ARANTXA GONZÁLEZ LÁZARO
Ilustrado por Melany Avena
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ARANTXA GONZÁLEZ LÁZARO
Ilustrado por Melany Avena
Un día por la mañana, Norbet el elefante se preguntó para qué sirve una trompa. Se levantó de su cama dando un brinco para dar un paseo por el bosque.
Caminó y caminó por el bosque, y de repente escuchó una voz muy tenue llorando. Por todos es bien sabido que los elefantes tienen un buen oído. Era un pequeño caracol que no paraba de llorar. Norbet le preguntó:
—¿Qué te ocurre, pequeño caracol?
El caracol respondió:
—Me he perdido, iba con mi familia a la feria de caracoles y me he distraído mirando las f l ores, y ahora estoy solo en el bosque.
Por todos es bien sabido que los caracoles son muy lentos, y que si no encontraba la feria rápido se haría de noche.
—No llores, caracol —dijo Norbet—. Yo puedo ayudarte a encontrarlos.
—Sí —dijo el caracol—. Como el bosque es muy grande y yo soy muy pequeño…
—Tú eres pequeño y yo soy grande y tengo una trompa. Súbete a mi trompa y te elevaré todo lo que pueda, seguro que haciendo un gran esfuerzo verás la feria de caracoles.
Norbet estiró su trompa y la estiró todo lo que pudo, hasta sobrepasar la copa de los árboles y el caracol vio la feria de caracoles.
—Gracias —dijo el pequeño caracol.
Y Norbet dijo:
—Para esto sirve una trompa.