Piensa bien y acertarás

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Piensa bien y acertarás Juan Ramón Muñoz Cruz Ilustrado por: Beatriz Cintora Egea



A los niĂąos del mundo mundial y a los nuestros en particular.



VIVIR EN LA GRAN MANZANA

En medio de la nada, plantada en el desierto como por arte de magia, estaba la gran manzana. Muy manzana, sí, pero sobre todo muy grande. Imagínatela: era tan alta como una casa. Tenía una puerta azul y dos ventanas. Su piel, de color rojizo, resplandecía cuando el Sol la iluminaba. Esta extraña y gran manzana estaba tan alejada de todo camino que durante 5


mucho tiempo nadie supo de ella, hasta que un viajero beduino, montado en su camello, la vio a lo lejos. Hacía tanto calor y el beduino estaba tan sofocado que dio por hecho que se trataba de una alucinación. —¡Qué traicionero es el desierto! ¡Cómo engaña a los sentidos! Mis ojos mienten. Seguiré mi camino. El beduino pasó de largo y no se acercó a la manzana. Tiempo después, se topó con ella un mercader que transportaba especias. Sintió curiosidad y pensó en llamar a la puerta, pero tuvo miedo: —¿Quién vivirá ahí dentro? Para mí que será un hechicero, y quizás se enfade si le molesto. El mercader dio media vuelta y se fue por donde había venido. 6


Finalmente, una joven aventurera que cruzaba el desierto en globo vio desde el cielo la gran manzana. Ella era muy valiente y estaba acostumbrada a vivir aventuras viajando de un lugar a otro. Hizo descender el globo y llamó a la puerta. Nadie respondió. Intrigada, la abrió y pasó al interior. Dentro de la gran manzana había una cama, una silla y una mesa. Sobre la mesa jarras de agua, té y limonada. También platos de pasta, frutas, ensaladas y riquísimos pasteles. La joven aprovechó para beber y comer, y pronto se dio cuenta de que por mucho que bebiese y comiese aquellos manjares no se acababan nunca. Volvían a aparecer en las jarras y en los platos, que siempre permanecían llenos. 7


—¡Qué pasada! ¡Qué lugar! ¡Me quedo a vivir en la gran manzana! —exclamó la joven. Pasaron los días, los meses y los años. La joven fue feliz y vivió muchas aventuras, viajando con su hermoso globo hasta lugares muy lejanos. Tras cada viaje regresaba a su casa, a la gran manzana. La joven dejó de ser joven; se hizo anciana. Su piel se arrugó y también la de la manzana. Una suave noche de verano, la anciana murió en su cama, dentro de la gran manzana. Esa misma noche, ya reseca, también murió la manzana. El desierto lloró su pérdida con una inusual tormenta. Llovió tanto como en la selva, y un fuerte viento las cubrió de arena. Dentro de la manzana, el agua hizo germinar una semilla. Una semilla que creció brillante, joven y fuerte en medio del 8


desierto. Ya es tan alta como una casa, tiene una puerta azul y dos ventanas. Estรก esperando que alguien valiente la vea, abra la puerta y pase dentro.

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UN DÍA TORCIDO

Todas las mañanas, el señor Prudencio Recto Cortés se levantaba a las siete. A las siete en punto. Ni un minuto antes, ni un minuto después. Era, según él, la mejor forma de empezar el día porque a Prudencio le gustaba que todo aconteciese de forma controlada y previsible. Para Prudencio un día perfecto era un día sin incidentes ni contratiempos. Así vivía Prudencio: en su plácida y rutinaria vida. 11


Pero una fatídica mañana, el despertador de Prudencio no sonó. Por suerte para él, estaba tan acostumbrado a levantarse siempre a la misma hora que, poco después de las siete, sus ojos se abrieron. Prudencio miró el reloj: las siete y cinco minutos. ¡Cinco minutos de retraso! ¡Menudo contratiempo! Puede parecerte poco, pero Prudencio estaba enojado. El día empezaba mal. Sin caer en el desánimo, se vistió con rapidez, desayunó y salió a la calle. Solo entonces se dio cuenta de que, con las prisas, se había puesto dos zapatos diferentes: uno negro y otro marrón. Su corazón comenzó a latir con fuerza, pero Prudencio no se desmoronaba fácilmente, y mantuvo la compostura. Decidió que, en lugar de volver para cambiarse los zapatos, seguiría con su rutina. 12


Cogería el autobús. Pensó que, sin duda, todo volvería a su cauce cuando llegase a su oficina. Con lo que Prudencio no contaba era con el perro, tan alegre como sucio, que manchó su pantalón mientras subía al autobús. Tampoco con el charco que pisó cuando hubo de bajar, debido a un pequeño imprevisto: una rueda pinchada. ¿Sería posible? ¿Es que no iba a salir nada bien aquel día? Prudencio optó por terminar el trayecto a la oficina andando, y nada más llegar, se dejó caer en la silla, a sabiendas de que por fin todo volvía a estar en su sitio. Relajado, encendió el ordenador y… ¡cielos!, el ordenador comenzó a hacer un horrible ruido, y de él empezaron a saltar chispas. Prudencio cogió el extintor y acabó con las llamas... y con 13


la cara llena de polvo blanco. Tosiendo, salió a la calle en busca de aire fresco. Un amigo gallego de Prudencio, que al ser criador de vacas, todos llamaban Mario «el vaquerizo», salió a la calle al escuchar el ruido y cuando vio a Prudencio con diferentes calcetines, el pantalón sucio, los zapatos mojados y la cara llena de polvo le preguntó: —Pero ¿qué te ha pasado? —Si te lo cuento, no te lo crees. Hoy todo es un desastre. El día está torcido —respondió Prudencio. —¡Ah! Pues eso tiene solución. Si el día se ha torcido yo sé cómo arreglarlo. ¡Ven conmigo! Mario llevó a Prudencio al parque de atracciones para dar un buen paseo, e incluso a un concierto de rock. Y ya bien entrada la noche, cuando Prudenció lle14


gó a su casa, se fue directo a la cama y se acostó. Allí tumbado, se dio cuenta de que, después de todo, había sido un gran día... y apagó el despertador.

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Ocho Suricatos Piensa bien y acertarás es una forma diferente de fomentar valores. Un conjunto de ocho breves historias que nos hablan sobre la importancia de ser valientes, positivos y tenaces. De perseguir nuestros sueños y tener empatía con los demás. Pero no lo hacen como esas cápsulas de Moralina que cuesta tragar, sino de forma más apetecible, pues se toman en pequeños y dulces sorbos. Su receta incluye situaciones divertidas, curiosos personajes y bellas descripciones que, tomadas en pequeñas dosis, tanto gustan a los más pequeños. Si prueban una, seguro que quieren repetir. Valores Implícitos: Vivir en la gran manzana. La valentía. Un día torcido. El optimismo. El circo del terror. Sé tal como eres. Diseña la moda. Persigue tus sueños. No se hizo roma en un día. Esfuérzate; tiene premio. Árbol. El respeto a las personas mayores. Moisés y el cocodrilo. Ayuda a los demás. Vértigo. Supera tus miedos.

A partir de 8 años babidibulibros.com


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