Una familia, formada por un papá, una mamá, su hijo Diego y su hija Eva, va al supermercado. Eligen frutas y verduras como siempre. Los niños corren y juegan mientras se hacen las compras.
Llegan a la caja y Diego observa con curiosidad cómo la madre abre la cartera para pagar.
—Mamá, ¿por qué existe el dinero? —le pregunta Diego.
Eva lo mira con curiosidad y se interesa también por lo que dirá su madre.
Su madre, que siempre se toma muy en serio sus preguntas, le responde:
—El dinero se inventó para poner a todos de acuerdo...
—¿De acuerdo en qué, mamá? —pregunta Eva.
—Es que antiguamente existía el trueque, es decir, que las personas intercambiaban unas cosas por otras. ¿Os imagináis comprar una bicicleta con tres gallinas?
Y ambos peques comienzan a reír, pues les ha hecho mucha gracia lo que les acaba de decir su mamá.
—Primero se creó la moneda, y su valor era determinado por el peso y el material con que estaba hecha. Los comerciantes quedaban muy contentos por lo mucho que habían vendido en los mercados, pero sufrían al regresar a casa por lo mucho que pesaban las monedas.
Ambos escuchaban atentamente lo que su mamá les contaba, pues les resultaba muy interesante.
—Luego se creó el papel moneda. Las personas llevaban las monedas a un banco, y el banco les daba un papel que representaba la cantidad de monedas que tenían.