agua salina del mar en agua dulce para tomar. Me encanta volar a gran altura, y lanzarme al agua en picado para atrapar con mi pico algún pececillo despistado, que en mi bolsa de la compra llevo a mis hambrientos pichones.
¡Mami, empiezo a estar cansado de tanto pez! La próxima vez, péscame un centollo o una ostra.
¡Anda, lárgate a freír espárragos!
Si mi polluelo lo que quiere es un centollo o una ostra...
¡Gracias,
Pelícano, eres un amigo! ¡Que tengas suerte!
Duerme, duerme esta «señora» todo el día en su nido.
Por la noche de él saldrá, y con sus ojos hermosos, su plumaje sedoso y sus oídos portentosos, efectuará un vuelo silencioso para buscar alimento.
¡Ratas y ratoncillos, topos y topillos, pájaros y pajarillos, corred, huid, que la señora se acerca con sigilo y cautela, y como os vea, os atrapará, y con su pico y sus garras picadillo os hará!
¿Crees que mamá lechuza cazará
esta
noche algo?
¡Qué
contentas se van a poner mis dos lechucitas con este ratón blanco!
¡Seguro, con el oído que tiene…!
Con sus garras afiladas y su pico de acero, surca este ave los aires en busca de alguna presa que cazará con destreza para llevarla a su nido, donde sus polluelos esperan con los picos bien abiertos para engullir bien contentitos
todo lo que su madre vaya echando en sus piquitos.
No tardarán en crecer, no tardarán en volar, y lo mejor para ellos…
¡Como su madre, presas podrán cazar!
