¡Que viene la bruja!
Todos tienen miedo a la bruja Piruja, y es que es mala de verdad.
—¡Bruja Piruja! ¡Vete de aquí! ¡No‚ no, que no queremos morir ni ser convertidos en sapos o colibríes!
Pero la bruja Piruja vuela con su escoba lanzando hechizos sin parar, y a todo el mundo le gusta hacer rabiar. Le encanta ser bruja mala, pero mala de verdad‚ de esas que asustan en los cuentos y a todo el mundo hacen mal.
—¡Ojos de burro! ¡Patas de araña! ¡En monstruos os convertiré mañana! He creado una ciudad de monstruos de la nada… Ay, ¡qué mala! ¡Ja, ja, ja! —ríe sin cesar la bruja Piruja mala—. ¡Qué maravilla de ciudad! —dice despiadada—. ¡Me encanta! ¡Voy a ir por ahí haciendo más cosas macabras!
»Pero ¿qué más puedo hacer? Tengo que idear un plan para que todo sea perfecto, y así todo el mundo recuerde bien que nadie se mete con esta bruja mala. ¡Ah! ¡Ya sé! ¡Seguiré convirtiendo a la gente en sapos y ranas o monstruos que salen de la nada! ¡Ay, no! ¡Qué aburrido! ¡Quiero hacer algo por lo que todo el mundo me recuerde el día de mañana!
La bruja Piruja pensaba y pensaba sin cesar, pero con un plan perfecto no conseguía dar.
¡Pobre bruja Piruja, que le encanta hacer el mal! No encuentra la manera de hacer más grande su maldad. De repente‚ tuvo una gran idea.
—¡Uniré a todos los malos de los cuentos y nos juntaremos de alguna manera! ¡Ja, ja, ja! —reía sin cesar al ver que su plan macabro iba, por fin, a funcionar.
Fue puerta por puerta llamando uno a uno a todos sus amigos malvados.
—¡Señor Lobo! ¡Cuánto tiempo! ¿Qué tal está usted? ¿Quiere una taza de té con sabor a cerdito, o quizás prefiere que le traiga un cochinillo?
—¡Oh, mi querida bruja Piruja! ¿Qué tal? ¡Usted siempre tan detallista! Una taza de té estará bien. He de ir a soplar las casas de los cerditos hoy y tengo que coger fuerzas. Pero dime‚ ¿qué te trae por aquí?
—Querido lobo‚ necesito tu ayuda para ser más mala aún y poder hacer un conjuro que haga temblar a todo el mundo entero, y no solo a una pequeña ciudad.
—¡Vaya! Me siento halagado, Piruja, pero he de decirte que en estos momentos no tengo tiempo que perder. Los cerditos se han vuelto constructores y tengo una ciudad entera que demoler.
La bruja Piruja muy triste y apenada se sentía al oír al lobo, pero nada podía ya hacer. Pronto pensó en llamar al Vampiro Tito, que siempre muerde a todos muy bien, pero casi anochecía ya y casi no lo pilla.
—¡Vampiro Tito! ¡Vampiro Tito! ¡Espera dos segundos nada más! —le dijo al Vampiro.
—¡Hombre, bruja Piruja! ¿Qué tal te va haciendo el mal? —contestó el vampiro.
—¡Ay, vampiro! ¡Por eso te busco! ¡Necesito que me ayudes a crear más temor en el mundo entero! ¡No me quiero conformar solo con mi ciudad!
A lo que, rápidamente, el vampiro contestó que en estos momentos no tenía tiempo, ya que de noche era ya, y se iba a morder rápido a todo el mundo que se encontrara a su paso, antes de que volviese a salir la luz del día nuevamente‚ aprovechando la oscuridad. Visitó a la Momia loca, que te embruja si te asusta, y también al Dragón escupe fuego, que mola mogollón, pero ninguno podía ayudarle aún con esta labor, ya que todos estaban muy ocupados y centrados en su gran misión de ser malos.
