Nina y la luna de Yara
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abía una vez un pequeño pueblo de campo llamado Yara, era tan pequeño que solo tenía cuatro casitas, una muy distante de la otra todas construidas de tablas de palmas reales, de unos palmares que también quedaban muy distante de aquel curioso lugar, donde por generaciones habían permanecido en aquel lugar campestre. Allí se contaba una historia que, al pasar los años, se convirtió en una leyenda relacionada con la luna. Lo curio3
so es que no era una luna normal, sino mucho más grande y más plateada; eso hace que aquella luna sea muy diferente a la que todos conocemos. En este precioso pueblito, rodeado de árboles y hermosa vegetación también, se encontraba Nina, la niña de esta historia, con su familia: su padre Pastor, su madre Paquita, y su fiel y cariñosa mascota Terry, un perrito juguetón y travieso de colores blanco y negro. En aquel pueblito, todo transcurría de forma natural, los mismos detalles de una familia común, con sus costumbres y tradiciones, su tranquilidad y armonía, Un día, la mañana transcurría de forma normal, y en la tarde, ya casi entrando en la noche, el padre de Nina estaba trabajando en el campo donde tenía sus sembrados, frente a su casita; Paquita trabajaba en los quehaceres de la casa en la 4
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cocina, preparando la comida, mientras Nina jugaba con su mascota Terry. Eran ya casi las siete de la tarde, y Pastor continuaba trabajando, aprovechando la poca luz solar, hasta que de repente comenzó un viento muy fuertes, moviéndolo todo: árboles, polvo, ramas…, todo lo que estuviera a su paso. Entonces Pastor tomó sus herramientas de trabajo y echó a correr hacia la casa. Paquita le dijo a Nina que entrara a la casa con su perrito Terry. Los caballos, las aves, los animales de corral: patos, gallinas cabras, ovejas… estaban muy inquietos. Cuando ya todos estaban dentro de casa, Pastor, Paquita, Nina y Terry, de repente comenzó a enrojecerse la tarde-noche. Paquita continuó en la cocina terminando la comida, mientras Pastor, sentado en una silla del comedor, le pidió a Nina que fuera 6
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a su cuarto y le trajera las chancletas para descansar sus pies. Nina salió corriendo, se las trajo, y Pastor se las calzó, y Nina continuó jugando con su perrito Terry. Paquita le dijo a Pastor que se bañara, y a Nina que se lavara, pues la cena estaba ya lista. Los dos hicieron caso; Pastor se metió en el baño, y Nina se lavó para la comida; minutos después, todos estaban sentados a la mesa cenando; así transcurría el tiempo, y de pronto el perrito Terry comenzó a ladrar muy inquieto, como buscando la forma de salir de la casa, hasta que Pastor se levantó y le abrió la puerta para que saliera de la casa. Entonces Nina le dijo: —¡Papá!, ¿por qué le abres? —Es que quiere hacer sus necesidades, Nina; tú sabes que Terry siempre sale y las hace afuera —respondió su padre. Nina asiente con la cabeza y le dice: 8
—Sí, padre, es cierto… Continuaron cenando mientras afuera había fuertes vientos, y aun así, se escuchaban los ladridos de Terry. En pocos minutos terminaron de cenar, y Terry continuaba ladrando. Mientras terminaban de cenar, Nina abrió la puerta y dijo: —Papá, Terry ha dejado de ladrar. —Sí, mi niña, ya… dejó de ladrar —le respondió. Entonces se levantó, abrió la puerta y vio que ya había calma. La cerró y se sentó de nuevo, y la niña le dijo: —Papá, voy a buscar a Terry. —Mi niña, ahorita el entra solo como siempre… —Pero, papá, déjame buscarlo… —Está bien, pero… entra rápido. —De acuerdo, papá, así lo haré… 9
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Dicho esto, Nina salió de casa y comenzó a llamar y a buscar a su perrito. —Terry, Terry, Terry, ¿dónde andas? Vamos a casa, Terry, ven… Terry apareció, y Nina lo tomó en sus brazos; así le fue dando la vuelta a la casa y es entonces que, en pocos minutos, se dejó de escuchar la voz de Nina. Paquita comenzó a llamar a su hija para que entrara a la casa: —Nina, Nina, vamos, entra ya en casa… Pero Nina no respondía. Entonces Pastor y Paquita salieron de la casa llamando a Nina. —Nina, vamos, niña, que ya es tarde… No podemos jugar a los escondidos ahora… —decía Pastor, pensando que la niña podía estar escondida de ellos para que la encontraran. 11