La no muerte de Jesús. Hechos de los Apóstoles

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Evangelio

de Lucas… segunda

parte: Hechos de los Apóstoles.

Lucas 1, Hechos…

En el primer libro, Teófilo, narré todo cuanto comenzó a hacer y a enseñar Jesús, hasta el día en que, tras dar instrucciones a los apóstoles que había escogido, fue ascendido hacia las alturas. A los que se presentó vivo apareciéndose a ellos durante cuarenta días; y reunido con ellos les ordenó no irse de Jerusalén, sino esperar la promesa del Padre… Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados mediante el Espíritu Santo no muchos días después. Así pues, al acompañarlo le preguntaban diciendo: «Señor, ¿en este tiempo restablecerás el reino a Israel?». Y les dijo: «No es cosa vuestra conocer el tiempo o el momento preciso que el Padre decretó mediante su poder, sino que recibiréis una fuerza del Espíritu Santo que viene sobre vosotros y seréis testigos míos en Jerusalén y en toda Judea, Samaria y hasta el límite del mundo».

Entonces volvieron a Jerusalén desde el cercano monte llamado de los Olivos. Y cuando entraron, subieron al piso superior donde se quedaban, Pedro, Juan, Jacobo, Andrés, Felipe, Tomás, Bartolomé, Mateo, Jacobo el

de Alfeo, Simón el celota y Judas el hijo de Jacobo. Todos estos habían perseverado unánimemente en la oración con unas mujeres y María la madre de Jesús y sus hermanos.

Opinión

El evangelista Lucas, declarado «santo» por la Iglesia vaticana, junto a su Evangelio de inspiración divina, según los mismos humanos que le regalaron la santidad, ¡que no Dios!… escribe sobre los hechos post Jesucristo, forzando ¡como era de esperar!, un relato que se inclinase hacia la corriente de Pedro el Camoto… al que, el Maestro, calificaba como Satanás.

Comienza Lucas 1 con un Jesús resucitado, que tras cuarenta días adoctrinando a los apóstoles sobre el reino de Dios, y dejando instrucciones precisas sobre lo que debían hacer y les iba a suceder, es elevado a los cielos en una nube.

En ese momento tan especial, como el de despedirse de su adorado Maestro, donde la tristeza por su marcha debía convertirse en lágrimas… la preocupación más importante de los apóstoles, que le exponen a Jesús, es si va a restablecer el reino de Israel, y, por ende, quién sería el líder, si Él ya no estaba.

La respuesta de Jesús «No es cosa vuestra conocer el tiempo y el momento preciso que el Padre decretó mediante su poder…», fue la respuesta de quien debió quedarse atónito e incrédulo al escuchar la pregunta… Es un no sabe, no contesta… no quiere oírla... un iros a la mierda, pero no lo digo.

Menuda decepción debió sentir Jesús al escucharlos… tres años enseñándoles, hablándoles del Padre, del reino de los cielos, del amor al prójimo; tres años dedicado en cuerpo y alma a preparar a sus continuadores… y lo último, por lo que se estaban preocupando, era por el restablecimiento del reino de Israel.

La no muerte de Jesús (2.ª parte). Hechos de los apóstoles

Ninguno había entendido nada del mensaje del Maestro. Qué tristeza más grande debió llenar su corazón, después de todo lo que había vivido con ellos... en el crucial momento de su partida definitiva. ¡En qué manos dejo mis enseñanzas!, debió decir para sí.

A Jesús, el reino de Israel al que se referían los apóstoles, le importaba una mierda; a Él le importaba el reino de los corazones humanos, sin distinción alguna de fronteras, ni razas, ni leches… porque en realidad, ese era y debe ser, el reino de los cielos. Aunque no hay que olvidar que Jesús era un judío… eso sí, un judío evolucionado.

Pero los apóstoles… esos apóstoles que huyeron acojonados para salvar sus vidas y las de los suyos, dejándolo solo, en el peor momento de su vida… seguían sin enterarse.

Ya se lo dijo Jesús: «Otros querrán ver lo que vosotros veis» … ¡y tanto!… ¡somos muchos!

