La Manada
Este es el gran reino de siete gatos, con un perro guardián: todos únicos, mágicos, creativos y lúdicos, y protagonistas de estos relatos.
Romeo y Giulietta son muy novatos y con Rapunzela unos simpáticos que del ronroneo son fanáticos y por eso dan momentos muy gratos.
Zorbas y Raya son adolescentes: Zorbas es todavía muy juguetón, cuando Raya es de los clarividentes.
Negra y Gata aparecen finalmente:
Negra da siempre un manto de protección y Gata es la reina sabia y paciente.
El guardián
He aquí Peludo, guardián de la Manada, lleno de amor.
Rapunzela, la juguetona
princesa del largo cabello
Rapunzela fue dada a luz cuando el calor se estaba aproximando. Se dice que, en aquella ocasión, el cielo tenía un par de nubes, pero que estas, al ver a la radiante criatura que acababa de nacer, se encandilaron tanto, que se fueron a encerrar a su casa, debajo del horizonte. Esa jornada se convirtió, con ello, en primaveral y soleada.
Este ser tenía su cabellera del color del sol, la cual había heredado de su padre. Su pelo era, incluso, tan reluciente, que hasta sus amigos la confundían con el astro gigante. Además, ya
desde el momento de nacer, tenía el pelo de un largo sorprendente. Por esto, Rapunzela se convirtió en una gatita muy especial bajo el reino del sol y en la última del clan de la Manada.
Esta felina tenía, además, un poder tremendo: convirtió no solo su día de nacimiento en una primaveral y soleada jornada, sino que todo lo transformaba en dicha estación. Sus cabellos hacían florecer todos los campos por donde pasaba. Entre otras cosas, hizo crecer, brotar y florecer un girasol. Y fue tanto lo que le gustó esta planta que, al instante de ver sus pétalos, la convirtió en su hogar.
Rapunzela era, además, y como toda pequeña, una juguetona. Un día, se le ocurrió hacer una competencia con las nubes para ver quién corría más rápido hacia el horizonte. Y puesto que desde su nacimiento estas se habían encerrado en su casa y nunca más ser vivo alguno las había visto, Rapunzela les mandó la propuesta con la luna. De todas las nubes, solo una aceptó ser partícipe del juego. El punto de partida sería el alba. Se encontraron, de este modo, una mañana en dicho punto y corrieron kilómetros y kilómetros hasta el horizonte. La primera en llegar fue, como era de esperar, Rapunzela. Y para sorpresa
de todos, de tanto correr empezó a ponerse de un color ardiente y a caer por el horizonte. En ese mismo instante sus amigos de la Manada la agarraron del pelo y la trajeron de vuelta a la luz del día. Esta ayuda que le dieron, le sirvió para otra idea de juego, ahora con su firme cabellera.
Fue así como les propuso a los otros gatos de la Manada que jugaran a tirar la cuerda utilizando su cabello. Algunos se oponían, temiendo dañarlo. Rapunzela, en cambio, se mantuvo segura en su decisión. Maullaba que este era muy firme y que además lo cuidaba con aceite de coco. En fin, ella misma hizo los dos grupos y empezaron a jugar. Al terminar el juego, y con los ojos muy abiertos, todos vieron cómo la cabellera de esta quedó intacta y lista para una nueva aventura.
Y en otra oportunidad esta pequeña gatita, con su alma juguetona, invitó a sus compañeros de la Manada a una fiesta bajo el sol en su casa. Sin embargo, esta no pensó en que no todos podrían subir, que una integrante del clan era ya muy anciana, la reina, la Gata. Por esto, y en medio del trino de las aves y del zumbido de las abejas que les servían de música bailable, Rapunzela decidió utilizar nuevamente su largo cabello del color del sol. De este modo, se lo tiró a la reina
para que subiera por él y también fuera partícipe del festín. Se dice que, por esto, la Gata le regalaría un respetable don: el ser princesa del reino de la Manada.
Y colorín colorado este cuento se ha acabado.
Y mañana viene otra creada hermosa historia de la Manada.
Romeo y los caminos del aire
La noche en la que Romeo llegó a este mundo, no había luna. Y desafiando el olvido, esta fecha quedó grabada para siempre en la memoria de todos los gatos de la Manada: un 28 de septiembre. Él era el tercer integrante del reino que nacía en un día como ese: su amigo Raya lo había hecho tres años antes y su hermana Giulietta un par de horas atrás. Con su nacimiento, aquel reino se consolidó como el más mágico de todos los existentes.
Romeo era un gato delgado, grande y negro, y, además, sus ojos eran de un color verde intenso. Pese a comer constantemente, de incluso con-
