La cigüeña que Lola Rodríguez Ruíz
consiguió volar Ilustrado por Irene
Castillo
Una noche templada de primavera, en lo alto de la torre del campanario, estaba la cigüeña en su nido, pensativa y triste, porque le apasionaba mucho volar, pero aún no sabía hacerlo, y en su corazón anidaba un gran anhelo. En esos instantes apareció un Ángel y le explicó a la cigüeña: —Ten fe, sigue las señales de la vida. ¡Sigue las señales!
—¿Qué señales debo seguir? ¿Y cómo las reconoceré? —preguntó la cigüeña. El Ángel volvió a insistir: —¡Sigue las señales! ¡Las reconocerás! Solo déjate sentir. Percibirás entonces la paz, la libertad, el aire en tu cara, la unión con los elementos; sentirás también una gran ternura y amor por ti misma. Ellas te llevarán hasta la felicidad que anhelas.
—¿Qué señales debo seguir? ¿Y cómo las reconoceré? —preguntó la cigüeña. El Ángel volvió a insistir: —¡Sigue las señales! ¡Las reconocerás! Solo déjate sentir. Percibirás entonces la paz, la libertad, el aire en tu cara, la unión con los elementos; sentirás también una gran ternura y amor por ti misma. Ellas te llevarán hasta la felicidad que anhelas.
ISBN 978-84-18911-05-7
9 788418
LIBROS DIFERENTES para noches cortas de invierno y largas de verano, ¿o es al contrario?
911057