y su gatita
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Érase una vez un pequeño niño llamado Nicolás, juguetón, desordenado y un poco travieso, pero muy muy lindo, con unos bellos ojos color miel que brillaban en su carita.
Nico vive con su familia, mamá, papá y su hermana, más grande que él, con la que juega mucho, haciendo de las almohadas una lluvia de telas.
Y ahí está mamá poniendo su voz:
—Chicos, no tiréis las almohadas, ¡que son para dormir!
Y ellos, entre risas y más risas, empezaron a ordenar el lío de telas en la habitación.
Nico tiene una gatita, a la que le puso de nombre Pelusa. Cuando se la regalaron era tan, pero tan pequeña que entraba en una mano.
Pelusa tiene tres colores en su cuerpo y sus cortas patitas: gris, negro y blanco.
Tiene una cola larga que mueve cada vez que quiere comer y jugar. Cuando Nico lanza una pelota, la gatita corre tras ella como si supiera jugar al fútbol.
Ellos comparten juntos muchas cosas: juegan, duermen juntos y también, cada tanto, hacen un poco de lío.
Y ahí está mamá otra vez:
—¡¡Pelusa, Nico, no lancéis la pelota en la cocina!!
Nico corre a su habitación, y la juguetona gatita va detrás de él, moviendo su colita alborotada.
Un día sus papás llegaron a casa y le dijeron al pequeño Nicolás que tenían que hablar con él. Nico, asombrado y sorprendido, escuchó lo que tenían que decirle.
—Hijo, nos tenemos que mudar a otro país, por el trabajo de papá. En unos meses, nos iremos todos juntos a acompañar a papá en su nuevo trabajo. Es un país muy lindo, vas a conocer a otros amigos con los que podrás jugar, e irás a una escuela nueva.