En este libro mágico había una niña llamada
Giselín, ¿y era muy buena? ¡Pues claro que no! A veces era muy, pero que muy traviesa. Giselín tenía una hermana mayor que se llamaba Noa; ella sí era muy buena, y por eso Giselín siempre le hacía muchas travesuras. Noa siempre le perdonaba, y al final acababan riéndose juntas; pero un día, sucedió algo muy terrible. Giselín amaba ponerse vestidos de princesas con calcetines de colores vivos y brillantina, incluso en verano cuando hacía mucho calor se los ponía con sandalias; tenía una obsesión con los calcetines y nunca se los quería quitar. 3
Sus calcetines siempre estaban superlimpios y brillantes, y todas las niñas del pueblo querían tener los mismos calcetines de Giselín para brillar como ella lo hacía; hasta que un día un hechizo maligno hizo que los calcetines de Giselín se pusieran muy sucios y con un olor horrible que no se podía soportar, y lo peor de todo, se le quedaron pegados a los pies y no había manera de despegarlos. La princesa Giselín, así era como la llamaban en el pueblo, estaba acostumbrada a que todo el mundo le dijese lo bonitos que eran sus calcetines, pero a partir de ese día, el olor insoportable y la suciedad de estos, hicieron que Giselín dejase de ser una princesa admirable, ya nadie quería estar cerca suya. Sus travesuras habían hecho que un brujo malvado la castigase. Su hermana Noa, que era muy buena, decidió buscar una solución para que Giselín volviese a ser la niña admirada de los calcetines brillantes, aunque ella sabía que era un poco rebelde; el amor de hermanas era más poderoso y quería ayudarla por encima de todo. 4
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Giselín estaba muy triste y Noa decidió que tenía que encontrar una solución lo antes posible. En un pueblo cercano vivía una anciana que decían que tenía el poder de deshacer hechizos, y Noa decidió acudir a ella. Era muy urgente que Giselín volviese a ser la niña feliz que era, Noa no soportaba ver a su hermana triste. No había tiempo que perder, Noa cogió su mochila y salió corriendo de casa. Después de una hora de camino, Noa llegó a la puerta de la anciana. Sintió un escalofrío que recorrió todo su cuerpo, aquella casa era terrorífica, no quería ni llamar a la puerta, sus piernas se paralizaron, y de repente, la puerta se abrió sola. Noa no podía articular palabra, ¿qué había sucedido? ¿Cómo era posible que la puerta se abriese sola? No había nadie en la puerta, esto era cosa de brujas. Noa estuvo a punto de salir por patas, pero reflexionó por un momento y se dio cuenta de que no podía irse, había llegado hasta allí para ayudar a su hermana y tenía que ser valiente. 6
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De repente, escuchó una voz que le dijo: —¡Noa, entra y cierra la puerta! ¿Cómo?, ¿sería la anciana?, ¿y cómo sabía su nombre? Temblando de miedo entró en la casa y la puerta se cerró sola, aquella casa estaba embrujada, y lo peor: era horrible, estaba llena de arañas, muy sucia y el olor era insoportable, olía a culo de bruja, quiso reírse sobre todo de pensar en el culo de la bruja, pero tenía demasiado miedo para reír en aquel momento. Tragó saliva y dio un paso adelante. De repente apareció ante ella una anciana con una cara de ángel, ¿aquella era la anciana? No se lo podía creer, era adorable, pero muy desordenada, y un poco cochinilla (otra vez sintió las ganas de reír). —Hola, Noa, me llamo Pitufilda. ¿Pitufilda? Pero qué clase de nombre era aquel, ja, ja, ja, daba la risa. —Hola, Pitufilda, soy Noa, bueno, eso ya lo sabes y ¿cómo es posible? 8
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—Noa —dijo Pitufilda—, soy muy anciana y los ancianos tenemos el poder de saber muchas cosas, sabía que vendrías a visitarme. —Bueno, Pitufilda, no tengo tiempo para que me cuentes, mejor otro día. Ahora hay algo urgente que tienes que hacer por mí. —Dime, Noa, ¿qué es lo que te preocupa? —Mi hermana Giselín ha sido maldecida por un brujo, y sus calcetines brillantes y de colores vivos ahora son sucios, con un olor horrible, y lo peor, no se los puede despegar de los pies. La anciana se quedó pensativa un rato y de repente dijo: —Noa, tengo que decirte que tu hermana está bajo el hechizo de la niña traviesa. —¿Y qué es eso? —Es un hechizo que afecta a las niñas que son muy traviesas. Giselín es una niña que le encanta hacer travesuras, nunca piensa en los demás, solamente en divertirse haciendo bromitas pesadas, y por eso está bajo ese hechizo. —¿Y qué tenemos que hacer para que este se rompa? 10
—Muy sencillo, tienes que ayudar a tu hermana a encontrar a la garrapata Patrusca. —¿A la garrapata Patrusca? ¿Y para qué quiero encontrar a esa garrapata? No lo entiendo. —Patrusca es la garrapata más temible del universo, todos los animales la temen, una vez que se pega al cuerpo de un animal, no hay manera de despegarla —dijo la anciana. —Y entonces, ¿cómo voy a conseguir despegarla si llegamos a encontrarla? —Una vez la encontréis, tenéis que conseguir que la garrapata no vuelva a querer alimentarse de un animal. —¿Cómo? ¿Qué dices? Es imposible, no podremos conseguir eso, ¿y de qué va a alimentarse la garrapata? Todo el mundo sabe que la naturaleza de las garrapatas es agarrarse a un animal y alimentarse de su sangre. —Tienes razón, Noa, pero tenéis que conseguir que la garrapata Patrusca empatice y se ponga en el lugar del otro animal, tenéis que conseguir que la garrapata quiera cambiar de vida. 11