El superpoder de Danilo

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EL SUPERPODER

DE DANILO Elizabeth Afonso

Ilustrado por: Tony Daniel De Felice



EL SUPERPODER DE DANILO

Danilo jamás había sido golpeado por un rayo misterioso; ni ningún animal radiactivo lo había mordido, tampoco venía de otro planeta. Era tan terrícola como tú y yo. Entonces, ¿de dónde venía su superpoder? Él era un chico de quince años completamente normal. Le encantaba usar pantalones cortos, camisetas con estampados de sus personajes favoritos, zapatos deportivos y un

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morral verde que colgaba de uno de sus hombros. Tenía el cabello despeinado, y lo cubría con una gorra que, por lo general, usaba con la visera hacia atrás. Tenía ojos grandes y oscuros, y su cara era pecosa. La primera en descubrir el superpoder de Danilo fue su mamá. Cuando contaba con apenas dos años de edad, lo sintió subirse a su cama. Danilo la tocó con sus pequeñas manos, y ella le acarició la cabeza y la espalda en la oscuridad. De pronto, Danilo desapareció. Ya no estaba junto a ella. Su madre corrió a su cuarto y se sorprendió al verlo dormido en la cama. Pensó que, tal vez, lo había soñado, pero estos incidentes siguieron pasando. Cuando Danilo cumplió doce años, ya había escuchado muchas historias de distintas personas que lo habían visto y hasta habían

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hablado con él a la misma hora, el mismo día en lugares diferentes, pero lo más extraño era que el solo lograba recordar haber estado en uno de esos lugares. Era una locura. Un día, durante sus vacaciones de verano, Danilo decidió buscar trabajo. Quería ganar dinero para comprarse su propia laptop. Le gustaban mucho los video juegos. Era su pasatiempo favorito, además de los comics. —Si quieres una laptop, tendrás que ganarte el dinero para comprarla—le decía su padre cada vez que Danilo hablaba del tema. Después de recorrer por varios días la gran ciudad donde vivía, finalmente, consiguió trabajo como repartidor de pizzas en un restaurante. Llegó a su casa muy contento, contándole a sus padres que había encontrado empleo y que, por fin, iba a ganar dinero para su laptop.

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Una tarde, su jefe lo envió a entregar una pizza en una casa que siempre le había llamado la atención por el halo de misterio que la envolvía. Estaba rodeada de muros altos, con tan solo una puerta de hierro con una pequeña abertura para ver quién estaba afuera. Danilo notó que había una cámara de seguridad apuntando hacia él. Tocó el timbre, y pocos segundos después se asomó un hombre por la pequeña abertura. Miró a Danilo y luego a la pizza que tenía en sus manos, y abrió la puerta. —¡Profesor Cùbit! —exclamó Danilo al reconocer a su profesor de Física. Era un hombre mayor, con el cabello totalmente blanco, largo y alborotado. tenía el rostro muy pálido como si nunca viera el sol. Usaba anteojos y llevaba puesta una bata blanca de laboratorio que le llegaba hasta las rodillas.

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—Pasa, te estaba esperando. —Solo vine a dejarle la pizza. No es necesario que entre —le respondió Danilo. Pero el profesor insistió en que entrara, diciéndole que necesitaba hablar con él. Danilo no quería entrar. No deseaba socializar con su profesor, así que retrocedió, extendiendo el brazo para entregarle la pizza, y le dijo que mejor se iría. —Sé de tu poder… —dijo el profesor negándose a sujetar la pizza. Danilo lo miró con reserva. —¿De qué poder habla, profesor? —La bilocación —respondió. —¿Bilocación? ¿Qué es eso? —preguntó Danilo algo sorprendido y con curiosidad al mismo tiempo. Ese día Danilo supo cómo se llamaba ese fenómeno que le ocurría y que aún no enten-

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día, pues él jamás lo vio como un poder. Es más, ni siquiera estaba seguro de creer en las historias que le habían contado. Siempre buscaba una explicación lógica a lo que pasaba. —Entra y te lo explico con calma —dijo el profesor. —Disculpe, pero tengo que seguir trabajando. —Vamos… Soy científico. Investigar es lo que hago —dijo para darle más confianza—. Es necesario llevarte a mi laboratorio para explicarte de qué se trata. Después de tanta insistencia, Danilo decidió aceptar. La curiosidad pudo más que el hecho de no querer tener una relación personal con su profesor. Danilo siguió al profesor Cùbit hasta llegar a su laboratorio. No tuvieron que entrar en la

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casa. El laboratorio tenía una entrada por el jardín, con una puerta igual de hermética que la principal. La cámara de la entrada no era la única. Las había por todas partes, incluso dentro del laboratorio. Apenas entró, quedó boquiabierto. Estaba maravillado con todo lo que veía. Una gran cantidad de aparatos completamente desconocidos para él, pero que le parecían muy interesantes y le daban mucha curiosidad. —¿Dónde pongo la pizza? —preguntó Danilo mirando alrededor. —Ponla por ahí —dijo el profesor Cùbit sin señalar ningún sitio en específico, mientras encendía una de aquellas máquinas. Danilo la colocó sobre una mesa de madera, algo roída por los años y el uso, que estaba en un rincón del laboratorio. Luego se fue a

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ver qué hacía el profesor. Se paró a su lado y esperó pacientemente y en silencio a que terminara, para preguntarle qué era lo que le quería decir. El profesor Cùbit todavía estaba entretenido con la máquina cuando comenzó a hablar. Le dijo que hacía muchos años estudiaba la bilocación y que había logrado grandes avances. Con aquel aparato había logrado hacer que un objeto estuviera en dos lugares al mismo tiempo, pero era imposible hacerlo con un ser vivo, pues no había podido encontrar a alguien que tuviera esta capacidad. Hasta que supo de Danilo. Todo ocurrió por casualidad. Un día se encontró a la mamá de Danilo en la librería y la escuchó contarle a una amiga los extraños sucesos que habían ocurrido con su hijo.

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—¿Cómo está? ¿Me recuerda? —dijo el profesor Cùbit, acercándose a la señora. —Claro, profesor. Un gusto saludarle. El profesor Cùbit se acercó a conversar solo para averiguar más acerca de lo que ocurría con Danilo. A partir de ese momento, se obsesionó con hacerle estudios. Un día, en el colegio, se puso a hablar con Danilo para saber más de él. De esa manera se enteró de que trabajaba repartiendo pizza en un restaurante cercano a su casa. Decidió usar esa información para hacerlo ir a su laboratorio. Mientras manipulaba botones y palancas de aquella máquina que se veía algo complicada, el profesor Cùbit prosiguió contándole a Danilo a cerca de la bilocación. De pronto, y sin pedir autorización, le quitó la gorra de la cabeza y le colocó una especie de casco con

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Suricatos

Danilo, de quince años de edad, no tenía idea de que aquellas misteriosas historias que había escuchado acerca de él, desde que era un niño, eran ciertas. Hasta que el profesor Cùbit lo lleva a su laboratorio para explicarle que aquel fenómeno que le ocurría no era más que una habilidad extraordinaria, que él le ayudaría a comprender y desarrollar. En el proceso, le toca vivir una gran aventura de acción y emoción para salvar a su amigo de las manos del malvado doctor Ohmio. ¡Acompáñalo a descubrir todo lo que es capaz de hacer con su superpoder!

A partir de 12 años

www.babidibulibros.com ISBN 978-84-19973-34-4

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