«Y, avisándoles de que vendría el Espíritu Santo, Jesús fue elevado y una nube lo tomó delante de las miradas de los discípulos».

Así, tal cual lo cuenta Lucas y sabiendo lo que hoy sabemos… lo normal es que pensemos que, a Jesús, lo recogió un helicóptero, montando una polvareda tremenda, y se lo llevó hacia los cielos.

Pero trasladándonos a aquel tiempo y leyendo entre las líneas invisibles, a Jesús lo recogió un carro tipo cuadriga, lo subieron en ella y salió escopeteado, al galope, montando una gran polvareda… o hacía mucho viento levantando nubes de polvo … y en ese instante, una paloma silvestre, espantada, salió volando hacia el cielo y eso les hizo pensar que era su espíritu.

Y allí se quedaron mirando el cielo, con la boca abierta… ¡infumable! el relato, pero más asombroso es que, en la actualidad, sigan creyéndoselo.

Otra vez dos hombres con vestidura resplandeciente, como en el sepulcro y otros acontecimientos, les tuvieron que decir a los

apóstoles, que no se quedaran más allí mirando el cielo, que Jesús se había ido y que ya volverá algún día.

¡Venga ya, y tirad para Jerusalén!, debieron decirles… lo que nos lleva a otra conjetura.

¿Aquello fue un truco de ilusionista, una representación teatral de la despedida oficial de Jesús con sus discípulos y una vez teatralizada estaban estorbando en el lugar? ¿Debían marcharse para que pudieran desmontar el tinglado?

Hasta es posible que Jesús estuviese cerca como en una especie de camerino, como ocurre en las actuaciones teatrales, musicales y circenses… el actor desaparece, el público se va a su casa y entonces los empleados desmontan el escenario.

O simplemente fue un invento del escritor Lucas o de otros después. Porque los Evangelios nada dicen de todo eso, especialmente el más puro de ellos… el de Marcos.

Un hecho tan extraordinario, hubiese sido relatado por todos y de una manera muy especial… pero no… ¿y por qué?… porque no sucedió nada especial.

Las Escrituras se habían cumplido en todos los momentos de la vida de Jesús… incluso después de su simulada muerte.

La resurrección, en versión de los testigos, quedaba testimoniada.

Jesús no querría que sus apóstoles supiesen lo que iba a hacer, por eso les dejó pensar una cosa… celestial, mientras Él se iba a otra parte a vivir tranquilo y con el deber cumplido.

Lucas de nuevo vuelve a escribir líneas invisibles. Los apóstoles estaban allí mirando el cielo porque no se creían que el Maestro se hubiese ido, o porque esperaban algunos «bises».

Alguien de carne y hueso, que hablaba, comía, se reía, participaba de toda la vida en común… no podía esfumarse, así como así, como un truco de mago prestidigitador, por lo que estaban esperando que volviese.

La no muerte de Jesús (2.ª parte). Hechos de los apóstoles

Incluso ver terminar aquella película que estaban viendo y viviendo, comprobando que Jesús era elevado a los cielos… pero solo veían una nube y polvo, nada más.

El concepto de la resurrección, entendiendo como tal, que había muerto de verdad y que estaba vivo, ya lo tenían claro… pero lo de ver volar hacia los cielos al Maestro, no debía estar tan claro para ellos. Por eso no se iban del lugar.

—¿A qué hora ha dicho el Maestro que vuelve?, ¿tardará mucho?, es que tengo hambre —debieron comentar.

Por eso dos de los allí presentes, que debieron ser discípulos de segunda categoría, con buen sentido común, del que carecían casi todos los principales, les dijeron que allí ya no pintaban nada y que volvieran a casa. El espectáculo había terminado.

—¿Qué es lo que ha dicho el Maestro en el último momento?

—¿Tú lo has escuchado bien?

—No sé… le hemos preguntado por la restauración del reino de Israel y ha contestado algo así como que nos fuéramos por Judea, Samaria y hasta el límite del mundo.

—Y eso, ¿qué quiere decir?

—No lo sé, Pedro, pero tenía cara de cabreado.

—¿Tú has oído algo de que yo le sustituiré?

—No lo he escuchado bien, pero algo duro te ha dicho, cuando lo envolvían las nubes.

