El Ratón llega a casa de SU
Este ratón valiente estaba predestinado a vivir intensamente, tan solo una maleta viajera y su poderoso vestuario ya eran símbolos y delatores de la gran fuerza creativa que la vida tenía preparada para él.
¡La misión estaba clara! Cambiar el mundo de la infancia; héroes verdaderos que debían ser reconocidos como tales.
El ratón valiente había nacido entre otros compañeros especiales, destinados a cambiar el mundo en una tienda de juguetes de la nueva era, una especie de ratón cristal; pues sí, como los «niños y niñas cristal», estos pequeños seres saben quiénes son y tienen más información y sabiduría que muchos adultos, y la gran mayoría de individuos terrestres; son mágicos por su poder supremo: de sensibilidad despierta
y gran percepción, y nuestro héroe había llegado al mundo, rodeado de otros compañeros como él, aunque no recordaba exactamente cómo.
Pero llegó el día de marcharse de la compañía de sus iguales, y llegar al mundo de los humanos para iniciar su legado.
Así fue como llegó a manos de un hada poderosa de la infancia, LO, gran mujer sabia, sensible, de extrema creatividad, sensitiva y con el corazón hecho de las estrellas del planeta del principito.
LO era muy especial y encomendó al ratón en cuanto lo vio; lo entregaría a otra hada, que era medio guerrera y medio princesa, medio caballo y medio ser salvaje, de talante dulce y altamente perceptivo, cuyo nombre era SU. Ella era una de sus compañeras de construcción del nuevo universo de la infancia mágica, y así fue como el día de su cumpleaños el ratón le fue entregado en su maleta viajera.
SU se quedó maravillada al recibir un pequeño detalle tan poderoso, tan solo verlo, sabía que el alma del pequeño peluche ratoncito significaba algo especial; estaba plenamente convencida, y se sentía feliz.
Orgullosa de tal novedad, de su nuevo compañero lleno de magia, lo presentó a sus amigos y familiares a lo largo de las celebraciones navideñas. Fue entonces cuando ella pudo descubrir sus orígenes, pues sus amigos la informaron de que el ratoncito tenía más hermanos y otros compañeros de viaje antes de llegar a la Tierra.
El Superratón no siempre es súper
Una noche que nuestra amiga hada se encontraba sentada en el sofá, después de una larga jornada de trabajo, empezó a hablarle con curiosidad:
—¿No estás cansado de llevar siempre ese disfraz de poderoso superhéroe? —encontró conveniente acercarse un poco y tratar de observar más profundamente cada detalle del pequeño ratoncito.
¡Es que se sentía tan y tan satisfecha de poder tener aquel ser diminuto en su vida! Pero lo veía tan héroe que sentía compasión por él, pues no es fácil siempre ser el salvador del mundo, ni el mismo Superman cubría estas características...
Entonces SU, al no obtener ninguna respuesta, trató de preguntarle con un tono aún más maternal y le insistió:
—¡Eres muy lindo! ¿Ya estás lo suficientemente cómodo con este vestuario tan estelar a todas horas?
Y entonces, como por arte de magia, el ratoncito le guiñó un ojo, y el antifaz sobresalió de un diminuto ojo que aún no había podido observar...
El antifaz había salido de su cabeza, y el pequeño animalillo mostraba una cara feliz y satisfecha, seguramente, agradecido por la pregunta de su nueva amiga, pues parecía que aquella hada, de cariz salvaje y de olor a fresa dulce, le amaría fuera como fuera, sin importar el vestuario o sus superpoderes. Quizás, incluso lo llegaría a amar tan solo por ser un ratón, ante todo, y es por eso que hizo el acto más valiente que nunca había hecho hasta el momento: Atreverse a mostrarse sin la evidencia de su poder.
—¡Esa ropa de superhéroe se podía quitar!
SU saltó de alegría y felicidad al comprobar que su amigo también se permitiría descansar como ella, pues el hada cada noche se regalaba un viaje en su «gigante colchón volador de sueños».
Y fue de esta manera como SU, cada noche, mientras se tomaba la infusión para relajarse de su intenso día en el universo de la infancia, ayudaba a nuestro protagonista a deshacerse de la capa y el antifaz, para otorgarle un merecido descanso, dentro de su maleta viajera.
El Superratón se prepara para su misión:
Ir a la escuela
A quella bonita evidencia de un especial héroe que también descansaba y se quitaba el vestuario de trabajo a lo largo de las noches, y el poder constatar que aquel pequeño ser estaba lleno de emociones reales, acabaron de absorber toda el agua del mar de dudas que nuestra constructora del mundo ideal de la infancia había acumulado hasta el momento, para mostrarlo o no a los pequeños héroes diarios de su día a día. Ahora ya lo había decidido del todo: «¡Lo presentaría a los niños de las dos escuelas!».
Y fue antes de que SU pudiera consultarlo con el diminuto ratoncito, cuando él ya dio un salto de alegría desde la mesa del comedor donde había pa -
sado las fiestas navideñas, reposando y preparándose para la nueva aventura, pues como él era un ser prácticamente mágico y muy especial, tenía el poder de leer el pensamiento, es decir, la telepatía, y se sentía muy feliz por los pensamientos de su amiga ecléctica. Además, él deseaba enseñar a los niños y niñas que la humanidad algún día lograría comunicarse a través de la telepatía, pero para ello era necesario ser realmente sinceros y bondadosos con nuestras palabras, pensamientos y emociones hacia los demás, pues esto era algo básico para poder conseguirlo, ya que no podríamos ocultar nada en nuestro interior.
Ahora ya tenía una casa, una nueva amistad, pero poder empezar su misión era la tarea más emocionante a la que se enfrentaría desde el día de su nacimiento: la visita a las escuelas.
Había pues que iniciar el entrenamiento espiritual lo antes posible.
Música tranquila, posición del indio, respiraciones profundas, manos quietas y palmas tocándose en medio del pecho-corazón, una inspiración larga e intensa, y una aguda y finita voz que exhalaron con un ligero «OOOOM», y a continuación otro «OOOOM», y ya el último «OOOM».
Practicar la meditación y visualización positiva siempre era el ideal para empezar a conectar primero con él, y a continuación con cada niño y con el ambiente que el destino le tenía preparado.
La noche antes, los nervios del ratón llegaban tan o más arriba que el jarrón creador de flores siempre frescas de SU. Para él, que era tan pequeñito, aquel jarrón era casi tan alto como la montaña del Everest, la más alta del mundo.
Y es por eso que ese día, SU le dejó dormir en su colchón gigante. Dicen que estos colchones de hadas tienen el poder de hacer desaparecer el insomnio de cualquier padre, madre, abuelo, abuela o cualquier persona mayor que está llena de dolores de cabeza...
—Psst, psst... ¡despierta, campeón! ¡El día ha llegado! —SU estaba muy emocionada también.
—¡Yujuuu, allá voy! ¡Superpoder, aférrate a mí! Es el mejor día para iniciar así. ¡Alegría, ven a mí y haz que triunfe el sí! ¡Siempre lo mejor es para mí! — gritó emocionado el ratoncito.
El ritual de la mañana había empezado. SU y SR cantaron tantas veces la canción del poder de la atracción y la felicidad para su vida, hasta llenar sus estómagos de alegría y armonía abundante.
