Dani, el Mono

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Dani, el Mono, nació en Loja (Granada) el 23 de mayo de 1990, en una casa cerca del río y el mercado de abastos de Loja. En esa casa vivía su madre llamada Dolores (Loli para los amigos) con sus padres, llamado Matías su padre y su madre Angustias. Cuando nació Dani, sus abuelos tenían sesenta años, y Loli treinta. Esta conoció al padre de Dani en una competición de tiro con arco en la feria de Loja. Alberto, que se llamaba el padre de Dani, estaba en la feria de Loja el primer día de fiestas que era cuando se celebraba el campeonato de tiro con arco. Loli ese día estaba trabajando en el polideportivo donde se celebraba el campeonato, ella era la encargada de limpiar las duchas del polideportivo cuando ella comprobara que ya no había nadie dentro, entonces ese día Loli entró a limpiar creyendo que no quedaba nadie, pero no se dio cuenta de que todavía estaba dentro de las duchas Alberto. Al entrar Loli, Alberto estaba secándose con su toalla y no se dio cuenta de que entraba la limpiadora, total, Loli se encontró a Alberto sin querer en cueros; ella, al verlo, se volvió de espaldas a él y le dijo: Perdón, creía que

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ya no había nadie. Alberto, que se cubrió con su toalla le dijo a Loli: Perdone usted, estaba secándome y no me he dado cuenta de que usted entraba. Loli le dijo: No pasa nada, yo me voy y ahora cuando usted acabe, haré mi trabajo. Alberto se vistió y salió para fuera y vio a Loli sentada en un poyete esperando que él saliera. Alberto le dijo a Loli: Perdone por lo que ha pasado, estaba secándome y no me di cuenta de que entraba alguien, así que lo siento mucho, te habrá molestado, ¿no? A eso, Loli le dijo: No pasa nada, eso me ha pasado ya más veces, entro pensando que ya no hay nadie y resulta que no, ya estoy acostumbrada a estas cosas, no le dé importancia, ¿vale? Y Alberto le dijo: Bueno, perdóneme, yo me llamo Alberto, ¿y usted? Y ella dijo: Loli, todos me llaman Loli, bueno, Alberto, ahora sí, voy a hacer mi trabajo, así que nada, hasta otro día. Alberto la miró a los ojos, y le dijo: Vale, hasta otro día, me gustaría volver a verte. Y loli le dijo: No sé , a lo mejor nos vemos por las fiestas. Y se fue para hacer su trabajo, él le dijo: Vale, yo creo que sí nos veremos, por la noche estaré por las fiestas. Se dijeron adiós y se fueron cada uno para su lado, así se conocieron. Luego ya a las doce de la noche, iba Loli caminando sola por una de las calles del ferial, y se cruzó con Alberto; al verse, se saludaron, y Alberto le dijo a Loli que si ella quería acompañarlo, ella le dijo que sí y siguieron los dos caminando juntos por el ferial, pasaron por una caseta de las que tienen muñecos, de esas que con una pelota que le dan a uno hay que tumbar una tabla de madera y si uno la tumba le dan un muñeco, entonces Alberto le dijo a Loli: ¿Quieres que pruebe a ganarte un muñeco? Loli le dijo que sí, entonces Alberto tiró la pelota y le dio a la tabla, y le dijo a Loli: ¡Le he dado, le he dado!, venga, elige tu regalo. Y ella le dijo: Vale, ese osito de ahí a la derecha, ese negro y blanco que es un

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panda. Y el dueño del puesto se lo dio a Loli, ella le dio las gracias al señor del puesto y un beso en la cara a Alberto y le dijo: Muchas gracias, me gusta mucho, es la primera vez que alguien me gana algo en un puesto, me encanta el osito y me ha gustado que lo consiguieras a la primera. Y él le dijo: Sí, es que tengo muy buena puntería, he ganado el campeonato de tiro con arco, y venga, por haberlo ganado te quiero invitar a lo que te apetezca. Ella se lo pensó un poco y le dijo: Bueno, sigamos caminando y ya veremos qué hacemos.

Dieron unas vueltas por el ferial y al llegar donde estaba la noria, Loli le dijo: ¿Quieres que subamos? Y Alberto le dijo: Vale, ahora vuelvo, voy a sacar los tiques. Loli se esperó un momentito y al llegar Alberto subieron los dos en la noria. Loli se lo estaba pasando muy bien con Alberto; al bajar de la noria, Loli casi se cae al suelo, pero Alberto la sujetó, ella le dio las gracias y le dijo que era muy amable y buena gente, él le dijo que ella le caía muy bien y que lo estaba pasando estupendo con ella, se dieron una vuelta por el ferial y se pararon a tomar algo, después se fueron para la verbena y allí se tomaron unas copas y bailaron los dos juntos, pusieron canciones lentas y bailaron muy pegados y se dieron cuenta que se gustaban mutuamente; allí en la verbena se les hicieron las tres de la mañana y Loli le dijo que se tenía que ir ya, que tenía cosas que hacer por la mañana. Alberto dijo: Qué pena, por mí estaría aquí contigo toda la noche. A eso Loli le dijo: Yo también estaría, pero mañana tengo que trabajar y no puedo irme muy tarde que si no, mañana no estoy como tengo que estar. Y él le dijo: Vale, lo único que te pido es que nos volvamos a ver mañana ,¿vale? Y ella le dijo: Sí, por mí, sí.