—¿Cómo qué?

—Algo así como «Pedro, vete a tomar por culo, por ahí».

—¡Bendito sea el Señor!… me ha mandado tomar lo más duro, por ahí… ¡sustituirle!

Lo siento por si alguien se ofende, pero mi opinión es que Jesús, al escuchar la pregunta en el momento de su partida definitiva, reflejo de lo que les preocupaba y síntesis de lo que habían aprendido, durante tres años con Él… Cómo se diría hoy, los debió mandar a

José Hernández Mondejar

tomar por culo a todos esos sitios, especialmente a Pedro, y se fue con un cabreo de cojones.

—Si pensáis que voy a volver estáis apañados, ¡tarugos!… ¡que os follen! —debió decir Jesús, con ese fuerte carácter que tenía, mientras se largaba.

Y volvieron a Jerusalén los once discípulos mayores, y la troupe de acompañantes, metiéndose en un piso superior donde se quedaban… junto a los acólitos, más las mujeres y niños… ¡grande tenía que ser la casa!… y de alguien adinerado, que una vivienda de esa capacidad, en Jerusalén, debía costar una fortuna.

Lo que viene a confirmar la teoría de que, tras Jesús, había alguien con mucho dinero y poder… bien relacionado, hasta el punto de tener autoridad para reclamarle el cuerpo al mismísimo gobernador romano, y este se lo concediese de inmediato.

De nuevo las líneas invisibles hablan.

Estaban hospedados en casa del suegro de Jesús, en casa de María Magdalena… otra de las razones por las que la soportaban, porque en ningún momento, a lo largo de los cuatro Evangelios, se lee que algún discípulo tuviese casa en Jerusalén, sino todo lo contrario, iban a la ciudad por el tiempo de las fiestas y se hospedaban a las afueras.

Pero el desprecio de Lucas hacia las mujeres, y en especial, junto a todos los discípulos, hacia María Magdalena, se desprende de la frase que escribe: «Todos estos habían perseverado unánimemente en la oración con unas mujeres y María la madre de Jesús y sus hermanos».

¡Con unas mujeres!… y ahí las meten a todas, incluso a Magdalena.

Por un lado, estaban las que les cocinaban, les lavaban la ropa, limpiaban la casa, cuidaban de los chiquillos, hacían la compra… y los satisfacían por las noches en la cama… y además las ponían a rezar.

Y por otro, María, la madre de Jesús y sus hermanos… para evitar en todo momento decir hijos… manteniéndose todavía virgen.

La no muerte de Jesús (2.ª parte). Hechos de los apóstoles

Si lo escribió Lucas así, desde el principio, es un tío cochino, un escritor despreciable, al que debieran quitarle, como a todos, la categoría de santo… pero si no lo hizo así, y fueron otros, el piropo es para quienes lo hiciesen.

¿Dónde estaba María Magdalena?, ¿se había ido con Jesús?, si es así, no hay dudas de que era su esposa y se habían marchado a otro lugar donde no corriesen peligro… y proteger a su descendencia, como harían unos padres normales… y no solo de los sumos sacerdotes… sino de los propios apóstoles, sobre todo de alguno en particular con deseos de poder y notoriedad, del que Jesús ya no debía fiarse… Pedro el Satanás.

Pero si María Magdalena no se había marchado, cosa improbable, y aún estaba en esa casa, junto a todas las mujeres… ¿por qué no la nombra tal cual hace con María madre?

¿Por qué con Jesús vivo, Lucas no nombra a María madre, ni en los últimos momentos de vida del Maestro, ni en las primeras horas de su supuesta muerte, ni en su resurrección… y sí nombra a María Magdalena, aunque casi forzadamente?

Está claro que, en esta segunda narrativa, Lucas ya sabe que hay una corriente cristiana, incluso con instrucciones amenazantes, de que hay que elevar en protagonismo a María madre, que ya era mayor, con el natural deterioro físico, y no perjudicar el liderazgo de Pedro… ignorando a María Magdalena, esposa y legataria del mensaje de Jesús… que esa sí que era un peligro para las ambiciones de algunos apóstoles. Estuviese allí, o no, María de Magdala… lo cierto es que, la contraseña fue ignorarla, cuando no matarla, ya que era un peligro como sucesora para Pedro y los suyos. Algo inadmisible en un tiempo de machistas… que, por esas tierras, aún dura.

