Colección Navidad de ensueño
Ilustrado por RoMario Jânio
Juan Manuel Chacón Jiménez
Hoy os voy a contar el relato de unos seres de los cuales nunca se había hablado en las historias de Navidad. Son conocidos en el Polo Norte como los «Ilusionistas». Unas criaturas de la estirpe de los elfos que visten como ellos: gorro navideño que no les alcanza a tapar sus puntiagudas orejas, chaleco y pantalones verde hoja, y unos largos zapatos con la punta girada hacia atrás, complementados con calcetines a rayas blancas y rojas. Aun así, su aspecto entrañaba pequeñas diferencias con el resto de los elfos comunes, su piel peluda y castaña como la de un zorro, y lo que es realmente espléndido en ellos: su capacidad para realizar conjuros mágicos. Una magia con la que proteger la ilusión por la Navidad de niños y niñas de todos los lugares del mundo.
Invisibles al ojo humano, los Ilusionistas recorren las calles en busca de niños que, por alguna razón, han dejado de creer en la magia de la Navidad. Cuando esto ocurre, los Ilusionistas sienten un tenue calor en sus orejas, que se vuelven coloradas. Es entonces cuando detectan que deben pasar a la acción.
Es el momento de dejar salir la magia:
Un chico paseando ve cómo un reno de Santa Claus recorre el cielo.
Hermanos que, al llegar a su árbol de Navidad, encuentran una bola de cristal con un significado muy especial.
Una joven ve como, de la nada, un camino de flores de pascua aparece en el jardín de su casa.
Y otra, que sueña con aquella primera vez que abrió sus regalos de Navidad junto con su abuelo.
El único límite de un Ilusionista es su propia imaginación. Su poder mágico radica en una íntima conexión con su humano que le permite sentir cómo provocar ese cambio en su interior.
Entre todos los Ilusionistas que viven en la Ciudad de Santa Claus, había una joven muy singular, llamada Algodón. La llamaban así por el mechón de pelo rosa tan característico que tenía en su cabeza. Recién había cumplido los doce años, que era la edad a partir de la cual los Ilusionistas podían realizar la prueba que les otorgaba el Prestigio de Magia. Este era el permiso para viajar fuera del Polo Norte siempre que quisieran para realizar sus labores como Ilusionistas de Santa.
Algodón era puro nervio, una Ilusionista decidida, aunque algo testaruda. Llevaba años esperando el momento de examinarse y salir de aquel lugar a conocer nuevos mundos. Sus mejores amigos eran Rengel, un elfo común, y Nora, una Ilusionista de ocho años de edad con la que se había criado, pues Algodón era huérfana de nacimiento. Juntos pasaban el día realizando travesuras en la ciudad, valiéndose del ingenio de Algodón. A pesar de que tenían muy limitado
el uso de magia fuera de las clases, solían hacer caso omiso de estas indicaciones.
Aquel día, Rengel le pidió a Algodón que le ayudara con un pequeño contratiempo que le había surgido con su proyecto de manualidades. Había realizado una miniatura de un bosque con cascada, pero el mecanismo que generaba el movimiento del agua se había estropeado en el último momento. Al llegar la profesora al proyecto de Rengel, Algodón utilizó su magia para ocasionar el movimiento, pero algo comenzó a salir mal. Cada vez había más agua, y esta empezó a rebosar del proyecto hacia el suelo. En cuestión de segundos, el agua llegaba a los tobillos de los alumnos. La profesora no tuvo dudas a la hora de buscar a un culpable, y mandó a Algodón a hablar con el director.
Arriba, mientras aguardaba en la sala de espera junto a la puerta del director, entró una elfina con un carro y su bebé. Llamaron a la madre desde el despacho, y esta tuvo que pedirle a Algodón si podía echarle un vistazo al bebé mientras tanto. No le dio tiempo a responder cuando la elfina ya había cruzado la puerta. Pocos minutos después, el bebé comenzó a llorar. Algodón lo miró y supo en ese momento qué hacer. Haciendo uso de su magia, hizo aparecer un conejo de peluche en las manos del bebé. Se calló al instante, y una enorme sonrisa iluminó su rostro.
Dentro del despacho del director le esperaba una escena distinta. Estaban muy enojados y decepcionados por su uso inapropiado de la magia ilusionista.
Sé que tienes buen corazón, Algodón, pero no podemos pasar por alto las repetidas ocasiones en las que has hecho uso de la magia sin autorización. Lamentándolo mucho, hemos decidido que no podrás realizar la prueba para obtener el Prestigio de Magia este año.
Las palabras del director resonaron en su interior como si golpearan sin piedad su pequeño corazón, su cuerpo temblaba y alguna lágrima comenzó a asomarse en sus ojos.
Lo siento alcanzó a decir con unos labios que tiritaban, antes de salir corriendo de aquel lugar.
Algodón es una joven Ilusionista, una especie sobre la que jamás se ha hablado en ningún relato, una elfina mágica capaz de devolver la ilusión por la Navidad a aquellos niños y niñas que la están perdiendo. En su camino a obtener el Prestigio de Magia, Algodón tendrá que vivir una emocionante aventura lejos de su hogar, bajo la atenta mirada de Santa Claus. En ella conocerá a una maravillosa niña, llamada Bianca, que necesita su ayuda y que pondrá a prueba sus cualidades como Ilusionista.
