Colores Arcoíris Los del



EL CARTERO DEL CIELO
Algunas noches, Pablito viajaba por lugares muy bonitos en el autobús de sus sueños. En esta ocasión, miró a su alrededor y se dio cuenta de que se encontraba en un espacio luminoso y colorido. Una joven de pelo castaño y ondulado se acercó a él. Sonreía.
—Hola, bienvenido a la escuela y hogar de los ángeles que cuidan de los niños en la Tierra —le dijo enseñándole unos dientes blancos y ordenados como las teclas de un piano.
—Ho… la… —contestó Pablito distraído. Su voz de algodón dulce le recordó el sonido de las pequeñas cascadas de su pueblo.
—No tengas miedo, tú solo estás de visita. Debes contarlo a las personas de allá abajo —y señaló con el dedo índice un suelo lleno de nubes—,

aunque no te crean. Pablo, eres una especie de cartero entre el cielo y la tierra, el que lleva noticias, ¿entiendes? Gracias a tu trabajo la gente comprenderá que también existen espacios «invisibles» como los que ven sus ojos.
—¿Un cartero?, pero… ¿dónde estoy?, ¿quién eres tú? —preguntó Pablito muy confundido.
Sin embargo, aquel sitio tan amplio le resultaba familiar y se sentía cómodo en él. Muy iluminado y cálido, parecía un abanico gigante coloreado por pinceles invisibles. El brillante y parlanchín Amarillo, el intenso y trabajador Rojo, el alegre y cariñoso Naranja, el fresco y curativo Verde, el cuidadoso y tranquilo Azul, el mágico Índigo, y el romántico y profundo Violeta…

—¡Eh, espera un momento! —se dijo Pablito para sí— son los colores del…
—Me llamo Ana, estás en el Arcoíris, el lugar donde viven y aprenden los ángeles de la guarda de los niños.
Vio a otros pequeños como él, no tendrían más de diez años y parecían bastante enfermos. Cuerpos con golpes, quemados, llenos de heridas, deformados o con disparos. A algunos les faltaba todo el pelo, un brazo o ambas piernas. Otros, sin embargo, pese a su aspecto sano, mostraban unos ojos muy tristes. De pronto, ocurrió algo mágico. Las señales de dolor, guerra o enfermedad iban desapareciendo a medida que se acercaban a Ana. Cada niño recuperaba su aspecto original y sus cuerpos resplandecían bajo una luz muy bella. Dos brillantes alas blancas brotaban de sus espaldas como las de una paloma gigante.

—Cuido de ellos cuando llegan asustados aquí, al Arcoíris del Cielo. Los preparo para que acompañen y protejan a otros niños de la Tierra que tienen una vida difícil. Ahora volverás a tu casa, Pablito, con tu propio ángel guardián; las cosas como cartero no serán sencillas para ti allá abajo… —hizo una pausa para acariciar su mejilla. Pablito la miraba en silencio. No quería volver a su casa, le gustaba el calor de Ana y de aquel sitio «invisible» tan lleno de color.
—Te costará acordarte de esto —le advirtió Ana—. Sé que tu familia no te cree. Para ellos eres un niño raro que necesita medicinas para curar sus extraños «sueños». No debe importarte, Pablito, en su momento recordarás todo lo que necesitas para tu misión de «cartero». Ten confianza siempre…

De repente, Pablito se encontró muy mareado. Los colores brillantes del Arcoíris se convertían en blancos y opacos, igual que la leche. Comenzó a girar en brazos de un viento huracanado que soplaba con furia. Quiso gritar, pero al abrir la boca se dio cuenta de que estaba sentado a la mesa de la cocina de su casa, delante de su tazón de leche, bostezando…

—¿Hoy no echas cacao en la leche, cariño? ¡Ah, no… tú te has quedado dormido otra vez delante del desayuno!, ¿verdad? —oyó la voz de su madre como dentro de un sueño—. ¡Pablito! ¿Me estás escuchando? ¡Vamos, llegarás tarde al colegio! —le apremió su madre preocupada. No se había acostumbrado a los «sueños» o extraños viajes de su hijo.
—¿Eh…? ¡Sí, mami! Me parece que he estado en un sitio precioso, pero no me acuerdo ahora de… Había algo allí que… no sé… solo recuerdo la luz y los colores… —le dijo mientras mordisqueaba una galleta—. ¡Me encantan los colores, mami! —Cariño, esos lugares solo existen en tus sueños, no son reales. Puedes imaginarlos, pero no existen, Pablito.

¿Sabías que en el Cielo, detrás del Arcoíris, suceden muchas cosas aunque nosotros no podamos verlas?


Pablito es un niño NAS (altamente sensible) con una importante misión: todas las noches sueña con lugares que los adultos no pueden ver...
Violeta es el globo de Berta, hasta que un día, una fuerte brisa de verano lo suelta de las manos de la niña y el globito, hinchado de miedo, comienza a subir muy alto entre las nubes...