La guerra por el poder que había comenzado subterráneamente en vida de Jesús, incluso manifestada vergonzosamente en la última cena, ya era una evidencia peligrosa para algunas corrientes cristia-

nas, que no comulgaban con Simón el pescador, apodado por Jesús como piedra o Satanás, y los suyos.

Sin descartar que tal peligro era aún mayor si, María Magdalena estaba encinta o tenía un hijo de Jesús… el cual sería el heredero legítimo de su mensaje, por derecho dinástico... incluso «descendiente de David».

Lucas también vuelve a ratificar lo prolíferos que fueron María y José sexualmente… «María la madre de Jesús y sus hermanos»… dejando muy claro que eran los hermanos de Jesús, hijos de María, no atribuyéndole a María madre, la virtud de la virginidad, si es que tal condición lo fuese.

Y eso ya no cuela, pues frente a esas opiniones, hay otras mucho más contundentes.

En ninguna parte oficial de los Evangelios, que tanto defiende el Vaticano, aparece que José fuese un anciano, o lo que es lo mismo, que a su edad no se le empinaba… cero erecciones… por lo que, lo normal es pensar que María fue desflorada y preñada, concibiendo… ¡hasta siete hijos!, entre ellos, el primogénito Jesús.

Todas las versiones contrarias a esta lógica aplastante, sin inventos raros celestiales, no es creíble.

Si los ángeles embarazan, no son ángeles… son hombres con actividad sexual.

En ese tiempo, y en todos, se fornicaba… y las vírgenes dejaban de serlo. María no fue una excepción.

A ver si esas monjas célibes que hay por ahí, empiezan a aprender que María madre fue una gran y maravillosa mujer, en todos los sentidos… ¡todos!… y que el valor de la vida es dar continuidad a la misma, al margen de rezar.

¡Y pensar que las monjitas de los rezos dan lecciones a las madres que paren…! ¡Hasta los ovarios estará María madre de tanta letanía absurda y cansina!

La no muerte de Jesús (2.ª parte). Hechos de los apóstoles

¿Qué es más fácil rezar o criar a los hijos?, y mucho más en aquel tiempo en el que no había protecciones sociales.

Bien puede afirmarse, tras leer detenidamente los Evangelios oficiales, que el sexo y la dedicación a Dios no están reñidos. Mejor hacer el amor a ratos, que una vida haciendo cosas de confitería, sin comerse un rosco.

¿En qué Evangelio está escrito que saliese de boca de Jesús, que no se fornicara, o peor aún, que fuese una orden de Dios?

¿Dónde estaba María Magdalena?, con lo brutos que eran con las mujeres, la ambición desmedida de Pedro el Camoto y el machismo que predominaba… se puede pensar cualquier cosa.

Aunque lo lógico es pensar, con gran probabilidad de acierto, que María de Magdala, iba con Jesús y su prole, camino de tierras seguras.

Esa es la razón por la que, María Madre, empieza a aparecer como referente de las mujeres… porque, por un lado, no es una amenaza para ningún apóstol, y, por otro… porque ya no está la jodida nuera, a la que Pedro y los suyos, le tenían verdadera ojeriza.

Incluso, casi lo más probable, es que no hubiese buena sintonía entre ellas… ¡cosa natural!… Solo hay que leer los Evangelios, para darse cuenta. « Jesús vino a enfrentar a la nuera con la suegra »… lo dijo Él, no yo.

«Y en esos días se levantó Pedro en medio de los hermanos y habló; eran unos ciento veinte».

Lucas ya sitúa a Pedro como pieza principal en la sucesión de Jesús, dirigiéndose a los que estaban allí reunidos… que serían los que acompañaban a Jesús en sus rondas mitineras por todos los pueblos, cual circo ambulante, es decir… ¡los mismos!, ¡los de siempre!, ¡los monaguillos!, y esto queda ratificado cuando, retorciendo las viejas escrituras, erigiéndose en líder, propone cubrir el puesto de Judas Iscariote.

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