Entonces se despidieron y quedaron en verse en la entrada del ferial a las diez de la noche. Alberto se fue a un hotel

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que tenía reservado y Loli llegó a su casa y abrió la puerta con mucho cuidado para no hacer ruido, porque no quería despertar a sus padres y se acostó.

A la mañana siguiente se levantó a las nueve de la mañana para hacer cosas que tenía pendientes; su madre le preguntó a Loli: ¿Qué?, ayer llegaste un poco tarde, ¿no? Y Loli respondió: Sí, mamá, pero me lo pasé muy bien, por eso tardé un poco. A eso, Angustias le dijo: Bueno, bueno, pero no lo tomes por costumbre, ¿eh? Loli respondió: No, mamá, además son fiestas, habrá que disfrutar un poco, ¿no? Y Angustias: Sí, hija, sí, que la juventud se va y muy pronto, y ya no vuelve, y tú ya vas para solterona, así que disfruta, hija, pero ten cuidado, ¿eh? Loli: Vale, mamá, vale, me voy, que tengo cosas que hacer en el pueblo.

Loli se fue, llegó a una tienda de ropa y se compró un vestido muy bonito, y decía para sí misma: Para ir guapa por las fiestas. Loli era una mujer guapa, de uno setenta de altura, complexión delgada, pechos grandes, pelo negro largo y liso, ojos negros y la cara muy guapa. Ella seguía soltera porque no le había encartado casarse, decía que para casarse no había que tener prisa, pero ya algunas de sus amigas le decían que no se descuidara mucho, que si no se le iba a pasar el arroz; ella les contestaba: Tranquilas, ya llegará la hora y si mi destino es quedarme soltera, qué le vamos a hacer.

Alberto era un hombre de uno setenta y cinco de altura, complexión normal, pelo moreno y bien parecido. Se vieron en donde habían quedado. Él venía vestido de pantalón vaquero y camisa blanca de manga corta, Loli llevaba el vestido que compró por la mañana, de color verde claro, dejando ver sus hombros y con bastante escote; Alberto, al verla, se quedó pasmado y le dijo: Loli, estás guapísima, estás… estás… bellísima.

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Ella llevaba un bonito peinado, así con el pelo recogido que le favorecía mucho, la verdad es que Loli esa noche estaba muy pero que muy guapa, ella le dijo a Alberto: Tú no estás mal tampoco. A eso, él dijo: Bueno, yo no estoy ni bien ni mal, ¿no? Y ella: Sí, estás muy guapo también, así que vamos a dar una vuelta por el ferial, hoy me lo quiero pasar muy bien, ¿vale? Y él: Eso está hecho.

Anduvieron de caseta en caseta, tomándose algo, bailando, comiendo y también se subieron en columpios, luego ya más tarde se fueron a la verbena otra vez; allí estuvieron bailando canciones lentas y tomándose algo hasta las cuatro de la madrugada; ella, al otro día tenía algo que hacer, pero podía acostarse un poco más tarde esa noche. Loli disfrutaba con Alberto. Hablaron de todo un poco, este le dijo que era del pueblo de Algarrobo, Málaga, y que tenía un piso en Algarrobo Costa, y que se dedicaba a llevar unos invernaderos que tenían en Algarrobo pueblo, que eran de la familia. Loli le preguntó que si tenía hermanos, él le dijo que sí, una hermana que vivía en Londres, y que tenía dos hijos, niño y niña. Él le preguntó también a ella que si tenía hermanos, a lo que ella le dijo que no, que era hija única, que ella vivía en la casa de sus padres que estaba un poco más abajo del ferial, no muy lejos.

Cuando ya dijeron de irse a dormir, Alberto le dijo: ¿Te acompaño a tu casa, Loli? Y esta le dijo: Bueno, ven y me acompañas, y así sabes dónde vivo. Él dijo: Sí, Loli, eso quiero, que mañana me gustaría ir a buscarte sobre la una de la tarde para ir a echar unas cañas, ¿vale? Y ella le dijo: Sí, vale, lo veo muy bien, mañana es sábado y no tengo mucho que hacer, así que en eso quedamos.

Llegaron a la casa de Loli y Alberto, para despedirse, le dio un beso en la boca. Ella se lo tomó bien y le dio a él

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