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Isabela es una niña muy alegre, lo que más le gusta es jugar en el parque del pueblo con sus amigos. Pero desde hace unos días está cansada, le duele la cabeza y se duerme en cualquier lugar: en el coche, en clase, ¡en el patio del colegio…! Hasta no quiere jugar. ¡Todo por culpa de la fábrica de mocos que tiene en su nariz y que no la dejan dormir! ¿A ti también te ha pasado alguna vez?
Una mañana, su amigo inseparable, Edu, decide que Isabela no puede seguir así y quiere ayudarla.
Isabela, ¿vienes a jugar al barco pirata? le pregunta.
No puedo, Edu. Estoy muy cansada. No puedo dormir por la noche. Me cuesta respirar por la nariz.
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¿Por culpa de los mocos?
Sííí, son demasiados. ¡Ya no sé qué hacer con ellos! Mira, Laura se los está comiendo.
¡Este año los mocos nos invaden! ¡Ayer en clase nos explicó la profe la importancia de lavarnos las manos para no ponernos malitos, y desde entonces Carlitos no para de lavarse las manos! Le tiene miedo a coger más mocos.
Tenemos que encontrar una solución, Edu.
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Yo la tengo, Isabela. ¿Te acuerdas del catarro que tuve el invierno pasado? Mi padre me llevó a conocer al Hada de los Mocos y mejoré en un pispás.
¿En serio? ¿Crees que ella también puede ayudarme a mí? le dice Isabela, emocionada.
Sí, estoy seguro. Mi padre sabe dónde vive, y podemos ir a verla juntos.
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¡Qué gran idea! ¡Vamos a ver al Hada de los Mocos! responde Isabela, con una gran sonrisa.
¡Claro que sí! Vamos a hablar con tu mamá y mi papá para que nos lleven a conocerla. Estoy seguro de que ella te ayudará a sentirte mejor —le dice Edu, cogiendo de la mano a Isabela.
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Así que Isabela, en cuanto vio al papá de Edu, se abalanzó sobre él y le dijo:
Hola, Daniel, ¿cómo estás?
Hola, Isabela, estoy bien, ¿y tú?
Pues… no estoy bien, tengo un problema con los mocos. Me duele la cabeza y no puedo dormir por la noche le dice Isabela con cara de cansada y con los brazos caídos.
Entiendo, Edu me dijo que querías ir a ver a Lena.
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¿Lena? No. Yo quiero ir a ver al Hada de los Mocos. Edu me dijo que ella lo ayudó el año pasado.
Sí, así fue. Si tu madre quiere, podemos pasarnos esta tarde responde Daniel, mirando a la mamá de Isabela.
¡Qué buena idea! ¡Vamos a ver al Hada de los Mocos! dice Isabela, saltando con la poca energía que le queda.
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