Este soy yo, Henko. Un simpático oso perezoso. A lo largo de mi vida, he protagonizado muchas aventuras que han marcado un cambio en mí. Os contaré una de ellas.
En realidad, una que cuando empezó, no podía ni imaginarme que sería la mejor de todas.
Primero os hablaré un poquito de mi tía Ananda. A ella le encanta narrar historias increíbles. Muchas de ellas las ha vivido en primera persona. ¡Y es que a la tía le ha pasado casi de todo!
Ha salido victoriosa de las zarpas de un oso gigante, ha recorrido el mundo entero en patinete, se adentró en las tumbas de los antiguos egipcios, ha conseguido preparar el bocadillo más largo del mundo... y un montón de historias más. Y de todas sus aventuras, ha podido sacar una foto para dejar constancia de que así fue.
Una tarde, mientras mirábamos uno de los álbumes de fotografías de la tía, ocurrió una cosa sorprendente. Sacó una foto antigua de un objeto redondeado, el cual no había visto nunca.
¿Sabes qué es esto, Henko? preguntó la tía Ananda con un halo de misterio.
Mmmm... No tengo ni idea respondí intrigado.
Esto que aparece en la foto es un monóculo.
—
Mono... ¿qué?
Es una lente de un único ojo. Se asemeja a las gafas, pero funciona para un ojo. Sin embargo, esto no es lo más misterioso que esconde este objeto...
Cada vez que la tía Ananda contaba alguna de sus historietas le brillaban los ojos. Y, en este caso, ¡le salían chispas! —
Es un monóculo mágico. Era de mi bisabuelo, y este se lo regaló a mi abuelo hace ya muchos años. Pero él decidió guardarlo en un lugar seguro donde nadie pudiera encontrarlo nunca. Olvidó contarnos dónde lo guardó, así que nunca lo hemos vuelto a ver. Sospecho que lo escondió en cualquier lugar del bosque, puesto que a él le gustaba pasear todos los días por sus senderos.
Eso está muy bien, pero... ¿qué tiene de mágico un monóculo? le pregunté extrañado.
—La magia aparece cuando utilizas el monóculo para ver a través de él.
