En un país muy lejano que se encuentra al Norte del Sur, formado por un gran bosque verde esmeralda y donde viven seres fantásticos, comienza y termina nuestra historia. Hace mucho tiempo atrás, este bosque despertó marchitado, su verde se transformó en un marrón apagado, y todos sus habitantes estaban tristes.
El señor búho, representante de todos los animales, decidió ir a casa de la princesa Iris para intentar descubrir lo que sucedía. Cuando llegó al hogar de esta, un palacio en la copa del árbol más alto y centrado de todo el bosque, encontró todo revuelto y notó un desagradable olor a «huevo frito podrido», observando que la princesa había desaparecido. Pronto imaginó lo que había sucedido, así que rápidamente se dirigió a la fuente mágica y tocó con todas sus fuerzas la campana de la reunión.
Al poco tiempo, todo el mundo estaba reunido alrededor de la fuente, había gritos y discusiones porque nadie sabía lo que estaba ocurriendo. El señor búho pidió silencio, y aunque tardó, finalmente lo consiguió. Explicó cómo encontró destrozado el palacio de la princesa, y que ese olor a «huevos fritos podridos» solo podía pertenecer al bicho-monstruo Rulondo. Por lo que dedujo que ese ser horrible y siempre de mal humor había secuestrado a la princesa para que el bosque y sus habitantes estuviesen tristes. Dicho esto, todos se acercaron a la fuente mágica y pudieron ver, en sus aguas cristalinas, cómo la princesa se encontraba encerrada en una de las jaulas que Rulondo tenía en su guarida.